Mi hermano, su mujer, el culo de ella y yo (3)

Una hermosa hembra de 22 años y un adolescente (su cuñadito), se aprestan a coger por donde mas lo desean ambos, por el culo.

Mi hermano, la mujer de él, el culo de ella y yo (tercera parte).

Mi cuñada (la mujer de mi hermano mayor), hermosa hembra de 22 años, me concedió el privilegio de poseerla después de casi dos años de asecho, primero en un nervioso y "sobresaltado" polvo en su propia cama matrimonial y después en una maravillosa noche que ella misma planeó. Esa noche, alojados en un hotelito de paso vivimos la gloria del primer encuentro en libertad, seguros que nadie nos interrumpiría. Pero aún faltaba completar mi mayor fantasía: cogerla por el bello y portentoso culo que anticipadamente me ofreció. Esta es la historia del camino recorrido para llegar a la gloria.

En el último comentario que hicimos esa noche después de hacer el amor, me preguntó si estaba enamorado de ella. Aunque no respondí, no cabía duda que sí, estaba enamorado precisamente de la mujer prohibida, hasta las patas.

La noche empezaba a enfriar por lo que decidimos meternos bajo los cobertores, cubriéndonos hasta la cabeza jugando como niños, observamos mutuamente nuestros cuerpos.

Bajo ese especial efecto de la luz filtrándose entre las sábanas, el cuerpo de Lupita se veía especialmente hermoso. Todo parecía encajar y rimar en un solo verso de amor y deseo, es mejor no describirlo. Se volcó acostándose de estómago, y mirándome a los ojos, levantado primorosamente su bello trasero, me dijo:

  • "Subite".

Tan directa invitación me tomó de sorpresa. Poniéndome de rodillas en la cama, disfruté largamente de aquel espectáculo. Tenía el culito levantado, las piernas bien juntitas, parecía una sirenita por la sensual posición de su cuerpo y por la posición de sus largos cabellos castaños cayendo como una cascada por un costado de su rostro. Entre la armoniosa hendidura en medio de sus nalgas, se podía apreciar el final de su cochito, una mata de bellos asomándose tímidamente y su rajita que parecía estar esperándome con ansias. Sabía mi cuñada que le estaba mirando fijamente ahí, por lo que entreabrió levemente las piernas y levantó aún más las nalgas, esta vez pude observar todo el cochito completo a medio abrirse, un poquito mas arriba, su estrecho y cerrado orificio del culo, me lo imaginé virgen, virgen y completamente indefenso ………. listo para mí.

Mi verga aún estaba dormida por el esfuerzo anterior, seguramente demoraría en recuperarse por completo, por lo que a modo de incentivo, me recosté sobre su cuerpo, con el miembro asomando apenas su tímida y arrugada cabecita por el inicio del bello canal que separaba sus nalgas. Dando un suspiro me recibió con un movimiento suave acomodando mis bolas que tomaron contacto directo con su cuerpo.

El culo de mi cuñada al ser esponjoso y firme daba comodidad y placer inigualables. Se sentía muy rico estar sobre ella, más aún cuando empezó sus movimientos circulares, con un balanceo sensual, dándole a mi verga unos masajes irresistiblemente animadores. Ella, levantando la cabeza y torciendo el cuello me besó, guiando mi mano hacia una de sus tetas.

Al darse cuenta que mi miembro se resistía a responder, me dijo:

  • "No creo que justo ahora que lo tienes a disposición falles"……. "No te olvides que quiero hacerte acreedor al premio mayor, si tu también me fallas al igual que mi marido, no sé qué será de mí".

Pudo ser mi acentuado nerviosismo al saberme de repente dueño de aquello que tanto había perseguido, lo cierto es que no estaba listo, preferí no darle respuesta. Este asunto además de ser una cuestión de amor propio estaba comprometiendo el "honor de la familia". Me concentré para lograr una rápida erección olvidándome de aquella especie de presión psicológica que recibía por la presencia imponente del culo de mi cuñada, justo debajo e mí, meneándose ansioso de ser cogido y a mi entera disposición.

Tendido sobre el cuerpo de ella y cogí con fuerza y lujuria con ambas manos su culo, sentí que abría sus piernas y metiendo entre ellas una de sus manos; se adueñó de mi verga y mis bolas, jalando mi somnoliento miembro hacia abajo, quedando éste ahora en contacto con su conchita, mientras me sobaba en esa sensible parte con suavidad, nos besábamos no sin esforzarse ella para alcanzarme su boca mientras balbuceaba en tono muy suave palabras dulces.

Un simple mortal como yo, un muchacho con tan poca experiencia y con tan pocas virtudes, no se merecía todas esas atenciones y peor si provenían de las manos y el cuerpo de la bella esposa de mi hermano mayor. Pero así es la vida, "no todos tienen lo que merecen"; "ni todos merecen lo que tienen". Como señal de agradecimiento le di un suave beso en cada una de sus nalgas. Impresionada por este natural, ingenuo e impensado gesto, suspirando dijo:

  • "Que tierno eres cuñadito, en verdad sabes expresar el amor y me haces feliz. Cada atención que tienes conmigo me hace sentir bien y disfruto de todo. Esos besos que nadie antes me dio, es un detalle grandioso……, te amo".

Quise penetrarla pero alguna dificultad por la falta de lubricación me hicieron desistir. Estirando el brazo hacia un bolso que estaba encima del velador por sobre mi cabeza sacó un frasco:

  • "Para esto se inventó el aceite para bebés" Me dijo.

  • "Si y también para algunos lugares que son un poquito mas secos y mas difíciles" Le contesté sonriendo.

Se puso el aceite en su hermoso cochito quedando sus bellos que lo rodeaban muy brillantes a la luz artificial del ambiente, pero también se puso en la parte de atrás, es decir por la zona que circundaba su ano, dándome la idea de que ahora sí estaba dispuesta a todo y que me daría la oportunidad de gozar de todo su cuerpo.

Se recostó sobre sus espaldas y a manera de calentamiento me ayudó a subirme en la posición del aburrido misionero ambos teníamos las ganas de un segundo maravilloso polvo. Con la ayuda del aceite la penetración fue espléndida, sentí lo tibio del cochito de mi cuñada y mientras nos besábamos, con ambas manos le acariciaba el culo y ella hacía lo propio, atrayendo hacia sí mi cuerpo con fuerza. Empecé a menearme acariciando de cuando en cuando sus turgentes senos.

Empezó a excitarse mas y mas, sus movimientos ya eran de total placer por lo que me dijo:

  • "Hagámoslo en la posición que ambos estamos deseando cuñadito, métemela por detrás, cómete este culo que está deseoso de tí".

Sacó mi verga, le dio unas cuantas caricias con la mano como asegurándose de que esté bien parada y se puso boca abajo con las piernas levemente separadas y con el culito muy levantado.

"Ya patrón, puede empezar a darle a su empleada por el culo, déjese de macanas y cumpla con su fantasía de una vez, quiero sentirlo por detrás ".

"Sí mi amor, si mi reina, si mi diosa, aquí vengo para comerme ese hermoso culo. Sáquelo un poquito mas para que entre facilito".

Con voz temblorosa por el nerviosismo, respondí con premura la invitación y me apresté a treparme al cuerpo ansioso de mi bella cuñada. Una vez arriba, agarró mi miembro erecto y lo guió hacia la entrada de su cochito, levantando aún mas su hermosa cola. Para disfrutar de mi entrada triunfal en su hendidura y para asegurarme de que la consecución de mi mayor anhelo no era una fantasía sino feliz realidad, la penetré lentamente, dándome el delicioso detalle de observar cómo mi endurecido miembro entraba haciéndose espacio entre los hermosos labios y pelos del cochito de mi cuñada y empujé hasta el fondo, desprendiendo de mi gozosa pareja suspiros de placer.

Vinieron a mi mente todos aquellos momentos de ansias y desesperación por cogérmela; todas mis fantasías de colegial viendo menearse ese culo por los pasillos del colegio, todas mis ganas y la tremenda bronca acumulada. Disfruté sin desperdiciar tiempo ni movimiento comprobando que era eso precisamente lo que me gustaba y lo que estaba buscando todo ese tiempo.

El contacto con su ardiente trasero me excitaba enormemente de tal manera que nuestros movimientos se hacían cada vez mas rítmicos, mi verga entraba y salía del cochito de mi cuñada que parecía seguirme deseoso a cada embate de mi miembro. Tenía aprisionado entre mis manos el delicioso tesoro que tanto tiempo había anhelado dándome por fin el mayor festín de mi vida. En ese momento ya no me importaba si ella llegaba o no al orgasmo, me propuse disfrutar yo al completo, hacerlo para mí, no darle el gusto de terminar, sino cogerme a la mujer de mi hermano para mí, por mí y sólo para mí. Disfrutar de su glorioso culo en una deslechada de locura olvidándome de todo protocolo.

Sin embargo ella disfrutaba tanto como yo, por sus suspiros, sus movimientos, sus gestos en el rostro y por el temblor de su párpado derecho.

"Que hermoso culo tienes cuñadita, qué lindo tesoro, por fin lo tengo entre mis manos, por fin puedo cogerlo como su verdadero dueño. Dime quien es su dueño, dime de quien es este culo".

Al oír estas palabras, la temperatura de su cuerpo subía como por arte de magia y jadeando y meneándose con mas fuerza, con los ojos cerrados me contestó:

  • "Es tuyo mi amor, es tuyo por completo, de nadie mas, te juro que no se lo daré a nadie mas nunca. Qué rico culeas papito, ay qué riiiiiiiiico".

Se puso de cuatro patas apoyando la cara en la almohada. El culazo de mi cuñada que ahora sobresalía precioso y mas apetecible aún, me dejaba ver el cochito completo, brilloso por el aceite que usábamos. Su orificio anal frente a mí esperando el turno que no llegaba, parecía mirarme atento a ver cuándo me lo cogía. Agarré mi pene y lo sacudí contra el culo de mi cuñada, a cada golpe sus jóvenes carnes amortiguaban el impacto con leves temblores, mientras gemía con estremecimientos fingiendo dolor. Le pasé una y otra vez la cabeza de mi verga no solo por el húmedo cochito sino disimuladamente por el orificio anal.

Sin aviso previo la penetré en esa posición, pero aún por el cochito. Prácticamente de pie sobre la cama, cabalgándola con las piernas abiertas, Introduje rápidamente mi verga que ahora estaba a punto llenando por completo aquel bello túnel, sintiendo el placer que ella sentía, se la empujé hasta el fondo. Cuando mis bolas hicieron contacto con su cuerpo ella suspiró y dijo:

  • "Por fin papito hacemos realidad nuestro sueño, por fin me tiras por el culo, este culo que tu hermano ha despreciado y que por eso será sólo tuyo, sí solo tuyo papito".

Empujando mi verga con mas fuerza para desatar sus alaridos, no quería perderme ni el mas leve detalle de aquella culeada, mantenía los ojos bien abiertos y disfrutaba plenamente de cómo las nalgas de la mujer de mi hermano venían hacia mi anhelantes de placer y se alejaba pidiendo a gritos mas y mas. Volvían otra vez con mas ganas y se separaban sólo el tiempo suficiente para tomar mas impulso y entregarse completamente a mí.

No podía entender cómo un hombre puede desperdiciar la belleza del cuerpo de una mujer como ella y de sus innatas dotes para amar. Mi hermano era un verdadero estúpido al no aprovechar de todo aquello y por no entrar en razón que su verdadero deber de marido era satisfacer todos los deseos de esa tremenda hembra y dedicar su vida a ella. ¡Qué desperdicio!

Le acaricié muy suavito con mi índice mojado en saliva su pequeño orificio anal que apuntaba indefenso hacia arriba, ella resoplaba de placer. Amenazaba yo con meterle el dedo con una leve presión justo en la entradita, sin completar la maniobra. Cada movimiento de mi dedo era respondido con un estremecimiento de su cuerpo, parecía desear que se lo meta de una vez, pero todavía no era tiempo. El ritmo fue cada vez mas rápido, estaba en camino de alcanzar el orgasmo ayudado por el sensual ruido intermitente que hacían nuestros cuerpos.

Como señal de machismo al saberme dueño de tan hermoso culo, golpeando con la palma de la mano en las nalgas una y otra vez y con tono autoritario le dije:

  • "Mueva ese culo! Démelo todito! Empuje mi perra para metérsela hasta el fondo!".

El resultado fue inmediato y fantástico, ella empezó a moverse mas agitadamente, jadeando y profiriendo gritos, empujando desesperadamente su culo hacia mí, abriendo mucho mas las piernas y entregándome su cocho ahora completamente mojado para que yo pueda hacer lo que se me antojase. Y con una de sus manos por entre sus piernas acariciándose frenéticamente la concha para llegar al éxtasis. Sentí que estaba a punto de lograr su objetivo, por lo que insistí subiendo el tono:

  • "Eso perra, mueva el culo! Vamos puta, disfrute de esta verga! Aguante mi leche que le voy a derramar en todo el culo, mi perra, mi putísima!".

Ella disfrutaba de cada una de las palabras que yo pronunciaba, las mismas iban alternadas con palmadas en sus nalgas, mientras metía y sacaba mi verga de su interior. Con las piernas abiertas y flexionadas, arqueando convenientemente mi cuerpo para permitir la penetración, galopaba en esa tierra prohibida, dando nalgazos con una mano y cogiendo de los cabellos a de mi joven y hermosa cuñada con la otra. Sintiéndome el mas hábil jinete en una bella y joven yegua que se dejaba cabalgar a gusto y paciencia.

Entonces sin mucho aviso, ella se vino, dando un grito desesperado, se sacó mi verga del cocho y metiendo su mano por debajo y entre sus piernas se apretó el sapo con toda la palma de su mano. Se estremecía de placer manteniendo el cuerpo en la misma posición, con la cabeza aún pegada a la almohada, el culo levantado en ángulo recto y una expresión preciosa de placer en el rostro. No aguanté mas ante tan bella imagen, poniéndome de rodillas, agarré mi verga con una mano y la encaminé nuevamente al cocho de mi cuñada, se la metí hasta el fondo, se la mandé con fuerza y antes de correrme se la saqué y me desleché afuera, regando el culo de mi cuñada con dos o tres chorros que salían de mi latente miembro, alcanzando a ver en medio del paroxismo que uno de los chorros cayó justo en el hermoso canal de su culo, cubriendo su pequeño orificio anal y resbalando lentamente camino a su latente cochito.

Ella que apenas se recuperaba de su orgasmo, al sentir la tibieza de mi leche en su cuerpo, abrió los ojos en señal de alarma, se dio media vuelta en la cama rápidamente, me cogió la verga y se la llevó directamente a la boca para darme una exquisita mamada.

Era la primera vez que dábamos una muestra de la práctica del sexo oral, en verdad no me lo había imaginado siquiera, pero ella lo hizo así de improviso con tanta naturalidad que me sorprendió. Nos recostamos nuevamente para permitir que nuestros temblorosos cuerpos se recuperen para continuar aquella noche que aún era joven.

Tendido sobre la cama, exhausto, con mi miembro aún latiendo débilmente, no tenía hálito para nada por el momento, por lo que permanecí en silencio, mientras ella descansaba con la mirada fija en el techo de la habitación.

  • "Qué locura. Cómo puede ser tan bello el sexo" Me dijo. "Jamás me había imaginado capaz de todo esto y menos con un muchacho de tu edad".

Entonces empezó una larga charla respecto de su vida sexual con su marido. Parte por curiosidad y mas por aprender a satisfacerla, me enteré del más mínimo detalle. Me confirmó que con él era muy aburrido hacerlo, pese a la insistencia de su mujer, mi hermano se negaba a variar la posición del misionero. Me confesó que a ella le encantaba que la cogiesen por detrás y en cualquier otra posición. Lo mas grave: jamás había tenido un orgasmo con él.

Que por las múltiples restricciones impuestas por mi hermano, había adoptado la costumbre de masturbarse en sus momentos de soledad. En la intimidad con él sabía "fingir al revés", es decir, que no hacía lo que algunas esposas hacen, fingir un orgasmo cuando tiran con sus maridos; sino que no tenía que mostrar abiertamente que gozaba del sexo, porque era un pecado grave que la mujer sea lujuriosa en la práctica del sexo, que ella jamás debería tomar la iniciativa para nada, ese era un privilegio del hombre. Las relaciones sexuales deberían mantenerse en la noche y con las luces apagadas, no era nada sano mirarse los cuerpos por lo tanto deberían hacerlo tapados.

Que los orificios del cuerpo eran para algo específico y sólo la vagina (con estricta exclusividad) era para meter el pene y siempre por delante. Constituía pecado mortal llamar con nombres soeces a los órganos genitales, que no se debería hacer referencia directa de esos órganos, siempre debería uno decir "mis partes" o "mi privacidad", "Mi intimidad" o lo que mierda sea menos cocho, chucha, concha, sapo, cuca, zorra, ojete, culo, ni siquiera nalga, verga, paloma, huevos, bolas, tetas, etc. y etc. Que a las relaciones sexuales deberían llamarse "coito", "unión" o máximo "cópula carnal" y no así: coger, joder, culear, fornicar, tirar, fumigar, birlar, follar……. Como a ella le gustaba.

Que el ritmo del "coito" debería ser siempre llevado por el hombre, sólo él podía acelerar o frenarlo, que el cuerpo de la mujer debería quedar lo mas indiferente posible a la hora de coger puesto que sólo las putas se movían y las muy reputas gemían.

Que en ningún caso debería usarse la boca para acariciar cualquier otra parte del cuerpo que no sea la mejilla y la propia boca, el sexo oral era algo lujurioso y pecaminoso en extremo, su práctica no recomendable en absoluto ¡era la forma más fácil de transmitirse las enfermedades sexuales!.

La masturbación no sólo producía ceguera y los mas terribles males, sino que bien podía ser utilizado como argumento para una demanda de divorcio aduciendo "infidelidad con uno mismo". Y todo un montón de mierda misma.

¡Poco margen le quedaba a mi cuñadita! Después de cada acto sexual solo debería mantener la esperanza que dentro de una semana o quince días, se repita la sesión y dentro de nueve meses, ojala Dios bendiga a su marido con un nuevo hijo. Ah! Y no debía olvidarse de agradecer, por la oportunidad que su hombre le daba para agradarlo!

Razones de sobra tenía de mostrarse tan fogosa y desinhibida cuando lo practicaba conmigo, en verdad para mi pobre entender, esta bella mujer no debería esperar que su pinche e inexperto cuñadito se fije en ella para follar de vez en cuando, a escondidas y con sobresaltos, tenía todo el puto derecho de ponerle cuernos al cojudo viejo de mi hermano con cualquier paisano que se le cruce en el camino, no por que sea una puta de nacimiento, sino por culpa del cabrón de su marido que la tenía sometida a tal humillación y a tal desperdicio de semejante talento y belleza. Cualquier pendejo debería aprovechar la oportunidad de hacer feliz a esta linda mujer; porque ella en verdad se lo merecía y él también (mi hermano), ¡por cabrón!

Después de tan largo diálogo, el que fue nada menos que las lecciones sobre sexo mas útiles pues me daba las pautas necesarias para ganármela de una vez por todas, haciéndole lo que más le gustaba, metiéndosela por donde mas lo deseaba y dándole placer por donde más le apremiaba.

Entonces empecé lo que en mi frágil conocimiento concebí como lo mejor para que goce a plenitud: darle un trato diferente y especial, de reina, de Diosa, de mujer bella, de hembra necesitada y merecedora de todo el placer del mundo. De madre sufrida y sacrificada, de ángel venido del cielo para ser feliz con su adolescente cuñadito, de hembra lujuriosa poseedora de un culo de concurso y dispuesta a entregármelo cualquier rato. De la mas tierna y fiel amante. Debería devolverle todo el derecho que mi anticuado y hedonista hermano le había quitado de un zarpazo. Debería trastrocar el destino que a dúo, él y mi madre habían decidido para esa joven mujer.

Por todo esto, recomencé con las sesiones de placer quitándole con los dientes el diminuto calzoncito que a mi pedido se había puesto momentos antes. Le gustaba, porque me ayudaba en forma experta, cuando tenía yo que jalar de un lado ella me alcanzaba ese lado de sus caderas, cuando hacía falta jalar del otro ladeaba sensualmente su hermoso cuerpo, hasta que para terminar de quitárselo, se dio media vuelta en la cama para poner a mi disposición su hermoso culo.

Los calzones a medio quitar en el abundante culo de mi cuñada me hicieron experimentar una erección, por lo que un poco temeroso de que la noche se acabe pronto, separé sus hermosas piernas, acercando mi rostro lo más próximo, exhalé profundamente mi aliento en toda su concha, debió ella sentir el aire caliente pues se estremeció. Estando siempre boca abajo, aparté con los dedos los pelos y labios de su adorable conchita y le di un beso de amor, metiendo mi lengua en lo profundo de su interior.

Las piernas abiertas a lo máximo que su físico permitía, levantando las nalgas mostrándome su necesitado trasero, me ponía a disposición su cocho para succionarlo a placer. Mi nariz tocando levemente su orificio anal por momentos y mi boca entregada por completo a darle placer haciéndole sentir todo mi aliento. A veces daba un ligero soplido, así como quien sopla para salvar un fuego a punto de extinguirse, lo hacía apuntando con precisión en forma directa en la concha y el ano de mi cuñadita y cada soplido tenía como respuesta un estremecimiento.

Agarrando con ambas manos y con fuerza su hermoso culo, le hundí la lengua en lo profundo de su túnel vaginal, al retirarme, atrapé entre mis labios gozoso botoncito, dándole una chupada en forma directa en ese miembro que estaba tan protuberante que parecía un pene en miniatura.

Sin la necesidad de mas estímulo, se vino en un orgasmo precioso, dando gemidos de máximo placer. Estremeciendo su cuerpo que a cada espasmo, derramando abundantes líquidos que me apresté a succionarlos para luego en apasionado beso descargarlos en la boca de mi amante que los recibió gustosa.

Era la tercera vez que ella gozaba en la noche, acordándome que le encantaba apretarse el cocho con toda la mano cuando acababa, me propuse a contribuir a su deleite, retiré su afanosa mano y apreté el cochito con toda mi fuerza, cabía exactamente en toda mi palma, hermoso ejemplar que daba brincos y esquivos para evitar la presión de mi mano, tal como si fuera una yegua salvaje que necesitaba ser domada.

Deslizó su cuerpo para la posición del "69". Ahora tenía a mi disposición todo el sapo de frente, aparté los pelos y los labios para descubrir su botoncito maravilloso que a cada toque de la punta de mi lengua provocaba espasmos de placer. Sentí que ella se acomodaba debajo mi cuerpo y me cogía la paloma que estaba a punto de derramar sus líquidos, la acarició suavemente y sentí la chupada con toda su fuerza, se la metió completa hasta el fondo de la garganta y luego la sacó:

  • "Quieres acabar en mi boca?" Me preguntó.

Era una excelente invitación pero no respondí, dejando que ella siga chupando. Pasó sus labios por la cabeza, los costados, se la metió otra vez completa, me chupó las bolas y luego sin mayores remilgos y sin previo anuncio, pasó su lengua por mi orificio anal, sentí un estremecimiento especial, mas de miedo que de placer, sentí temor de alguna "vejación a mi tierna hombría", por lo que sin hacer notar un cambio brusco de conducta, y después de suaves besos en su chucha, me bajé para cambiar de posición.

  • "Eso también me encanta, quiero hacer contigo todo lo que se te ocurra y enseñarte lo que yo sé, tírame cuñadito en todas las poses".

Disfrutamos así no mucho tiempo. Entonces llegó lo inevitable, le dije que me corría, que estaba a punto de deslecharme y que ya no podía más.

  • "Acabá dentro de mí" Me dijo. "Seguí llenándola, quiero toda tu leche mi amoooooooooor".

Otra vez se me ocurrió agarrarla fuertemente ahora con la mano izquierda de los pelos alcancé a dar los últimos enviones, mientras ella parecía disfrutar del dolor que le causaba. Con el rostro echado atrás por el efecto de mi fuerza en sus pelos, jadeaba anhelante, esperando que goce de ella.

  • "Vamos papito, culea a tu cuñada, a la mierda el viejo aburrido de tu hermano, el viejo que no sabe culear, tírame por donde quieras y lléname las veces que quieras".

Me vine, con todas mis fuerzas y dentro de ella por completo llenándole el agujero con mis leches seguramente ya no tan abundantes, no me quedaron fuerzas para sacarla a tiempo, como habría imaginado para regarle tetas. No pude mas y me derrumbé totalmente agotado, sentía algo muy parecido a la muerte, que todo se me venía encima, desprotegido y desvalido, muy abandonado. Necesitaba del consuelo de alguien. Había hecho un esfuerzo físico muy grande y mi cuerpo empezaba a sentir los efectos del cansancio, por lo que pensé que era hora de darnos un verdadero descanso.

Es todo por hoy. Me queda un capítulo breve en el que pretendo relatar cómo penetré por primera vez a mi cuñada por su apretadito orificio anal. Pero es aún un proyecto. Saludos a los que escribieron. Entiendo perfectamente que no todos gusten de mis relatos, lo contrario sería una terrible presunción; sin embargo lo que escribo es lo que viví y mi deseo es compartirlo con ustedes. Los que sí disfrutan escríbanme. Pienso que mi trabajo está mas destinado a las mujeres "románticas" (puedo estar equivocado), espero sugerencias de alguna de ellas para mejorar.