Mi hermana y su cuñado

Asì empezò el gusto por la ropa femenina. Mi amiga Marlen, una mujer cachondìsima me animò para que escribiera este relato.

MI HERMANA Y SU CUÑADO

Mi gusto por la lencería se dio por ver a mi hermana Silvia cambiarse, y a una vecina que se masturbaba al llegar de su escuela, siempre espiaba. A escondidas me ponía los calzones de ellas. Y poco a poco floreció mi lado gay.

Varias veces vi a mi hermana teniendo sexo con sus novios, era muy caliente hasta que quedó embarazada. Quizá eso creó en mí, una obsesión por mi hermana, es la única mujer que deseo coger, ninguna otra mujer me atrae.

Mi hermana se casó, y como su marido viajaba mucho a Estados Unidos, me pidió que viviera con ella, pues yo era su consentido y ella era mi fantasía.

Cuando tenía sexo con su esposo, yo la espiaba por la ventana, así supe que la verga de mi cuñado, es muy pequeña, y que Silvia, muchas veces se quedaba con las ganas, pues cuando su esposo se venía, inmediatamente se dormía, mi hermana sacaba un consolador y se masturbaba con su marido a un lado dormido, en esos momentos deseaba cogérmela.

Mi cuñado se fue otra vez, quedamos sólo ella, mis dos sobrinos y yo.

Ella siempre fue muy alegre, y siempre andaba en casa en bata muy atrevida o minifalda, no le importaba que yo la viera casi desnuda cuando salía de la regadera o al acostarse. Me sentía bien con ella, ya que cuando no estaba ella, me ponía su lencería, excitándome y masturbándome, y a veces la usaba con un amante que en ese tiempo me cogía, aunque no le agradaba que yo usara esas prendas, a mí me excitaba.

Las cosas cambiaron cuando el cuñado de mi hermana, Ricardo, llegó a vivir también con nosotros, ya no tenía mucha oportunidad de probarme la lencería de mi hermana, y me incomodaba que mirara a mi hermana, ya que la presencia de ésta persona, no quitó el modo de ser de ella. Mi hermana lo acomodó en mi recámara, pero en camas separadas, y por las noches lo sentía que se masturbaba.

Una tarde en que sabía que estaría solo por un buen rato, entré a la recámara de Silvia, me desnudé y me puse unas medias moradas, había un liguero que hacía juego, con su tanga y sostén morados, sabía que esa prendas eran nuevas, nunca se las había visto a Silvia, y me pregunté si lo había usado para coger o qué, ya que su esposo tenía ya seis meses fuera de casa. Me maquillaba tranquilamente cuando de repente escuché un ruido en el patio, era Ricardo, espiaba la ventana de mi hermana, pero al que vio fue a mí, envuelto en las prendas de mujer. Mi corazón se aceleró porque me asusté, habían descubierto mi secreto y me daba miedo que los demás que no fueran mis amantes, supieran mi debilidad, mucho menos mi hermana, no sabía que podía pasar. Rápido me quité eso y me puse mi ropa, me metí al baño y no quise salir hasta que salió Ricardo de la casa.

Cuando llegó mi hermana, yo estaba nervioso, luego llegó él, no dijo nada, pero yo me sentía mal, creí que me delataría.

Esa noche me acosté hasta que creía que él ya dormía, se movía a cada rato y no dejaba dormir. Como hacía calor, se descubrió, a pesar de la oscuridad, las paredes blancas me permitían ver lo que hacía. Se bajó la trusa hasta las rodillas, empezó a masturbarse, sabía que lo miraba, de repente dejó de hacerlo, pero su verga estaba aún parada, se acariciaba los huevos. Verlo me calentó pero no me atrevía a ir con él. Un rato después, todo estaba quieto, parecía que dormía con su verga de fuera. Me di ánimos y me acerqué a gatas. Al estar mi cara frente a su palo, aspiré su aroma, temblaba de miedo y emoción, a pesar de que sabía que se insinuaba, temía que se burlara y le contara a mi hermana.

Como no me atrevía a mamársela, él me tomó de la nuca y me acercó a su verga, abrí mi boca con gusto, yo ya estaba excitado y me propuse darle una mamada sensacional. Mi boca exploró cada centímetro de su verga, ancha y cabezona, la comparé con la de su hermano, el esposo de Silvia, me di cuenta que la de Ricardo era enorme, me preguntaba porqué su hermano la tenía tan pequeña y él todo un ejemplar de pene, una verga de semental. Sus huevos se contraían con mis lamidas, usé mis manos para masturbarlo mientras mamaba o lamía sus testículos, me sometió suavemente y le demostré que podía tragarme en su totalidad ese palo, hasta que jadeó y me dijo muy quedo que se venía, estaba a punto de saborear el semen de un chico de 17 años, cuando aventó el primer chorro presionó mi cabeza, yo me retiré un poco porque me ahogaba, siguió escupiendo semen y caía en mi cara, lo recogí con mis dedos y los tragué. Después de eso, Ricardo se volteó quedando bien dormido.

Los días siguientes no me dirigió la palabra, mi hermana no sospechó nada y agradecí su discreción. Desde esa noche, empecé a fantasear con Ricardo, sabía que un día me cogería, aunque yo ya tenía una pareja, que cuando supo que había alguien más en la casa de mi hermana, se puso celoso. Una semana después, pasó lo mismo, ya en la cama se descubrió y se masturbó, esa vez, él me pidió que se la mamara, y de nuevo me tragué su semen, esa ocasión, él acariciaba mis nalgas, pero no me cogió.

En esos días llegó el esposo de mi hermana, estaría unos días y luego se llevaba por un tiempo a mi hermana y a mis sobrinos, Ricardo y yo, nos quedaríamos solos, y pasarían muchas cosas.

Una mañana que llegué sin avisar, mi cuñado y mi hermana cogían, mis sobrinos estaban en la escuela, no sabía que estarían haciéndolo, pero como estaba muy silencio todo, decidí espiarlos. Mi escondite era seguro, sólo Ricardo lo sabía, pero no estaba. Mi hermana gozaba como loca, traía puestas las prendas con las que Ricardo me sorprendió, con asombro y excitación vi como suplicaba que se la cogiera por el culo, cuando se la metió por el trasero ella meneaba sus nalgas como nunca la había visto, para ver la acción me empinaba, ya que dicha ventana era muy pequeña y estaba casi en el techo, pero por el exterior estaba en el piso de la terraza.

Mientras veía me calentaba masturbándome, me bajé los pantalones para acariciar mis nalgas y menearlas, de repente sentí a alguien detrás de mí, era Ricardo que igual se le ocurrió espiar, traía su verga de fuera, al sentirla entre mis nalgas empujé hacia él, entonces se asomó a la ventana y mientras veía coger a mi hermana, le dije que me cogiera, pero no quiso, solo quería que se la mamara, así que de nuevo a mamar verga gorda mientras hablaba entre dientes de lo buena que está mi hermana. En ese tiempo que mi cuñado estaba en casa, entre Ricardo y yo no pasó nada más, pero yo me veía con Jesús, mi amante.

La primera noche en que mi hermana y su familia se fueron, algo nervioso llegue a casa, Ricardo no estaba, como se hacía tarde pensé que no llegaba y me decepcionó, como creí que estaría solo esa noche, entré a la recámara de mi hermana, busqué sus prendas íntimas y me las probé, me acariciaba en la cama de mi hermana, imaginándola coger, e imaginando a Ricardo conmigo.

De la emoción no tuve la precaución de ponerle seguro a la puerta de la recámara, y de pronto entró a la casa Ricardo, se asomó al cuarto donde yo estaba y me cubrí, no quería que me viera así, no dijo nada y se fue a bañar, yo pensé que se iría a su cama, pero entró y se acostó a mi lado. Yo estaba nervioso por la ropa que traía, el mismo liguero morado de mi hermana. Le di la espalda, y cuando se acercó para acariciarme las nalgas, sintió las prendas, de inmediato se paró y encendió las luces, al descubrirme traté de taparme con las manos, creí que se iba a burlar, pero se excitó más y se abalanzó sobre mí, me abrazaba y besaba como loco, le pedí que apagara la luz pero se negó, puso dos almohadas y se recargó en ellas quedando casi sentado, tomó su verga y me ordenó que se la mamara, me pidió que me empinara y moviera las nalgas como si alguien me cogía mientras se la mamaba. Lo complací en todo lo que pedía, cuando me la iba a meter, sacó del cajón un lubricante, supe entonces que también espiaba a mi hermana masturbándose. Untó en mi culo y en su verga gorda, empezó a meterla, su verga es muy gorda y para facilitar el camino, yo abría con las manos mis nalgas, cuando estaba toda dentro, se puso de rodillas en mis nalgas, mientras yo trataba de girar mis nalgas para gozar la cogida. Luego se puso boca arriba y me senté frente a él, coloqué su verga en mi culo y me movía en forma circular, Ricardo mamaba mi pecho y apretaba como si fueran de mujer, estabamos muy excitados y empezamos a decir cosas cachondas;

--¡Papi, que rico me coges,!.—

--¡Me encantas así, con esa ropa, me excitas mucho!.—

--¿Te gusta papi?.—

--¡Si, imagino que me cojo a tu hermana, eres igual que ella, le encanta la verga, y te mueves como ella!.—

--¿Ya te la cogiste?—

--¡No, pero quisiera, si probara mi verga quedaría contenta!.—

Estaba de acuerdo con eso, la mención de mi hermana me excitaba, en realidad Ricardo me cogía imaginando que yo era mi hermana, me calentaba que me comparara con una mujer, y más con Silvia, la única mujer capaz de excitarme.

Me volteé sin sacar la verga de mi culo, sabía que esa vista lo iba a volver loco, mis nalgas se movían como locas de gusto por estar ensartadas y abiertas por semejante verga. Aumenté la velocidad para hacerlo venir, cuando estaba a punto, rápido me salí y me dirigí a su boca para recibir su leche, tragué con gusto mientras sus mano acariciaba mi ano abierto y caliente, entonces escuché el nombre de mi hermana en los labios de Ricardo, y me sentí muy bien, mi lado femenino salía a flote y por fin un hombre que me cogía lo aceptaba con gusto.

Desde esa vez, vivimos como marido y mujer, obvio que saben quien era la mujer, le cocinaba, le lavaba, veíamos la televisión juntos, y nos amábamos mucho, o bien cogíamos mucho, como entraba primero a trabajar, luego me iba yo, lo despedía en la puerta, a veces deslechándolo con una mamada. Casi no salíamos, y si lo hacíamos era separados, solo en la intimidad de la casa, nos tratábamos como amantes, incluso vestía ropa femenina como mini vestidos, mini faldas o en lencería y tacones, a veces una peluca que me pidió que comprara. La relación parecía de un matrimonio, porque hasta infidelidad había, ya que a veces cuando él no estaba en casa, recibía a Jesús, o yo iba a su casa, o me llevaba al cine para adultos y me cogía rico, esas ocasiones llegaba a casa como una puta cogida, y rápido preparaba su comida o la cena. Pero casi todos los días cogíamos bien sabroso, y es que a sus 17 años, estaba lleno de leche.

Así estuvimos cerca de medio año, hasta que mi hermana regresó. La fantasía terminó, y solo en nuestra recámara cogíamos, o cuando estabamos completamente solos, entonces tuve que comprar lencería propia, ya que no me quería arriesgar a usar la de Silvia.

El regreso de mi hermana nos distanció un poco a Ricardo y a mí, y entonces le dediqué más tiempo a Jesús, aunque a éste no le agradaba que usara prendas femeninas, y me molestaba cuando me decía que me las quitara. Extrañaba a Ricardo en esos momentos.

Mi hermana seguía igual de alegre, los fines de semana disfrutábamos los tres de unas bebidas y pláticas largas. No sé si mi hermana se daba cuenta de que a Ricardo y a mí nos excitaba verla con las piernas un poco abiertas mostrándonos su tanga, o verla agacharse, o bien cuando salía del baño envuelta en una toalla pequeña que apenas le cubría sus nalgas, pero cuando cogíamos Ricardo y yo, hablábamos de esos instantes.

Una mañana de sábado, me levanté temprano, antes de salir de mi cuarto, vi que Ricardo estaba bien dormido y desnudo, su verga estaba parada, se veía deliciosa, me dio tentación de mamársela, pero escuché en la sala a mi hermana. Hablaron por teléfono, ella contestó y era para Ricardo, le tocaba y éste no contestaba, mi hermana, abrió la recámara y la vi que salió sorprendida, con el teléfono inalámbrico en sus manos, no sé que dijo a quién llamaba, y colgó. Sabía que mi hermana vio la verga gorda y cabezona de su cuñado, y se asombró, no dijo nada, pero esa noche, mi hermana se masturbó como nunca, metiéndose el consolador en su ano, hasta que se vino y se quedó dormida.

Algo pasó que una noche no encontré a Ricardo en la casa, los demás dormían, luego de un rato, escuché gemidos, silenciosamente salí y fui a la ventana de la recámara de mi hermana, no sabía que había llegado mi cuñado, pero algo me decía que era otro el que estaba con Silvia. Efectivamente, mi hermana estaba ensartada por el culo de la verga de Ricardo, lo veía claramente porque la luz estaba encendida, como a Ricardo le gusta coger. Silvia traía un baby doll negro con vivos rojos, bordeado de encaje y liguero, con medias negras. Las nalgas de mi hermana temblaban en cada cogida, estaba gustosa masturbándose mientras recibía verga por el ano. Cuando Ricardo estaba a punto de venirse, quiso salirse, pero ella no se lo permitió, dejando que le echara su semen en el recto. Cuando terminó Ricardo de venirse, miró a la ventana, sabía que yo había visto todo. Una ocasión, Ricardo me propuso cogerme a mi hermana sin que ella se diera cuenta, ya que le había dicho que nunca me había acostado con una mujer, pero que Silvia era la única que me excitaba y lograba que se me parara. Y esa fue mi experiencia incestuosa. Me cogí a mi hermana SILVIA.

Ahora soy casado, confieso que rara vez hago el amor con mi esposa, al contrario, uso su ropa interior, claro que de esto ella no sabe nada. Me gusta sentir la ropa femenina, y fantasear….ANTONIO