Mi hermana por fin logra acostarse con mi padre

Que mi hermana no follara con mi hermano, eso ya lo saben. Sin embargo, se empezó a incubar en su cabeza, la idea de tener sexo con alguien mayor. Y que mejor para eso que nuestro propio padre.

Mi hermana logra por fin acostarse con mi padre.

Que mi hermana no follara con mi hermano, eso ya lo saben. Sin embargo, se empezó a incubar en su cabeza, la idea de tener sexo con alguien mayor. Y que mejor para eso que nuestro propio padre.

En principio, nuestros encuentros sexuales con mi hermana eran inocentes e incluso hasta románticos. Y lejos de detenernos empezamos a avanzar más experimentando cada vez cosas nuevas. Mi padre en su biblioteca tenía un libro de educación sexual, el cual apetecíamos conocer y leíamos juntos. Cada vez que quedábamos solos, nos ibamos directo a la página 148, la cual contenía una serie de posturas sexuales. El sólo leerlo, me provocaba una paja (chilenismo que se refiere a masturbarse). Mi pene se hinchaba y empezaban mis poluciones ha surgir, eso calentaba mucho a mi hermana, quien había aprendido a soportar mi polla en su boca, le encantaba el aceite pegagoso que me escurría antes de irme. Ella hundía sus labios en la abertura de mi pene y generalmente solía desplegar su saliva sobre él. Debes recordar que soy circunsciso y por tanto, siempre tengo el glande a la vista, como una gran callampa literalmente. Por ello, mi hermana gustaba jugar con su lengua rodeándolo perfectamente. Cada vez, adquiríamos más experiencias y eso nos llevó a prepararnos para realizar un ataque al que llamamos suicida.

Un día decidimos en conjunto que mi hermana se acostara con nuestro padre. Para ello, debíamos primero centrar el lascivo interés por su hija y luego de ello, encargarnos que nuestra madre no estuviera para el hecho. Tarea nada de fácil, ya que mi madre era dueña de casa y siempre estaba con nosotros.

Mi hermanita, ya había algo y producto quizás de nuestras repetidas incursiones, se había desarrollado sobre todo en su busto armoniosamente. Mi padre, por su trabajo generalmente llegaba bastante tarde, pero mi madre siempre lo esperaba. Otras veces el salía muy de temprano, fueron estas las ocasiones que aprovechamos para que mi hermana se levantará solo en ropa interior a despedirse de mi padre. Siempre usó los más diminutos calzones que tenía, se levantaba a despedirse de él y se colgaba soñolienta de su cuello y le pedía un abrazo muy fuerte, de manera que él sintiera toda la expresion de sus pechos, luego se hacía la muerta de sueño y le pedía que la dejara en su cama. Era entonces, cuando se acomodaba y que las manos de papá rozaran sus piernas y sus nalgas, se iba saltando en los brazos de papá y besándola repetidamente diciéndole te quiero. Lo que mi padre no sabía era que ese te quiero significaba " te quiero tener".

Las primeras veces, mi padre era indiferente según mi hermana; pero sin embargo, tanto de repetir la situación que en momentos mi padre empezó escurrir un poco más de lo debido sus manos. Ya no solo la dejaba en su cama, sino que la arrullaba, instantes en que mi hermana le pedía ya besos en la boca más prolongados. Su primer beso con lengua se lo dio en la segunda semana. De ahí en adelante, siguieron con ese tipo besos. A mi hermana, le encantaba sentir los pinchazos de la barba de mi padre y lo áspero de su lengua, yo tenía que calmarla, pero el solo hecho de pensar en como le haría el amor mi padre, ella se excitaba tanto que perdía el control.

Debo decir que la seducción no fue nada de fácil. Por otro lado, yo le decía a papá que como Elí ya estaba grande y bonita habían algunos pretendientes, todo para ir aumentando sus celos de padre y su interés por ella. Pero el tan ansiado día llegaría a merced de la enfermedad de mi abuelo materno, mi madre tuvo que viajar urgente para ayudar a atenderle.

De esta forma, nuestra consistió en realizar un reemplazo provisorio de mi madre. Acordamos que mi hermana la reemplazara en todas las labores de la casa, cosa que hizo con mucho gusto; suponiendo que en la noche también lo realizaría. Mi padre estaba sorprendido de nuestra colaboración y a la vez muy satisfecho por los menesteres de mi hermana.

Llegada la noche nos fuimos a acostar temprano dejando sola a mi hermana y mi padre. Mi hermana le dijo que hacía mucho tiempo que deseaba dormir con él, como lo hacía cuando pequeña. Jugueteando con él y besándole repetidamente, logró que mi padre aceptara. Mi padre presentía que era algo más que eso, pero esa noche se dejaría seducir por la inocencia de una pequeña. Para un hombre maduro, el sentir la piel morena y ardiente de una quinceañera, aunque sea su propia hija, es algo anhelantemente excitante, lo que manos suaves y tersas pueden hacer de cariños es algo que no se puede comparar.

Una vez acostados, mi hermana se encaramó solo él en un abrazo que no dejaba espacios libres, todo su cuerpo estaba completamente pegado a él. Mi hermana ya había acelerado su respiración con ese solo hecho y se contenía para no descontrolarse y echar todo a perder. Estando sobre él, se dio cuenta de la forma de su pectoral, de su aroma a lociones de afeitar, del calor que transmitía su polla a través de los calzoncillos. Subió un poco más y apretó con sus rodillas el pene de mi padre y hundió sus diminutos pezones casi en las barbas de mi padre. Entonces él, con un suave beso y unas caricias en sus nalgas, suavemente la hizo girar para depositarla a su lado, mi hermana pensó que la dejaría ahí, pero el lentamente la cubrió con su cuerpo y con su pene hinchado y su pierna derecha abrió a mi hermana y se hundió sobre ella. Nada dijo, todo en silencio y lentamente, comenzó a besarla y mi hermana recibió sus bienvenidos besos. Empezó a recibir las caricias que tanto había esperado y por las cuales tanto había trabajado.

Las manos de mi padre eran gruesas, se podría decir que casi cubrían sus dos pechos, rebajó por los hombros la pijama de mi hermana dejando al descubierto sus pechos como dos palomas que deseaban emprender el vuelo, su gruesa mano se posó sobre ellos y comenzó a besarla freneticamente. Mi hermana abría sus piernas para sentir su pene erguido como un plomo con alas cerca de su sexo. Casi sin soltarla y sacarle la diminuta tanga que llevaba comenzó a apuntalarla una y otra vez susurrándole: "esto es lo que buscabas.... aquí lo tienes". Entonces bajó hizo a un lado los calzones y su pene comenzó a penetrarla lentamente, pero se dio cuenta que no había oposicion, entonces aumentó la presión y el bombeo que hizo delirar de gozo a mi hermana que gemía indeciblemente, su ritmo cardíaco, su transpiración mojada hacía que los cuerpos se pegasen, era tal la diferencia física que mi padre de un impulso se levantó con ella poniéndose de rodillas sobre la cama, mi hermana estaba casi en el aire, la penetración era profundísima, su cuerpo desfallecía ante tanto deseo.

Mientras sus gruesas manos se hundían en las nalgas de mi hermana buscando su ano, metía su dedo en él al mismo ritmo que la penetraba. Fueron casi treinta minutos en mi padre alzó por los aires a mi hermana, bombeándola incesantemente. La cambió de posición unas tres veces a lo menos y esa noche sentimos que habías logrado nuestro primer gran objetivo: Seducir a mi padre.