Mi hermano
Suspiros, gemidos y el vaivén de una cama inundó mis oídos y empecé a excitarme. Acerqué la mano sobre mis braguitas mojadas y me concentré en escuchar. Cerrando los ojos, me imaginé yo en esa cama con mi hermano. Sus brazos me abarcaban toda y sus besos me estremecían. Me quité las braguitas y seguí rozando mi sexo. El clítoris se endureció.
Era una tarde calurosa de verano y me encontraba tumbada encima de la cama descansando cuando de pronto me desperté sobresaltada por un ruido en la habitación de mi hermano. Me extrañó porque creía estar sola en la casa.
Escuché la voz de mi hermano mayor con su novia del momento. Él me lleva 10 años. Es muy atractivo, alto, fuerte con el pelo negro y los ojos azules. Tengo envidia de su novia y desde siempre he sentido adoración por él.
Por los sonidos que hacían intuí que también se pensaban solos en la casa.
Suspiros, gemidos y el vaivén de una cama inundó mis oídos y empecé a excitarme. Acerqué la mano sobre mis braguitas mojadas y me concentré en escuchar. Cerrando los ojos, me imaginé yo en esa cama con mi hermano. Sus brazos me abarcaban toda y sus besos me estremecían. Me quité las braguitas y seguí rozando mi sexo. El clítoris se endureció.
Estaba en ese mundo imaginario cuando de repente escuché hablar. Empezaron a levantar la voz; ya no gozaban si no que discutían por algo. En pocos minutos escuché un golpe. Era alguien que había salido de la casa dando un portazo.
Rápidamente dejé lo que estaba haciendo y poniéndome boca abajo me hice la dormida para no levantar sospechas. Me quedé tendida inmóvil con solo una camisola cortita pero ya no me daba tiempo a ponerme nada más.
Al poco la puerta de mi habitación se abrió. Aguanté casi la respiración. Sentí vergüenza pero también morbo, deseo de que viera que no llevaba braguitas. Dudé pero separé las piernas al moverme. Quedando el blusón justo a la altura del sexo. Me excité más y noté que mi hermano seguía ahí. No quería que se fuera y seguí con los ojos cerrados.
El sexo palpitaba, y volví a separar más las piernas dejándolo bien visible. Necesitaba saber que pasaba y con la cabeza de lado abrí como pude los ojos. No podía dar crédito… estaba delante de mi a apenas dos palmos, arrodillado mirándome fijamente. Se estaba masturbando y se iba acercando y al llegar a mi coño, respiraba hondo. La situación me puso a mil. Sus respiraciones aumentaban de intensidad. Cuando noté que ya no tenía retorno; que ya no podía parar, moví las caderas y fue cuando él me rozó con los dedos la rajita. Se estaba corriendo encima de mis nalgas con un larguísimo oohhhhhhhhhhh
Yo seguía quieta mientras se levantó a toda prisa limpiando el desperfecto y sin mediar palabra salió de la habitación y de la casa.
Feliz me di cuenta de que seria el inicio de lo que tanto tiempo había anhelado. Aunque momentáneamente estuviera avergonzado con el paso de los días volvería a mi. Estaba convencida de ello y así fue.