Mi hermano Jorge y yo por Jade

Aprovechamos las vacaciones de mis psdres para hacer lo que nunca habia pensado

La historia que voy a contar, no voy a decir que sea cierta o no, simplemente juzguen ustedes mismos.

Me llamo Alejandra pero todo el mundo me llama Jade. Vivo con mis padres y mi hermano en una pequeña cuidad del norte de España y tenemos una casa en el sur para ir en verano y disfrutar del calor y olvidarse a la vez de la lluvia que siempre hay en nuestra ciudad. Esta Semana Santa yo pensaba ir allí con una amiga y nuestros novios pero alguien más había tenido esa idea, mi hermano Jorge. Él había acabado la carrera el año antes y se estaba preparando para ser profe de gimnasia en un cole por lo que se pasaba la vida en el gimnasio o en casa de su novia. Ella era una niña pija y malcriada a la que nunca le faltó nada y siempre consiguió lo que se proponía así que para ella mi hermano no era más que un trofeo con el que vacilar delante de sus amiguitas ya que él tenía un cuerpo de infarto a causa de todo el deporte que hacía. Jorge era un tío muy guapo y muy buen chaval, aunque está mal que yo lo diga, que había tenido a la mejor mujer imaginable, una chica normalita, muy mona y muy amable, la había tenido y la había dejado escapar como un tonto. Mattie me encantaba, era muy agradable y simpática y él le había puesto los cuernos con Ángela que era todo lo contrario a ella.

Como podéis imaginar discutimos acerca de lo de la casa de la playa, por quien iba a ir y quien se quedaría en casa. Jorge, como hermano mayor que es, hizo alarde de su hombría y reclamó su derecho a ocupar la casa, yo protesté a mi padre y al ser su ojito derecho propuso que fuéramos los cuatro. Eso era algo imposible ya que yo no soportaba a Ángela y Jorge no soportaba a mi novio porque a pesar de tener ya 18 años creía que aún no tenía edad para estar en serio con un tío y mucho menos para acostarme con él. Así que la propuesta se desestimó sin duda alguna y la lucha encarnizada reclamando nuestro derecho a estar en la casa se hacía mayor. Pronto se aclararía todo el entresijo cuando llegó mi madre anunciando que traía billetes de avión para ella y para mi padre con destino a la playa por lo que Jorge y yo vimos nuestros planes truncados y se acabó así el problema.

Más tarde hablé con mi novio para contarle la terrible noticia y él, que es siempre muy positivo, me dijo que no pasaba nada y que si me quedaba sola en casa podríamos vernos allí tranquilamente.

Mis padres se fueron y ese día por la noche mi hermano iba a invitar su novia a un SPA que había a unos pocos kilómetros de nuestra casa y se quedarían allí hasta el día siguiente por lo que yo vi el cielo abierto y la oportunidad de tener por fin ese ansiado encuentro con mi chico. Por la tarde esperaba impaciente la marcha de Jorge y la llegada de mi novio así que preparé el salón con velitas e incienso para darle un tono romántico a nuestra primera noche juntos aunque no fuera realmente la primera ya que ninguno de los dos éramos vírgenes. Mi chico apareció con una botella de vino y una caja de condones, aquello era el principio de una gran noche. Cenamos, nos magreamos, nos besamos y por fin empezamos a hacerlo en serio.

Tirado encima de mi, me basaba el cuello, los hombros, las orejas, me estaba volviendo loca de placer, se incorporó un poco para quitarse la camiseta y yo empecé a subir la mía con su ayuda, tocaba cada centímetro de mi cuerpo como si fuera a desvanecerse al siguiente instante, siguió bajando hasta quitarme el pantalón y el tanga, lamió mi cuerpo reteniendo su sabor un su memoria, alargando cada segundo para no olvidarlo nunca y antes de que pudiéramos hacer nada

-¡¡Jade!! ¿Qué coño haces con mi hermana cabrón?

-Jorge, Jorge puedo explicarlo - pero no podía, que le iba a decir ¿que estaba apunto de follarme a mi novio en el salón de nuestra casa?

-¿Si? ¿En serio? ¿Qué vas a explicarme? ¿Vas a decirme por que agujero te la iba a meter este desgraciao? - dijo mi hermano con ira

  • No seas burro y malhablado que no cuesta tanto

-Venga no me des una lección de castellano que veo a donde va esto y no me gusta nada.

Jorge echó de casa a mi chico, había discutido con Ángela por eso había llegado antes de lo previsto. La riña fue tremenda y amenazó varias veces con llamar a mis padres pero le convencí para que no lo hiciera de lo contrario no volvería a ver la luz del sol hasta que me graduase en la universidad a distancia. Miré a mi hermano, estaba enfadado y excitado, no podía dar crédito a lo que veía, estaba desnuda cubierta con mi camiseta que no me tapaba apenas nada y mi hermano se estaba empalmando, aquello era demasiado, pero me gustaba. Se dio cuenta de que me había fijado en su regalo sorpresa por lo que de un grito me mandó a la habitación y decidí darle las buenas noches dejándole ver mi culo y mi espalda una vez me alejaba, no articuló palabra alguna.

-¿Quieres desayunar? - le pregunté a la mañana siguiente

  • Ya me lo hago yo que tú tienes que recoger todo el salón.

Me fui medio enfadada y cuando llegué al salón todo estaba limpio y tuve que volver y darle a regaña dientes las gracias sin conseguir un mínimo gesto de su cara. Era sábado y yo quería quedar con mi novio para hablar de lo de la noche anterior y le dije a mi hermano que me iba con mis amigas para no levantar sospechas. Llegamos a una bar y mi chico entró antes que yo saliendo luego despavorido con un simple adiós que no logré entender hasta que vi dentro a mi hermano con unos amigos y con mis primos. Fui a saludarles y ya no me despegué de su lado en toda la noche, me invitaban a todo, espantaban a los moscones y me hacían reír. Mi hermano no podía beber ya que le tocaba conducir así que hacia las 5 de la mañana nos fuimos a casa dejando por el camino a todos sus amigos en sus casas. Me dormí y cuando llegamos al garaje Jorge me despertó con una tierna caricia en la cara y le dije:

-No me extraña que Ángela no te quiera dejar escapar, eres muy dulce cuando quieres.

-Sí, anda, vaya pedo que llevas – dijo y era cierto estaba fatal no sabía ni andar.

Con lo mal que estaba no podía ni subir las escaleras del garaje así que Jorge me cogió por las caderas y me empujó para ayudarme a subir. Ya en casa me quedé medio inconsciente en mi cama y él empezó a quitarme la ropa muy despacio como recreándose en cada centímetro me mi piel. Creyó que no me daba cuenta pero sabía lo que mi hermano estaba haciendo, no me quitaba la ropa como un hermano sino que me acariciaba cada vez con más entusiasmo y amí no me parecía mal, resultaba más que placentero. Me quitó los tacones tocando la planta de mi pie con ternura, luego me desabrochó y bajó la falda, deslizó mis medias por mis muslos con sumo cuidado tratando de no romperlas y aprovechando para tocarme las piernas, me incorporó dejando mi cara al lado de la suya para quitarme la camiseta, para luego aventurarse con el sujetador que no pensé se atreviera a quitar al igual que las bragas quedando completamente desnuda tendida ante él. Me acarició los labios bajando por mis pechos hasta mi ombligo donde se paró un instante par ver la vista que mi cuerpo le ofrecía sin darse cuenta de que yo le miraba fijamente a los ojos al a vez que le decía:

-¿Te parece normal lo que estas haciendo?

-¿Cuánto llevas despierta? – dijo con inesperado sobresalto

-¿Solo te importa eso? Lo suficiente como para saber que esto no está bien porque tú eres mi hermano y además tienes novia.

-¿Y tu novio qué? – preguntó eludiendo contestarme

-A mi novio no le pasa nada y yo no soy la que le está metiendo mano a su hermana pequeña

-Yo no te estaba metiendo mano

-¿Y por que me miras embobado mientras estoy desnuda?

No contestó y yo me incorporé para deleitarle con un espectáculo aún mayor a medida que abría mis piernas para que pudiese comprobar mi vagina en todo su esplendor. Se quedó atontado, perplejo, mirándome como si no me hubiese visto nunca. Y era cierto nunca me había visto de aquella manera. Hice como si estuviera mareada por el alcohol y me desplomé dejándome caer sobre mi cama. Me quedé adormilada y Jorge empezó a tocarme otra vez, yo me di media vuelta dándole la espalda y acarició mi culo suavemente para no despertarme, cogí su mano y la acerqué a mi pecho obligándole a recostarse junto a mí. Me apartó el pelo y besó mi cuello, ligeramente me cogió del hombro para hacerme dar la vuelta y quedar frente a frente. Dudó un instante y cuidadosamente me besó en la boca con sus gruesos y cálidos labios haciendo que por un instante me olvidara de aquella habitación, de su novia, de mi novio y hasta de lo que suponía que dos hermanos se dieran un beso en la boca con tanto amor. Se apartó de mí para mirarme un segundo buscando en mi cara algún tipo de rechazo a aquel acto que estaba tan mal como magnifico.

Al no encontrar desagrado me rodeó con sus musculosos brazos y me besó de la forma más apasionada, como nunca antes nadie, ni siquiera mi chico, me había besado. Era mi hermano, no estaba bien, pero no iba a ser yo quien le frenara. Intenté quitarle la camiseta y él me ayudó, dejándome ver aquel precioso torso que tantas pasiones había levantado en el pasado entre mis amigas. Le miré por un momento intentando adivinar si él opinaba igual que yo al respecto y pude ver en sus ojos una lucecilla que solo le había brillado cuando miraba a su exnovia Mattie y que desde entonces no había vuelto a centellear ni siquiera con su nueva novia. No sabía que significaba ese brillo pero tampoco quise saberlo, no quería saber si era amor, si era ternura o si era solamente compasión por haberme dejado a medias el día antes con mi novio al interrumpirnos.

Le quité el pantalón y me puse encima de él, besándole en la boca y él rodeándome con sus brazos fuertemente. Podía sentir su respiración en mi pecho, era acelerada, como la mía presagiando lo que pasaría más tarde. Estaba que ardía y él se puso encima de mí y empezó a bajar besando cada milímetro de mi piel hasta que llego a mi coño que le esperaba húmedo e impaciente, pasó su lengua por todo él, parecía muy experto y me hizo sentir cosas que nunca antes había sentido. De pronto un escalofrío recorrió mi espalda y me hizo levantarla de la cama, él sacó su empapada cara de entre mis piernas y me miró con una media sonrisa haciéndome entender que sabía que me había corrido. Se limpió la cara con las sábanas y me volvió a besar. Su polla dura como el acero deseaba entrar en mí y sentir el calor de mis ardores interiores, anhelaba el contacto con un buen chochito que le cobijara por unos minutos. Acercó su verga a mi coño y empezó a acariciar mis labios vaginales con la cabeza de su pene estremeciendo de nuevo mi cuerpo. Para ese entonces ya estaba más que dilatada y volvió a ponerse en la entrada de mi coñito metiéndola de un solo golpe para adentro, no sentí dolor, Jorge sabía muy bien cómo tenía que calentar a una mujer para que no gimiese de dolor sino de placer.

Empezó a moverse muy lentamente arrancando de mi garganta algún que otro suspiro mezclado con algún gemido. Notaba su enorme polla moverse dentro de mí, girando en círculos sus caderas para hacerme enloquecer. De pronto empecé a sentir mucho calor y sabía lo que aquello quería decir, fue el mayor y más duradero de mis orgasmos hasta el momento y un gran grito cruzó la habitación. Después de unas cuantas embestidas más Jorge se corrió dentro de mí pudiendo notar cómo su semen caía por mis paredes vaginales hasta mis muslos. Se derrumbó sobre mi pecho con su polla aún dentro de mí intentando recuperar aire para sacarla y tumbarse a mi lado. Resopló y me dijo:

-El otro día cuando llegué a casa y te vi con ese pensé morirme de celos y mientras te reñía no pude ocultar mi erección – confesó si hermanito

-Me di cuenta, de tu polla no de los celos, eso no lo noté

-No me digas que nunca te diste cuenta de cómo te miraba y de cómo te tocaba

-Pues no, pensaba que no era nada fuera de lo normal

-Para ti el término normal habría que redefinirlo

-Jajaja, sí, pero para ti también.

Y nos quedamos dormidos abrazados. Al día siguiente Jorge estaba aún en mi cama, se movía intentando ocultar algo, una erección matutina. Sintió que me desperté y se quedó paralizado, no sabía si marcharse, si besarme o si hacerse el dormido aunque yo tampoco sabía qué hacer. Armándome de valor me acerqué a su cuerpo caliente y nervioso, le rodee con mis brazos, le di un beso en la espalda, me dirigí hasta su pene que estaba duro y comencé a masturbarle, él sorprendido por el despertar y el toqueteo y dio un pequeño salto que interpreté como un susto. Continué mi labor arriba y abajo apretando un poco al final y haciendo que un escalofrío muy humano recorriera todo su cuerpo, comenzó a jadear, apresuré mis movimientos hasta que oí cómo se corría y se quedaba mudo. La borrachera había pasado dejando hueco a la vergüenza y a la cruda realidad que nos hizo ver en ese momento el terrible acto que habíamos cometido la noche antes. Él se levantó, se puso su bóxer y se giró para recoger el resto de su ropa descubriendo horrorizado que yo le contemplaba anonadada para luego decirme:

-Ha sido el mejor polvo y la mejor paja de mi vida Jade, pero esto no puede volver a pasar.

Ahora la horrorizada era yo por la crueldad de sus palabras. Los días pasaron y mis padres aún no llegaban, la relación con mi hermano se había deteriorado hasta el punto de ni siquiera hablarnos. Una noche, harta de su indiferencia me metí desnuda en su cama, me besó apasionadamente y me acurruqué junto a él. Desde entonces mi hermano y yo compartimos algo más que la sangre