MI HERMANA Y YO - Parte 8

Miguel llega de visita a mi casa, conoce a mi hermana, pero antes de ella estoy yo

MI HERMANA Y YO - Parte 8

Por supuesto que todo esto nos hizo de alguna manera cambiar el ritmo de vida, ya que el dinero que yo ganaba en la librería ahora nos rendiría mucho más y luego con las entradas extras que tenía mi hermana, las empezaríamos a ahorrar por aquello de que el que guarda tiene.

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Mi vida transcurría entre mis estudios, mi trabajo en la librería junto a Marcelo y Rodrigo y mi relación con el padre Marcos, de la que también participaba mi hermana. Con tantos ingredientes, se había vuelto un poco complicada o más que eso, se podría decir que estaba siendo algo intensa. Porque no tenía respiro y eso no es bueno, por supuesto que gozaba mucho de estar con uno y con el otro.

Con Marcelo la pasaba genial, porque él había sido mi primer hombre y además sentía un cariño especial estando en su compañía, que descuento era mutuo. Además estaba el ingrediente de esa tercer persona que hacía ingresar a nuestra cama y que hasta el momento desconocía quien era, porque siempre que hacíamos la cama de tres, me obligaba a colocar la bincha.

Al padre Marcos comencé a visitarlo por conveniencia y terminé haciéndolo por placer, porque cada vez que estaba con él, hacíamos algo nuevo y siempre me sentí muy bien tratado o sea que esta relación pasó a tener el condimento del cariño.

A veces conversaba con mi hermana de esta situación que tenía, de estar saliendo con dos hombres en forma simultánea y luego de darle vueltas al asunto, no llegábamos a ninguna conclusión respecto a si debía dejar a uno de los dos. Esa era la causa por la cual seguía mi relación con ambos y no me decidía ni por el uno, ni por el otro.

Justo cuando estaba en esta encrucijada amorosa, recibí un llamado de mi compañero de estudios, Miguel, con quien había tenido un par de acercamientos. El se definía como un tipo hétero, que nada tenía que ver con chicos como yo, por eso me tenía prohibido que lo llamara, ni siquiera podía enviarle correo electrónico.

- Hola Miguel, que gusto me da que me llames – le contesté.

- Escucha bien, tengo deseos de verte, tengo algunos planes para ti, puedo pasar por tu departamento y conversamos? – me dijo tipo en un tono de conversación tipo espía internacional.

- Cuando gustes puedes venir a verme, yo puedo durante la semana por la noche o los fines de semana durante el día, me avisas y te espero, tu dime cuando vienes y me quedo en casa para recibirte – le contesté dándole mis horarios para facilitar su decisión.

- Prefiero ir durante la semana por la noche, necesitas que te avise el día justo?

- Es preferible para mí si me avisas.

- Vamos a estar solos o estará tu hermana, porque me habías dicho que vivías con tu hermana.

- Si, es verdad, vivo con mi hermana, es posible que esté o no, no te lo puedo decir, no tienes días fijos para salir, me entiendes?

- Porque me gustaría ir un día que estemos solos tu y yo – me insistió en el tema.

- No te preocupes por mi hermana, ella sabe todo de mí, si ella está, nos encerramos en mi cuarto y ella no nos molestará para nada. Yo hago lo mismo cuando ella recibe algún noviecito.

- Está bien, confío en ti.

Miguel dejó pasar un par de semanas, a punto tal que me olvidé un poco de su llamado, ni siquiera ya pensaba que podría ser él cuando esa noche sonó el teléfono.

- Fede soy yo, quería saber si puedo pasar en un rato a verte – era Miguel, por supuesto que le había conocido la voz y su deseo en venir a verme me puso por demás ansioso y contento.

Por que él era para mi un reto, algo especial, yo solo había podido acercarme y estar con Miguel en dos oportunidades y en ambas oportunidades me quedé con las ganas de disfrutar más de ese lindo muchacho. Pero él no me lo permitió, me trató siempre muy a la distancia, no sentía ninguna atracción por mí que no fuera una calentura pasajera y una vez que se la sacaba, ya no quería tenerme ni cerca.

- Hola Miguel, que bueno que me hayas llamado, estoy en casa, te espero, vienes pronto? – le conocí la voz al instante y le pregunté en que momento vendría para acomodar mi cuarto, ya que estaba bastante desordenado y estando Marita en casa, lo más factible era que nos refugiáramos en el dormitorio.

- Hoy voy, no me preguntes la hora porque no la sé, pero que hoy nos vemos eso es seguro. Tu hermana va a estar esta noche Fede? – me preguntó siempre obsesionado con la presencia de mi hermana.

- Si Miguel, está pero quédate tranquilo que ella está en su historia y nosotros en la nuestra.

- Bueno espero que sea como tú dices. Nos vemos más tarde.

Yo quedé muy contento y lo compartí con Marita. La ayudé a preparar algo para cenar y después de la cena, me metí en la ducha, para reparar mi cuerpo de la rutina diaria y cambiar la ropa para recibir a Miguel.

- Uy hermanita, que contento que estoy, no sabes como me gusta este chico.

Mientras estaba duchándome, Marita limpiaba la cocina y el comedor, arreglaba los sillones, los almohadones, para que todo estuviera en su lugar y fue en ese preciso momento que sonó el timbre.

- Si, quien es? – preguntó Marita por el portero eléctrico..

- Busco a Fede, soy Miguel – tardó en responder unos segundos, ya que no le causó gracia ser recibido por mi hermana.

Marita lo hizo pasar, le indicó que debería tomar el segundo ascensor, ya que no todos paraban en nuestro piso y luego que Miguel llegó a nuestra puerta, lo recibió presentándose como mi hermana dándole un beso en las mejillas.

Miguel quedó duro e impactado al conocer a Marita, ya que a la belleza natural que tenía, había que agregarle la gracia, lo bien que se vestía y perfumaba y por sobre todas las cosas, la mirada que tenía que lo decía todo.

Marita cuando miraba a una persona, le estaba diciendo hasta donde iba a poder llegar, si iban a ser meros conocidos, si llegarían a ser amigos o si habría posibilidad de poder llegar a más.

Y ese llegar a más, estaba presente no solo en los hombres que se le presentaban a diario en distintas circunstancias, horarios y lugares, sino también en muchas mujeres en las que despertaba un cierto magnetismo, una atracción, algo difícil de explicar.

- Buenas noches, soy Miguel – se presentó medio quebrado por la impresión de ver a tan bella, joven e insinuante mujer – tu eres la hermana de Fede, no es así?

- Mucho gusto, si, soy la hermana de Fede, Marita es mi nombre y tu eres amigo de mi hermano?

- Si, estudiamos juntos – muy corto para contestar, no esperaba tener ante si, una pendeja como Marita, linda, fresca, sumamente agradable – con permiso.

- Adelante, pasa y siéntate, Fede ya viene o quieres esperarlo en su cuarto? Se está duchando, supuso que vendrías más tarde.

- Está bien, no quiero causar molestias – dijo Miguel, sin saber si debía quedarse a charlar con ella o pasar a mi cuarto a esperarme y perderse la oportunidad de estar aunque sea unos instantes al lado de ese pedazo de minita.

- Yo hubiera preferido que te quisieras quedar a charlar conmigo, pero bueno, si te da lo mismo, pasa al cuarto de mi hermano y espéralo que ya sale – le contestó Marita desequilibrándolo más de lo que estaba, porque si estaba desorientado con lo que le había dicho ella, llegó a estarlo mucho más todavía.

- No, escucha, prefiero quedarme a conversar contigo, es que no quise interrumpir lo que estuvieras haciendo -  se apuró a contestarle Miguel, en un intento de ganar posiciones al lado de mi hermana.

- Te estaba haciendo un chiste, anda, pasa y espéralo a Fede, ya seguro está listo – le contestó mi hermana, dejando a Miguel en la incertidumbre respecto a si ella le había dado bola o no.

Tras hacerlo ingresar a mi dormitorio, cerró la puerta y lo dejó solo, Miguel se puso a pensar como no podía ser de otra forma, en la mujer que lo había recibido, en lo linda que estaba y en lo hermoso que podría ser tener algo con ella.

Eso estaba imaginando cuando entré yo al cuarto, venía desde el baño envuelto en una bata, casualmente de Marita, la podía usar porque teníamos aproximadamente el mismo cuerpo. Miguel se sorprendió al verme, ya que lo primero que descubrió en mi cuerpo es la falta de vello en las piernas y lo torneada que las tengo.

Luego de saludarnos, en esta ocasión me dio un beso en la mejilla, me preguntó si me depilaba a lo que le contesté que no, que era lampiño de nacimiento, que no tomaba hormonas, ni nada por el estilo para mantener la piel que tenía.

- Sabes que Fede? Te estoy mirando y descubro algunas cosas en tu cuerpo, que con ropa no se notan.

- Se puede saber que es lo que has descubierto en mi cuerpo? – le pregunté de inmediato.

- Además de lo de tus piernas, descubro que tienes cintura y cola como las minas – me lo dijo con cierta timidez y asombro – además con ese pelo largo que tienes, no se, pero dentro de poco te vas a confundir con una pendeja.

- Y ese comentario como debo interpretarlo, Miguel?

- Disculpa, te digo lo que estoy viendo, nunca te había mirado así con tan poca ropa, no te enojas verdad?

- No, de ninguna manera, tu sabes como soy, lo que me gusta y no tengo nada que ocultarte, está bien?

- Todo bien, Fede.

- Bueno Miguel, me vas a decir a que debo el motivo de tu visita? – le dije como para ir entrando en tema, porque yo mismo estaba descolocado como él cuando descubrió a mi hermana – Si mal no recuerdo me dijiste cuando me llamaste que tenías planes para mi y desde ese día estoy sumamente intrigado, pensando en que podrán consistir eso.

- La verdad Fede, tenía deseos de verte para bueno, tu sabes, tu recuerdas lo que hicimos ya un par de veces y . . .

- Quieres repetir lo que ya hicimos, verdad Miguel?

- Me gustaría, tu sigues haciendo eso, si?

- Aunque no lo hubiera vuelto a hacer, contigo lo haría de nuevo, tu sabes que me gustas mucho, por eso respeto tu pedido de no acercarme, ni llamarte, ni merodearte, ni nada. Quieres hacer algo acá? Ahora?

- No, está tu hermana, me da no se que, no me animo.

- Mi hermana ahora está en otro mundo, no te tienes que preocupar por ella.

- Entonces ella podría saber que hacemos nosotros acá encerrados?

- Tal vez lo imagine o tal vez cuando te vayas me lo pregunte.

- No me digas que tu le cuentas lo que haces con los tipos?

- No solo le cuento, en oportunidades me ha visto hacerlo, ya no se escandaliza por nada ella.

- Ella te ha visto cuando te la están dando?

- Si, somos como una sola persona, te jode eso?

- Me impresiona, ella coge adelante tuyo o mejor dicho la has visto coger a ella?

- Muchas veces y con distintas personas, esto si te jode verdad?

- Estoy más impresionado que antes.

- Quieres que te la chupe y que ella esté presente – le dije para ver hasta donde quería llegar.

- Noooo, no se si se me para con ella adelante.

- Eso de si se te para, déjalo por mi cuenta, yo me encargo de hacértela poner bien dura.

- Está bien, yo se que eres bueno chupándola, por eso estoy aquí.

- O es que estás pensando alguna otra cosa de mi hermana que tal vez me convenga saber?

- No, te juro que no, tu hermana es muy linda, me impresionó muy bien y no puedo mentir, es de esas pendejas que la ves y te la quieres comer entera.

- Comer o coger? – le pedí que aclarara – habla sin pelos en la lengua, no me voy a ofender.

- Bueno desde ya que me gustaría cogérmela, a quien no – terminó confesando Miguel.

- Sabes que yo podría interceder para que eso pase, no?

- En serio Fede que podrías hablar con tu hermana, para que me acepte?

- Por supuesto, cuando me interesa una persona, trato de darle lo que esté a mi alcance y mi hermana está a mi alcance, eso es bueno que lo sepas.

- Que, tu hablas con tu hermana y ella se entrega así de sencillo?

- Si yo le pido algo a mi hermana, es difícil que me lo niegue y viceversa, así funcionamos nosotros. Ella lo único que me va a preguntar a mi, si eso me beneficia a mi, me entiendes?

- Estoy empezando a entenderte, amiguito.

Dicho esto, me fui acercando a Miguel, dejando la charla a un costado y mirándolo a los ojos, como diciéndole: si entendiste lo que hablamos recién, actúa en consecuencia. Al pasar junto a la lámpara que iluminaba el cuarto, la tapé con un biombo, con lo que la luz pasó a ser difusa, encendí el aparato de televisión, lo puse en un canal de música y me arrodillé junto a las piernas de Miguel, que había tomado asiento en un sillón de un cuerpo que había en el cuarto.

Miguel descruzó las piernas y no se opuso a que le acariciara el bulto, me dejó sacar afuera del pantalón su verga y cuando lo hice, me la metí en la boca como estaba, para chupársela sin pérdida de tiempo, ya que estaba colorada y algo irritada de estar apretujada por sus calzoncillos, mientras manteníamos esa conversación caliente en donde mi hermana pasó a ser el centro de la charla.

No me dio nada de trabajo y al mismo tiempo muy poco placer, porque en dos o tres movimientos de arriba abajo, de adentro afuera, me largó un chorro de leche caliente que inundó mi boca, después otro chorro menos potente y otro más y así se descargó por completo hasta quedarse tranquilo y relajado.

Por segunda vez, sentí que acariciaba mi cabeza, como diciendo: bien Fede, que gusto me dio tu mamada.

- Pero que calentito que estabas amor – le dije – apenas la metí en mi boca, me acabaste enseguida.

- No me digas amor, que no soy tu amor, no me gusta – me contestó medio huraño.

- Está bien, perdón Miguel, no vuelvo a llamarte más así, pero lo cierto que me dejaste con las ganas, fuiste muy rápido.

- Es que veníamos calentando al muñeco desde que entré, primero tu hermana, después vos, después la conversación que mantuvimos y todo eso me puso a full.

- Está bien, no hay problemas – le contesté – te quedas un rato más o te vas ahora que descargaste?

Miguel estaba sentado en el sillón, con sus piernas abiertas, el pantalón desprendido, su pija afuera, morcillona, ya yo se la había limpiado y secado para que pudiera guardarla en su estuche, pero esto no había pasado. Se la tocaba con su mano derecha y me daba la impresión que estaba para un round más. Viendo como estaba que no se decidía ni por irse, ni por contestarme, me atreví a jugarme una carta brava, en mi afán de poder conseguir obtener más de ese muchachote que tanto me gustaba.

- Puedo seguir haciéndote mimos o estás molesto?

- Sigue un poco, pero suave, mientras pienso que hago.

- Es que tienes que pensar si te la chupo o no? O tal vez quieras hacer otra cosa conmigo?

- Que otra cosa quieres, a que te refieres, putito?

- Te podrás imaginar que quiero de ti, Miguel, además, putito si, pero con una hermana muy linda y que te gustaría coger y todo depende de mi, no?

- Bueno basta, habla tú también, sin pelos en la lengua, porque me cansa este jueguito de las intrigas – me contestó bastante enojado, así que tomé coraje y llamé a las cosas por su nombre.

- Sin pelos en la lengua, quiero que me hagas la cola, no quiero esperar más por ti, vamos, ven a mi cama – me paré, dejé deslizar mi bata por mi cuerpo hacia abajo y me di vuelta inmediatamente para que no viera mi verguita, pequeña y caída.

Logré que mirara mi cola y mi espalda entera, incluyendo mis piernas, me recosté en la cama, de costado, sobre una de mis piernas que tenía estirada y la otra la tenía flexionada, para que pudiera apreciar mi cola en toda su dimensión.

Creo que logré el objetivo, porque se quedó mirando mi cuerpo sin saber que hacer, me dije que tenía que animarlo y eso hice.

- Vamos Miguel, ven conmigo, acuéstate y déjame que te haga gozar, prueba mi cuerpo, no te vas a arrepentir – me acariciaba mis piernas y llevaba mi mano hasta la cola, pasando uno de mis dedos por la raya, de un modo muy sugerente, separando los cantos, ofreciéndoselos.

Miguel se incorporó y de momento no supe si era para irse o para venir a mi cama conmigo. Hizo un rápido movimiento y dejó caer sus pantalones al piso, se descalzó y se arrimó lentamente hasta la cama.

- Ven Miguel – le insistí – vas a ver que bien que la vas a pasar.

- No me decido – me dijo y creí morirme de pena.

- Está bien, dejemos esto, mejor nos vestimos y te acompaño hasta la puerta, tienes un rechazo profundo por mi que no se a que se debe.

- Si, mejor me voy – me dijo y levantó sus pantalones y comenzó a vestirse.

Yo me coloqué la bata, me ajusté un cinto que tenía para que no se abriera y lo esperé a que terminara de arreglarse. Cuando observé que ya estaba listo, le abrí la puerta del cuarto y lo acompañé hasta la salida. Marita estaba sentada en el living mirando la televisión, cosa que nos sorprendió a ambos.

- Creí que estabas en tu cuarto – le dije.

- Creíste mal, hermanito, no me iba a perder la oportunidad de saludar a Miguel o que te pensabas, eh?

- Yo no me pensaba ir sin despedirte de ti – alcanzó a decir Miguel, contrariado por la situación.

Miguel ahora se daba cuenta que su aversión por los gays lo iba a privar de saborear a esa mujercita que tenía ante si. Además esa inquina que sentía por la gente como yo, era un tema suyo, porque yo no lo había ido a buscar a él, todo lo contrario, siempre fue él el que organizó los encuentros conmigo. Entonces tenía que plantearse él mismo ese conflicto que tenía y resolverlo.

Luego de los saludos de rigor, Miguel me pidió que lo acompañara hasta abajo, para lo cual tuve que decirle que aguardara a que me pusiera ropa de calle, ya que no iba a salir desnudo o con una bata de mi hermana por el edificio, ya que a toda hora circulaba gente por los pasillos y ascensores.

Fue en esos minutos que demoré en cambiarme que aprovechó para cruzar dos palabras con mi hermana, quien se encargó de hacerlo entrar en razón.

- Fue un gusto conocerte – lo primero que le salió decirle al volver a quedarse solo con mi hermana.

- Lo mismo digo, que lástima que te vayas tan rápido, estás apurado por volver a tu casa?

- Si, no, en realidad no tengo apuro, no se.

- Entonces has discutido con mi hermano, verdad?

- No, como podría discutir con Fede, es un santo y tú lo sabes.

- Pero con eso no explicas porque te vas tan rápido y de verdad me gustaría saberlo.

- Disculpa, no puedo explicártelo.

Y en ese momento volví yo y la charla entre ellos se interrumpió. Mi hermana me miró y cuando le devolví la mirada, ella comprendió enseguida porque se estaba retirando Miguel.

- Bueno chicos, los dejo – se dio la vuelta y dejó el living.

Miguel no supo que contestar, solo dijo un buenas noches y me miró a mi, como diciendo no se que hacer.

- Vamos Miguel, te acompaño y me vuelvo porque quiero descansar.

Salimos, llamamos el ascensor, lo tomamos y cuando habíamos bajado tres o cuatro pisos, Miguel me tomó y me abrazó con mucho sentimiento.

- Quiero volver a tu casa Fede, estoy arrepentido, me porté mal contigo, puedes disculparme?

- Te disculpo si me permites llamarte amor – le contesté para desdramatizar la situación.

- Detén el ascensor y volvamos, quiero estar contigo.

Paré el ascensor, volvimos a nuestro departamento, abrí la puerta y Marita esperándome para que le contara que había estado pasando entre nosotros.

Se sorprendió al verme regresar acompañado de Miguel, le tiré un beso, le guiñé el ojo y nos metimos en mi cuarto. Me volví a quitar la ropa, de espaldas a Miguel, cuando quedé desnudo me fui hasta mi cama y me metí adentro, me tapé con el acolchado y me dí vuelta.

Miguel seguía inmovilizado, no se había quitado nada de ropa. Estaba petrificado.

- Te estoy esperando amor, quítate la ropa y ven a la cama, si quieres apaga la luz, el televisor, todo. Aparte de la ropa, despójate de esos prejuicios que no te dejan vivir en paz.

- Ya voy Fede, dame tiempo.

- Mejor si quieres, enciende el televisor, para sentir algo de música o lo que sea. Yo no te miro, solo te espero, ven Miguel – yo, estaba de costado mirando hacia la pared, no lo veía a mi chico, no quería hacerlo para no contrariarlo. Esperaba que él solo se me acercara y se ubicara detrás de mí.

Sentí algo de movimiento de ropa y al rato el colchón que se hunde, Miguel se había animado y estaba tras mío, pero separado de mi cuerpo. Me tiré hacia atrás, hacia él, apoyé mi cola contra su verga y huevos. La sentí blanda, me dije hay que hacer algo para animar a este muchacho o me quedaré sin tenerlo conmigo.

- Miguel me encanta que te hayas metido en mi cama, pero te noto muy tenso. Piensa que esto que vamos a hacer, no quitará para nada tu forma de ser, ni tu hombría, relájate, disfruta el momento, que vendrán momentos muy lindos para ti, te lo puedo asegurar.

Estaba tratando que pensara que luego de hacer algo conmigo, le cabría la posibilidad de tener algo con mi hermana, tal vez eso lo potenciara un poco. Trataba de inyectar ratones en su cerebro, si no resultaba, tendría que recurrir a las caricias y mimos, para levantar al amigo caído.

- Estoy nervioso – me dijo – dame algo de tiempo, es algo que no me deja arrancar, no te puedo explicar.

- Piensa en lo que viene después, en lo que te gusta y relájate, tal vez quieras unas caricias, unos besitos por allí abajo?

- Si, necesito que me la chupes un poco Fede, vamos chupa un poco que eso lo haces muy bien.

Me bajé hasta alcanzar sus genitales, le separé las piernas, le temblaban, luego de pasar mi lengua por sus muslos, mientras acariciaba sus huevos, noté que el amigo recobraba su vitalidad natural, me lo llevé a la boca y se lo chupé con todo mi sentimiento. Al instante estuvo duro como de costumbre, se lo dejé con mucha saliva, teniéndolo con mi mano y volví a acostarme de costado dándole la espalda a él.

- Quieres hacerlo así de costado o prefieres que me ponga boca abajo?

- Quédate así – tomó coraje cuando sintió su verga erecta, la impulsó contra mi cuerpo, me la quería clavar en las nalgas, en la espalda, entre medio de las piernas, en cualquier lugar menos en el indicado.

- Déjame que yo la guío, quieres?

- Si, vamos que quiero cogerte de una vez, mmm – ya empezaba a manifestarse como una persona normal y me seguía tirando pijazos en su afán de penetrarme sin tocarme un pelo.

- Deja amor, a ver, mmm como se te puso, menos mal que tengo crema de sobra – yo me había colocado la crema después de la ducha, previendo que esto podía pasar, así que mi culito estaba perfectamente lubricado – mmm pero que caliente que la tienes, me sientes amor?

- Si, ahí entró ya? – me preguntaba mientras pujaba y sacaba y volvía a pujar, de esa forma era bastante difícil que me fuera a entrar.

- Nooo, no entró y me estás haciendo doler, quédate quieto, que yo la pongo Miguel – cada vez que se la conseguía agarrar, se movía tanto que no podía guiarla hasta la puerta de mi orto y en esa brusquedad me hacía doler.

- Mejor ponte en cuatro Fede, te voy a coger como un perrito, así va a ser más fácil.

- Bueno amor, lo que quieras, pero deja que yo la guíe.

- Ok Fede.

Me puse en cuatro en el centro de la cama y él se arrodilló en posición de penetrarme atrás mío, le tomé la verga y la llevé hasta apoyarla en la puerta de mi culo, cuando lo hice le pedí que pujara y lo hizo tan fuerte que por poco me clava contra la pared.

- Ayyy, así no Miguel, me vas a matar, me hiciste doler mucho, ay pero que bestia, casi me partes el culo, así no amor, deja que yo la ponga, si?

- Bueno, pero dale ya.

- Mmm puja suavecito, amor, vamos, ahhhh – para evitar lo brusco de Miguel, cuando sentí la cabeza sobre mi culo, me fui para atrás y me la clavé yo hasta que entró.

- Ahí está, no te muevas, puto, que ya te la metí, ahh, lindo culito, eh?

- Ahhh, si que me la metiste, quédate quieto, ayyy mmm, me parece que es más grande de lo que imaginé, mmm ahh, espera, espera, dame tiempo que me recupere, ahora vamos, un poquito más, suavecito, mmm ahhh.

- Te gusta, eh pedazo de puto, si te habrás tragado vergas, eh? – Miguel cada vez que se soltaba, me mandaba un pijazo queriendo alcanzar el fondo, claro él no tenía la misma sensación de dolor que yo.

- Si, me gusta, pero todavía no, mmm por ahora siento dolor, mucho, muévete despacio, si? Mmm ahhh, suavecito, suave amor.

Miguel me la mandó hasta lo último, para mi sentir los huevos es saber que ya entró toda, que nada quedó afuera, es algo sumamente agradable, que disfruto inmensamente. A partir de esa sensación, me dedico a relajarme y a disfrutar el pedazo que tengo adentro, en este caso el de Miguel era un pedazo interesante, solo que su dueño era algo bruto.

- Vamos aguanta puto, que después me voy a coger a tu hermana, espero que no sea tan maricona como vos, vamos, mmm, aguanta puto, aguanta puto, toma, mmm.

Me siguió cogiendo a lo bestia, tal como era él, no sabía si lo hacía por bestia o porque sabía que estaba rompiendo una regla de su vida, el estar con otro tipo en una cama.

Pero a mi esto me estaba dando una cierta alegría, una satisfacción, más allá de cualquier otra cosa, me ratoneaba mucho pensando de quien era esa verga. Me estaba cogiendo Miguel, el muchacho que me habido querido pegar durante la secundaria, ahora lo tenía montado encima mío. Que felicidad, era todo un logro, costó mucho, pero lo conseguí.

Cuando Miguel sintió que le venía el orgasmo, se aferró bien con sus manazas de mis caderas, tiraba para atrás, para juntarla con su cuerpo y de esta forma que la verga entrara al máximo. Pujó y pujó y de pronto sentí que me inundaba, era como la sensación de que me estaban dando una gran enema, me encantó, pero mucho más me gustó sentir a Miguel acostado sobre mi cuerpo, no se animaba a besarme la espalda, pero no me importaba, lo sentía a él descansando luego de su acabada tirado sobre mi.

Yo aflojé los brazos y las piernas y pasé de la posición de cuatro a estar acostado boca abajo, con Miguel sobre mi cuerpo, que felicidad, como me hubiera gustado que alguien me fotografiara ese momento.

Por mi cabeza pasó fugazmente la figura de Marcelo, del padre Marcos, incluso la de Rodrigo, pensé en mi hermana y finalmente me dije, es un momento de vida y debo vivirlo tal como se presenta.

Cuando se durmió el pedazo de Miguel y se salió de mi cueva, la posición nuestra seguía tal cual. Yo ni loco le iba a pedir a Miguel que se levantara, aunque no pudiera respirar más, prefería ahogarme a que él se me despegara.

Pero no hay felicidad completa en este mundo y finalmente Miguel se levantó y volvió casi a su normalidad. En forma inmediata se vistió y me pidió permiso para pasar al baño, para limpiarse, se sentía sucio y era entendible. Cuando volvió del baño, yo no me había movido de donde estaba, seguía tirado en la cama boca abajo, le pedí que me pasara una toalla para ponerme en la cola, porque sentía que me brotaba mucha leche de ella y no quería que él notara eso.

Conseguí después llegarme hasta el baño, me volví a poner la bata y una vez en condiciones, lo acompañé hasta la puerta, en donde nos despedimos.

Me preguntó mientras nos despedíamos, como tendría que hacer para poder cogerse a mi hermana.

- Supongo que lo que hablamos no es cuento, verdad? – me dijo.

- Lo vas a comprobar vos mismo, Miguel, ahora es tarde, pero prometo que mañana mismo hablo con Marita para ver que te puedo arreglar. Tú tienes que mantenerte en contacto conmigo, solo eso te pido.

- Me vas a pedir algo más que eso?

- Por supuesto, lo primero que te voy a pedir es que me digas como la pasaste recién, no me has dicho nada y me da la impresión que me debes un comentario, como sea.

- La pasé bien Fede, me gustó y prometo que otro día lo vamos a repetir.

- Bueno, algo logré, te diste cuenta que no muerdo?

- Si, pero recuerda que tengo la intención de voltearme a tu hermana, me voy de tu casa con esa ilusión. Vos me lo prometiste, si?

- Yo te lo prometí y lo voy a cumplir, pero antes que te vayas quiero que me vuelvas a repetir como la pasaste recién conmigo.

- La pasé bien y te prometo que vamos a tener otro encuentro de este tipo, estás conforme?

Por supuesto que le contesté que si, lo acompañé hasta la puerta, mi hermana ya no estaba en el living, así que Miguel dejó expresos saludos para ella. Tras cerrar la puerta me fui al dormitorio de Marita, ella estaba leyendo una novela y se alegró mucho al verme.

- Y? Que tal? Como la pasaron, cuéntame que hicieron, que fue eso que se fue y volvió, cuenta hermanito.

Le hice un relato pormenorizado de toda la situación y mientras le contaba, me hizo lugar en su cama para que me metiera a su lado.

- Ya pasaste por el baño? – me preguntó – Que lástima que se fue, me quedé con ganas de darle al chico ese, estaba muy lindo y si además calza lo que tu me contaste, pues hermanito, me quedo calentita mmm.

- Te juro que si sabía esto, lo hacía pasar directamente a tu cuarto, porque se fue muerto de ganas de echarte un polvo.

- En serio, córrelo y dile que vuelva, llámalo al celular – cosa que hice, pero daba apagado y era supuestamente porque se habría quedado sin batería.

- Esto no termina así – me dijo mi hermana – trae al muñeco y hagamos algo, los hermanos deben ser unidos y ayudarse el uno al otro o no hermanito?

El muñeco era el juguetito preferido de ella, de mediano tamaño pero con una vibración variable, con distintas velocidades, era capaz de arrancar orgasmos a una estatua. Así terminamos la noche, luego de que calmara su sed mi hermana, nos abrazamos hasta quedar dormidos profundamente.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )