Mi hermana Raquel: húmeda sesión de fotos.

Quieres leer cómo conseguí por casualidad hacerle un reportaje fotográfico a mi propia hermana desnuda y brillante por el aceite?...Recuerda que es un relato real.

Éste relato es la secuela de una experiencia real que tuve con mi hermana Raquel hace años. Si no has leído la anterior «Mi hermana Raquel» te la recomiendo para entrar en materia. Además es cortito.


Después de lo que pasó entre yo y mi hermana Raquel estuvimos, lógicamente, unos días en los que prácticamente no nos dirigíamos la palabra excepto en los momentos en que estábamos en família y en los que intentábamos disimular la extraña sensación de que habíamos hecho algo realmente malo.  Personalmente, me sentía muy incómodo y empecé a arrepentirme de haberme dejado llevar hasta el punto donde llegué con Raquel.

No sabía qué coño hacer al respecto, y pensaba amargamente que mi actitud y la falta de contención de mi puta líbido había hecho mella en la bonita y limpia relación que mantenía con mi hermana.

También me dí cuenta que ella estaba tirante con todo el mundo. En los días sucesivos no paraba de discutir con mi madre y mi otra hermana por la razón más tonta. Tanto era así, que ésta última le dijo a viva voz que a ver si se le pasaba la regla o lo que coño le pasara porque estaba insoportable.  Conmigo se mostraba fría y esquiva, lo cual me cargaba de culpa y remordimiento.  Sentía la imperiosa necesidad de aclarar el tema con Raquel de la forma que fuera.

Empecé a pensar en la forma en que me enfrentaría a ella para decirle que quería hablar  del «asunto» y  en privado, evidentemente. Pero me faltaba corage para enfrentarme cara a cara con ella y leer en sus ojos algo que me pudiera hacerme polvo más de lo que ya estaba.  Aunque tenía que hacerlo por el bien de Raquel, al menos. Así que resolví que simplemente me pararía frente a ella, y le diría a la cara que quería hablar de aquello que pasó.

Seguía madurando la idea en mi cabeza,  cuando ocurrió algo inesperado que me hizo dejar de divagar como un imbécil sobre qué coño le diría para que me perdonara: un día que vine de correr un poco para quitarme el estrés, iba a darme una buena y tranquila ducha en casa ,(sabía que Raquel se había ido al centro),  entré en el baño y me quedé helado con lo que ví:

Apoyada en el espejo, una nota de mi hermana con mi nombre en el encabezado...

El corazón se me iba a salir del pecho cuando cogí aquel papel con la mano...no me atrevía a desdoblarlo porque temía lo que pudiera haber escrito mi hermana y que no se atrevía a comunicarme en persona.

Desdoblé el papel como si fuera un antiguo y delicado papiro egipcio.  Mientras veía el texto, mantuve en un principio la vista borrosa porque no soportaría, en mi actual estado de nerviosismo,  encontrarme algo terrible y triste escrito por mi dolida hermana. Pero me armé de valor y me decidí a leerlo del tirón, y así enfrentarme a la situación que fuera de la manera más honrosa posible, y salir de dudas sobre el actual estado mental de Raquel. La nota decía lo siguiente:

Luis,  no sé bien lo que pasó pero me siento muy incómoda contigo y siento que tú también estás extraño y distante. Creo que deberíamos hablar como hermanos que somos e intentar arreglar el asunto antes de que se líe más de lo que está.

Te espero en el bar donde las tostadas quemadas a las 9...por favor, no faltes.

Raquel

La verdad es que cuando acabé de leer la nota, suspiré un poco aliviado porque me quité el peso de la cita, al mismo tiempo que creí ver entre líneas que ella no estaba tan mal conmigo como yo esperaba...o quizás no quería comunicarmelo por escrito, sino decirmelo a la cara y darme mi merecido.

Evidentemente que iba a acudir a la cita y  arrastrarme todo lo que fuera necesario para lograr el perdón de mi hermana. Estuve dándole muchas vueltas al asunto, y cada vez me liaba más conmigo mismo y la situación. Intenté relajarme con una ducha caliente mientras mi cabeza no paraba un segundo de buscar posibles desenlaces terribles para hacerme una idea de hasta dónde la había cagado.

Me vestí como cualquier dia. Bajé y me puse a ver la tele, nervioso, mientras de reojo miraba el reloj de cuco estropeado, (nunca llegó a salir el cuco de los cojones), y empezaba a contar hacia atrás las dos horas y media de telebasura que me esperaban, porque no quería que mi mente le diera más vueltas a lo inevitable.

Llegó casi la hora, y el corazón me iba como a 120 pulsaciones. Notaba la presión de la sangre en mi cabeza y casi me da un mareo al levantarme del sofá.

Como un autómata, cogí el coche y me fuí al parking más cercano al lugar de la cita con mi hermana. Dejé el coche y estaba tan nervioso, que al salir del parking subterráneo me dí cuenta que estaba más lejos de lo que creía en un principio.  Pero el coche estaba ya guardado, y a mi corazón le vendría bien desfogarse con una buena caminata tranquilizadora. Además, iba sobrado de tiempo.

De camino me iba fijando como en una ensoñación en los escaparates de las tiendas por donde pasaba a buena marcha, pero nada me llamaba la atención porque mi mente estaba envuelta en una espesa niebla que no me dejaba ver más allá de mi dramática situación y el dificilmente imaginable desenlace que iba a suceder en unos cuantos minutos, que es el tiempo que me queda para llegar al sitio y a la hora dictada por la nota de Raquel.

Estando aún a unos doscientos metros del bar de la cita, ya empecé a agudizar la vista y a buscar a mi hermana entre la gente que desenfadadamente tomaba cervezas y comía alguna tapa de caracoles, muy reconocidos en ese bar, por muy mal que sirvieran las tostadas del desayuno. Pero no daba con la figura de mi hermana incluso cuando ya estaba pudiendo diferenciar bien los rostros de la gente que había en los veladores, pero mi hermana no estaba entre ellos.

En un estado de casi paro cardíaco, entré en el bar para buscar a mi hermana dentro del mismo, pero tampoco la pude ver, lo cual me hizo pensar que quizás se hubiera arrepentido de la cita y no se atrevía a que nos viéramos. Dentro del Bar, el reloj de publicidad de la pared marcaba ya las 9 y 2 minutos de la tarde, ya que en verano aun estaba el sol fuera lamiendo las azoteas de la ciudad.   Mi hermana era una chica de esas que llega 5 minutos antes a cualquier cita porque odiaba que le dejaran esperando, y eso hizo que mi teoría sobre que no acudiría se hizo más verosímil.  Entonces, apenas saliendo del bar,  me encuentro con la mirada de mi hermana observandome desde la pared de enfrente.

Mi corazón ya no podía más, y pensé en eso de: «que sea lo que dios quiera» , y me dirigí hacia ella con el paso más firme de lo que pude ser capaz. Antes siquiera de articular palabla, mi hermana se dirigió también a mí y me soltó dos besos en la cara como si hubiéramos quedado para ir al cine, aunque se le veía en la cara que algo le había cambiado un poco la expresión de energia y belleza a la que me tenía acostumbrado.

  • ¿qué tal Raquel, cómo estás?, acerté a decirle...

  • Pues bien luis, aunque un poco extraña, dadas las circunstancias. Y tú, ¿Qué tal estás?

  • Yo estoy que no sé ni donde meterme...la verdad es que desde ese dia me odio bastante por mi mal e imperdonable comportamiento. Llevo dias pensando qué decirte para explicarte lo que me ocurrió pero lo único que se me ocurre son disculpas estúpidas.  Quizás un dia llegues a perdonar a tu hermano, pero ahora entiendo que llegues a odiarme un poco... y  créeme que hasta yo mismo me averguenzo de mi comportamiento en aquel

momento.

-No Luis...lo que pasó fué culpa de los dos. Tampoco he parado de darle vueltas y creo que al menos tengo parte de la culpa al no pararte en el mismo momento en que el simple masaje pasó a otra cosa... pero por la razón que sea no lo hice. Y por eso me siento también un poco culpable.

-Lo importante ahora es aclarar las cosas, saber bien quién somos y no volver a cometer de nuevo tamaño error.  -Añadió Raquel.

-Raquel, por favor, no vuelvas a echarte parte de la culpa de lo que sucedió. Es evidente que fué por culpa mia que no me sé controlar y siempre tengo mis instintos básicos a flor de piel. Lo que hice fué imperdonable, y eres muy amable por quitarle un poco de hierro al asunto. Pero,¿qué te parece si vamos a un bar que no sea éste para invitarte a tomar algo?.

-Me parece bien, dijo Raquel.

Fuímos hacia un bar cercano donde también se servían helados, y la verdad es que tenía la garganta tan seca del agobio que se me hacía la boca agua al pensar en una buena granizada de limón. Raquel se pidió otra para acompañarme. Nos sentamos, y de pronto se hizo un incómodo silencio sólo roto por el sorber con la cañita el muy frío zumo de limón.

Creo que mi hermana se percató tanto como yo de que hablar del tema era un poco incómodo, así que fué ella misma quien desvió la conversación hacia un tema personal de ella que la mantenía bastante frustrada, y es que resulta que a la mañana siguiente del susodicho dia del masaje la despidieron de su ya de por sí precario trabajo.  Trabajaba de dependienta en una tienda de comestibles con contrato a media jornada pero trabajando todo el día.

-Vaya, Raquel... no sabes cuánto lo siento. Pero tú eres una chica muy valiosa, y encontrarás un trabajo mejor que ese. Además, por lo que me has contado, no estabas precisamente bien tratada y valorada. Pero sé que el dinero te venía muy bien para tus gastos.

Estuvimos hablando de ese tema y de otros, ( resolvimos no hablar más del «accidente»), hasta que se descongeló el último ápice de hielo de nuestras granizadas, y le dije que si quería dar una vuelta por el parque como hacíamos con nuestra madre de pequeños. Ella respondió que sí con una gran sonrisa, una vez disipada toda la tensión acumulada de tantas emocionesy bastante aliviados.

Nos dirigimos hacia el parque y visitamos el estanque de los patos.  Recuerdo que le dimos de comer a las palomas con unas semillas que vendían en el mismo sitio hasta que el sol se puso entre los árboles.

Le dije que tenía una sorpresa para ella, y es que me acordé que guardaba un pitillo de marihuana en la cartera que me dió un amigo. Ella sólo había fumado en un par de ocasiones, pero no le hizo ascos a un par de buenas caladas, así que nos fuimos al césped, fuera de las miradas extrañas de los paseantes. Saqué el porro y le pedí su encendedor, ya que mi hermana era fumadora ocasional de tabaco.

Le ofrecí el porro y ella no dudó de darle una buena calada y mantenerla en el pecho unos instantes antes de soltar el humo espeso y blanco.  Me dijo que hacía tiempo que no fumaba, y esperaba que no le sentara mal.  A lo que yo le respondí que no se preocupara, que la llevaría a casa en brazos si fuera necesario.  Los dos nos reímos a carcajadas, liberada ya toda la tensión y ayudados por la sensación de la marihuana que ya empezaba a hacer su efecto.

Empezamos a reirnos por cualquier tontería y volvieron de nuevo las peleítas en broma con toda complacencia mía porque era el signo inequívoco de que volvíamos a ser los de antes.  En una de las ocasiones de nuestros jueguecitos por el césped mantuve a mi hermana en el suelo agarrada por los dos brazos e inmovilizada, y recuerdo las ganas que tenía de besarla en ese momento, de saborear sus bonitos y carnosos labios sin maquillaje, pero de un color que parecía que los tenía pintados.

En ése mismo momento, también pude darme cuenta de que los pezones de mi hermana estaban señalando su blusa con tanto roce con las peleitas...la verdad es que hubo algunos momentos que me recordaron cuando tuve el cuerpo de mi hermana a la merced de mis libidinosas manos y no pude por menos que volver a excitarme y sentir el bulto de mi pantalón, así que me quité de encima y le dije que se hacía tarde y que deberíamos volver a casa.

Acto seguido nos pusimos en pié y nos sacudimos los restos de hierba por todo el cuerpo. Raquel estaba preciosa con su pelo alborotado y me pareció más sexi que nunca.

Fuimos al parking a coger mi coche, y de camino mi hermana me dijo que a pesar de todo, lo había pasado muy bien,  que soy el hermano más guapo del mundo y que cualquier chica mataría por estar con un chico como yo... a lo que yo le respondí con el mísmo argumento, y ella en agradecimiento me estampó un ruidoso beso en la cara.

Pasaron unos dias muy tranquilos. Parece que Raquel había dejado el asunto zanjado por su parte. Pero por la mía, no paraba de masturbarme pensando en mi hermana, en el masaje y en la noche del parque que fumados y de risas nos revolcábamos en el césped.

El recuerdo del cuerpo de mi hermana desnuda me atormentaba, pero al menos no metí la pata totalmente con mi acción hasta el punto de que Raquel me dejara de hablar, o me tratara de manera diferente. En dias sucesivos en los que veía a mi hermana con su ropita marcando los contornos de su cuerpo haciendome sufrir de lo lindo,  me pareció apreciar que se paseaba demasiado delante de mí sin motivo aparente, pero mi mente calenturienta no me dejaba pensar con claridad y no quería malinterpretar ningun acto referente a ella.

A la semana siguiente de lo del parque, me encontraba en mi pequeño estudio de fotografía que tenía en un piso que estaba por vender de un tío nuestro, y que me dejaba mientras encontraba, sin prisas, un comprador que le diera lo que pedía.  Me encantaba pasarme las horas oyendo música y revelando fotos en mi humilde, pero bien equipado laboratorio mientras contemplaba las fotos colgadas para que secaran.

He hecho todo tipo de fotos, incluido desnudos tanto de chicos como de chicas. Pero me sentía especialmente orgulloso de mi pequeña colección de desnudos femeninos.  La verdad es que me sorprendía la facilidad con la que algunas amigas se prestaban a ser fotografiadas desnudas en plan artístico, y aprendí que a las chicas les encanta que admiren su cuerpo y les saquen provecho artísticamente.  He de decir que nunca me aproveché de esa confianza que me daban y nunca usé la sesión para otra cosa que no fueran fotos, por mucho morbo que me diera el tener a una linda chica desnuda tras mi cámara. También he de decir que, salvo alguna excepción muy concreta, ninguno de mis amigos masculinos vió jamás esas fotos.

Recuerdo perfectamente como si fuera ayer, y de ésto hace ya años, la vez que estaba yo ensimismado con mis fotos y demás cosas en mi estudio, cuando de repente sonó el telefonillo del piso. Me extrañó un poco porque normalmente nadie sabe que estoy en él, ya que voy sólo cuando puedo y normalmente a horas intempestivas. Cojo el auricular y pregunto:

  • ¿Si, quién es?...

  • Soy yo, Raquel...iba ya a casa pero he visto luz en tu estudio y quería ver qué estabas haciendo. Me abres?

-Claro- Repetí de forma automática.

Colgué el auricular lentamente, intentando recordar cuando fué la última vez que mi hermana se dignó a visitarme en mi estudio.  La verdad es que me dejó un poco descolocado porque no me lo esperaba para nada, pero la verdad es que mi corazón empezó a galopar como por un resorte y mil cosas se me pasaron por la mente, descartandolas casi todas por peregrinas...

Llaman a la puerta y abro. Mi hermana estaba más linda y sexi que nunca, y una radiante sonrisa iluminaba su bonita cara.

-¿Puedo pasar, o qué?

-Claro Raquel, estás en tu casa también.

Mi linda hermana entró y cerré la puerta tras ella. Le pregunté qué la había traido hasta allí porque no se prodigaba precisamente en venir a verme en mi estudio.

Bueno, -respondió ella-, la verdad es que no quería llegar a casa demasiado temprano y no sabía qué hacer. Ví la luz del piso y me decidí a venir a verte. ¿Estás ocupado?... ¿quieres que me vaya?...

-No, claro- respondí. La verdad es que estaba viendo algunas fotos que he estado positivando éstos dias y revelando algunas otras. Y escuchando un poco de música, nada más.

-¿Me las enseñas?, tus fotos me encantan, sé que tienes buen ojo...¿de qué son?

-Pues de todo un poco, incluyendo algunos desnudos de amigas mías. -Repliqué-

-¿Puedo verlas?- Dijo Raquel-

-¿Claro, porqué no?

Mientras buscaba el álbum, mi corazón ya iba un poco acelerado, pero intenté calmarme. Iba a enseñar a mi hermanita unas fotos de chicas desnudas, aunque ninguna podía rivalizar con su belleza ni con el morbo que ella me producía, claro.

Encontré lo que buscaba y lo abrí por la primera página, y allí estaba mi amiga Noelia envuelta levemente en una sábana, con sus preciosos pechos al aire y una expresión de tristeza en su cara. A mi hermana le encantó y empezó ella misma a pasar las páginas, parando en las que más le gustaban y prodigandose en piropos y comentarios muy positivos hacia mí y hacia la belleza que acertaba a  transmitir con mis fotos.

Mientras tanto, yo observaba a mi hermana desde un punto de vista cercano y privilegiado. Pude oler su pelo, ese suave perfume que tánto me gustaba y su bonita sonrisa al apreciar mis fotos. Mi corazón iba a un ritmo un poco acelerado y empecé a sentir cómo el calor invadia mi cuerpo a la vez que mi paquete aumentaba de tamaño a cada hoja que pasaba del álbum, fantaseando con la idea de que fuera mi hermana la protagonista.

Me acerqué a ella hasta el punto de tocarla, pero no hasta el punto de que supiera cómo ha aumentado el tamaño de mi polla con su presencia y su fragancia a morbo y prohibición.

Una vez terminadas las fotos, me regaló toda suerte de piropos y halagos, y me dijo que iba a proponer hacerse un reportaje así a alguna amiga suya que sabía que podría no tener reparos en hacerse fotos de ésta guisa. Para luego añadir que ella misma no valdría para algo así porque le daba un poco de verguenza.

-Bueno ...- Dije yo. Déjame decirte que las chicas de las fotos puede que sean más vergonzosas que tú,  pero quizás es mi actitud la que les daba confianza para desnudarse porque saben que sólo busco hacerles fotos y nunca se las enseñaré a quien pudiera mirarlas con otros ojos que no fueran los de apreciar un buen reportaje.

-Pero entiendo que conmigo te dé corte por ser tu hermano, claro está.

-No es eso. -Dijo Raquel-,  es que nunca me lo había propuesto tampoco, pero la verdad es que al ver éstas fotos tán bonitas es para pensárselo en serio.

...¿Acabo de oir a mi hermana pensándose lo de hacerse fotos desnuda? - Pensé- Y una nueva ola de morbo pasó por encima de mí como un tsunami... ¿Acaso existe la posibilidad de ver a mi hermana desnuda aquí en mi estudio?... Tuve que tranquilizarme bastante para poder siquiera seguir con la conversación que tenía con Raquel, pero pude hacer de mi capa un sayo y proseguí:

-Bueno, yo la verdad es que estaría encantado de hacértelas, claro. Siempre podrás tenerla para cuando seas una vieja pelleja y decir a tus nietos: Mirad lo buena que estaba vuestra abuela, jajaja.....-Ambos nos reímos con la idea-

-¿Pues sabes qué te digo?, - añadió Raquel-, creo que la idea de hacerme fotos así de artísticas me apetece.  Pero quizás la única manera de que yo accediera a hacerme fotos desnuda es prometiendome que jamás nadie lo sabrá, que será un secreto entre tú y yo. Y además, - prosiguió- deberás también darme los negativos y las fotos. Quién sabe si un dia te roban el piso, y a saber dónde podrían aparecer mis fotos!...Evidentemente, los gastos correrían de mi cuenta. ¿Qué te parece, Luis?...

...Mi hermana no tenía ni idea de lo que en mí produjo aquella petición... No sé cómo pude recuperarme de lo que me dijo, pero creo que ella entendió que me estaba pensando su propuesta porque me quedé mudo...Dudé unos instantes más y le dije que por mi, encantado. tendría todas las fotos y los negativos. pero que de ninguna manera iba a cobrarle siquiera las fotos y demás. Que será un regalo por ser mi hermanita.

-Y cuándo podría ser, Luis?...

-Pues... (mi mente aun estaba en una montaña rusa de sensaciones ), desde ahora mismo, hasta cuando pudiéramos los dos... -balbuceé-

-Bueno, ya estamos aquí. -Dijo Raquel- ¿Tienes todo lo necesario para hacerlas?, y si es que tienes motivación, claro, no quiero acaparar tu tiempo...

¿Como?...¿ Es cierto lo que acabo de oir?...Recuerdo que me pellizqué en el pulgar para ser consciente de que no estaba soñando. Me excusé de mi hermana para ir a la cocina y beber un poco de agua porque de los nervios se me había quedado la boca seca mientras ella esperaba mi respuesta y disponibilidad.

Volví con mi garganta hidratada para decirle que sí, que tenía todo lo necesario y motivación de sobra. Que me dejara unos minutos para poner el fondo y las luces que tenía desmontadas. Me dió un susto impresionante el no recordar si tenía un carrete virgen para poner en la cámara, pero luego recordé que tenía un par de ellos que me sobraron de un viaje en la misma mochila que contenía mi cámara buena.

Como un zombi, puse las luces lo mejor que pude porque mis manos eran como de trapo. Empecé a sudar por el excesivo trabajo de mi corazón, y tuve que dar largas bocanadas de aire para tranquilizarme, mientras mi hermana parecía estar tranquila como siempre, o por lo menos más de lo que estaba yo. Pero conociendo a Raquel, estaba seguro de que también estaría nerviosa por lo que iba a acontecer.

Acerté a la tercera vez el colocar el carrete en la cámara y encendí las luces como había hecho en otras ocasiones, pero en ninguna ocasión llegué a sentir el corazón como entonces.Me dí cuenta que estaba tan nervioso  que incluso se me bajó la erección de mi polla porque no daba crédito de lo que iba a pasar a continuación, pero dejé de pensar porque mi mente necesitaba estar medianamente concentrada para  que todo funcionara correctamente.

-Pues Raquel, cuando quieras- Acerté a decir.

  • Y bueno, ¿qué hago entonces, cómo me pongo?... ja, ja... la verdad es que estoy muy cortada aunque quizás no se me note. -Dijo raquel-

-Nada, Raquel, no te preocupes, creo que lo mejor es que empecemos así como estás y luego ya vemos cómo seguimos-

Mi hermana estaba vestida con un pantalón vaquero y una camiseta blanca de tirantas que acentuaba el moreno de su piel.  Bajo ella se le notaba el sujetador, blanco también, porque los tirantes estaban a la vista. Y mi corazón dió un vuelco al saber que, sin duda alguna, iba a ver qué tipo de braguitas o tanga llevaría mi hermanita...

Empecé a hacerle un par de fotos y le fuí indicando cómo debería ponerse para que la luz incidiera de la mejor forma sobre su figura. Ella se notaba cortada pero bastante dispuesta con la situación.  Bajo el calor de los focos, su piel empezó a brillar un poco y un suave olor a sudor limpio embriagó mis sentidos olfativos y visuales.

De una forma profesional y firme, le dije que se quitara la blusa de tirantas mientras yo miraba a través del visor, como escondido para que no apreciara mi creciente excitación y el tremendo peso de la orden que le había dado,  Con una leve sonrisa de complicidad se sacó la blusa dejando al aire un bonito y sencillo sujetador blanco, y los sublimes volúmenes de sus pechos me dejaron casi sin respiración, tanto que se me escapó un disparo sin haber enfocado bien.

Sus pezones se marcaban oscuros y pequeños, en comparación con su talla 90 por lo menos. Se puso las manos en el pelo, y una suave y leve mata de vello incipiente adornaba sus axilas y le daba un toque de inocencia que me era casi insoportable.

Al cabo de unas 5 o 6 fotos llegó el «momento pantalón» , y de una forma casi natural pero sabiéndose observada se los quitó, no sin poco esfuerzo, porque eran de esos muy entallados.

Llevaba un tanga blanco muy pequeño.

Podría estar horas expresando el morbo que Raquel me producía en aquella circunstancia, pero mi respiración entrecortada hablaba por mí... estaba preciosa y se le notaba el corte más blanco donde no le daba el sol en la playa y eso me ponia malo.

Estaba de rodillas frente a mí, en tanga y sujetador, y le dije que se diera la vuelta y que mirara hacia un lado.  Lo hizo y volví a ver ese culo redondo y rotundo que tantas pajas me ha sacado desde aquel dia que lo hice brillar con el aceite y el deseo incontenible... estaba sublime con aquel tanga que nada le cubría por detrás salvo un leve triangulito y mi respiración se hizo aun más entrecortada.

Parecía que estaba haciendo fotos a un oculto secreto lleno de fantasía y la situación me pareció irreal,  pero mi cámara exigía más y más, y como de pasada y ella de espaldas, le dije que se quitara el sujetador.

Yo estaba cerca, tan cerca que pude ver cómo las venas de su cuello palpitaban a una velocidad similar a la mía y pude comprobar que ella también estaba nerviosa, y quizás excitada por la escena. Alargó su mano, y de un gesto se lo desabrochó y liberó sus gloriosos pechos de la atadura que los aprisionaba. Lo echó a un lado y siguió de espaldas, quizás algo intimidada por si casi desnudez total delante mía y del visor de la cámara.

Sabía que ella se pondría de la manera que yo le dijera, y sin pensarmelo, le dije que se volviera hacia mí.

Sus pechos aparecieron increibles y turgentes a sus 21 años, culminados con unos pezones oscuros y delicados que le daban al conjunto una armonia mística de belleza y erotismo que jamás he vuelto a contemplar.  Estuve haciendo fotos como poseído y ensimismado, y mi pantalón ya no daba más de sí y pensaba si iba a estallarme la cremallera en cualquier momento.

El primer carrete ya estaba lleno y procedí a poner el otro ràpidamente, como si se fuera a ir como por un hechizo y volví a enfocar para seguir con el reportaje.

Ella estaba muy callada posando, pero cada vez más deshinibida y natural. Seguí pendiente de sus pulsaciones que se mantenian más altas de lo normal. Ese minúsculo pedacito de tela blanca era lo único que separaba a Raquel de la desnudez total y me estaba martirizando con la idea de que por fin iba a ver el coño de mi hermana expuesto y sin tabúes.

Como si de algo normal se tratara, le insté a que liberara su parte más intima, delicada y deliciosa y no se lo pensó dos veces. Se puso de pié y se quitó el pequeño tanga, para dejar al descubierto el pequeño triangulo de vello púbico recortado y maravilloso. Me quedé fascinado también porque su clítoris estaba a la vista y pude oler su excitación como un perfume natural y embriagador que llenaba todos mis sentidos.

Olvidé por completo una sábana que tenía preparada para hacer las cosas más sutiles, pero ni siquiera ella la pidió y me dejó contemplarla en toda su belleza al natural.  Las gotas de sudor resbalaban por mi frente y me las secaba con el hombro sin detenerme, escondiendo mi increíble excitación detrás del visor.

No sabía qué hacer ni qué decir que no fuera relacionado con la sesión de fotos. Intentaba mantener una posición profesional, pero ésto se me escapaba de las manos. Pero de repente se me ocurrió algo que cambiara un poco el enfoque.

-Raquel, ¿te gustaría que te hiciera fotos con el cuerpo brillante de aceite?... la verdad es que con ésta luz y tu cuerpo tan bonito, quedarían fantásticas. No tengo Aceite hidratante aquí, pero sí aceite de girasol que uso para la ampliadora de fotos.

Una vez dije ésto, llevado por la excitación y casi sin pensar, me arrepentí al instante porque era llevar la sesión de fotos a otro estado y me pareció un paso demasiado acelerado. Pero la visión de Raquel desnuda y brillante hizo que el morbo que me producia la situación se incrementara, si eso era posible.  Mi hermana pareció pensarlo un instante, y con un gesto de su linda cabeza me comunicó que le parecía bien la idea.

Dejé la cámara en el suelo y fuí ráudo a la cocina para traer la botella de aceite que estaba casi por la mitad.

Con la botella en la mano, se la ofrecí para que untara su maravilloso y desnudo cuerpo y me deslumbrara con sus brillos llenos de morbo y puso sus manos para que le echara el dorado y suave líquido en ellas. Dejé la botella a un lado y volví a coger la cámara para fotografiar el proceso.  Pude ver cómo mi hermana se embadurnada suave y lentamente para que pudiera darme tiempo a captar la escena...le dije lo bonitas que estaban saliendo las fotos y que le encantarían cuando las positivara, y que hiciera los movimientos y las poses que ella prefiriera, y yo me dedicaría a captar las imagenes.

Empezó a acariciar su deslumbrante cuerpo por el aceite de una manera un poco diferente y desafiante. Yo no decía nada y ella pareció disfrutar con sus propias caricias, dedicándome miradas llenas de belleza e incontrolable morbo que yo fotografiaba como si fuera algo que se me fuera a escapar de un momento a otro. Se pasaba las manos entre los pechos lentamente y cerraba los ojos como si fuera otra persona quien la acariciara.

Buffff... yo estaba a punto de estallar de excitación y mi bulto hacía ya rato que estaba en su máximo, tanto que debería ser evidente incluso para ella. Se puso de espaldas y mostró su brillante culo con nuevos volúmenes gracias al aceite. Pero su espalda no brillaba porque no llegaba con sus manos. Paré y le eché un poco escanciando la botella en ella. Y preso ya de una especie de hechizo insoportable, dejé la cámara a un lado y yo mismo le esparcí el brillante líquido por ella.  Era una suavidad ya conocida pero en un momento muy diferente.

Dejé la cámara a un lado y me puse de rodillas tras ella. Recogí un poco su pelo algo lleno de aceite, y le embadurné toda la espalda. Pero no rápidamente, sino en pequeños y delicados círculos con mis manos de la espalda al cuello. Las venas se le notaban claramente y su ritmo cardíaco era muy similar al mío. Ella no decía nada.

Mis manos se paseaban ya por una superficie perfectamente untada de aceite y no podía parar de acariciar a mi hermana lo mismo que la otra vez.

Raquel permanecía quieta y sin decir nada, pero sus palpitaciones y su respiración hablaban por ella alto y claro...Mi hermana estaba tan excitada como yo de lo que estaba pasando. Yo seguía con mis manos paseándose por su espalda, pero cada vez invadían más zona de su cuerpo. Hasta que no pude soportarlo más y mis dedos acariciaban suave y lentamente los laterales de sus pechos, para luego pasearse por encima de sus erectos y pequeños pezones.

Mi hermana empezó a respirar más profundamente al tacto de mis dedos por sus pechos sin ningún impedimento y en un pequeño gesto de sus brazos incluso facilitó más aún mis caricias e hizo que mis manos abiertas y suaves por el aceite tomaran sus dos pechos abarcándolos completamente.

Ella no podía ver la expresión de mi cara, pero era de un sublime éxtasis. Si no fuera por la suave música de fondo, creería que el tiempo y el espacio se había detenido en ése instante infinito y por nada del mundo querría despertar de éste sueño hecho realidad sin saber cómo acabaría.

Mis manos se paseaban ya libremente por los sitios que ellas mismas querían y estaban hambrientas de la carne de mi hermana. Era uno de esos instantes irrepetibles que no se cambiar por nada del mundo. Quería disfrutarlo plenamente, quería ser consciente de todo para no perder un ápice de éste inmenso placer a través de mis dedos y mis demás sentidos.

Mientras Raquel movía la cabeza lentamente alrededor de su cuello de cisne,  yo la seguía acariciando con una mezcla de ternura e irrefrenable pasión que se habían adueñado de mís actos... y seguramente de los de ella también.

La cogí por los hombros,y le indiqué suavemente que se pusiera de pié sin que se diera la vuelta.  Me desnudé yo también, y por fin pude liberar mi polla de la cruel tortura de su prisión. Sentí un gran alivio a la vez que pensé que ésto ya no tenía vuelta atrás, y que los dos lo estábamos deseando plenamente. Pegué mi cuerpo al suyo y la abracé haciéndole sentir mi tremenda excitación y ella me respondió abrazando mis brazos con los suyos, en un delicado baile de sudor y aceite.

Mi cuerpo se fortaba con el suyo al ritmo pausado de la música y ambos cogimos el paso con la totalidad de nuestros deslizantes cuerpos. La giré lentamente y estuvimos cara a cara.  Ella bajó la mirada con un poco de la verguenza que aún le quedaba, pero con mi mano alcé su linda cara y nos fundimos en un húmedo y profundo beso que pareció durar siglos.

Nuestras lenguas se entrecruzaban ávidas de saliva hermana y empezamos a acariciarnos sin censuras y con cada vez más acelerada pasión. No pude aguantar más el momento de saborear su cuerpo y con un ademán la tumbé en el sofá sin importar que se pringara de aceite... ya no éramos dueños de nuestros actos y ni siquiera pensamos en ello.

Me hice dueño de sus pechos y saboreé sus pequeños y delicados pezones con mi lengua para luego usar levemente mis dientes, lo que arrancó dulces gemidos de placer de mi hermana que se mezclaban con la música y los mios propios. Estuve largo rato saboreando y abarcando con mis manos sus dos preciosos pechos y ya empecé a bajar saboreando lentamente todo el recorrido.

Raquel me tenía levemente sujeto por el pelo mientras comía con verdadera fruición sin detenerme hacia el objetivo más delicioso e íntimo que mi preciosa hermana poseía. Me detuve levemente en su ombligo y saboreé su sabor a aceite metiendo mi lengua en él, para luego proseguir con mi inexorable marcha hacia en cúlmen de los sabores prohibidos...

Llegué sin detenerme hacia su recortado vello púbico y me embriagó su olor a sexo...era evidente que mi hermana estaba produciendo dulce y delicioso néctar y me invitaba con sus gemidos a saborearlo... Con suavidad abrí sus piernas y su coño húmedo y palpitante se me mostró en su totalidad. Su clítoris estaba más hinchado y brillante que antes y desafiaba mi hambre que por entonces era difícilmente saciable.

Lo primero que hice fué acercar mi nariz a su sexo y aspirar su olor a excitación que me volvía aún más hambriento si cabe.  Fuí acercando mi lengua a su clítoris hasta rozarlo con la punta y notar en ella el primer latigazo de electricidad carnal hasta sorberlo completamente con mi lengua y mis labios... su sabor me pareció sublime lo mismo que oir sus gemidos de aprovación mientras me alimentaba de su dulce y prohibido néctar .

Mi boca se había adueñado de su coño mientras la locura del hambre se habia adueñado de mí y metí mi lengua en su vagina como queriendo absorber hasta la última gota de su sabor... mi cara rezumaba de líquidos y me corría por la barbilla mientras intentaba no desperdiciar ni una gota al mismo tiempo que oía a Raquel proferir todo tipo de quejidos de placer mientras acompasaba mi lengua con sus movimientos de pelvis... no dejé de degustar como un animal hasta que mi hermana me dió muestras inequívocas de que se estaba corriendo mientras devoraba su coño.

Loco de éxtasis y con mi boca chorreando de su zumo me aparté momentáneamente para colocar a mi hermana aún más cerca de mí en el sofá mientras yo seguía de rodillas.  Alcé todo lo más cómodamente posible sus piernas hasta que su agujero del culo estaba tan al alcance de mi boca como lo estaba su coño.

Empecé desde su vagina recorriendo lentamente la distancia hacia su otro orificio brillante por el aceite y me detuve saboreandolo con mi lengua por encima hasta poco a poco ir introduciendo mi lengua en el culo de mi hermana con su total complacencia. Notaba las contracciones anales en mi lengua y la introducí hasta donde su largura me dejaba mientras Raquel no dejaba de emitir todo tipo de sonidos de placer y aprobación.

Una vez saciado y medio loco por la increíble degustación de sus agujeros me puse de pié y mi brillante polla se erguía desafiante ante mi hermana.  Se incorporó lentamente sentandose en el sofá y acercó sus labios hacia la punta de mi capullo loco de deseo y hambriento de su lengua hasta hacerlo desaparecer dentro su boca.  Sentí cómo su lengua rodeaba mi capullo y sus labios aprisionaban mi polla entera... tuve que hacer verdaderos esfuerzos mentales para no correrme en su boca en ese mismo instante, y tuve que pararla un poco porque si seguía vaciaría mis huevos sin remisión.

Mi hermana se percató de la situación y empezó a degustar mi hinchada polla de manera más lentamente y suave... se la veía disfrutando y ahora era yo quien gemía de placer animal retenido por tanto tiempo de fantasías nocturnas para sentir una increíble realidad dentro de la boca de Raquel.  Dejó por un momento mi dura masculinidad para centrarse en mis huevos de manera autodidacta,  sorbiéndolos y degustándolos como hizo antes con mi enrojecido capullo.

Yo ya no podía soportarlo más...no quería estallar si antes haberme follado a mi hermana sin contemplaciones, porque en esos momentos no éramos hermanos, sino animales con sus instintos básicos más que a flor de piel.

La empujé hacia atrás y volvió a la posición de piernas en alto, ofreciéndome sus agujeros para nuestro disfrute mútuo.  Acerqué mi polla a la entrada de su más que lubricada y palpitante vagina, para en un suave empujón meterme dentro hasta el fondo, hasta oir el primer grito de mi ya por entonces descontrolada hermana.  Pensé que no tenía condón pero a quién coño le importa si el después no existe en éstos instantes... empecé a bombear mi polla en su interior suave y caliente, sin impedimentos, y ya nos empezamos a portar como animales sudando con unas embestidas que cada vez se hacían más salvajes.

Cambiaba de ritmo cada muy poco tiempo porque si no, me correría sin poder remediarlo.  Quería disfrutar del caliente y más que morboso coño de mi hermana por el espacio de tiempo más largo posible... Me salí de su cavidad para agarrarla de las caderas y ponerla bocaabajo para insertarle de nuevo mi polla sin contemplaciones...no sé cuánto tiempo estuvimos así, pero en varias ocasiones sentí las contracciones de sus orgasmos en mi polla hasta que simplemente no podía retener más el inhumano esfuerzo de soltar toda la leche acumulada en mis huevos,  ávida de encontrar la salida a borbotones.   A punto de correrme, la saqué y me corrí en la brillante y sudorosa espalda que se arqueaba al sentir los chorros interminables de leche que salían de mi interior.

Al terminar, me senté sobre mis piernas exhausto, sudoroso y como en un sueño. Mi hermana no se había movido de su postura con mi leche bajando por su espalda y su culo hasta parar en la tapicería del sofá llenándolo de goterones blancos y espesos.  Ambos estábamos jadeando del esfuerzo y el inmenso placer que habíamos sentido y me dí cuenta que no habíamos proferido ni una sola palabra mientras duró nuestra desenfrenada pasión de hermanos.

Raquel se incorporó, se puso de pié y se dirigió hacia el baño, a punto de resbalar en el suelo por el aceite y sin mirarme. Yo También me incorporé y volví de nuevo a la realidad. Mi polla aún seguia casi en estado de erección y parecía que se quedaría así por más tiempo, mientras oía correr el agua de la ducha.

Volvió mojada y un poco avergonzada, sin saber qué decir...pero, ¿qué podríamos decir en ése momento?...se vistió en silencio.

-Creo que debería irme ya, mamá podría preocuparse. Me dijo casi sin mirarme mientras yo seguía desnudo sentado en el sofá extenuado por el esfuerzo.

-Sí, claro...Me puse el boxer y la acompañé a la puerta. Nos despedimos con una mirada y un gesto sin nombre y ví a mi hermana desaparecer por las escaleras, mientras una brisa fresca y vivificadora recorrió mi sudado cuerpo reviviéndo un poco mi acalorado cuerpo.

Volví a cerrar la puerta y a sentarme en el sofá con la mente extrañamente vacía y una sensación que no había sentido antes. Me mantuve así por espacio de media hora. me duché también con mis piernas temblorosas y limpié todo aquello lo mejor que pude...

F I N