MI HERMANA Y YO - Parte 4
Cada vez Fede se encuentra más metido adentro, apoyado incondicionalmente por su hermana
MI HERMANA Y YO – Parte 4
- Te refieres a que salga a la calle contigo, vestido de mujer?
- Si nos representa algún beneficio, ni dudarlo. Estás conmigo?
- A full, como siempre lo he estado y hoy más que nunca.
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Al otro día al ingresar al comercio, me volví a encontrar con Rodrigo, que me saludó normalmente, sin hacer alusión a la palabra “pollito”, por lo que pasé hasta el lugar de Marcelo para saludarlo con un beso en la mejilla.
- Que tal Fede, te encuentras bien?
- Perfectamente, el tiempo acompaña – era un día de sol radiante, de esos que provocan deseos de salir a pasear.
Cumplido con el saludo de rigor, me fui hasta mi mesa de textos escolares, a continuar con mi tarea. El tiempo parecía estar en contra mío, no pasaba, los minutos se me hacían largos, yo quería que terminara pronto la jornada de trabajo para poder estar con Marcelo. Finalmente llegó la última media hora, que por lo general entra un poco más de gente y ayuda a llegar al final del día, colaboré por primera vez en el cierre del comercio con Rodrigo, bajo la mirada atenta de nuestro jefe.
- Para donde vas ahora, que colectivo tomas? – me preguntó Rodrigo.
- Yo vivo a pocas cuadras de acá, así que me vuelvo caminando hasta mi casa.
- Ah bueno, que suerte, yo tengo casi una hora de viaje.
- Debes llegar cansado a tu casa – le comenté como para seguirle la charla.
- Si, llego cansado, salvo que me lleve Marcelo en su auto.
- El te lleva hasta tu casa? – le pregunté algo intrigado.
- Si, me ha llevado muchas veces, pero últimamente no lo hace.
Me quedé pensando en las palabras de Rodrigo. Por un momento me imaginé que Marcelo también podría haber tenido algún tipo de romance o acercamiento con este muchacho, era un lindo tipo de hombre, el que seguramente más de uno quisiera tenerlo en la cama. Terminado lo nuestro, Rodrigo saludó a Marcelo y se retiró mirando que hacía yo que no me movía de ahí. Me sentí incómodo, por suerte Marcelo me llamó y me devolvió el alma al cuerpo, ya que pensé que me iba a volver a mi casa con las manos vacías.
- Fede quieres pasar un rato a mi oficina, te quiero hablar de algo.
- Si Marcelo, ya me iba, pero no hay problema – dije esto para que lo escuchara Rodrigo, lo que actuó como un detonante para que éste se marchara.
Con el local cerrado desde adentro y las luces bajas, me fui hasta la oficina de Marcelo, que me esperaba tras la puerta, la cerró y me tomó con una de sus manos en la cintura y la otra por detrás de mi cabeza. Me atrajo hasta pegarme a su cuerpo, me besó con pasión, así lo sentí yo y mientras me acariciaba todo el cuerpo, la cola muy especialmente, sentí como le crecí y se endurecía su verga.
Tomé coraje y separando mi cuerpo del suyo colé una de mis manos para ponerla sobre su bulto, lo acaricié, lo apreté y finalmente liberé a la pija de su encierro. Marcelo apoyando una de sus manazas sobre mi cabeza me indicó que había llegado la hora de hacerle una mamada, para lo cual siguió presionando hasta que quedé arrodillado en el piso y con su verga dentro de mi boca.
- Ah mi pollito, que bien que la chupas, a pesar de que no tienes experiencia, te aseguró que te convertirás en un gran mamador de pijas, mmm que lindo lo haces, tu lengua, que suavidad, así, así pollito, adentro y afuera, mmm.
- mmm glup splash glup splash, me gusta chupártela Marce, mmm glup glup.
- Sigue pollito, mmm, sigue que ya me viene, ay pero que bien que la chupa mi putito, vamos, vamos, ah, ah, mmm, me viene pollito, ahí va, toda adentro, ah, mmm, ajjj – Marcelo me llenó la boca de leche, fue brutal como acabó, me dijo que toda la noche soñó conmigo, que no se podía dormir, que estuvo contando las horas hasta que llegué al negocio y cuando llegué, le pasó igual que a mi, no le pasaba más el tiempo.
Después que me tragué todo el semen de Marcelo, le seguí chupando la verga, para dejársela en condiciones, bien sequita y sin olor, a tal punto que él mismo se sorprendió del trabajo que le hice.
- No solo me la has chupado divinamente, sino que me la has dejado de lo mejor, ni los más expertos hacen el trabajo que tu me has hecho, pollito.
Marcelo no se conformaba con poco, me dijo que con eso no se conformaba y me hizo pasar al cuarto, para tener un segundo tiempo. Yo no me hice rogar, a pesar de que todavía tenía la sensación en mi culito de su verga, mal no me iba a caer otro polvo, así que me dije vamos a pasarla bien.
- Ven pollito, entre y bájate los pantalones. Acomódate sobre la cama que busco la crema – me eché boca abajo en la cama y Marcelo me dio un almohadón para que coloque bajo mi vientre, para que mi culito quede alzado hacia arriba. Mientras yo me acomodaba, él me ponía crema y se en cremaba su verga. Luego separó mis piernas con las suyas y se me echó arriba con su pija en la mano.
- Despacio Marce, mira que me duele un poco por lo de ayer – le dije.
- Tranquilo, putito, una vez que la tengas adentro, me pedirás que te la ponga fuerte, así son todos – no me gustó cuando utilizó el término “todos”, porque me sentí como uno más para él. Pero bueno, me propuse aprovechar el momento y después vería como seguir la relación.
Me la apoyó como lo había echo el día anterior, sosteniéndose con sus manos en la cama y fue moviendo su pelvis hasta que me clavó la cabeza, ahí se quedó quieto para que yo me aclimatara y cuando dejé de chillar, me la mandó un poco más adentro y volvió a parar y así me la fue poniendo hasta llegar al final.
- Ay Marce, hoy me está doliendo más que ayer, la aguanto porque me gusta, muévete pero despacito amor.
Así lo hizo, al tercer mete y saca, ya me la estaba clavando fuerte, pobre mi culito, como quedaría, pero en ese momento estaba gozando y mucho.
Siguió dándome pija por el culo, sin poder acabar, sentía el esfuerzo que estaba haciendo. Por momentos la sacaba y la separaba de mi cuerpo y me la clavaba como una estaca en mi culo y eso me volvía loco de calentura. Empecé a pegar culazos yo a él, para acompañar sus movimientos, incluso cuando la tenía adentro, le cerraba bien el orto, para que sintiera la presión y esos movimientos hicieron posible que pudiera acabarme por segunda vez.
- Ahí va putito, eres más putito de lo que pensaba, te voy a coger tanto que no lo vas a poder creer, ahhh ahhh mmm ahhh que lindo putito, te quiero.
- Soy tuyo, así que puedes hacerme lo que quieras.
- No olvido el trato de ayer, no lo olvides tú. A propósito, que sabe tu hermana de todo esto? – Marcelo me hacía esta pregunta, mientras ambos nos acomodábamos la ropa y abandonábamos la librería, para ir hasta mi casa.
- Ayer le conté lo que hicimos y se puso contenta, ella es muy buena conmigo.
- A lo mejor un día la invitamos para que vea como te cojo, quieres?
- Yo no tengo problemas con ella y ella tampoco. Yo la vi coger muchas veces a ella, he estado en autos en donde se la cogían al lado mío, así que te imaginarás que se mucho de ella.
- Algo haremos los tres juntos o tal vez invitemos a alguien más que podamos conocer y pasar momentos agradables, te parece Fede?
- Por supuesto, me encantaría – le contesté casi llegando a mi casa.
Estaba saludando a mi mamá, cuando ésta me dijo que Marita había preguntado varias veces por mí, así que subí corriendo para estar un rato y ponernos al tanto en las últimas novedades.
- Estuviste cogiendo con tu macho, verdad? – así me recibió mi hermana.
- Y cada vez vuelvo más contento, hermanita, es hermoso sentirse así, estoy enamorado, creo – le respondí con una sonrisa que marcaba mi cara entera.
- No me comentaste que tal es en la cama, por lo que veo es bueno, verdad?
- Te quedas corta, es buenísimo, bueno yo no tengo con quien comparar, es el único tipo que he conocido, por ahora, jajaja.
- Fede, creo que pintas terrible, te veo como peor que yo, lo que es mucho decir.
- No hermanita, prometo no superar tu marca, aunque no estaría mal, jajaja.
- No te dejó dolorida la cola? Dos días seguidos y encima ayer fue tu primer vez.
- Me duele un poquito, en realidad, me late el orto, tengo como una sensación de dolor, pero que no llega a ser más que eso, una sensación.
- Se la chupaste también? – me preguntó medio morbosa Marita, con una sonrisa maliciosa en su cara.
- Si, obvio, ayer y hoy de nuevo se la chupé, me gusta eso.
- Te acabó en la boca? – seguía el morbo de mi hermana, pero entre nosotros no hay secretos, ni vergüenza, ni nada.
- Si, ayer y hoy de nuevo.
- La escupiste o . . . – no quiso completar la frase, solo me miró y comprendí de que estaba hablando.
- Me la tragué todita, ayer y hoy repetí y me encantó. No me avergüenzo.
- Te comprendo, yo hago lo mismo, si el tipo es sano, no hay problema.
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Recuerdo bien aquellos tiempos de mis inicios, me pasó todo lo que le puede pasar a una persona y más también. En una ocasión, ya cerca de la hora de salida, pido permiso al profesor para ir al baño, permiso que me concede. Dentro del baño me encuentro con un chico de otro curso, que al verme entrar me empezó a provocar diciéndome de todo tipo de cosas, como que haces por acá maricón, buscas a tu novio? O por que no me iba al baño de señoritas o cosas por el estilo. Es que en el turno en que yo asistía se rumoreaba que a mi me gustaban las chicos, porque justamente me pasaba todos los recreos con mis amigas y rara vez estaba con algún chico.
- Por que me agredes Miguel, yo a ti no te molesto – le dije para que parara de molestarme.
- Por que no me chupas la pija, mariconcito? – me respondió continuando con su provocación.
- Si quieres, yo no tengo problemas – le contesté mirándolo fijamente a sus ojos. El quedó paralizado por mi contestación, por lo que le dije – o es que tal vez no se te para.
- Que no se me para, mira esto – y sacó su pito del pantalón exhibiéndomelo como para que cumpla lo que le había dicho.
Me acerqué a él, sigilosamente, porque tenía miedo que pudiese reaccionar mal y golpearme, estiré una de mis manos para tomar la verga y acariciarla y no me dio la impresión que pudiera agredirme. Entonces me acerqué aún más y agachándome, abrí la boca y me la puse adentro y comencé a mamársela.
- No, espera, que haces, ven aquí – me dijo separándose de mi – sígueme, vamos al cuarto donde guardan los elementos de limpieza, ahí no nos verá nadie.
Nos encerramos en un cuartito repleto de escobas, cepillos y trapos para la higiene, cerró la puerta y se apoyó sobre ella como para que nadie pudiese ingresar, volvió a sacar su pija afuera y me la ofreció.
- Sigue con lo que estabas haciendo, vamos que no tenemos tiempo.
- Está bien – me arrodillé en el piso y se la chupé, me esmeré al máximo, deseaba complacerlo y que se llevara una linda impresión de lo que le estaba haciendo, era uno de los chicos líderes de la escuela. Lo cierto que a la tercera o cuarta vez del mete y saca que le hice con la boca, empezaron los jadeos, los temblores y la presión típica de las manos sobre mi cabeza, para que pueda terminar adentro y no desperdicie su leche. Me tragué hasta la última gota y hasta le impedí que guardara rápido su verga.
- No espera, déjame que te la limpie bien, para que no ensucie tu pantalón – y se la seguí chupando hasta hacerla brillar como un cristal – ahora puedes guardarla.
- Escucha bien lo que voy a decir, me gustó lo que me hiciste y gracias por eso. Ahora, cuando me veas en los recreos o donde sea que me encuentres, no me saludes, no quiero que me involucren contigo, me entiendes? Si volvemos a hacer algo, yo te lo haré saber, tu ignórame, ok?
- Si Miguel, está entendido, me encantaría que volvieras a querer estar conmigo, busca el momento, te estaré esperando ansioso.
- Chau putito, cuídate – y con una sonrisa por demás amigable se fue.
Un par de semanas después, se dignó a dirigirme la palabra nuevamente. Ya nos habíamos cruzado en infinidad de oportunidades, yo siempre lo miraba disimuladamente, pero él nada, ninguna reacción para acercárseme. En esta ocasión fue a la salida de la escuela, él estaba con sus amigos en cercanías a la puerta, montado en su moto. Yo pasé al lado del grupo caminando y sin ver reacción alguna en Miguel. Tras haber caminado dos o tres cuadras, siento la moto de él que me pasa, doblando en la esquina siguiente. Al llegar a esa esquina, miro hacia adonde había tomado y lo encuentro haciéndome señas que montase su moto rápido. Por supuesto que no dudé, Miguel arrancó rápido y en el trayecto me dijo que me llevaba hasta su casa, que tenía un plan para pasarla bomba.
Cuando llegamos a su casa, me contó que sus padres no estaban presentes, que a esa hora trabajan, solamente estaba su hermana, pero ésta se la pasaba encerrada en su habitación con la computadora. Me dijo que llamara por teléfono a mi casa, para avisar a mi mamá que comía en la casa de él, porque teníamos que hacer una tarea extra para el día siguiente. Hice exactamente lo que me dijo, fuimos por algo de comida y luego directamente al cuarto de Miguel.
- Mira Fede, te cuento el plan, ahora van a venir unos amigos, dos o tres, no más que eso, te animas a hacernos una mamada a cada uno? Si no quieres hacerlo, me haces una a mi y te vas a tu casa, sin problemas, ok? – me lo dijo con la mejor onda, me dio un poco de miedo su plan y se lo hice saber.
- En ti confío, Miguel, pero no se como pueden reaccionar tus amigos, los chicos de a uno son buenos, pero en grupo se dan coraje y son capaces de cualquier cosa, me entiendes? Porque no vienen de a uno por vez, así nos vamos conociendo.
- No te preocupes, no voy a dejar que nada te suceda, tienes que confiar en mi, yo me hago cargo que nada raro suceda – me dijo mirándome a los ojos y le creí, no tenía motivos para desconfiar de él.
- Entonces que vengan, pero a ti te quiero dar tratamiento especial, me dejas?
- Adelante, pero ten cuidado con lo que haces, no te pases de la raya – me dijo esas palabras de una forma que ya me empecé a inquietar.
Me acerqué a él, comencé masajeando su bulto por encima del pantalón, Miguel se corrió hasta la puerta del cuarto para cerrarla con llave y se recostó en su cama boca arriba. Yo me arrodillé a su lado para acariciar ese bulto que no tardó en endurecer y crecer en tamaño, cuando consideré que estaba a punto, lo saqué fuera del pantalón y me zambullí a mamar esa hermosa pija que tenía mi amigo, porque ya lo podía considerar mi amigo. Mientras jugaba con mi boca y mi lengua, recorriendo la cabeza, el tronco, lamiendo y chupando con suma dedicación, deslicé una de mis manos dentro del pantalón de Miguel en busca de sus huevos. Le pedí que los sacara fuera del pantalón, para que pudiera lamerlos y chuparlos, cosa que hizo enseguida, entonces me di el gusto de chupárselos y lamerlos hasta que los temblores llegaron y me apuré entonces a meterme la verga adentro de mi boca para poder tomarme toda la leche que de ella saliera. Se la limpié como era mi costumbre y Miguel me volvió a agradecer los servicios prestados.
Pocos minutos después llegaron tres de sus amigos, a los que fue a recibir en la puerta de su casa, dejándome a mi escondido en su cuarto. Poco tiempo después subieron los cuatro y Miguel me los fue presentando, aunque todos éramos viejos conocidos de los recreos de la escuela.
- Entonces era cierto lo que se rumoreaba de ti, pequeño? – me dijo Darío, un flaco, alto y desgarbado, muy buen mozo.
- Me imagino a que te refieres, si, son ciertos los rumores, te molesta a ti que sea así? – le contesté.
- No, que va, mientras no me la muerdas, jajaja – y se rieron todos los amigos, festejando la ocurrencia de Darío, lo que me resultó increíble que interviniera Miguel en defensa mía.
- Bueno chicos, pasemos un momento lindo, aprovechemos para que nos haga una mamada y listo, él se tiene que ir rápido porque trabaja en una librería del centro.
- Quien pela primero – dijo Darío.
- Porque no empiezo contigo – propuse yo. Daría me miró aceptando mi propuesta, llevó sus manos hasta su cremallera, la bajó para extraer una flaca y lánguida verga.
- Mejor empiezo por alguno que la tenga parada o al menos con más vida – y se rieron todos de la verga caída de Darío. Este, enseguida empezó a frotársela hasta que la sangre llegó al río y tomó forma y dureza.
- Ven marica, acá la tienes, demuestra lo que sabes hacer.
Me arrodillé a los pies de Darío y volví a repetir lo que me había propuesto la primera vez que se la chupé a Miguel, hacerlo de forma tal que el chico gozara plenamente y quisiera repetir ese mismo día o más adelante. En realidad lo que inconcientemente estaba buscando, era convencer a los supuestos “heterosexuales” que el sexo entre congéneres es posible, además muy placentero y es algo que existió desde siempre, no era un invento mío.
Darío quedó enmudecido, no se atrevía a poner las manos encima mío, ni siquiera a empujar mi cabeza, para que su verga me entrase más, supongo que cruzaría miradas con sus amigos, que a mis espaldas cuchicheaban entre ellos y dejaban escapar de tanto en tanto alguna risita.
Y yo seguía masajeando los huevos por sobre el pantalón con una mano y con la otra acariciando la verga, la parte que no me entraba en la boca y tanto fue lo que hice, que finalmente logré el premio mayor y los temblores de piernas comenzaron a aparecer.
Y Darío terminó como un león, acabó divinamente, esos temblores que tuvo en sus piernas fueron tan grandes que se tuvo que agarrar de un mueble para no caer al piso. Solo atinó a decir “gracias” cuando le dejé libre su verga, luego de la limpieza reglamentaria. Se fue hasta la cama y se tiró a descansar, quien sabe lo que estaría pensando, lo cierto que quedó enmudecido, no pronunció palabra hasta que me fui de esa casa.
Luego se la chupé a los otros dos chicos, que no dieron trabajo alguno, se entregaron calladitos a que se las mamara, mientras desde un rincón de la habitación Miguel miraba y no dejaba de tocarse su pito.
Una vez que terminé con los dos chicos, lo miré a Miguel y le dije:
- Ahora te toca a ti, que eres el dueño de casa, me imagino que no querrás quedarte sin hacer nada? – le dije por si quería que se la mamara de nuevo, ocultando de esta manera la mamada que le había hecho cuando recién llegamos a su cuarto.
- Por supuesto, no me voy a quedar afuera, ven pequeño y chúpame la verga, luego quedas libre.
Lo hice según mi costumbre, con máximo esmero y dedicación, Miguel que en las anteriores mamadas me había eyaculado casi instantáneamente, ahora se demoró bastante, por lo que tuve que hacer bastante esfuerzo para llegar a un buen final. Cuando acabó fue otro de los que quedó agotado totalmente y que debió tirarse en la cama al lado de su amigo.
Pedí permiso para pasar al baño, para enjuagarme la boca y acomodar un poco mi cara y saltó Darío de su lecho de descanso, para decirme:
- Que, no me digas que te piensas ir? Todavía no te hemos hecho la colita, no te puedes ir y dejarnos así.
- Me tengo que ir Darío, nos podemos encontrar en otro momento y vemos como arreglamos, ahora no puedo, comprendes?
- Te acompaño Fede, por hoy está bien, otro día veremos que hacemos contigo – interpuso Miguel, cortando la conversación entre Darío, cumpliendo lo que me había dicho, que me cuidaría para que nada que yo no quisiese se hiciera conmigo.
Cuando me acompañaba hasta la puerta, al menos en dos oportunidades me tocó la cola y cada vez que lo hizo, yo le devolví una sonrisa pícara.
- Te gusta que te hagan la cola o eso no lo haces? – me preguntó en vos bien baja, como para que nadie pudiese escuchar, de todas formas ya estábamos bien lejos del cuarto en donde quedaron los otros chicos.
- Claro que me gusta, porque me preguntas?
- Porque tal vez otro día nos reunamos y hacemos una fiestita.
- Tu y yo solitos? Me encantaría.
- No quieres que invite a los chicos, para que te vuelvas bien satisfecho?
- No estoy acostumbrado a tanto, una cosa es chuparla, otra cosa es que te hagan la cola. Además esto que hice, fue por ti, exclusivamente. Me permites que te diga algo?
- Habla.
- Si te digo que lo hice por ti, fue porque en realidad me gustas mucho y haría cualquier cosa que me pidieras, pero contigo.
- Bueno, ahora anda, ve a trabajar, después vemos como la seguimos.
Miguel asimiló muy bien lo que le dije, ahora me estaba despidiendo porque le daba vergüenza contestarme que yo le gustaba a él, que había un cariño entre nosotros, que superaba la mera relación sexual.
MARCELA ( marce459@live.com.ar )