Mi hermanita
A eso de las 7 de la tarde, cuando apenas había sol, Marina toca la puerta de mi cuarto y pasa.
Mi hermana
Era sábado a la tardecita: típica tarde / comienzo de noche, de invierno. Al sol, hacia algo de calorcito; a la sombra, el frió se notaba. Estaba con mi hermana los 2 solos en casa, estudiando. Mis padres habían ido unos días a ver a nuestros tíos: estaba la casa entera para nosotros dos.
Marina, mi hermana es 2 años mayor que yo y estudia marketing; mientras que yo estudio ingeniería. En 15 días tendríamos unos parciales bastante largos, de ahí nuestra dedicación al estudio ese día.
A eso de las 7 de la tarde, cuando apenas había sol, Marina toca la puerta de mi cuarto y pasa. Se acuesta en mi cama. Se le nota cansada. Dejo de estudiar, yo también lo estoy. Me acuesto al lado de ella. Hablamos de cualquier cosa.
En cierto momento, me acuerdo que se había comprado ropa. Le pregunto qué tal te queda. Me cuenta que se había comprado un vestido negro para una fiesta y una mini con un TOP haciendo juego para salir, además de ropa interior haciendo juego. Me pregunta si quiero verla, aceptando yo gustosamente. Me invita a su cuarto.
Abre su ropero y me pregunta cuál prefiero ver primero: elijo el vestido negro de fiesta. Saca de un cajón una bombachita negra, una verdadera tanguita. Me pide que me vaya a mi cuarto, que, cuando esté lista, me llamaría. Así hago: voy a mi cuarto y la espero. A los 15 minutos, me llama. Al entrar, no puedo resistir semejante belleza: el vestido negro le quedaba espectacular. Además, se había maquillado apenas y estaba mejor de lo jamás la había visto.
Me pregunta:
¿Qué tal estoy?
La verdad.- contesto-, jamás te había visto tan linda.
¿En serio me lo dices?
Si. Espectacular es poco. Además, te queda re bien el maquillaje.
Es livianito. Más sé que me queda muy poco natural.
Es verdad.
La miro y da una vuelta para mostrarse toda. Noto la tanguita bien metidita en su cola, y su cola, resaltada por su vestido negro, muy ajustado.
Le digo:
Qué ajustado te queda!
Si. A propósito.
¿Te parece?
Si. Esta hermosa.
Pone música, lenta. Reconozco ese compact: es uno de música lenta, sin interrupciones. Me acerco a ella. Abro mis brazos hacia abajo.
¿Bailas?
Pero si eres mi hermano.
Dale, no te negaras a tu hermano.
Bueno, tenéis razón.
Y rodea mi cuello con sus brazos, mientras mis brazos rodean su cintura. Apoya su cuerpo contra el mío. Y su mentón sobre mis hombros.
Bailamos bien apretados un par de canciones. Luego, levanta un poco su cara.
¿En serio te parezco linda?
No. No eres para nada linda.
Me miró con mala cara.
Eres hermosa! - Exclamo.
Se ríe. Me pellizca el cachete. Vuelve a acomodarse como antes.
En ese movimiento, se le corre uno de los botones del vestido. Lo noto y miro en el medio de nuestros pechos. Se acomoda bien contra mí. Subo una de mis manos y le corro más el brete. Mi otra mano la ubico sobre su cola. Me mira y suavemente me empieza a besar.
Al parar, me dice:
¿Me deseas?
No me deja contestarle. Me agarra las mejillas con las manos y me besa lenta pero fogosamente. Nuestras lenguas se hacen una. Nos besamos. Le acaricio la espalda, la cola, las piernas.
Le levanto el vestido y le bajo la tanga. Ella se acomoda para no caerse: su vestido vuelve a la posición original. Abrazándola, la empujo levemente y caemos sobre su cama., yo encima de ella. Me saca la camisa y me abre el pantalón. Mientras, le levanto el vestido, que le queda a la altura de la cintura, dejando desnuda su pelvis. Le bajo los botones y quedan sus pechos al aire.
Estás seguro, hermano?
Muy.
Y, mientras ella levanta su cintura, la comienzo a penetrar. Pega un gemido largo. Paro, esperándola. Respira hondo. Le estampo un beso y mi bombeo, lento pero persistente y profundo, comienza. Siento su gozo, su disfrute. Su estrechez vaginal me hace disfrutar a mí. Se muerde los labios, no para de gemir. La bombeo unos 10 minutos lento y profundo.
Ella me obliga, sin sacar mi pene de su vagina, a acostarme y ella quedar arriba. Se termina de sacar el vestido. Se sienta sobre mí. Me cabalga al mismo ritmo que yo la bombeaba: largo y profundo. Gime sin parar. Se manosea los pechos. Mis manos acompañan su cola en su cabalgata.
De a poco, va acelerando el ritmo: mi pene está durísimo y a punto de explotar. Cada bajada, es un gemido de ella que se transforma en grito. Yo estoy a punto de explotar. También gimo casi gritando.
Cuando mis gemidos ya son gritos, mi pene explota de placer. Ya no distingo las subidas de las bajadas de mi hermana, de lo rápido que me cabalga. Ya no gime, grita.
Pega un grito mezcla de placer y dolor. Siento sus fluidos confirmando su orgasmo.
Se acuesta sobre mí, sin sacarse mi pene de su vagina. Le cuesta respirar.
Hermanito, ¿Por qué me diste tanto placer? ¿ Por qué? Esto no puede quedar así. No.
Mientras, recupera su respiración.
A los pocos minutos, me pregunta:
¿ En serio te parezco linda?
Muy linda. Demasiado linda para ser mi hermana.
Se levanta y acomoda el vestido. Me mira.
Esto no va a quedar así.
La miro, estando tirado y desnudo sobre su cama.
Abre su placard. Saca ropa muy informal. Se viste. Y baja a la cocina. Me tapo y me quedo dormido.