Mi Hermana y Yo Somos Ninfomanas

Un par de calientes y hermosas hermanas se dejan dominar por el novio de una de ellas le dan placer a sus amigos cayendo en las practicas de la Dominacion, Control Mental, Zoofilia y Orgias (relato corregido y aumentado)

I

¡Hola! Mi nombre es Dolores pero todos me llaman “Lola” y trabajo, bueno trabajaba, en una oficina como asistente, es decir, un poco más que secretaria, pero muy poco, en mi empleo pasaba la mayor parte del tiempo buscando en el archivo o contactando con gente, mientras que la secretaria sólo organiza agendas y atiende al público, además de servir los cafés de rigor. Pero eso fue antes de los hechos que les voy a relatar.

Mi cuerpo está bastante bien, de hecho me serví un poco de él para conseguir el empleo, ya que una mujer hermosa, modestia aparte, con una falda y una blusa algo escotada que permita ver una generosa parte del canalillo gana muchos puntos en una entrevista de trabajo. Soy pelirroja, oscuro, pero de cabello rojo, lo que parece volver locos a algunos hombres, tengo los ojos verdes, y mis formas son generosas para con los senos, mis caderas están bien contoneadas, y mi culo bien firme y puesto debido al gimnasio, que no se debe olvidar para descuidar una forma física que puede ayudar cuando lo necesites (Como en una entrevista, ja, ja). Mi novio, el cual elegí entre el montón de moscardones mediocres que suelen rodearme continuamente porque era de los pocos que no babeaban, y solo se dedicaba a ser amable, además es apuesto y tiene un trabajo estable en una cadena de montaje de una empresa internacional.

El caso es que pensaba que Carlos, mi novio, era una buena persona que no aspiraba a más de lo que ya tenía, lo que le convertía en alguien que no trataba de pisotear a nadie para conseguir sus aspiraciones, y que no por ello fuera conformista me sorprendí cada vez más en nuestra relación. Yo lo tomaba como parte de la confianza que se suele dar a la pareja a medida que pasa el tiempo, e incluso cuando comenté con una amiga los comienzos de la situación, que ella desconocía y que le presenté como que el problema eran solo esos comienzos, me dijo que eso era normal, y me tranquilicé un poco, pero la cosa cada vez era más descarada. La verdad es que Carlos era un buen hombre y un excelente amante pero me preocupaba mucho el hecho, cada vez más repetido y descarado, de que me manoseara delante de mucha gente, ya fuera en la calle, en el cine, en fiestas con amigos, etc. Mi amiga lo que no sabía era que no sólo eran besos y algunos manoseos por debajo de la falda cuando estábamos sentados en el cine o en una mesa de una fiesta, sino que me sobaba, cada vez más descaradamente, los senos e incluso me friccionaba la vagina. Yo me ponía nerviosísima en esas situaciones aunque he de reconocer que también me excitaba sobremanera el morbo de que nos viera alguien, pero el hecho es que mi educación me decía que eso estaba mal, y así pensaba. En la intimidad había de todo, pues dejaba hacer a Carlos lo que quisiera, hasta penetraciones anales; pero de casa para afuera había que comportarse, y eso no parecía ir con Carlos.

La cosa fue a mayor cuando se vino a vivir conmigo. Cuando estábamos en casa no paraba de meterme mano y pretendía estar haciéndolo continuamente. A mí me gustaba mucho aquello, disfrutaba que me tomara en cada momento, pero me molestaba que lo siguiera haciendo cuando había visita. Y yo pensaba que eso eran problemas, hasta que empezó a llevar a sus amigotes a casa, los cuales veían como me manejaba, y seguramente se pondrían cachondísimos.

A mi cada vez me gustaba menos aquello y empecé a plantearme la posibilidad de dejarlo con él, pero había algo dentro de mí que me impedía terminar la relación. Ese algo era que la situación me ponía nerviosa, pero el hecho de que estuviera acostumbrada a que los hombres me miraran con ojos lascivos y desnudándome con la mirada, hacía que me excitara al ver las caras de los amigos de Carlos, pues sabía que se iban a quedar con las ganas, y eso me hacía imaginármelos en sus casas pajeándose o haciendo el amor con su mujer o novia, pero pensando en mi. Carlos cada vez era menos cuidadoso, y procuraba siempre permitir que sus amigos me vieran, ya fuera cuando iba al baño abriendo la puerta en el momento apropiado (que casualidad) o dejando entreabierta la puerta del dormitorio cuando entraba mientras me vestía para manosearme y meterme mano.

Pero un día vino mi hermana Lourdes, que había roto con su novio, y quería estar lejos de donde vivía por un tiempo, y se iba a quedar una semana conmigo y con Carlos. Y como no, Carlos no iba a dejar de ser como era, y mi hermana comprobó cómo me dejaba hacer por Carlos delante de ella. Yo pensé que se iría, pues seguro que pensaba que su hermana era una guarra. Pero nada más lejos de la realidad, pues un domingo me levanté antes de lo normal (suelo levantarme a eso de las doce o la una, pues los sábados salíamos hasta tarde, o mejor dicho hasta madrugada), y vi que Carlos estaba detrás de mi hermana besándola el cuello y manoseándole las tetas que son más generosas que las mías, sus nalgas también firmes y redondas aunque no tan marcadas como las mías, pero eso si la cintura delgada y la continuada en una cadera que derretiría a cualquier trozo de hielo . Pensé que se daría la vuelta y le pegaría una bofetada, pero lo que hizo fue dirigir su mano hacia el paquete de Carlos y empezar a sobarlo, mientras echaba la cabeza hacia atrás para besar la boca de Carlos, su cabellera rubia contrastaba con la espalda bronce de Carlos. Yo alucinaba, no me creía lo que estaba viendo, mi hermanita besando a y masturbando a mi novio, así que me fui a la cama y estuve pensando en qué podía hacer, la situación se escapaba de mis manos.

Al mediodía Carlos salió porque quedó en recoger a un par de amigos que vivían algo lejos para reunirse con otros dos en un bar para ver la final de fútbol luego bien entrada la tarde. Aproveché la ausencia de mi novio para comentar con mi hermana lo sucedido.

  • Lulú, los vi esta mañana, a Carlos y a ti.- le dije tratando de fingir tranquilidad

-Deja que te explique - se intentó defender - es que me dejé llevar, estaba molesta con mi novio, y verlos a los dos tan felices y sin pudores me dio envidia, y no me paré a pensar...

-A pensar que estabas con mi novio, ¿verdad?

-Sí, lo siento. Haré lo que quieras, pero no me digas que me vaya. Me lo pensé un momento, la abracé, le di un beso y me fui a seguir buscando información en Internet sobre el tema en el que estaba trabajando en ese momento.

La cosa es que me venía bien para echar a Carlos de mi vida, pero no quería que mi hermana lo pasara mal , así que decidí que esperaría a que terminara la semana que mi hermana tenía pensado quedarse para echarle cuentas a Carlos y mandarle a paseo sin que Sofía, mi hermana, estuviera delante.

II

Me disponía a ver el partido en casa, con mi hermana, pues a nosotras también nos gusta el fútbol, y como era en abierto, pues así aprovechaba para comentarle lo que había pensado, para que no se sintiera mal. Partido en abierto, no había caído en eso, normalmente estos partidos solían ir a casa a verlos, a la nuestra o a la de otro. Y ese día se habían ido a un bar, pensé que sería por la presencia de mi hermana, pero para que lo habría pensado siquiera. En ese momento entraba Carlos con cuatro de sus amigos. No me imaginaba ni de cerca lo que tenían pensado hacer que desde luego no era ver el partido.

Carlos me hizo acompañarle a nuestra habitación, y como de costumbre iba manoseándome por el camino delante de sus amigos. Cuando llegamos se fue y volvió al rato, y empezó a sobarme los pechos por encima de la camiseta que llevaba, me bajó el pantalón del chándal y me sobaba la vulva por encima de las braguitas. Yo ni siquiera recordaba que sus amigos estaban en el salón, sólo me dejaba llevar por la excitación. Carlos me bajó también las bragas y empezó a meterme algunos dedos por la raja, me acostó en la cama y entonces ocurrió algo que nunca entenderé el cómo reaccioné. De pronto mientras Carlos se había agachado para lamerme el chocho mientras seguía metiéndome los dedos, una polla apareció ante mi cara y no dudé en agarrarla con mi mano y llevármela a la boca. Evidentemente no era la polla de Carlos que estaba de rodillas ante mí, pero yo estaba excitadísima y no me di cuenta hasta que ya la tenía en la boca, a lo que ya no le di importancia, pues a lo hecho pecho.

  • Mira la putita esta, parece que le gustan las pollas - dijo Carlos al ver que le mamaba la polla a uno de sus amigos -.

  • Sí, y además lo hace de maravilla - contestó su amigo, que se llamaba Oscar -.

  • Vamos a ver si su hermanita también es tan golfita, a lo mejor es de familia - este comentario de Carlos me recordó que mi hermana estaba en el salón con los otros tres amigos de mi novio.

Salimos de la habitación, yo iba sin nada abajo, pues me lo había quitado ya Carlos. Iba yo por delante con los dos hombres detrás de mí tocándome el culo. Me estaba poniendo bastante nerviosa por la situación, pero me quedé asombrada cuando vi que mi hermana se alternaba para chupar las tres pollas de los chicos tumbada en el sofá mientras ya la habían desnudado y la estaban sobando todo el cuerpo, metiendo sus dedos por todos lados. Me empujaron y choqué con el sofá dejando mi retaguardia al descubierto y como no podía ser menos empecé a ser penetrada en esa posición. Mi hermana me miró, se incorporó y se puso de rodillas de espaldas a los que estaba mamando la polla, se me acercó y metió su lengua en mi boca, a lo que no sólo no me negué sino que además la acompañé convirtiendo en una lucha de lenguas por ver cuál de las dos entraba en la boca de la otra. Miguel, uno de los amigos de mi novio se acercó por detrás de mi hermana y supe que la penetró al sentir los suspiros de Lourdes dentro de mi boca.

De repente dejaron de bombearme, y me separaron del sofá, y por lo tanto de mi hermana. Entonces fue cuando supe que no había sido Carlos el que me había estado jodiendo sino Oscar. Rafa se sentó en el sofá, al lado de mi hermana y le empezó a chupar los pezones, a mi me sentaron de espaldas a él, metiéndome su verga en el culo, y empecé a trotar sobre él. La polla me perforaba hasta los huevos, y la sentía en lo más adentro de mí. Dejaron de follar a Sofía, y la colocaron en la misma posición que a mí. Estábamos las dos hermanas empaladas por el culo juntitas, y con los chochos bien abiertos, debido a la postura.

  • Órale cabrones, háganles un sándwich a las putitas, están bien puestas ¿no? - animó Carlos a Oscar y Pepe, pues Miguel era el que enculaba a Lourdes.-

Y no se lo pensaron dos veces, Pepe se me acercó y comenzó a meter su polla en mi húmeda raja, y la misma operación realizaba Oscar con mi hermana. Nos empezaron a taladrar, nuestros gemidos ya parecían gritos, y desde luego debimos crearnos una fama en el edificio de las buenas.

Carlos por su parte se situó en el sofá entre los dos tríos y nos “obligó” a inclinarnos sobre su polla a las dos. Se la mamábamos alternativamente, mientras seguían follándonos por todos los agujeros, la posición era bastante incómoda, pero con lo cachondas que estábamos poco importaba eso.

Noté como le empezaban a llegar espasmos a Rafa antes de que se corriera en mi culo, luego fue Pepe el que se sacó la polla y me inclinó para correrse en mi cara. Esto lo aprovechó Oscar que sacó su polla del coño de mi hermana para meterla en mi boca y atragantarme con su semen, que me fluía por la barbilla. Cuando se corrió Miguel en los intestinos de Lourdes, me hicieron levantarme y escupir la mescla de leches en la boca de mi hermana, y de nuevo nos besamos mientras tragábamos lo que podíamos de las leches, luego Carlos nos puso de rodillas en el suelo con la cabeza en el piso, y nos comenzó a encular a las dos, cambiando cada cinco o seis embestidas. Cuando estuvo a punto de correrse, nos hizo dar la vuelta para hacerlo en nuestras caras. Luego nos entretuvimos Lourdes y yo en limpiarnos mutuamente.

Para cuando terminamos la orgía, el partido había finalizado hacía tiempo, y ni nos enteramos del resultado. Se marcharon los amigos de Carlos y mi hermana y yo nos fuimos las dos juntas a lavarnos. Nos dimos un baño, además de darnos placer mutuamente.

Al salir, Carlos nos comentó lo que iba a pasar a partir de entonces. Me hizo dejar el trabajo alegando que me mudaba de la ciudad, lo cual era verdad, pues nos pensaban llevar a una quinta con cuadra de un tío de Oscar, el mejor amigo de mi novio. Hicimos las maletas, en las que cabía destacar la ausencia de ropa interior, y el que sólo llevábamos faldas, vestidos, camisetas sin mangas y tops ajustados. Carlos nos llevó allí al siguiente fin de semana, donde nos esperaban Oscar y su tío, el cual tenía bastante confianza con su sobrino, que iba a verle todos los meses y montar a caballo con él.

III

Cuando llegamos Oscar nos presentó a Daniel, su tío, el cual se encargaría de nosotras, y sería nuestro amo. Dicho esto Daniel saco u pequeño colgante esférico, como la bola de una discoteca de la bolsa de su pantalón y empezó a balancearlo frente a nosotras y nos ordeno dejar la mirada fija en la esfera nosotras obedecimos, y el empezó a hablar con voz profunda

-Miren a la bola, sientan como sus cuerpos se relajan, pongan atención a mi voz, y relájense, la esfera las tranquiliza, poco a poco van cayendo en un trance, y se relajan más y más.-nosotras sentimos una tranquilidad inigualable. Y él seguía hablando – sientan como van quedando a la disposición de mi voz, y como sus conciencias las abandonan. Como se sienten esclavas

-tranquilas y relajadas amo, tu voz nos relaja-respondimos al unisonó.

-a partir de ahora, serán esclavas y obedecerán cualquier orden que les dé sin cuestionar, ahora están bajo mi control y -

-si amo. Ahora estamos bajo tu control. Obedeceremos sin cuestionar.

-Cuando llegue a cero regresaran a su estado normal y obedecerán mis órdenes. ¿Entendieron perras?

-si amo, obedecer tus ordenes. Dijimos al mismo tiempo

-TRES… DOS… UNO… CERO.- y trono los dedos

Cuando recuperamos la conciencia Daniel nos dio la primera orden y era que nos desnudáramos, lo cual hicimos en seguida. Después se nos acercó y nos estuvo tocando los pechos, nos pellizcó los pezones, luego bajó su mano y estuvo hurgando en nuestra intimidad. Después pegó un silbido y aparecieron dos pastores alemanes, los cuales se acercaron a nosotras y nos empezaron a olisquear por todas partes, luego nos empezaron a lamer nuestras rajitas, a lo que respondimos estremeciéndonos al sentir su lengua. Los hombres empezaron a reírse y dijeron que lo íbamos a pasar muy bien allí. Emilio comentó que ya nos presentaría al resto de la población de la finca. Incluyendo Cuatro caballos, un burro y un tercer perro que en esos momentos se lo había llevado el veterinario para una revisión anual.

Oscar y Carlos se marcharon y nos quedamos allí solas con Daniel, nuestro amo, el cual nos dijo que le acompañáramos. Le seguimos desnudas como íbamos y con los perros correteando alrededor nuestro. Al llegar a la habitación vimos que estaba bastante bien para lo que nos esperábamos, pues la cama era de matrimonio, lo que implicaba el que durmiéramos juntas, a lo que no le vimos problema alguno, y había un tocador con taburete y un chifonier; además la habitación tenia integrada una regadera sin cortina un retrete de metal y un lavamanos. Daniel nos explico que tenía todos esos elementos para que siempre saliéramos ya preparadas de nuestra habitación; luego nos dejó allí para que nos instaláramos, y nos dijo que siguiéramos desnudas y le esperáramos a que volviera. Se marchó con los perros, y nosotras guardamos la ropa en el chifonier, nos limpiamos del sudor y retocamos nuestros coños sin vellos y nos sentamos en la cama a esperar.

Cuando Daniel volvió nos dijo que le siguiéramos, y que debíamos hacerlo de rodillas. Le obedecimos sin rechistar y fuimos detrás de él como si fuéramos sus perras. Nos enseñó el resto de la casa y luego en la sala nos dijo que quería catar su mercancía mientras se desabrochaba el pantalón y se sacaba una herramienta enorme. Nos la puso en la cara y empezamos a lamerla con nuestras lenguas. Mientras él se dedicaba a hundir dos dedos de cada mano en cada uno de nuestros culos. Recorríamos su verga de arriba abajo y de paso jugueteábamos entre nosotras con nuestras lenguas. Luego mi hermana se metió la polla entera en la boca, mientras yo lamía los huevos por debajo. Daniel empezó a bombear en la boca de Lourdes, a la vez que le sujetaba la cabeza. Después se separó de nosotras e hizo que mi hermana se pusiera delante mía para que le lamiera el ano mientras él perforaba el mío. Yo taladraba con mi lengua el ano de Lourdes a cada enviste que recibía por detrás. Cuando Daniel comenzó a inundarme de leche le dijo a mi hermana que me limpiara el culo mientras yo le limpiaba la polla a él. Y así lo hicimos, luego nos ordeno hacer un 69 y de inmediato Lourdes me empezó a lamer el clítoris y la vagina, me acosté en el piso y ella se acomodo sobre mí y me ofreció su concha sin vellos para que se la lamiera, yo penetraba con mi lengua a mi hermana, mientras ella lamia y jugaba con mi clítoris, y cuando yo jugaba con su clítoris, ella usaba su lengua para perforar mi vagina. Para Daniel debió haber sido todo un espectáculo ver las melenas, la mía pelirroja y rubia la de mi hermana moviéndose al compas de nuestras cabezas y de los sonidos de succión que provocábamos. Y  estuvimos así hasta que casi al mismo tiempo empezamos a sentir que se acercaba el éxtasis y las dos empapamos la cara de la otra con nuestros jugos orgásmicos. Así vencidas por las fuerzas de nuestros orgasmos y aun sintiendo como temblaban nuestros músculos, sentimos como Daniel nos colocaban el cuello collares de cuero negro, con placas de perro, la mía decía en mayúsculas “LOLA” y el de mi hermana decía “LULU” y al voltear las plaquitas vimos que decían el nombre del rancho donde estábamos, justo como los de los perros que se nos habían acercado.

Daniel nos dijo que en la casa debíamos andar a cuatro patas, y para ir por el resto de la finca podíamos ir andando, a no ser que él dijera lo contrario, siempre desnudas salvo los collares, en cualquier caso. Sólo nos vestiríamos cuando vinieran los chicos según su antojo.

Esa semana la pasamos dentro de la casa, andando como ya he dicho desnudas, a cuatro patas y con Daniel enculándonos cada dos por tres. Era curioso lo de este hombre, nunca nos follaba por delante. Nunca nos dio explicación pero daba igual no tenia porque hacerlo, después de todo es nuestro amo, ya nos follarían por delante cuando vinieran los chicos.

Cuando llegó el fin de semana, y con él Carlos, Rafa, Oscar y Miguel, junto con otro coche, en el que no conocía a ninguno y venían otros tres hombres, de raza negra, entendimos porque nos reservaban el chocho. Después de que cenaran, pues llegaron el viernes por la tarde, mientras nos hacían gatear hasta el lado del que nos llamaba para hundir sus dedos en nuestras cavidades nos hicieron salir a la finca gateando con Daniel por detrás de nostras llevándonos  con cadenas de los collares como perras, al llegar al lugar que Daniel había preparado un corral con paja donde, nuestro dueño nos quito las cadenas que servían de correa nos hicieron arrodillarnos para que, después de desnudarse todos, les mamáramos las vergas. Nos rodearon en círculo y Lulú y yo íbamos de polla en polla, no habíamos terminado de disfrutar de una cuando el siguiente nos agarraba del pelo para que siguiéramos la ronda.

Después mi novio, sus amigos y Daniel se fueron a follar a mi hermana, mientras que a mí me dejaron con los tres morenos. Tenían unos rabos descomunales. Se veía que se habían afanado en buscarlos con las trancas así. Pensé que me romperían, pero en cuanto me senté de espaldas a uno, metiéndome su rabo en el culo, después de resistirse un poco empezó a deslizarse con comodidad, luego otro me penetró por delante, mientras que el tercero me puso su enorme cipote en la cara para que se lo mamara, tarea difícil en esa posición. Yo sentía que me rompía por dentro con eso rabos tan grandes dentro de mí, pero el placer superaba esa sensación, y pedía más cuando el que me taladraba la boca me dejaba respirar.

Cuando cambiamos la posición, pude ver que mi hermana estaba siendo doblemente penetrada por el culo, y ya tenía semen resbalando por su cara. Esa escena me puso más cachonda si cabe. En esta nueva posición me sentaba de frente a uno de los negros mientras me perforaba el culo otro y mamaba la polla a un tercero, ahora más fácilmente. Noté como me inundaban las entrañas provocándome un intenso orgasmo, rápidamente el lugar fue ocupado por el que tenía la polla en mi boca, y el otro se vino para que le limpiara el rabo y de paso ponérselo de nuevo en forma. Luego fue el que tenía debajo de mí el que me llenó la vagina con su leche, pero se esperó a que se terminara el otro, también dentro de mi culo. Después me hicieron arrodillarme y me restregaron sus pollas por la cara dejándomela llena de leche.

Mi hermana por su parte ya estaba completamente inundada en el líquido blanco y tenía el agujero del culo enorme. A lo que dos de los negros se dirigieron allí para meter sus pollas en tan abierta cavidad. Por lo que el resto de hombres se vino hacia mí, me hicieron sentarme encima de la polla del negro, de espaldas a él, como la primera postura que había hecho, y se iban turnando, para taladrarme el coño. Cuando se corrían se venían a mi boca para que les limpiara las pollas. Algunos se corrían dentro de mí y otros lo hacían sobre mi estómago.

Cuando se hubieron corrido todos, incluido el negro que me llenaba por detrás, y también los dos que taladraban el culo a Sofía, salieron todos del corralito, luego vino Emilio con los dos perros, que empezaron lamernos todo el cuerpo. Emilio nos dijo que nos pusiéramos a cuatro patas. Sabíamos lo que nos esperaba, así que nos resignamos con una mirada mutua, y obedecimos. Emilio ayudó a los perros a que nos montaran. Pronto empezaron a moverse rápidamente. Mientras, Carlos se había traído una videocámara para grabar el momento. Cuando los perros estaban a punto de terminar sus pollas se hincharon aun mas y sentimos entrar sus enormes bulbos en nuestros coños, nosotras estábamos gritando de dolor y bañadas en sudor y semen y nos quedamos unos minutos pegadas a ellos mientras los chicos grababan y tomaban fotos de nuestra humillada posición. Cuando los perros por fin pudieron salir de nostras nos hicieron quedarnos allí lamiéndonos una a la otra para limpiarnos de semen los cuerpos y nuestras cavidades.

Cuando estuvimos un poco recuperadas Daniel, Carlos y Oscar se acercaron a nostras y nos ayudaron incorporarnos, nos preguntaron sobre nuestro periodo, y nos hicieron dejar de tomar anticonceptivos, pues tenían planes de usarnos preñadas. Y que serian los negros quienes harían ese trabajo.

Esto lo he escrito por orden de nuestro amo Daniel para recordar como empezamos nuestro camino a convertirnos en las orgullosas perras preñadas que nos encanta ser. Actualmente las dos tenemos 5 meses de embarazo de nuestros segundos hijos mulatos. Les suplico me comenten si les gustaría seguir leyendo algunas de nuestras aventuras… como cuando fuimos preñadas, o cuando trajeron a otras de las perras que actualmente son parte de la cuadra de nuestro amo, en especial cuando Oscar y Carlos trajeron a nuestra madre para formar parte de la cuadra.

Gracias por leer nuestro relato