MI HERMANA Y YO - Parte 12

Me entero de la vida de Lucia, lo que le tocó vivir al lado de un hermano abusador y una madre ausente

PARTE 12

Aclarada la situación y dada la hora en que nos encontrábamos me retiré con mis amigas a descansar a un cuarto que nos ofreció muy gentilmente nuestro amigo Juan. Marcelo me dijo que fuera tranquilo, que él más tarde se reuniría conmigo, yo realmente no podía entender la capacidad de mi novio para aguantar tanto tiempo sin dormir, ya eran casi las 10 de la mañana y se lo veía como si tal cosa.

Ingresamos a un cuarto que tenía una cama de dos plazas y media y algunos sillones haciendo juego con los acolchados, cortinas y demás. Un amplio ventanal dejaba ver el jardín lateral, con el sol bastante alto en un día sin una sola nube.

Cerramos la puerta y nos miramos, yo me pregunté que hacia allí junto con dos chicas, pudiendo haberme quedado con mi novio o tal vez con otro hombre, pero bueno, tal vez el cansancio por una parte y la buena onda que había entre nosotros tres por la otra, fueran los factores por los cuales estábamos juntos en esa habitación.

- Creo que no hay alternativa, dormiremos juntos en la cama, es suficientemente grande para que estemos cómodos – dijo Lucia.

- Por mi no te hagas problemas, me tiro sobre la cama y duermo, estoy rendida – agregó Cintia.

- Yo mejor ni les cuento – en ese instante, pensé en todo lo que hice durante la noche y creo que el cansancio se me vino todo junto.

Nos acostamos los tres en la cama, primero vestidos y luego decidimos quitarnos la ropa y taparnos con el acolchado.

- No nos irás a violar, verdad? – me dijo Cintia.

- Yo tengo miedo que me violen Ustedes a mí – le contesté.

- Tienes miedo o deseos que te garchemos? – dijo Lucia.

- Si me quieren coger, es mejor que sepan, que no pienso ni gritar, ni oponerme, jajaja – le dije y creo que no terminé de reírme que ya me había dormido, así que si me violaron, ni me enteré.

Las chicas durmieron solo con su tanga, de eso me di cuenta cuando nos despertamos. La primera en salir de la cama fue Cintia, que no había orinado antes de acostarse y saltó de la cama desesperada hacia el baño que estaba dentro de nuestra habitación.

Cuando regresaba para acostarse nuevamente entre Lucia y yo, la pude ver bien y me quedé impresionado por la forma de su cuerpo, era una chica que poseía una belleza natural, se podía apreciar al verla con la cara lavada, recién despertada, el cabello revuelto y así y todo se la veía hermosa. Sus tetas, sus piernas, su cintura, eran de maravilla, si no fuera por lo mucho que me gustaban los hombres, creo que me hubiera gustado tener algo con ella.

Después de ella, salí yo al baño, decidido no solo a hacer pis, sino también a darme una ducha. Antes de orinar, abrí las canillas para ir templando el baño y luego me metí bajo el agua a recomponer mi cuerpo, la lluvia era abundante y a muy buena temperatura, cuando Lucia sintió que me estaba duchando se vino corriendo al baño y se metió conmigo y luego se nos unió Cintia, así que finalmente me di un hermoso baño junto a mis amigas, que me enjabonaron todo el cuerpo y mientras esto hacían, me ponderaban la cola que tenía, por lo carnosa y redondita.

- Si tuvieras algo de tetas, podrías pasar por una chica tranquilamente – me dijo Cintia.

- Es verdad, tienes cabello largo y tu cuerpo tiene la forma y el tamaño ideal para una chica – agregó Lucia.

- Nunca te vestiste de chica – preguntó Cintia.

En ese momento me sentía muy a gusto y en confianza con mis amigas, así que les conté la noche que salí con mi hermana vestido de mujer y todo lo que hicimos esa noche. Quedaron impresionadas, además por todas las cosas lindas que le conté de Marita.

- Entonces tu hermana no solo sabe de tu vida, sino que te consiente en todo? – preguntó Cintia.

- Sabe de mi todo, desde mi primera vez hasta la última y yo de ella – le contesté.

- Que bueno tener ese tipo de relación con la persona que vive contigo – dijo Lucia, entre alegre y triste, a la vez.

Seguimos hablando de la relación que yo mantenía con mi hermana y le conté también como fue la primera vez de ella, en la época que yo le tapaba los movimientos para que mis padres no se enteraran de lo que ella hacía y seguí hablando de una y otra aventura de las nuestras hasta que Lucia se animó y contó algo de su pasado personal.

Ella vivía con su madre y su hermano mayor, de quien quedaba a cargo mientras estaban solos en la casa. La madre salía a trabajar temprano, volviendo por lo general a la noche tarde, por lo que ella y su hermano tenían que hacer las tareas de la casa, cocinar, limpiar, hacer las compras y entre medio ir al colegio y estudiar si tenían algo de tiempo.

En esos días que pasaba en la casa, su hermano había tomado la costumbre de abusar de ella, de menor a mayor, primero la había obligado a dejarse tocar por sobre la ropa, para después retirarse y masturbarse en su dormitorio. Eso lo dejaba tranquilo y después la amenazaba con golpearla si le contaba a su mamá.

Lucia se fue acostumbrando a esas prácticas abusivas de su hermano y hasta las llegó a considerar intrascendentes, como que no la perjudicaban en mucho, así que le restó importancia al asunto y se acostumbró a que él viniera le tocara las tetas y la cola con una mano, mientras que con la otra se amasaba su verga y cuando ya estaba bien excitado se retiraba a su habitación y se pajeaba hasta acabar. Luego salía de su cuarto renovado y hasta llegó a sentir Lucia que estaba haciendo un bien, al descargar las tensiones del muchacho de ese modo.

Pero la historia no terminó allí, su hermano fue por más, así que empezó a querer sacarle las tetas fuera de la ropa, cosa que consiguió mediante algún zamarreo de su cuerpo por parte de él y por el eterno temor a ser golpeada. Así que Lucia debió sacar sus tetas afuera primero para que las viera, luego para que las tocara y más adelante para dejar que se las chupara.

Y después de eso el hermano siguió con querer manosearle la cola, cosa que consiguió muy rápidamente, ya que la opción era entregar la cola o la concha, Lucia temió perder su virginidad con el abusivo de su hermano y cedió la cola, prometiéndose a si misma que sería lo último en entregar de su cuerpo, ya que después de eso, si se atreviera a pedir algo más, se revelaría y contaría a su madre lo que estaba sucediendo con su hermano.

Con la cola de Lucia, el hermano se tomó su tiempo, comenzó con una serie de caricias manuales, luego bucales pasando la lengua por las nalgas, luego entre las nalgas, hasta que poniendo dura la lengua se la fue metiendo muy de a poco en el orto. Eso lo podía hacer, porque pasaba mucho tiempo chupando el culito de Lucia, quien comenzaba enojada y de a poco, le iba tomando el gustito a la caricia que le hacía su hermano con la lengua, hasta que relajaba el culito y permitía que la lengua de su hermano entrara en su culito.

A la lengua le fueron sucediendo los dedos, primero fue uno y luego dos y no pudo meter el tercer dedo, porque el estado tensional de la chica se lo impedía. Fue en ese momento que decidió que ya era tiempo de darle a conocer a su hermana el instrumento que poseía entre las piernas.

Hasta ahí nunca le había mostrado nada a Lucia, a ella misma en más de una oportunidad le hubiera gustado ver y porque no sentir o tocar, lo que su hermano tenía entre sus piernas, pero esa parte de su cuerpo nunca sacó de dentro de su pantalón.

Ese día, imprevistamente bajó su pantalón y calzoncillo, todo en un solo movimiento y Lucia casi desmaya al ver el tamaño de la verga que tenía su hermano.

- Quiero que me la toques y más que eso, quiero que me pajees – le dijo – eres mi hermana, así que mejor que hagas lo que te digo, puta.

- Porque me tratas tan mal – le respondió Lucia – hace meses que me humillas todos los días y encima me tratas de puta, tu me estás convirtiendo en una puta, sabes?

- Ya calla y haz lo que te digo, puta.

Lucia tomó con sus dos manos esa verga y la empezó a pajear, era muy grande y costaba ponerla dura, pero ella lo logró y cuando la tuvo bien dura, aumentó el ritmo de la paja, incluso le pidió a su hermano que se acostara sobre la cama, para colocarse ella arrodillada en el piso, junto a la cama. Lo pajeaba con bastante destreza, a punto tal que el hermano le dijo.

- Por lo bien que me estás pajeando, supongo que no seré el primero, verdad?

- Si, eres el primero, es la primera vez que le toco el miembro a alguien – contestó Lucia.

- No te creo, eres muy puta hermanita, sigue pajeándome, mejor sigue pajeándome antes que me agarran ganas de hacerte alguna otra cosa.

Lucia entró en pánico, porque le daba miedo que su hermano quisiera violarla, estaban a muy poco de que eso sucediera. Además ya no sabía si pajearlo bien o hacerlo mal, porque si lo hacía bien, él pensaba que era una puta y eso la ponía en peligro y entonces no sabía que debía hacer.

Siguió haciéndole la paja a su hermano hasta que éste empezó a perder primero unas gotas que ella pensó que era el semen y era el líquido preseminal y luego si, se dio cuenta cuando vinieron las descargas de leche caliente, en chorros abundantes los primeros y decreciente a medida que disminuían los espasmos.

- Uy me salpicaste la cara – le dijo Lucia, mientras con una de sus manos se quitaba el semen de la cara.

- Ahhh que buena paja que me has hecho puta, ahhh quien sabe cuantas vergas ordeñas por ahí, eh puta?

- No me digas eso, que no soy ninguna puta – le recriminaba Lucia.

- Tal vez no lo seas, pero eso será por ahora, porque tú vas camino a ser una gran puta. Te estuve viendo como mirabas mi verga, a ver dime que no me la  has mirado?

- No te voy a negar eso, pero eso no me convierte en puta.

- Tal vez no lo seas, pero lo vas a ser dentro de muy poco.

El hermano de Lucia no se equivocaba en lo que le decía, y siguió presionando a su hermana más y más y en poco tiempo Lucia ya se la había empezado a chupar, porque le había dado a elegir entre una mamada o que le entregara el culito y ella eligió el mal menor o el menos doloroso que era hacerle una mamada.

- Tienes que chupármela perrita, no me puedes negar eso – le decía su hermano – y si te niegas, te juro que te la voy a poner por el culito y eso si que te va a doler, te lo puedo asegurar.

- Tu no puedes hacerme eso, vengo haciendo todo lo que me pides, ya es demasiado.

- Una chupadita no duele, te aseguro que después no te pido más nada, anda, vamos, prueba que no tiene olor, ni gusto feo, vamos putita y además a todas las mujeres les gusta – y le arrimaba la verga a su cara para que la huela y mire de cerca y Lucia quedaba impresionada con la verga casi rozándole los labios.

- No te la pienso chupar, búscate una puta por ahí y pídeselo a ella, si?

- No te lo vuelvo a decir o me la chupas o te rompo el culo, elige – le gritó su hermano, sacudiéndole la pija sobre su cara.

Y a Lucia no le quedó más remedio que obedecerle, tal como lo venía haciendo y entonces le tomó la verga con sus manos, la arrimó hasta su nariz para olfatearla, a ver a que olía y tímidamente le dio un besito y otro en el tronco, pero con eso su hermano no se iba a conformar. Y se lo hizo saber inmediatamente.

- Que me la chupes te digo, perra, ya basta de besitos tímidos, abre la boca y chúpala, vamos puta, métetela adentro de tu boca y pásale la lengua – le gritaba su hermano rozando los labios con la verga y empujando la cabeza de Lucia desde su parte posterior hasta aplastarla contra su vientre.

No fue más que entreabriera los labios, para que su hermano empujara con su pija hacia adentro metiéndole la cabeza y pujando por entrar más el grueso tronco. La lengua de Lucia tenía dificultades para moverse, pero lo hizo y bien, porque de alguna forma le gustaba lo que su hermano le hacía.

- Mmm glup glup splash mmm, despacio, glup espera, splash mmm – Lucia pretendía ponerle límites a la mamada que estaba practicándole a su hermano, pero este no le daba oportunidad de hablar.

Cada vez que la chica quería emitir un vocablo, el hermano pujaba con fuerza con su verga y ahogaba las palabras de Lucia. En realidad ella quería pedirle que no se atreviera a acabarle dentro de la boca, ya que sabía por haberlo pajeado varias veces la cantidad de leche que largaba y no quería tragar aquel líquido espeso de ninguna forma.

Pero tuvo que hacerlo y no le disgustó, porque cuando sintió los primeros espasmos quiso sacar de adentro de su boca la enorme pija que tenía, pero lejos de permitirlo su hermano le impidió cualquier movimiento de su cabeza hasta que logró expulsar la última gota de semen.

- Y ni se te ocurra escupir lo que tienes en la boca o te juro que te golpeo – le dijo el hermano – ahhh que buena puta que eres, me la has chupado de maravilla, ahora traga la lechita y a limpiar mi poronga, eh?

Tal como su hermano le dijo, Lucia hizo, primero tragó la leche que acumulaba dentro de su boca y que ella pensaba escupir cuando le quitaran la verga de adentro y luego de eso se esmeró en lamer todo el tronco y el contorno de la cabeza, notando que le era agradable el sabor del semen, con lo cual la lamida que hizo dejó brillante el tronco y en condiciones de guardar.

El hermano se dio cuenta de que le había resultado grato a Lucia chuparle la verga tragando todo el semen, por lo cual le ofreció los huevos para que le lamiera mientras él terminaba de relajarse. Volvió Lucia a impresionar a su hermano, por la pericia que mostraba con su lengua, mientras le chupaba los huevos y lamía la entrepierna, para después volver a los huevos y a recorrer toda la verga, mientras ésta retomaba su mayor tamaño.

- Eres insaciable hermanita, como te está gustando chuparme la pija, eh? O me equivoco?

- Mmm no me desagrada, glup splash, mmm – contestó Lucia mientras seguía chupando la verga sin que se lo hayan pedido.

Y Lucia tuvo que hacer la segunda mamada y seguir accediendo a todos los caprichos y violaciones de su hermano, todo sea por salvar su parte de adelante, su virginidad.

Lo cierto era que Lucia ya sabía, porque ya se había acostumbrado, que después de llegar de su escuela, tenía que hacer las tareas de la casa y luego en el tiempo que le quedaba libre como para distraerse, tenía que atender a su hermano todos los días, salvándose únicamente los domingos porque su mamá estaba en casa.

Y las mamadas de verga y huevos fueron cosa corriente, rutina y no alcanzaba con esto para satisfacer los deseos sexuales del hermano, que siguió avanzando hasta que su próxima meta fue el culito de Lucia.

Su hermano solo pensaba en eso y sabía que la única forma de conseguir su objetivo era presionarla con un mal mayor, como lo era la pérdida de su virginidad.

- Escucha pedazo de puta o me entregas el orto o te la meto por adelante, me entiendes? – le amenazaba el hermano.

- Es que me vas a desgarrar y de seguro terminaremos en un hospital y eso será un bochorno – contestaba Lucia llorando ante la insistencia del hermano abusador.

- Te prometo que no te va a pasar nada, solo debemos hacerlo con cuidado y mucho lubricante – trataba de tranquilizarla – es más, utilizaré uno que actúa como relajante muscular y lubricante, confía en mi perrita.

Ya doblegada por su hermano Lucia volvió a ceder, siempre con la misma ilusión, que ésta fuera la última vejación, que se diera por satisfecho con tanto daño que le había causado.

La hizo acomodar con una almohada bajo el vientre, para que su culito quedara elevado, la untó con la crema relajante prometida, puso primero uno, luego dos dedos, adentro y afuera, tantas veces que Lucia ya no se quejaba por la penetración. Por último volvió a esparcir crema en el culo de Lucia y en su propia verga y arremetió contra el culo de su hermana para intentar clavarla por ese lado.

La tomó de la cadera, con ambas manos y la acercó hasta colocar la punta de su pija en la puerta del orto y pujó suavemente una y otra vez, hasta que sintió que la cabeza entraba.

- Ayyy, ahhhh mmmm que dolor, espera, por favor, sácala un poco, me duele mucho, ahhh – el quejido histérico de Lucia no alcanzó para conmover a su hermano.

- Ni loco te la saco, puta, aguanta, que las putas tienen que saber aguantar.

- Noooo, por favor, sácala hermanito, me duele mucho.

Por toda respuesta su hermano pujó un poquito más y esa terrible verga siguió penetrando en el dolorido culito de Lucia. Y a cada quejido de la chica, a cada imploración de su parte, el hermano le daba como respuesta un envión más para adentro, hasta que finalmente logró meterla toda.

- Ya está perra, la tienes toda adentro, ya no te quejas ahora, eh?

- No te muevas por favor, deja que me pase este dolor, tengo mi cola dolorida, ahhh – Lucia estaba superando el dolor, acostumbrándose a tener algo adentro de su cola.

- Bueno ahora me voy a mover despacito, si perrita? Quieres que lo haga?

- Si es despacito, despacito, si, por favor no me hagas doler.

- Ahí te va, puta, aguanta puta, vamos putita, dime si te gusta.

- Mmm si, me gusta, pero despacito muévete, mmm si.

El hermano comenzó despacio y cada vez fue más fuerte, hasta que en un momento su verga entraba y salía totalmente del culo de Lucia y volvía a clavarla y ella gozaba como la puta en que se estaba convirtiendo.

- Si, aguanto y si quieres más, dame hermanito, ahhh me está gustando, me gusta, si – Lucia con una de sus manos se estaba pellizcando los pezones que tenía duritos y los retorcía, lo que le brindaba placer extremo, mientras su hermano aumentaba las embestidas en su orto y con la mano frotaba su clítoris.

Eso provocó un terrible orgasmo en Lucia, que contorsionó todo su cuerpo y tiraba con su culo contra su hermano, haciendo que él mismo comenzara a acabarle, hasta que fundidos en un final simultáneo, quedaron acostados en la cama con un agotamiento digno de una feroz cogida.

Así siguieron alternando las pajas con las mamadas y las penetraciones anales, Lucia sentía placer y gozo tanto con las mamadas como cuando le hacían la cola. Ya su hermano no alcanzaba a decirle “date la vuelta” que ella corría a buscar la crema para untarse el culito, luego la verga del hermano y acomodarse como de costumbre boca abajo en la cama con la almohada bajo la panza, para ofrecer su orto bien levantado para una mejor penetración.

Hacerle la paja a su hermano en realidad le fastidiaba y no sentía placer alguno, le cansaba la mano y se quedaba con las ganas de llegar ella a tener un orgasmo, pero no se animaba a mostrar sus sentimientos por miedo a que su hermano la siguiera tratando de puta indefinidamente.

Marcela   (marce459@live.com.ar )