Mi hermano sigue follándose a mi esposa
Tras habérsela follada el día de mi boda y prometerme que no lo haría más, incumple su promesa y sigue dándole de lo lindo.
Tras los acontecimientos sucedidos en “Mi hermano se las ligaba y yo remataba la faena”, que recomiendo leer si no lo habéis hecho aunque no sea imprescindible, la situación parecía complicada.
-Cuando mi mujer me recriminó el que me hubiera corrido en su garganta sin avisar, pedí disculpas como pude, y no le dije que no había sido yo, que había sido mi hermano gemelo.
Luego con más calma pensé que no podía decirle la verdad, porque entonces sabrían que yo no era tan buena persona como ella creía, pues durante años había estado follándome a los ligues de mi hermano, engañando a montones de mujeres.
Mi hermano me prometió que no volvería a pasar, pero no me fiaba de él, era un cabrón por naturaleza.
-Realmente tu esposa tiene algo especial. No sé si será el aroma que desprende, o ese conejito prieto, o la forma que tiene de correrse, pero es la mujer con la que más he disfrutado, es una delicia.
-Aléjate de Martina, teníamos un trato, la quiero mucho, no quiero que le hagas daño, te lo pido por favor.
-Tranquilo que no volverá a pasar, sólo ha sido una vez y no habrá más, te lo prometo.
No me fiaba ni un pelo de mi hermano, y procuré que tuvieran la mínima relación posible, aunque esta vez parecía que estaba cumpliendo su promesa.
Una tarde llegué del trabajo y Martina se abalanzo sobre mí, pasándome los brazos por el cuello, me dio un beso tierno de amor, y me dijo.
-Me encanta que por las mañanas te olvides algo y me pilles por sorpresa, lo de hoy ha sido increíble.
Yo me quedé helado, José había vuelto a las andadas, ¿Qué le habría hecho para que estuviera tan contenta?, y no podía preguntar, o se daría cuenta de todo.
En cuanto tuve ocasión compré un equipo de video-vigilancia y lo instalé en nuestro dormitorio, tenía que saber que era lo que le gustaba tanto a mi mujer.
Todas las noches cuando ella se dormía, repasaba las cintas grabadas del día, la primera semana no pasó nada, pero a la segunda, vi a mi hermano entrar de la mano con mi esposa en la habitación. El hijodeputa llevaba la misma ropa que me había puesto ese día para ir a trabajar, debía de haber copiado mi vestuario, y llevaría todas las camisas en el coche, poniéndose la que tocaba, era listo el cabrón.
Desnudó a Martina con suavidad, y me quedé maravillado de lo bonita que era, de la sensualidad que desprendía, la puso boca arriba en nuestra cama, comenzó a jugar con su dedo por los alrededores de su vulva, rozaba su labios vaginales, estiraba, pellizcaba, presionaba, Martina se retorcía como una culebra, mientras le daban lametones, le chupaban el botoncito, y la llevaban al éxtasis, bueno de momento, no hacían nada que no le hubiera hecho yo. Lo malo es que en vez de estar indignado, me estaba poniendo cachondo, tenía una erección tremenda, los gemidos de mi esposa me ponían a mil, se corrió escandalosamente con la cabeza de mi hermano enterrada en su coño. Pensaba que habían acabado pero no era así, él le dijo.
-¿Quiere mi zorrita el especial de la casa?
-Si, quiero el especial,
Yo nunca le había hablado así, siempre había sido respetuoso, ignoraba que a Martina le excitaran esas cosas, me alegré de haber instalado una cámara con sonido, aunque fuera mucho más cara.
La puso a cuatro patas, y cogió el lubricante que siempre teníamos en la mesilla, lo había comprado yo para ver si podía follarla por el culo, pero tras dos intentos fallidos, en los que ella se quejaba del dolor, lo dejé por imposible.
Mi hermano se echó una cantidad generosa, y empezó a meter un dedo en su ano. Estuvo mucho rato jugando con el dedo, mucho, mientras le acariciaba el culo con la otra mano, le sobaba las tetas, le masajeaba el clítoris... Después de un dedo, fueron dos, y más de lo mismo, estuvo mucho rato follándola el culo con los dos dedos, luego fueron tres.
-¿Mi putita está preparada?-le dijo mientras acercaba su capullo a la entrada del ano
-Fóllame el culo, haz que me corra como una puta
El retiró su polla y le introdujo la lengua todo lo que pudo en su culito, mientras le metía un dedo por el coño. Mi mujer gemía como loca, estaba a punto de correrse, en la pantalla se veían los brillos, estaba mojadísima y bañada de lubricante.
-Fóllame, rómpeme, no puedo esperar más- decía mientras su culo buscaba desesperadamente la punta de la polla de mi hermano, el dejaba que hubiera contacto, pero la retiraba, y el culo de mi mujer buscaba hasta que la sentía otra vez cerca, y el volvía a apartarla.
Yo no sabía si masturbarme de la excitación que tenía, o ir a follarme a mi esposa, que estaba dormida en la habitación de al lado, decidí hacerme una paja mientras seguía viendo la cinta.
Le puso el glande en la entrada del culo, y la fue entrando lentamente pero sin dificultad, mientras su mano no dejaba de estimular su clítoris, empezó un bombeo suave mientras su mano vibraba como un péndulo desbocado sobre el clítoris, que contraste de velocidades, los gemidos parecían de una peli porno.
-Cuando Martina no podía más, le gritó:
-Fuerte, que llego, más fuerte.
El entonces empezó a romperle el culo con todas sus ganas, la agarró por las caderas y le daba con toda la velocidad que podía imprimir, el orgasmo de mi mujer fue intenso y prolongado, duró una eternidad. Y yo que me estaba haciendo una paja me corrí también. Martina se tumbó relajada boca arriba disfrutando del momento vivido. Mi hermano se masturbaba con tranquilidad mientras le acariciaba un seno.
-¿Se lo va a tragar todo la putita?
-Tu putita se lo va a tragar todo.
Martina apoyó la espalda en la pared y mi hermano se puso de pié encima de la cama, apoyando las manos en la pared, Martina abrió la boca, y su cuñado le metió la polla hasta la garganta del tirón, eso no era una mamada, se la estaba follando por la boca, y mi mujer le agarraba las nalgas y acompañaba sus embestidas. En cada empujón ella casi desaparecía en el cabezal acolchado de la cama. Ella buscó su ano y le metió el dedo anular, mi hermano gemía como un niño. Y con un gemido de placer se derramó en su garganta mientras empujaba con fuerza y sus huevos aplastaban los labios de Martina, ¡Dios!, tenía que probar eso algún día.
Mi hermano solía aparecer una o dos veces por semana, y la cosa era siempre parecida, había algunas variaciones, pero siempre acababa en la garganta de mi esposa, una vez a la semana José reponía el bote de lubricante, gastaban cantidades enormes.
Yo no tenía muy claro que hacer, hablar con mi hermano era perder el tiempo, no tenía palabra ninguna, Martina era feliz, y simplemente pensaría que su marido por las mañanas era más fogoso, ¿Para que estropear algo que iba bien para todos?
Un día me llamó mi hermano para invitarnos a un fin de semana en la montaña, le habían dejado las llaves de un chalet enorme, y quería saber si nos iba bien compartirlo.
Le pregunté a Martina y me dijo que sí encantada, nos iría bien un poquito de aire fresco, y salir de la ciudad.
El día señalado pasamos a recoger a mi hermano por su casa, y a mí casi me da algo al ver a su acompañante, un hermosa mulata de dos metros, le sacaba más de un palmo de altura a mi hermano, y llevaba zapatillas cómodas planas, un cuerpazo de vértigo, unos pechos grandes y espectaculares, un culo de infarto, unos labios carnosos que gritaban “pollas aquí”, una melena ondulada... Parecía una top model.
Llegamos al chalet a duras penas, porque no podía apartar la vista del espejo retrovisor para admirar a Noemí, así se llamaba la chica de mi hermano, mi esposa estuvo todo el camino dándome golpecitos en el muslo para que prestara atención a la carretera. No soy de los que se vuelven loco con las mujeres, pero es que Noemí… ¡Bufff!
La casa era estupenda, con unas vistas de la montaña preciosas, dimos un paseo para ver los alrededores, charlamos, nos paramos a descansar en una fuente de agua natural, vimos cruzarse animalillos, fue un día muy agradable y relajante.
A la hora de dormir, ellas eligieron las habitaciones, y nosotros no dijimos ni mu. La nuestra era enorme, tenía hasta vestidor y lavabo incluido.
Esa noche le hice el amor a Martina, y no podía quitarme de la cabeza la imagen de Noemí, me tenía obsesionado, mi esposa ni se corrió, la verdad es que esa vez lo hice de pena.
Me fui al salón principal a fumarme un cigarrito sin molestar a Martina, y al rato apareció mi hermano, se sentó al lado mío, y me dijo:
-¿Qué te parece Noemí? ¿Está buena eh? ¿No te gustaría tirártela, como en los viejos tiempos?
Ahora lo entendía todo, mi hermano me conocía también muy bien, me había preparado una trampa, necesitaba mi aprobación para follarse a Martina, y había hecho una puesta en escena perfecta para conseguirlo.
No le contesté, empecé a sacarme el pijama y él ya sabía lo que eso quería decir, lo habíamos hecho demasiadas veces.
Después de cambiarnos los pijamas, me dirigí a la habitación de Noemí, me quedé sin aire, esa diosa de ébano estaba desnuda boca arriba, los pechos eran sublimes con unos pezones duros y gruesos, un coño recortadito con una estrecha franja de pelo, un bronceado uniforme, unos labios carnosos y húmedos. Me puse entre sus piernas y las abrí para disfrutar del espectáculo, unos pequeños labios menores de rosa claro sobresalían por fuera de los mayores algo más oscuros, el clítoris era enorme, parecía un pene en pequeñito, el conjunto con su piel oscura de fondo era subliminal, rocé su botoncito con la punta de mi dedo y la chica soltó un gemido apagado, metí mi dedo en su vagina y noté como lo aprisionaban unos músculos poderosos. Mientras mi dedo índice masajeaba su coño, con el pulgar jugaba con el clítoris, aquello empezaba a humedecerse. Con mi mano libre pellizcaba esos pezones inverosímiles. A esas alturas la polla me iba a estallar, pero no podía precipitarme, había que disfrutar de este monumento. Cambié de posición y puse mi cabeza a la altura de su coño, le di unos lametazos de presentación y me fui a por el clítoris, lo chupé como un niño chupa un chupachup, que bien sabía, que grande era, nunca había visto nada parecido. Y por si no estuviera suficientemente excitado, comencé a oír a mi esposa gemir, su cuñado la estaba llevando al límite otra vez. No podía esperar más, mi polla iba a estallar, y esto ya estaba húmedo, metí la punta de mi polla, y noté un suspiro, un poquito más, y Noemí me abrazó los hombros, mientras me decía:
-Fuerte, como tú sabes, rómpeme.
-Mi cabeza estaba a la altura de sus pechos acogedores , metida entre ellos, era una mujer muy alta, los gemidos de mi esposa eran ya atronadores, sentía esa piel morena, suave y aterciopelada, mi polla estaba prisionera, estaba siendo exprimida por unos músculos increíbles. Y me corrí, antes de la cuenta, pero no puede evitarlo, eran demasiadas las cosas que me excitaban.
Mi mujer seguía gimiendo y gritando, estaba gozando de lo lindo.
Esperé a que acabaran, y me fui al salón.
No tardó en llegar mi hermano con una sonrisa
-Mi cuñadita es increíble, no la cambiaría por nada, ¿Qué te ha parecido Noemí?
-Espectacular, pero no he dejado el pabellón de la familia muy alto, estaba muy excitado, tendrás que arreglarlo, como siempre.
-Eso no es problema, aún me queda cuerda. Cuida de Martina, es una mujer excepcional.
Nos volvimos a cambiar los pijamas, y volví con Martina, que estaba en un estado de trance, esa noche había tenido un montón de orgasmos. Pensaba que mi mujer era escandalosa, pero cuando Noemí empezó a gemir y a correrse, Martina a su lado parecía una monjita de la caridad.
No se por qué pero no me sentía bien, me sentía culpable, ella debía de saber la verdad, no merecía que la engañara así.
-Martina- le dije mientras le empujaba el hombro dulcemente y esperaba a que me prestara atención-
-Hay algo que tendría que contarte, no te va a gustar, pero necesito decírtelo.
Todo esto con el fondo de los gemidos de Noemí, era una situación rarita
-Déjate de tonterías-me dijo mi mujer mirándome a los ojos- dile a tu hermano que no se agote mucho con la zorra, y venid a follarme los dos juntos de una puñetera vez.
-¿Te piensas que una mujer no se da cuenta de estas cosas?
-Te quiero mi amor, ahora duerme y recupera fuerzas para mañana.