Mi hermano
Me encanta cuando me trata con dureza. Como si fuese un simple juguete que se usa y luego se abandona hasta que es necesario de nuevo. Como su puta, que es lo que ha hecho de mí.
- Ufffff...
Me encanta cuando me trata con dureza. Como si fuese un simple juguete que se usa y luego se abandona hasta que es necesario de nuevo. Como su puta, que es lo que ha hecho de mí.
- Mmm... Muy bien zorra, mueve esas caderas y ordeña mi polla...
Lo siento penetrar brutalmente mi ano, sus manos apretando mis pechos y su aliento en mi nuca. Disfruto como una loca con la violencia de la situación, esa humillación a la que mi hermanito mayor me somete para excitarse al sentirse superior.
- Date la vuelta, recíbela en tu cara...
Delicioso... hace tiempo que no me da a probar su semen. Espero sumisamente a que retire su polla de mi culo, y me doy rápidamente la vuelta, ávida de él. Me ha enseñado por las malas como le gusta, y me pongo rápidamente manos a la obra. La tomo en mi mano derecha y la pajeo, mi lengua juguetea con su capullo, mi mano izquierda soba sus huevos a punto de reventar.
- Uff... has aprendido a ser una buena puta, Marta...
Una corriente eléctrica sacude mi cuerpo; me encanta que mi hermanito me halague y me diga cosas sucias... Devoro su polla, ansiosa de tragarme su leche, le dejo que pellizque mis durísimos pezones... Mmm... empiezo a notarla palpitar en mi apretada boca. Es la hora de tragarsela toda como una niña buena.
- No, puta... sacatela y machacala frente a tu carita, voy a ducharte en leche...
Odio que me pringue con su leche... me mancha entera y luego me prohíbe probarla. Pero como soy su puta obediente, la saco de mi boca rozándola contra la punta de mi lengua, y empiezo a cascársela a pocos centímetros de mi rostro mientras lo caliento aun mas.
- Si hermanito... duchame por favor... necesito tu leche en mi cara...
Hago que mi voz suene forzada a caso hecho. Le excita pensar que me obliga a hacerlo y que lo odio con toda mi alma, y yo lo necesito excitado para que me de lo que necesito. Así que lo dejo desinformado...
- Ya... ya casi está...
Acompaso mis gemidos a los apretones que da a mis tetas. Me enseñó a gemir de forma que lo caliente, y así lo hago para complacerle. Empieza a hacerme daño con sus manos, y su respiración se vuelve entrecortada... va a eyacular. Abro mi boquita y me preparo para recibirla.
- Oooooooooooh... preparate perra... cierra la boca; la quiero toda en tu cara y en estos tetones...
Sonrío, aunque no me guste. Son los sacrificios que hay que hacer por alguien que te hace gozar mas que nadie en el mundo. Es un idiota y un creído que no tiene ni idea de cómo tratar a las mujeres, pero el cabrón sabe cómo tratarme para hacerme disfrutar, así que cierro mi boca y mis ojos. Noto los chorros de lefa caer sobre mí. Manchan mi melena, mis mejillas, mis ojos, mis pechos. Me dejo llenar de semen para que mi aspecto caliente a mi hermano.
Noto un leve tirón de pelo: está usandolo para limpiar su polla. No me deja hacerlo a mí por que sabe que me encanta el sabor. El muy idiota aún cree que le dejo follarme y tratarme como a una auténtica zorra por las fotos que me tomó, y no por que goce como si fuera una gatita en celo. Cree que lo único que disfruto es ese sabor, y por eso me priva de él.
- Muy bien Marta... Buena zorrita... - dice sobándo nuevamente mis doloridos pechos - ahora ve a ducharte y vuelves con ese tanguita rojo a que veamos la tele.
Asiento sumisamente. Voy a tientas hasta llegar al cuarto de baño, y una vez allí comienzo a limpiar mi cara de semen con los dedos y a tragármelo rápidamente... Cuando termino con mis ojos y puedo abrirlos me veo en el espejo. Sonrío al ver todo el trabajo que me queda por hacer, y continúo lamiendo toda la leche que hay en mi cuerpo.
Mientras tanto pienso, como muchas otras veces, que sería muy fácil destrozarle la vida... Se donde guarda las dichosas fotos, y se que no tiene copias de ellas. No me costaría nada quitárselas y quemarlas. No se daría cuenta de lo ocurrido hasta que fuera demasiado tarde: cuando me oiga pedir socorro mientras me lo hace por detrás y descubra horrorizado que la puerta de la casa está abierta y me oyen perfectamente en la calle. Alguien entraría, y lo mismo que hago el papel de niña buena puedo hacer el de niña violada. ¿Y cómo trata la sociedad a alguien que fuerza a su propia hermana de tan sólo 16 años?.
- ¡Vamos niña!. ¡Date prisa que quiero vértelas!.
Pero no... por alguna extraña razón adoro cómo me trata. Adoro que me fuerce sin tener en cuenta mi opinión. Adoro que me llame su puta, y serlo realmente.
Adoro a mi hermanito.