Mi hermana marta, la lianta

Es dificil la vida familiar, si hay sexo por medio

MI HERMANA MARTA, LA LIANTA.

Esta es la segunda parte de “Si me lo piden por favor,  no sé decir no”. La historia la he dividido en dos capítulos para no hacerlos  excesivamente largos.

Episodio4. Mihermana Marta entra en juego.

Éramos pocos y parió la abuela. Mi vida era una orgía con las dos hermanas, follaba cuatro días a Cristina y el tres a Maruja. Lo que se dice una ocupación total, sin descanso dominical, pero no me podía quejar, cualquiera se daría con un canto en los dientes por tener esa actividad sexual. De todas formas agradecí la llegada de mi hermana Marta, ya que quedé solo con mi pareja llevando un ritmo más normal: había que guardar las formas.

Pero  las cosas  se me complican por mi manera de ser: bueno, con un gran corazón.

Marta y yo estamos tomando un gin- tonic en una terraza del paseo marítimo. Las chicas están en casa preparando la cena. Se oye el romper de las olas en la arena. Mi hermana me sonríe mientras degusta la copa.

Llevo a Marta 15 años, siempre ha sido mi hermanita. La vi crecer pasando de ser una muñequita a una jovencita guapa que gustaba a todos los chicos. Por eso me quedé de piedra cuando, con 20 años, se confesó conmigo.

“Gerardo. Tengo que pedirte un favor. Soy virgen. Nunca he estado con un hombre. Mis experiencias han sido con mujeres. Creo que soy lesbiana, pero tengo dudas. Y quiero que me ayudes a resolverlas.”

Me lo largó de un tirón mirándome a los ojos.

“Cielo, ser lesbiana no es malo, es una opción de vida sexual, no te preocupes. Nuestros padres quizás no te entiendan, pero yo sí. Vive y disfruta”

Me vi un open –mind con mi contestación, en un rol de hermano mayor comprensivo que me llenó de satisfacción.

“No me has entendido. Eso ya lo sé, lo que quiero saber es si soy bi o les. Necesito que me folles para conocerme mejor. Sé que eres un follador consumado. Me lo han dicho amigas que tienes fama de hacer felices a las chicas. Dejarlas entregadas, que eres un jodedor de 10 sobre 10. Por eso tengo que hacerlo contigo, si lo hago con otro, lo mismo es un piernas y me creo que no me va, y es porque es un cenizo. Tú eres mi test de garantía. Si contigo no me gusta, es que soy lesbiana total”

“Piensa que te puede ocurrir si quedas embarazada……..”

“Mira, deja de contarme historias. Es un tema nuestro. No se va a enterar nadie.  Papá y mamá están en la playa. Tu novia, en México, con su familia de vacaciones. Tenemos 15 días. Me he preparado, llevo tomando la píldora durante dos meses, porque quiero sentir la leche cuando te corras. Quiero que lo hagas. Te lo pido por favor.”

Y, ¿ quién se puede negar ante el ruego de una hermana pequeña?.

Siempre ha sido metódica, y lo planteó como un entrenamiento.

Los tres primeros días se dedicaron a besos y caricias. Los tres días siguientes se dedicaron a sexo oral. Y como dice la Biblia que al séptimo día el Señor descansó, al día siete la desvirgué.

La semana siguiente follamos de manera continuada. Una vez después de comer y luego dos veces por la noche. Practicamos todas las posturas, tenía un manual del kamasutra y creo que las hicimos casi todas.

La noche antes que vinieran nuestros padres cenamos en casa. Era la hora de la evaluación de sus experiencias sexuales. Había preparado una ensalada de langostinos y unas almejas a la marinera, todo ello con un blanco gallego frío. Al acabar, le pregunté:

“Bueno, ¿qué te parece el sexo con hombres?”

“No es desagradable, pero me doy cuenta que sigo prefiriendo las almejas a los langostinos. Te agradezco lo que has hecho por mí. Y tú, ¿cómo lo has pasado?”

La miré, era un bomboncito, con un coñito delicioso, estrechito, que se amoldaba a la polla, y además se movía como un pez en el agua. Vamos que había sido una gozada follarla durante esos días.

“No lo he pasado mal. Ha sido una buena experiencia.”

“No lo debemos hacer nunca más. Pero hoy es la última noche .¿ qué te apetecería hacer?. Estoy en deuda contigo.”

Sus ojazos negros reían con picardía. Llevaba una camiseta blanca, que marcaba los pezones de sus senos pequeños y juguetones. Un short dejaba al aire sus piernas morenas y bien torneadas, pegado a las nalgas duras y redondas.

“Hay algo que no hemos hecho y me gustaría hacer. Mas si es tu última vez con un hombre.”

“Dime, te voy a decir que sí.”

“Quiero darte por culo.”

“ Me dolerá?”

“Bastante.”

“Lo he prometido y lo cumplo. ¿Qué hago?”

“Quitarte lo pantalones y las bragas y apoyarte en la mesa, dejando el culo en pompa”

No lo dudó ni un momento. Se bajó las prendas, y se puso en posición de recibirme. A mi todavía no se me había puesto dura del todo, así que abrí la bragueta, me escupí en la mano y comencé a pajearme para lograr  la piedra con la que quería horadar el orto de mi hermana. Con la otra mano, unté dos dedos en la salsa de las almejas y se la puse en el estrecho orificio, después hice lo mismo con la mayonesa. Metí un dedo y vi que deslizaba con facilidad. La masturbación y los toqueteos en el objetivo, hizo que mi arma estuviera lista para la estocada. Así que apoyé el glande en la puerta oscura y empujé. Costó que entrara pero al final llegó hasta la empuñadura.

Marta chillaba de dolor, la di una servilleta para que la mordiera. Sus lamentos me excitaron más, así que empecé un ataque violento. Creí que me iba a correr enseguida, pero la cantidad de polvos de los últimos días hicieron que mi leche tardara en saltar al interior de mi hermana.

Cuando acabé, le pedí la servilleta mordida y me limpié la polla.

“¿Qué te ha parecido?”

“Me ha dolido, no me ha gustado, pero….”

“.¿ Qué pero..?”

“El sentirme tan sometida y muy puta me ha excitado. Me voy a hacer una pajita.”

Y allí delante de mí, puso sus deditos en el clítoris y se tocó hasta llegar al orgasmo.

Esa hermana es la que ahora me mira fijamente, sentada en una terraza de la playa, tomando el segundo gintonic. Su cara se ha puesto seria , sé que tiene algo importante que decirme.

“Gerardo. No somos unos niños y si nos pasa algo, ¿quién nos heredará?”. Ni tú ni yo tenemos hijos. A mí se me ha pasado el tiempo. Podría, pero habría riesgos. Así que tú tienes que tener un hijo o mejor dos.”

“Martita estás loca. Primero soy mayor y no me veo cuidando niños. Segundo, Cristina no puede. Así que ya me dirás.”

“Lo hemos hablado entre nosotras y nos hemos puesto de acuerdo. Vas a tener uno o dos hijos con Maruja. Cristina está de acuerdo y yo también. Por si no te has dado cuenta, Maruja y yo, somos pareja. Y sobre la edad, piensa en Picasso,  y todos los genios, y tú hermanito eres un cañón.”

Me doy cuenta que se me ha quedado cara de gilipollas, me bebo la copa de un trago.

“Entonces es que sí. Lo contentas que se van a poner las chicas. Son tan buenas.”

Para mis adentros pienso que lo que son es unas pedazo de putas, y más la tal Maruja.

Episodio 5. Haciendo de semental.

Es el día: el primero de los días en que me va tocar follar a Maruja. Son sus días fértiles. Me han preparado durante la semana anterior, mucho marisco, mucho jamón pata negra y las dos últimas noches sin joder para concentrar el esperma. Me veo  como un caballo que le llevan a cubrir a una yegua. Hoy hemos comido unos buenos solomillos con tomate, apenas vino tinto. Luego me han mandado a descansar con un libro de sudokus para entretenerme y que me diera sueño. Me ha despertado mi hermana. Lleva una túnica blanca que la cubre por completo.

“Ha llegado la hora. Vengo a prepararte.”

“Bueno, ¿qué tengo que hacer?”

“Vamos a la ducha”

Mientras me lavo, me mira con detenimiento.

“La verdad que para tu edad, sigues siendo un galán. Anda, sal y deja que te seque.”

Lo hace como una madre a su hijo, tira del prepucio para ver si mi glande está limpio.

“Perfecto. Ahora un poco de perfume.”

Desnudo ante ella, me aprieta el escanciador. Creo que han elegido un olor excesivamente fuerte.

“Vamos, nos están esperando”

Entro en el salón. Han montado un escenario. Una cama baja, con la sabana blanca y alrededor velas encendidas y sahumerios. Cristina viste como mi hermana, una túnica larga blanca. Maruja es otra cosa.

La han preparado para ponerme a mil. El pelo suelto. Muy maquillada, destacando la negrura de los parpados, las cejas, la boca rojo carmesí. Pero sobre todo la tira de seda negra. Sólo a unas mujeres se les puede ocurrir semejante maravilla. Apenas tiene1 cmde ancho, la rodea como una serpiente. Como collar en el cuello,  rodeando las tetas  para levantarlas aún más, dejándolas al aire. Y como un tanga que  separa los labios de su sexo totalmente depilado.

Noto que mi verga se anima.

“Maruja, túmbate.”- ordena Cristina.

“Voy a calentarla, mientras tú haces lo mismo con mi hermano”

Marta se saca la túnica, está desnuda. Sigue teniendo un cuerpo atractivo, delgado, con senos pequeños pero duros y firmes, con los enhiestos pezones oscuros , el culo redondito un pequeño balón rajado. Se ha recortado el vello púbico para la ocasión, un pequeño triángulo negro que destaca en su monte de Venus. Se arrodilla ante Maruja y comienza a comerla el chocho. El ojete, que destrocé, está ante mis ojos y me enciende.

Cristina se desnuda, se pega a mí. Noto sus carnes calidas contra mi piel. Y comienza a masturbarme con la mano. Tengo la polla como una piedra.

“Creo que está preparado”- dice tras besarme con lujuria.

“Marujita, también. Niña, ponte como una perrita para que la leche llegue hasta el fondo”

Obedece, bajo sus nalgas perfectas, el coño parece latir pidiendo mi verga. Se la clavo. Empiezo a taladrarla.

Cristina y Marta , desnudas contemplan la escena. De pronto, mi hermana besa a mi novia, ésta le responde, y empiezan a meterse mano. Yo no paro de follar, cada vez más excitado con el polvo y por el espectáculo lésbico.

Todas empiezan a gemir y a chillar.

“¡AAAAYYYY QUE RICO!”

“¡ME VOOOOOYYYY!”

“DIOS MÍO, ¡QUÉ PLACER!”

Y con el grito  de “¡QUÉ PEDAZO DE PUTAS!” suelto la leche en Maruja, la embisto con tanta fuerza que cae en la cama y yo con ella.

Pasan unos largos segundos antes de que volvamos a la realidad.

“Creo que debemos cenar. Y luego, Gerardo repites con Maruja. Hay que asegurar el embarazo. Cristina, no sabía que tú también le puedes dar a las chicas”

“Yo, tampoco. Pero me ha encantado. Podemos volver a jugar mientras ellos follan”

Tumbado, me quedo acojonado. Creo que estoy viviendo una pesadilla erótica y pornográfica.

Maruja sigue en la cama un rato más para que el semen no se salga. Mi hermana y Cristina me llevan a la cocina. Han preparado una cena fría. Al rato se incorpora la tercera mujer. Viéndolas desnudas a mi alrededor, pienso en Paris y las tres gracias. Ellas más delgadas y yo más viejo.

Episodio 6. Una vida de familia.

Cristina y yo volvemos a casa. Hemos dado un largo paseo junto a la playa con el cochecito y las dos niñas de tres meses: Martita y Cris. Yo pensé que no iba a poder tener hijos a mi edad, pero sí pude. Dos niñas de una tacada.

Oficialmente son hijas de mías y de Cristina. Del embarazo real y el simulado, la inscripción en el registro y de los demás manejos se encargó mi hermana. Yo me hice el sota, firmando sólo cuando y donde me mandaban.

Mis amigos me felicitaron, más de una me miró con ojos golosos, yo procuraba pasar desapercibido dentro de un orden. Mi vida sexual había vuelto a ser más tranquila, sólo me follaba a Cristina, mientras Marta y Maruja seguían con su idilio.  Mi hermana vino todos los fines de semana, puentes y fiestas de guardar hasta el séptimo mes de embarazo, entonces se quedó con nosotros.

Al entrar en casa allí están las dos M: Marta y Maruja.  Se les nota que se acaban de dar una buena sesión de sexo, nada mas mirarlas. Recién duchadas y todavía ardiendo. Han estado dándole, pero también han hecho la cena que nos espera: una ensalada con nueces y queso, después un chipirones en su tinta, regados con un delicioso y frío blanco del Penedés .

Me llaman los amiguetes para jugar una partida de mus. Echamos un par de horas: Pierdo, pero como dice mi compañero, el placer de jugar es lo más, y el de ganar es la hostia. Pago las copas, la culpa es mía. He echado un órdago que ha jodido la partida. Creo que tanto follar y tanto pensar en las tías que me esperan en casa, me ha tenido desconcentrado.

Llevo tres copas cuando llego, voy alegre y desprejuiciado. Pero lo que me encuentro me deja de piedra. En el salón, Cristina le come el coño a Marta y esta a Maruja. Gimen gozosas como tigresas en celo, se dan placer con un punto de perversidad.

Maruja, que es la única que no tiene la boca ocupada, me saluda con alegría.

“Gerardo, las niñas duermen y como no venías, hemos decidido jugar un poquito.”

“No hace falta que os justifiquéis. Como veo que estáis entretenidas, me voy a la cama. Buenas noches.”

Adopto una postura digna para ir camino del dormitorio, pero….

“¿A donde vas?”- pregunta Cristina separando su lengua del chocho de mi hermana.-

“¿Por qué no participas?”

Se deshace la serpiente femenina, las tres me miran como fieras dispuestas a devorarme.

“Podrías volver a tenernos a las dos.”- insinúa Maruja, acercándose a mí. Se arrodilla delante de mí. Me baja la bragueta, mete los dedos para sacar mi polla, está gorda, semidura. La lame golosa, cuando empieza a endurecerse se la mete en la boca, me la chupa bien chupada.

Cristina besa a Marta. Sus manos acarician los senos de mi hermana, bajan por su liso vientre hasta el pubis depilado. Acaricia el clítoris que se adivina entre los labios.

“De verdad, ¿quieres hacerlo?”

“Sí, quiero sentirme puta y perversa.”- contesta Marta arrodillándose y poniendo su culo  hacia mí. Cristina se pone bajo ella, bucea hasta llegar a su sexo y empieza a lamerlo.

Maruja se levanta y me acerca a ellas. Llena de saliva el ojete de mi hermana, y agarrado mi verga la apoya en el esfínter.

Me besa y me suplica: “Empuja sin miedo.”

Noto el deslizar de mi miembro al entrar en la intimidad de Marta. Al comenzar a empujar, con los huevos golpeo la cara de Cristina.

Se oye el llanto de una de mis hijas, seguro que en segundos, se pondrá a berrear la otra.

Maruja me besa y sonríe mientras dice: “Voy a intentar dormirla”

Y mientras sodomizo a mi hermana, pienso que con la vida que llevo, me va a dar un infarto. Y será lo menos malo, porque en el gineceo en que vivo, lo mismo me toca hacerlo con las niñas cuando sean mayores.