Mi hermano y su marido: Capítulo 1
Me mudo con mi hermano y su marido, y mi primer día termina a lo grande
RODRI
-¿Te pasa algo? -le pregunté a mi madre mientras conducía el coche.
-Estoy pensando que a lo mejor no es buena idea que te mudes con Tomás, él y Óscar se acaban de casar, y su apartamento es muy pequeño -paró un segundo-. Siento que no podamos permitirnos mandarte por tu cuenta.
-Mamá, no pasa nada. Tomás y yo hemos compartido habitación toda la vida, será como los viejos tiempos. Además, solo es cuestión de tiempo que me pueda permitir alquilar algo, ya tengo un trabajo casi conseguido. Tardaré un poco porque pagan una mierda, pero da igual.
No era el primer chaval de 21 años que iba a ser explotado en su primer trabajo, así que intentaba mantener una actitud positiva en ese sentido.
El plan era que mi madre y mi padre me ayudasen a mudarme por mi cuenta cuando terminase el Grado Superior que estaba estudiando, igual que hicieron con mi hermano Tomás, pero recientemente habían despedido a mi padre por lo que me tocaba joderme. Encontré un trabajo cerca de la casa de mi hermano, que estaba en otra ciudad, y él mismo me ofreció quedarme en su casa con él y su marido hasta que encontrase algún sitio mejor al que irme. No estarían muy contentos de que les invadiese su pequeño nidito de amor, pero todos tenemos que hacer algunos sacrificios cuando se trata de familia.
Por mucho que intentase disimularlo delante de mi madre, estaba nervioso por el gran cambio. Tenía razón, el apartamento de Tomás y Óscar era enano. Suficiente para dos personas, pero para tres ya se quedaba un poco pequeño. Tenía un cuarto con el baño incorporado, y un salón que iba junto a la cocina. Yo dormiría en el sofá-cama del salon.
Tras algunas horas de trayecto, pro fin llegamos.
-¡Niño, ponte algo de ropa por dios! -dijo mi madre cuando mi hermano nos abrió la puerta en unos slips azules.
-Yo también me alegro de verte, mamá -sonrió con su sonrisa blanca y perfecta y le dio un abrazo-. Que pasa enano -me dijo alborotandome el pelo.
-No me llames así -le dije-, y ya que tú eres tan grande ayúdanos a cargar con las cosas.
No estaba de broma, mi hermano se había puesto petado. Yo no era un enclenque tampoco, pero parecía que se había puesto bastante en forma desde la última vez que lo vi. Era un poco más alto que yo, tampoco mucho, pero sus pectorales y sus muslos grandes le hacían parecer bastante más grande que yo.
-Ángela, me alegro de verte -dijo mi cuñado Óscar. Era pleno julio, así que también salió con un par de calzoncillos blancos tipo boxer. Oscar era entrenador personal, así que su cuerpo estaba aún más definido que el de mi hermano. Además era MUY guapo.
-Venga, vamos a ayudar -dijo mi hermano mientras que él y su marido se ponían unos pantalones más cortos de lo normal y bajaron a la calle descalzos para subir las cajas. Porque estaba Oscar delante, que si no mi madre le habría regañado a mi hermano por ir descalzo.
Traje solo lo necesario, nada de cosas inútiles, así que tardamos poco en subir todas las cajas.
-¿Dónde pongo mis cosas? -pregunté.
-Hemos conseguido hacerte algo de espacio, ven -me guió hasta su habitación mientras mi madre y mi cuñado hablaban en el salón-. Tendrás que entrar y salir de nuestra habitación cada vez que quieras algo, pero es el único sitio en el que puedes guardar tus cosas.
-No pasa nada, me las apañaré bien -dije mientras miraba alrededor. Estos dos eran un desastre, había de todo tirado por los suelos, sobretodo calzoncillos que eran, a primeras, su prenda de preferencia para estar por casa.
Colgué mis cosas al lado de las suyas en el armario y fui a usar el único baño en el apartamento. Cuando salí todo el mundo estaba vestido, y mi madre agradeció a ambos que me dejasen quedarme allí.
-Tonterías -dijo Oscar- será un placer vivir con tus dos hijos.
Se giró y me guiñó un ojo sonriendo, tras esto nos fuimos todos a comer.
TOMÁS
No estaba especialmente entusiasmado con la idea de que mi hermano viviese con nosotros, pero haría cualquier cosa por mi familia. Además, fue idea de mi marido, que dijo que podíamos ofrecerle a Rodri el sofá-cama. Me sorprendió que le entusiasmase la idea, ya que los dos éramos bastante independientes. Nos mudamos juntos hace un par de años, después de llevar a penas unas 2 o 3 semanas saliendo juntos. La única razón por la que hicimos esto fue porque ambos somos MUY activos sexualmente, incluso para los estándares del colectivo gay, así que vivir con compañeros de piso o familia iba a ser un coñazo. Tener a mi hermano pequeño con nosotros iba a ser difícil de asimilar los primeros días.
Después de comer, mi madre se fue de vuelta y nos quedamos los tres solos.
-Hogar dulce hogar -dijo Oscar, haciendo lo primero que solía hacer cuando entraba en casa, que era ponerse la ropa interior-. ¿Alguien quiere una cerveza?
-Claro -dijo Rodri. Miró alrededor, como decidiendo a donde ir, y tiró para el pequeño salón.
Me quité los pantalones y la camiseta y los tiré al suelo. Me acerqué y me senté al lado de mi hermano en el sillón.
-Espero que no te importe, normalmente estamos en calzoncillos en la casa cuando hace calor.
-Claro que no -dijo Rodri, sonando casi ofendido-. He pasado cuatro años con un compañero de piso, ¿qué te crees que vestimos en los pisos universitarios?
-Es verdad, estás acostumbrado a compartir con otros -dijo mi marido mientras entraba con tres botellines de cerveza y nos los pasaba.
Se sentó en una silla, poniendo sus grandes pies sobre la mesa.
-¿Todo chicos? -preguntó.
-Sí, un compañero de habitación y dos compañeros de piso, éramos cuatro en total. Y compartíamos el mismo baño. Así que os prometo que ya lo he visto todo -dijo riendo.
-Bueno, quizás no todo -dijo Óscar con una sonrisa-. ¿Alguna vez has vivido con tíos gays?
-Claro que sí. Había un montón de chavales gays fuera del armario en clase. Uno de mis compañeros de piso, Eric, es gay y además tiene dos padres gays.
-¿En serio? -preguntó acariciando su entrepierna- Yo intento todos los días dejar a este embarazado pero está tomando anticonceptivos.
Me dio un golpe jugando en la pierna y yo puse los ojos en blanco mientras mi hermano y mi marido se reían.
Pasamos una hora más o menos hablando del tiempo que Rodri había pasado en la universidad, el nuevo trabajo que empezaría la semana que viene y su novia de la universidad, con la que decidió cortar ya que los dos estaban de acuerdo en que no querían una relación a distancia. Ambos seguimos bebiendo, pero mi marido tenía un cliente por la noche así que nos dejó temprano.
-Tengo que irme, os veo luego -dijo y se levantó, acercándose al sillón donde Rodri y yo estábamos sentados. Me dio un gran beso, que yo esperaba que durase un par de segundos, pero que alargó lo máximo posible, metiendo y sacando su lengua de mi boca y lamiendo mis labios, con su mano derecha apretando mi cuello suavemente, mientras que mi hermano pequeño estaba sentado justo a mi lado-. Te quiero -dijo Óscar mientras me mordía el labio inferior.
-Yo también -le contesté, girando la cabeza para seguir con la mirada aquellos glúteos definidos mientras andaba.
-Rodri, mi chico, vendré tarde así que si no te pillo despierto ya hablaremos mañana -dijo desde la puerta.
-¡Adiós -contestó mi hermano.
Rodri y yo continuamos bebiendo y hablando hasta que nos entró hambre. Pedimos algo de comer y cenamos mientras veíamos la tele, y luego nos tomamos la última cerveza.
-Hay algo de lo que quiero hablarte -dije, poniendo el televisor en silencio y dándome la vuelta para mirar a mi hermano.
-¿Qué pasa? -preguntó, poniendo cara de seriedad.
-¿Te acuerdas del trabajo del que te hablé? Pues me despidieron... hace unos seis meses.
-Joder.
-Con todo lo que está pasando, no quería que mamá y papá lo supieran. He estado trabajando de camarero en un bar por un tiempo, unas cuantas noches a la semana.
-Vale.
-Así que... odio ponerte en el compromiso de mentirles pero...
-No, no te preocupes -dijo rápidamente, cortándome-. Creo que estás haciendo lo correcto. Tendré cuidado con lo que les digo.
-Gracias -dije mientras me inclinaba para darle un abrazo. Tal vez había bebido mucho, pero estaba cariñoso-. Y escucha, hermanito, si Óscar y yo a veces nos pasamos, o hay algo de la convivencia que te moleste...
-Otra vez, que no te preocupes -dijo sonriendo-. Me estáis haciendo un favor dejándome el sillón. Quiero que os sintáis como si yo no estuviese aquí. Solo comportaos y actuad como lo haríais normalmente.
-¿Normalmente? -me reí, sonriendo maliciosamente.
-Normalmente.
-Hay otra cosa más -dije, y me levanté del sillón para ir al cuarto. Cogí mi collar y mi cadena, me las puse alrededor del cuello y cerré con llave. Volví al salón-. Normalmente llevo esto casi todo el tiempo que estoy en casa -dije enseñándoselo-, no me lo puse delante de mamá por razones obvias. Es una cadena que Óscar me regaló. Solo él tiene la llave y ahora lo tengo puesto y no me lo puedo quitar sin él. Me lo puso por primera vez la noche de nuestra boda, y me lo pongo desde entonces.
-Ohhh, es... romántico en cierto modo -dijo sonriendo.
Cuando vi la naturalidad con la que se lo tomó fui y le di otro abrazo.
RODRI
Después de levantarme temprano para tener que venir con mi madre hasta el piso de mi hermano, y beber tantas cervezas, estaba listo para dormirme. Me desnudé hasta quedarme en calzoncillos mientras mi hermano se terminaba su última cerveza frente a la tele, fui al baño a mear y me cepillé los dientes.
Cuando volví, había abierto el sofá-cama en el que yo iba a dormir y lo preparó para mí.
-Gracias -dije bostezando-. Ahora vete de mi cuarto -bromeé.
Tomás se acercó y me dio otro abrazo, y le di unas palmaditas en la espalda.
-¿Te acuerdas de esas fotos que tenemos dándonos abrazos en calzoncillos cuando éramos niños? -dije- Estamos exactamente igual solo que quince años después.
-Ya ves, tenemos que hacernos una foto -dijo y preparó su móvil para hacernos un selfie. Me pasó el brazo por los hombros e hizo la foto. Se levantó y salió del salón-. ¡Buenas noches!
Estaba dormido cuando escuché al marido de mi hermano andar de puntillas para no hacer ruido. Estaba acostumbrado a mis compañeros de piso llegando tarde mientras yo dormía, así que no me molestó que me despertase. Cuando lo escuché entrar a su habitación y cerrar la puerta, me levanté y fui hasta el frigorífico.
Estaba volviendo de beber agua cuando escuché ruidos en su habitación.
-¡Joder! ¡Joder!
-¡Mmmh, sí!
¿Están haciendo lo que creo que están haciendo? Sin duda. Sonreí, Mi hermano tenía 27 y su marido 32, me sorprendería que pasasen un solo día sin follar.
Las paredes eran muy finas, así que podía escucharlos. Eran los gemidos lo que me llamó la atención, pero ahora podía escucharlo todo: la cama crujiendo, los cuerpos rozando, partes chocando contra otras, guantazos, etc.
-Dios. Dios. Dios. Dios -oí una voz que era inconfundiblemente la de mi hermano.
Pensé en lo que Óscar había dicho hoy, yo intento todos los días dejar a este embarazado. Eso tenía que significar que era mi hermano el pasivo que lo estaban follando ahora mismo.
-Follame. Follame -escuché su voz de nuevo.
Seguí con la sonrisa en mi cara. Eso es hermanito, disfruta de una buena polla, pensé. Pero, ¿y yo qué? Estiré el brazo y me di cuenta de que estaba duro como una piedra. Mi novia, Mia, me tenía muy consentido y follábamos casi todos los días. No tenía ni idea de cuánto tardaría en conocer a alguien en la ciudad y echar un buen polvo.
De momento, mi mano era mi mejor amiga, pensé, y comencé a masturbarme. Bajé mis calzoncillos y las sábanas, me agarré la polla con ambas manos, y comencé a pajearme de arriba a abajo.
Tomé aire profundamente, y lo solté, disfrutando la sensación que notaba en la punta de mi rabo. Empecé a babear, y pasando la mano por la punta de la polla, cogí un poco y lo usé como lubricante para la paja.
-Sí, joder -escuché decir a mi hermano detrás de la pared.
-¿Sí? ¿Te gusta? Mmh -dijo la voz de Óscar, seguida de un sonoro guantazo- ¿Te gusta?
-Mmh joder, sí, me encanta -respondió mi hermano, gritando y gimiendo alto.
Durante un momento, no escuché ninguna palabra, solo gemidos y gruñidos. Mmh, aaah y oooh era lo máximo que decían, pero cada vez iban subiendo más y más el volumen, y yo me pajeaba más y más rápido, de arriba a abajo, sintiendo mis cojones preparado para explotar.
-¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Sí! -ambos, Óscar y Tomás gritaron a la vez, mientras que la lefa comenzaba a salir disparada de mi polla cubriendo mi pecho y las sábanas que mi hermano había puesto para mí.
-Joooooder -dejé escapar de mi boca, todavía meneándome la polla, y luego me reí. Nos habíamos corrido los tres al mismo tiempo.
FIN DEL RELATO
En la página que he adjuntado también está disponible la segunda parte de esta saga, que publicaré aquí en unos días, junto a otras sagas y relatos exclusivos que son solo para los suscriptores. Si queréis acceso a relatos con antelación y relatos exclusivos, aseguraos de visitar el enlace.
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