Mi hermana Inma modelo Curvy.

Empezamos follando mi hermana y yo, después fue el turno de mi madre y de su hermana, mi tía, para volver por donde había empezado, en la cama con mi hermana. He puesto en esta entrega 3 capítulos de golpe, por eso es un relato largo.

Mi hermana Inma modelo curvy

Quien no sea hijo de padres separados va a tener difícil entender mi historia. Las separaciones dejan a los hijos confusos y atemorizados, destrozan vínculos que es muy difícil que se vuelvan a establecer y llevan tu vida por caminos que nunca hubieras imaginado.

La mía es al historia de una separación y de sus consecuencias.

Mi madre se casó bastante joven con un viudo. Mi padre aportó una niña al matrimonio, una niña de poco más de dos años. Yo nací al año siguiente de la boda.

De lo que no me cabe ninguna duda es que mi padre se casó con mi madre para tener una mujer que se hiciera cargo de su hija.

Para mí, mi hermana mayor fue una bendición, me protegió cuando fuimos al Instituto y siempre fue cariñosa conmigo.

Mi querida hermana se llama Inmaculada, todos la llamábamos Inma. En el Instituto sus crueles compañeros en vez de llamarla Inma le llamaban Culada porque ella era una niña grande y alta, pero gordita. Tenía una cara preciosa, pero estaba rolliza y sus compañeros la hicieron sufrir mucho por ello. Cuanto más daño le hacían más se afianzaba su relación conmigo.

Cuando ya nos fuimos haciendo algo mayores fue inevitable que yo empezara a ver a mi hermana con otros ojos, como así fue, al principio ojos de curiosidad, después de interés. Fui  testigo de su transformación, los dos dormíamos en la misma habitación, la única de la casa aparte del dormitorio de nuestros padres. Yo la veía cada noche cuando se quitaba la ropa de calle y se ponía el camisón. Nunca hizo nada para ocultarse, yo tampoco lo hacía al cambiarme. Vernos el uno al otro desnudos nos parecía lo más natural, como si fuéramos dos colegas del mismo sexo.

Tal era nuestra confianza que Inma me iba poniendo al día sobre los cambios que se producían en su cuerpo.

  • Mira Pablo, me está saliendo pelito en las axilas.

Y levantaba el brazo para que yo los viera.

  • Pablo, creo que me van a empezar a crecer las tetas, mira como tengo los pezones.

Era verdad, los pezones de mi hermana que hasta entonces eran como los míos empezaron a crecer, al principio solo los pezones, más tarde le brotó el resto y rellenita como estaba y grande como ella era, de repente tuve ante mi dos soberbias tetas.

Una noche, cuando se estaba terminando de desnudar me dijo:

-Me están creciendo mucho las tetas. Si siguen engordando en vez de Culada me van llamar Tetada.

  • Déjame ver.

Y mi hermana me enseño sus tetas como quien enseña un lunar en el brazo.

  • Son muy bonitas, a mí me parece que tienen el tamaño perfecto ¿puedo tocarlas?

  • Pero tendrá que ser muy suavecito porque tengo los pezones muy sensibles.

Por primera vez en mi vida acaricié los senos de una mujer, pasé mi mano por cada centímetro de su piel, y me encantó. Estuve un buen rato acariciándolas.

  • Están muy suaves, y es verdad que están más gordas, me gusta acariciarlas.

  • A mí también me gusta que me las acaricies. Bueno, ya está bien. Mañana te dejo que me las vuelvas a tocar. Y no le digas a nadie que me acaricias las tetas. Éste es nuestro secreto.

Al día siguiente, ya sin necesidad de pedir permiso, tomé posesión de las tetas de mi hermana. Ella se quedó con el pecho al aire, se tendió en su cama y  yo me dedique a acariciarla. A Inma lo que más le gustaba era cuando le tocaba los pezones. Ahora sé que los pezones de mi hermana eran más grandes de lo normal a pesar de lo pequeño de la areola, entonces simplemente pensé que su tamaño era el normal.

A partir de ese segundo día, cada noche antes de dormirnos yo le dedicaba un buen rato a acariciarle las tetas, por lo que ella me decía le encantaba que yo le acariciara y me animaba a seguir.

  • Me gusta mucho que me acaricies las tetas, me da mucho gusto, quiero que me acaricies las tetas todos los días de nuestra vida. Me paso el día pensando que por la noche me vas a acariciar. Sigue por favor, sigue.

Lo siguiente que aprendimos fue a besarnos, estaba yo acariciándole las tetas y mi hermana que además de recibir placer estaba deseando dármelo, acercó sus labios a los míos. La primera vez nos limitamos a juntar nuestros labios cómo habíamos visto en las películas. Tras unos intentos de practica, Inma abrió su boca y lanzó su lengua dentro de la mía. No nos hizo falta recibir instrucción alguna para empezar a comernos cada uno la lengua del otro. Yo mientras tanto seguí a lo mío, acariciándole las tetas.

Nos gustaba tanto lo que hacíamos como para prescindir en muchos momentos de la necesaria prudencia. Al principio todos nuestros juegos pasaban en nuestro cuarto, pero según fuimos avanzando yo echaba mano de las tetas de mi hermana tan pronto estábamos solos en el salón, o nos poníamos a besarnos como dos enfermos en cuanto podíamos aunque nuestros padres anduvieran por la casa.

Pasado un tiempo que podíamos llamar de besos y tetas, se produjo otra novedad.

  • Pablo, me están saliendo pelitos en el chichi.

  • A ver enséñamelo.

Tendida en la cama se levantó el camisón y me enseñó su sexo. Era verdad, en su monte de Venus y alrededor de su vulva habían empezado a aparecer algunos pelillos. Como todo en Inma su monte era alto y grande. Big size.

No tuve que pedir permiso, llevaba meses acariciando sus tetas. Pasé mi dedo muy despacito por donde empezaban a salir pelos. Es más, acerqué mi cara para verlos con todo detalle.

  • Son muy suaves, que ganas tengo de que me salgan a mí.

  • Eres todavía un enano, tienes que esperar.

Habiendo encontrado un nuevo territorio no hizo falta que Inma me dijera nada, mientras nos besábamos y una de mis manos se dedicaba a sus tetas, la otra fue bajando a lo largo de su cuerpo hasta alcanzar la zona que había estado observando. Mis dedos, como si tuvieran vida propia, buscaron la fuente de la humedad de mi hermana, los deslicé a lo largo de sus labios y descubrí que en la parte más alta había un garbancito que se había puesto duro. Me recreé en ese punto y mi hermana me dio su aprobación.

  • Tócame ahí Pablo, tócame ahí que me estas dando mucho gusto. Qué rico lo que me haces, acaríciame suavecito, mira, me he puesto sudar del gusto que me estás dando.

Como los dos disfrutábamos con cada novedad, nuestra rutina volvió a cambiar. Cada noche le dedicábamos un buen rato a los besos y a las caricias de sus tetas y en cuanto los dos cogíamos temperatura era ella la que me pedía:

  • Tócame abajo Pablo, tócame mi chichi que me da mucho gusto.

Yo aún no estaba en edad pero ello no impedía que mi verga se me pusiera todo lo gorda que, dada mi edad, se podía poner.

Desde esa noche, mientras acariciaba el sexo de Inma, fui testigo de cómo esos primeros pelillos se fueron tupiendo hasta que mi adorada hermana tuvo cubierto su sexo. Un vello de color miel, suave como la seda.

Durante mucho tiempo, en realidad fui un juguete para mi hermana y ella un juguete para mí. Ni ella ni yo le dimos la menor importancia, a los dos nos parecía un juego sin ninguna malicia, pero del que ya no podíamos prescindir.

Poco a poco nos volvimos a adaptar a las nuevas circunstancias. Dejé de acariciar sus tetas para pasar a chupárselas, a ella le gustaba más y a mí también, y a continuación le acariciaba su sexo. Mi mano recorría su vientre hasta que la enterraba entre sus muslos. Llegué a conocer con todo detalle los puntos exactos en los que Inma sentía más gusto y a ellos me dedicaba. Al principio ella intentó corresponderme acariciándome la polla pero tuvimos que esperar un tiempo hasta que tuve la primera eyaculación. Aún sin correrme, a mí que mi hermana me acariciara me llevaba directamente al cielo.

Cada noche, antes de dormirnos yo le hacía una paja a mi hermana y ella me decía cuando debía de parar porque ya no soportaba más placer. Ninguno de los dos sabíamos que había tenido un orgasmo.

Los cambios también me llegaron a mí. Yo le puse al corriente a ella de que me estaba saliendo pelo y ella tuvo la misma curiosidad que yo tuve años atrás.

Me miró con el mismo detenimiento que yo había empleado con ella y sin que ninguno de los dos supiéramos por qué me cogió la polla y me dio un beso en el prepucio.

  • Ya eres un hombre, me encanta. Te voy a devolver todo el gusto que tu me has dado a mí.

El día en el que me corrí por primera vez fue un día de fiesta para los dos, mientras yo me dedicaba a acariciar su clítoris ella me estaba haciendo mi habitual paja seca cuando sentí que la vida se me iba, una corriente de placer hasta ese día desconocida recorrió mi cuerpo y me corrí.

Mi primera descarga me pareció que iba a alcanzar el techo. Inma al sentirla dirigió mi herramienta hacia su cuerpo y por primera vez regué a mi hermana con mi semen. En mitad de la sorpresa me pidió que siguiera con lo que estaba haciendo y un segundo después ella me dijo que se estaba corriendo.

  • Me ha puesto muy caliente ver como te sacaba la leche, llevaba mucho tiempo esperando y me ha dado mucho gusto cuando me las has echado en mi barriga, cuando he sentido tu leche caliente me he corrido de gusto.

Hasta ese momento nuestras caricias se producían casi en silencio, hablábamos bajo por miedo a que nos oyeran.

A partir de ese día pareció como si todo el mundo nos importara poco porque empezamos a hablar en alto, sobre todo ella. A mí me volvían loco sus gemidos y que me pidiera que le diera más placer. No llegamos a la osadía de gritar pero empezamos a decirnos en voz alta lo que deseábamos.

Siempre era yo el que empezaba nuestras sesiones, mi trabajo era más prolijo, tenía que pasar por sus tetas antes de bajar a las profundidades y eso hacía que mi hermana me contara con más detalle lo que quería que le hiciera.

  • Que gusto me estás dando, hermanito, sigue tocándome justamente donde lo estás haciendo, despacito, ahí, ahí, sigue. Estás deseando que yo te coja el pito y te le meneé, pero antes me tienes que dar gusto tu a mí.

  • Me vuelven loco tus tetas, son las más bonitas de mundo.

  • Estoy deseando que paren de crecer. Acaríciame el chichi Pablo, que no puedo esperar más. Estoy muy excitada.

Cuando yo ya estaba donde a ella más gusto le daba, mi hermana me cogía la polla y me la meneaba.

  • ¿Te gusta que yo te meneé la polla? ¿ Me vas a dar hoy tu lechecita? Quiero que me eches tu leche en mis tetas que eso me pone muy cachonda.

Yo hacía cuanto ella me pedía para complacerla. Me ponía a horcajadas sobre ella mientras mi hermana me masturbaba, la postura lo facilitaba de manera que en alguna ocasión ella aprovechaba para darme lengua en el prepucio.

  • Dame ya tu leche, dámela que me tienes muy caliente y quiero que nos corramos los dos. Tócame tú a mí.

Yo bajaba mi mano hasta tenerla entre sus muslos y al poco tiempo me corría. Inma recibía mi descarga con alegría y se solía venir al sentirla.

  • Eres un sátiro, me haces que me corra y soy tu hermana mayor. No respetas nada pero me haces correrme muy rico.

En esa edad adolescente tener a una persona del otro sexo que cada noche te da placer es algo que es difícil de valorar si no lo has experimentado. Todas las angustias que los jóvenes pasan cuando les gusta una chica yo las tenía resueltas y mi hermana, también. Sabíamos con certeza que cada noche íbamos a recibir nuestra dosis de placer. Yo creo que eso influyó muy positivamente en nuestras vidas.

Ella, con ese sentimiento de posesión tan femenino, cada noche, en mitad de nuestros juegos necesitaba que yo le dejara claro mi compromiso.

  • Dime que me quieres y que me vas a querer toda tu vida. Dime que soy tu mujer y que lo voy a ser siempre. Dime que mis tetas son las más bonitas del mundo.

Yo no le mentía al decirle a todo que sí.

Recordando aquellos días me extraña ahora que después de tocarnos el uno al otro, yo no me quedara en su cama.

Nuestra osadía iba en aumento, mi hermana cuando estaba en casa pasó a prescindir de sus braguitas, en cuanto veía la ocasión se alzaba las faldas para enseñarme su sexo que ya había alcanzado la frondosidad de una adulta. Yo tan pronto me lo enseñaba me lanzaba a acariciarlo sin la menor precaución.

Algunas noches, y digo algunas porque no eran frecuentes, oíamos a nuestros padres follar. Ellos sí que no se recataban en sus expresiones, es más gracias a lo que le oíamos aprendimos a decir: follar, polla, coño, correrse como una perra, venirse o estar cachondos, y algunas cosas que nunca practicamos: hoy quiero que me la metas en el culo.

En otras ocasiones les oímos cuando nosotros ya habíamos acabado nuestros juegos, pero nos bastaba con oírles para encendernos de nuevo y repetir nuestra sesión. Mi hermana lo definió muy bien:

  • Oírles me pone tan cachonda que necesito correrme otra vez.

Vivíamos en una especie de mundo aparte, un mundo de inocencia y de sexo solo de nosotros dos en el cual nos dábamos placer y vivíamos esperando que llegara la noche. Y al mismo tiempo temíamos que nos descubrieran.

Y de repente la bomba. Mis padres decidieron separarse, nunca he sabido las razones porque su relación parecía buena. Pusieron fecha a cuando mi padre e Inma iban salir de la casa, en dos semanas.

En esas, nuestras últimas semanas hicimos lo que no habíamos hecho antes, mi hermana se vino a dormir a mi cama. Los dos sentíamos una especie de fiebre por darnos placer y al mismo tiempo el temor de que todo nuestro mundo iba a cambiar, ya no íbamos a dormir cada noche en el mismo cuarto.

Lo cierto es que nos estregamos al sexo en una nueva dimensión, de repente nos lanzamos a hacer cosas que nunca habíamos hecho. El primer día que compartimos cama decidimos sin necesidad de hablar que teníamos que dormir desnudos.

Estábamos los dos como poseídos, locos por dar y recibir placer. En un momento en el que estábamos abrazados dedicados a los besos y las caricias sentí la necesidad imperiosa de comerme su sexo. No lo había hecho antes pero mi deseo me llevó a colocarme entre sus muslos y a lanzar mi lengua contra su clítoris.

La naturaleza vino a echarme una mano y sin ninguna experiencia previa recorrí el coño de Inma en todas las direcciones sin saber muy bien lo que estaba haciendo, hasta tal punto que mi hermana tuvo que corregirme:

  • Pablo, me estás dando mucho gusto pero ahora mismo tienes tu lengua en mi culo.

  • Ay, perdona.

  • No hay nada que perdonar, somos unos guarros pero me está dando mucho gusto, sigue dándome lengua en mi culito que me gusta mucho.

Como tuve que hablar levanté mi vista, con mi cabeza rodeada por los muslazos de mi hermana, viendo su vientre y por encima de él sus tetas y sobre todo viendo la cara de Inma, con los ojos cerrados y con un gesto de felicidad total fue para mi el mejor de los premios. No tuve la menor duda de lo que estaba gozando porque me lo dijo.

  • Eres un cochino, pero qué gusto me estás dando, me gusta más que me des con tu lengua que con tus dedos. Siento mucho calor y mucho placer, sigue, por favor, sigue.

Y claro que seguí, mi objetivo era claro, quería oír cómo mi hermana se corría,  como su cuerpo era recorrido por un calambrazo de placer y cómo su cuerpo se deslavazaba.

Antes de llegar al orgasmo hizo lo que ella acostumbraba a hacer, se incorporó  para darme mejor acceso a su zona más intima, mientras me pedía que le siguiera dando lengua. Al final explotó en un orgasmo y esta vez no se preocupó del tono de su voz, lanzó un gemido largo y alto mientras sus muslos se convulsionaban. En un momento los juntó y yo temí que me fuera a reventar la cabeza.

Cuando se recuperó de lo que yo le acababa de hacer fue muy clara.

  • Pablo, aunque yo había pensado que podíamos esperar, ahora no quiero esperar, como no sé que va a ser de nosotros quiero que me folles como mi padre se folla a tu madre. Quiero ser tu mujer y quiero darte mi coño, quiero que seas el primer y único hombre que me meta su polla. ¿Tú también quieres que follemos?

  • Inma yo estoy loco por metértela pero no sé si lo voy a saber hacer.

  • Métemela despacio, yo te voy diciendo. Pero métemela ya, que estoy muy cachonda y necesito tenerte dentro. Quiero que me preñes, quiero tener un hijo tuyo dentro de mí. soy una corruptora de menores, podría ir a la carcel por esto.

Sin pensar en las consecuencias, como yo estaba en la posición adecuada enfilé mi verga hacia su coño y muy despacio empecé a penetrarla. A poco de entrar noté una ligera resistencia pero seguí adelante. Ella que me había recibido con placer al llegar a ese punto me dijo.

  • Para un momento, creo que ya me has roto el virgo, que alegría que me lo hayas roto tú, me ha escocido un poco. Ahora quiero que me la sigas metiendo, quiero tener toda tu polla dentro de mí. Sigue, por dios. ¿Te gusta saber que te estás follando a tu hermana?

  • He soñado muchas noches con esto, estoy en la gloria, me encanta estar dentro de ti.

  • Me tienes el coño lleno, se te ha puesto muy gorda. Estoy sintiendo un placer que no había sentido nunca, ni cuando me comías el coño. Qué rico, mi amor, que rico lo que me estás haciendo. No vamos a pasar los días que nos quedan follando y si nos ven que nos vean, quiero que me folles y que me preñes. Quiero que mames leche de mis tetas.

Una vez dentro empecé el mete y saca, al principio despacio, como tratando de no lastimarla, y poco a poco más fuerte hasta llegar a penetrarla con todas mis fuerzas. Con mis manos sujetando sus caderas y mi hermana ayudándome en cada embestida adelantando su cuerpo para que el impacto fuera más violento.

  • Pablo, siento que me voy a correr, me voy a correr como no me he corrido nunca, que rico es que me folles, no puede haber en el mundo un placer más rico que el sentir cómo me estás haciendo tuya. Me voy a correr Pablo, me voy a correr, quiero sentir como me llenas con tu leche. Préñame Pablo, préñame.

Las palabras de mi hermana eran para mí el mayor estimulo que yo podía recibir, lo mismo que ella yo estaba sintiendo un placer para mi desconocido.

Cuando Inma me dijo que se estaba viniendo me dejé llevar y descargué todas mis reservas en ella.

  • Lo noto Pablo, siento tu leche entrando en mi coño. Siento cada descarga, ya me he corrido pero me sigo corriendo, sigue, Pablo sigue que creo que me voy a volver a correr.

Y al cabo de un segundo.

  • Me estoy corriendo otra vez, me estás matando, no puedo soportar más placer.

Me desplomé sobre sus abundantes carnes y así estuve unos minutos. Todavía sin salirme de ella.

  • No me la saques que todavía la siento. Si me la sacas ahora te mato.

Yo estaba en el cielo, ajeno a todo lo que pasaba a mi alrededor, echado sobre las amplias carnes de mi hermana que me recibían como el más delicioso de los colchones. Hubiera pasado allí el resto de mi vida.

  • Quiero que me folles todos los días que pasemos antes de mi marcha. Me has dado mucho gusto, más que nunca en toda nuestra vida. He pensado que perdía el sentido. Me he corrido muy rico y muy duro. Y tú.

  • Me ha pasado lo mismo, no podía yo suponer que follarte era tan rico.

Nos quedamos dormidos en ese estado que solo se consigue después de un buen polvo.

En contra de mi costumbre, ya que suelo ser dormilón, me desperté de madrugada, el culo de mi hermana estaba a mi disposición así que empecé a acariciarla con cuidado de no despertarla. Inma empezó a ronronear como un gatito pero no se despertó. Su culo y sus muslos tenían la temperatura de un horno crematorio, un calor que me encantó y que me animó a seguir.

Inma en medio de su sueño cambió de postura y se puso casi boca arriba.

De acariciarle el culo pasé a acariciarle el vientre, un escudo de carne mucho más firme de lo que podría parecer. Poco a poco fui bajando hasta alcanzar su sexo. Mientras tanto, ella había separado sus muslos. Me encontré que estaba encharcada, como si me estuviera esperando, pensé. Me coloqué entre sus muslos, enfilé mi verga a su entrada y sin el menor esfuerzo se la metí. Cuando ya la tenía dentro Inma pareció despertar:

  • Me ibas a follar aprovechando que estaba dormida, eres un egoísta, que pensabas en disfrutar solo tú.

  • No mi vida, te he acariciado el culo y me he puesto cachondo, pero yo sabía que te ibas a despertar.

  • ¿Me vas a hacer esto todas las mañanas? ¿Me vas a despertar con tu polla metida en mi chocho?

  • Si tu quieres, sí.

  • Tu sabes que si quiero, si me ves dormida tú me la metes que yo me voy a despertar y me encanta salir del sueño contigo dentro. La tienes muy gorda, te ha excitado acariciarme el culo. Fóllame mi amor, fóllame como me follaste anoche, haz que me corra como una perra.

Volvimos a follar como si se acabara el mundo. Puedo no ser objetivo pero el segundo polvo me pareció más intenso que el primero.

Inma siguió son su mantra. Cada vez que me folles piensa que lo que quiero es que me dejes embarazada, si me embarazas no podrán separarnos.

Una vez nos recuperamos nos fuimos cada uno a una cama para evitar el peligro de que mi madre viniera a despertarnos y nos pillara a los dos en la misma cama. Ese día de nuestro segundo polvo mi hermana ha había cumplido los 19. Nadie de mi edad pudo tener un cumpleaños mejor.

Pasamos catorce días follando en sesiones de noche y de mañana. Nuestra vida pasó a tener un solo objetivo: follar. Hubo un día en el que nos quedamos solos en la casa y no pudimos por menos que follar a media mañana y a media tarde. Echar cuatro polvos en un día a esa edad no es ninguna hazaña.

En medio de aquella vorágine, en mitad de un polvo, Inma me propuso un juramento.

  • Quiero que juremos que pase lo que pase nos vamos a seguir viendo, y vamos a seguir follando. No quiero que ningún hombre se meta donde tu te has metido y no quiero que le des a ninguna mujer lo que es mío. Júramelo.

No me costó ninguna esfuerzo comprometerme porque era lo que más deseaba en el mundo. Nos juramentamos los dos.

Al día siguiente me tenía preparada una sorpresa, me regaló un colgante, en realidad un guardapelo, lo abrí y en el lado derecho tenía una foto de Inma sonriente, en el izquierdo había unos rizos de mi hermana. No me hizo falta que me dijera de dónde los había cortado, yo conocía esos rizos por haberlos visto tapizando un rincón de su cuerpo que sólo yo había visto. Me dio vergüenza porque yo no le había preparado nada como regalo de despedida.

La última noche fue una noche rara, follamos como mandriles nada más meternos en la cama, pero la sombra de que aquel podría ser nuestro último polvo rondaba por nuestras cabezas. Hicimos cuanto pudimos por darnos placer y en el fragor del combate se nos olvidaron nuestros malos presagios.

Nos dormimos abrazados y a la mañana siguiente me desperté como había hecho durante toda la semana. Mi hermana se dejó hacer y al cabo de un rato yo ya estaba colocado entre sus muslos y me había metido dentro de ella. Hacia calor y los dos estábamos en pelota. Yo tenía sujeta a mi hermana por las nalgas y ella tenía sus piernas cruzadas a mi espalda, esa era nuestra postura favorita. En medio de nuestro combate oí el picaporte de la puerta, en otro momento se me habría cortado el rollo pero sabiendo que era nuestro último polvo ni me molesté en fingir.

La puerta se abrió muy despacio y vi perfectamente a mi madre asomándose a ver el espectáculo.

Inma ajena a todo me pedía que le diera más polla que estaba muy cachonda y necesitaba sentir mi leche entrando en su coño.

Mirando de reojo puede ver a mi madre, con la cara colorada de excitación, que con una mano sujetaba el picaporte y con la otra se estaba tocando.

El ver a mi madre masturbándose viendo cómo sus hijos follaban me produjo una descarga de placer que recorrió mi cuerpo y me llevó a tener una eyaculación que tanto a Inma como a mí nos pareció eterna.

  • Nunca te habías corrido tanto hermanito, siento que me has llenado el coño, me está rebosando por los muslos. Que polvazo me has echado. Todavía me tiembla todo el cuerpo. Me he corrido muy rico.

Levanté la vista y mi madre seguía en el umbral, nuestras miradas se cruzaron un instante y ella se pasó la lengua por los labios antes de cerrar la puerta.

Pero todo lo bueno se acaba y al final mi padre y mi hermana se fueron y yo me quedé con mi madre.

Fue un momento terrible, de mucha incertidumbre y de mucho sufrimiento. Lo que más me martirizaba era cuándo iba a volver a ver a mi hermana. Tampoco sabía cómo iba a ser mi vida en adelante, lo que era seguro era que íbamos a pasar dificultades económicas.

Lo que en ese momento no sabía era que mi madre y mi padre habían decidido no volverse a ver y como un efecto secundario que Inma y yo no supiéramos el uno del otro nunca más. Quizás influyó, por lo menos en mi madre el habernos visto a los dos follando desnudos en la misma cama.

Primero fueron días, luego meses hasta que llegué al convencimiento de que no iba a volver a ver a mi adorada hermana. Ahora sé que la ausencia de mi hermana no la he llegado a superar nunca.

Mi experiencia con Inma dejó en mí una secuela que me ha acompañado toda mi vida: nunca me han gustado las mujeres delgadas, las que tanto perseguían mis amigos. Yo siempre he necesitado carne en abundancia. No hablo de gordas, hablo de abundantes, con poca barriga pero con un buen par de tetas y sobre todo con un gran culo y unos muslos potentes.

Gracias a mis gustos no me ha sido difícil ligar, yo me dedicaba a un terreno en el que no entraba casi nadie. Para acabar llevándote a una mujer rotunda a la cama solo se necesita una condición y es estar delgado. Y yo siempre lo he estado, si eres un gordo ellas entienden que las galanteas porque no tienes acceso a las flacas y no te hacen ni caso.

Las penas con pan son menos

La ausencia de Inma me llevó a una etapa de indolencia, de no tener gana ni ánimo para nada, sabía que me tenía que poner a trabajar pero no era capaz de reunir la energía para empezar a buscar.

Yo que siempre he sido muy teatrero caí en un trance en el que me creía el más desgraciado del mundo y no solo eso, en cierto modo disfrutaba románticamente de la ausencia de mi hermana. Tenía lo que lo románticos llamaban el placer de la tristeza.

Mi madre, que se llama Carmen,  se dio buena cuenta de mi situación y después de lo que había visto creo que su explicación de mi estado de ánimo era sencilla. Me había quedado sin la mujer con la que compartía cama cada noche.

Como manera de ayudarme empezó a mimarme, no hablo en sentido material porque de dinero andábamos bastante escasos, me refiero a colmarme de besos, de caricias, a estar siempre pendiente de mí. El pasar de tener pareja a estar los dos solos contribuyó a estrechar los lazos entre mi madre y yo. Suele pasar que el tener que hacer frente a situaciones económicas difíciles refuercen las relaciones familiares. Aunque no pasábamos mucho tiempo juntos, volvimos a compartir muchas cosas a partir de la hora que ella volvía de trabajar.

Una tarde en la que estamos en el sofá del salón mi madre disparó:

  • Hijo, Pablo, estoy muy preocupada por ti, te veo sin ganas de nada, eres joven y tienes toda la vida por delante. ¿Qué te pasa? díselo a tu madre. Todo lo que quiero es ayudarte.

  • Mamá, yo te agradezco mucho tu interés pero no puedes hacer nada por ayudarme. Nadie puede hacer nada.

  • Vamos a ser  sinceros, tú lo que echas de menos es que no puedes acostarte cada noche con tu hermana. Y no me lo niegues porque os he visto.

  • Pues si nos has visto ( me hice el tonto como si no la hubiera visto yo a ella) ya sabes lo que me pasa. Yo era feliz con Inma y ahora creo que no la voy a volver a ver.

  • Pablo, hay muchas mujeres en el mundo, ya encontrarás una que te hará olvidar a tu hermana. Además la relación que tenías con tu hermana no te llevaba a ningún sitio. Me apena mucho verte así, créeme yo haría cualquier cosas por verte feliz. Yo se como te sientes porque yo también duermo sola cada noche y sé que es muy triste.

Entre nosotros  fue surgiendo una especie de complicidad, de camaradería que nos llevaba a hacer cosas juntos. La mayoría de las noches cenábamos algo los dos viendo la tele y en más de una ocasión mi madre se ha quedado dormida apoyada en mi hombro. Era lógico al trabajar como ella lo hacía.

A partir de esas conversaciones yo empecé a percibir algunos cambios en mi madre. Empezó a ir por la casa más ligera de ropa, según llegaba a casa lo primero que hacía era quitarse el sujetador y tirarlo donde yo inevitablemente iba a verlo, se duchaba con la puerta del baño abierta. Otra novedad fue que un día al darme el beso de buenas noches se debió equivocar pero lo cierto es que me lo dio en la boca. Fue solo un piquito, pero nunca antes nos habíamos besado así.

Mi madre recibió, no sé la causa, una paga extra y decidió que la íbamos a aprovechar para comprarnos alguna ropa.

  • Hijo, tenemos la misma ropa desde hace años, vamos a comprar algo nuevo que como no nos renovemos no vamos a salir de esta situación. Ni tú vas a encontrar novia ni yo voy a encontrar un hombre.

Nos fuimos a unos grandes almacenes y mi madre quiso que empezáramos por lo mío. Me compró dos pantalones y se empeñó en acompañarme al probador mientras me los medía. También me compro un paquete de calzoncillos, y una chaqueta vaquera.

  • Bueno, ya te he equipado, ahora me toca a mí.

Eligió una falda y una camisa y se empeñó en que le acompañara al probador. La falda que ella llevaba era una falda estrecha que normalmente usaba para ir al trabajo. Como el tiempo ya había cambiado llevaba medias.

Entramos en el probador y mi madre sin cortarse un pelo se quitó la camisa. Llevaba un sujetador que tenía ya años de servicio, de hecho lo debió comprar cuando estaba algo más delgada. La tetas le rebosaban por encima del encaje y parecía que se le iban a salir.

  • Mamá, ese  sujetador te viene pequeño,  casi lo más urgente es que te compres uno de tu talla.

  • Ya lo había pensado, luego vamos a la sección de lencería.

A continuación se quitó la falda, debajo llevaba unos panties de color carne.

Cuando se dio la vuelta vi que debajo de las medias no llevaba nada.

  • Mamá, has venido sin bragas.

  • Sí Pablo, con esta falda cuando llevo medias no me pongo bragas, todas las que tengo se me marcan y hace muy chabacano.

Mi madre, debajo de las medias y aunque sujeto por el tejido de los panties puso ante mi vista un jardín de pelo que a mí me pareció mucho grande en comparación con el único que yo había visto.

  • ¿Cómo me sienta el conjunto? Al primero que te tiene que gustar es a ti.

  • Yo te veo preciosa, si acaso me parece que la falda es un poco corta.

  • Pablo, lo que se van a comer los gusanos que lo disfruten los humanos. Siempre me han dicho que tengo unas piernas muy bonitas, pues hala, a lucirlas.

Ya en la sección de lencería ella eligió dos conjuntos y me dio a mí la oportunidad de elegir un par de braguitas. Se las di a la entrada del probador y mi madre mientras me agarraba de la mano me dijo:

  • Es muy posible que esta lencería no la vea nunca ningún hombre, dame el gusto de saber que estoy bonita con ella. El que a ti te guste es muy importante para mí.

Mi madre, pensé luego, podía haberse probado las prendas de otra manera, pero eligió la más explicita, en otras palabras, antes de ponerse lo que se tenía que probar se quedó desnuda delante de mí.

Mi único referente era mi adorada Inma, pero mi madre sin alcanzar sus hechuras era dueña de un buen cuerpo, las tetas si bien abundantes ya estaban un poco caídas, lo justo como para que a mí me gustaran. La cintura era todavía estrecha y por bajo de ella unas caderas amplias y un culo al que no saqué ningún defecto. q

Ya en pelota mi madre se volvió hacia mi y me dijo:

  • A que no te figurabas que me conservaba tan bien. Yo sé que para ser cuarentona sigo teniendo un buen cuerpo. Que imbécil tu padre, si supieras por la que me ha cambiado. Bueno, dime algo, ¿cómo me ves?

  • Te veo estupenda, tienes un cuerpo muy bonito, como si tuvieras treinta años.

Se probó los dos conjuntos y a los dos les di mi aprobación, eran del tipo de ropa interior que las mujeres se ponen cuando quieren conquistar a un hombre. Ropa de ir pidiendo guerra.

Lo último que se probó fueron las tangas que yo había elegido.

  • Eres un cochino, no las has encontrado más pequeñas, antes de poder ponérmelas me tengo que depilar un poco, hace feo que se me salga el pelo.

Aún así las compró. Para completar sus compras había elegido ella un camisón, cuando iba a probárselo decidió que se nos había hecho tarde:

  • El camisón mejor me lo pruebo en casa, estoy cansada de tanto vestirme y desnudarme.

Nos volvimos a casa, mi madre después de colocar en su cuarto todo lo que habíamos comprado para ella, viendo que yo me había sentado en el salón no perdió la oportunidad de volverse a exhibir frente a mí. No sé si la tenía de siempre o si le había surgido después de que mi padre la abandonara, pero mi madre tenía una vena exhibicionista descomunal, o mejor dicho una vena exhibicionista descomunal frente a mí.

  • Pablo, todo lo que hemos comprado es muy bonito, pero absolutamente inútil, con la vida que yo hago y con el futuro que me espera esa ropa interior no la va a ver ningún hombre que me pueda decir: qué ropa interior tan sexy. Por eso me gusta enseñártela a ti, tu eres un hombre y te digo la verdad, saber que a ti te gusta me da calorcito, me siento bien. Me voy a probar el camisón para que me digas si me debo quedar con él.

En esta ocasión no se desnudó delante de mí, salió un momento del salón y volvió con el camisón puesto.

El camisón que traía puesto y venir en pelota era exactamente lo mismo. De un tejido color carne y completamente transparente por arriba además de un escote de vértigo le veía con toda nitidez los pezones, justo debajo del pecho tenía un lazo y a partir de ahí el camisón se dividía en dos partes dejando el centro al aire. Lo completaba una braguita minúscula del mismo tejido que me dejaba ver la espléndida mata de pelo que tapizaba las ingles de mi madre.

  • Bueno, ¿dime que te parece?

  • Sería lo mismo si fueras desnuda y te ahorrarías un dinero.

  • Que soso eres, me ves bonita o no. Te gusta lo que enseño.

Y mientras me lo decía se dio una vuelta completa para que yo pudiera ver con todo detalle cada rincón de su cuerpo.

  • Estas preciosa y se te ve un cuerpo divino. Pero tienes que depilarte, el que te salga pelo por encima de la braguita no hace bonito.

  • Un día de estos, tu que estás acostumbrado a afeitarte, me afeitas a mí. No voy a consentir que me depile alguien desconocido.

  • Mamá, no se si tu te das cuenta pero cada cosa que haces contribuye a ponerme cachondo. Eres mi madre pero yo ya soy un hombre y no puedo evitarlo.

  • Lo sé cariño, pero parto de la base que si a ti te excito podría excitar a cualquier hombre. Me encanta saber que viendo a la vieja de tu madre te pones caliente. ¿Te gusto más que tu hermana?

  • No me saques ese tema que me da bajón.

  • Bueno, cambio la pregunta, te gusto un poco o te gusto muchísimo.

  • Me gustas muchísimo. Si no fueras mi madre no sé qué haría contigo.

  • En eso coincidimos, si no fueras mi hijo no se que haría contigo, es más siendo mi hijo no sé lo que quiero que me hagas. Soy una mujer muy sola y muy necesitada de cariño y de saber que aún puedo gustar a un hombre.

Ese tipo de juegos de palabras era frecuente entre nosotros, ya ibamos acumulando una tensión que no podía sino explotar.

Estamos los dos sentados en el sofá del salón. Mi madre para dejar aún más claras sus intenciones se acercó a mí y me besó. Esta vez no fue un piquito, mi madre nada más juntar sus labios con los míos abrió la boca y me dio su lengua. Nos estuvimos besando hasta que se nos cansaron las lenguas.

Yo aproveché la situación y eché mano a sus nalgas. Seguimos con el beso hasta que yo intenté separarle los muslos y en ese momento mi madre paró el beso y me dijo:

  • Pablo, una cosa es que reconozcamos lo que nos pasa y otra que olvidemos que somos madre e hijo. Tenemos que ser juiciosos y no pasarnos de la raya.

En algo habíamos avanzado, a ninguno de los dos nos importó a partir de ese día, el exhibirnos desnudos frente al otro y en muchas ocasiones, aunque no viniera a cuento, por ejemplo mientras mi madre hacía la cena, yo la abrazaba desde detrás, le daba la vuelta y ella ya sabía lo que venía a continuación, nos dábamos una ración de besos y de caricias pero por encima de la ropa, como si fuéramos dos adolescentes inexpertos y calientes.

  • Qué caliente eres hijo, claramente has salido a mí. Necesitas sexo a diario.

Los juegos con mi madre no sacaron de mi mente el recuerdo de mi hermana pero mentiría si no dijera que aliviaron mi situación.

No hace falta decir que todas estas maniobras de mi madre hicieron despertar al demonio que yo mantenía escondido, sus exhibiciones eran demasiado para un muchacho de 18 años con todas la hormonas soliviantadas y obligado a una estricta dieta sexual.

Llegó el otoño y con él, el mal tiempo. Mi madre que cada mañana salía a trabajar cogió una gripe de padre y muy señor mío. Su jefe le dijo que no volviera a la oficina hasta que no estuviera recuperada, no quería que le contagiara a toda la oficina.

En esos días yo me ocupé de todo, de hacer la comida y de darle las medicinas a mi madre. Cada cuatro o cinco horas le tomaba la temperatura. Al segundo día de estar en casa me asusté a tomársela por la tarde, tenía casi 40º. Como en nuestra casa la calefacción era bastante precaria en casi toda las habitaciones salvo en el salón, en su dormitorio hacía frio.

Me fui a la cocina a calentarle un caldo de sobre y cuando volví a su cuarto mi madre estaba tiritando como si estuviera en el Polo Norte. Le hice tomarse el caldito y una aspirina, pero la tiritona no disminuyó. Sin saber muy bien qué hacer me quedé sentado en su cama haciéndole compañía, esperando que la aspirina le hiciera efecto. La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos.

  • Pablo, hijo, métete en la cama conmigo, estoy muerta de  frío, me tienes que dar calor. No sabes lo mala que me encuentro. Estoy tiritando.

Me quité los pantalones y con la camiseta que llevaba y los calzoncillos me metí en su cama.

Mi madre estaba echada de costado, yo me acomodé detrás de ella. Era chocante que mi madre estuviera tiritando y su cuerpo estuviera ardiendo.

  • Acércate más, necesito que me des calor.

Me acoplé a su cuerpo en la postura de las dos cucharitas, y le pasé mi brazo por encima de su cuerpo.

  • Me hace mucho bien que me abraces, pégate más a mí que tengo mucho frío.

Un instante después no cabía un alfiler entre el cuerpo de mi madre y el mío.

  • Quien me iba a decir a mí, que después de lo que te vi hacer con su hermana, te iba a decir que te metieras en la cama conmigo.

Me hice el tonto: Qué quieres decir con después de lo que vi.

  • Pablo fui a vuestro cuarto a despertaros el día en que se iban tu padre e Inma y os encontré follando como si no fuerais hermanos. Os vi con todo detalle, estabais follando. De ahí la tristeza que ahora tienes, se te ha acabado el follar con tu hermana.

  • Yo también te vi un momento ese día y me pareció ver que mientras nos mirabas te estabas tocando. Además a ti se te ha acabado el follar con tu marido.

  • Pues me viste bien, te vi follándote a tu hermana y me puse muy caliente, tanto que me tuve que tocar. Vosotros os corristeis y yo también.  En cuanto a tu padre no es igual, no me hables de ese hombre que me estaba siendo infiel desde hacía más de dos años. No guardo un buen recuerdo de él. Pero durante un tiempo bien largo, supongo que hasta que conoció a esa golfa, fue un amante insaciable. Me follaba a diario y tengo que decir que muy bien. Nos hemos quedado igual los dos, solitos. Abrázame bien fuerte que se me va pasando el frío.

Estuve un rato con mi cuerpo pegado al suyo. Era imposible que ella no notara la barra de carne que yo tenía colocada en perfecta alineación a lo largo de la raja de su culo. Yo sentía que me iba a estallar.

Lo siguiente que no pude evitar hacer, a pesar de que estuve un rato peleando conmigo mismo, fue seguir quieto. Hice lo que nuestra postura nos permitía, metí mi mano por debajo de su camisón y no la paré hasta que tuve cogidas sus tetas. Mi madre no dijo ni mu. Crecido ante su reacción empecé a acariciarlas y ahora sí su respuesta fue un leve gemido que yo interpreté como una aprobación a mis caricias.

Mientras yo le dedicaba toda mi atención a sus tetas acerqué mi cara a la suya y la besé. Ya nos habíamos besado antes, pero sin estar los dos en la misma cama y sin tener yo mi mano acariciando sus tetas. No se el tiempo que duraron nuestros besos, sí se que se paró el Universo y yo caí en un estado de felicidad total. A juzgar por sus gemidos a mi madre lo que yo le estaba haciendo le debió gustar tanto como a mí.

Al quitarme un poco la manta que nos cubría, yo ya estaba ardiendo de calor a pesar de que la habitación estaba fría, pude ver que mi madre llevaba puesto el camisón que unos días antes me había enseñado. En ese momento tuve la completa seguridad de que todo lo que estaba pasando había sido provocado por mi madre y que yo debía corresponderle tomando el control de la situación, ella bastante había hecho provocándome.

Aunque estaba en la gloria acariciándole las tetas decidí explorar nuevos territorios. Mi mano, como si tuviera vida propia fue bajando a lo largo de su cuerpo, recorrió su vientre, alcanzó su mata de pelo y descendió hasta abarcar su vulva. Su reacción instantánea fue separar sus muslos para facilitarme el acceso.

  • Estás muy mojada.

  • Lo que estoy es muy cachonda, quiero que no pares hasta que nos hayamos corrido como dos adolescentes. Necesito tener un orgasmo, Pablo. Pero no debemos perder la cabeza, eres mi hijo y yo soy tu madre.

  • Ahora mismo no somos ni madre ni hijo, somos un hombre y una mujer disfrutando el uno del otro.

  • Sí cariño, pero debemos ser juiciosos y no hacer nada de lo que luego nos arrepintamos. Haz que me corra, hijo, haz que me corra y yo haré que te corras tu, quiero ver tu leche brotar.

Si algo había yo aprendido durante años compartiendo cama con Inma era como maniobrar en el coño de una mujer para darle placer. Tan pronto empecé a acariciar donde yo sabía que más le podía gustar, mi madre empezó a interrumpir los besos para darme unas veces instrucciones y otras información sobre lo que estaba sintiendo.

  • Pablo, sigue acariciándome en mi clítoris, ahí justo en donde estás. Méteme un par de deditos, mi amor, métemelos, que yo los sienta dentro, así mi vida, así. Me estás matando de gusto y me pone muy cachonda pensar que quien me está dando tanto placer es mi hijo. Ahora quiero ser egoísta y que me des tu placer a mi, pero cuando me corra que sepas que te voy a hacer una mamada y me voy a comer toda tu leche. ¿ Quieres que tu mamá te haga una mamada, mi amor?

  • Si mamá, quiero que te comas mi polla entera y que me lo saques todo.

  • Qué cachonda me pone el que mi hijo mientras me acaricia el coño me llame mamá.

Ese primer día descubrí que mi madre tiene una facilidad enorme para llegar al orgasmo y no solo eso, que puede enlazar un orgasmo con otro y correrse media docena de veces seguidas.

Experimenté todo lo que yo sabía: metí mis dedos en el centro de su sexo, bajé hasta acariciar su ano, volví a subir para presionar su clítoris entre mis dedos y le di palmaditas en su vulva.

La temperatura de mi madre iba en aumento.

  • Que rico todo lo que me haces, me estás dando mucho gusto, ya ni me acuerdo de la última vez que he sentido tanto placer, me estás volviendo loca, pero sigue que siento que ya me viene y me quiero correr como una perra, sigue que me viene mi amor, me estoy empezando a venir, cuando te diga que me estoy corriendo sigue acariciándome el coño que me quiero correr muchas veces, aunque me corra tu sigue, por dios. Me vas a matar de gusto.

No estaba yo para contar pero estoy seguro de que mi madre se corrió por lo menos cuatro veces, el torrente que salió de su coño le resbaló por las nalgas hasta mojar la cama. Después de su tercer o cuarto orgasmo me suplicó:

  • Por dios Pablo, deja ya de tocarme el coño, ya no puedo soportar más placer, me he corrido muy rico, ha sido divino todo lo que me has hecho.

Sin necesidad de reponerse mi madre descendió a las profundidades de la cama y me cogió la polla.

  • Que  hermosa polla tienes, no me extraña que Inma chillara como chillaba cuando te las estabas follando. No sabes la envidia que me dio cuando la vi con tu polla metida dentro. Me pusisteis tan cachonda que, como te he dicho, me tuve que tocar y me corrí muy rico.

Su siguiente movimiento fue empezar a darme lengua en el prepucio, a veces lengua y a veces pequeñas supciones mientras con sus manos me acariciaba los huevos. El preámbulo acabó cuando mi madre cogió mi polla y se la empezó a meter completa en la boca. Como si fuera una traga sables mi verga acabó enterrada en su garganta y su nariz apoyada en mi barriga. Desde esa profundidad se la sacó entera y se la volvió a tragar, tuve la sensación de que me estaba follando su garganta.

No exagero cuando digo que aquella fue y es la mejor mamada que me han hecho en toda mi vida, me llevó a un estado de abandono total del que no hubiera salido ni aunque me dijeran que tenía que ir a cobrar una herencia.

Carmen manejó mi corrida con habilidad, las dos primeras descargas las recibió en su boca o quizás en su estomago, las siguientes las dirigió a sus tetas y mientras me daba los últimos lametazos se extendió mi semen por su pecho.

  • Me pone a mil sentir tu leche caliente contra mis tetas. ¿Te ha gustado?

  • Nunca había sentido nada igual.

  • Pues ya sabes, cuando sientas ganas de que te la mame no tienes ni que hablarme, te pones delante de mi y te sacas la polla, tan pronto yo lo vea me arrodillo y te la mamo hasta que me entregues  toda tu leche. Estoy contenta, los dos hemos sido juiciosos, yo he tenido unos orgasmos gloriosos y tú también. Creo que nos hemos corrido los dos muy rico, pero hemos mantenido el control.

  • No cantes victoria que esto todavía no ha acabado.

  • Por dios Pablo, no hagas nada de lo que luego te vayas a arrepentir. Me estás dando miedo.

En ese momento yo solo tenía una idea en mi cabeza, mi madre me había hecho la mejor mamada de mi vida y yo la quería corresponder dandole a ella la mejor comida de coño de su vida.

Me bajé a la mina, mi madre era dueña de una vulva carnosa y en contraste su coño tenía una entrada mínima. Su pelo púbico además de cubrirle el monte de Venus se extendía a los lados de sus labios mayores y corría hacia bajo hasta rodear su ano. Me prometí depilar a mi madre tan pronto pudiéramos.

Según le di la primera lengüetada ella tiro de su monte de Venus hacia arriba para quitarle la capucha a su clítoris, es más  Carmen me pidió que le pusiera una almohada debajo del culo que quería ofrecérmelo todo mejor. La hice caso, y con toda su zona intima a mi disposición empecé haciendo algo que nadie me había enseñado y que mucho tiempo después supe que se llama la puntada portuguesa. Consiste en poner la lengua en punta y con ella excitar el clítoris, a continuación, con la lengua ahora ancha se debe recorrer el coño todo a lo largo con parada obligada en la entrada de la vagina. Una vez marcados esos dos puntos con sus pausas obligadas, la lengua debe seguir bajando hasta su ultima parada antes de emprender el camino de vuelta, el ano. De nuevo con la lengua en punta se tiene que tratar de profanar la entrada, se trata de que el ano se abra  abandonando la natural resistencia, para permitir la entrada de cualquier intruso. Una vez relajado el esfínter es cosa de recorrer el camino inverso con las mismas paradas.

Mi madre recibió mis lengüetazos con gemidos de placer, cuando sintió que mi lengua trataba de conquistar su culo, sus gemidos se convirtieron en gritos.

  • No me des más lengua en mi culo, si lo sigues haciendo no respondo de mí misma. Me encanta, pero se me va la cabeza y puedo hacer cualquier barbaridad, dame en el chocho, Pablo, dame toda tu lengua en mi chocho.

No le hice el menor caso, seguí con mi puntada portuguesa y algo debió cambiar en la mente de mi madre porque no me volvió a pedir que no le diera lengua en su culo. Me dejó de hablar para solo emitir gemidos de placer.

Mis esfuerzos dieron sus frutos y mi madre me avisó de que ya le venía, que se iba a correr.

  • Dame toda tu lengua Pablo que me estás haciendo que me corra, me puedes dar en mi ano si quieres, ya no me queda fuerza para resistirme. Eres malo, no me has hecho caso. Hijo, me estas haciendo correrme, me estoy viniendo muy duro, me corro toda, creo que no me voy a poder aguantar y me voy a hacer pis, que orgasmo tan rico, mi amor, me corro, me corro, me corro….

Cuando tuve la certeza de que mi madre se estaba corriendo supe con toda precisión lo que tenía que hacer. Situado ya entre sus muslos no tuve más que incorporarme ligeramente y estuve en la posición idónea para meter mi polla en su coño. Su reacción fue un grito de sorpresa.

  • Aaaaah, que haces hijo, me estás metiendo tu polla, que gorda la siento, estás haciendo lo que yo no quería que hiciéramos, dios como me llenas el chocho con tu verga. Me encanta que tengas la polla gorda y cabezona.

  • Si no querías que yo te follara me lo dices y ahora mismo te la saco.

  • No me la saques, ni te enfades conmigo, estoy en la gloria con toda tu polla dentro de mi coño, es lo que llevo semanas deseando, pero la mismo tiempo me daba miedo. Ahora que me tienes ensartada no sé a qué podía yo tener miedo. Tengo lo que necesitaba, que mi hijo me folle como si fuera una desconocida bien puta que se acaba de ligar en un bar. Fóllame como si no fuera tu madre. Dame toda tu polla y lléname con toda tu leche.

Yo entré en una especie de enajenación, estaba enfermo de calentura y de deseo sexual. En misionero sobre mi madre, con su culo apoyado en una almohada, mi manera de follármela fue sujetándola por las caderas, le sacaba la polla con un movimiento lento hasta dejarle solo el capullo dentro, y en ese momento me lanzaba con todas mis fuerzas a embestir su coño con mi polla como si le quisiera perforar el vientre. A cada embestida mi madre lanzaba un grito de placer. Cada viaje mi salida era más rápida y mi entrada más violenta, al final éramos dos carneros embistiéndose como si en ello les fuera la vida.

En mitad de la batalla mi madre me dijo algo que en el momento no entendí.

  • Por qué no le habré hecho caso a mi hermana antes. Nunca podré recuperar lo que me he perdido, por tonta. Qué rico lo que me estás haciendo.

Sin necesidad de exagerar puedo decir que echamos un polvo divino, muy intenso, con mucho morbo y que nos dejó a los dos fundidos. El último comentario de mi madre mientras se estaba corriendo fue:

  • Eres un animal follando, me he corrido como una colegiala y he sentido un gusto que he pensado, cuando estaba recibiendo tu leche, que me iba a morir de placer.

Cuando ya nos habíamos recuperado mi curiosidad me hizo preguntarle a mi madre:

  • Que es eso de hacer caso a tu hermana.

  • Gracias a ella me acabas de meter toda tu polla y hemos follado como dos enfermos.

  • Y por qué gracias a ella.

  • Hace un tiempo hablé con ella, le conté lo sola que me encontraba, lo que necesitaba un hombre y mi absoluta desconfianza hacia el genero masculino por lo que tener un pretendiente me parecía imposible. Antes ya le había contado que os había sorprendido a tu hermana y a ti follando.

Después de escucharme con atención mi hermana me dijo:

  • Eres tonta, tu lo que de verdad necesitas es follar, cuanto más seguido mejor, y si puede ser a diario, gloria bendita, y estás triste porque no ves manera de tener un hombre que te mate a polvos. Pues hija ese hombre lo tienes en casa, todo lo que tienes que hacer es ponerle cachondo hasta que se monte encima de ti. Tu sabes como calentar a un hombre así que no te va a suponer mucho trabajo. Muy importante, la primera vez que le metas en tu cama no se te ocurra entregarle el coño, que le dejes que te folle se lo tiene que ganar, que le parezca a el que se lo ha ganado después de una gran resistencia por tu parte.

  • Que barbaridades dices, cómo voy a follar con mi hijo.

  • Y aquí viene donde creo que mi hermana creo que me mintió. Me dijo : tengo una amiga que se quedó viuda y con un hijo, le pasaba lo que a ti, necesitaba polla y encontró la solución en su casa, lleva muchos años follando con su hijo y han resuelto su problema.

  • Creo que mi hermana se está follando a su hijo Fermín desde hace años. A mí me extrañaba lo tranquila que la veía sin follar cuando ha sido muy folladora desde que cumplió los quince años. Pensé si mi hermana se está follando a su hijo por qué no me voy yo a follar yo al mío.

-Y ahí empecé me plan para ponerte cachondo, para que me desearas, para que vieras en mi una mujer. No te pude dar más pistas ni supe ser más provocativa pero me he puesto en pelota delante de ti en un probador y ese día estuve a punto de decirte que me la metieras. Si hubiera sabido lo rico que iba a ser estar contigo en la cama te hubiera violado hace meses. Me has follado muy rico, creo que ha sido la vez que me he corrido más duro en toda mi vida. Tienes una polla hecha a mi medida, de larga, de gorda y de dura.

  • ¿Te ha gustado follarte a tu mamá? Dímelo que me pone cachonda oírte decírmelo.

  • Me ha gustado mucho, tanto es así que pienso follarte a diario, hasta que tú me digas que ya no quieres más. Y si me encanta oír las cosas que me dices cuando estás cachonda.

  • Pablo, hijo mío, no me desafíes, yo puedo echar cinco o seis polvos diarios, no te los voy a pedir porque no quiero asesinarte, pero vas a estar tu rendido antes que yo. Cuando ya hayas agotado tus reservas me puedes comer el coño. Y un día que me hayas hecho correrme más duro de lo habitual te autorizo a que me pidas el culo, o igual te lo ofrezco yo. ¿Te follaste el culo de tu hermana?

  • No mamá. Inma y yo solo follamos ocho días y no nos dio tiempo a todo.

  • Eso es falta de experiencia, si a ti y a mí nos quedaran dos días de vida yo no permitiría que te fueras al otro mundo sin profanar el culo de tu madre, sin darme el placer de sentir como me atravesabas el ano con tu verga. Yo follando por el culo tengo unos orgasmos diferentes y en muchos casos no puedo contenerme y me hago pis. Eso solo me pasa cuando estoy corriéndome como una bestia. A tu padre le gustaba mucho darme por el culo, al principio me extrañó mucho, pero no se lo negué y después supe que me daba mucho placer. Duérmete, mi tesoro, que te voy a dejar descansar, yo también necesito un poco de tiempo para poner en orden mis pensamientos.

Dormimos como lirones los dos, recuerdo que a pesar de estar dormidos yo de vez en cuando echaba mano a las tetas de Carmen y ella, un momento que medio me desperté me tenía cogida la polla.

Aquel primer día en el que mi madre y yo follamos marcó un antes y un después en nuestras vidas. A mí se me acabó la depresión y a ella la tristeza. Los dos disfrutábamos del sexo y teníamos la persona perfecta con la que practicarlo.

Dejé de dormir en mi cuarto y pasé a dormir en la cama de matrimonio con mi madre. Desde aquel primer polvo pasamos a ser una pareja como tantas otras sin tener en cuenta que éramos madre e hijo.

La fotografía viene la rescate

Acuciados por la necesidad empecé a trabajar como chico para todo con un fotógrafo, no diré su nombre porque es conocido, para los que saben de esto les diré que sus siglas eran M. M, y que era judío. Yo tenía 19 años.

Viendo trabajar a aquel genio,( yo creo que ha sido el mejor fotógrafo de España), aprendí el oficio del mejor maestro. Vi cómo preparaba las luces con el mayor de los cuidados, cómo ensayaba distintos encuadres hasta conseguir lo que siempre buscaba, que sus fotos tuvieran magia.

Tanto era mi interés y mi dedicación que al final me dejó que preparara yo solo algunas fotos, lo que más hacíamos eran bodegones, y hasta me dejó dispararlas. A partir de aquella primera foto me dejó hacer muchas, el llevaba demasiados años haciendo el mismo trabajo y la verdad era que le aburría lo que para él era repetitivo y para mí era nuevo.

Un buen día inesperadamente me llamó a su despacho.

  • Pablo, he decidido emprender una nueva etapa en mi vida. Hacer bodegones está bien pagado y durante años me he divertido con este trabajo pero ahora me aburre y quiero hacer otras cosas. Voy a montar una productora de cine publicitario, si quieres puedes seguir trabajando conmigo, si no te ofrezco venderte mis equipos y te dedicas a hacer fotos, creo que te he enseñado bien y estás preparado para hacerlas .

Me asustó pensar en establecerme por mi cuenta pero al final dije que sí. Yo tenía 26 años.

Con mis ahorros alquilé y con el tiempo compré un local que había sido un guarda muebles, para guarda muebles era muy pequeño, pero para un estudio de fotografía era enorme.

Empecé con los  clientes de mi ex jefe y las cosas me fueron mejor que bien. Yo le copiaba en su técnica y eso era lo que ellos querían. Gané mucho dinero en los tiempos en los que la publicidad pagaba mejor que bien.

La vida de mi madre y mía pasó a ser perfecta, aunque ella quiso mantener su trabajo, yo que ganaba mucho dinero me hice cargo de todos los gastos. Pasamos a vivir bien, sin estrecheces.

Es estar desahogados económicamente no cambió en absoluto nuestra costumbres. Salíamos los dos cada mañana a nuestro trabajo y normalmente no nos veíamos hasta la noche. Al llegar a casa entrábamos en nuestro territorio privado, mi madre cada día me esperaba en él como ella sabía que me gustaba, con la menor ropa posible, y dispuesta, como yo, a todo con tal de recibir placer.

Descubrí que mi madre, ademas de una consumada amante, era verdad que le gustaba mucho la cama. No recuerdo ni una sola vez en los años que compartimos que me pusiera alguna disculpa para no follar. Nuestra vida cambió radicalmente, sin que fuéramos ricos teníamos todas nuestras necesidades cubiertas y nuestra relación no nos daba sino satisfacciones.

Una tarde de verano en la que volví pronto del trabajo me encontré a mi madre como más me gustaba encontrarla, desnuda, con un pequeño delantal haciendo tareas en la cocina. Era una escena que los dos conocíamos y que ya habíamos practicado, yo llegaba por detrás, le metía las manos por debajo del delantal y la sujetaba las tetas mientras le arrimaba mi verga a su culo.

  • Que bien que hayas venido pronto Pablo, porque llevo todo el día muy caliente, no sé que me pasa pero he estado todo el día pensando en que  en cuanto llegaras me ibas a llevar a la cama.

  • ¿Que te ha hecho estar caliente todo el día?

  • Dos cosas, la primera es que te pensaba follar según entraras por la puerta y eso sabes que me pone muy burra, y lo segundo es que he pensado algo que quiero consultar contigo.

Mientras mi madre me hablaba yo había empezado a comerle las tetas.

  • Quieres que te lo cuente o me vas a atacar ya.

  • Cuéntamelo mientras disfruto de tus tetas.

  • Pablo, ya sabes lo a gusto que estoy contigo en la cama, de hecho nunca he tenido orgasmos como los que tengo ahora, pero toda mi vida he sido muy fantasiosa y se me ha ocurrido algo que me ha puesto muy caliente. Como te dije tengo la seguridad de que mi hermana se está acostando con tu primo, he pensado en hablar con ella para hacer una reunión familiar, que vengan a casa, les preparamos una cena y cuando acabemos, tu te follas a mi hermana, y yo me follo a mi sobrino. Pero nada de estar en habitaciones separadas, quiero que te cojas a mi hermana conmigo delante y que tu me estés viendo cuando Fermín me la esté metiendo. Solo de pensarlo, antes de que tu vinieras me ha tenido que tocar porque estaba muy salida. Si te parece bien me dices que si, yo me encargo de todo, y no perdemos más tiempo.

Le hice si con la cabeza y conociendo a mi madre y sabiendo cuales serían sus deseos y los míos la apoyé en la encimera y la penetré desde detrás. Me recibió como siempre, con sus nalgas separadas, su culo en pompa, ofreciéndomelo y su coño encharcado. La penetré de una estocada, no me mintió al decirme que estaba caliente. Ya dentro de ella le pregunté:

  • Que te pone más cachonda, que te folle Fermín o verme a mi follando con tu hermana.

  • Las dos cosas, Fermín es un muchacho joven fuerte y ver como te follas a mi hermana me parece que me va a encantar. Luisa es muy contradictoria, puede ser la más discreta y la más callada del mundo pero ha sido toda su vida muy fogosa y muy escandalosa follando. Seguro que vas a disfrutar follando con ella. Aún recuerdo los gritos que oía cuando su marido vivía. Por cierto que su marido era un golfo que en más de una ocasión me propuso que me fuera a la cama con él.

  • ¿Y te fuiste?

  • No tiene sentido que te mienta, un verano vino por casa, yo estaba sola y ya tenía problemas con tu padre y caí en la tentación, follamos como dos enfermos, me echó un buen polvo. Si tu padre me hubiera hecho caso nunca se lo habría consentido, pero ya tenía muchos problemas con mi marido.

  • ¿Solo fue una vez?

  • Si, solo una, porque aparte de mis problemas, el marido de Luisa en lo que a follar se refiere no le llegaba a tu padre ni a la suela de los zapatos. Tu padre me hizo muy feliz en la cama hasta que se olvidó de sus obligaciones, bueno no se olvidó, se las dedicó a otra mujer. Como ves mi experiencia es muy corta, solo he estado en la cama con tres hombres y de los tres el que más placer me ha dado, a mil años de los otros eres tú. Pero dejemos la charla y dame lo que me tienes que dar que estoy hirviendo.

Follamos muy rico, como siempre. Desde que empezamos a vivir como marido y mujer mi madre había cambiado bastante, se empezó a cuidar, hizo ejercicio, se puso a dieta y tengo que reconocer que mejoró lo que ya eran una curvas estupendas. No perdió volumen pero se puso dura por todas partes, en especial el culo que, tengo que reconocer que era lo que más me encendía.

Unos días después mi madre me dijo:

  • He hablado con mi hermana, le he dejado las cosas bien claras, les invitamos a cenar pero cuando acabemos la cena lo que queremos es follar. Ha aceptado lo que yo sospechaba, lleva años follando con Fermín, me ha dicho que es un animal follando y que no cree que tú estés a su altura, pero que le gusta la idea de que tu te la folles y al mismo tiempo ver como Fermín me folla a mí.

Como preparación de nuestra orgía mi madre me pidió que le hiciera un favor, quiso que depilara sus ingles.

  • No quiero quedarme en pelota y parecer una campesina, yo creo que ahora todas las mujeres llevan el chocho depilado. Tu que te afeitas a diario me puedes hacer la depilación, nadie mejor que tú.

A mí que nunca había afeitado un coño me pareció una idea estupenda.

La tendí en la cama con una toalla debajo y le pedí que se espatarrara. Antes de empezar con mi tarea dediqué un rato a disfrutar viendo el coño de mi abierto ante mí.

Empecé por darle espuma de afeitar cubriendo toda su mata de pelo, y con una cuchilla nueva le afeité, lo primero su monte de Venus. A continuación pasé a dedicarme a los laterales de sus labios mayores, una zona delicada a la que tuve que prestar mucha atención. Cuando ya tuve los laterales depilados tuve que coger con mi mano izquierda sus labios para tensarlos y así evitar una cortadura.

  • Tanta maniobra me está poniendo cachonda, cuando acabes de depilarme quiero que me comas el chocho a ver si siento algo distinto.

Tardé tiempo pero creo que hice una trabajo perfecto.

  • Ahora ponte a cuatro patas que te voy a quitar los pelillos que tienes alrededor de tu ano.

  • Si me empiezas a tocar el culo ya sabes que me vas a hacer perder el control, no respondo de mí. Eres un demonio.

No eran mucho lo que me quedaba de afeitar, más que pelo era una especie de pelusa, pero no paré hasta dejarle el culo y el chocho como el de una niña de doce años. Terminé mi tarea pasándole  una toalla húmeda para dejar todo limpio de jabón.

  • Bueno, creo que te he dejado el coño y el culo como el de una niña.

Carmen se pasó la mano por su coño y me dijo: Me lo has dejado muy suavecito, es verdad, parece el coño de una niña.

Mi madre entendió que había acabado mi tarea, pero no era así, antes de darla por finalizada lancé mi lengua al ano de Carmen y me recreé jugando con él.

  • Ay Pablo que gusto me estás dando. ¿Sabes la condición que me ha puesto mi hermana?

  • Ni idea.

  • Que ni ella ni yo podemos decir a nada que no. Nos pidáis lo que nos pidáis os lo tenemos que dar. Pero nos tenéis que tratar como a dos princesas, no vais de putas, vais con vuestras tías.

  • Me parece muy bien.

  • Pues yo tengo un problema, tengo un tesoro guardado para ti, que estaba reservando para una ocasión especial. Me refiero a mi culo. Si me lo pide Fermín no le voy a poder decir que no, y no quiero regalar a nadie algo que es tuyo.

  • Pues solo tenemos una solución.

  • Esa es la que yo quiero, quiero que te cojas mi culo antes de que me lo pida tu primo, que estoy segura que me lo va a pedir. A mi hermana toda la vida le ha gustado dar el culo a sus amantes. A Luisa le pasa lo que a mí cuando la están dando por el culo si siente mucho placer se mea. Por otro lado, pensando en dártelo me he puesto cachonda, te lo tenía que haber dado antes. Prueba y vas a ver que no necesitas vaselina ni nada, a pesar de que tienes una polla cabezona, en cuanto la apoyes en mi culo vas a ver como me abro y me la vas a meter sin el menor esfuerzo, como si me la estuvieras metiendo en el coño. Me has puesto ardiendo con tu lengua.

Creí que exageraba y que pasar de la puerta de entrada me iba a costar un esfuerzo y la posibilidad de hacerle daño, por lo que fui precavido. Le puse el prepucio en contacto con su ano y jugué con él un buen rato haciendo simulacros de que iba a empujar, mi madre me respondió con los gemidos que yo conocía.

  • Atraviésame Pablo, que me tienes ardiendo, dios que ganas tengo de sentirte dentro de mi culo. Sé que me vas a hacer correrme como una perra. Estoy muy caliente.

Me coloque en el centro de su ojo moreno e hice una pequeña presión, el culo de mi madre se abrió como la cueva de Aladino y sin el menor esfuerzo avancé entre sus carnes hasta que mis muslos chocaron contra sus nalgas.

  • Me tienes enhebrada, siento todo tu polla dentro de mi, quiero que te folles mi culo como un animal, rómpeme el culo Pablo, viola el único hueco que no te había dado, quiero sentir que me sacas tu verga por la boca y quiero sentir que me llenas la barriga con tu leche. Fóllame duro, hijo. Yo ya estaba cachonda pero depilándome me has puesto al rojo vivo. Atraviésame hijo.

Nuestras sesiones de sexo solían ser violentas, el día en el que tomé posesión del ultimo reducto del cuerpo de mi madre, follamos con más violencia de nunca, con Carmen espatarrada frente a mi, sus nalgas, a las que tenía sujetas con mis manos, moviéndose a cada embestida y sus tetas bamboleándose al compás, nos llevaron a un grado de excitación único. Mi madre gritaba como si en vez de placer le estuviera haciendo daño, y en el medio del polvo se echó a llorar.

  • ¿Paro mamá, te estoy haciendo daño?

  • Lloro de gusto, hijo, por el culo siento unos orgasmos muy fuertes, diferentes a cuando me follas, me descontrolo más y me vienen unos corrientazos de placer que me atraviesan como me atraviesa tu polla. Dame toda tu leche mi amor, que estoy a punto de correrme y cuando la sienta se que me voy a venir, me voy a venir de cuerpo entero, me vas a deslavazar todo mi cuerpo. Ya la siento, ya la siento, me estás llenando mi culo con tu leche, me siento morir de placer y me voy a mear, no me quiero contener, me voy a mear de gusto, ya me estoy meando, me meo mi vida, hacía mucho que no me meaba de gusto,  como me estás haciendo que me mee.

Y mi madre se meó, ella misma me quitó una mano de sus caderas y la llevó a que recibiera el chorro que estaba lanzando.

  • Mira lo que has hecho, mira como me meo de gusto. Dime si te pone cachondo sentir que tu madre se está meando de gusto.

  • Me encanta, es como si te corrieras para mí. Sigue, sigue meándote, como me gusta que seas tan guarra conmigo en la cama.

  • Y a mí como me gusta serlo. Me pones tan cachonda que pierdo el control de mis actos, me vuelves una puta que solo quiere placer. Ya puede pedirme tu primo lo que quiera que no va a estrenar lo que es tuyo y solo tuyo.

Como la experiencia nos había gustado mucho a los dos, hasta el día de nuestra cita experimentamos un par de veces más y los dos estuvimos encantados. Yo descubrí que cogerme el culo de mi madre me excitaba más que follármela por el canal reglamentario, me daba más morbo y ella se corría diferente. En esas otras veces mi madre introdujo una novedad, mientras yo le atacaba por su retaguardia ella se acariciaba el clítoris y de vez en cuando me acariciaba a mí los testículos. Ella se corría muy duro y yo tenía la sensación de ser el dueño absoluto de la situación, como si mi madre fuera mi esclava. Y eso me gustaba mucho.

Por fin llegó la noche esperada, mi madre se puso un vestido negro, con un gran escote pero largo hasta los pies. Lo travieso del vestido era que llevaba una abertura que le llegaba casi hasta la cintura, con lo que al andar iba enseñando muslo. Debajo tenía una sorpresa, unos ligueros también negros y medias finas con una gran franja de bordados en la parte superior y sin bragas. Completaba su atuendo con collar de perlas y unos taconazos. Yo me puse una camisa blanca con un pantalón negro, y nada más.

Mi tía Luisa apareció con un vestido que dejaba muy poco a la imaginación, por arriba escotazo, como mi madre, pero con la espalda al aire dejando claro que no llevaba sujetador.  En cuanto a la falda no era más ancha que un cinturón. Bien es verdad que Luisa tenía una piernas y unos muslos estupendos.

Es frecuente que a las mujeres que tienen buenas piernas y buenos muslos les gusten las minifaldas y a las que tienen buenas tetas se decidan por los escotazos.

Mi primo iba tan discreto como yo.

Mi tía era unos años mayor que mi madre pero esa diferencia no era perceptible, si acaso Luisa era un poco más rotunda, lo cual a mi lejos de molestarme me encantaba, como ya he dicho a mí me pone la abundancia. De cara prácticamente idénticas. De muslos he de reconocer que eran mejores los de mi tía.

Según llegaron a la casa, antes de que nos fuéramos a sentar en el salón, mi primo Fermín, creo que para dejar claras su intenciones desde el minuto uno, sin siquiera decir hola a mi madre, amagó con darle un beso en la mejilla y se lanzó directamente contra su boca. Mi madre sorprendida por lo inmediato de la maniobra tardó un poco en abrir su boca y corresponderle.

En cuanto a mí, al ver la situación me acerqué a mi tía, le di la bienvenida y de una manera casi automática nos abrazamos, un abrazo normal entre tía y sobrino. La novedad fue que cuando estábamos abrazados ella acercó su boca a mi oido y me dijo muy bajito:

  • Quiero que me beses. Lo primero que quiero darte es mi lengua, después te voy a dar todo lo que tu me pidas. Vengo muy mojada.

Y claro que nos besamos, no íbamos a ser menos. El vestido de mi tía, con toda la espalda al aire me dio la oportunidad de pasear mis manos por su cuerpo desnudo, recorrí la espalda al completo, llegué hasta casi alcanzar su teta por el costado y cuando volví a la cintura mi tía me hizo una sugerencia.

  • Baja un poquito más tu mano que tengo una sorpresa para tí.

Le hice caso y no me fue difícil alcanzar sus nalgas. Las llevaba al aire.

De nuevo a mi oido me dijo:

  • No me he puesto bragas para facilitarte la tarea. ¿Te pone cachondo saber que tu tía ha venido a la cita contigo sin bragas?

El tono de Luisa era el de una gatita ronroneando, su voz me dio a entender que su entrega era total. Me estaba provocando con mucha calma y supuse que a mi tía le gustaban las cosas así.

Antes de separarnos me dio una última indicación:

  • Trátame con mucho cariño, Pablo, mímame y yo te haré el hombre más feliz del mundo. Hoy vas a echar un polvo que no se te va a olvidar en tu vida.

Mientras tanto Fermín seguía enganchado a mi madre y por lo que yo vi su actitud era dominante,  casi violenta. No me gustó, pero no era momento de decir nada.

Mi madre había preparado una cena de picoteo con mucha variedad, todo estaba colocado en la mesa con lo que nadie tenía que levantarse.

Yo me senté al lado de mi tía, frente a mi madre. Mi primo ya tenía una mano escondida debajo de la mesa, con toda seguridad ya estaba explorando las carnes de su tía.

Mi madre dejó claras sus instrucciones.

  • No quiero manitas por debajo de la mesa. He preparado cosas muy ricas y quiero que las disfrutemos. Cuando hayamos acabado de cenar, se abre la veda.

A Fermín no le quedó otro remedio que sacar la mano de donde la tenía.

Mi primo durante toda la cena adoptó un tono chulesco, como si él fuera el dueño de los demás. Era verdad que era unos años mayor que yo, pero eso no le daba ningún derecho sobre mí o sobre las dos mujeres.

Cenamos divinamente y bebimos Cava, mucho Cava, lo cual contribuyó al clima de calentura sexual que nos afectaba a todos.

  • Bueno Pablo, dime, ¿llevas mucho tiempo follándote a tu madre?

  • Yo no me follo a mi madre, nosotros, los dos, hacemos el amor. Yo a ella y ella a mí.

  • Vale , pero desde hace cuanto.

  • El mes que viene hace un año.

  • Nosotros llevamos casi seis. Yo sí, yo me follo a mi madre, me la follo cada vez que quiero. Y mi madre no tiene queja, verdad mamá.

Luisa asintió con la cabeza con aire de resignación.

  • Y tu Carmen, ¿tienes queja?

  • Fermín no suelo contestar a preguntas indiscretas, pero contestaré a ésta: no, no tengo ninguna queja y aparte del morbo de que hagamos una cama redonda tengo muchas dudas de que tú seas capaz de darme la mitad de placer del que me da mi hijo. Igual no consigues ni que me corra, y si no consigues que yo me corra vas a hacer el ridículo y te lo voy a decir. O te voy a dejar plantado.

Estaba claro que a mi madre la actitud de Fermín no le estaba gustando un pelo.

Luisa medió:

  • Tengamos la fiesta en paz, esta noche hemos venido a follar, a pasárnoslo bien, a disfrutar de una cama redonda, no a discutir ni a ponernos chulitos y esto va por ti Fermín.

Acabada la cena mi tía y yo nos fuimos a sentar en uno de los tresillos. Fermín cogió de la mano a mi madre y se sentaron en el otro tresillo.  Luisa  y yo empezamos por besarnos, al principio solo besos, y poco a poco muestras manos cobraron vida.

  • ¿Tenías ganas de tenerme para ti?

  • Luisa, no he pensado en otra cosa desde que me lo dijo mi madre. Siempre has sido una diosa para mí, una mujer inalcanzable.

  • Pues aquí me tienes, para hacer todo lo que tú me digas, ya sabes que no me puedo negar a nada.

  • Ni yo quiero nada a lo que te gustaría negarte. Todo lo que quiero es darte placer. Dime que es lo que más te gusta que te haga y yo no haré otra cosa.

  • Eres muy dulce Pablo, en la cama me gusta todo, soy una mujer muy caliente, pero necesito sentirme querida, no me gusta ser un objeto de nadie, trátame con cariño, con dulzura, sin brutalidad y yo te lo daré todo.

  • No tengas la menor duda de que te voy a tratar como la señora que eres, pero dime, que es lo que más te gusta:

  • Cuando estoy a gusto disfruto con todo, me gusta que me coman las tetas con delicadeza, que me acaricien todo el cuerpo, me gusta mucho que me coman el coño y me gusta mucho follar.

  • ¿Solo eso?

  • ¿Te parece poco?

  • Te diré yo: ¿te gusta que me coma tu culo? ¿que te de bien de lengua en tu ano? ¿ te gusta que después de darte bien de lengua en tu culo te meta la polla? ¿ te gusta comerte una polla? ¿ te haces pis cuando te corres?

  • Por resumir, todo lo que me has dicho me gusta mucho, no renuncio a nada siempre que se me haga con delicadeza. Y sé que me va a encantar sentir tu lengua en mi culo y a ti que yo me mee toda cuando me estés follando. Esa será la prueba de que me estás echando un buen polvo. Lo de hacerme pis seguro que te lo ha dicho tu madre.

  • Voy a empezar por comerme tus tetas, las he visto de refilón y me han parecido perfectas.

Mi tía en contestación a mis palabras abrió las hombreras de su vestido y dejó sus tetas al aire.

Me enganché a ellas como un lechoncillo, chupeteé sus pezones mientras mi mano se fue de excursión por sus muslos. Yo ya sabía que no me iba a encontrar con ningún obstáculo, subí por la parte exterior de su muslo hasta llegar a su cintura y desde ahí fue bajando hasta colocar mi mano entre sus muslos. De momento solo eso, colocarla entre sus muslos.

  • Me gusta mucho como me haces, acaríciame por donde quieras, me tienes muy caliente.

Seguí disfrutando de sus tetas, sus pezones se habían contraído y se habían puesto duros. Por comparación con las tetas de mi madre que yo conocía a la perfección me dio la impresión de que las de mi tía estaban operadas, demasiado perfectas y nada caídas. Con esa idea en mente me dediqué a alabarlas. Cuando una mujer se pone tetas le gusta que los hombres le digan lo bonitas que tiene las tetas.

  • Me encantan tus pezones, y tus tetas. Tienes unas tetas perfectas. Cuántas veces he soñado con comérmelas. Son una maravilla y ahora sé que son naturales.

  • Pues cómetelas y disfruta de ellas que son tuyas.

Y vaya si las disfruté, me estaban gustando tanto que no necesité que mi mano se dedicara a otras tareas salvo a estar en contacto con el chocho de mi tía. En contra de lo que yo esperaba mi tía tenía su coño al natural, una mata de pelo lo protegía.

  • Nunca me he depilado el coño y no pienso hacerlo, donde hay pelo hay alegría y yo tengo unos rizos muy hermosos.

Llevaba razón, depilarse no se había depilado pero su mata de pelo estaba arreglada, perfilada por los lados y con sus labios menores sin un pelo. Luego comprobé que el odio de mi tía respecto de la depilación también afectaba a sus axilas, cuando levantó un brazo pude ver las mata de pelo que escondían.

Puede parecer estúpido pero sus axilas me pusieron cachondo.

  • Tienes un coño precioso, y voy a disfrutar mucho comiéndomelo.

  • Y a mí me va a encantar que te lo comas antes de meterme toda tu verga.

Mientras tanto ella me había desabrochado el pantalón y yo le ayudé a quitármelo.

  • O sea que yo vengo sin bragas y tú vienes sin calzoncillos.

  • He pensado como tú en hacerte las cosas fáciles.

  • Te agradezco que hayas pensado en mi. Me encanta tu polla, es como a mí me gustan, no hace falta que sean largas pero tienen que ser gordas y cabezonas ( se ve que sus gustos eran como los de su hermana) y la siento dura como un hierro. ¿Vas a tardar mucho en montarme?

  • Tienes ganas de que te monte ya.

  • Si eres capaz de echarme más de un polvo, sí, quiero que me montes como si fuera una yegua y que me folles ahora mismo. Me has puesto muy cachonda y tengo ganas de tener este trozo de carne dentro de mí. Estoy muy mojada y mi chocho te está esperando. Métemela despacio hasta que yo te diga.

Me coloqué entre sus muslos, en un misionero clásico, enfilé mi verga a su vagina y entre en ella como Pedro por su casa. Avancé despacio según Luisa me había pedido y cuando mi cuerpo hizo tope con el suyo ella me dijo:

  • Me la has metido muy rico, me tienes el coño lleno, ahora estate quieto un momento que te quiero hacer una cosa.

Ensartada por mí verga Luisa empezó a relajar y a contraer su vagina, algo que yo no había experimentado nunca. Era como si en vez de estar donde estaba mi polla estuviera en su mano. Con un control absoluto de la situación Luisa fue aumentando la frecuencia de sus apretones.

  • Si yo quisiera haría que te corrieras sin moverte, pero lo he hecho para acabar de ponerte cardiaco antes de que empieces a follarte a tu tía. Ahora Pablo, me puedes dar polla todo lo fuerte que tú quieras, ya me tienes entregada, fóllame, fóllame con el mismo cariño con el que te follas a mi hermana que me ha dicho que la follas muy rico y con mucho amor. Dame polla y dame ternura, Pablo. Quiero que me lleves al cielo, sé que vas a hacer que me corra, quiero sentir como me llenas con tu leche.

Creo que le eché un buen polvo, le di todo lo duro que fui capaz y ella me correspondió con sus gemidos de placer.

  • Me voy a correr Pablo, me tienes muy arriba y estoy loca por correrme, ¿me vas a echar ya tu leche?

  • Todavía me falta un poco.

  • Mejor, yo me corro ahora y si me sigues dando polla me vas a hacer que me corra otra vez. Si me sacas dos orgasmos me vas a matar.

Seguí percutiendo contra mi tía y al cabo de un rato me repitió casi las mismas palabras:

  • Lléname con tu leche, mi amor, vacíate en mí que me voy a venir otra vez, vacíate que quiero sentir como me llenas el coño. Ya me estoy corriendo otra vez, más fuerte que antes, tu me quieres matar, me corro, me corro…

Un instante después  me vine y mi tía lo notó:

  • Estoy sintiendo como te descargas en mi , te siento y me está dando mucho gusto. No pensaba yo que follarme a mi sobrino iba a ser tan rico.

Después del polvo vinieron las confesiones:

  • Dime la verdad, la primera vez que echasteis un polvo mi hermana y tú ¿quien tomó la iniciativa?

  • Bueno, fue una situación en la que tuvimos parte los dos. Por qué me lo preguntas.

  • Porque viendo lo dulce que eres en la cama y el respeto con el que me has tratado estaba segura qué había sido cosa de los dos. Yo provoqué a Fermín, él aprovechó mi necesidad y ahora me trata como si fuera una puta. Es una bestia conmigo, por eso me hace tanta falta el cariño y el respeto.

Mi tía me vino a contar que sí, que follaba con su hijo, pero que al tiempo era bastante infeliz con él.

  • Estoy segura de que mi hermana en vez de gozar con mi hijo, va a pasarlo mal, ojalá me equivoque, no va a querer repetir. Yo solo con lo que me has hecho hasta ahora, quiero que nos volvamos a acostar. Me estás dando mucho placer.

Después de nuestra charla, lo cierto es que mi tía me tenía al rojo vivo. Luisa era y sigue siendo una mujer que disfruta mucho en la cama y que lo da todo con la única condición de que se la trate con respeto y con dulzura y de esas dos virtudes yo voy sobrado por lo que me encontraba en la gloria.

  • Luisa, me gustaría que te pusieras a cuatro patas.

  • Si cariño, yo me pongo como tú me pidas, me vas a decir lo que me quieres hacer o me vas a dar una sorpresa.

No le contesté, simplemente me puse entre sus piernas. Lo primero que hice fue recrearme contemplando a mi tía.

  • Tienes un culo precioso, y en esta postura se te marca más y ver tus tetas colgando me encanta. ¿Sabes lo que me gusta mucho de ti?

  • Quiero que me lo digas.

  • Tus carnes, tienes una piel preciosa y no tienes nada flácido, tienes un cuerpo de mujer de treinta años. Te estoy viendo la espalda y me dan ganas de comérmela.

  • Pues cómetela. Me gusta lo que me dices y me encanta excitarte. Tu también me excitas mucho a mí.

  • Tengo otras partes de tu cuerpo que me quiero comer antes.

  • Puedes empezar por donde quieras.

Mis primeros besos los dediqué a la parte de atrás de sus muslos. Poco a poco fui ascendiendo hasta llegar a su sexo.

  • Pablo, eres muy cariñoso pero eres muy guarro y esa combinación me pone muy cachonda. Sé adonde vas y me encanta. Te lo voy a pedir, que a los hombres os gusta que se os pidan las cosas: dame lengua en mi coño y en mi culo. Yo te los ofrezco.

La primera lengüetada se la di en el coño y la segunda y la tercera. Le dediqué un rato a disfrutar del sabor de los jugos del coño de mi tía. Pero no me quedé ahí, desde el coño subí lentamente, quise que ella lo sintiera, hasta que mi lengua entró en contacto con su ano.

  • Me estás comiendo todo mi culo, cochino, que eres un cochino, pero no dejes de darme lengua, sigue Pablo, sigue, que me está dando mucha nota. Cuando te canses de darme lengua quiero que me metas esa polla que me encanta en todo mi culo, sin piedad. Quiero que me atravieses con tu verga. Empótrame como una bestia.

Le di lengua un rato como si ignorara sus palabras, pero Luisa me había pedido lo que yo estaba deseando hacer.

Me coloqué entre sus nalgas y jugué un rato con mi verga acariciando su ano. Luisa me lo agradeció con sus gemidos y con sus palabras.

  • Pablo, cómo me pones de cachonda, estoy deseando que me la metas. Necesito tener toda tu polla dentro de mí y sentir que me quieres mientras me estás dando por el culo.

Mandé dos dedos de exploradores y comprobé que el camino estaba expedito, entraron en su cuerpo con facilidad. No necesité más, enfilé mi polla a su culo y tras una leve resistencia le metí mi verga hasta el fondo.

  • No me empieces a follar todavía, deja que mi culo se acostumbre a la barra de carne que le has metido. Me tienes el culo lleno Pablo, pero estoy en la gloria, sé que me vas a echar un polvo que me va a matar y estoy deseando que me llenes la tripa con tu leche. Fóllame Pablo, haz que mi culo sea tuyo. Una cosa te quiero decir, siempre que quieras voy a estar disponible para que tu te folles mi coño o mi culo, lo que tu quieras. Me gusta mucho como me estás haciendo y ahora mismo, con tu polla en mi culo estoy en la gloria.

Las palabras de mi tía eran un afrodisiaco para mí, el que me hubiera ofrecido que cuando yo quisiera me la podía follar me encendió y verla a cuatro patas con su culo abierto para recibirme y sus enormes tetas colgando me tenían enfermo.

Empecé a darle polla, primero con lentitud pero hundiéndosela hasta el fondo, y cada vez yendo más deprisa. Ya a las primeras embestidas, Luisa reaccionó:

  • Me gusta mucho sentir como me das con tu huevos en mi chocho. Dame duro Pablo, rómpeme el culo a pollazos.

Mi tía se entregó como si fuera el último polvo de su vida. Lo que la estaba conquistando era que yo la trataba con cariño y con respeto.

Yo disfruté cogiéndome el culo de Luisa, y ella también. Acabó chillando aún a riesgo de que la oyera su hijo, o quizás lo hizo para que su hijo la oyera. Y me dejó muy claro que se estaba corriendo como una perra.

  • Pablo, yo no puedo acabar esta sesión en la que me has hecho correrme muy rico sin hacer algo que me encanta y que espero que a ti te guste. Me quiero comer tu polla, quiero hacerte una mamada. Es mi especialidad, la mamo divinamente.

  • Mi polla es tuya, haz con ella lo que quieras. Pero ya me he corrido dos veces, no se si voy a poder una tercera.

  • Déjalo de mi cuenta, si no hago que te corras no volvemos a follar tu y yo.

  • Mi tía se lanzó sobre mi miembro y me regaló una mamada de muchos quilates, no dejó de chupar hasta que me lo sacó todo. Una vez se había tragado todo lo que yo había depositado en su garganta, Luisa volvió a insistir.

  • Pablo, me has hecho correrme como una perra, me has follado muy rico y he sentido tu cariño y tu respeto, no quiero que esto se quede aquí, el día que quieras follar me llamas, yo suelo estar libre a partir de las 7 de la tarde, y te estaré esperando espatarrada y desnuda en mi cama. Me estoy poniendo cachonda de solo pensarlo.

  • Y qué pasa con Fermín.

  • El a veces se lleva amigas a la casa y se las lleva a su cuarto y no le importa nada que yo les oiga follando. Cuando te vea llegar y vea que nos vamos a mi dormitorio va a saber a lo que vamos. Que se joda, me quiero vengar por como me trata, que aprenda a tratarme como debe.

Mi experiencia con Luisa fue mejor que buena, me encantó el tiempo que pasé con ella en la cama. El caso de mi madre fue completamente distinto, según ella misma me confesó cuando nos quedamos solos.

  • Pablo, tu primo es un animal que cree que las mujeres han venido al mundo para su placer. Es una bestia. Aunque tu tía y yo habíamos quedado en que no podíamos negarnos a nada en mitad del primer polvo con Fermín me ha tratado tan mal que le he dicho que se saliera y que se fuera a tomar por culo que yo no quería seguir. Me he alegrado de que estuvieras tú en la misma casa porque me ha echado una mirada que me ha hecho pensar que me iba a dar una hostia. Mi experiencia ha sido un desastre. Y a ti que tal te ha ido.

  • Me ha gustado mucho follarme a tu hermana, es una fiera en la cama. Luisa quiere que vaya de vez en cuando a su casa a que follemos y no le importa que su hijo lo vea. Fermín la trata muy mal y quiere vengarse de él.

  • Pues hijo, si disfrutas follando con mi hermana puedes hacerle una visita de vez en cuando, tampoco quiero que lo cojas como una costumbre.  Le va a venir bien porque estoy segura de que su hijo no la hace nada feliz. Si además el que os vea molesta a Fermín, que se fastidie y aprenda a tratar a las mujeres.

El haber tenido una experiencia con otra pareja nos dejó claro que no necesitábamos de nadie.

Aquella cama redonda frustrada afianzó aún más nuestra relación, nos dejó claro que lo que de verdad nos hacía felices era lo que teníamos en casa. De vez en cuando yo llamaba a Luisa y le iba a hacer una visita, siempre con el permiso de mi madre. La previsión de Luisa era la correcta, la primera vez que Fermín me vio aparecer en su casa le preguntó a su madre:

  • Y este qué viene a hacer aquí.

  • Viene a acostarse conmigo, viene a follarme, viene a darme todo el cariño que tú no me das. Vete a dar una vuelta o vete al cine porque me voy a pasar toda la tarde en la cama follando con él. Y no te pongas chulito conmigo porque va a ser mucho peor para ti.

Fermín agachó las orejas, me dedicó una mirada incendiaria y su fue.

Cada tarde que Luisa me dedicó fue una experiencia deliciosa, ella sabía como hacer feliz a un hombre.

La desgracia y la alegría

Mi madre y yo vivimos unos años de felicidad total. Teníamos todo lo que necesitábamos y éramos como dos gorrioncillos enamorados.

Cumpliendo con lo que en su día me dijo, mi madre era una mujer predispuesta al sexo las 24 horas del día y esa necesidad a mí me hacía absolutamente feliz. Algo más desahogados de dinero nos permitimos algunos caprichos, por ejemplo nos fuimos de vacaciones a República Dominicana. Un hotel de todo incluido, calor, playa y mucha cama. Además disfrutamos mucho saliendo a pasear cogidos del brazo como dos novios, ajenos a todo lo que nos rodeaba.

Mi madre me lo confesó:

  • Nunca pensé que yo podría ser tan feliz, me tienes loca en la cama pero todavía me haces más feliz fuera de ella, puede parecer una barbaridad pero estoy profundamente enamorada de ti. Puesta a pedir solo me falta una cosa que desgraciadamente no me puedes dar.

  • Que es lo que yo no te puedo dar. Yo te doy todo lo que tu necesites.

  • No cariño, eso no me lo puedes dar. Mi felicidad completa sería que me embarazaras, quisiera tener un barrigón y dar a luz a un hijo tuyo y mío, pero eso es algo tan peligroso que no podemos ni plantearlo. ¿A ti no te gustaría verme embarazada?

Sus palabras me sonaron como algo conocido, algo que también mi hermana me había dicho. Estaba claro que, por encima del sexo, ambas mujeres me querían.

  • Me encantaría verte con una barriga bien grande sabiendo que lo que llevas dentro es un hijo mío.

  • ¿Te excita pensar en mí con barriga y con las tetas llenas de leche? ¿ te gustaría volver a mamar de tu mamá?

  • Si me pongo a pensar en tus tetas llenas de leche paso por alto todos los riesgos y te hago una barriga. Y si, me gustaría volver a probar tu leche.

  • Pablo, hay relaciones que son producto de un calentón, de una pura atracción física. Esas son relaciones pasajeras, se van agostando con el tiempo. Lo físico tiene fecha de caducidad. Lo que tú y yo lo que sentimos nos tiene a los dos enganchados y aumenta cada año que pasa. A mí me tienes más loca por ti que el primer día. Y cada día que pasa disfruto más contigo en la cama.

  • Tienes toda la razón, yo sigo enamorado de ti, y cada día que pasa, más. Lo que yo quiero es que sigamos así toda la vida.

  • Yo al principio pensé que lo que estabas era encoñao conmigo, que yo te había servido para llenar el vacío que te dejó tu hermana, ahora estoy segura de que estás loco por mi. Yo también quiero que esto nos dure toda la vida.

Durante años y años mi madre y yo fuimos la pareja más feliz del mundo, con la experiencia que la vida me ha dado pienso que todas las madres deberían enseñar a sus hijos los placeres del sexo. Nadie mejor que ellas para hacerlo. Se evitarían muchos traumas y muchas perversiones.

Una mañana en la que estaba trabajando en mi estudio recibí una llamada, era de la Policía. Mi madre había sido atropellada por un conductor que se había dado a la fuga. Su estado era grave. Salí disparado al Hospital y para resumir la historia contaré que cuatro días más tarde mi madre falleció. El ciclo se repetía, cuando mayor era mi felicidad, me quedaba otra vez solo. Vendí la casa de mi madre, la que en cada rincón me recordaba los momentos que había pasado en ella, los años con mi madre y hasta los lejanos recuerdos con mi hermana.

Me trasladé a vivir a mi estudio y como único refugio me dediqué a mi trabajo, muchos días trabajé por encima de dieciséis horas. No vivía para otra cosa. Lo único que me dejó esa época fue mucho dinero, tuve más clientes y más trabajo que nunca y me consolidé como un excelente fotógrafo publicitario.

Pasado un tiempo es verdad que mi tía Luisa vino a mi socorro, me visitó en mi estudio y me dio lo que ella estaba deseando que yo le diera a ella: sexo en estado puro. La verdad es que en mi estado de tristeza me hizo mucho bien recibir en mi cama a mi tía.

Y ahora me vengo a la actualidad. He cumplido 34 años y las cosas en la fotografía, sería más exacto decir en la publicidad, han cambiado mucho, hay poco trabajo y además mal pagado. Los bodegones ahora los hace cualquiera con una cámara digital. No tienen magia pero valen. Mis ingresos en los últimos meses habían descendido dramáticamente e iban a peor.

Mi única posibilidad para sobrevivir era abarcar otro tipo de trabajos. Para quien no sepa de fotografía parece algo fácil, pero no lo es. Son otro tipo de clientes y otra técnica y yo no tenía ni una cosa ni la otra.

Estando yo peleando con las luces para hacer un buen bodegón sonó mi teléfono. Si hubiera tenido más encargos no habría dejado lo que estaba haciendo, pero una llamada podía ser un trabajo de manera que contesté.

  • Dígame.

  • Hola, eres Pablo.

  • Sí, soy Pablo, quien llama.

  • ¿Pablo Zaldívar?

  • Sí. Pablo Zaldívar, quien llama.

  • Inma. Soy Inma Zaldívar, tu hermana.

Me dio un vuelco el corazón. No supe ni qué contestar.

  • Qué alegría oírte.

  • Pablo, necesito verte, me tienes que hacer un favor.

  • Pídeme lo que quieras que si está en mi mano lo haré.

  • Necesito verte y contarte mi historia, dame tu dirección y si te viene bien esta tarde me acerco. Sobre las 7. Dime que sí porque tengo muchas ganas de verte.

Sin salir del shock le dije que sí.

Después de colgar me quedé pensando, se me olvidó el trabajo pendiente. Me había llamado mi hermana de la que no tenía noticia desde hacía casi veinte años. Su padre por un lado y mi madre por otro habían conseguido lo que se propusieron, que no supiéramos nada el uno del otro. De repente volvió a mi memoria lo feliz que habíamos sido.

Acabé mi trabajo, comí rápidamente y antes de arreglarme puse en orden el estudio. Quería darle la mejor impresión posible. Aunque pueda parecer absurdo lo cierto es que estaba nervioso, como quién tiene una primera cita. Me sentí confuso, la camaradería, la confianza absoluta que teníamos el uno y el otro, en mi caso había desaparecido, me daba miedo de lo que me podía encontrar.

Mil y una dudas me vinieron a la cabeza. Con quien me iba a encontrar, con la mujer que yo recordaba o con otra que desconocía. Qué habría sido de su vida,  a que se había dedicado, estaría casada y con tres niños. Para que me podía necesitar. Tendría problemas económicos. No paré de darle vueltas hasta que supe que era quién llamaba a mi puerta.

A las siete en punto sonó el timbre de mi casa. Si la hubiese visto por la calle no la habría reconocido. La muchacha rellenita se había convertido en un hembrón. Siempre había sido bonita de cara, y grande y alta, pero ahora su cuerpo había cogido volumen exactamente donde debía cogerlo y le habían brotado curvas por donde debían brotarle. Todo en ella, a un primer vistazo, daba idea de rotundidad, de fuerza, de abundancia. Me quedé estupefacto.

Era verano y ella llevaba un vestido de tela vaporosa con calados, estilo ibicenco. Un vestido que le llegaba hasta los pies pero con un generoso escote.

En ese momento tan dulce no puede evitar pensar que, por cómo se movían sus carnes al caminar, lo más probable era que no llevara nada debajo. Las tetas se le movían como si tuvieran vida propia y su culo parecía bambolearse como si quisiera escapar de la prisión que suponía la falda. El demonio que llevaba dentro de mí desde que la dejé de ver salió a la superficie.

Nos dimos un abrazo eterno en el umbral de mi estudio. A pesar de lo emotivo del momento, le acaricié la espalda hasta estar seguro de que no llevaba sujetador.

  • Si te hubiera visto por la calle no te habría reconocido, estás preciosa.

  • Tu sigues tan flaco como siempre, pero estás muy guapo.

Gastamos un buen rato evocando recuerdos y los dos estuvimos de acuerdo en la crueldad de nuestros padres en evitar que nos siguiéramos viendo. Acabado el momento nostalgia Inma me explicó el favor.

  • Necesito que me hagas un book de fotos preciosas. Que me saques divina. No tienen que ser fotos porno, tienen que poner caliente a quién las vea.  Me quiero convertir en modelo curvy y me quiero hacer famosa. Voy  ganar mucho dinero y te voy a regalar todo lo que tu quieras. Te nombro mi agente y representante.

Para quien no lo sepa, las curvys no son mujeres gordas, son mujeres abundantes, con carne y curvas por todos lados, exactamente de mi gusto. Lo que más las define es tener la cintura estrecha y las caderas y el culo tremendos, me refiero a culos con volumen a lo ancho y a lo alto. El mejor ejemplo que se me ocurre es Kim Kardashian. Mujeres que ganan mucho dinero modelando para ropa de calle, pero sobre todo para lencería y bañadores.

  • Cómo se te ha ocurrido esa idea.

  • Hace unas semanas me estaba tomando un café en una terraza y me abordó un señor ya mayorcito. Me dijo que era agente de modelos y que yo soy exactamente lo que él estaba buscando. Me pidió que me hiciera unas fotos y que las llevara a su oficina. No le tuve en cuenta pero guardé su tarjeta. Después me entró la curiosidad y me puse a buscar un fotógrafo, el corazón me dio un vuelco cuando vi tu anuncio. Decidí venir a verte, hagamos las fotos o no.

  • Ten mucho cuidado, hay mucha mafia metida a agente de modelos. Cuando vayas a llevar el book voy a ir yo contigo.

Hice café y estuvimos un buen rato charlando y contándonos nuestras vidas. Los dos tuvimos una pregunta obligada sobre si estábamos solos y los dos confirmamos nuestra soltería.

Pueden ser cosas mías pero, a pesar de nuestras mutuas reservas, a pesar de que ya no nos veíamos como cuando dejamos de vernos, yo creí notar cierta tensión, cierta electricidad entre los dos.

Nos despedimos con un abrazo y un casto beso en la mejilla

Esa noche no pude casi dormir recreándome en la visión de mi hermana.

A la mañana siguiente apareció en mi estudio con una maleta cargada de ropa y con el mismo vestido que el día anterior.

  • Como sabía que me ibas a decir que sí, me había pasado por varias tiendas y había comprado un montón de ropa, cuando acabemos las fotos la devolveré.

Me he metido en Internet y he visto fotos de las curvy más famosas. Casi todas son fotos muy calientes. Quiero que me hagas fotos que enciendan tanto a las mujeres de mi talla como a los hombres. ¿Dónde me cambio?

  • Te puedes cambiar aquí, al fin y al cabo te voy a fotografiar en ropa interior, y ya te he visto desnuda muchas veces.

  • No seas cara dura, además debajo del vestido no llevo nada. Que te piensas, que porque me hayas visto desnuda hace mil años, cuando éramos jovencitos, me voy a quedar en pelota delante de ti. Estás loco.

Cuando volvió de cambiarse estuve a punto de sufrir un colapso. Llevaba un vestido que se le ajustaba como un guante, de tela vaporosa, En el pecho una abertura que le llegaba a la cinturilla del vestido, la espalda completamente al aire y lo más llamativo del vestido, desde la cintura cuatro cuchilladas en la falda de manera que cuando se movía era casi imposible no dejar al aire lo que ella pretendía que no se viera en la fotos. El vestido dejaba claro un mensaje de quien se lo pusiera: voy sin sujetador y sin bragas.

Preparé las luces y tiré las primeras fotos. Le pedí que se moviera, y la fui cambiando de postura. Cuando acabé la primera tanda fuimos juntos a ver el resultado en mi ordenador. A pesar de mis esfuerzos, en media docena de ellas se le veía más de lo previsto. Mi hermana iba depilada pero en su monte de Venus se había dejado un mechoncito en forma de triangulo, no más grande que un sello de Correos.

Dio por buenas las fotos en las que se le veían los muslos al completo y parte de las nalgas, bien es verdad que en todas estaba de medio lado y rechazó en las que al moverse la tela, dejaban al aire su sexo.

  • No puedo poner fotos en las que se me vea el coño. No estoy haciendo un book para ser puta. Bueno tú ya me has visto, pero con este vestido era inevitable. Las fotos son preciosas, mucho mejores de lo que yo esperaba.

Se volvió a cambiar. Para esta segunda sesión eligió un conjunto de lencería.

  • Mira que conjunto más bonito, es de La Perla, ropa interior italiana.

No le faltaba razón, un sujetador de color negro y rosa de un tejido trasparente con algunas zonas un poco más tupidas, a juego con una mini micro tanga. Para completar el conjunto un liguero que sujetaba unas medias negras con costura.

  • Inma, por más que me esfuerce se te va a ver ese mechoncito que no lo tapan las braguitas, los puedo quitar con photoshop, pero sería más fácil si te los afeitas.

  • Me hice la cera hace un par de días pero pensé que una cosa tan pequeña no se me iba a ver. ¿Por qué no me los cortas tú con una tijera?

Y ahí me tienes a mí, con ella delante eliminando los pelillos que el mini tanga no llegaba a cubrir. Unos rizos sedosos y rubios como los que en su día me regaló dentro de un guardapelo que yo llevaba colgando del cuello. Rematé la  faena con la Gillette para no dejar ni rastro.

Empecé por hacerle fotos de espaldas, si algo tenía sublime Inma era su culo, un culo que parecía querer explotar, dos nalgas perfectas solo cubiertas por dos finas tiras, una que le rodeaba la cintura y otra que se escondía entre sus cachetes. Un culo perfecto y en contraste una cintura mínima. Y una visión celestial, la franja de carne de sus muslos que no cubrían las medias.

Cuando la puse de frente le avisé:

  • Se te transparentas los pezones.

  • Los pezones cuanto más se me transparenten mejor.

Puse toda mi atención en hacer un buen trabajo y mientras disparaba mi cámara tuve la seguridad de que mi hermana tenía duende, un don que muy pocas veces se da, la cámara le adoraba. Hay mujeres y hombres guapísimos que no tienen ese don. Inma delante de una cámara era una diosa.

De nuevo revisión en el ordenador.

  • Esta serie es perfecta, es verdad que se me transparentan los pezones. Me encanta.

  • Si quieres los difumino con el Photoshop.

  • No, no, déjalos como están, se me ve muy sexy.  ¿Tú que piensas?

  • Que se te ve preciosa y tengo que decirte que la cámara te quiere, eres muy fotogénica y además tienes el culo más bonito que he visto en mi vida.

  • Que descarado te has vuelto, hablándome de mi culo. No te acuerdas de que me llamaban Culada. Bueno yo también he cambiado mucho, estoy aquí, medio en pelota contigo y me siento cómoda mientras tú estas vestido. He venido muy nerviosa, nerviosísima, pero nada más verte me he tranquilizado.  Ahora estoy feliz de volver a estar contigo.

Gastamos toda la mañana haciendo fotos y tuvimos que seguir por la tarde. Cuando acabamos la sesión, Carmen, tan directa como siempre me preguntó:

  • Dime la verdad, te has puesto cachondo viéndome. Se te han venido los recuerdos a la memoria.

  • Estoy cachondo desde que apareciste con el primer vestido. No sé por qué pero según te vi pensé que ibas en pelota debajo. Bueno quizás por como se te movían las tetas. Me vinieron a la memoria las dos semanas que nos pasamos follando y durante las cuales tu no te pusiste ni bragas ni sujetador.

  • Como has sido sincero yo también voy a serlo, yo ya venía caliente, pensar que iba a estar medio en pelota delante de ti me encendía. Son muchos recuerdos Pablo, y también he tenido mucho miedo de lo que me podía encontrar. Me martirizaba pensando que iba a encontrar un extraño o que ya estuvieras fuera de mi alcance. Te he echado mucho en falta porque nadie me ha dado lo que tu me diste. Nadie.

Seleccionamos las fotos que debían ir el book y Carmen se despidió de mí. Cuando ya estaba junto a la puerta, se volvió y me dio un beso, sería más exacto decir que me regaló su lengua. Dedicamos un rato al beso y yo tuve la osadía de echar mano a las nalgas de mi hermana.

Nada más sentir mis manos sujetando su dos dos cerros de carne, mi hermana puso el culo duro, no fue un movimiento de defensa sino de de demostración:

  • No has tocado un culo como éste en tu vida.

Entendí el mensaje y disfruté recorriendo sus carnes con mis manos, sintiendo su suavidad y su tamaño, mientras mi hermana me daba su lengua con más ímpetu como si mis caricias las estuvieran estimulando.

  • Inma no me hubiera perdonado en toda mi vida no hacer lo que he hecho. Tu culo siempre ha sido un talismán para mí. No se como haces pero tienes un culo duro como una piedra.

  • Me ha gustado mucho que no pudieras resistir la tentación. Yo sé que mi culo te vuelve loco. En cuanto a la dureza ya te contaré el truco.

En los día siguientes preparé el book y en vez de ella fui yo el que lo llevó a la oficina del agente. Una buena oficina y un hombre serio. Él dirigía la oficina en España de una conocida agencia de modelos londinense. Charlamos un rato y me gustó los elogios que dedicó al fotógrafo que había hecho el book. Cuando le dije que era yo, que era fotógrafo, me pidió mis datos porque él tenía mucho trabajo para ese tipo de fotos.

No recibí noticias de mi hermana hasta veinte días después.

  • Ya tengo mi primer trabajo. Tenemos que hacer una sesión para una firma australiana.

Ese segundo día apareció en el estudio con una falda corta de tejido vaquero y una camisa tipo Western llena de bordados. Al verla no pude evitar en pensar cuántos hombres habrían sufrido esguinces cervicales volviéndose mirar el tremendo culo y la rotundidad de sus muslazos.

En la anterior sesión había puesto toda mi atención en su cuerpo y sobre todo en su culo, en la segunda tomé conciencia de sus muslos. Unos muslos potentes, llenos, sin un gramo de celulitis. Muslos de deportista, fruto de muchas horas de ejercicio y duros como dos rocas. A mi gusto perfectos, nada de esas piernas de alambre de las modelos de moda.

  • El otro día no me fijé en tus muslos, tienes unos muslos preciosos.

  • Sólo tenías ojos para mi culo. No te creas que estos muslos  son producto de la casualidad, para tenerlos así me machaco en el gimnasio a diario. Y sí, lo sé, tengo unos muslos muy bonitos, nunca he recibido queja de ellos. Todo lo que ves es producto de la disciplina y de muchas horas de trabajo durante muchos años.

  • Bueno, hoy me vas a hacer fotos para Wicked Weasel, es la marca de bikinis y ropa interior  más famosa y más vendida de Australia. Si salen bonitas igual tengo que ir a Sydney a su desfile anual.

Antes de empezar a trabajar quise dejar las cosas claras, siempre es mejor un fracaso que un ridículo.

  • Inma, ¿hoy también vienes caliente? Te excita estar medio desnuda delante de mí.

  • Pablo, cariño, yo caliente he estado desde que supe que iba a venir a que me hicieras fotos. ¿Y tú?. Me vino al recuerdo que tú y yo no sabíamos estar juntos sin estarnos tocándonos y besándonos . No puedo olvidar que tu fuiste el primer hombre con el que hice el amor. Y esos recuerdos me encienden, ¿a ti no?

  • Hermanita, me gustas mucho verte y por más que quiero ser un profesional,  me excitas.  ¿Sabes la leyenda de que los pintores siempre se enamoraban de sus modelos?

  • Y tú, ¿sabes la leyenda de las modelos que se enamoraban de sus fotógrafos? ¿Y la de las hermanas que se enamoran de sus hermanos?

He de reconocer que Inma era más valiente que El Coyote, pero las cosas habían quedado más aclaradas.

Wicked Weasel fabrica los bikinis más descarados del mundo, los más pequeños y los más atrevidos, y ropa interior y vestidos que casi todos son transparentes.

  • En este caso no importa lo que se me vea. La única precaución es que no se vean los labios de abajo. Las clientas y los clientes que compran por Internet quieren ver cómo de transparentes son las prendas. Y cuanto más calientes les pongamos, mejor.

La sesión completa fue para mí un calvario, cada prenda que se probaba era más osada que la anterior. En algún momento pensé que era más sexy cómo la estaba viendo que si ella estuviera en pelota picada.

La sesión alcanzó su punto álgido cuando Inma que llevaba el modelo micro-mini de la colección me dijo que el tejido se volvía transparente al mojarse. Se fue al baño y volvió con él empapado.

  • Inma, ¿tú me quieres matar?

  • No cariño, quiero conseguir que me hagas las fotos más sensuales de esta colección, cuando acabemos y vea las fotos, dependiendo de cómo sean veré si lo hemos conseguido. En ese momento pensaré si te mato o no. Pero no te preocupes si decido matarte va a ser a besos.

Desde ese mismo instante tuve la seguridad de que esa misma tarde acabaríamos en mi cama.

En algún momento de la sesión le pregunté por sus medidas. Las pongo aquí para que todos tengamos un dato objetivo sobre mi modelo. 1,78 de estatura, (con sus taconazos pasaba del 1,86),  98 centímetros de pecho (un buen par de tetas) 62 centímetros de cintura (una cinturita de avispa) y 126 centímetros de caderas ( las caderas de una diosa y un culo a juego) Sin que ella me diera el dato calculé que cada uno de sus muslos podría medir casi como su cintura. A mi gusto, medidas perfectas.

Acabamos la sesión, vimos las fotos en el ordenador y Carmen me confesó que eran exactamente como ella las quería.

  • Qué hombre no se va a poner caliente cuando elija un bikini para su mujer viéndome a mí. Me has sacado preciosa y sobre todo muy sensual.

  • Inma ya te lo dije, la cámara te adora, puedes hacerte famosa con este trabajo, ¿he pasado la prueba?

  • Sí, te voy a dar lo que estás loco porque te lo de. Y tú me vas a dar a mí lo que más deseo en el mundo. No perdamos el tiempo. Los dos estamos pensando en lo mismo y los dos estamos locos por disfrutarnos. ¿Dónde está tu dormitorio?

Me cogió de la mano y me llevó en la dirección que yo le había indicado. Si en vez de a mi cuarto Inma me estuviera llevando al pelotón de fusilamiento también habría ido.

Las  últimas fotos que le había hecho eran con un salto de cama de color champán, escotado y corto. Lo completaba  una braguita mínima del mismo color. Todo de tejido transparente. Con esas prendas salimos de mi plateau camino del dormitorio.

  • Quiero que me quites la ropa, pero antes quítate tú la tuya, llevas todo el día viéndome desnuda y yo no te he visto a ti aún. Me gustaría que el tiempo no hubiera pasado, que fuéramos capaces de comportarnos con la misma naturalidad con la que no comportábamos. Quiero seguir donde lo dejamos hace casi veinte años..

En milésimas de segundo yo ya estaba en pelota. No soy guapo pero soy resultón, y de cuerpo, como me gusta mucho el deporte me conservo mucho mejor que la mayoría de mis amigos de mi edad. Solo me tuve que quitar un polo y el pantalón. Ya sin ropa mi hermana se pudo dar cuenta de un detalle, colgando de mi cuello yo llevaba el guardapelo que ella me había regalado.

  • Ayer cuando tuve un momento para pensar le di vueltas a lo bonito que sería que llevaras mi guardapelo al cuello, ya he visto que lo llevas puesto.  No te has quitado mi recuerdo como yo no me he quitado el tuyo. Que curioso, no usas calzoncillos. Me gusta tu polla. Bueno, siempre me ha gustado tu polla.

  • No los uso nunca, lo mismo que tú, el primer día que viniste aquí me dijiste que también ibas sin bragas.

  • Yo solo me pongo bragas ahora, para hacer fotos. Y sujetadores nunca.

  • ¿Como es posible que no se te caigan las tetas, con el tamaño que tienen? ¿Te has operado?

  • No cariño, mis tetas son naturales. Me han estado creciendo desde que te enseñé mi pezones hasta que cumplí 22 años.

  • Me acuerdo de que tu no querías que te siguieran creciendo.

  • Pues ahora estoy encantada, ¿no te gustan? ¿las ves demasiado grandes?

  • Son perfectas y están duras como dos piedras. Estoy loco por comérmelas pero antes me tienes que dar un capricho. Te he estado viendo medio en pelota todo el día, ahora quiero disfrutar viéndote desnuda para mí. Ponte de pie y enséñame tu cuerpo. Quiero reconocer cada recoveco.

  • Me llevas viendo medio desnuda todo el día y quieres más. Me encanta  verte excitado, se te está poniendo la polla muy gorda. Yo también estoy mojada.

Mi hermana se puso de pie frente a mí y primero de frente y después de espaldas me enseño su cuerpo en detalle, ahora desnudo me pareció aún más bonito. Lo que me asombró de su cuerpo fue la consistencia, la dureza, su carne parecía querer atravesar la piel, los muslos, las tetas, el culo, el vientre, todo en ella era de una calidad excepcional, carne para ser comida, mordida, gozada. Y carne en abundancia.

Después de enseñarme su cuerpo Inma se vino junto a la cama y colocó su pie derecho contra mi pecho.

Ahora lo que tenía delante era un primer plano del coño de mi hermana, una vulva grande, en ella todo es grande, los labios menores casi invisibles y un brillo en toda la zona, era señal inequívoca de lo caliente que estaba.

En la confluencia de su sexo con el muslo, en el rincón más recóndito, en un sitio imposible de ver a no ser que ella te lo enseñara, y ahora me los estaba enseñando, vi un pequeño tatoo, una espada.

  • Tienes un tatuaje que no había visto al hacerte las fotos.

  • Nadie lo  puede ver y nadie lo ha visto nunca, tu eres el primero que lo ve, es mi secreto.

  • Me encanta, es precioso , ahora me vas a decir lo que significa, o es solo una espada.

  • Poca gente sabe lo que significa esa pequeña espada. Pero tú si puedes saberlo, es el símbolo cristiano de San Pablo, significa Pablo y me lo he hecho por ti. No te haces idea de lo que me dolió. Está ahí para protegerme.

  • Siempre te han gustado los secretos y las sorpresas.

Inma se tendió en la cama junto a mí.

  • Cómeme las tetas como solo tú sabes hacer. Hazme sentir que el tiempo no ha pasado. Haz que me acuerde de lo que gozaba cuando tú me comías las tetas, dame lengua Pablo, dame lengua.

Inma parecía leer mis pensamientos, cuando me lo pidió yo estaba pensando que lo que más deseaba era comerme sus tetas.

Me lancé de cabeza sobre ellas. No eran como yo las recordaba, eran más grandes y más duras, eran un territorio en el que me podría pasar la vida. La postura hacía que sus pechos se desbordaran por sus costados y los pezones estaban erectos y duros. A ellos dediqué mis esfuerzos.

Mientras yo me dedicaba a mi labor ella siguió hablando.

  • Me ha gustado la historia del pintor y la modelo, ha sido para mi una buena coartada, porque ha sido ponerme el primer modelito y enseñártelo y ya me he puesto cachonda como una perra. Ya me pusiste cachonda el otro día, cuando me acariciaste el culo, sentí que se me derretían las piernas, si llegas a insistir me hubiera ido contigo a la cama. No sabes la de veces que me he acordado de ti. Si hoy no me hubiera metido en tu cama me habría vuelto loca. Eres un niño travieso que no respeta nada, te estás comiendo las tetas de tu hermana mayor. ¿ Te gustan?

  • Lo sabes muy bien. Me vuelven loco, son las tetas más bonitas del mundo, pero si se te hubieran caído me seguirían gustando. Ha habido momentos que he pensado seriamente en violarte, en saltar sobre ti y hacer contigo lo que yo quisiera. No lo he hecho por no ir contra mis principios.

  • No me mientas, no lo has hecho porque sabías que íbamos a acabar en la cama sin necesidad de ninguna violencia. Yo he sentido una tensión sexual durante toda la sesión.

  • Inma los hombres siempre tenemos la angustia de que en el último momento nos pueden decir que no.

  • No veías como te modelaba como una perra en celo. Más no te he podido provocar. Sigue comiéndome las tetas que me estás dando mucho gusto. Cuando te aburras de mis tetas quiero que te comas mi coño.

  • Yo de tus tetas no me voy aburrir nunca, dime tú cuando quieres que me baje a entre tus muslos.

Mientras me comía sus tetas mi mano recorrió su cuerpo, baje hasta acariciar el suave escudo de su vientre y de ahí pasé por su monte de Venus hasta alcanzar su rincón más intimo. Me lo encontré inundado. Mis dedos jugaron con sus labios, recorrí su entrada de arriba abajo y seguí hasta alcanzar su ano.

Inma me correspondió con sus gemidos y con sus palabras.

  • Nadie nunca me ha acariciado como tú lo haces.

  • La diferencia es que yo te amo y busco tu placer.

  • Cómeme Pablo, haz que me venga como solo tu sabes hacerlo.Tienes la facultad de ponerme hirviendo, anoche cuando volví a casa me tuve que tocar, pero cuando yo me  toco no consigo el placer que me da cuando me tocas tú.

Los recuerdos volvían a mi memoria, los momentos felices que habíamos comparecido y que ahora reaparecían.

Hice todo lo que pude para que mi hermana recibiera placer, puse mi lengua ancha para recorrer su sexo de arriba abajo, la puse en punta para acariciar su clítoris, penetré la entrada de su vagina y desde ahí bajé para dedicarle a su ano el mismo tratamiento. Inma poco a poco se fue incendiando, de los gemidos pasó a los chillidos en los que me decía lo que estaba sintiendo.

  • Me vas a hacer que me corra, me voy a correr, me voy a correr como la última vez en la que me diste tu lengua. Siento que no controlo mi cuerpo, me estás dando tanto placer que creo que me vas a matar. Sigue Pablo, sigue dándole placer a tu hermana. Dame también lengua en mi culito que eso me gusta y me excita mucho.

Y yo seguí, seguí explorando cada rincón de sus ingles mientras mis manos disfrutaban acariciando sus nalgas.

  • Me estoy corriendo, mi amor, me estoy corriendo pero sigue un poquito más que quiero que este orgasmo me dure, sigue, por dios, Pablo, sigue.

El último latigazo de placer le hizo levantar su culo hasta solo sostenerse sobre su espalda y sus pies y una vez encorvado su cuerpo, se desplomó sobre la cama. Sus nalgas estaban sudorosas lo mismo que el resto de su cuerpo.

  • Ahora te tendría que comer yo a ti, pero necesito un momento de descanso, me he corrido tan duro que no tengo fuerzas. Lo he deseado tanto tiempo que mi cuerpo no ha podido soportarlo.

Mientras me hablaba su pecho subía y bajaba como si acabara de correr una maratón.

Cuando se recuperó echó mano a mí verga.

  • Que gorda se te ha puesto, no sé si me va a caber en la boca, pero quepa o no me la voy a comer entera. Quiero que me llegues al estomago con ella. No me acordaba yo del tamaño de tu herramienta.

La escena era como para rodar una película. Mi hermana con una mano sujetaba mi polla mientras con la otra se acariciaba su coño y yo le tenía cogida cada teta con una mano viendo como Inma se tragaba mi verga hasta dar con su nariz en mi vientre.

Inma paró un momento su tarea para decirme:

  • Hoy quiero tragarme toda tu leche, hoy no te voy a pedir que me la eches en las tetas, hoy quiero disfrutar sintiendo que me llenas la boca con ella.

Y me corrí, vaya que si me corrí, sentí que de mi brotaba hasta la última gota de mis reservas, fueron cuatro o cinco disparos que me dejaron seco y feliz.

  • Que rica leche me has dado, no ha cambado de sabor, es deliciosa y me excita que me la des en mi boca.

  • Inma yo también necesito un tiempo para recuperarme.

En ese estado de felicidad total que solo se siente después de un orgasmo, con la cabeza de Inma apoyada en mi hombro le dije:

  • Cuántos recuerdos han venido a mi memoria y que gusto me has dado. He tenido un orgasmo muy fuerte. Y tú , ¿te has corrido rico?

  • Todavía tengo mi coño ardiendo, siento como si tuviera un pulso en él. Me has hecho correrme como una perra, si me llegas a dar más placer me hubieras matado, eres un asesino. Tan pronto como hayamos descansado quiero tenerlo todo de ti, quiero que follemos. Me he pasado años soñando que te estaba follando.

Las cartas estaban boca arriba, los miedos, las reservas que teníamos los dos habían desaparecido, volvimos a ser los adolescentes que cada noche se daban  placer y en nuestras mentes solo había un recuerdo, las dos semanas que nos pasamos follando como enfermos. Las dos semanas de nuestra completa felicidad.

Los dos sabíamos que lo que venía a continuación. Los dos sabíamos que íbamos a follar. Los dos lo deseábamos, era lo que más deseábamos en este mundo. Pero sabiendo lo que iba a pasar nos inundó una suerte de paz disfrutándolo antes de que pasara, como el niño que tiene una pastel y se recrea unos instantes contemplándolo antes de dar la primera dentellada.

Al cabo de un rato empecé a besar a mi hermana mientras le acariciaba las tetas. Cuando Inma pasó a darme besos en los que parecía quererme comer entero, supe que estaba a punto, rodé muy despacio por su cuerpo disfrutando del contacto de sus carnes y me coloqué entre sus muslos. La miré a la cara y vi el gesto de felicidad absoluta con que me miraba ella a mí. En ese cruce de miradas mi hermana hizo un sutil gesto, subió y bajo levemente la cabeza en señal afirmativa. Me estaba diciendo con esa señal: métemela ya.

Puse mi prepucio en la entrada de su vagina y como aquel día glorioso en el que ella me regaló su himen entre muy despacio, las paredes de su vagina me recibieron con suavidad y calor. Sentí que me abrazaban como queriendo disfrutar de un acoplamiento total.

Mi hermana todo lo tenia grande pero su vagina era de una estrechez desproporcionada con el resto de su cuerpo, aún así mi verga se deslizó sin ninguna dificultad hasta que mis ingles se juntaron con las suyas.

  • Pablo, ya me la has metido toda. Que gorda la siento, me tienes el coño lleno de tu carne, y estoy cachonda como una fragua. Sentirte dentro de mí es lo más rico que he sentido nunca. Fóllame, fóllate a tu hermana que no puede esperar más sin sentir que me atraviesas. Dame todo lo duro que quieras. Quiero que me folles como si yo fuera una desconocida que te acabas de ligar, no necesito ternura, necesito que me traspases con tu polla.

No tengo muy claro si estuvimos mucho o poco rato follando, lo que es seguro es que los deseos que habíamos mantenido durante casi veinte años afloraron y los dos disfrutamos en un encuentro que colmó nuestras expectativas. Mi hermana, tan explicita como siempre, me lo hizo saber.

  • Pablo, nadie  nunca me ha podido follar como tú me follabas, siento que el placer inunda cada célula de mi cuerpo, cada vez que entras en mi me das la vida, está siendo más rico de lo que yo recordaba. Te adoro Pablo. Quiero que me des tu leche.

Cuando le dije a Inma que me iba a venir ella me aseguró que tan pronto sintiera mi leche entrando en ella, se iba a correr conmigo.

  • Dame tu leche Pablo, lléname que lo estoy deseando y que tan pronto como la sienta me voy a venir contigo, dámelo todo mi amor, dámelo.

Yo me corrí y ella lo sintió.

  • Me la estás dando, siento tus descargas, me estás llenando mi útero. Qué rico sentir que me la das. Yo también me estoy corriendo muy duro, me corro mi amor, me corro. Correrme contigo es mejor de como yo lo recordaba.

Una vez había terminado mi descarga me dejé caer sobre las carnes de mi hermana, carnes firmes y a la vez mullidas que me recibieron con cariño. Volví a vivir el placer que me daba estar echado sobre Inma.  Me hubiera quedado a vivir sobre ella si hubiera sido posible.

Inma era una extraña mezcla, a veces institutriz mandona e inflexible y otras niña necesitada de que la mandaran. En esta ocasión apareció a primera.

  • Esta noche me quedo a dormir contigo. Y no admito un no.

No entraba en mis planes negarle nada, así que me quedé callado. Como hacía un bonito anochecer, le propuse ir a cenar a una de las múltiples tascas de los alrededores de mi estudio. Nos vestimos y salimos a la calle.

Yo me había pasado el día disfrutando de la presencia de Inma frente a mi, valorando cada una de sus curvas, gozando en su contemplación, lo que no podía yo imaginar era el efecto devastador que mi hermana provocaba en los hombres cuando paseábamos por la calle una calurosa noche de verano.

La falda corta de tejido vaquero que dejaba sus muslos al aire produjo en los hombres con los que nos cruzábamos una reacción parecida, desde una distancia mediana yo les veía abrir la boca y mantenerla abierta hasta que se cruzaban con nosotros. Los más osados al estar cerca subían la vista para tener noticia del resto de la anatomía, estoy seguro de que si Inma no hubiera tenido cabeza no se habrían dado cuenta hasta ese momento.

Por si fuera poco la ración de muslos que ofrecía a sus admiradores, mi hermana llevaba entreabierta la camisa lo que dejaba ver un canalillo que producía vértigo por su profundidad.

A todo esto Inma iba colgada de mi brazo por lo que también pude ver miradas de odio dirigidas a mi humilde persona. Sus ojos venían a decirme: Qué tienes tú, hijo de puta, para que esta mujer vaya contigo.

Gozando de la situación le pedí a mi hermana que me hiciera el favor de caminar unos pasos delante de mí. Me hizo caso y entonces comprobé que siguiéndonos iban un tropel de hombres, supuse, y es solo una suposición, que después de verle los muslos no pudieron resistir la tentación de averiguar cómo era vista por detrás. A mi juicio, si gloriosa era la visión frontal, el ver cómo al caminar se le movían las nalgas era, sin ninguna duda, un mejor punto de vista. Sus tremendos muslos y los taconazos completaban la visión. Un espectáculo celestial.

Se lo dije:

  • Siempre que vas por la calle vas causando estos estragos entre los hombres.

  • Y porque voy contigo si no me habrían dicho ya todo clase de barbaridades. No sé por qué se ponen así. Me dicen que me quieren follar, que cuanto cobro, que qué puta soy. Unos bestias que aguanto a diario.

  • Si fueras un hombre entenderías el efecto que produces en los hombres, lo de que te insulten es pura frustración, saben que estas fuera de su alcance.

Como todavía era temprano para cenar, de camino a Casa Joaquin, nos sentamos en una terraza a tomar un vinito. Creía yo que el movimiento telúrico que mi hermana producía moviendo sus carnes por las calles iba a remitir. Me equivoqué.

La legión de hombres que paseaban por delante de la terraza, muchos de ellos acompañados por sus parejas, me recordaron cuando un batallón de soldados desfilan y al pasar frente a la bandera, todos al unísono vuelven la cabeza y sin dejar de mirar al costado recorren una docena de pasos.

Me levanté para ir al baño y a mi vuelta vi la causa de tanto alboroto. Mi hermana tenía las piernas cruzadas con la mayor despreocupación.  Al fin y al cabo ella estaba acostumbrada a sus muslos y le debían parecer de lo más normal.

La falda corta, las piernas cruzadas, la pierna que estaba sobre la otra dejando a la vista la desnudez y la rotundidad de su muslo eran un espectáculo hipnótico. Yo mismo que la había estado viendo toda la tarde me quedé un momento enganchado.

Acabamos el vinito y nos fuimos al restaurante. Por el camino mi hermana se colgó de mi brazo.

  • Ves por lo te que digo,  voy a triunfar como curvy, le encanto a los hombres. Bueno más que gustarles se vuelven locos de ganas de follarme. Estas carnes que en tiempo me hicieron mucho de sufrir ahora son un motivo de orgullo.

Mientras hablaba había apoyado su teta contra mi brazo. Sentí la firmeza de su carne y pensé por un momento si no me habría mentido y tanta dureza no sería producto del bisturí. ( Inma siempre me había adivinado el pensamiento)

  • Estás pensando otra vez si mis tetas son operadas, ya te he dicho que no. No lo has notado cuando te las estabas comiendo.

  • Hermanita yo en ese momento estoy en éxtasis, no me pidas que analice nada y por favor deja de leerme el pensamiento.

La comida fue rica pero rápida, Inma me lo dejó claro.

  • He venido a cenar por no decirte que no, pero yo hubiera seguido metida en la cama contigo. Estoy deseando que nos vayamos. Por cierto, he traído para fotografiar camisones muy picaros, quieres que duerma con uno o prefieres que durmamos desnudos.

Sin esperar mi respuesta siguió hablándome:

  • Has visto la reacción que produzco en los hombres, todos me miran con ojos de te voy a follar, pedazo de puta. No sabes lo que me han hecho sufrir esas miradas. Por eso he tenido muy  pocas buenas experiencias con hombres, no me fio de ninguno, hasta los que parecían más sinceros me mentían. Contigo estoy en la gloria, tú eres mío y yo tuya, tú me puedes mirar como quieras porque yo sé cuales son tus sentimientos. El que me mires con deseo no me incomoda, es más, viendo como me miras me pongo cachonda. Tengo ahora mismo un volcán entre mis muslos. Aquí tienes tu premio por mirarme como me miras.

Sentada frente a mi no tuvo más que separar levemente sus muslos para dejarme ver que, como me había dicho que era su costumbre, iba sin bragas.

  • Esto es lo que te vas a comer en cuanto volvamos a casa. Mira ( y se pasó un dedo a lo largo que a continuación se metió en la boca) está mojadito. Me tienes muy cachonda. Estoy ardiendo. Esta noche quiero ponerme a cuatro patas y que me cojas desde detrás. Quiero ofrecerte mi culo en pompa, para que lo disfrutes.

Al traernos la cuenta la casa nos invitó a un chupito que acabó con las pocas reservas que nos quedaban.

Volvimos a casa con la prisa que produce el deseo, si bien es verdad que en varias ocasiones mi hermana me hizo pararme para besarnos. Inma que creo que sabía cuanto hacía falta saber, al abrazarnos, adelantaba sus ingles hasta tenerlas en contacto con las mías. Yo a cada parada aprovechaba para bajar mis manos hasta sostener sus nalgas, poco me importaba si alguno se nos quedaba mirando.

  • Hermanito, te estás poniendo palote. Estás como yo, aunque tú no lo digas.

Entramos en casa, y como para llegar al dormitorio hay que pasar por el estudio, Inma no perdió un segundo, primero su camisa y a continuación su falda quedaron tiradas en el suelo según cerré la puerta de la calle. Eso sí, se dejó los tacones, cosa que agradecí.

  • Esta vez quiero que me folles como si me quisieras mucho, que sé que me quieres mucho, pero además quiero sentirlo, necesito cariño y ternura. Como me follastes las dos semanas últimas. He recordado esas semanas cada día durante años.

  • Yo también estoy loco por revivir aquellas semanas que tanto ha marcado mi vida.

Empezamos, sin necesidad de ponernos de acuerdo, por los besos. En aquel momento no me daba cuenta pero con el tiempo supe que los besos de mi hermana eran como polvos para mí. Sentir su lengua jugueteando con la mía era algo que me llevaba al paraíso. Podía pasar horas besándola.

Caliente como yo venía los besos sirvieron para mantener mi temperatura. Antes de que yo me dirigiera a disfrutar de otros territorios, Inma, mientras nos besábamos bajó su mano y me cogió la polla. Se agarró a ella como un naufrago que encuentra un tablón flotando.

  • No sabes cuanto he echado yo de menos lo que tengo en la mano. Ha pasado mucho tiempo y los dos hemos tenido otras experiencias, yo no te voy a preguntar por las tuyas, pero si te diré que durante una época yo estuve desatada, cada vez que sentía que un hombre me tenía cariño, me lo follaba, era como la Lolita de Nabokov, y tu sabes que los hombres con tal de llevarse a una mujer a la cama son capaces de fingir cualquier cosa. A mí me costó aprenderlo, pero en aquella época follé mucho. Nunca ningún hombre me hizo sentir lo que había sentido contigo. Lo he estado echando de menos desde que nos separaron. Estoy feliz Pablo, feliz de volver a tener lo que tanto me faltaba y ahora nadie nos puede impedir estar juntos.

Me abandoné, la dejé que hiciera lo que quisiera, oírla decir las cosas que me estaba diciendo me hacía feliz.

Me estuvo acariciando un rato, me cogió los huevos y los estuvo sopesando un rato, llevó su mano a mi prepucio y lo acarició para volver a coger mi polla por el tallo.

  • Inma, estoy loco por metértela, me tienes ardiendo.

  • No tengas prisa, mi amor, disfruta de lo que estamos haciendo, no te preocupes porque los dos sabemos que esto es solo el prólogo. Vamos a acabar follando como dos enfermos porque es lo que estamos deseando desde que nos separaron. Acaríciame el chichi, Pablo.

Sus palabras me llevaron a veinte años atrás, cuando Inma no sabía ni como nombrar lo que tenía entre sus muslos. Una oleada de verriondez me sacudió, me vi con 17 años disfrutando de mi hermana de 19 y no pude esperar más.

Me puse entre sus muslos y de una puñalada certera se la clavé hasta el fondo.

  • Lo sabía, sabía que en cuanto te nombrara mi chichi no te ibas a poder esperar. Siento que me la has clavado hasta adentro. Me tienes atravesada y en la gloria. Fóllate a tu mujer, hermano, fóllatela como si el tiempo no hubiera pasado. Hazme sentirme la mujer más feliz del mundo y sobre todo, dime que nunca más vamos a separarnos.

  • Quiero estar toda mi vida disfrutando de ti, contigo. Nunca más vamos a separarnos.

Según las decía recordé que esas mismas palabras se las había dicho a mi madre. Me consoló pensar que las dos veces decía la verdad.

Ha pasado el tiempo y ese segundo polvo, el que echamos al volver de cenar ha quedado registrado en mi memoria, fue el polvo que hizo desaparecer los años de espera, el polvo que nos rejuveneció a los dos, el polvo que nos convirtió en dos adolescentes enamorados por los que no habían pasado los años.

  • Pablo, estoy muy arriba, me tienes muy caliente y necesito sentir que te corres en mi, necesito tu leche, mi amor, necesito sentir que te desocupas en mi. Córrete, mi vida, córrete que yo estoy a punto de venirme. No te puedo esperar, me estoy corriendo, me estoy corriendo muy rico.

No sé si antes o después lo cierto es que me corrí, sentí que la vida se me iba mientras le daba a mi hermana todo lo que había guardado durante años y que solo a ella podía dar.

Nos quedamos los dos como si hubiéramos corrido una maratón. Exhaustos, muertos y felices.

Esa noche dormí recostado en el cuerpo de mi hermana, un perfecto almohadón de carne me apoyara en donde me apoyara, su carne me recibía mullida, amorosa y receptiva. El tiempo me confirmó que dormir apoyado en el cuerpo de Inma era un placer del que no querría prescindir el resto de mi vida.

CONTINUARÁ.