MI HERMANA Y YO - Parte 9

Marcelo me lleva a una fiesta, junto con Rodrigo, en un sitio alejado, un lugar con mucho morbo

MI HERMANA Y YO - PARTE 9

- Esto no termina así – me dijo mi hermana – trae al muñeco y hagamos algo, los hermanos deben ser unidos y ayudarse el uno al otro o no hermanito?

El muñeco era el juguetito preferido de ella, de mediano tamaño pero con una vibración variable, con distintas velocidades, era capaz de arrancar orgasmos a una estatua. Así terminamos la noche, luego de que calmara su sed mi hermana, nos abrazamos hasta quedar dormidos profundamente.

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Luego de dos días de haber estado en casa, Miguel me llamó por teléfono. Pensé que querría venir por el tema pendiente que había entre nosotros con mi hermana como pato de la boda. Me dijo que en principio su intención había sido esa, pero la familia había podido llegar a convencerlo para que asistiera con ellos a una boda en el interior de la provincia.

- No sabes Fede como me voy, con unas ganas terribles de tener algo con tu hermana. Hablaste tu algo con ella?

- Si, por supuesto que ya lo he hablado y te está esperando de brazos abiertos o mejor dicho de piernas abiertas, jajaja, tú te la pierdes amigo, yo cumplí mi parte.

- Ni me hables Fede, no sabes como estoy, lo que daría por estar con ella, todas las noches pienso y pienso y me cuesta dormirme de solo imaginármela conmigo.

- Solo piensas Miguel o hay algo más, jajaja.

- Pero que comiste hoy Fede, estás muy gracioso.

- Tienes razón Miguel, no lo tomes a mal. Es que te escucho y pierdo la cabeza. Bueno ahí va una pregunta seria: de mi te has acordado, aunque sea un instante?

- Claro que también me he acordado de ti, pero sabes que una mujer puede más en personas como yo. Pero si, he repasado todo lo que hicimos esa noche.

- Piensas repetir lo que has hecho esa noche conmigo? – era una pregunta que me intrigaba, por eso la hice, me estaba dando la impresión que lo único que lo motivaba a Miguel, era el tema de mi hermana.

- Estoy seguro que volveremos a hacerlo, disculpa mi franqueza, pero ahora tengo en mente otra cosa antes que eso.

- Bueno para mi es bueno, podré imaginarme que volverás a visitar mi cama, por lo demás te digo, dalo por hecho, ni bien estés de regreso llámame y arreglamos algo.

Con eso se cortó la comunicación entre nosotros, me dejó pensando, ahora era yo el que pensaba. Para mi resultaba bueno que me tenga presente y que me haya dicho que pensaba volver a repetir lo hecho dentro de mi cuarto. Lo tomaba como un logro personal, ahora me intrigaba saber cuando querría llevar eso a la práctica.

Mi hermana estaba de por medio, ella sabría como encauzar todo esto y tal vez, presionar para que las cosas sucedan sin tanto pensamiento y elucubraciones.

Todo esto me daba vuelta por la cabeza, mientras caminaba rumbo a mi trabajo. Ese día al ingresar no lo encontré a Rodrigo como de costumbre, estaba Marcelo en su reemplazo.

- Rodrigo hoy no viene a trabajar, está con una gripe que creo que le ha pegado bastante fuerte. Espero que se mejore pronto o no podrá venir el fin de semana con nosotros.

- Uy Marcelo, como pasan los días, este finde tenemos la reunión en la quinta.

Esta reunión que tendríamos en la quinta duraría todo el fin de semana y se aproximaba bastante a lo que podría denominarse una orgía. De la misma, participarían cerca de setenta personas, las que asistirían solas o en pareja, todas con la misma finalidad, pasarla bien, sin mirar con quien. Ese era el emblema de la fiesta.

Los dueños de casa, no eran novatos en este tipo de reuniones, con lo cual todos los que asistiríamos teníamos una cierta garantía de pasarla bien. Según me contó Marcelo, que ya había asistido anteriormente a este tipo de reuniones en la misma casa a donde íbamos a ir nosotros, esta iba a ser la primera reunión con gente de ambos sexos, ya que todas las anteriores las habían hecho con varones o mujeres, en forma separada.

Para mi, que no había asistido a anteriores fiestas de este calibre, no había nada malo en que haya hombres y mujeres, me parecía normal, siempre he pensado que el futuro es unisex, bueno entonces que esperamos para ir mezclándonos de a poco, aclimatándonos a lo que se viene.

Pero Marcelo pensaba diferente, él no se podía explicar el motivo por el cual se decidió a incluir a mujeres en nuestra reunión.

- Va a ser un estorbo – me dijo – no me imagino que pueda haber mujeres merodeando en este tipo de reuniones. Y lo mismo pienso al revés, imagina dos mujeres haciendo el amor y nosotros pasando al lado de ellas?

- Por mi parte no hay problema, Marce, yo estoy acostumbrado tal vez por haber vivido estas situaciones con mi hermana. A mi no me dan vergüenza las mujeres, tampoco me da por mirarlas, me da lo mismo.

- Si pollito, tu vives con una y además creciste de esta forma, al lado de tu

hermana y lo tomas como algo natural, pero ese no es mi caso.

- Es que nunca has estado en playas nudistas, Marce?

- Si, he estado, pero esto es distinto, porque aquí podremos estar desnudos pero además excitados, con la verga parada o algo parecido. Te puedes estar cogiendo a alguien o chupándosela a otro tipo y las mujeres estarán dando vueltas por ahí. Nos estarán mirando seguramente como a animalitos.

- Si, pero ellas no creo que estén pendientes de ti, estarán en lo suyo.

- Es verdad, ahí estuve prejuicioso. Bueno, dejemos que las cosas ocurran, ya veremos como sale esto.

- Marce, estaba pensando, si esta fiesta está buena y la pasamos bien, para la próxima podemos llevar a mi hermana.

- Dalo por hecho, pollito. Pero antes me gustaría conocerla, tienes que presentarnos.

Según me contó más tarde Marcelo, la casa quinta estaba acondicionada para recibir a toda la concurrencia, incluso a muchos más. Tenía cerca de treinta habitaciones, más salones de estar, bibliotecas, bar, dependencias de servicio, piscinas cubierta y al aire libre y un mobiliario tan numeroso, que no dejaría que nadie pudiese quejarse por su falta.

Cada habitación tenía su propio sanitario y además había otros diseminados por toda la propiedad, dentro y fuera de ella.

El personal de servicio, estaba chequeado, probado y verificado en cuanto a su diligencia, idoneidad y sobre todas las cosas, su total y absoluta fidelidad para los dueños de casa. Estos, provenían de una familia muy emparentada con el mundo de las finanzas, por lo que podían darse el gusto y el lujo de realizar este tipo de eventos, sin mayores dificultades, ya que todo lo que se gastase durante el fin de semana en concepto de bebidas, comidas, personal y traslados, les era de utilidad a fin de bajar los importes por impuestos.

Marcelo me comentó también que tuvo acceso a una sala que se ubica en el sótano de la vivienda, que tiene una superficie superior a los doscientos metros cuadrados, en donde quedó deslumbrado por la cantidad y variedad de aparatos de tortura, látigos, cadenas, esposas, camas con movimientos, cepos, vestuario, etc, ideal para la práctica de B.D.S.M.

Todo esto que me contaba, aumentaba mi expectativa y por supuesto esto mismo, se lo conté esa noche al llegar a mi casa a mi hermana, que se mostró muy ansiosa por poder participar de una fiesta así.

- Tranquila Marita, en la próxima vienes tú con nosotros – le dije.

- Ni pienses que me vas a dejar, prometo acompañarte, pero ahora tú, cuídate mucho, sobre todo lo que consumes, ya sabes que si quieres ir a muchas de esas fiestas, lo principal es mantenerte sobrio en todo momento y para eso hay un solo camino, bebida muy poca y drogas cero.

Marita la tenía muy clara y por supuesto que le hice caso, para mí esa asistencia era la oportunidad de conocer algo nuevo, distinto, para eso debería estar sobrio, sin ninguna duda.

El viernes, después del cierre del negocio, nos fuimos directamente para la casa quinta, Marcelo y yo. Nos cambiamos de ropa en el cuarto privado de Marcelo y pasamos a buscar a Rodrigo por su casa, que nos quedaba de pasada.

Me impresionó la arboleda que había al frente, el jardín, el camino de acceso, la fachada de la casa, estilo colonial, con grandes galerías que la circundaban, la iluminación, todo estaba en armonía, era como un buen presagio, como un seguro de que la pasaríamos estupendamente.

Nos recibió una señora de mediana edad, nos indicó donde podíamos estacionar el auto y hacia donde dirigirnos para encontrarnos con el resto de la gente. No éramos los primeros en llegar, tampoco fuimos los últimos, porque después nuestro siguió entrando gente hasta casi la medianoche.

Nos reunimos en una ambiente grande, en él había sillones distribuidos en toda su extensión de distintas formas, de a dos, de a cuatro, mirando hacia un lado o hacia otro, bastante informal, bien diseñado ese aspecto. Había también una gran barra, con banquetas y se veían botellas con bebidas de todo tipo y color. Tras la barra había un barman y dos jóvenes que serían sus asistentes. La música podía escucharse sin necesidad de gritar para hablar con otra persona. El piso estaba alfombrado y la temperatura interior creo que superaba en algún punto los 20 grados, lo que la hacía súper agradable.

A nuestro ingreso a este gran ambiente, nos fuimos directamente para la barra, por esa costumbre de iniciar la velada con una copa en la mano, mientras pedíamos las bebidas, se nos acercó un señor maduro a saludar a Marcelo, quien nos lo presentó como Juan, el dueño de casa.

- Chicos – nos dijo Marcelo a Rodrigo y a mí – les presento a Juan el español, él es el anfitrión, este joven a mi derecha es Fede y este es Rodrigo – dirigiéndose ahora a Juan.

- Mucho gusto de conocerlos chicos y tu Marcelo, siempre bien acompañado, eh?, espero que tengamos una buena velada. Tú sabes que esta vez vendrán algunas mujeres, espero que todo salga como siempre.

- Descuento eso Juan, tu sabes que nosotros siempre la pasamos genial, esta vez no tiene porque ser distinto, no?

- Efectivamente, con permiso y desde ya que tus chicos se sientan como en su casa – con esto Juan el español, se retiró a seguir saludando y recibiendo gente.

Este señor, estoy hablando de Juan el español, nos contó Marcelo a Rodrigo y a mi, vivía alternadamente en su país y en el nuestro. En su país natal, España, tenía sus inversiones y en el nuestro sus distracciones.

Algo me había contado acerca de este señor Marcelo, entre esas cosas me había comentado lo curioso que le resultaba,  ya que sin ser gay organizaba fiestas y reuniones, en las que participaba pasivamente, lo hacía como voyer, a él le gustaba ver como se movía la gente, se acercaban unos a otros, se levantaban, bailaban, se mimaban y terminaban haciendo el amor o no, según sea el caso.

Siempre comentaba entre amigos, el tema este del comportamiento de los gays en este tipo de encuentros. Lo abierto que eran, como podía ser que parejas añejas, de muchos años de convivencia, llegaran a una reunión y anduvieran cada uno por su parte, sin celarse, ni reprocharse nada y después de concluida la velada, retirarse abrazados o tomados de la mano, tal como habían venido.

Este tipo de comportamiento se da excepcionalmente en una pareja hétero. Lo mismo en una pareja lesbiana, difícilmente se presten a intercambios o fiestitas de este tipo. En contraposición los gays siempre están dispuestos a pasarla bien, tienen claro que un momento de distracción es solo eso, lo cual no implica dejar de querer o amar a su pareja.

Juan el español, era un hombre observador, charlaba con todo el mundo, no se mezclaba sexualmente con ninguno, tenía muy claro su preferencia sexual, lo que no le impedía rodearse de amigos gays y disfrutar de sus fiestas.

Marcelo, una vez que Juan el español se retiró a continuar con su ronda de saludos, nos comentó que en esta oportunidad iba a poder comprender un poco más el comportamiento de este señor, porque habría presencia de mujeres.

- En breve me daré cuenta que es lo que le gusta a Juan, se que no es homosexual, eso es por ahora lo único que se de él.

- Realmente te preocupa lo que pueda ser o hacer este señor Marcelo? – preguntó Rodrigo.

- No me preocupa, solo quiero a través de su comportamiento, descubrir sus gustos, digamos que tengo esa intriga, no más que eso – explicó Marcelo.

Seguimos charlando de esto y de lo otro, la gente siguió llegando y el ambiente se fue poblando, se ocupaban los distintos lugares, algunos ya comenzaban a bailar y yo deslumbrado, no sabía para donde mirar.

De pronto siento que alguien me habla desde atrás, casi apoyado en mi espalda, sentí que me hablaban pero no alcancé a comprender la frase. Sentía una respiración en mi cuello, en la parte posterior, lo que me provocó una cosquillita, una mano me toma desde atrás por la cintura y me obliga a rotar mi cuerpo. Me estaba sacando a bailar, alguien mucho más alto que yo, lo supe, lo sentí, antes de girar mi cuerpo levanté la vista para mirar hacia Marcelo y lo vi enfrascado en una conversación con Rodrigo.

De todos modos, ya habíamos charlado de esto con Marcelo y Rodrigo, llegábamos a la reunión juntos y nos volvíamos de la misma manera, ahora durante nuestra permanencia allí, cada uno hacia su propia vida, sin importar lo que hicieran los otros, esa era la regla principal.

De todos modos, sentí la necesidad de pedir permiso o autorización a Marcelo, por alejarme aunque sea un momento, pero él no me estaba mirando. Giré mi torso y vi a un hombre mayor que yo, tal vez treinta años pensé, era alto, no me equivoqué en eso, no era buen mozo, no era un tipo atractivo, pero tenía algo envolvente, de esos que te hablan tanto que o te terminan convenciendo o le dices que si, solo para no escucharlo más.

- No quieres bailar conmigo, rico? – me dijo, yo lo miré a los ojos y su mirada me mató.

- Dale, bailemos – le contesté, me tomó la mano y me arrastró hasta la pista de baile, que estaba en uno de los costados del salón, entre la barra y los sillones.

Me llevaba como si fuera algo de él, caminaba delante de mí extendiendo su mano que tomaba la mía, obligándome a seguirlo. Estaban pasando un tema de Luis Miguel, más romántico imposible, no daba para bailar suelto, me entró un poco de miedo, me pregunté si me estaría mirando Marcelo, si se habría dado cuenta que yo ya no estaba junto a él.

Llegamos a la pista de baile y este hombre que me arrastraba se detuvo, giró su cuerpo hasta quedar frente al mío, colocó sus brazos en mi cintura, juntando sus manos por detrás de mí en un abrazo que me atrajo hasta pegarme a su cuerpo. Levantó mis brazos por sobre sus hombros, de forma que quedé como colgado de él y comenzó a moverse al ritmo lento de la música que sonaba.

Me apretó más contra él hasta hacerme sentir todo su cuerpo, su bulto sobre mi muslo, casi sobre mi vientre y siguió apretándome hasta que levanté mi rostro para mirarlo y ahí se aprovechó y besó mis labios, sin previo aviso. No sabía ni como se llamaba, pero supe que sus labios eran húmedos, de una humedad absoluta y calientes como el pan recién salido del horno.

- Espero no te haya molestado, me llamo Carlos – me dijo a modo de presentación, luego de haberme dado un pico impresionante, con labios entreabiertos y regados de saliva, para esto se separó de mi cuerpo, mirándome fijamente a los ojos, mientras esperaba mi contestación.

- mmm . . . yo soy Fede, me gustó tu beso, aunque creo que mucho más me impresionó, no te conozco y con este comienzo, no se como seguimos – le contesté y con esto le di pie para lo que siguió después.

Carlos me apretó más fuerte aún, yo sin querer junté mis manos igual que él, solo que a la altura de su cuello. Estábamos perfectamente abrazados, me llevaba con el ritmo de la música hasta uno de los costados de la pista, hasta quedar contra la pared.

Ahí me apretó para que volviera a levantar mi cara hacia la suya y esta vez no fue un pico, sino que me apoyó sus labios sobre los míos, con su lengua en punta, que se introdujo en mi boca y enseguida encontró a la mía, para entrelazarse frenéticamente. Como disfruté ese beso, me encantó, mucho más cuando sentí apoyado contra mi vientre el bulto de su verga que ya estaba endurecida, que placer estar así.

Mientras me besaba con mucha pasión, una de sus manos había subido por mi espalda hasta mi cabeza, acariciando la parte posterior, enredando sus dedos en mi cabello. La otra no había perdido tiempo, había levantado apenas mi camisa hasta sacarla fuera del pantalón para poder acariciar mi piel a la altura de la parte superior de la cintura. Después bajó rápidamente y siguió en descenso entre mi piel y el pantalón, con la palma tocando mis nalgas, el dedo del corazón recorriendo mi raya y sopesando el calor de mi culito, de mi orto, dando pequeños golpecitos sobre él, provocando en mi sensaciones de extremo placer.

Carlos no se detuvo ahí, no se conformó con eso, quería más y me lo demostraba con cada uno de sus movimientos. Al notar mis respuestas corporales a su accionar, quiso más, tomó una de mis manos y la apoyó sobre su verga, por fuera del pantalón y yo se la acaricié y la palpé, quería sopesar el tamaño, la dureza, la calentura que tenía él y la que yo sentía.

Me llevó hasta un sillón, de los más alejados que había en la sala, yo consentía sus movimientos, se sentó con sus piernas bien abiertas y me hizo arrodillar entre ellas. Se desprendió el pantalón, abrió su bragueta y me dijo:

- Es todo tuya, muéstrame que sabes hacer – señalándome su verga caliente y endurecida por la calentura que tenía.

- Mmm, si, la quiero para mi – le dije, muerto de la calentura. En ese momento me había olvidado de Marcelo, de Rodrigo, de mi hermana, de todos los que conocía, solo existía para mí este hombre, Carlos – glup glup splash splash.

- Si, vamos, chupa bien rico, vamos mmm que bueno, vamos chupa pedazo de puto, que me gusta como lo haces, así, así, ahora toda adentro, vamos puto.

- Te gusta, mmm amor, glup splash, es mía, si?

- Si, es tuya, chúpala bien y después te cojo, putito, vamos ahhh ahhh que bien que la mamas.

Me resultaba evidente que Carlos no iba a tener mucho aguante, porque a poco que empecé a chupársela, los líquidos preseminales empezaron a inundar mi boca, a punto tal que en un momento le pregunté si ya me estaba acabando, cosa que negó, pero a su vez me dijo que estaba en las puertas, que no le faltaba mucho.

- Mmm quieres acabar, hazlo – le dije – glup glup splash – y Carlos no fue más que escucharme decir esto y tomarme de la parte de atrás de mi cabeza para sujetarla mientras me llenaba la boca de semen, primero un gran chorro que tragué sin llegar a saborear y después cuando vinieron las otras descargas, alcancé a tirar mi boca hacia fuera para poder degustar esa leche calentita que me estaba dando.

Terminé limpiando, como corresponde, la verga de Carlos y éste agradeciéndome la rica mamada que le había hecho.

- Que bueno, me gustó Fede, la chupas muy bien, que contento que estará tu novio contigo, porque supongo que un chico como tu tiene que tener novio?

- Me alegro que te haya gustado como te la chupé, si, tengo novio y anda por ahí, ahora no lo veo, pero está acá, entre nosotros.

- Bueno, espero que no sea celoso, jajaja – me dijo en tono de broma.

- No, no lo es, tenemos una relación abierta, con libertades mutuas, yo tampoco soy celoso – le contesté.

- Ah, pero que bien, te gustaría ir por más? – me clavó la vista, me tomó de ambos brazos para que yo también le mirase a los ojos y me descerrajó esa pregunta, que requería respuesta inmediata por el tono en que la formuló.

MARCELA   ( marce459@live.com.ar )