Mi hermana también necesitaba algo más

Tengo necesidaes que mi hermana podía cubrir

Jonás ya había cumplido los 18 hacía unos meses, y hacía tiempo que su cuerpo pedía un cambio, nuevas experiencias, tenía necesidades que en el pueblo eran más difíciles de obtener. Esto ocurrió hace mucho años, algo más de veinte.

Conseguir pareja para un polvo rápido o tener acceso al sexo era una tarea difícil en un pequeño pueblo donde todos se conocían y donde no abundaban las chicas dispuestas a darse un revolcón sin más.

Internet no existía y la tele tampoco daba muchas alegrías, por lo que Jonás se apañaba como podía para tener algún estímulo que lo ayudara.

Y ese estímulo no era otra que su hermana mayor, tiene dos años más que él y siempre había sido una chica desarrollada para su edad. Había ocurrido un día por casualidad cuando la vio desnuda, no fue más de un segundo, pero aquellos pechos y aquella mata oscura de pelo no se borraban de su memoria, que lo excitaba y torturaba deseando más, y de esto ya hacía varios meses.

Llegó el verano y la excitación era mayor, porque aunque poca gente venía a pasar el verano al pueblo si que las playas eran visitadas a diario por turistas o gente de poblaciones cercanas, que recorrían las dos horas de camino para disfrutar de los espléndidos arenales del pueblo, y que a veces regalaban a la vista de Jonás alguna que otra hermosa chica o mujer, en ese aspecto Jonás no hacia descartes por edad. Le gustaban las chicas de su edad o un poco más, pero le apasionaban las mujeres maduras o lo que él consideraba madura por aquel entonces.

Jonás había estado pensando en como poder espiar a su hermana sin ser visto, ni por ella ni por sus padres ya que las consecuencias podían ser desastrosas, principalmente porque su padre era un buen hombre pero muy recto y conservador. Su madre era una mujer tranquila y su hermana era una chica bastante conservadora, que no le gustaba salir mucho con sus amigas. Prefería quedarse en casa leyendo a ir a tomar un refresco al pueblo como hacía la gente de su edad, aunque luego si era una chica coqueta y que le gustaba arreglarse.

Jonás había visto una posibilidad de poder ver a su hermana. Se había cambiado la ventana vieja del baño de madera por una de aluminio que cerraba en corredera vertical. Jonás pensaba en ponerle un tope para que no bajara de todo, y por la rendija que quedara ver a su hermana.

La ventana daba a la parte posterior de la finca donde había un pequeño huerto cerrado con un alto muro por lo que no había problema para que nadie le viera a él y que su hermana pensara que alguien pudiera pasar por allí y verla.

Cuando el se duchó cerró la ventana y la condensación era bastante grande, entonces él puso un taco de madera y le dijo a su hermana.

-Marta yo me he duchado con la ventana así, para que no condense y aun así ya ves, tu haz como quieras, adiós.

Esperó impaciente, y cuando oyó caer el agua salió con sigilo a la huerta, pero su hermana había quitado el taco de madera. De todas formas intentó ver a través del cristal biselado en pequeños cuadrados a Marta, pero no distinguía apenas nada y menos con el vapor.

Lo siguió intentando varios días, dejaba el taco de madera y hacía por ducharse antes que Marta, luego iba con la esperanza de ver algo, pero que nunca ocurría. Aunque algunas veces sólo con oírla en la ducha, ver alguna sombra e imaginársela era suficiente para provocar la esperada erección y posterior disfrute.

Un día no sabe si por descuido o porqué, pero lo cierto es que la ventana había quedado con la pequeña abertura. Jonás no podía creerlo y se asomó nervioso, se asomaba con recelo a ser visto, pero su Marta no miraba hacia él, se sentía como culpable pero la excitación vencía al miedo.

Marta aun estaba vestida frente al espejo quitándose las orquillas el pelo. Luego se quitó los pantalones y Jonás ya empezó a notar como su miembro se empezaba a abrir paso en su entrepierna, Marta tenía un culo redondo y duro, era espléndido, luego fue la camiseta y al poco ya estaba con sus tetas libres, que preciosidad, tenía unos melones increíbles, grandes muy grandes y con una aureola rosada y un pezón oscuro que resaltaban en el medio de unos pechos duros y muy blancos. Jonás miraba hacia la puerta que tenía a su lado temeroso de no oír si alguien se acercaba. Viéndose libre comenzó a tocarse la polla lentamente, acelerando cuando Marta dejó visible su coño rodeado por una frondosa mata de pelo moreno, Jonás no pudo contenerse y se corrió en sus calzoncillos, se limpio como pudo con un pañuelo y se fue para su habitación a cambiarse.

Esa fue la primera vez pero desde aquel día la ventana siempre estaba abierta, incluso un día por error se asomó y vio que era su madre la que se duchaba, dio un salto hacia atrás y se retiró, sin apenas ver nada más que una sombra.

Un día cuando Marta se desnudaba frente al espejo cuando quitó el sujetador se puso a saltar y a mirarse con más detalle que otros días, Jonás vibraba con cada salto al ver el movimiento de aquel par de buenas tetas. Luego Marta se las acarició y comenzó a magrearlas, denotando su cara un inmenso placer. Se metió en la ducha y cuando tocó enjabonar su espléndido coño se paró lo suficiente para tocarse. Con una mano apoyada en la pared cayendo el agua sobre su espalda jugaba con la otra en su conejo dándose una buena ración de dedos y placer, hasta que no pudo más y se corrió entre ahogados gemidos.

Juan estalló de nuevo en una inmensa corrida y se quedó sentado recuperándose de tan magnífico espectáculo.

Cuando se levantaba para irse sintió los ojos de su hermana clavados en los suyos, estaba perdido, aunque en sus ojos no había ira estaba claro que lo había visto y se fue para su habitación todo lo rápido que pudo.

Su hermana no le dijo nada en los próximos días y su comportamiento no había cambiado. Jonás no podía creer su suerte, pero tampoco la tentaba volviendo a la ventana, aunque lo deseaba, pero solo el recuerdo era suficiente para poder llegar a hacerse unas fantásticas pajas.

Pero un día como no quiere la cosa.

-Jonás-dijo Marta

-Si dime.

-¿Ha pasado algo? Últimamente me aburro mucho cuando me baño.

-No te entiendo, que me quieres decir con eso- dijo Jonás sin poder disimular lo rojo que se había puesto.

-No te pongas rojo hombre, que no pasa nada. Pero hoy tengo algo especial, así que espero verte donde siempre.

Y Marta se fue por donde había venido como si hubiera dicho lo más normal del mundo. Jonás por su parte, no sabía que pensar, que le hubiera visto se suponía que era malo, o no. Estaba hecho un lío, pero esa tarde no faltó a su cita con la ventana.

Marta en cuanto llegó Jonás lo miró con cara de complicidad asintiendo.

-Buen chico- dijo.

Rápidamente se puso en bragas y comenzó a tocarse las tetas, pero ya no miraba al espejo, miraba a su hermano.

Hablando en un tono bajo le dijo.

-No te cortes, tócate a conciencia y disfruta de mi cuerpo hermanito.

Se puso de espaldas y se quitó lentamente las bragas, agachándose de tal forma que Jonás viera su hermoso culo y su coño desde atrás, que vista inmejorable, cuando abrió más las piernas Jonás estaba a punto de irse todo, pero Marta se levantó y se dio la vuelta con la mano tapando el coño.

Cuando se quitó las manos, la mata de pelo ya no era tal y en su lugar había una pequeña pela morena, intentando hacer un pequeño triángulo.

-¿Qué te gusta la sorpresa?

-Si mucho, mucho –acertó a contestar Jonás.

Marta puso un pie encima del inodoro y comenzó a abrirse los labios y tocarse con las dos manos.

Esto ya era demasiado y Jonás lanzó una enorme corrida fuera de su alcance. Marta emitió un ligero gemido acompañado de una risita juvenil.

Jonás se apresuró a limpiar la mancha de la pared, antes de que secara y a guardar su polla.

-Veo que te ha gustado.

-Me ha encantado, estás muy buena Marta.

-Vale, vale, no hables tal alto. Gracias, pero yo también quiero ver eso que has escondido. Vamos ¿a que esperas?

Juan sacó su verga aun medio empinada y se la mostró con vergüenza a Marta.

-Umm no está mal, ¿está así por mí o siempre es así?

-Cuando está normal, es un poco más pequeña, pero crece bastante.-Jonás no sabía que ni como decir, le parecía que hablaba como un estúpido.

-Bien, mañana cuando estemos solos me enseñas lo que puede llegar a crecer, aunque así tampoco está nada mal.

-Gracias

-Venga guárdatela que como te la vea papá si que no va a crecer más.-dijo Marta entre risitas.

Marta se empezó a vestir y Jonás aun embobado, guardó su arma y se fue para la habitación a pensar en lo que había ocurrido y feliz de que su suerte hubiera cambiado.

Estaba impaciente y también algo asustado por saber que más le deparaba este espléndido verano.

Este es mi primer relato, si os gusta podéis enviarme un mail o si  los comentarios son favorables, me animo a seguiros contando, que ando un poco aburrido.