Mi hermano 2
Ese medio día, mientras comíamos, las miradas de mi hermano y mías, eran más que casuales. Casi ni hablábamos. Mis padres se extrañaban que no estuviésemos discutiendo sobre alguna banalidad.
Ese medio día, mientras comíamos, las miradas de mi hermano y mías, eran más que casuales. Casi ni hablábamos. Mis padres se extrañaban que no estuviésemos discutiendo sobre alguna banalidad.
-Qué raro. Estáis muy callados los dos… ¿Tramáis algo?- Comento mi madre-
-No, ¿Por qué? Mi hermanita por fin ha comprendido que no puede nada contra mi – Soltó mi hermano mientras esbozaba una sonrisa….
-Ya, no empieces otra vez. No me vayas a dar el almuerzo- Le seguí la corriente tratando de aparentar normalidad.
-Bueno, vale, solo era una observación. No seáis niños chicos los dos y terminar de comer en paz.- Intercedió mi madre para calmar la pelea en ciernes.
Ambos bajamos la cabeza disimulando una sonrisa mientras mi padre volvía a concentrarse en su diario. Una mala costumbre adquirida en sus años de juventud.
Terminamos de comer y recogimos la mesa entre empujones y bromas más o menos pesadas entre nosotros .Como si no hubiese pasado nada entre ambos, como si fuese un día normal.
La verdad es que ambos estábamos aun sufriendo “la resaca” de la noche anterior. Yo sentía como me humedecía solo de pensar en la entrepierna de mi hermano. No podía apartar de mi mente aquel pene erecto y desafiante frente a mis ojos. Me moría de ganas de volverlo a sentir en mis manos, en mi boca…o donde fuera.
Creo que, por su manera de mirarme de vez en cuando, pensaba en lo mismo. No paraba de bajar las manos a su entrepierna por lo que adivine que sufría una gran erección, posiblemente provocada por su hermanita….
Después de comer nos tumbamos un rato en el sofá para ver una serie. Mi padre se fue a echar su siesta y mi madre se sentó en su sillón preferido. Las piernas en alto, en un taburete, y no tardaría mucho en dar cabezazos de sueño.
Mi hermano se había hecho dueño de la esquina del sofá, un cojín en la espalda para apoyar la cabeza y sus piernas recogidas sobre el sofá. Así que, a mí, no me quedaba otra que acurrucarme al otro extremo del sofá. No era la postura más cómoda del mundo, mis piernas quedaban muy encogidas y mis pies se apoyaban en los de mi hermano.
Al cabo de un rato mire a mi madre, el sueño la había vencido definitivamente y su cabeza reposaba casi en su pecho, emitiendo de vez en cuando extraños ruiditos con su garganta.
Mi hermano estaba totalmente concentrado en la pantalla, así que no me hacía mucho caso.
Lo mire detenidamente. Su cara aparecía como enfadada, fruto de la concentración. Su pecho subía y bajaba rítmicamente, ese pecho musculado que la noche anterior me acogió dulcemente. Sus brazos reposaban tras la cabeza dejando a la vista sus antebrazos, muy marcados.
Baje la vista por su torso hasta su pantalón vaquero. Allí, acurrucada entre sus piernas reposaba mi fantasía, si cerraba los ojos volvía a verla, dura, nervuda, cabeceante. Casi con vida propia.
Apreté inconscientemente un muslo contra otro sintiendo un pequeño calambre en mi entrepierna.
Mire de nuevo a mi madre que seguía profundamente dormida en su sillón de orejas altas. Cambie de postura, como si estuviese incomoda y mis pies se posaron sobre el muslo de mi hermano. Por un momento él me miro pero volvió a la pantalla. Parecía como si me ignorara.
Mire a mi hermano a los ojos mientras mi pie resbalaba por su muslo hasta casi alcanzar su entrepierna. Ni se inmuto. Lo moví otro poquito y pude notar en la planta del pie su paquete. Ahora su mirada azul salto de la pantalla hasta mis ojos, pero no abrió la boca, se dejo hacer.
Jugando deje mi pie resbalar arriba y abajo sobre aquel bulto, el vaquero pareció hincharse a cada pasada mía.
Por un momento mi madre pareció despertar, murmuro algo pero siguió durmiendo plácidamente. Mi pie se aparto lejos de mi fantasía, no vaya a ser que mi madre nos sorprendiese.
Viendo que no, volví al ataque, mi hermano había cambiado su postura y ahora sus piernas estaban abiertas. Provocándome descaradamente.
No dudé, avance mi pie hasta su entrepierna y la frote con ganas. Su polla estallaba bajo cada pasada. Me encantaba sentirla así. Si dejaba el pie quieto podía sentir sus palpitaciones en mi planta.
Para entonces mi hermano había dejado de ver la tele y me miraba descaradamente. De vez en cuando miraba a mi madre para cerciorarse de que seguía en brazos de Morfeo. Avanzo un pie y fue a hundirse entre mis muslo, buscando como yo ,el calor de mi entrepierna.
Cuando llego a rozarme mi mano tomo su pie y lo dirigí hasta donde mas anhelaba sentirlo. Mi coño lo recibió como agua de mayo. Noté la dureza de su pie estrellarse contra mi entrepierna y mis braguitas pronto estuvieron húmedas.
Subí un poco mi falda y su pie se coló bajo ella. Ahora solo la tela de las braguitas se interponía entre su pie y mí pozo. Cerré los ojos cuando se apoyo firmemente aprisionando mi vulva, presionando mi clítoris. Mis caderas avanzaron un poquito más para sentirlo mejor.
Me sentía en el séptimo cielo y un orgasmo amenazaba con inundar mi entrepierna cuando sonó el teléfono. Rápidamente volvimos a ponernos en postura digna mientras mi madre trataba de despejar sus ojos del sueño y alcanzaba el teléfono a su oído.
Su voz sonaba áspera y sus ojos parecían nublados.
Menos mal que no le dio tiempo a ver nada. Mi corazón se me salía del pecho entre unas cosas y otras.
La charla de mi madre acabo pronto y casi golpeo el teléfono al colgarlo visiblemente enfadada.
-Malditas horas de llamar con promociones de móvil. ¿Sera posible que no la dejen a una ni echar una siesta en paz?....-Casi grito enfadada mientras caminaba hacia la cocina.
Desde allí nos grito -¿Alguien quiere café?
-Si mami, yo quiero- Alce mi voz.
-Sí, yo también-Grito mi hermano mientras trataba de acomodarse el paquete que parecía molestarle. Me miro con una sonrisa picara y, sabiendo que mi madre no podía verlo, se acerco hasta mi para darme un beso en la boca y tocar suavemente mi pecho sobre el jersey.
Me mordí los labios cuando se separo y mi mirada se fue de nuevo a su vaquero.- “Porque poquito……” –pensé para mis adentros.
Al rato un agradable olor a café recién hecho llego hasta el saloncito. Mama entró con una bandeja con unos cafés y unas galletitas.
Cada uno tomamos una taza y degustamos aquel café que tanta falta nos hacia mientras nuestras entrepiernas se calmaban lentamente.
Acabado el café mi hermano se fue a su cuarto porque tenía que estudiar, mi madre se recogió las tazas junto a las galletas y se fue camino de la cocina.
Yo me quede un poco en el sofá mirando la tele. Baje mi mano a mi entrepierna y apreté dulcemente mi clítoris para sentir un estremecimiento que me hizo cerrar los ojos.
Al rato me dirigí a mi cuarto, quería darme una ducha, sentirme limpia, cambiar mis braguitas húmedas y salir a dar una vuelta con las amigas.
Tome algo de ropa interior de mis cajones, una blusa, una falda y me fui al cuarto de baño.
Me desnude mientras le daba al grifo del agua para que saliese caliente. Una nube de vapor lleno el baño y me introduje bajo el agua caliente. Deje que me corriera por la piel, relajante, húmeda.
Puse un poco de gel en la esponja y froto mi cuerpo suavemente. Mis brazos, mi cuello, mis pechos, mi vientre. Llegué a mi entrepierna y no pude resistirme a la tentación de acariciarme lentamente. En mi mente estallaba una y otra vez aquella polla gigante de mi hermano.
Hice la esponja a un lado y mi mano tomo el relevo de esta.
Acaricie mi vulva lentamente mientras el agua corría por ella. Baje un poquito y mi coño agradecido se abrió para dejarme paso libre hasta mi clítoris que ya palpitaba de deseo.
Profundas convulsiones me hacían cerrar mis muslos apretando mi propia mano entre ellos pero sin dejar de frotarme.
Deslice una mano hasta mi pecho y tome mi pezón entre dos dedos para torturarlo. Lo que provoco que me mordiera los labios de puro placer. Masajee lentamente mi pecho, primero uno y después el otro.
Par entonces mis piernas se habían abierto de par en par y dos dedos se colaban entre mis labios para hurgar dentro de mí. Pequeños gemiditos desbordaban mis labios. Un ligero temblor en mis piernas y mi mano froto más rápido contra mi clítoris.
En mi mente sentía como aquella polla se restregaba contra mi húmeda entrepierna o se colaba entre mis nalgas. No odia quitármela de la mente. La sentía en mi garganta, en mi lengua, en mi pecho, dentro de mí….
Estalle mientras mis piernas perdían fuerzas y casi me desvanecía sobre el plato de ducha. Gemidos largos y profundos escapaban de mi boca. Mi mano acariciaba ahora suavemente los alrededores de mi vulva o daban palmaditas sobre mi clítoris, buscando alargar aquel orgasmo intenso que me recorría desde la base del cráneo por mi espalda hasta estallar en mi coño.
Lentamente me puse en pie de nuevo. Seguí enjabonándome suavemente y tarde una eternidad en salir de aquella lluvia artificial y caliente que resbalaba por mi piel, calmándome, relajándome.
Abrí la mampara de la ducha para alcanzar una toalla.
-¿Has disfrutado?- Me sobresalto la voz de mi hermano que estaba allí parado, apoyado en el lavamanos, con solo unos bóxer puestos y, claramente, excitado por lo oído o visto.
-¿Qué haces aquí? Estás loco. Vete antes de que mama o papa vengan.- Alcance a decir mientras trataba de enrollar la toalla sobre mi cuerpo.
-Tranquila. Papá se acaba de ir y mama está en la piscina dándose un baño- Dijo mientras se adelantaba hasta llegar a mi altura.- Vaya, vaya mi hermanita, ni en la ducha se puede quitar el calentón… ¿Quién lo hubiese dicho de ti? tan callada, tan seria…- Decía esto mientras sus manos tiraban suavemente de la toalla para dejarme de nuevo desnuda ante él.
Casi sentí miedo, ¿Por qué negarlo? Me había sobresaltado.
Se acerco hasta poner su boca sobre la mía. Me beso tórridamente mientras estrellaba su formidable paquete contra mi muslo.
Trate de empujarlo pero mi resistencia fue mínima. Pronto su boca alcanzo mi pecho y lo lamio haciéndome cerrar los ojos.
Subió después de un ratito hasta mi cuello y de nuevo a mi boca. Su mano tomo la mía y la llevo a su paquete que casi se salía del bóxer. Lo tome entre mis dedos y mis piernas flaquearon de nuevo.
-No puede ser, esto hay que pararlo, esto no está bien- Me decía a mi misma pero sin intención de apartar mi mano de allí.
Baje la cinturilla del bóxer hasta librar a su prisionera y salto ante mí chocando contra mi muslo. Me mordí el labio al mirarla.
Las manos de mi hermano resbalaban por mi espalda, paseaban de un pecho a otro, me amasaban el culo, se acercaban a mi pubis.
La cabeza me daba vueltas como la noche anterior.
Lentamente me deje caer de rodillas hasta que su polla quedo a la altura de mis ojos. La mire de nuevo mientras mi mano la dirigía hasta mi boca entreabierta. Entro dura, resbalo por mi lengua y se alojo en mi paladar.
Aspire profundamente cuando pude sacármela un momento y esta vez la metí hasta mi garganta. Me provoco una pequeña arcada que disimule y seguí hundiéndomela una y otra vez hasta sentir que las lagrimas se acumulaban en mis ojos.
Permanecí un rato allí postrada a sus pies deleitándome con ella, hasta que mi hermano tiro de mi hacia arriba. Me dio la vuelta y se apoyo contra mi culo. La note tibia y suave rodar por mis glúteos. Aventurarse en mi raja trasera hasta hurgar mi ano.
Sentí como de su cabezota brotaban gotas de aquel líquido transparente que resbalaban hasta casi embadurnarme el culo.
Sus manos apretaban mis pechos y yo miraba extasiada en el espejo a mi hermano morder mi cuello o tomarme fuertemente de la cintura para frotarse más contra mi trasero.
Me contonee un poco y pude sentir aquella carne caliente frotarse contra mí. Una locura.
Mi hermano tomo aceite de bebe de una estantería y me vertió un poco sobre los glúteos. Este resbalo entre ellos hiendo a humedecer mi coño y mi ano.
Su polla se coló entre mis muslos y se froto contra mí arrancándome gemidos. No podía parar de mecer mi cintura ante aquellos ataques.
De pronto note su cabeza hundirse entre mis glúteos, camino de mi ano. Llego hasta él, se froto un poco y sentí como apretaba para colarse dentro.
-No, Jairo, por ahí no.- Casi grite a mi hermano. Pero poco caso que me hizo.
Apretó un poco más y note como me desgarraba el ano al entrar, un poquito, aquella cabeza amoratada.
Reprimí un grito de dolor mientras él trataba de calmarme acariciándome el clítoris o los pechos.
-No Jairo, por favor. Duele.
-Tranquila, no me moveré hasta que no me lo pidas tu.-Trató de calmarme.
Así lo hizo. Se quedo quieto, solo su cabeza abriendo mi ano. Sus manos no dejaban de jugar con mis pechos o bajaban para atormentar mi clítoris.
Poco a poco me acostumbre a aquella cosota en mi trasero. La sentía dura. Dolía un poquito, ahora ya no tanto al estarse quieta. No era desagradable del todo.
Mi hermano no cejaba en su empeño de acariciar mi coño. Mi clítoris se mostraba duro a sus caricias y pequeñas convulsiones me atrapaban. Un dedo se coló en mi vagina abierta hasta alcanzar profundidades antes prohibidas. Sentí una punzada de dolor en lo más profundo de mí y le retire la mano suavemente para acompañarla hasta mi clítoris.
Estaba allí, de pie, apoyada contra un lavamanos, mi culo poseído por una polla enorme, mis pechos saltaban a cada gemido que escapaba de mi boca.
Mis caderas comenzaron a rotar bajo la presión de su miembro y sus manos. Sentí un poco mas de aceite resbalar entre mis glúteos y apreté instintivamente un poco contra él.
Creí que me moría de dolor cuando su polla entro un poco más en mi culo, solo un poco mas, apenas unos centímetros pero parecía como si me hubiese partido por la mitad.
-Despacio, no tenemos prisa. Date tu tiempo- Murmuro Jairo a mi oído mientras volvía a morder mi cuello con pasión.
Poco a poco fue pasando el dolor y una sensación placentera fue adueñándose de mí.
Me mecí suavemente, la note rozar mi interior sin ir más allá. Cerré mis ojos y comprobé lo obsceno de la postura. Me calentó pensarlo aun más.
Allí estaba yo, taladrada por la polla de mi hermano, por el último sitio que hubiese imaginado. Mis pechos siendo apretados por sus manos. Mi clítoris vibrando de caricias.
Volví a contonear mi culo y esta vez sentí punzadas en mi bajo vientre de placer. Me agache un poco mas y empuje hacia atrás. Su polla entro un poco más en mí, dolía pero se podía aguantar. Empuje mas , hasta notar sus huevos rozar mis muslos. Estaba empalada, literalmente, por primera vez sentía un pene en mi interior, no donde obviamente hubiese querido pero el hecho es que así era.
Seguí moviéndome despacio, muy despacio, notaba su polla entrar y salir de mi ano como un pistón. Apretaba los puños mientras aguantaba las pequeñas oleadas de dolor que de vez en cuando me sobrevenían.
Me mire en el espejo y vi una cara descompuesta de placer y dolor al mismo tiempo, la mía. Mi hermano me así de las caderas y empujo profundamente su pene en mi .Note como se hinchaba un poco más. Sus movimientos se aceleraron. Mí mano busco mi vagina y atormente mi clítoris. Un tremendo orgasmo se gestaba en mí ser mientras notaba el ir y venir de aquella polla en mi culo.
De pronto todo estallo. Note su glande estallar y volcar en mis extrañas su leche caliente. Grite de placer al notarlo mientras mi dedo frotaba con frenesí mi clítoris, y sus manos apretaban casi dolorosamente mis pechos.
Mis manos aferraban el lavamanos mientras mis piernas se negaban a tenerme en pie, solo me mantenía la empitonada que sentía en mi parte trasera y aquellas velludas manos de mi hermano en mis caderas.
Su aliento alterado chocaba en mí nunca y una pequeña rendición nos inundo a los dos.
Saco su chorreante pene de mi ano despacio, ahora mas flácido que cuando entro y sentí como se dirigía hacia la ducha. Escuche el grifo girar y el golpeteo del agua en el plato de ducha. Me volví como pude y pude ver a mi hermano desnudo, apoyando su cabeza contra la pared mientras el agua le resbalaba por todo el cuerpo.
Me quede sentada en el suelo. Mi espalda apoyada contra el mueble del lavamanos y notando cierto escozor en mi ano. Saque fuerzas de flaqueza y me puse en pie, entré bajo aquel chorro de agua y abrace a mi hermano por detrás mientras el agua me mojaba a mí también.
Se giro, apoye la cabeza en su hombro. No podía abrir los ojos porque el agua me lo impedía. Note una esponja suave resbalar por mi espalda. Lentamente, muy lentamente. Llegar a mi culo, colarse despacito entre mis glúteos, hasta llegar a mi ano. Pasó suavemente aquel jabón sobre él, calmando un poco el escozor que sentía.
Me deje hacer mientras lo abrazaba. Me giro y la esponja paso a recorrer mi pecho hasta llegar a mi entrepierna donde se demoro un ratito, cosa que agradecí. Aun sentía pequeñas punzadas del orgasmo recibido.
-Te quiero- Escuche entre el gorgoteo del agua en mis oídos
-Yo también a ti- Murmure mientras me volvía para besarlo en la boca como si no hubiese un mañana.