Mi hermana y yo - parte 3

Mi hermana siempre al lado mío, me aconseja para pasarla mejor

MI HERMANA Y YO – PARTE 3

- Algo más, todo lo que pase con tu novio o como quieras llamarlo, lo debo saber al instante, no olvides eso, de igual forma estarás al tanto de mis movimientos, a mi eso me hace estar más segura.

Ese fue nuestro trato con mi hermana.

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Marita se preocupaba mucho por mí y desde ya que era un sentimiento recíproco. Uno de los temas que más le preocupó, fue mi apariencia física. Yo en aquellos tiempos llevaba el cabello largo, ella me sugirió que era conveniente que lo mantuviera así, tres o cuatro dedos por debajo de los hombros.

- Porque quieres que mantenga el cabello largo? – me animé a preguntarle.

- En algún momento nos puede servir, cuida tu cabello, siempre limpio y no lo dañes. Tienes una piel que parece la de una chica, tienes cintura y cola, que muchas pendejas quisieran tener y lo más lindo de todo, eres absolutamente lampiño.

- Si, es verdad, no se cuando me va a salir algo de barba como papá.

- Dios quiera que nunca tengas barba y si algo te sale, haremos la depilación definitiva y te olvidarás del problema.

Mi hermana estaba en todas mis cosas, me cuidaba mucho.

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- Hola, buenos tardes – saludé a Rodrigo, que fue a la única persona que encontré en el local.

- Buenas tardes, pollito – me contestó Rodrigo, quedándome duro al escuchar el término pollito, enseguida mi cabezas empezó a dar mil vueltas, me pregunté, entonces Marcelo le ha contado lo nuestro a Rodrigo? Éste estaría enterado de nuestro juego? El secreto o la promesa de mantener esto entre nosotros dos, se había roto?

Me quedé duro, no supe si contestar algo o hacerme el tonto, opté por esta última posibilidad.

- Que tal y Marcelo? – le contesté haciéndome el boludo.

- Fue al banco, me dijo que te ubicaras en la mesa de textos escolares y pongas en orden los libros.

- Ok, trataré de hacerlo.

Comencé a ordenar los libros de acuerdo a los temas que trataban y al curso que pertenecían, me costaba un gran esfuerzo concentrarme en esa tarea, porque un mar de pensamientos distintos me lo impedía. Me distraía también mirando a la gente que entraba y tratando de adivinar, de acuerdo a su fisonomía y vestimenta, que tipo de literatura podría interesarle. De tanto en tanto, disimuladamente trataba de ver que hacía Rodrigo, me intrigaba si él me estaba vigilando, si se interesaba en mí, que podría pensar de mi en caso de haberse enterado por boca de Marcelo lo que hicimos el día anterior. Sin embargo, Rodrigo no estaba pendiente de mi, ya que no logré ni una sola vez cruzar mi mirada con la suya.

Cada tanto me acordaba de Marita, ella me insistió mucho en que aceptara mi destino, debía asumir lo que era, tenía que aceptar mis gustos o preferencias, ya que si yo mismo no me aceptaba tal como era, no podía pretender que otro u otros lo hiciesen.

En eso estaba pensando cuando apareció ante mi Marcelo. De inmediato pensé si podría llegar a estar interesado en mi o todo era una exageración de mi parte.

- Buenas tardes Fede – me dijo al pasar ante mi mesa – me alegra que estés ocupado – y sin más se dio vuelta y se fue a su oficina.

- Buenas tardes Marcelo – me quedé duro y más pensativo que antes..

Ahora sí que no sabía a que atenerme, no tenía claro nada de lo que estaba pasando. Mi salvación fue la gente que entraba al comercio preguntando por algo de su interés, lo que me mantuvo ocupado y distraído de mis pensamientos. Cuando ya faltaba cuarto de hora para el cierre del local, Marcelo me llamó a su oficina, en donde todas mis dudas se aclararon.

- Te estaba extrañando mucho, hermoso – me dijo Marcelo cuando cerré la puerta tras de mi y me senté en su escritorio tal como me lo había indicado al ingresar a su oficina.

- Yo también tenía muchos deseos de verte Marcelo – le contesté – me permites que te haga una pregunta?

- Por supuesto, te escucho.

- Marcelo, cuando llegué a tu comercio Rodrigo me saludo con un buenas tardes pollito. Me quedé pensando si tal vez tu . . .

- Si yo hablé con Rodrigo algo de lo que hicimos ayer? – me preguntó algo molesto, según mi apreciación personal.

- Si, Marcelo, perdóname pero se me dio por pensar eso.

- Nosotros hicimos un trato y yo los tratos los cumplo, tranquilo Fede, con nadie he hablado de lo nuestro. Supongo que tu también has actuado igual.

- Sssshi Marcelo, no, ocurrió que, pero no, no tiene importancia, es que . . .

- No te entiendo Fede, tranquilízate y cuéntame con quien has estado hablando de esto – me dijo con un tono serio, tirándose hacia atrás en su sillón de escritorio – porque de ese si y no que me has contestado me queda claro que con alguien hablaste..

- Con mi hermana, ella descubrió que yo, en realidad que nosotros, mira, me lo fue extrayendo con cuenta gotas, lo de anoche. Ahora resulta que yo dudé de ti, cuando en realidad el que no pudo guardar el secreto fui yo. Estoy muy avergonzado Marcelo, me quiero ir a mi casa – a punto de llorar.

- No pollito, ahora te quedarás conmigo para aclarar todo.

- Es que mi hermana, me encontró mal vestido, despeinado, con perfume tuyo en la ropa y en el cuerpo y así de a poco se fue dando cuenta de lo que había pasado.

- Entonces tu hermana sabe todo lo tuyo, compartes tu intimidad con tu hermana?

- Sí, yo se todo de la vida de ella, todo, todo, a cambio de ello debo contarle lo mío. Ella no cuestiona mis gustos, solo me cuida.

- No entiendo mucho como puede ser esa relación entre Ustedes, pero bueno, más adelante aclararemos esto. Sabes que pollito, quiero que vayas a nuestro consultorio médico y me esperes ahí, de acuerdo? – me miraba a los tratando de descubrir si yo le haría caso o insistiría en retirarme a mi casa.

- Está bien Marcelo – me paré para ir al cuarto contiguo y cuando pasé junto a él, me miró con mucha ternura y me tiró un besito con esa bocaza grandota que tenía, estaba tan quebrado, que me largué a llorar.

Marcelo alargó su brazo, tomó mi mano y me atrajo hacia él, lo hizo con tanta fuerza que caí junto a su cuerpo. Me sentó sobre sus piernas, me acarició tiernamente y me besó con su lengua grande pasándola sobre mis labios, buscando abrir mi boca y encontrar mi lengua. Me volvió a llenar de saliva toda la cara, me lamió como si fuera un perrito, lo que denotaba mucho cariño para conmigo.

De repente sentí la misma sensación que hacía tiempo había sentido con el padre Marcos. Sentí la dureza bajo mi cola, yo sabía que era eso duro, pero no me animaba a pensarlo. Marcelo apartó mi cara de la suya y me habló.

- Eres hermoso, pollito, ve adonde te mandé, me encantaría que me esperases con ganas de jugar mucho conmigo. Yo atiendo unos temas y vuelvo.

- Te espero en el consultorio, doctor – le dije riéndome, más animado.

- Busca en el placard la crema y trata de esperarme de forma de darme una linda sorpresa. Piensa que me gustaría ver cuando vaya al consultorio y sorpréndeme.

- Pensaré algo doctor – entré al cuarto, busqué la crema, la encontré enseguida, busqué la casaca que había usado Marcelo el día anterior, estaba colgada, la aparté para sorprenderlo y ahí me quedé duro. Como debía esperarlo? Esa era mi pregunta, enseguida pensé en mi hermana, en todo lo que me había dicho y en el disgusto que le había dado recién a Marcelo, al faltar a mi palabra de guardar el secreto. Tomé coraje y lo hice.

Que más quisiera Marcelo que tenerme sobre su cama, desnudito, boca abajo como a él le gustaba verme? Manos a la obra, me dije, me quité toda la ropa, la doblé prolijamente, la coloqué sobre una silla y me acosté muy nervioso a esperar que viniera el doctor. De pronto me puse a pensar en los dedos gordos de mi médico y di un salto. Tomé la crema y me puse por toda la cola, incluso dentro también, como había hecho mi hermanita conmigo. De esta forma no me dolería.

Cuando Marcelo me vio en esa posición, se puso muy contento. Me miró y salió enseguida del cuarto para dar la orden a Rodrigo que cerrase el negocio y se retirase. Volvió corriendo junto a mí, para besarme en el cuello, en la orejita, mordisquearme la nuca, la espalda y bajar con su lengua hasta mi cola. Me llenó de saliva por todo el cuerpo, se detuvo, algo lo incomodaba. Me dijo que se quitaría algo de ropa él también, pero antes debía ponerme una bincha que sacó del placard, a la altura de mis ojos, para que me relajara totalmente y dejara actuar a mis sentidos.

- Quiero que la pases bien, que estés tranquilito, vamos a jugar y te va a gustar mucho, confía en mí – Marcelo no dejaba de acariciarme y besarme, mientras supongo se estaría quitando algo de su ropa, para estar más cómodo. Yo, con la bincha colocada no podía ver nada, me sentía fantástico,esperando más besos y caricias de jefe.

Marcelo dejó de moverse, se colocó según pude sentir encima mío, apoyado sobre sus rodillas, en sentido opuesto a como estaba ubicado yo. En algún momento sentí el roce de su parte íntima sobre mi cabeza, porque él se estiraba para acariciar mis piernas y tocar mi cola, con sus dedos llenos de crema. Me los iba metiendo en la cola apenitas y los sacaba, creo que los metió casi todos y cuando se estiraba, sentía su bulto sobre mi nuca o a veces a un costado o al otro de mi cara. Yo cuando sentía su bulto, me daba vuelta y el paquete quedaba apoyado del otro lado. Al rato, Marcelo se fue corriendo hasta cambiar de posición, yéndose hacia los pies de la cama.

A esta altura, estaba deseando los besos de Marcelo en mi cuello, su aliento en la oreja, los mordisquitos en el cuello y su lengua erizando mi piel. Supuse que al cambiar su posición se concentraría en esos mimos, que él sabía que me gustaban tanto. También deseaba que apoyara su pecho en mi espalda, para que me aplastara contra la cama y me diera su calor y eso fue lo que pasó en forma inmediata.

- Separa bien las piernitas – me dijo, golpeando con sus piernas las mías hacía los costados – ahora quiero que te relajes, porque te voy a poner el dedito más grande, te va a encantar pollito.

- No me va a doler Marce?

- Si pollito, te va a doler, pero te va a gustar mucho y vas a querer hacer esto muchas veces, siente que lindo es el dedito – sentí el calor del dedo, en realidad era su verga, lo supe por la temperatura que tenía y por la suavidad. Su tamaño era importante, yo no la había visto, haciendo caso de lo que me había dicho Marita, decidí relajarme y abandonarme a lo que me estaba haciendo Marcelo. Me acordé mucho de Marita, ella me había dicho "te van a coger", "te va a romper el orto" y eso era lo que estaba pasando.

- Ahh, mmm, me parece que me va a doler mucho Marce, es muy grande tu dedito, mmm ajjj mmm.

- Aguanta, te va a gustar, aguanta, aguanta – cada vez que pronunciaba la palabra "aguanta" , su verga penetraba más y más dentro mío – aguanta pollito, te estoy cogiendo, te gusta pollito?

- Si amor, perdón Marcelo, se me escapó – había sido un acto fallido, le dije amor, porque me salió desde el alma, lo sentía así – ahhh ahhh ahhh ammm.

- Soy tu amor pollito, aguanta, tengo la pija casi toda adentro, mmm mmm mmm – siguió pujando y me la metió hasta el fondo de mi pobre culito, ahora sentía sus huevos golpearme las nalgas, lo que hizo que Marcelo se empezara volver loquito y a bombear cada vez más fuerte.

Por momentos me faltaba el aire para respirar, por momentos sentía que el dolor era reemplazado por el placer, comenzaba a disfrutar el mete y saca que me estaba dando Marcelo, se apoyaba con sus manos en la cama, levantaba su cuerpo y con cada puja que hacía en mi cola, sentía como me entraba hasta el fondo su pija. Ahora la sacaba casi por completo y la volvía a clavar cada vez con más fuerza. Me estaba gustando mucho, lo que no sabía era que quedaría mi cola latiendo por días y que por el resto de mi vida, recordaría ese momento vivido junto a mi hombre.

Percibí unos ligeros temblores que fueron de menor a mayor, Marcelo estaba por acabar dentro mío, de repente pujó con fuerza una, dos, tres veces y se desplomó encima mío, no cesaba de besar y lamerme, no paró mientras lo tuve arriba mío, dentro mío.

- La estoy sintiendo, la estoy sintiendo, me gusta Marce, dame más si quieres, mmm.

- Sientes mi pija pollito?

- No, lo decía por tu lechita, siento mi colita calentita, muévete que me gusta, hasta que te canses amor.

- Me parece que contigo me saqué la grande, vamos a cansarnos de coger pollito, los dos juntos, te gustaría ser mío solito?

- Me encantaría que seas mi novio Marce y que quieras tenerme siempre contigo.

- Entonces entrégate, se mío y te prometo que te haré gozar de mil formas distintas, esto aún no ha empezado.

- Soy tuyo Marce, haré lo que me pidas.

- Bien, entonces lo primero que te pediré es que me beses en todo el cuerpo, yo voy a tomar tu lugar y tú sin quitarte la venda, vas a besarme hasta que yo te diga basta. No dejarás ninguna parte de mi cuerpo sin besar, ok?

- Si Marce, entonces no me puedo sacar la bincha para que pueda besarte mejor?

- Primero ponte este apósito entre tus piernas, para que mi leche, no salga de tu cola, después quítate la bincha, si es que tanto quieres hacerlo.

- Si amor.

- Ahora bésame, comienza por mi boca, mi cuello, mis tetillas y continúa hasta besar mi cuerpo por completo.

Empecé a besar a Marcelo por sus labios, su cuello, sus tetillas, su pecho, su pancita, hasta que él colocó una de mis manos sobre su verga, para que se la acaricie y me asusté de lo grande que era o al menos me parecía a mí, me encantó la suavidad de esa piel, la tersura, le acaricié también los huevos, que los tenía bien grandes, hermosos, así que seguí con mis besos ahora en sus muslos hasta que mi hombre me detuvo.

- Porque no has besado mi verga pollito? Acaso no te gustó tenerla dentro de tu colita? Anda, tómala con tus manos y bésala, pásale la lengua por toda su superficie, hazle mimos que ella se pone grande y crece cuando la tratan con cariño.

- Está bien Marcelo – se la besé, le pasé la lengua y sin darme cuenta la tenía dentro de mi boca, se la chupé con muchas ganas y seguí chupándosela hasta que lo sentí temblar, después de esos temblores llegó algo de humedad a mi boca y de repente un chorro de rica y tibia leche me llegó hasta la garganta y otro más un poco menor, hasta que recibí toda la descarga, que sin dudarlo, sin ningún tipo de preguntas, me fui tragando a medida que iba entrando a mi boca.

Cuando no tuve nada más para tragar, empecé a lamer como desesperado la verga, buscando sacar algo más, pero estaba perdiendo tamaño y dureza, ya que era el segundo polvo que se echaba en apenas un ratito, lo había dejado agotado. Que felicidad recibir el semen de mi hombre en la boca, que rico sabor que le encontré, fue una de las experiencias más lindas que he tenido en la vida, mi primera mamada.

De nuevo se me ocurrió pensar en la hora, le pregunté a Marcelo y me dijo que era hora de llevarme y ahí me abracé a él y lo besé con mucho amor, quiero que me hagas esto todos los días, le dije y se reía.

- Te voy a coger todos los días que yo quiera, acuérdate que de ahora en adelante eres mío y que te comprometiste a hacer lo que yo quisiera, ok?

- Si Marce, lo tengo presente y te prometo que cumpliré lo que me digas.

- Veremos – me contestó, terminamos de vestirnos y me llevó a casa.

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- Fede, sube a mi cuarto – me gritó Marita desde el piso superior, luego de que saludara a mi mamá – tengo que decirte algo.

- Ya subo hermanita – le contesté – déjame buscar algo en la heladera y subo.

Desde la parte superior de la escalera, se podía ver la puerta del cuarto de mi hermana, ella había sentido mi subir, había abierto la puerta y me esperaba con una sonrisa enigmática que no supe como interpretar. Ingresé a su dormitorio y cerró la puerta, seguía recostada contra el marco. Me beso y me indicó que me sentara en la cama.

- Cuenta todo, no dejes detalle suelto, por la cara que traes me imagino que es lo que has estado haciendo.

- Sucedió algo muy lindo, todo lo que anticipaste ayer y dijiste que iba a pasar, pasó – le contesté con una sonrisa – y estoy muy feliz por ello.

- Entonces estuviste cogiendo con el señor ese de la librería?

- Si hermanita, ya no siento vergüenza en decírtelo, fue tal como tu me lo habías anticipado.

- Pues venga un abrazo hermanito, has perdido el virgo, ahora estás del otro lado del cerco, ya verás como tu vida cambia. Tengo muchos planes, he estado pensando mucho.

- Planes? A que te refieres? Cuenta hermanita que quiero estar enterado de que es lo que piensas.

- Quiero irme de casa, Fede, quiero que tu me acompañes y vivamos juntos, ya tenemos edad los dos para salir de casa y hacer nuestra vida, no te gustaría que podamos vivir juntos, tu y yo? – me contestó eufórica.

- Desde ya que me encantaría, podríamos alquilar un departamento, yo ya tengo un sueldo y si tú consigues trabajo, nos será mucho más fácil.

- O consigo un trabajo o consigo dinero para pagar los gastos o alguien que se haga cargo, jajaja, algo conseguiré, descuida.

-Es verdad, tú siempre te las arreglas hermanita para la ropa y las salidas. Claro tienes suerte de ser mujer, siempre puedes encontrar algún chico que te quiera invitar.

- Es así, yo aprendí a explotar un poco esa veta. Con algo de coqueteo me di cuenta que puedo obtener cosas y te aseguro que lo hago. Ven, mira esto – mi hermana me hizo ver dentro de su placard. Estaba lleno de ropa, carteras, zapatos, perfumes, había de todo, por último me mostró una cajita que guardaba bien oculta y casi me desmayo cuando la abrió: estaba llena de dinero y algunas joyas.

- Uyyy, pero de esto mamá no sabe nada verdad? – le dije sorprendido por lo que me mostró, sobre todo por lo que había dentro de la cajita.

- Por supuesto, nadie sabe de esto. Mira Fede, no me considero una puta, pero si para obtener bienestar tuviera que serlo, lo sería y punto.

- Bien hermanita, yo estoy contigo, siempre de tu lado. Ah, te quiero contar algo más. Marcelo sabe que hablamos todo nosotros, que yo se lo tuyo y te cuento todo lo mío. Así que seguro mañana me va a preguntar si te conté lo de hoy, me entiendes?

- Si te pregunta eso, le dices que seguimos con el mismo pacto. O sea, que yo estoy enterada de lo que hacen Ustedes. Es más, puedes decirle también que yo te había anticipado que esto que pasó hoy, te iba a pasar.

- Bien hermanita, eso haré.

- Sabes que Fede, me gustaría que te dejases crecer el cabello, tenemos que utilizar en provecho propio tu linda figura, eres atractivo, para hombres y mujeres, lampiño total, apenas un mínimo de vello púbico, tienes una linda cola y piernas largas, tienes cintura que muchas mujeres quisieran tener, me entiendes a donde apunto?

- No mucho Marita, dime por favor.

- A que nosotros podríamos elegir, de acuerdo a nuestra conveniencia, si salimos como lo hicimos hasta ahora o como dos “hermanitas”.

- Te refieres a que salga a la calle contigo, vestido de mujer?

- Si nos representa algún beneficio, ni dudarlo. Estás conmigo?

- A full, como siempre lo he estado y hoy más que nunca.

MARCELA   ( marce459@live.com.ar )