MI HERMANA Y YO - Parte 16

Con mi hermana, Cintia y Lucia, nos vamos a pasar una noche a casa de Juan. Allí se nos unen Marcelo y Rodrigo, lo cual hizo que la noche fuese muy caliente, sobre todo para el anfitrión, al que le hicimos probar de todo

MI HERMANA Y YO - Parte 16

Ni bien llegamos a casa de Juan, nos esperaba una persona de seguridad en la puerta que tal como nos había dicho se hizo cargo de abonar el costo del viaje. Otra persona nos acompañó hasta donde se encontraba Juan, quien me saludó en primer lugar, sin reconocerme como Fede, si a Cintia y a Lucia, quienes le presentaron a mi hermana y después de saludarnos a todas efusivamente, se volvió conmigo ya que algo había quedado flotando en el ambiente.

  • Soy yo Juan – le dije – te conté por teléfono que esta era una salida de amigas, entiendes ahora a que me refería?

  • Realmente no me esperaba esta grata sorpresa, doblemente grata, ya que además de traerme a tus amigas, me has traído a tu hermana, que es tan hermosa como lo eres tu – me contestó tomándome del brazo y acariciando mi mejilla como descubriendo la hembra que vive dentro mío – me encantas Fede aunque desde este momento pasas a ser mi Niña, está bien?

  • Por supuesto, seré tu Niña Juan, tenía un poco de miedo de no gustarte.

  • Todo lo contrario, me gusta que la gente sea liberal, que haga lo que sienta. A propósito, me tomé la libertad de invitar a Marcelo, me dijo que trataría de ubicarlo a Rodrigo.

  • Perfecto, para Marcelo seré una sorpresa también, aunque él sabía que yo me vestía de niña para salir con mi hermana, nunca me vio, ni tampoco Rodrigo, espero que también les caiga bien a ellos.

  • Estoy seguro que ambos tendrán la misma sensación que tuve yo – me dijo Juan el español.

  • Eso espero.

Juan nos invitó a pasar a una sala en donde nos acomodamos, nos sirvió tragos y al sonar de la música nos pusimos a bailar mientras esperábamos la llegada de Marcelo. Bailábamos las tres chicas y yo, haciéndole ronda a Juan hasta cercarlo amenazándolo con someterlo a nuestros bajos instintos si no llegaban Marcelo y Rodrigo.

  • Espero que lleguen pronto o Ustedes quien sabe que cosa me querrán hacer – nos decía Juan relamiéndose y toqueteándonos a todas sin piedad. A mi, me había pellizcado el culito en más de una ocasión y tanteado mi raya con la mano abierta y el dedo del medio profundizándose hasta sentirlo casi dentro mío.

  • Ten cuidado con nosotras – le dijo Lucia – no sabes que cosas terribles podríamos hacerte y Juan siguió riéndose con nosotras y besuqueando a diestra y siniestra.

Estábamos entrando en una cierta euforia, producto del efecto que sobre nuestros cuerpos hacia la bebida mezclada con la música y el ambiente que reinaba en la sala. A este estado que teníamos, Juan pensaba agregarle un condimento más y nos lo hizo saber.

  • Chicas, las veo muy agresivas, yo debo confesarles que me tienen muy caliente y para que este estado siga y suba un poco más, tengo algo para Ustedes que les quiero convidar – y se marchó de en medio de nosotras y volvió al instante trayendo un coqueto pastillero en su mano, que nos extendió invitándonos a probar su contenido.

  • Que es esto? – preguntó Marita, ante la mano de Juan que nos ofrecía consumir lo que traía.

  • A estos comprimidos en Europa los conocen como las pastillas del amor. Tienen un efecto entre alucinante y desinhibidor, yo las invito a que lo comprueben, son de primera.

  • Si tu nos acompañas, claro que lo haremos, vinimos a divertirnos o no? – respondió Cintia que estaba bastante ansiosa.

Juan fue el primero en tomar la pastilla y nosotras hicimos lo mismo, salvo Marita que simuló tomar la pastilla, pero en realidad no lo hizo, la llevó a su boca y en medio de la confusión la escupió sin que nadie la observara.

Con mi hermana esa era una de las premisas que teníamos cuando salíamos juntas, si una de nosotras tomaba alguna sustancia, la otra debía permanecer sin consumir nada, porque siempre era importante que alguna permaneciera fresca, con las pilas puestas, por lo que pudiera pasar. En este caso, como ella me vio ingerir la pastilla, se abstuvo de consumir, se mantendría sobria para cuidarnos a las chicas y a mí.

Justo cuando empezamos a sentir todos (excepto Marita) el efecto de las pastillas, llegaron Marcelo y Rodrigo, que nos vieron en un estado semi inconciente, habíamos dejado de bailar y nos encontrábamos recostados en un conjunto de sillones, todos mezclados, uno arriba del otro y todos muy calientes.

Juan estaba sentado en la parte central, me tenía a mi abrazada a su cuerpo, la cabeza de Cintia se apoyaba en mis rodillas y sobre ésta descansaba Lucía.

Marita, que era la única que estaba sobria, pero simulaba no estarlo, estaba del otro lado de Juan, sin participar mucho de la acción.

Marcelo y Rodrigo, según me contó mi hermana, se sirvieron un trago cada uno y sin probar las pastillas que habían quedado sobre un mueble a la vista de todos, se unieron a nosotros.

Me cuenta mi hermana, que Marcelo se sorprendió gratamente cuando me descubrió entre los brazos de Juan vestido de mujer, lo mismo que Rodrigo, que se lanzó sobre mi cuerpo para besarme por todas partes, formando un trío con Juan.

  • Eh, espera Rodrigo, déjalo con Juan que lo tiene abrazado – le recriminó Marcelo a su amigo que se había tirado como loco encima mío, enloquecido de verme como estaba vestido.

  • Déjame amigo, no le voy a hacer nada que no le haya hecho antes, si? – le contestó Rodrigo.

  • Bueno, pero ten cuidado con Juan y con las chicas, ten calma – remarcó Marcelo.

Rodrigo se acuclilló en el piso para levantarme la pollerita que tenía y quitarme la tanguita, dejándome puestas las medias y portaligas, que me daban un aspecto muy sexy. Quitó previamente la cabeza de Cintia que descansaba sobre mis rodillas y estaba con los ojos abiertos, pero quien sabe en que mundo. Se corrió hasta el costado donde estaba Juan, le desprendió el cinturón, el pantalón, abriéndoselo para sacarle la verga afuera, que estaba en estado morcillona.

Estiró de mis piernas, hasta acomodarme boca abajo sobre el sillón, colocando mi cabeza sobre las piernas de Juan, quien al sentirme sobre si, acarició mí cabello, mi espalda y con la otra mano guió su verga hasta ponerla contra mi cara. Golpeaba y acariciaba todo mi rostro, mis ojos, mejillas, la nariz, la frente y por supuesto los labios, en donde luego de pasarla de un lado a otro, presionó con la cabeza de su pija suavemente hasta que abrí la boca para comérsela de buena gana.

Yo sentía lo que estaba haciendo, lo que me estaba pasando, pero no respondía bien, era como si todo tuviera un efecto más lento y además no me importaba quien pudiera estar en ese ambiente o quien me pudiese ver. De cualquier manera sabía lo que estaba haciendo Rodrigo conmigo, sabía que Juan estaba ansioso por que le chupara la pija y eso estaba haciendo. Movía mi lengua como podía, sentía como crecía y se endurecía la verga de Juan y eso me calentaba. Y mucho más me calenté, cuando lo sentí a Rodrigo entre mis piernas, chupándome el culito y escupiéndomelo para lubricarlo y ponerme su hermosa verga.

Con mis manos me abracé al cuerpo de Juan, metiéndole las manos por dentro del pantalón, para acariciar su cola. El me facilitó la tarea al colocarse un poco de costado, pude tocar sus nalgas y recorrer su raya, mientras le chupaba la pija a ese hombre tan particular. Con mis manos seguí hurgando en el culo de Juan, hasta que encontré su orto que me sorprendió que lo tuviera lubricado, como si estuviera esperando ser penetrado.

Ni bien sentí a Rodrigo que dejaba de chuparme el culo para posicionarse con su verga para penetrarme, me abracé más fuerte a Juan tratando de relajar mi orto para lo que se venía y lo hice y pude sentir la verga como entraba en mi culo con todo el placer del mundo, sin nada de dolor. Eso me animó para penetrar a Juan con mis deditos, primero con uno y luego con dos, mientras me tragaba la pija de él hasta la garganta y me puse a hacerle una paja con la boca, acompañando los movimientos que Rodrigo me hacía en mi culito. Cada vez que sacaba la verga de Juan de mi boca para recobrar el aliento, aprovechaba para chuparle los huevos, que los tenía grandes y depilados, creo que eso le gustaba mucho, porque lo sentía temblar como una hoja.

A poco que Juan me sintió haciendo esos movimientos, no se pudo aguantar y me llenó la boca de leche, sin avisarme que terminaba, mi reacción fue clavarle con toda mi fuerza y todo lo que pude, mis dos dedos en su culo, cosa que creo le encantó. Rodrigo siguió sin parar hasta que acabó él también y después de eso nos relajamos los tres unos minutos, hasta recuperar las fuerzas. Por supuesto que mientras Juan se había recostado en el sillón, aproveché para limpiar su linda verga aprovechando para tragarme hasta la última gota de semen que encontraba sobre ella. Después de eso, me encargué de la verga de Rodrigo, que tan bien me había tratado.

A todo esto Marcelo se había acomodado al lado de Marita, que seguía haciéndose la que estaba en otro mundo, cuando en realidad estaba bien despierta. Viendo como estaban todos en la sala y lo que Rodrigo estaba haciendo conmigo y lo que yo hacía con Juan, Marcelo tomó ánimo, en realidad no le faltaba mucho para eso y comenzó a acariciarla y como ésta no daba señales de estar molesta, sus caricias se extendieron por debajo de la ropa, desprendiéndole la pollera que llevaba ajustada a su cuerpo, para poder tener la apertura de las piernas a su disposición.

Sin perder tiempo, le extrajo las tetas fuera de su blusa, desprendiendo los primeros botones y aflojando el corpiño, para hacerle una rica mamada que enloqueció a mi hermana. Marcelo le mordía los pezones y eso a Marita la ponía loca de calentura, así que cuando una de sus manos bajó hasta su entrepierna, encontró la bombachita de mi hermana empapada en sus jugos vaginales.

Marcelo se desesperó al ver el estado de mi hermana, jadeando como una yegua en celo, además si miraba a su costado estaba yo chupándole la verga a Juan, mientras Rodrigo me la ponía por el culo y más allá se sentía a Cintia y a Lucia, que no se quedaban atrás en cuestión de mimos y caricias.

En este estado de cosas, Marcelo se quitó los pantalones y más también, se sacó la camisa, quedando totalmente desnudo. La colocó a mi hermana de costado y le arrimó su pija a la cara para ver como reaccionaba, obteniendo como respuesta que una mano de Marita la tomara para darle unas muy breves caricias y luego llevarla hasta su boca para hacerle una rica mamada, en compensación por la chupada que él le había hecho en sus tetas.

Y ahí Marcelo se lanzó de lleno a chuparle la concha a mi hermana, formando un hermoso 69 que arrojaba jadeos y suspiros que se podían escuchar con claridad a pesar de la música que sonaba y de lo que los demás estábamos haciendo.

  • Es increíble – decía Marcelo – esto es de familia, no se quien la chupa mejor, son dos terribles mamadoras de vergas – refiriéndose a mi hermana y a mi, obviamente.

  • Después quiero comprobar lo que me dices Marcelo – le contestó Juan, desde su posición de relax – porque mi Niña me la ha chupado de maravillas, luego le haré hacer lo mismo a su hermana, por supuesto si no tienes inconveniente.

  • De ninguna manera amigo, te la va a chupar tan bien como tu Niña, ya verás lo putita que es.

Se escuchaban también los comentarios de Cintia y Lucia, que se estaban abrazadas y se besaban y tocaban la una a la otra, con pasión, con calentura por lo que ellas sentían y por el espectáculo que le ofrecíamos los demás presentes, Marita con Marcelo y yo en trío con Juan y Rodrigo.

  • Mira ala Niña, como le gusta la verga – decía Lucia – seguro mañana no podrá sentarse.

  • Mmm creo que le dolerán las mandíbulas también, pero que puta que resultó esta Niña, verdad amor? – contestaba Cintia.

Cuando Marcelo y mi hermana ya no podían de la calentura que tenían y ambos estaban al borde de acabar, decidieron cambiar de posición y entonces Marita se sentó sobre la verga de mi novio y lo cabalgó dándole la espalda, inclinándose hacia donde estábamos nosotros.

Esa posición aprovechó Juan, para chuparle las tetas a mi hermana, que enloqueció nuevamente, ya que le habían tocado su punto débil.

  • Mmm si, sigue así Juan, que me encanta que me chupes las tetas, mmm que placer, mmm – Marita deliraba de placer con la lengua de Juan lamiendo sus pezones.

Mi hermana se debatía entre la verga de Marcelo que ella misma se había clavado hasta lo hondo de su concha y la chupada de tetas que le estaba haciendo Juan.

  • A ver como me devuelves el favor, pequeña puta – le dijo Juan acercándole su verga que había recobrado su máximo tamaño y dureza. Marita abrió la boca, sacó la lengua afuera para recibir esa hermosa pija y la llevó hasta encerrarla con sus labios mientras la mantenía tomada con una de sus manos, mientras con la otra mano acariciaba los huevos, todavía humedecidos de la chupada que le había hecho yo.

  • Mmm que buena verga que tienes, glup glup splash glup, una delicia mmm.

  • Vamos puta, vamos, métetela bien adentro, como lo ha hechola Niña, hasta la garganta, vamos putita – le decía Juan empujando con su pija hasta provocarle arcadas a mi hermanita.

Juan la empujaba a Marita contra Marcelo que estaba acostado boca arriba y éste a su vez la empujaba contra Juan, así que mi hermana se encontraba clavada por dos de sus agujeros, con muy poco margen de movimiento.

Eso hizo que el español se agachara un poco, para que la chupada y caricias que recibía de mi hermana, fueran más ricas, ya que Marita no podía estirarse más al estar sentada sobre Marcelo.

Al quedar agachado Juan, para poder gozar mejor esa mamada, expuso su blanco culito a mi vista. No se que se me dio, fue algo que no pensé, pero de solo verle el culo a Juan me puse muy caliente, tenía todavía en mi mente la sensación que me había provocado meterle mis dos dedos bien adentro, hasta donde no pude más y eso me calentó mucho, tanto que tenía mi pequeña verga durita, pidiendo que le de algo de comer.

Sin dudar me paré y me puse tras él, me tomé la pija con la mano y me fui acercando hasta sentir sus nalgas y entonces me apoyé en su espalda que estaba ligeramente doblada hacia donde se encontraba mi hermana. Le rocé la raya del culo con mi verga endurecida, pequeña pero durita como estaba y sentí una sensación por demás agradable, sentí que sus nalgas se cerraban acariciando mi pija.

Entonces pujé con extrema suavidad y moví la verga hacia arriba y luego hacia abajo, a la vez que acariciaba la espalda de Juan y no obtuve ninguna reacción que me hicieran notar que estaba obrando mal y entonces me animé a un poco más. Seguí moviendo mi pequeña verga hasta que encontré el calor del agujerito y el lubricante que me hacían sentir que estaba en el camino correcto. Pujé más y gracias a lo dilatado que tenía el orto mi amigo Juan, pude hacerle entrar la cabeza de mi verga y luego pujando y pujando, le entró todo lo demás.

Juan solo hizo un pequeño movimiento, que no supe si se debía a algún mordisco que le pueda haber dado mi hermana en su pija o a que le gustaba lo que le estaba haciendo y estaba queriendo más verga.

Lo cierto que empecé a moverme con más soltura y lo hice más fuerte aún, cuando sentí una mano de Juan acariciando mi pierna, como dándome el visto bueno a lo que le estaba haciendo.

  • Pero mmm mira que traviesa mi Niña, lo que mmm me está haciendo – me decía Juan, mientras le bombeaba su culito con mi pija.

  • Te gusta lo que te hago Juan? – le pregunté, sabiendo de antemano la respuesta.

  • Si, me gusta Fede, perdón, perdón, mi Niña, me gusta mi Niña lo que me haces, es mi primera vez y estaba deseando que me ocurriera.

  • Por esto que te estoy haciendo, no vas a ser menos hombre, amor – le contesté y me lo seguí cogiendo hasta que le acabé adentro de su culo, como Rodrigo lo había hecho minutos antes conmigo.

  • Ahh, amigo, te estoy acabando dentro de tu culito, siente mi lechita?

  • Si, la siento calentita, me gusta mi Niña, es una rica sensación – me contestó Juan.

Cuando se la estaba sacando de su culito, en realidad se salía sola por lo que había disminuido su tamaño, Juan se dio vuelta quedando frente a mi y tomando mi cara con una de sus manos, me pasó la lengua por sobre mis labios y me dio un chupón de lengua que me dejó borracho de amor por él.

Me abrazó y me tiró sobre el sillón, acomodando su cuerpo sobre el mío, como queriendo marcar la diferencia entre un hombre y una putita.

El hecho que yo me lo haya cogido a él, no quería decir nada, solo que habíamos pasado unos lindos momentos juntos, pero la masculinidad era de él y la femineidad era mía, eso estaba claro con lo que ahora me estaba haciendo, era su forma de poner las cosas en orden.


Mientras estábamos todos muy entretenidos, Cintia y Lucia hacían lo suyo, que era amarse, pero también algo más, tenían deberes que cumplir. A Cintia don Blas le había dicho que tenía que tratar de llegar a Juan, que éste era el premio mayor y eso le había quedado dando vueltas en su cabeza. Se lo recordó a Lucia, entre beso y beso que se daban, entre caricia y caricia, le dijo a su amiga:

  • Acerquémonos más a ellos, no olvides lo hablado en casa respecto de Juan. Tenemos que darle a él, lo que sea, vamos amiga, reacciona – le decía a Lucia, a quien la pastilla le había pegado bastante fuerte.

  • Mmm, bueno, hago lo que me pidas, amiga, quieres que se la chupe, dime y lo hago – le contestó Lucia, algo adormecida.

  • Ahora se la está chupando Marita, pero no sabes lo que estoy viendo, Fede se está cogiendo a Juan, no sabía que era bisexual éste tipo – le dijo Cintia.

  • No te puedo creer, en serio me lo estás diciendo? – Lucia seguía sin poder reaccionar como hubiera querido, las palabras le llegaban pero ella se encontraba en un limbo en ese momento.

  • Solo enredémonos con ellos, vamos ven – le decía tironeándola del cuerpo, para unirse a las demás personas que tenían a su lado.

En eso, Juan que estaba todavía como anestesiado por lo vivido sexualmente, tomó fuerzas y se incorporó para ir a buscar unos porros, ya que quería sentirse volar, flotar por el aire. Encendió uno y dejó una cigarrera con otros por si alguien quisiera fumar y volvió a ubicarse entre su Niña y Rodrigo.

Cuando Lucia sintió el aroma del porro, reaccionó y se juntó a Juan, para compartir el pitillo, colocándose en el suelo entre las piernas del español. Este, aprovechó esa ubicación de Lucia para apoyar sus manos en los hombros de la chica y deslizarlas hacia abajo hasta alcanzar los pechos, acariciándolos y palpando su consistencia.

Lucia, al estado que tenía, le sumó el que le provocaba compartir un porro con Juan o sea estaba para cualquier cosa. Esto lo percibió Juan, quien doblaba la cabeza de Lucia para ponerla al alcance de su verga. Ni bien percibió el deseo de Juan, la chica se dispuso a hacerle la mamada de la noche, para que quedara en su memoria y quisiera repetir en otra oportunidad.

Para eso se acomodó frente a Juan y con una mano sostenía los huevos y los acariciaba y con la otra masajeaba la verga que ya había sido atendida por mí y por mi hermana. Empezó así una mamada concentrándose solamente en la cabeza de la verga, con mucha lengua y labios, adentro y afuera y chupando como si se tratara de un dulce, hasta sentir temblar al hombre y después más adentro y volver a la cabeza y más adentro y así Juan empezó a saltar en el sillón, a temblar, pellizcando sus propias tetillas buscando aumentar los cosquilleos en su cuerpo.

Marita al ver como Lucia se encargaba de Juan se quiso sumar a la tarea que estaba haciendo, así que se separó de Marcelo y se acercó para lamer lo que le quedaba libre de la verga. Cintia no quiso ser menos que sus amigas, así que se quitó la poca ropa que le quedaba sobre su cuerpo y se tomó el trabajo de desvestir a Lucia y a mi hermanita, que lamían y chupaban la verga y huevos de Juan. Este se había abandonado sobre el sillón con las piernas bien abiertas, ofreciendo todo su sexo para que las chicas lo devoraran.

Marcelo al quedarse sin la compañía de mi hermana, notó que Cintia estaba algo desocupada y la tomó por la espalda, besándole el encuentro del cuello con los hombros, apretándola contra su cuerpo, presionando desde las tetas hacia atrás. Cintia apoyó su hermosa cola sobre la poronga endurecida de Marcelo, que todavía no había descargado su semen y estaba deseosa de hacerlo. La chica se mostró receptiva, por lo que Marcelo la hizo apoyar contra el respaldo del sillón, le abrió las piernas y le mando su verga desde atrás para que le entrara en la concha, que empapada en flujo como estaba permitió la entrada del pedazo de carne de una vez y hasta el fondo.

  • Ahhh que bueno, que hermosa verga que me estoy comiendo, mmm dame más, vamos muévete perro que quiero sentirte – le decía Cintia, invitándolo a que la penetrara con toda la energía posible.

  • Eres una puta muy linda, mmm, te gusta la verga, eh? – le dijo Marcelo.

  • Mucho me gusta, dame fuerte, si?

Y Marcelo bombeaba con todas sus fuerzas, al igual que lo había hecho con Marita sin lograr acabar. Y deseaba enormemente hacerlo, por eso comenzó a darle nalgadas a Cintia. El percibió que a ella le gustaba un poco la violencia, por lo que incrementó la fuerza de sus golpes y con esto la chica se ponía más loca.

De tan caliente que estaba, la pija de Marcelo se patinaba y se salía de esa concha, por lo que empezó a puntear con la verga bien lubricada en el culo de Cintia una y otra vez, hasta que logró entrarle la cabeza.

  • Ayyy, espera, ese no es el camino – le dijo Cintia – sigue por adelante, me duele, quieres?

  • No, no quiero – le contestó Marcelo – relájate porque te voy a hacer el orto quieras o no, porque eres muy perra, grita si quieres, pero no te la voy a sacar – y le siguió aplicando nalgadas, cada vez más fuerte y junto con cada cachetazo sobre su cola, le iba mandando un poco más adentro a su pija y así hasta que  sus huevos le dieron cuenta del final del recorrido.

  • Ay, basta, siento tus huevos, ya basta o me quieres meter los huevos también? Basta, no me claves que me duele – protestaba Cintia.

  • Cuanto más te quejes, más fuerte te voy a coger, así que calla puta.

Unos pocos bombazos más y Marcelo sintió que la chica que tanto se quejaba, temblaba fuerte y tenía convulsiones y todo de la calentura que se había agarrado y estaba teniendo un orgasmo de aquellos.

  • Ahhh, que bien que me siento, mmm he pasado del dolor al placer extremo, que polvo me echaste perro, me partiste el orto, que bueno, como me gusta.

  • Espera puta, que quiero terminar yo también, vamos mueve tu culo que te acabo enseguida – y Cintia le hizo movimientos circulares con su culito, ensartado como lo tenía, hicieron que al fin Marcelo se echara el polvo que estaba mereciendo – ahhh que bueno, toma la leche puta, ahhh, que lindo, ahora me limpias la verga, eh puta?

Juan estaba a punto de volver a acabar y la situación no era para menos, tenía a mi hermanita y a Lucia, dos expertas mamadoras a la altura de su verga y huevos, dándole toda clase de mimos. Yo me separé un minuto de Rodrigo, que me había llevado de nuevo a su lado, luego de estar con Juan.

Quería volver junto a Juan para contribuir en la atención que las chicas le estaban dando y me fui directo a las tetillas, porque yo sabía que eran un punto sensible en este hombre español. De esta forma Lucia y Marita atendían su verga y huevos y yo me encargaba de las tetillas, sintiéndolo a Juan vibrar de la calentura que le estábamos haciendo levantar.

Lo sorprendente fue cuando Rodrigo, que había quedado solo en la sala, se acercó desde el costado del sillón en donde estábamos y tomó una mano de Juan y la llevó a su verga. Yo pensé que el español lo sacaría corriendo, pero ocurrió todo lo contrario, se la tomó y mientras nosotras tres lo mimábamos a él, él hacia lo propio con Rodrigo, que ya tenía su verga morcillona.

Pero en ese estado la verga de Rodrigo no iba a esta mucho tiempo y creció todo lo que era capaz de crecer y endureció cual un tronco de madera y Juan seguía con sus caricias con una mano y con la otra acariciaba mi cabeza que seguía con sus tetillas. Hasta que pasó lo imprevisto, Rodrigo se juntó a Juan y le llevó la verga muy cerca de su cara y nuestro amigo el español, abrió su boca, se relamió limpiándose los labios y le dio entrada a la pija de golpe hasta la garganta. Prácticamente se la tragó entera, sin protestar, él mismo presionaba desde las nalgas de Rodrigo para que no le quitara la pija de su boca y casi simultáneamente sentí que las chicas hacían comentarios como que las estaba llenando de leche.

  • Mmm no avisaste malo, glup glup agg ahhh, me hiciste tragar tu leche, mmm – le decía Lucia.

  • Deja algo para mi, puta – le decía mi hermanita, que seguía atendiendo a los huevos de Juan.

  • Toma, si quieres leche, toma de mi boca – y con esto que le contestó Lucia, las chicas se dieron un chupón de lengua con traspaso de leche de una boca a otra, que fue alucinante.

  • Eres buena puta – le contestó Marita – mmm que rica leche, ahhh.

Jugaban con la leche de Juan, pasándola de una boca a la otra, mientras éste seguía comiéndole la verga a Rodrigo. Este al ver la escena que estaban dando las chicas, se calentó más y empezó a cogerse a Juan por la boca hasta que cuando sintió que estaba por acabar, pidió permiso para hacerlo dentro de su boca.

  • Quieres que te acabe adentro, Juan – le decía Rodrigo, oprimiendo la vena que surca la verga, para cortar la acabada.

  • No Rodrigo, acaba en mi pecho si quieres – le contestó, sacándose la pija de la boca.

  • Y yo? – le dije a Rodrigo – estoy pintado yo? Dame la verga que yo si quiero la lechita tuya, mmm, glup glup glup ahh mmm – y me metí la pija en la boca hasta que Rodrigo me acabó y esta leche que llenó mi boca no compartí con nadie y me la tragué todita, como era mi costumbre.

  • Si, toma putita, me olvidé de ti – me dijo Rodrigo – toma y traga toda mi lechita que está bien calentita.

MARCELA   ( marce459@live.com.ar )