Mi Hermano ¿Un Dios? 2

No puede ser… intenté convencerme pero mi cuerpo mojado con agua de mar era una señal de que algo iba a suceder… es un mal sueño definitivamente.

Mi propia mente me la jugaba definitivamente, pero ¿sería mi mente capaz de recrear todas esas caricias, esas sensaciones? había soñado con Julián estaba segura, no pudo haber sido de otra forma... yo soy una enferma, no respeto la memoria de mi hermano muerto, doy asco.

Me arregle y salí hacia la universidad, tenía que rendir un examen pero me supo a chino... no podía sacar de mi mente ese sueño.

Después de un día aburrido, sin ninguna novedad, (aunque pasé excitada, muy húmeda todo el día; algo fuera de mi normalidad ya que yo nunca me excitaba, bueno… sólo cuando pensaba en Julián) regrese a casa, y allí en la terraza que da a la playa me encontré a Ulises, el chico que me había salvado la noche anterior.

-Hola Iara! ¿Como sigues?- no le había prestado atención pero era un hombre muy atractivo, parecía de unos 26 años, con un cuerpo delgado pero musculoso, con un bronceado muy sexy, ojos verdes y cabello castaño claro, rizado, barba incipiente de esas que te raspan cuando das besos en la mejilla, un tatuaje en la espalda el típico look de un surfista californiano... confieso que me quede como boba mirándole, lamentando no haberle apreciado bien desde un principio... en especial por que se adivinaba un buen tamaño en la entrepierna... Diablos!! Que estoy pensando???!!

-Estoy bien, gracias a ti, lamento no haberte podido agradecer como correspondía- le dije.

-No te preocupes, lo importante es que estas acá, y tengo la oportunidad de conocerte.

-¿De conocerme?- porque querría hacerlo, hace dos años q vivo alejando a la gente, ya no hablaba con casi nadie, excepto por Alejandra mi amiga de toda la vida y mamá; porqué?

-Si... la verdad es q me pareces una chica muy linda, te he observado cuando vengo a surfear acá o en la universidad-.

Vaya! me estaban asechando y yo ni cuenta me había dado.

¿En serio?, ¿vamos a la misma universidad?- le dije.

-Sí, estudio Biología Marina. La primera vez que te vi ibas al departamento de antropología.

Era cierto, siempre pasaba enfrente de la facultad de biología marina para ir a las clases de mi facultad, nunca variaba ese camino. Le sonreí, Ulises me estaba gustando porque notaba que era un poco tímido como yo. De seguro hablarme en estos momentos le suponía mucho esfuerzo así que traté que se sintiera cómodo, me sentía sola y un poco de charla y compañía me vendrían bien.

-Quieres un café?-  él aceptó y le invite al comedor. Comencé a preparar el café y no lo pude evitar se veía muy atractivo, mis pechos se endurecieron y creo que él lo noto, yo no llevaba sostén después de todo.

-Nunca te había visto por acá, ¿vives al otro lado de la isla?

-Ya no, me he mudado hace un par de semanas; las olas son mejores de este lado. Les dan una paliza a las chicas bonitas que entran distraídas a la playa. Y me guiñó un ojo.

Vaya y yo que lo creía tímido, se estaba riendo a mis costillas, y claro mientras pensaba esto no pude evitar hacer un puchero.

-¡No te enojes por favor!, en ese momento no era nada gracioso lo que te pasaba, pero si te hubieras visto después, te veías muy linda, hermosamente asustada.

-Hermosamente asustada!, Ulises estás loco… pero gracias, ya sabes, por salvarme y eso.

  • De nada, Iara ¿quién es ese chico de ese cuadro?

-Es mi hermano Julián.- No me apetecía responder la pregunta que seguramente vendría después de esa respuesta, no me gustaba admitir en voz alta que Julián se había ido.

-Y no se preocupó por lo que te pasó ayer en la tarde?

-El… él ya no puede preocuparse por mí, murió hace dos años.- Lo dije y el corazón me dolió. Mis ojos se pusieron vidriosos, pero el sonido de la cafetera que anunciaba que ya había terminado de preparar el café, me ayudo a recomponerme y no llorar.

-Lo siento.

-No te preocupes, a Julián le encantaba conocer gente nueva, fue el mejor hermano del mundo, muy amigo; si le preguntas a los chicos que surfean acá, todos le conocían, le querían mucho.

No me había fijado, estaba de espaldas sirviendo las dos tazas de café, Ulises estaba detrás de mí y me abrazó, era un abrazo cálido, que me decía que estaba en compañía de alguien que se preocupaba por mí. Era una sensación agradable y su perfume también lo era. Me separé de su abrazo y le ofrecí su taza de café. Mis pechos se volvieron a poner erectos, ese abrazo había sido muy placentero, y mi mente empezó a desear ir un poco más allá.

Hablamos de todo y de nada, fue una tarde muy amena y de pronto recordé que tenía que preguntarle algo importante, algo que Julián alguna vez me aconsejó: -Siempre que conozcas a un chico, indaga todo, no le creas a la primera; mira que los hombres solemos ser unos aprovechados y las niñas bonitas son siempre la mejor presa, por favor no vayas a pecar de inocente-, mi hermano hasta en su forma de explicarme las cosas de la vida era tan amoroso conmigo. Ahora que lo pienso era un crío de 20 años, pero le concedo la razón porque él era el hombre de la casa y mi hermano mayor.

  • Ulises ¿tienes novia?

-No.

-¿Te ha dejado? O no tienes porque no quieres?

  • Creo que es lo segundo… las mujeres son despiadadas te arrancan el corazón, lo colocan en una bandeja de plata. Se lo comen y no te dejan nada.

Me reí con ganas! Era todo un drama queen y me divertía, definitivamente era un chico agradable.

-Puedo decirte algo Iara, espero que no te molestes, pero tienes un risa sexy

Era un halago en toda regla y no pude parar de reír, no había reído así en dos años, vaya que si le estaba agradecida a Ulises.

-No me molesta, muchas gracias en serio… pero creo que deberían de revisarte los oídos.

Se puso un poco colorado, estaba linda la charla; y como siempre mi torpeza no podía quedarse atrás y boté la taza… la porcelana se hizo añicos y me agaché a recogerla.

Ulises me abrazó se arrimo a mí y restregó en mi trasero todo eso que hacia un par de horas había observado. Mi cuerpo volvió a reaccionar, mi piel se erizó, sentí su aliento en mi cuello y lo que me dijo me dejó helada:

-Desde hace un año no tengo ojos para otra mujer que no seas tú. Iara eres hermosa. Por favor se mía esta noche.

Esa era la línea, que me daba pie para desatar un poder que en mi había estado dormido por mucho tiempo, me halagó y me di la vuelta sin deshacerme de su abrazo, tome su cara y le besé. En ese momento no existió nada era mi cuerpo el que mandaba, mi instinto. Un instinto que me hizo abrir su boca y juguetear con su lengua en un beso muy sugerente, todas mis conexiones nerviosas estaban al límite y cuando puso sus manos bajo mi blusa desato descargas eléctricas, quería mas de esas manos grandes en mi cuerpo y llevé su mano a mis pechos, el comenzó a acunarlos y a acariciarlos, jugó con mis pezones y me miró a los ojos.

En ese color verde de sus ojos vi mi deseo reflejado, un deseo que era el mismo y hacia que en la habitación se sintiera una corriente de pura sensualidad. Su lengua jugaba con la mía, una de sus manos con mi pecho y la otra estaba entretenida en una pompa. ¿Mis Manos? No se quedaban atrás, ya le había quitado la camiseta y estaba recorriendo su pecho, un pecho muy definido como una tableta de chocolate… chocolate que pronto me iba a comer.

La devora-hombres que habita en mi había despertado; a diferencia de mi sueño, en el cual todo había sido amoroso esta vez estaba el amor de lado, predominaba mi yo salvaje. Mi yo sexual.

Lo llevé hacia el sofá del salón sin dejar de besarnos, quitándonos la ropa con cada metro que avanzábamos, Dios si ese hombre seguía así terminaríamos teniendo sexo en las escaleras. Se me prendió el foco y le bajé la bermuda allí, estaba en interiores y yo solo tenía una fina tanguita de encaje blanco, me gusta mucho usar ropa interior de encaje podría decir que es mi fetiche. Me puse a horcajadas sobre él, acerté lo que había imaginado antes, su miembro era grande aunque no se sentía muy grueso, Ulises estaba empalmándose, y eso que yo aun no había hecho nada.

Comencé  a besar su cuello a bajar por su pecho, me entretuve en sus pezones dando lametones y mordiditas muy suaves, quería sentirle, pero el tenia que corresponder a mis caricias y vaya que lo hizo. Beso mi cuello y mordió mi hombro, volvió a subir a mi cara y me beso en la boca, sus manos ya estaban buscando mi entrepierna. Me abrí un poco más para recibirle, vaya que lo quería y lo tenía allí, sentado en las escaleras a horcajadas sobre él y lo hice, me pare y puse sus manos directo en mi coño. Mi instinto me dijo que iba a ser sexo salvaje.

Mordió mi cadera y bajó con su boca mi braga, y cuando terminó de quitarla le di la espalda, abrí mis piernas doble mi torso y le ofrecí todo. –Cómeme.- Le dije y el obedientemente empezó con su lengua a recorrer mis labios y mi clítoris, se entretuvo mucho rato.

-Mmmmmm, -gimió- estas muy mojada y sabes a almíbar.

Solo pude gemir cuando habló porque fue poco lo que separó su boca de mi coño. Hizo que me parara me dio la vuelta y subió una de mis piernas a su hombro, siguió comiéndome de esa forma tan deliciosa, pero yo quería devolverle a Ulises tan estupendo trato a mi coñito y cuando me disponía a hacer eso, el metió uno de sus dedos en mí, lo que sentí fue tan intenso! Casi, casi me corría pero todavía no era tiempo, metió otro dedo y comenzó un mete-saca con su mano y yo ya no gemía, yo gritaba, me estaba perdiendo y quería más, metió otro dedo, mis fluidos empezaron a salir en cantidades exageradas, mi cuerpo se tensó y arqueé mi espalda. Mi orgasmo fue brutal, sentía las descargas eléctricas por todo mi cuerpo, y la cara de placer que tenía Ulises, esa no tenia precio.

Me tomó en sus brazos y me llevó al sofá de la sala, me recostó allí y acariciaba mi cuerpo, acuñaba mis pechos, me besaba, mientras me recuperaba. Su polla estaba parada y durísima. La tomé entre mis manos y comencé a subir y a bajar despacio, el me pidió que lo hiciera un poco más rápido y así lo hice. Pero no me contentaba, esa polla tenía que estar en mi boca; di un beso en la punta de su glande y con mi lengua recogí una gotita de líquido pre seminal me encantó su sabor y me la tragué toda, me provoqué un poco de arcadas, pero era una delicia tenerle allí llenando mi boca, el tomó mi cabeza y comenzó a moverse, su forma de tenerme así sometiéndome un poquito me puso peor, tomé su polla y decidí que lo que me apetecía era chuparle sus bolas y a darle lengüetazos desde el tronco hasta la punta. Y lo hice, el suspiraba y eso me indicaba que iba por buen camino dándole placer.

No quería que terminara allí necesitaba que lo hiciera dentro de mí. –Ulises metémela por favor, lléname si? Le dije- Y dirigí su pene hacia la entrada de mi coño y baje despacio, lo iba a follar despacito primero; así que subí y bajé lentamente. Cuando hice eso un par de veces comencé a mover en círculos mis caderas, Ulises cerraba sus ojos y clavaba sus uñas en mis pompas, me dictó el ritmo que quería y lo combiné con esos movimientos circulares que me hacían sentir llena, aumenté la velocidad y él también. Ya no podía más.

-Iara voy a terminar! Si sigues así voy a terminar dentro de ti mujer!

Y seguí así, no importaba. Toda mi vida me he cuidado, aparte le llevaría la contraria. Iba a terminar donde yo quería. Me moví más rápido y el sudor perlaba mi frente.

-Iara me vengo!

-Si! Lo grité y lo abracé y sentí las oleadas de semen chocando con mis paredes vaginales, un par de embestidas más y nos quedamos quietos, nos corrimos al mismo tiempo mirándonos a los ojos y luchando por obtener aire, nos hacía falta. No salió de mí hasta después de unos minutos.

-No quieres que me quede esta noche contigo?- me preguntó, pero el único hombre con el que había compartido mi cama era Julián y en ningún momento pensaba profanar ese lugar donde tantas veces mi hermano jugó al té conmigo.

-Creo que esta noche… empecé a hablar, pero él me cortó.

  • Está bien, no te preocupes… pero será la próxima vez?

Mi negativa no le había afectado, sonreí y le dije que ya veríamos la próxima vez.

Me bañé y me puse el pijama, me sentía rendida pero satisfecha. No tarde en dormirme y Julián apareció en mis sueños, en ellos me reclamaba por haberme liado con un tipo al que apenas conocía y del cual yo no tenía idea alguna de sus intenciones conmigo. Mi sueño seguramente habría sido la realidad si él estuviera vivo y me sentí mal.

Pero algo extraño pasó, cuando Julián me abrazo en mis sueños estaba mojado, empapado de agua de mar, desperté de inmediato y yo estaba mojada y era agua salada. Un calofrío recorrió mi espalda y no era precisamente de los buenos…