Mi hermana y yo
El amor entre hermanos puede ser más natural y hermoso de lo que otros piensan.
Mi hermana Rosa acababa de cumplir 19 años, y yo tenía ya 21. Nunca he pensado mucho por qué ocurrió , simplemente pasó y me alegro mucho que así fuera, porque me convirtió en el ser más feliz de la tierra. He pensado mucho si está mal mi relación con mi hermana, pero ahora ya me da lo mismo, no hacemos daño a nadie, y nada nos hace más felices.
Bueno, os contaré como empezó todo:
Yo me encontraba solo en casa, mis padres estaban de fin de semana en casa de mi hermana mayor en Cadiz, y Rosa había salido con su novio. Yo estaba estudiando y escuchando música pop japonesa (bendito internet). De repente escuché la puerta de la calle, y ví a mi hermana llorando, desesperada. Fuí rápido hacía ella.
-¿Que te pasa Rosa?
-Hemos cortado, Enrique y yo hemos cortado. Ya no lo soportaba más, no quiero volver a verle.
Lo decía con rabía pero seguía llorando.
- Ven Rosa, no llores, no merece la pena. Me alegra que lo hayas dejado, no merecía estar con alguien como tú. Vales mucho más que él y estarás mejor sin verlo más.
Ella se acurrucó sobre mí y siguío llorando.
-Ya sé que debí dejarlo hace tiempo Juan, pero tengo miedo.Tengo miedo Juan. Sé que no voy a encontrar a nadíe. Seguía con él porque sé que si lo dejaba no iba a encontrar a nadie que quisiera salir conmigo.
-No seas tonta Rosa ¿por qué?.
-Juan tú sabes que es verdad, soy fea, gorda y aburrida, apenas tengo amigas y solo salía de casa para verme con Enrique. Ahora que por fín lo he dejado me voy a dar cuenta de lo que es la soledad.
Y siguió llorando.
-Rosa, estás equivocada, tu sabes que no eres así, ojala hubiera más chicas como tú; no estaría yo aquí un sabado por la noche estudiando y sin ganas de salir.
Rosa me miró dejando de llorar y empezando a esbozar una sonrisa.
-¿De veras piensas eso Juan?
-Pues claro tonta, los de ahí fuera no saben lo que se pierden. Ya veras como todo se arregla, es soló cuestión de tiempo. Sabes que hay mucha gente que te quiere y que te puede ayudar.
Le sequé las últimas lagrimas con mis dedos y le dí un suave beso en la mejilla. Cuando se lo daba me dí cuenta que eso era algo que quería hacer hace mucho tiempo pero que nunca me había atrevido.
Ella me miró y me dijo:-Juan , ¿es cierto que siempre te tendré a tí?
-Claro que sí , siempre nos tendremos los dos, nunca estaremos solos.
-Gracias Juan, te quiero.
Fuí a darle otro beso cariñoso, pero esta vez ella iba a hacer lo mísmo también, y por casualidad nuestras bocas se encontraron. Echamos cada uno la cabeza hacía atras avergonzados y yo solo acerté a decir: -Yo también te quiero Rosa.
Y sin saber muy bien como pasó nos volvimos abrazar, y sin dejar de mirarnos a los ojos, dandonos permiso con la mirada nos volvimos a besar. Fue un beso largo lleno de amor, como nunca se lo había dado antes a nadíe.Estabamos temblando, pero sabiamos que nada íba a poder pararlo. Tras ese beso siguió otro y otro, y nuestros brazos empezaban a acariciar nuestros cuerpos. Mis manos subían y bajaban por su espalda.
Ella empezó a recostarse en el sofá, atrayendome hacía ella. Yo seguía besandola, desnudandola lentamente, buscando cada trozo de su piel. Ella hacía lo mismo, y pronto nos encontramos los dos abrazados, desnudos de cintura para arriba.
Me incorporé un poco para verla mejor y mirarla a los ojos para saber si debiamos continuar aquello. Ella me dijo que si con un gesto tímido. La contemplé un momento. Es preciosa. Acaricié sus hombros y besé sus pechos lentamente. Ella hundía su dedos en mi pelo y cerraba sus ojos.
Fuí bajando lentamente, besando cada centimetro de su cuerpo, sintiendola latir cuando besaba su ombligo. Empece a bajar su falda y sus bragas despacio. Ella se incorporó un poco y me dejó hacer.
Luego volví a besar su boca. Ella mientras me besaba también empezó a bajar mi chandal. En un instante estabamos los dos desnudos abrazados , sintiendo nuestros cuerpos, tocandonos, enlazandonos poco a poco.
Volví a bajar poco a poco por su cuerpo, besando sus pechos y su vientre suavemente. Quería hacerla la persona más feliz sobre la tierra, que sintiera todo el placer que mi felicidad pudiera proporcionarle. Empecé a acariciar su vulva, acercando mis labios y mi lengua, besando y descubriendo poco a poco su clítoris que empezaba a asomar poco a poco, como ofreciendose a mi amor. Ella seguía acariciando mi pelo, pegando pequeños tirones cada vez que sentía placer en su cuerpo. Su vientre latía cada vez mas fuerte, su espalda se arqueaba mientras yo lamía dulcemente su clítoris, y sus piernas se doblaban y estiraban.
Yo sabía que ella ahora era feliz, su placer era sincero y me hacía feliz a mí. Unas pequeñas lagrimas salían de sus ojos y el brillo de sus ojos me decía que eran de placer y felicidad.
Cuando la sentí relajarse, miré hacía ella. Tiró de mis hombros suavemente hacía ella, diciendome con los ojos que quería que entrara en ella,sentirme dentro.
Fuí entrando poco a poco, notando cada sensación , dejandome llevar hacía ella.
La música seguía sonando, acompañando nuestros movimientos, marcandonos un ritmo suave, que nos llevaba a sensaciones que nunca habíamos conocido antes.
Yo estaba disfrutando ese placer que sentía, y alegre de ver que mi hermana también estaba disfrutando, abandonandose a sus sensaciones, como yo.
Poco a poco me llegó un dulce orgasmo, el mejor que había sentido nunca, totalmente diferente a lo que había experimentado antes. Fuí relajandome, saliendo del cuerpo de mi hermana, y bajando mi cabeza otra vez a su clítoris, buscando que ella también terminara con un orgasmo todo el placer que me había hecho sentir a mí. Pronto le llegó, y acabamos los dos abrazandonos, temblando y relajandonos poco a poco.
Al rato me miró a los ojos y me dijo:-Jura que nunca nos sentiremos culpables por esto.
-Lo juro, nunca.