MI HERMANA Y YO - Parte 17

Ahora Marcos reclama mi presencia, para entregarme a un compañero suyo, aparece Claudia para ayudar en esta tarea

MI HERMANA Y YO - Parte 17

A la vuelta Cintia y Lucia regresaron a su departamento en un coche de Juan el español y mi hermana, Rodrigo y yo, nos volvimos en el auto de Marcelo.

Veníamos charlando de lo vivido durante esa noche, Marcelo decía:

  • No me imaginé que Juan pudiera ser todo lo receptivo que fue.

  • A que te refieres, amor? – le pregunté yo.

  • A que hoy no le quedó nada por mostrar, tu mismo le diste por el culo y a Rodrigo le chupó la verga, te parece poco? – me contestó Marcelo.

  • Y que tiene que ver eso o piensas que eso lo hace distinto? – le contesté desconcertado por lo que decía.

  • Lo que ocurre es que Juan daba una imagen de macho, que cualquiera de nosotros estaba muy lejos de pensar que pudiera hacer lo que esta noche hizo con nosotros – intervino Rodrigo, metiéndose en la conversación.

  • Chicos, hoy el mundo ha cambiado, no todo tiene que ser blanco o negro, hay también otros matices y Juan es un ejemplo de lo que digo – dijo Marita.

  • De cualquier manera, creo que lo sorprendimos como fuimos vestidas nosotras – agregué yo – a partir de que nos vio a nosotras, la actitud de él cambió.

  • Si, obvio que a mi no me molestó Pollito, no olvides que eres mi Pollito, eh?

  • Marcelo, a vos no te olvido, todo lo contrario, te recuerdo a cada instante.

  • Pero hoy quien te atendió a ti Pollito? – dijo Rodrigo.

  • Si, ya lo se, tu, fuiste tu el que me dio mucho cariño, amor . . .

  • Pero que hermanito más putito que tengo, como te dieron hoy, estás bien de ahí atrás? – me preguntó Marita.

  • Mi colita esta diez puntos – le contesté – si alguno de estos caballeros quieren quedarse a pasar la noche en casa, sepan que están invitados.

  • Hoy no, Pollito, mañana te atenderé personalmente y seguro que Rodrigo también querrá hacerte algunas caricias, si? – me dijo Marcelo.

  • Cambiando de tema – dijo Marita – les parece que lo nuestro de esta noche, habrá sido filmado también?

  • En esa casa se filma todo, descuida – dijo Rodrigo.

  • Pero hoy nuestro anfitrión y amigo, estuvo por demás goloso, se tragó una verga por el culo y otra por la boca – Marita era una chica muy lúcida y sabía que todo no se podía filmar, al menos ella pensaba así.

  • Tendremos que esperar otra invitación de Juan para ver sus videos, de hecho hoy no nos mostró nada de lo que había dicho que tenía para enseñarnos.

  • Hoy estuvo ocupado en otros menesteres, jajaja – dijo Marcelo, cuando ya nos estábamos despidiendo en la puerta de casa.

Estaba amaneciendo y había sido una noche muy larga, de mucho sexo, bebidas y algo más, mucho más.


De vuelta en casa, antes de acostarnos nos dimos una ducha reparadora y mientras Marita lo hacía, yo me dediqué a revisar los mensajes que teníamos en el contestador telefónico. Eran todos de publicidad excepto uno que fue el único que escuché con atención y que lo había dejado el padre Marcos.

Me pedía por favor que lo fuera a ver a la parroquia, mejor dicho a la sacristía que algo importante tenía que encargarme. Se lo comenté a mi hermana y ella me dio su parecer al respecto.

  • No le creo nada a ese cura, me parece que lo único que quiere es que vayas a visitarlo para, tu sabes para que, verdad?

  • No creo que sea por eso, me dijo que había contratado a una señora para que le atienda la sacristía y algunas otras casas también, entiendes?

  • Que, ahora se le da también por las mujeres?

  • Acaso no recuerdas lo que te hizo a ti?

  • Me acuerdo muy bien, cura sucio ese, pero creo que fue más por mi atrevimiento por querer extorsionarlo que por otra cosa.

  • Sin embargo, a mi me parece que disfrutó lo que hizo contigo – le dije a mi hermana.

  • Pero mucho más le gustó hacerte el culito a ti, no olvides que estaba presente yo cuando te lo hacía y pude observarlo bien.

  • Está bien Marita, tú ganas.

Lo cierto es que después de la charla que mantuve con mi hermana, me decidí a ir a visitar al cura Marcos, a ver que se le ofrecía, porque en el momento de brindarnos ayuda a nosotros, él se hizo cargo.

Lo hice después de salir de mi trabajo en la librería de Marcelo, le pedí a mi novio que me alcanzara hasta unas cuadras antes de la parroquia, ya que no quise que se enterara de que iba a ver al cura Marcos porque no le caía en gracia y además estaba enterado de la relación que habíamos tenido anteriormente.

Marcelo me preguntó que tenía que hacer a la noche por esos lados y le conté que tenía que ver a una persona por un encargue que me había hecho mi hermana y por suerte creyó mi mentirita.

  • Ah pero que bueno que te has dignado a venir a visitarme, pasa Fede, como estás muchacho? – me saludó el cura al abrirme la puerta.

  • Estoy bien padre, recién salgo de mi trabajo, vine directo a verlo por el mensaje que me dejó en el contestador.

  • Se te ve distinto, Fede, tienes el cabello tan largo que ya pareces una mujercita. Si te vistes con la ropa de tu hermana, nadie podría decir que eres un muchachito.

  • Lo tomo como un cumplido padre.

Me siguió diciendo lo lindo que me encontraba, que me había estilizado y que me notaba con la cola más redondita, más crecida y seguía comparándome con una mujer.

  • Hasta tienes la cintura de una chica – me dijo – y tu hermana como se encuentra?

  • Bien padre, pero cuénteme porque me citó, estoy aquí porque me intrigó el mensaje que me dejó en el contestador.

  • Si, me imaginaba que venías por ese motivo, porque parece que yo no te importo nada, verdad? Es que si no te dejo un mensaje, no te acuerdas de mi, eh? – me recriminó el cura, mientras palmeaba mi espalda empujándome para adentro.

  • No es así padre, es que estoy muy ocupado con mi trabajo y me queda poco tiempo – le dije eso por decirle algo, total yo sabía que no me iba a creer, dijera lo que dijera.

  • Escucha Fede, te he hecho venir porque necesito pedirte un favor y desde ya que no te podrás negar – me dijo de entrada, una vez que me hizo sentarme a su lado en un sofá nuevo que tenía en la sacristía – puedo contar contigo?

  • Siempre puede contar conmigo padre – le contesté – si está a mi alcance, claro está.

Me contó que había tomado una señora para que le ayudase en la sacristía con la higiene, la comida de él, incluso con algunas cuestiones administrativas. Me dijo que había contratado a esa señora porque se encontraba muy necesitada, ya que su familia la había abandonado. Por esa causa tuvo que vivir en la calle, mientras trabajaba en lo que podía o en lo que encontraba.

Yo no entendía que tenía esto que ver conmigo y en que consistiría mi ayuda, pero muy pronto lo sabría.

Al padre Marcos lo visitaría en pocos días otro cura de su misma congregación, con el cual se habían hecho amigos, ya que compartieron muchas horas de estudio en el mismo seminario. Este cura tenía un puesto importante en el clero y a él le convenía que se llevara una buena impresión de sus días de paso por la iglesia del padre Marcos.

Yo seguía sin entender nada, pero le prestaba buena atención a todo lo que me contaba, a los detalles que me daba, hasta que finalmente me dijo concretamente lo que quería de mí.

  • Necesito que el padre que viene a visitarme, disfrute su estadía al máximo, yo conozco perfectamente sus gustos, por eso se que puedes ayudarme en lo que te pido Fede.

  • Lo ayudaré padre, descuide – le decía yo, presumiendo, iluso de mi, que el favor que tendría que hacerle sería algo así como ayudarle en la iglesia, servirle de monaguillo, algo por el estilo me imaginaba, pero estaba lejos de eso lo que pretendía el padre Marcos.

  • Bien chiquito, cuento contigo entonces. Te adelanto lo que necesito de ti.

  • Si padre, estoy ansioso por saberlo – le contesté.

  • Al padre Renato le encantan los chicos tal como eres tu Fede – me dijo tímidamente – me entiendes?

  • Como que le gustan los chicos? Que tengo que hacer padre?

  • Nada que no hayas hecho conmigo o con otros hombres, Fede, por eso te llamo, porque eres la única persona en la que confío.

  • Me está pidiendo que me . . .

  • Que seas buenito con Renato, solo eso Fede. Además te va a gustar, es un tipo grandote, buen mozo, . . .

  • Pero no padre, porque me pide eso a mi, no padre, yo no . . .

  • Tu no que? Te estoy pidiendo un favor y lo tendrías que hacer sin preguntar nada, que te está pasando Fede? No es tanto lo que te pido.

  • Yo tengo novio padre, no puedo hacer eso, Usted sabe.

  • Tu lo vas a hacer y punto. No querrás que me enoje y lleve a tus padres la noticia de las actividades de sus hijos. No olvides que se quien eres tu y tu hermana.

  • Eso no me lo esperaba padre, yo también confiaba en Usted, ahora veo que me equivoqué.

  • Te equivocaste o me equivoqué yo? Quieres ver como terminamos esto?

Mientras me dijo la última frase, el padre Marcos se había levantado del sofá en donde estábamos sentados, se paró adelante mío y se levantó la sotana, la clásica sotana, quitándose la ropa que llevaba por debajo de ella. Se corrió hasta la puerta para cerrarla, lo mismo hizo con las ventanas y parado en frente de donde yo estaba, con una mano se acariciaba los huevos y con la otra pajeaba su verga hasta que la tuvo bien parada.

Había alcanzado una erección total, de donde pude descubrir que todo lo que me estaba diciendo, le producía una excitación creciente. Después de exhibírmela con una mano, mientras con la otra alzaba sus grandes huevos, me dijo:

  • Que esperas para chupármela, mariquita.

  • No, padre, por favor no me pida eso – le dije, aunque la sola visión de ese panorama me calentó un poquito.

  • Que me la chupes, marica, te he dicho.

  • Mmm glup glup glup splash splash mmm, como la tiene de dura padre, glup.

  • Calla y chupa, pero suavecito, porque no quiero acabarte en la boca, te la voy a poner un poquito en esa colita linda que tienes y si quieres, después te acabo en la boca. Hoy te voy a dejar elegir donde quieres mi lechita.

  • Glup mmm bueno, pero póngame crema, porque la tiene muy dura, splash splash glup mmm.

  • Vamos, bájate los pantalones y apóyate en la mesa, que te voy a coger de parado, abre las piernas que te pongo cremita y te cojo.

  • Está bien, pero despacito, padre, que Usted es muy bruto.

Me apoyé en la mesa tal como me lo dijo, me bajé los pantalones y se me vino de atrás a ponerme la crema, aprovechando para meterme un dedo y jugar un poco con mi culito. Después, casi inmediatamente, sentí el calor de la punta de su verga pujar en mi orto para entrar y no me dio tiempo a relajarme que ya me la empezó a meter.

  • Ayyy despacito padre, ahh mmm, que duele, padrecito, despacio por favor, mmm.

Pero ninguno de mis pedidos se pudo cumplir. Al despacito que le pedí, le sucedió un fuerte empujón hacia adentro y me metió casi la mitad de su verga en mi culo y en dos empujones más, pude sentir los huevos del padre contra mis nalgas, para de ahí en más pujar cada vez más fuerte, con muchos deseos de terminar prontito.

  • Ahí va, ahí te va mi lechita, putito, toma, ahhh ahhha mmm toma puto, la sientes calentita, eh putito, mmm.

  • Ahh, claro que la siento, tengo el culito lleno de su lechita, que placer, me gusta eso, ahhh que bueno, déjeme descansar un poquito, si? Al final no me dio la posibilidad de elegir donde quería su lechita, padre.

  • Es que me calientas mucho, mariquita. Ahora con este cabello largo que tienes, pareces una mujercita de atrás, me da mucho morbo eso.

Nos volvimos a acomodar en el sofá, pero no me dejó descansar ni siquiera un minuto, en seguida llevó mi cabeza hasta su pija, doblando todo mi cuerpo, para que se la chupara hasta dejarla limpita. Yo, con una de mis manos presionaba mi cola, porque sentía que estaba perdiendo la leche que me había inyectado el padre Marcos.

Me siguió explicando el padre, que el plan de él consistía en llevar al padre Renato hasta mi departamento, para que estuviera conmigo allí y tal vez, si se daba la posibilidad con Marita también.

  • Que no se olvide esa ingrata, que yo le mandé muchas personas para que estuvieran con ella, así que esa puta también me debe y más de una, recuérdale Fede.

  • Está bien padre, yo hablaré con ella. Pero le puedo hacer una pregunta?

  • Si, como no.

  • Porque no podemos hacer lo que Usted quiera aquí en la sacristía?

  • Porque no estoy seguro que tu hermana quiera llegarse hasta acá, me entiendes?

  • Si padre, lo entiendo.

Llegué a casa esa noche y le conté a Marita lo que había sucedido. El motivo del padre Marcos era que atendiera a su amigo, el padre Renato, digamos que pretendía atención familiar.

  • Pero que se piensa ese hijo de puta, que nos va a seguir cogiendo toda la vida? Y no solo él, sino también sus amigos?

  • Espera Marita, cálmate por favor, el cura me dijo que esto es a cambio o en compensación por la gente que te manda a ti para que tú atiendas, tú sabes.

  • Está bien, una mancha más al tigre no le hace nada, ya veremos que sacamos de todo este asunto.

Por supuesto que a Marcelo no le comenté nada, ya que este asunto debía tratarlo lo más discretamente posible, ya con Marita sabríamos como salir bien del pedido del padre Marcos.

Para que Marcelo no sospechara nada de mi relación con el padre Marcos, arreglé con el cura que para trasladarme hasta la parroquia lo haría en taxi, que por supuesto abonaría él, de está forma mi novio a la salida del trabajo, me dejaba en mi casa como lo hacía todas las noches y luego yo seguía movilizándome sin él.

En la siguiente visita al padre Marcos conocí a la señora Claudia, ni bien la vi, quedé impactado por su belleza natural, ya que la conocí casi sin maquillaje, solo tenía los labios pintados. Claudia era una mujer algo extraña, de cabello

lacio, hasta la mitad de la espalda, con un tinte rojizo, labios carnosos y ojos grises, de estatura superaba el metro setenta, en el momento que la vi llevaba puesta una pollera amplia, que no marcaba su silueta, aunque se podía notar el ancho de sus caderas en armonía con el de su espalda. La ropa que llevaba ocultaba el tamaño de los senos al igual que las medias, que impedían apreciar la tersura de la piel.

Ni bien ingresé a la sala parroquial, fui recibido por Claudia, quien me sonrió escuetamente y me llevó a la presencia del padre Marcos. Supuse que esa noche mi visita estaría destinada a acordar los pasos a dar cuando llegara el cura Renato y no me equivoqué en esa apreciación.

  • Fede quiero presentarte a Claudia, ella es mi asistente personal acá en la parroquia. Claudia, él es Fede, un querido chico que conozco y trato desde hace años – tal fue la presentación del padre Marcos.

  • Mucho gusto Claudia – le dije.

  • Encantada de conocerte Fede – me respondió ella.

Una vez que fuimos presentados, pensé que ella se iría y me dejaría solo junto al cura. No me equivoqué, ni bien yo me senté en el sofá al lado del padre Marcos, ella pidió permiso y se retiró.

Comenzó nuestra charla con vistas a la visita del padre Renato, yo escuchaba atentamente lo que me decía mi anfitrión, cuando regresó Claudia a nuestra presencia, lo hizo trayendo consigo una caja de cartón que depositó sobre la mesa. Posteriormente, dándonos la espalda a nosotros, le quitó la tapa a la caja y comenzó a revisar el contenido buscando y revolviendo en su interior, hasta que encontró lo que ella misma se encargó de exhibirme y que era un vestido de mujer, más precisamente una solera, negra y blanca, con dos breteles al tono, que colocó sobre su cuerpo, a modo de exhibición para que yo apreciara.

Luego dirigiéndose al padre Marcos, le dijo:

  • Creo que este vestido es de su talla.

  • Porque no te lo pruebas Fede – me dijo el padre, mirándome a los ojos, mientras señalaba el vestido que Claudia tenía contra su cuerpo.

  • Queee? – dije yo, sorprendido por lo que me estaban diciendo.

  • Acompáñame chiquito – me dijo Claudia y estirándome de una de mis manos, me arrastró con fuerza hacia el cuarto donde tantas veces había estado con el padre.

  • Nooo, espera, padre yo . . .

  • Ve con ella Fede, te va a explicar – dijo el padre Marcos.

Me fui con Claudia, no tuve remedio, me llevó casi a la rastra, entramos en el cuarto del padre y cerró la puerta tras de si, me hizo girar para mirarla a ella y me dijo, en un tono bastante autoritario:

  • Ponte esto y calladita la boca o se terminan los buenos modales.

  • Yo no tengo porque hacerte caso a ti – le contesté.

  • Quieres que te de una paliza? Puedo hacerlo, no lo dudes.

  • Yo quiero hablar con el padre – le contesté, en realidad estaba asustado por sus palabras y por el énfasis que ponía en ellas, pero Claudia seguía revolviendo, ahora en una bolsita, buscando algo para mostrarme.

  • Dime cual de estas tanguitas te gusta, fíjate éstas que finas que son. Ah y mira estas medias con el portaligas haciendo juego, no es divino? – ella me hablaba como si fuésemos íntimos amigos o conocidos de mucho tiempo.

Pero el buen gusto y la calidad de la lencería que me estaba mostrando para que eligiese, pudieron más y me venció con eso. Porque eran tan lindas las prendas que me mostraba, que me las imaginaba puestas en mi o en mi hermana, ya que ambas teníamos el mismo cuerpo.

  • Tienes razón es ropa muy delicada, pero de todos modos, quisiera saber porque te empeñas en que las use yo?

  • Mira chiquito, estoy acá para ayudar al padre y haré todo lo que pueda por lograrlo, de la misma manera que él me está ayudando a mi. Y tú tendrías que hacer lo mismo, me ha dicho que te ha pedido un favor y que tú habías aceptado.

  • Pero el padre te ha contado a ti, el tipo de favor que me pidió?

  • Si, por eso estoy contigo.

  • De modo que tu estás enterada que va a venir de visita un cura de nombre Renato y yo tendría que ser muy amable con él.

  • Por supuesto, estoy enterada de eso y mucho más.

  • Me dejas helado, no pensaba que mi relación con el padre pudiese haber trascendido tanto.

  • Bueno ahora basta de charla y ve probándote la ropa, para que el padre te vea con el nuevo look.

  • Está bien, pero déjame solo para que pueda cambiarme en paz.

  • Te repito que estoy acá para que todo salga como tiene que salir. Tu te vas a maquillar solita? – me dijo exhibiéndome un neceser que estaba repleto de cosméticos.

  • No, para eso si necesitaría tu ayuda – le contesté – cuando me visto de bueno, tu sabes, me ayuda mi hermana o sino alguna de mis amigas.

  • Bueno hoy me tienes a mí, así que elige la ropa interior que vas a usar, ponte el vestidito y siéntate acá para que te ayude con el peinado y maquillaje.

  • Por lo menos te puedes dar vuelta, para que me cambie la ropa interior?

  • No, ni pienso hacerlo, te quiero mirar desnuda.

  • Puedes dejar de hablarme en femenino, recuerda que soy un chico.

  • No, tú has nacido un chico, pero eres una niña y bien que lo sabes y disfrutas de eso. No olvides que se muchas cosas de ti.

  • Tú ganas, Claudia.

Me tuve que desnudar en su presencia, bajo su atenta mirada. Lo primero que me dijo fue que me desnudara como lo hace una chica, no de la forma en que lo estaba haciendo.

  • Tienes que ser más sensual en tus movimientos, más delicada, suave, incluso es agradable hacer caritas, debes ser una gatita mimosa, ok?

  • Si, ya se a que te refieres, es que estoy un poco confundido por tu presencia, no tengo confianza contigo, eso es lo que me pasa.

  • Habla como la chica que eres, tal vez como una niña – me dijo.

Algo raro pasó en mi cuerpo que no pude manejar, mi pequeño pene se puso durito y agrandó su tamaño al sentir que esa mujer me estaba mirando. Por esa causa me di vuelta, dándole la espalda a Claudia, quien cuando vio mi cola, la ponderó a viva voz.

  • Que cola tan linda que tienes, pequeña, parece dibujada, es redondita, perfecta y encima tienes una linda cintura, estás para comerte niña – me dijo Claudia.

Cuando sentí la palabra niña por segunda vez, no pude evitar pensar en forma automática en Juan el español. Es que habría una conexión entre aquel hombre y este cura? O con esta mujer? Porque el padre Marcos era una persona muy conocida e influyente y me empezó a dar vueltas la cabeza. No me atreví a preguntar nada, pero tuve fuertes deseos de decirle a Claudia que me explicara como se le ocurrió eso de niña, pero desde ya que podría contestarme con una obviedad.

Claudia notó que estaba bastante silenciosa, me preguntó que me pasaba y solo le contesté que estaba viviendo mi transformación con mucho placer, pero también bastante intrigado.

  • Se puede saber que cosa es lo que tanto te intriga? – me preguntó Claudia.

  • Me pregunto como será el cura ese Renato, que tipo de encuentro vamos a tener, pensarán hacer alguna fiesta con más gente o solo será entre nosotros dos o tal vez los tres, no se, eso me intriga.

  • Escucha lo que voy a decirte, relájate, nada malo va a sucederte, solo participarás de una pequeña reunión con una o más personas. En la mente de esas personas no cabe la posibilidad de hacer nada malo, solo amarte, mimarte, pasar buenos momentos, te queda claro el tema chiquita?

  • Si, descarto que nada malo va a sucederme, me intriga mucho el no conocer a esta otra persona, me refiero al padre Renato.

  • Te va a gustar, ya me darás la razón. Es un tipo lindo, parece un hombre de campo, es grandote de físico, manos grandes, supongo que todo tendrá grande, jajaja, a juzgar por los dedos que tiene en sus manos.

  • Uy, ya veo que se me viene un tipazo de esos que son imposibles. Mi hermana conoció a uno que mejor no te cuento, por poco la desgarra, una bestia el tipo.

  • Que, te contó ella lo que le pasó con ese tipo que dices? – me preguntó Claudia.

  • Si, después cuando el tipo se fue me contó todo, porque esa noche yo estaba en casa en mi cuarto, ella lo recibió y lo hizo pasar al suyo y no podía concentrarme en mis cosas, de escuchar a mi hermana como se quejaba del dolor que le producía este hombre.

  • Ah, entonces te toca escuchar lo que hace tu hermana cuando lleva gente a tu casa? Los espías, acaso?

  • Alguna que otra vez lo hago, porque me calienta mucho, ella lo sabe. Y ella también me espía a mí, cuando alguien me visita.

  • Ustedes son dos pervertidos, me equivoco? – me dijo Claudia.

  • No, somos hermanos que compartimos todo. Además como te crees que nos espiamos? Por la cerradura? Por un agujero en la pared?

  • No me imagino, como lo hacen?

  • Por una cámara que tenemos instalada, ella puede ver que ocurre en mi dormitorio y yo en el de ella. Nos da seguridad y además nunca tuvimos secretos nosotras.

  • No me había imaginado algo así.

  • Bueno creo que ya estoy más que presentable, no Claudia?

  • Creo que te falta un pequeño detalle y es el relativo a tus pechos. Por ahora ponte un poco más de relleno, más adelante veremos como solucionaremos esto. A los hombres les gusta mucho que sus chicas tengan buenas tetas, pero ahora no tenemos tiempo para solucionar eso.

Agregué un poco mas de relleno para mejorar mi figura y ahí si, Claudia me dio el visto bueno para que vaya a presentarme ante el cura.

  • Si, ve a ver al padre Marcos a ver que opina.

MARCELA   ( marce459@live.com.ar )