Mi hermano me sorprendió

Estoy ebria y apunto de hacerlo con mi primo, cuando somos sorprendidos por mi hermano.

Mi nombre es Ariadna y tengo 20 años. Lo que les relato ocurrió hace dos años cuando yo tenía 18 recién cumplidos. No se si por principio decirles que fue algo bueno o malo, tal vez sólo les puedo decir que lo que les relatare a dejado cosas muy marcadas en mi vida, para bien y para mal.

¿Cómo describirme? Las mujeres tendemos a ser muy parciales a nuestro favor. Mi cabello es castaño claro, pero cuando lo tengo muy largo se pone casi rubio; es ondulado y en ese entonces lo usaba por debajo de los hombros. Mis ojos son grandes, color café claro y con pestañas rizadas. Mi nariz es recta, un poquito respingada. Mi boca es grande de dientes pequeños y labios gruesos, y parece que siempre sonrío, aunque no lo haga. Mi cuello es largo y delgado, y en la actualidad mido 1.59mts. Cuando tenía 18 años mis senos ya eran notorios; pues yo empecé a usar sostén desde los 12 años. Pasaba algo parecido con mi trasero, pues desde corta edad mis caderas empezaron a ensancharse. Mis medidas actuales son 85- 59 – 91. No soy de piel blanca ni morena, estoy medio rara, es como si estuviera bronceada.

Yo era a los 18 años la clásica niña que se quiere dar a notar y que quiere ser más grande de lo que es. Me vestía con ropa muy a la moda, siempre tratando de aparentar más edad. A parte de eso siempre fingía saber todo de lo que me hablaban y pretendía poder dominar cualquier situación. Grave error.

Una noche de diciembre es más, casi estoy segura que era día 5, fuimos a una fiesta a casa de mi tío Lalo, que es hermano de mi mamá; y ahí pasaríamos dos semana. Había mucha familia por lo que nos juntamos muchos primos. Los más grandes eran mi primo Erich y Román, mi hermano de 21 y 22 respectivamente; luego seguíamos Brenda y yo, las dos de 18 años. Mi hermano y Erich no se llevaban bien, y yo no quería estar con Brenda porque era muy niña a pesar de tener mi edad. Erich y yo nos quedamos platicando, mientras mi hermano ayudaba a mi papá a poner más mesas y Brenda jugaba con los primos más chicos.

La conversación fue de chicos y chicas. Me preguntó que si tenía novio, a lo que yo respondí que sí; lo cual no era cierto. Empezamos a hablar y él cada vez se veía más interesado en mi plática, lo cual me agradó mucho, pues era un chico mayor y muy guapo.

Entonces ya sabes besar.

Claro.- Dije aunque sólo una vez un chico me había besado, posando sus labios sobre los míos y quitándolos de inmediato.

No te creo.

No me creas.

Como iban a poner más mesas donde estábamos, nos metimos a la casa para ir al patio de atrás. Erich me dijo que si quería una cerveza, yo me puse nerviosa, pues nunca había probado una, así que pensé que le podía decir que si y dejarla por ahí.

Espérame.

Me senté en las escaleras a esperarlo. Regresó con una hielera de unicel, con mucho hielo y cinco cervezas dentro. Destapó dos y me ofreció una.

Me tardé porque me tuve que esperar a que nadie me viera. Si viene alguien la pones en las plantas para que no se vea.- Sonrió.- Salud.

Salud.

Así le di el primer trago a la cerveza que sabía amarga, pero ni rico ni feo. Pero a cada traguito que daba sabía menos amarga y después de media hora ya me había tomado la mitad. Seguimos hablando de los besos, y el me dijo que no tenía novia, pero que con la ultima que había tenido hacía cosas más que besarse. Yo inventé y le dije que yo con mi novio también hacía algunas cosas.

El frió se hizo muy fuerte y como la fiesta ya estaba a más no poder y nadie nos extrañaría nos fuimos al cuarto de Erich. En su cuarto sacó unas cartas y me dijo que jugáramos, el que perdía tenía que contestar una pregunta o aceptar un castigo. Yo me senté en la cama y me recargué en la cabecera, pues ya me sentía algo mareada, pero normal, ya me había acabado una cerveza, y Erich me destapó otra.

El casi siempre ganaba, pero sus preguntas era fáciles de responder. Tal vez yo tuve la culpa, pues le empecé a hacer preguntas sobre las cosas que hacía con su novia. Él me relató que casi la había desnudado por completo, como la besaba y en donde, y que había metido su mano en sus bragas.

¿Tú novio te ha quitado la blusa?- Me preguntó cuando perdí.

Sí.- Al siguiente turno perdí de nuevo.

¿Te ha quitado el sostén y te ha tocado los pechos?

Me los ha tocado, pero sin quitármelo.

Así iban subiendo de tono nuestras preguntas, y él cada vez parecía más interesado y como no, si tenía en su cama a una preadolescente un poco ebria y relatando sus inicios sexuales, lo cuales él creía ciertos. La siguiente vez que pedí me preguntó si mi novio me había metido la mano en las bragas.

No voy a contestar eso.- Dije poniéndome muy abusada, y me empecé a reír, pues la cerveza ya se me había subido.

Te toca un castigo.

¿Cuál?

¿Lo vas a hacer?

Sí.

Tu castigo es que me enseñes como besas.

¿Cómo voy a hacer eso?

Besándome.

Aquí quiero ser muy sincera en el aspecto de que si me espanté, me puse muy nerviosa; pero también me emocioné, pues como ya les había dicho mi primo es muy guapo, y a mí nunca me habían besado.

Sólo asentí con la cabeza y me recargué en la cabecera. Erich se acercó a mí lentamente y puso sus labios fríos sobre los míos. Fue una sensación increíble, una energía tremenda recorría mi cuerpo, imagino que todos han sentido algo así en su vida, sobre todo en sus inicios con novios y novias. Mis labios tardaron en abrirse, pues no sabía que hacer. Él apretó mi labio superior con los suyos, pero después su lengua entró en mi boca y la mía hacía lo mismo que la suya. Fue muy rico sentir el sabor mezclado de la saliva. Cuando nos separamos yo no supe que decir ni que hacer.

Te toca.- Me dijo sonriendo.

No los quiero aburrir así que les diré que la siguiente vez que perdí me retó a que me tomara lo que quedaba de mi cerveza, lo hice y me dio otra. Yo ya estaba muy mareada y me reía de más y decía cosas que no venían al caso, pero aun sin perder la conciencia, digamos que estaba un poco borracha. La siguiente vez que perdí me preguntó si mi novio y yo habíamos hecho el amor. No conteste.

Déjame ver tus chichis.- Sonrió.- Y tocarlas.

No.- Dije, pero creo que me reí.

Es tu castigo.

No. Ponme otro.

Entonces quítate las bragas y regálamelas.

No, tampoco.

Debes de aceptar uno de los dos.

Después de mucho discutir, le dije que lo dejaría tocar mis chichis sobre el sostén nada más. Yo me reía y estaba nerviosa y en realidad no sabía bien que pasaba.

Me quité el suéter y me saqué la blusa de la falda, comencé a desabotonarla. El se sentó junto a mí y empezó a besarme en el cachete luego el cuello y luego en la boca, yo le correspondí, pues sentía lo mismo que la primera vez que me besó. Cuando mi blusa estuvo totalmente abierta, no perdió el tiempo y puso su mano sobre una de mis tetas; la tela de mi sostén era muy delgada, así que podía sentir muy bien mis pezones erectos. Yo no sé lo que sentí, se que la mezcla de cosas fue tremenda, se que sentí muy rico, pero que a la vez me sentía mal, me sentía ebria, pero siendo honesta es un recuerdo que hoy valoro mucho.

La verdad es que brinqué cuando sentí su mano dentro de mi falda, la presionó contra mis panties, sobre mi rajita. Yo no podía protestar pues me sentía muy rara, además él me tenía dominada, pues me encantaba. Sentí mis bragas tan húmedas, y me sorprendí jadeando mucho, me abracé a él, y me apreté, pues sentía un extraño placer. Todo me daba vueltas.

En ese momento alcancé a ver luz en la recamara, y después de eso la borrosa visión de mi hermano, me aterré, aunque creo que no me moví mucho, sólo cerré las piernas. Erich, me soltó y empezaron a discutir, yo estaba tirada en la cama y lo único que veía era el techo.

Cuando desperté eran casi las once de la noche. Salí con muchos nervios de la recamara, pues tenía un vago recuerdo de lo que había pasado. De inmediato me encontré a mi mamá.

Hasta que despertaste. Eso te pasa por quedarte tan tarde hablando por teléfono.- Luego me miró con mucho interés.- ¿Te sientes mal? Te voy a dar algo de cenar.

Dije que no y me quede más tranquila una vez que supe que aún no se enteraba de nada. Así pasó el rato y me empecé a sentir bien de ánimo, pues la verdad de resaca no sentía nada. Cuando vi a Erich, él estaba con mi tío, y me saludó y me habló como si nada hubiera pasado. Pero después vi a Román, que me hizo señas de seguirlo.

Deja que les diga a mis papás lo que estabas haciendo con Erich.

No les digas por favor.

Si no llego habrían terminado cogiendo.

No Román.- Le tomé la mano.- Te juro que no.

El ya la tenía de fuera, y tú ya tenías la falda hasta arriba.

Lo que él dijo me sorprendió, pues yo no sabía que eso había pasado. Pero me sentía tan mal, tan avergonzada y muy nerviosa, si mis papás se enteraban no se que podría pasar. Le rogué a Román que no les dijera a mis papás.

¿Sentías rico?

¿Qué?

Cuando él te tocaba. ¿Sentías rico?

No.

Dime la verdad.

¿Por qué me preguntas eso?

Porque quiero saber.

No te voy a decir.

Le digo a mis papás.

Le conté todo lo que sentí, y le detalle como lo hice con ustedes todo lo que recordaba. También le aseguré que no tenía idea de que Erich se había bajado los pantalones. Luego hizo algo que jamás imaginé que haría. Se desabrochó el pantalón y sacó su enorme pene, o al menos era enorme para mí.

Cuenta me otra vez cómo te tocaba.- Dijo.- Dime, tú tienes la culpa de que yo esté así.

¿Yo?

Claro primero te vi en ropa interior y con tus chichis casi de fuera, y luego todo lo que me contaste. Por eso se puso dura mi verga.

Pero somos hermanos.

No importa, tu Erich son primos hermanos. Ya sé es más levántate la falda.

No.

Ya sabes lo que voy a hacer.

Me dispuse a levantarme la falda, pero él me jaló mas atrás de las plantas que nos tapaban. Me dijo que me arrodillara, y el se arrodilló frente a mí. Tomó su pene y se empezó a masturbar, yo estaba perpleja por la sorpresa y porque era la primera vez que veía a un chico masturbarse, lo cual se sentía rico aunque fuera mi hermano.

Ya levántate la falda, no, mejor bájatela toda.

Yo de inmediato obedecí. Me desabroché la falda y de inmediato cayó al piso. Me dijo que me subiera la blusa para que pudiera ver, y así lo hice. Estábamos muy pegados el uno al otro, su pene estaba como a cinco centímetros de mi abdomen, y yo no le quitaba la vista de encima, aunque el lugar estaba oscuro podía verlo en su totalidad, completamente hinchado. Sentía la respiración de Román en la cara. Luego me abrazó y pegó su verga totalmente a mi rajita, bajo su mano y empezó a sovar mis nalgas, eso me puso loca y muy húmeda. No resistí era una sensación tremenda, y con lo que había pasado antes, me prendí de inmediato. Tomé su verga en la mano, trate de moverla justo como el lo hacía, por su expresión creo que lo hice muy bien. Él tomó mis nalgas con las dos manos y las acariciaba de una forma tremenda, pero después de un rato, paso una de sus manos a mi rajita, apartó mi braga que debía arder, comenzó a darme un riquísimo masaje en mis labios que de inmediato se abrieron a sus dedos. Me abracé a él, nos miramos y el me besó, de una forma increíble. Se acercó a mí y presionó su verga contra mi vagina, la metió en mi braga y empezó a moverse como si quisiera hacer el amor conmigo, y yo habría estado de acuerdo, pero pronto sentí como termino dentro de mis bragas, mi hermano se estaba corriendo en mi vagina, eso me hizo sentir muy rico, me siguió masturbando por unos minutos, y de pronto un tremendo chorro de líquido me humedeció, era el primer orgasmo de mi vida.

Nos besamos y prometimos hacerlo de nuevo. Luego mi hermano me pidió un favor. Así que entre al cuarto de mi tía y de mi prima y saque unas bragas y un bra de cada una para que el los guardará en su colección, donde luego supe había mucha ropa mía y de mi mami.

Besos a todos.