MI HERMANA Y YO - Parte 5

Entre otras cosas, cuento una salida que hicimos con mi hermanita, como dos buenas hermanitas y como conocimos a un señor que nos invitó a disfrutar una linda noche

MI HERMANA Y YO – Parte 5

- Bueno, ahora anda, ve a trabajar, después vemos como la seguimos.

Miguel asimiló muy bien lo que le dije, ahora me estaba despidiendo porque le daba vergüenza contestarme que yo le gustaba a él, que había un cariño entre nosotros, que superaba la mera relación sexual.

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Por supuesto que mi hermana se enteró de todo, de lo que había pasado días atrás en la escuela entre Miguel y yo en el cuarto de la limpieza y de lo que había pasado hoy, que tuve que “atender” a Miguel y tres de sus amigos. No me censuró mi hermanita por eso, solo me dijo que debía cuidarme y sobre todo proteger mi imagen, porque en la comunidad en que vivíamos estas cuestiones a veces no se perdonan y se censuran demasiado.

Ella seguía a toda costa con el plan de mudarnos, estábamos buscando una propiedad adecuada a nuestros recursos, el propio Marcelo se había ofrecido a ayudarnos en ese cometido que teníamos, a él le convenía tener un lugar más en donde poder recalar, para poder tener sexo conmigo y a la vez despegarme de mis padres, que me imponían horarios y comportamientos estrictos. Ni que hablar de tener sexo en casa de mis padres, ni siquiera una mísera franela, eso era totalmente inaceptable.

Mi relación con Marcelo marchaba viento en popa, yo había encontrado a un tipazo con quien calmar mis apetitos sexuales y además de eso me brindaba un trabajo, en donde empecé con un sueldo mínimo y puedo decir que no hubo dos meses en que haya cobrado igual, cada mes superaba al anterior, debido a las comisiones por ventas y especialmente al vínculo que nos unía.

Habíamos tomado la costumbre, de juntarnos después del horario de cierre, para mimarnos. Marcelo siempre insistía con ese sentimiento de pertenencia, me lo recalcaba día tras día y en verdad lo tomaba como una frase hecha, sin darle mayor importancia.

Esa tardecita en su despacho, me dijo que había llegado el momento de comprobar mi fidelidad hacia él.

- Hoy es el día, pollito, hoy me demostrarás tus reales sentimientos, hoy me voy a dar cuenta cuanto de verdad hay en eso de que eres mío y de que haces lo que yo quiero.

- Soy tuyo y haré siempre lo que me pidas, Marce.

- Muy bien, veremos, anda para el cuarto, me esperas desnudito, la colita para arriba, quiero que te pongas mucha cremita y te dilates bien, utiliza a Manuelito si lo prefieres y colócate la bincha, hoy toca sexo a oscuras – mi amigo Manuelito era el nombre que le habíamos puesto a un dilatador anal que él me había regalado, que me acompañaba a todas partes en mi carterita porta documentos.

- Lo que tu me pidas haré, sin chistar – hice todo lo que me pidió y quedé esperando hasta que terminara con las tareas de siempre, despachar a Rodrigo, bajar las persianas, apagar algunas luces, colocar la alarma, etc.

- A ver como me espera mi pequeño putito – dijo Marcelo al ingresar, haciendo algunos ruidos que realmente me confundieron, de corrimiento de muebles, tropiezos, si hasta creí percibir otro perfume diferente al de mi hombre.

- mmm espera, ay que desesperado, mmm glup splash splash glup glup splash, que bien que huele, mmm glup que rica – sin decirme nada, sin darme cuenta yo al estar privado de la visión por la bincha, me pasó la pija por la cara, por los labios, por las mejillas, por toda mi cara hasta que finalmente me dejó que se la chupara, obvio que esto para mi era un juego delicioso.

- Chupa putito, que hoy veré hasta que punto me quieres y me perteneces.

- Hasta el cielo te quiero Marce, soy tuyo y hago lo que me digas – no fue más que terminar de pronunciar estas palabras, que sentir un par de manos apoyadas en mis nalgas, afirmándome para apoyar una verga en mi raya, que recorrió de arriba abajo un par de veces, hasta que se detuvo en la puerta de mi culito, pujando suavemente y penetrando la cabeza y después bombeando sin parar hasta llegar a lo más profundo de mi cola.

- Ey pero Marce . . . – fue todo lo que pude pronunciar, porque me taponó la boca con su verga, ahora hasta la garganta, teniendo mi cabeza desde atrás con ambas manos, con firmeza.

- Ssssh sssh sssh, sigue chupando y relájate que hoy te vas a comer un par de pijas. Recuerda que eres mío y debes obedecerme en todo – me dijo Marcelo, muy tranquilamente.

- Glup glup glup splash splash, dé-ja-me ha-blar, glup glup glup – traté de decirle, pero volvió a ahogarme con su verga bien adentro de la boca.

- Pollito, tu eres mío y coges con quien yo diga, entendido? – me remarcó Marcelo.

- mmm si glup glup – ahora estaba comprendiendo lo que significaba mi pertenencia hacia él. Tendría que decidir si me gustaba esa vida o daba por terminada mi relación con ese hombre, mi hermanita seguramente me sabría aconsejar.

Mientras tanto la persona que tenía dándome pija por atrás, no dejaba de bombear en mi culito, esa verga tenía algo que me impresionaba y no me daba cuenta que podría ser. Sentía totalmente distinto a cuando tenía la de Marcelo adentro. Al cambiar de posición con la otra persona, el tipo se me vino adelante para que se la chupe, la tomé entre mis manos, para acariciarla y olerla porque salía de mi culito. El hombre se separó de mí, seguramente se dio cuenta de lo mismo que yo y se fue hasta el baño a lavarse. Cuando volvió se le sentía el perfume a jabón y ahí si, la tomé con mis manos y la guié hasta mis labios para pegarle una linda chupada, mientras Marcelo me seguía dando por la cola, hasta vaciarse dentro mío. Al frotarle la pija con las manos, me di cuenta que la tenía como quebrada, esa era la explicación de porque me parecía raro cuando la tenía dentro de mi cola.

- Ah putito, que lindo polvo que te eché, ah mmm, quedé cansado, me has dejado de cama – me dijo Marcelo, satisfecho luego de llenarme la cola con su leche.

Yo también quedé bastante cansadito, quería conocer al tipo que había traído Marcelo, hasta ese momento no había pronunciado una palabra. Seguí con la mamada, quise apurar para que acabara, porque Marcelo ya se había separado de mí y la leche que me había inyectado, empezaba a salir de mi cola resbalando por mis piernas, porque me encontraba en cuatro. Por suerte sentí que el tipo descargaba en mi boca los fluidos pre-seminales, que anticipaban la eyaculación.

- mmm mmm mmm – fue todo lo que dijo esta persona mientras estaba eyaculando, seguramente Marcelo le habría dicho que no se hiciera escuchar.

- ajjj glup glup, que rica tu leche, me gusta también – le dije esperando recibir alguna respuesta, pero el que respondió fue el propio Marcelo.

- Pollito, te voy a convertir en un putito de primera, ya verás todas las pijas que te voy a hacer comer, sigues siendo mío? O te arrepientes de ser mío?

- Sigo siendo tuyo Marce.

- Bien eso quería escuchar. Te quedas ahí tal como estás, yo despacho a este amigo que nos hizo compañía y enseguida te aviso para que te quites la bincha, te asees y te vistas, así te llevo de vuelta a tu casa.

- Si Marce.

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De vuelta en casa, le conté a Marita mi nueva aventura, esta vez tuvo una reacción que me dejó pensando.

- Mira Fede, que tengas un noviecito, está muy bien, necesitas tener un tipo que te de placer. Que tengas un acercamiento con un chico de la escuela, bueno, vaya y pase. Ahora después has tenido un encuentro con ese chico de la escuela y tres más, está bien que solo fue una mamada, pero una mamada a cuatro tipos no es poca cosa. Por último visitas a tu novio y te da la sorpresa que se aparece con otro tipo, al cual no has podido ver, ni escuchar, ni sabes nada de nada de él, pero a su vez te rompen el culo y te mandan verga por la boca hasta que pudieron terminar. No te parece que se te está yendo un poco la mano? Si sigues así, no vas a llegar muy lejos, que te guste el sexo, está bien, pero me da la impresión que debes cuidarte más.

- Estoy de acuerdo, aunque me dio mucho morbo lo que me pasó hoy y si quieres la verdad, lo disfruté terriblemente. Tal vez sea mi personalidad sumisa.

- Pasemos a otro tema mejor, es posible que nos estemos mudando prontito, así que prepara tus cosas, yo ya hablé con mamá y le conté todo lo relativo a nuestra mudanza..

- Que alegría y donde queda nuestro nuevo domicilio?

- En pleno centro, es un departamento dentro de un edificio muy grande, en donde no tendremos que preocuparnos por los vecinos, ya que ahí me di cuenta que nadie te conoce. Podremos hacer de nuestra vida, lo que nos de la gana, sin andar pensando en el “que dirán”.

- Buenísimo hermanita, me voy preparando.

- Además no tendrás que preocuparte por si llegas tarde y tendrás tu oportunidad de hacerme conocer a tu novio.

- Uy que lindo, que mejor que eso, poder llevar a mi novio a nuestra propia casa.

- Ojo, eso no quiere decir que vas a hacer un desfile de chicos. Ya hablaremos de cómo nos organizamos para llevar nuestras parejas, amantes o lo que fueran, sin provocar problemas.

Y finalmente nos mudamos, estaba nuestro departamento tal como había dicho mi hermanita en pleno centro comercial, durante el día no se podía caminar por las veredas, de la cantidad de gente que transitaba. Igual sucedía en las calles con los vehículos que la surcaban, autos, motos, camiones, colectivos, etc. provocaban verdaderas congestiones, que se traducían en bocinazos, mucho smog y malhumor en los conductores.

Vivíamos en un piso alto, el departamento tenía dos dormitorios, un living comedor con balcón a la calle, dos baños, cocina y un pequeño patio, si bien no era de la amplitud de la casa de nuestros padres, pero para nosotros dos solitos era suficiente.

En un dormitorio llevamos una cama de dos plazas y en el otro dos camas de una plaza y media, que llegado el caso, se podían juntar y daba como una cama extra ancha, por si se diera el caso de tener que realizar una verdadera orgía. Marita ocupó el dormitorio más importante y yo el más pequeño. Después de descargar en los placares toda nuestra ropa, ella me pasó unos cuantos vestidos, polleras, remeritas, ropa interior y hasta medias y portaligas, para que la tuviera como mía. Me regaló también dos pelucas que ella ya no usaba, para cambiar mi look cuando la situación lo requiriese, además también me pasó maquillaje, pestañas y uñas postizas, en fin, yo ya disponía de un vestuario completo, ajustado a mis necesidades.

El primer fin de semana que nos tocó vivir en nuestro departamento, Marita me propuso salir de levante como dos hermanitas.

- Siiii, eso me encanta, no sabes el tiempo que hace que estoy esperando esa propuesta tuya, hermanita – recibí esa propuesta con mucha alegría, me juré a mi mismo que debía ser algo inolvidable esa noche para mí.

- Entonces a vestirnos como para la ocasión, vamos a ir al barrio chino, mejor que vayamos de a poco, para ver como nos va – este barrio al que mi hermana me propuso ir, era un lugar de levante que quedaba muy cerca del parque adonde tantas veces habíamos ido ambos, que era el sector que lo separaba de la zona roja, a donde iban las prostitutas, travestis y todo lo que pudiera ser oferta de sexo rápido.

- Bien, me voy a poner el vestidito negro – le dije y ella me sugirió que por ser la primer salida, que me colocara unos jeans cortos, muy ajustaditos, de tiro bajo y algún top, para mostrar mi pancita. Por supuesto que le hice caso, me coloqué la peluca negra, de larga melena y flequillo tipo Cleopatra, zapatos de tacón alto y maquillado como una loba en celo. Con el perfume fui cauto, Marita me había enseñado que cuando se sale de levante, no se puede llevar mucho perfume, ya que eso espanta a los tipos que son casados o que tienen alguna relación seria.

Marita se vistió con una minifalda, remera y saquito, medias caladas, tacos ultra altos, para igualar mi altura, estaba hecha una diosa, esa noche tendríamos levante, tuve esa impresión ni bien la observé.

- Nos vamos Fede? – me dijo y acto seguido se detuvo para acordar conmigo una cuestión fundamental – hermanito, no puedo llamarte Fede si vienes a mi lado vestido como una puta. Tenemos que utilizar un nombre de mujer, tienes alguno en mente?

- Tengo uno, Chiche, le queda tanto a un hombre como a una mujer, te gusta?

- Entonces vamos Chiche, la noche es nuestra.

Tomamos el ascensor, descendimos a planta baja, Marita tomó mi brazo impulsándome a caminar hacia la izquierda, en el sentido que iba el tránsito vehicular, cuando el barrio al que nos dirigíamos nosotras quedaba hacia la derecha. Mi hermana me explicó que siempre que se sale de levante hay que caminar en el sentido del tránsito vehicular y en lo posible de la mano derecha, porque si algún automovilista se quiere acercar, le resultará muy fácil hacerlo y si se pasa, detiene el vehículo junto a la vereda y espera a que lleguemos.

- Tienes todo pensado, hermanita, contigo no corro peligro.

- Todo esto lo he aprendido con el tiempo y esos conocimientos por supuesto, los comparto contigo.

No fue más que poner un pie en la vereda y comenzaron los bocinazos, señas de luces, proposiciones de todo tipo, incluso algunos detuvieron el auto y se bajaron del mismo, para caminar junto a nosotras y hacernos saber sus intenciones. Marita, me pidió calma y que mantuviese una sonrisa en la cara, que no se confundiera con una burla y que se entendiera como una señal de buen humor. Yo escuchaba, estaba aprendiendo de una verdadera profesora.

Giramos en una esquina hacia la izquierda, la iluminación de la calle estaba a medias, Marita entonces eligió caminar por la mitad de la vereda, para que ningún automovilista dejara de vernos. El tránsito en esta calle era mínimo y lo mismo pasó cuando volvimos a girar a la izquierda para caminar en dirección de nuestro destino, al que llegamos casi veinte minutos después.

Un taxista se detuvo a nuestro paso y nos interceptó mientras caminábamos, bajándose de su auto.

- Chicas las necesito – nos dijo mirándonos a ambas de arriba abajo – tengo un cliente que me pidió que le llevara dos chicas monas y de menos de veinte.

- Te podría contestar: por quien nos tomas? Pero no, vamos directo al asunto, donde está tu cliente? Supongo que será muy importante, porque no sale él mismo a buscar algo de alegría?

- Recién lo traigo del aeropuerto, no lo conozco, pero vinimos charlando de diversos temas y al bajarse me dejó una buena propina y me dijo que iba a doblar esa propina si le llevaba a su habitación dos pendejitas bien trolas.

- Así que para ti, nosotras somos dos pendejitas bien trolas?

- Amiga no te enojes, hablo por lo que veo, no creo que con esa pinta vayan a misa.

- Está bien, te estaba jodiendo, vamos a conocer a tu amigo, si no paga lo suficiente nos traes aquí de vuelta, ok?

- Es un trato.

El tipo nos llevó a un hotel de clase alta que quedaba cerca de nuestra casa. Marita le preguntó al taxista porque el tipo no había pedido al personal del hotel que le hicieran subir dos o más chicas, todos los hoteles de categorías tienen sus chicas que les dejan muy buenos beneficios. El taxista nos comentó que el tipo prefería dos chicas que no tuvieran que ver con el personal del hotel, por un tema de seguridad personal, por miedo a extorsiones o cosas por el estilo.

El hombre resultó ser un señor de mediana estatura, bastante entrado en kilos, calvo, sonrisa agradable y billetera generosa. Su apariencia la descubrimos cuando nos recibió en la puerta de su habitación, hasta adonde habíamos subido acompañados de nuestro amigo el taxista, que después nos pidió nuestros celulares por si alguna vez se le volvía a presentar algo. Al vernos, luego de un cruce de miradas entre todos los presentes, duplicó la propina al taxista y éste nos miró como diciendo: se quedan con el gordo?

Marita guiñó el ojo al taxista y éste se retiró dejándonos solas con el gordo sonriente.

Omar, así se llamaba el gordo pelado, nos hizo pasar a su habitación y cerró la puerta. Nos tomó con ambos brazos por nuestras cinturas y nos llevó a un barcito que disponía en el cuarto. Nos presentamos y por supuesto no dejaba de mirarme a mí, el tipo estaba enloquecido con mi hermana, pero buscaba algo en mí que no encontraba, algo no le cerraba y finalmente Marita puso las cosas en su lugar.

- Omar ante que nada debiéramos charlar de algo que todavía no hemos aclarado – se refería sin duda a que pretendía el tipo de nosotras y cuanto nos pagaría en el caso de que aceptáramos su oferta laboral.

- Está claro, eso es lo que corresponde – Omar nos hablaba con una sonrisa a flor de piel y seguía tratando de descubrir que había en mi que lo obsesionaba – Ustedes me quieren contar que podemos hacer o prefieren que sea yo el que hable en ese sentido.

- Yo lo que no quiero es perder tiempo, Omar – Marita estaba notando que los minutos pasaban y no había nada acordado – desde que el taxi nos levantó y nos trajo hasta esta habitación ya pasó casi una hora, tu sabes que el tiempo es oro.

- Ok, entiendo.

- Nosotras íbamos a un sitio y ahora estamos acá contigo.

- Que me ofrecen y cuanto son sus honorarios.

- Ofrecemos todo lo que te sea placentero y algo más, descuida, de los honorarios habla tu y sin vueltas, cuanto nos ofreces Omar?

- Mi oferta son doscientos dólares a cada una, se quedan toda la noche conmigo.

- Aceptamos tu oferta, ahora antes de comenzar, estoy notando que miras mucho a mi hermanita? Que es lo que te atrae tanto de ella – le dijo Marita..

- No me digan que además son hermanas, buenísimo. Te diré, hay algo en ella que me llama la atención y no se que es.

- Te seré franca y directa, ella es tan hembra como yo, la diferencia está en que tiene pito, nació machito, pero vivió siempre como una minita. Te va a gustar, es muy interesante lo que puedes hacer con ella y ni te cuento con nosotras dos.

- Ah, entonces era ello lo que me llamaba la atención. Bueno, todo acaba de aclararse, pues que esperan para tirarse encima mío y hacerme toda clase de mimos.

Nos miramos con Marita, nos sonreímos, la una a la otra, nos levantamos de nuestros asientos y nos tiramos arriba del gordo a besuquearlo, a tocarlo por todas partes, a la vez que le quitábamos la ropa. El gordo nos detuvo cuando ya lo teníamos en calzoncillos y nos propuso:

- Chicas, las quiero totalmente en bolas, déjenme quitarles la ropa, las iré desvistiendo de a poquito, para gozarlas más y después los tres nos iremos a dar un baño de inmersión en la bañera con hidromasaje.

Obvio que aceptamos y Omar nos desvistió con especial cuidado. Cuando yo quedé solo con la tanguita en el momento que la bajó y observó mi pequeño pito, se quedó mucho más tranquilo, ya que mi aparatito era mínimo y por lo general estaba caidito.

El gordo, terminó siendo bastante pervertido, le pidió a Marita que me chupara el pito hasta hacérmelo poner durito, cosa que mi hermanita hizo y luego me pidió a mí que me la cogiera a ella. Esto no lo había hecho nunca, ni con mujeres, ni con hombres, mi pijita era un adorno que jamás había utilizado, más que para alguna ocasional o excepcional paja. Se lo hice saber al gordo y ofreció un plus de cien dólares más por cumplir esa tarea.

- Chúpamela bien hermanita, que te voy a coger – y me cogí a mi hermanita con peluca de Cleopatra, uñas y pestañas postizas – si hermanita, vamos.

- Venga esa cosita – me dijo ella y se echó sobre mi aparatito y me lo chupó hasta arrancarme suspiros profundos, sentí que la tenía sufientemente dura y le pedí que se detuviera.

- Abre las piernas, putita, que hoy te voy a coger como nunca te han cogido.

- Si, ven Chiche, vamos quiero que me la pongas despacito para sentirla mejor, vamos que ahora eres un machito, vamos putito, mmm – y se la fui poniendo, descubriendo el calor abrazador de la vagina, que era algo que no me imaginaba de esa forma. Comprendí la locura de tantos hombres por clavarse a una mina, ahí estaba el secreto, la vagina envuelve y da calor a la verga, de una forma que es irreemplazable.

- Me gusta hermanita, nunca lo había echo, me parece que vamos a repetirlo alguna otra vez, perrita, jajaja.

- No te rías y sigue bombeando que esto es hasta que me acabes adentro, mariquita.

Nosotras estábamos haciendo lo nuestro, mientras Omar situado enfrente en un sillón reclinable, se pajeaba con una de sus manos, mientras con la otra se acariciaba su raya del culo.

- No le acabes a tu hermana, no lo hagas que te quiero con esa pijita bien durita, eh putito? – me dijo Omar.

- Lo que tu digas, amor, tu mandas – le contesté.

Al rato estaba Omar chupándome la verga hasta que le acabé en la boca, a su pedido por supuesto, mientras Marita se la chupaba a él y también le lamía los enormes huevos, mientras ella misma se acariciaba y pellizcaba sus pezones para darse placer.

Por supuesto que hicimos de todo lo imaginable y posible. El gordo se cogió a Marita, haciéndola sentar sobre su pija, mientras yo le refregaba mi verga por la cara. Al fin creo que si mi hermana hubiera tenido verga como yo, el gordo la hubiera pasado mejor aún, porque demostró ser un adicto a las pijas. Cuando más tarde me quiso coger a mi, hizo levantar a mi hermana y me sentó sobre su verga despacito hasta que me entró hasta el fondo. Mi hermana le puso su concha en la cara, para que el gordo se la chupara, pero las manos de Omar estaban sobre mi pijita y mis huevos, tanto me la tocaba que le insinué que no se quedara con las ganas de hacer algo. Que lo que quisiera le íbamos a dar, como diciéndole que si quería que se la pusiera por el culo, lo iba a hacer sin ningún problema, pero no llegamos a esa situación.

Estuvimos así hasta las cinco de la mañana, ya había amanecido cuando nos retiramos de la habitación de Omar, dejándole nuestros celulares para que nos llamase cuando fuera su voluntad. No podía creer yo que nos hubiésemos ganado trescientos dólares, en una sola noche, además que debuté cogiéndome a mi hermana, me chupó la verga un tipo por primera vez y el último hito fue que le acabé al gordo dentro de su boca.

Fue una gran noche, la primera salida de las hermanitas, terminó siendo una caja de sorpresas.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )