Mi hermana Emma y el atrevido de Jorge

Sobre como traté de ayudar a un apasionado pretendiente de mi hermana a lograr lo que él quería. Pero nada salió como estaba planeado.

Como casi todas las historias que valen la pena recordar en esta vida, esta también tiene que ver con una mujer. Y por cierto, una mujer muy especial.

Todo empezó cuando un vecino y compañero de escuela llamado Jorge se acercó a mí porque estaba interesado en mi hermana mayor Emma.

En realidad Emma no era mi hermana de sangre, sino que era hija del segundo esposo de mi mamá, y me llevaba un poco más de 2 años de edad. Crecí junto a ella desde que yo tenía 4 años de edad, cuando nuestros respectivos padres decidieron empezar a vivir juntos. Mi mamá estaba divorciada, y mi padrastro, en aquel entonces era viudo. Así que no recuerdo mi vida antes de tener a mi lado a mi hermana Emma.

De niño, siempre me llevé bien con Emma. Como buenos hermanos, a veces nos peleábamos, pero la mayor parte del tiempo jugábamos mucho. Pero al crecer empezamos a tener algunas pequeñas diferencias. Sobre todo, porque nació entre nosotros una clara rivalidad por la atención de nuestros padres.

A pesar de eso, nos queríamos mucho, y nos contábamos frecuentemente nuestros más interesantes secretos e inquietudes sobre el mundo que estábamos poco a poco descubriendo, y más o menos al mismo tiempo.

Ya de adolecente, ella se volvió una muchacha muy guapa y atractiva, y tenía muchos pretendientes que la merodeaban, y a los cuales ella invariablemente rechazaba. Yo en cambio, era un joven muy tímido y poco popular en la escuela. Y cada vez que yo era rechazado en alguno de mis intentos por acercarme a la chica que me gustaba, Emma se burlaba de mí, y me decía que esa era la inevitable suerte de los feos como yo.

A mi me daba mucho coraje sus constantes burlas. La verdad es que se estaba convirtiendo poco a poco en una persona orgullosa y antipática. Y además me daba algo de envidia lo afortunada que era ella por ser tan aceptada y querida por todos. Y ahora que ella acababa de llegar a sus 19 años de edad, hasta el popular y cotizado Jorge se había unido recientemente a la lista de sus fervientes pretendientes.

Jorge era un año mayor que Emma. No era de mi círculo cercano de amigos. Es más, antes de su repentino interés por mi hermana, apenas y me hablaba. Era el clásico joven que era malo para los estudios, porque incluso ya había repetido varios cursos. Pero que tenía muchos amigos y amigas, andaba siempre en motocicleta, y tenía la fama de haber tenido varias novias ya.

Yo me enteré que algunas vecinas y compañeras de la escuela deseaban andar con él. Nunca entendí bien que le veían, no era feo, y por ser un poco mayor de edad, ya estaba bien desarrollado físicamente, pero era un bueno para nada.

Jorge me empezó a preguntar mucho sobre mi hermana. Primero cosas sin importancia, pero luego me empecé a dar cuenta del tipo de interés que él tenía, cuando se atrevió a preguntar si ella tenía novio. Yo le dije que no, y entonces él siguió preguntando.

-Oye, ¿Crees que tu hermana podría estar interesada en mí?- Él comentó esto último, sorprendentemente, sin nada de pena.

-No lo sé Jorge. ¿Por qué no le preguntas tú mismo?- Respondí tratando de no involucrarme.

-Lo voy a hacer, pero primero ¿Me podrías hacer un favor?

-¿De qué se trata?

-¿Puedes hablarle sobre mi y luego platicarme que te dijo?

-De acuerdo Jorge. Lo intentaré, pero no te prometo nada.

Era obvio que Jorge quería sondear el terreno antes de intervenir. Así que como buen hermano, le platiqué de inmediato a Emma en cuanto pude. Y entonces ella reaccionó de una manera que yo no me esperaba.

Mi querida hermana, al igual que otras chicas de la escuela, mostró mucho interés por el tal Jorge, confesándome que lo encontraba muy atractivo, pero que ella no aceptaría nunca ser su novia, porque no quería quemarse entre sus amigas por andar con un muchacho como él.

Yo me sorprendí mucho que mi bella e inteligente hermana se viera fuertemente atraída por un vago como Jorge. Me quedé pensando que yo no había podido tener aún ni una sola novia, mientras que ese mugroso Jorge ya había tenido muchas. Y ahora para colmo, hasta mi hermana mayor se moría de ganas por andar con él.

Ya sabiendo la opinión de Emma, le fui a contar a Jorge lo que ella me había respondido tal y como yo había quedado en hacerlo. Él entonces me comentó lo siguiente:

-Wow, me da mucho gusto saber que yo le gusto. Es que tu hermana se ha convertido con el paso de los años en una mujer muy hermosa. La verdad es que está muy, pero muy buena. Te felicito por tener una hermana tan atractiva como ella.

-Gracias- Respondí yo por compromiso.

-Y te soy honesto, no me importa que no quiera ser mi novia.

-¿Ah no?- Pregunté con sorpresa.

-Lo que realmente me interesa de ella es poder…- Y dudó un instante en terminar la frase. -besarla, aunque sea una sola vez. ¿Eso te molestaría a ti?

La verdad es que sus palabras me molestaron un poco. Sobre todo porque yo sabía que no había querido decir “besarla”. Estaba hablando de mi hermana de forma bastante atrevida. Pero al mismo tiempo, me pareció que estaba intentando ser honesto conmigo, y era mejor no cortar el diálogo con un sujeto como Jorge, era mejor saber que pensaba para poder prevenir a mi querida hermana.

-No me molesta, eso es asunto de mi hermana, ella es mayor que yo, y ella sabrá con quién se mete y con quién no- Respondí tratando de mostrar tranquilidad en mis palabras.

-Que bueno, porque me gustaría pedirte que me ayudes con algo.- agregó con delicadeza.

Yo cada vez estaba más impresionado con la desfachatez y la enorme confianza de mi amigo. Yo en aquel entonces era un adolecente virgen, y se veía que Jorge tenía más experiencia que yo. Y parecía que su fama era cierta, así que pensé que era importante saber que planeaba para mantener al tanto a Emma.

-¿Y cómo puedo ayudarte?

-Pues primero hablale bien de mi, y dile que estoy buscando un acercamiento discreto con ella. Podría ser en secreto y sin que nadie se entere. Y luego me platicas lo que dijo.

No sé si debí hacerle caso, pero cuando regresé a mi casa y pude ver a mi hermana nuevamente, empecé a verla con otros ojos. Jorge tenía razón, Emma tenía ya un llamativo cuerpo de mujer completamente desarrollado. Sus pechos habían crecido lo suficiente para destacarse con facilidad, y su respingado trasero se había acentuado con la adolescencia. En definitiva, su jovial figura ya mostraba en ese momento, suaves y apetitosas curvas por todos sus ángulos. Ya no era la niña tierna con la que yo jugaba bajo las sábanas de una casita improvisada, o subidos en el árbol que teníamos en el patio de atrás.

-Emma ¿Sabes lo que me dijo Jorge?- Le comenté.

-¿Lo viste hoy? ¿Qué dijo? cuéntame por favor - Preguntó interesada.

-Pues que no le importa que no quieras ser su novia, que le gustabas mucho y que lo realmente desea es hacer… eso contigo.- Lo dije tan delicadamente como pude, pero había que decirle la verdad.

-¡Qué! ¿Quiere tener sexo conmigo?- Y se puso totalmente roja -Qué poco romántico… y atrevido al mismo tiempo- Me pareció que pasó rápidamente de enojada y sorprendida, entusiasmada y excitada -¿Tu que piensas? ¿Crees que debería aceptar?

Yo también empecé a sentir emoción al ver la inesperada reacción de mi hermana mayor, al parecer ella estaba considerándolo seriamente. ¿Qué le estaba pasando a Emma? Pensé.

-¿Por qué me preguntas a mí sobre eso?- Pregunté consternado.

-Porque eres a la persona a la que más confianza le tengo, y la que más me conoce en ese aspecto.

-¿Tu realmente quieres hacerlo con Jorge?- Indagué interesado.

Se puso más colorada con mi pregunta y se quedó pensando un rato. Yo pensé que no me iba a responder, pero lo hizo.

-No estoy segura como responderte.- Dijo tranquila -Si me preguntas si deseo a Jorge, la respuesta es sí, lo deseo, y mucho. Se me hace un joven muy atractivo, musculoso y varonil. Y creo que yo ya estoy lista para dejar de ser virgen. En algún momento tiene que pasar.- Hizo una pequeña pausa y luego continuó en un tono más serio. -Pero por otro lado, me da algo de miedo Jorge. No quiero terminar siendo una más de sus conquistas. Creo que me quemaría en la escuela y por todos lados si yo lo acepto.

Quizás yo no había notado antes a la hermosa mujer en que se había convertido Emma, porque la vi transformarse poco a poco desde que era una niña, y porque la veía de forma natural como mi hermana mayor. Pero para ese entonces, ella ya parecía tener un cuerpo bien desarrollado y con un nivel hormonal a tope, que era obvio que le estaba pidiendo como consecuencia, otro tipo de experiencias propias de su edad.

Y aunque yo era más joven que ella, con esas platicas empecé a notar extrañado que yo también la veía atractiva. Conforme continuó nuestra plática, pude sentir una dura e inusitada erección que empezaba a surgir de entre mis piernas sin que yo pudiera evitarlo. Al fin y al cabo, la conversación me estaba orillando a imaginar, sin querer, a mi propia hermana desnuda y perdiendo su virginidad en manos del tal Jorge.

-Si, creo que te volverías uno más de sus trofeos- Sentencié.

-Tienes razón, y no creo que deba permitírselo- Concluyó resignada haciendo gala de madurez y prudencia.

Yo ya no agregué mucho a la discusión, porque ya estaba más interesado en terminar la plática y escabullirme de ahí, sin que ella notara mi sorpresiva e incorrecta erección que no había podido aminorar.

Recuerdo que esa noche, ya en la cama, estuve recordando cada palabra que dijo, y me sentí bastante culpable por la erección que yo había tenido. Se trataba de mi hermana, y no era correcto que yo reaccionara de esa forma tan instintiva con ella. Sin embargo amanecí recordando sus palabras, y con una nueva y potente erección. Traté de pensar en otra cosa y olvidar el asunto. Pensé que debía aprender a controlarme y alejar esos indebidos pensamientos lujuriosos de mi cabeza.

Pasaron unos días antes de atreverme a darle mala noticia a Jorge sobre la negativa de Emma.

-Hola Jorge, ¿cómo estás?- Lo saludé amablemente.

-Bien amigo, ¿hablaste con tu hermana sobre mi propuesta?

-Así es, pero lamento decirte que ella no aceptó.

-Pero, ¿se molestó?- Preguntó con interés.

-No, no se molestó, pero no está dispuesta a acceder.

-Esas son buenas noticias.- Dijo con alegría.

-¿En serio? ¿Por qué te parecen buenas noticias?- Pregunté incrédulo.

-Porque no se enojó, yo ya me esperaba que ella no aceptaría a la primera. Pero si no se ofendió, significa que por lo menos lo consideró. Quizás solo tenga miedo. ¿Ella es virgen?

Debo confesar que me sorprendió que Jorge tuviera razón en todo, tal vez por eso, le di más información.

-Si, Emma aun es virgen.- Confesé

-Increible, con lo buena que ella está. No ha de faltar quien quiera remediar esa lamentable y triste situación, ¿verdad?- Comentó de forma burlona.

-Supongo que sí Jorge- Traté de conservar la calma ante su impertinente e irrespetuoso comentario.

-Tengo que preguntarte algo. ¿Te atreverías a darle a tu hermana unas pastillas cuando no hay nadie más en la casa, para que yo pueda acercarme a ella sin que se enoje?

-¿Pastillas para qué?- Pregunté sorprendido.

-Pastillas para que se relaje o duerma. Dependiendo de la dosis. Son muy seguras- Habló con seguridad y experiencia.

Jorge ya había llegado demasiado lejos con esta última solicitud. Por supuesto que yo no estaba considerado bajo ninguna circunstancia drogar o dormir a mi querida hermana. Pero recordé justo en ese momento, que ella tenía un fuerte y verdadero interés en perder su virginidad con este tipejo, así que le seguí el juego un poco más, para poder compartir todos los detalles conseguidos con Emma.

Aunque reconozco que me costó mucho trabajo seguir hablando con este patán sin mostrar mi indignación por su increible solicitud.

-¿Y si se despierta a la mitad?- pregunté intrigado.

-No se va a despertar, pero si lo hace, no le va a importar por el mismo efecto de las pastillas. Te prometo tratarla con mucha delicadeza para que al día siguiente se despierte satisfecha y sin ninguna queja.

-No lo sé Jorge, tengo que pensarlo, no es cualquier cosa lo que me estás pidiendo.

-Claro, piensalo, yo mientras conseguiré las pastillas, una venda y algo suave para amarrarla sin lastimarla. Solo por si las dudas, y que de esa forma estés más tranquilo. Tu mismo la podrás amarrar ¿Te parece?

Dejé a Jorge entusiasmado con una falsa esperanza por no haber rechazado del todo su loca idea, y regresé de inmediato a casa a contarle todo a mi hermana.

-Emma, Jorge quiere que te duerma con unas pastillas, te vende y te amarre para poder acercarse a ti.

-¿En serio? Que tipo tan más abusivo y ventajoso.- Se escuchaba molesta -¿Y qué le dijiste tú?

-Que lo iba a pensar.

-¿Por qué le dijiste eso? ¿Pensabas dormirme sin que yo me enterara?- preguntó sorprendida y un poco alterada.

-Claro que no. Tu sabes que yo nunca te haría eso a ti. Le dije que lo iba a pensar porque sé que te gusta mucho Jorge, y quería saber tu opinión sobre su plan- Contesté tratando de calmarla.

-¿Mi opinión? Pues me parece que está loco y aunque sí está muy guapo y bueno, yo no quiero que nadie se me trepe y me use mientras yo estoy dormida y amarrada.

Ella estaba ya un poco alterada y sus mejillas estaban rojas de coraje. Entonces se me ocurrió una idea para calmarla o por lo menos bajar un poco su enojo.

-¿Y si no estuvieras realmente dormida y solo lo fingieras? ¿Habría una diferencia en ese otro escenario?

Ella puso cara de sorpresa al escuchar mis palabras, luego se quedó pensando unos segundos con la mirada perdida mientras yo revisaba con discreción la ropa que llevaba puesta, y lo bien que le quedaba.

-¿Entonces propones que yo finja caer en su trampa, pero que en realidad, que yo le ponga la trampa a él, haciéndole creer que estoy dormida?- Preguntó ella con seriedad y ya un poco más calmada.

-Correcto, ¿No se te antojaba perder la virginidad con él? Pues de esta forma todavía puedes lograrlo sin que tengas que confesarle que se lo has permitido voluntariamente. Además, él tendría que guardar silencio y no podría presumir con nadie lo que hizo contigo. Y de esa manera, nadie podría criticarte o juzgarte por lo que, aparentemente, tú nunca permitiste, pero en realidad si disfrutaste.

Emma se volvió a quedar pensativa un rato. Y al ver que ella aparentemente estaba considerando seriamente la loca idea, mi pene se empezó a poner duro nuevamente. Y más cuando dije las siguientes palabras sin pensarlo mucho:

-Sería como hacer una prueba de manejo gratis y sin tener que comprar el automóvil. Además, yo creo que él estaría encantado de caer en tu irresistible trampa.- Lo dije con algo de celos o envidia por ser Jorge el afortunado elegido por mi hermana.

Entonces ella se me quedó viendo profundamente mientras analizaba mis palabras y las posibles consecuencias de seguir adelante con ese peligroso plan. Me quedé helado al sentir el peso de su mirada sobre mí. Emma también me estaba analizando a mí con sus hermosos ojos claros, y yo temí que ella notara mi imprudente e involuntaria erección.

Luego me preguntó.

-¿Y tú dónde estarías mientras tanto?

-Yo estaría cerca de la entrada de la casa, vigilando para advertir si alguna persona se intenta acercar a la casa. Es decir, evitaría que fueran molestados o le avisará a Jorge si tiene que salir de ahí en el caso de que no pueda evitar una improbable e inesperada visita.

-Mientras tanto yo estaría amarrada e indefensa. ¿Qué pasa si él me lastima?

-Si yo escuchara un grito tuyo, iría a tu defensa de inmediato, yo no dejaría que nada malo te pasara. Y Jorge sabría que yo estoy ahí cerca protegiéndote, no creo que él intentara hacer una tontería.

-Nunca he tenido sexo antes con nadie, así que no sé como reaccionaría yo ¿Y qué pasaría si no pudiera evitar moverme y seguir fingiendo que estoy dormida?

-Yo creo que no pasaría nada, pienso que sería normal que, aun con pastillas, tu cuerpo tenga ciertas reacciones y movimientos debido al placer que estarías sintiendo. Mientras no hables o hagas movimientos muy fuertes, Jorge se lo va a creer. Además, yo creo que él no se detendría porque de cualquier manera estarías amarrada y vendada.

-¿Tu que sabes de esto? Si tu no tienes experiencia, y con lo feo que estás, va a pasar mucho tiempo antes de que alguien acepte estar contigo.- Dijo ella en tono de burla.

-He leído más libros que tú sobre el asunto.- Respondí algo molesto por su burla.

-Supongo que en esa “prueba de manejo” que tu mencionas, él sería el conductor, y yo solo el automóvil que reaccionaría a su voluntad. ¿No?

-O la motocicleta- Agregué para mejorar la interesante metáfora.

-Cierto, y sé que él es experto montando motocicletas. Jajaja

Después de unos segundos más de reflexión por parte de ella, finalmente concluyó lo siguiente:

-Bueno, debo reconocer que el plan suena muy interesante y que es posible llevarlo a cabo gracias a tu ayuda. Nunca lo consideraría si yo no contara con tu ayuda. Pero aun así debo pensarlo mejor antes de decidir si dejo que Jorge tenga su prueba de manejo gratis y sin compromiso conmigo.

-Claro, piensalo bien, es importante que estés convencida de realmente querer hacerlo. Para que luego no te sientas mal.

A partir del siguiente día, y mientras esperaba su respuesta, ya no pude evitar poner mucha atención en los pequeños y agradables detalles del cuerpo de mi hermana. Que por cierto, ella lucía sin mucho pudor y con despreocupación dentro de la casa. El pequeño y suave short con el que a veces dormía, dejaba ver en ciertas posturas o movimientos, interesantes porciones de su ropa interior. Y algunas de las playeras que ella usaba al despertar y antes de bañarse, llegaban a insinuar la puntiaguda existencia de un par de intereses pezones bajo su tela.

Yo me sentía mal por tener esa novedosa y creciente atracción por mi propia hermana, trataba de controlarme, pero no podía sacármela de mi cabeza. Yo, que había crecido junto a ella abrazándola y dándole fraternales besos sin sentir nada más que amor y cariño por ella, ya no podía dejar de imaginar y preguntarme cómo sería ver su curvilíneo cuerpo de mujer al desnudo.

En las siguientes noches me vi tentado en masturbarme pensando en ella, pero no lo hacía porque no quería acrecentar mi deseo carnal por ella. Así que yo me quedaba despierto tarde sin poder dormir, hasta que poco a poco se me bajaba la erección que yo trataba de ignorar con mucho sacrificio y fuerza voluntad.

Jorge me preguntaba todos los días al respecto, y yo solo le decía que tuviera paciencia, que no me había decidido aún, pero que lo seguía pensando.

Pasaron más de dos semanas hasta que mi hermana finalmente volvió a tocar el tema conmigo. Ya para ese entonces yo pensaba que ella ya había olvidado el asunto.

-Ya lo pensé bien- Dijo ella con una gran sonrisa en su rostro.

-¿Qué decidiste?- Pregunté yo disimulando mi gran interés por su respuesta.

-Hagámoslo hoy mismo, después de la escuela y antes de que lleguen nuestros padres. Lo deseo y estoy lista para esto- Dijo con gran firmeza y confianza.

Admito que me emocionó mucho saber que ella estaba dispuesta a participar en este peligroso juego con Jorge y dejar que él le hiciera lo que quisiera con tal de disfrutar de una primera y emocionante experiencia sexual. Pero al mismo tiempo me daba un poco de coraje, que un tipo como Jorge fuera a salir ganando tanto de todo esto.

-Excelente, ¿Dices que estás lista? ¿A qué te refieres?- pregunté curioso y algo excitado.

-A que ya tengo las pastillas de un día después para evitar quedar embarazada, y que ya me rasuré allá abajo para estar presentable para Jorge. No quiero que alguien tan guapo se lleve una mala impresión mía- Respondió entusiasmada como una niña que está apunto de cometer una travesura épica.

-De acuerdo, yo le aviso a Jorge hoy para que esté preparado.

Parece que Emma ya había pensado en todas las posibles consecuencias. Ahora había que decírselo al afortunado de Jorge. Y así lo hice en cuanto mo vi:

-Hola Jorge, ya llegué a una decisión sobre lo que me pediste el otro día.

-¿Ah sí? ¿Qué decidiste?- Preguntó interesado.

-¿Tienes las pastillas y lo demás?

-Claro, pero las tengo en casa.

-De acuerdo Jorge, voy a ayudarte con mi hermana si me prometes ser muy delicado con ella. Y yo mismo la amarraré y la vendaré antes de que tu entres en la casa.

-Por supuesto que lo seré. Te lo prometo. Ella va a quedar muy satisfecha. Muchas gracias por darme esta increíble oportunidad. Tu hermana es maravillosa. He estado con otras mujeres antes, pero tu hermana es más bonita y está más sabrosa que todas las anteriores. Comentó muy emocionado y agradecido.

-De acuerdo, nos vemos fuera de mi casa después de la última clase, no llegues tarde, y lleva todo lo necesario.

-Ahí estaré sin falta.

El se veía muy contento y no era para menos. Porque Jorge tenía razón, mi hermana era una de las estudiantes más bonitas y atractivas de toda la escuela. Empecé a sentir una fuerte envidia por Jorge, yo seguía pensando que él no se merecía el favor que Emma le estaba secretamente concediendo.

Me quedé pensando en lo que dijo Emma sobre que se había rasurado allá abajo. Yo me moría de ganas por verla desnuda y descubrir cómo le había quedado su corte íntimo. Quizás después de dejar pasar a Jorge, yo podría ser capaz de echar un ojo desde afuera del cuarto, nomás para saciar mi curiosidad sobre la anatomía de mi hermana. Jorge le iba a quitar la virginidad, ¿por qué yo no podía ser un humilde espectador? Esos pensamientos me torturaron el resto del día mientras esperaba que las clases terminaran.

Regresando de la escuela, Emma y yo llegamos primero, ella entró nerviosa en la casa y yo me quedé afuera a esperar a Jorge, poco tiempo después apareció él con una bolsa negra de plástico. Me dijo que la soga, las vendas y las pastillas estaban en su interior.

Recuerdo haberme sentido mal por estar ayudando a ese vago a ponerle las manos en mi querida Emma, y traté de justificar mis acciones en el hecho de que mi hermana iba a estar feliz con el resultado de todo esto.

Le comenté que me esperara afuera vigilando que nadie entrara en la casa, mientras que yo encontraba el momento y la forma para darle las pastillas. Que cuando todo estuviera listo, yo le avisaría. El aceptó de inmediato, y yo entré a la casa con la bolsa negra en la mano.

Serví refresco en un par de vasos y subí a la planta alta. Ahí me encontré a mi nerviosa hermana que ya se había puesto más cómoda, cambiándose la ropa que traía de la escuela por una que ella creía más adecuada para la ocasión.

Por cierto, qué bonita se veía con esa falda corta y esa blusa cruzada de tirantes, de esas que son fáciles de abrir y que ya vienen con un par de copas rígidas incluidas, y que por lo tanto no hace falta traer brasier debajo. Recuerdo haber pensado que ella había sabido elegir ropa práctica y bonita.

También noté que se retocó el maquillaje y se peinó mejor, ella estaba actuando como una novia en su noche de luna de miel.

-¿Ya está afuera?- Preguntó la novia por el supuesto novio.

-Si, él está esperando a que yo te pueda dar las pastillas.

Entonces ella se asomó por la ventana para ver a Jorge.

-Oh si, ya lo vi. Se ve muy guapo el día de hoy. ¿Y esos vasos? ¿Uno tiene las pastillas en polvo?

-Supuestamente, pero realmente no tienen nada.

Y con calma nos tomamos ambos nuestros refrescos para hacer algo de tiempo. Luego le dije.

-¿Ya estás lista para que te ate a la cama?

-Si, pero estoy un poco nerviosa.

-Tranquila, respira hondo y trata de disfrutarlo. Al fin y al cabo, esta va a ser tu primera vez.

-Cierto ¿Y cómo me veo querido hermano?

-Te ves preciosa Emma- Respondí como padre orgulloso entregando a su hija en el altar de una iglesia. Pero en realidad estaba siendo también honesto como hombre viril, sí se veía espectacular esa tarde mi bella hermana.

-Adelante pues- Dijo con resolución.

-¿Y yo como me veo?- Bromeé un poco para relajarla.

-¿Tú? Tan feo como siempre hermano, pero con suerte algún día aparecerá alguna mujer a la que no le importe eso.- Y se rió como de costumbre cada vez que se burlaba de mí.

Ya menos estresada después de reírse de mí, se acostó en su propia cama cuidando que su ropa quedara bien acomodada. Yo me acerqué a ella y le puse con suavidad la venda en sus ojos, ajustando su tamaño para que no pudiera ver, pero que al mismo tiempo no le lastimara. Preferí ponerle la venda primero porque ya estaba sintiendo que mi erección estaba regresando a hacerse presente y no quería que ella lo notara.

Ya vendada, pude verla con menos discreción, y pude notar que su corta falda le cubría sólo la parte superior de sus carnosos y blancos muslos.

Debo confesar que en cuanto yo me sentí no vigilado por ella, gracias a la venda, me agaché de inmediato un poco, tratando de observar algo bajo su falda, pero como ella tenía cerradas las piernas en franca postura tímida, yo no pude ver nada. Yo creo que ya estaba imaginando lo que estaba a punto de experimentar y estaba temerosa.

Luego le até ambas manos a la cabecera de la cama con las sogas especiales que Jorge me dio. Ella cooperó dejando que yo pudiera estirar sus brazos tanto como fue necesario para atarla. Me aseguré que quedara bien amarrada para que no pudiera soltarse. Ya con los brazos levantados, sus grandes pechos se levantaron de forma natural, haciéndolos sobresalir aún más de lo normal. Luego acomodé mi pene dentro de mi pantalón para liberar parte de la presión que ya estaba sintiendo.

Cuando ella supo que yo ya había terminado los preparativos, ella me dijo.

-Sigo nerviosa.

-Tranquila, esto es lo que tú tanto quieres, ¿no?

-Si, realmente lo deseo, pero me da un poco de miedo.

-¿Quieres que le diga a Jorge que no pude darte las pastillas y cancelamos todo?- Propuse.

-No, ya está todo preparado y yo ya no soy una niña. Avísale por favor a Jorge, que esta motocicleta nueva está más que lista para ser estrenada y probada.

-Debes tratar de tranquilizarte para que puedas realmente disfrutarlo. A partir de ahora, y pase lo que pase, debes hacerte la dormida.

-De acuerdo, te quiero mucho hermano.

-Yo igual, mucha suerte y diviértete.

Salí de la habitación sumamente excitado y bajé lentamente las escaleras mientras pensaba en lo que estaba a punto de hacer. Estaba a punto de abrirle las puertas de mi casa al tipo que mi hermana seleccionó para su primera experiencia sexual. Pero el tipo no se lo merecía y yo sabía eso, pero mi hermana no parecía entenderlo.

Cuando llegué a la puerta, pude ver, a través de la ventana, a Jorge haciendo guardia, exactamente como supuestamente yo debería de estar. Él ya estaba ocupando el lugar que habíamos planeado para mi.

Y entonces se me ocurrió algo fantástico, Si él ya estaba ejecutando mi papel, ¿por qué yo no podía hacer al menos la primera parte el suyo?

Podría simplemente regresar a la habitación y quitarle la ropa, ella pensaría que Jorge la estaba desnudando, y yo me quitaría esa gran curiosidad, que recientemente había tenido por el interesante cuerpo de Emma. Luego podría dejar pasar al experimentado Jorge para que terminara su parte y mi hermana pudiera quedar contenta. Y los tres terminaríamos muy satisfechos.

Así que después de meditarlo unos instantes, tomé una decisión y regresé por la escalera hasta entrar nuevamente a la habitación. No traté de entrar en silencio puesto que se suponía que estaba entrando Jorge, con la seguridad que las pastillas deberían darle.

Fue muy excitante ver a mi querida hermana haciéndose la dormida mientras escuchaba nerviosa que alguien ya había entrado en la habitación, ella estaba contenido parcialmente la respiración por el miedo y la incertidumbre. Ella no podía verme, pero estaba tratando de escuchar todo lo que yo hacía.

Emma lucía sumamente sexy y vulnerable. Ella se había puesto en una posición en donde el control lo tenía yo completamente. Su cuerpo juvenil estaba hermoso y radiante bajo la escueta ropa que ella había seleccionado para esa ocasión. Y yo planeaba quitarle esa ropa, para observar desnuda por primera vez a mi hermana, sin que nadie me lo impidiera, y sin que ella misma se molestara.

Lo primero que se me ocurrió fue quitarle la agradable blusa cruzada. Empecé con algo de nervios a desabrochar los botones laterales. Mis manos temblaban, pero me controlé. Sus grandes pechos lucían misteriosos justo frente a mí y yo estaba a punto de dejarlos al descubierto.

Cuando terminé con los botones, recorrí la primera parte de la blusa hacía un costado y se dejó ver un pequeño broche metálico en medio de las dos copas, lo desabroché con ambas manos y la blusa de inmediato se abrió ligeramente al haberse liberado la tensión que el broche mantenía en su lugar.

Ahora se podían ver parte de las curvas internas de sus hermosos pechos. Terminé de abrir por completo la blusa para dejar finalmente al descubierto a los dos impresionantes senos de Emma. Estos se desplazaron ligeramente, con naturalidad, hacia los costados por el efecto de la gravedad, y por encontrarse ya completamente libres.

No podía creer lo que estaba viendo yo. La redondez y tamaño de ese par de blancos pechos eran perfectos. Los pequeños y respingados pezones lucían suaves y suculentos, en medio de dos circulares areolas de un color más oscuro, daban muchas ganas de chuparlos y morderlos. Bajo de ellos, en su plano y suave abdomen se mostraba un agradable y pequeño ombligo que armonizaba perfectamente con su delgada cintura.

Mi pene se estaba poniendo más y más duro. Y mi nerviosa hermana seguía aguantando la respiración lo más que podía.

¿Estaba bien lo que yo estaba haciendo? Pensé. Al fin y al cabo es mi hermana. Pero yo solo la estaba preparando para Jorge, no pensaba hacer nada más que observar para saciar mi curiosidad. Era lo que Emma deseaba, y nada malo había con ser un hermano acomedido y ayudar un poco a Jorge con la tarea de desnudarla.

Así que después de convencerme que no estaba haciendo nada malo y de recuperarme de la impresionante visión que representaban sus increíbles pechos desnudos, pude concentrarme en lo que seguía, su llamativa falda corta.

Si bien quitarle la falda no era una labor sencilla, levantársela era pan comido, y en eso seguramente pensó Emma al seleccionar dicha prenda tan práctica. Así que como niño abriendo un regalo esperado, empecé a levantar lentamente la falda sujetándola por uno de sus bordes.

Sus hermosos muslos se fueron quedando desnudos ante mis incrédulos ojos, hasta que pocos segundos después salió a la vista un coqueto y diminuto calzón blanco, justo donde el par de muslos se unían. Terminé de levantar la falda lo suficiente como para dejar completamente expuesta toda la zona incluyendo la parte de sus amplias caderas, pero enrollandola un poco para que no tapara mucho la parte superior de su cuerpo.

Definitivamente Emma ya no era una niña, tenía un hermoso cuerpo de mujer, bien proporcionado y completamente desarrollado. Era como una jugosa manzana madura lista para ser mordida, y ella deseaba intensamente ser devorada por un hombre ese mismo día.

La pequeña prenda de forma triangular tapaba escasamente la parte más íntima de mi tierna hermana, pero su flexible y ceñida tela dejaba adivinar perfectamente la estética forma de la parte que tapaba. Se podía fácilmente apreciar la suave curva del monte de Venus y la forma natural del resto de su llamativo pubis. Y también se podía notar como una parte de la tela se encontraba metida un poco entre los ajustados labios de Emma. La visión era espectacular y se iba a poner mejor cuando le bajara ese pequeño calzón.

Mi inocente hermana me seguía dejando explorar su tierno y candente cuerpo sin protestar, porque pensaba que yo era el muchacho que a ella le gustaba.

Cuando pude controlar mis crecientes nervios y emoción, tomé con mis dos manos los dos costados del pequeño calzón para bajarlo de forma pareja. Yo sabía que ella ya quería que yo lo hiciera. La flexible prenda empezó a bajar sin mucha resistencia, de esa forma pude en un primera instancia, el plano vientre desnudo de Emma.

Seguí tirando de la prenda lentamente y con mucho cuidado, hasta que pude bajarla hasta sus muslos. Ella pareció ayudar discretamente cuando la tela tuvo que superar sus redondas y prominentes nalgas que descansaban presionadas sobre la cama. Su pequeño movimiento pélvico apenas y se notó, y pudo haber pasado por un movimiento involuntario, pero yo sabía que simplemente ella estaba cooperando de buena gana.

Con este último desplazamiento de la prenda, unos apetecibles y carnosos labios vaginales, completamente rasurados, saltaron a la vista de inmediato.

Era la cosa más llamativa, y al mismo tiempo más misteriosa, que yo había visto en toda mi vida. No era lo mismo ver pornografía en Internet, que bajarle suavemente y con tus propias manos el calzón a tu virginal hermana en vivo y a todo color.

Han de recordar que yo era virgen también, y según mi hermana, por feo. Y que no me había querido ni masturbar por las noches con el recuerdo de mi querida hermana, pero lo que estaba presenciando justo en ese momento era demasiado fuerte para un muchacho inexperto como yo. Casi me da un infarto del calor que empecé a sentir por todo mi cuerpo.

Podía ver todo tipo de pequeños detalles por primera vez, en sus lindas curvas y en su tersa piel juvenil. Sus pequeños y claros vellos erizados en su vientre, un solitario lunar en la ingle muy cerca del monte de Venus, la rugosidad y color de piel diferente de sus delicados y simétricos labios mayores. Y la interesante y enigmática línea recta que formaban dichos labios entre ellos, y que se perdía, igual que mis reprimidas fantasías sexuales, en la unión de sus hermosas piernas.

Decidí terminar mi tarea quitando con mucho cuidado al ya parcialmente desplazado calzón, sacándolo por entre sus cerradas piernas y sus agradables pies.

Luego dejé caer la prenda al suelo para tener las manos libres y poder sacarme el hinchado pene de mi pantalón, y poder liberar la presión que ya me estaba honestamente incomodando mucho. Tuve que bajarme el pantalón y mi ropa interior porque mi miembro no iba a caber por la bragueta en el impresionante estado en que se encontraba.

Me sorprendió ver a mi pene tan crecido y duro, y ahora libre y apuntando para arriba. Parecía una enorme y gruesa percha de madera. No recordaba haber estado tan excitado antes de ese día. Empecé de inmediato a frotarlo suavemente con una mano para tranquilizar un poco la intensa sensación que estaba experimentando.

Sin embargo, acariciar mi desesperado pene frente a mi hermana completamente desnuda no parecía suficiente para contener toda la energía sexual que mi linda hermana había despertado en mí ese día. Empecé a desear fuertemente tocar, aunque sea un poco, con mis propias manos el hermoso y suave cuerpo que ese día yo parecía tener a mi alcance.

Yo sabía que no era lo correcto. Pero de pronto recordé lo burlona que mi hermana solía portarse conmigo por culpa de mi supuesta fealdad. Y que además, ella me había convencido, de que yo no tendría, en un futuro cercano, muchas oportunidades como la que estaba yo teniendo precisamente ese día gracias a ella. Así que tocarla sería una forma irónica de ir contra sus propias y negativas premoniciones sobre mi futuro.

Además ella quería ser tocada y yo deseaba mucho tocarla. Así que sin pensarlo mucho, y con la mano que me quedaba libre, empecé a acariciar lentamente uno de sus blancos y redondos pechos. De inmediato su suave piel se deformó ante la presión de mi contacto, y pude percibir como Emma se estremeció un poco al momento de sentir una mano masculina tocándola.

Fue delicioso explorar sus tiernos pechos. Ya con ambas manos, los apreté y los deformé a mi antojo y placer por un largo rato, y ella también pareció disfrutarlo mucho. Nunca antes había tocado un seno femenino, y por lo tanto, ya me sentía agradecido con mi querida hermana mayor por haberme permitido conocer y disfrutar los suyos, que por cierto, eran espectaculares.

Al ver que Emma estaba disfrutando mi exploración táctil, me dieron ganas de ampliarla al resto de su hermosa anatomía, quería sentir su piel con todo mi cuerpo, así que me terminé de desnudar en menos de 5 segundos y me acosté, ya desnudo, a su lado sobre la cama.

Acerqué mi cuerpo al suyo, y la abracé con mucho cuidado con uno de mis brazos. Mi cuerpo estaba de lado. Mis dos piernas empezaron a sentir el calor de una de las suyas, y mi pecho pudo sentir la suavidad de su costado, incluyendo parte del seno que se encontraba de ese lado. Mi brazo pasó por encima de ella y mi mano se posó delicadamente sobre el pecho opuesto. Mi cabeza estaba parcialmente recargada en uno de sus brazos levantado.

Mi pene tuvo que acomodarse como pudo entre su cadera, su pierna y la cama, él estaba teniendo una posición de sacrificio para que yo pudiera acercarme a mi querida hermana sin contratiempos y con el mayor respeto posible.

Yo todavía no sabía qué pensar sobre lo que estaba haciendo. El abrazo lateral fue increíblemente placentero, y pensé que sería una agradable pausa para recuperar el aliento y la cordura. Yo todavía pensaba que en algún momento tendría que retirarme y dejar pasar a Jorge para que estuviera con mi hermana, no porque yo lo quisiera, sino porque esa era la voluntad de ella.

Sin embargo, tuvo el efecto contrario. Ella ya estaba respirando de forma un poco agitada por sentir mi abrazo y mi piel desnuda. Y yo empecé a sentirme aún más excitado por su reacción.

Entonces moví la mano que tenía sobre su pecho, y lo fui bajando para acercarme lentamente a su entrepierna. Deslicé las yemas de mi dedos sobre la tersa y cálida piel de su abdomen, luego la de su vientre, y finalmente llegué al interesante destino.

La increíble suavidad de la piel de esa zona me sorprendió un poco, nunca había tocado antes un pubis, no sabía qué esperar, pero me estaba gustando mucho lo que estaba yo encontrando.

Con sumo cuidado, palpé la agradable unión de sus labios mientras apoyaba gentilmente mi palma sobre su monte de venus, y presioné apenas un poco con mi dedo medio. La facilidad con la que el dedo se hundió superficialmente entre sus labios me intrigó, pero lo que realmente me impresionó fue sentir la abundante humedad que mojó de inmediato la punta de mi dedo.

Ella emitió un pequeño gemido cuando mi dedo inspeccionó sus labios e instintivamente abrió un poco la pierna que se encontraba del lado opuesto al que yo me estaba. Era obvio que ella ya estaba lista y que deseaba que el sujeto que estaba a su lado estuviera ya arriba de ella. Y pensé: “Querida hermana, ¿estás segura de esto?”

Lo que estaba yo tocando en esos momentos era algo completamente nuevo y descocido para mi, ni siquiera sabía bien cómo era una mujer allá abajo, los libros de texto y la pornografía no parecían haberme enseñado lo suficiente cómo para sentirme un experto ese día. Sentía extraños y agradables detalles de su anatomía, húmedos, suaves y cálidos. Mientras, ella seguía emitiendo pequeños gemidos con mi exploración.

Al avanzar un poco más allá por entre la unión de sus labios, sentí de pronto que se abría bajo mi dedo un pequeño y húmedo orificio en el que podría yo entrar. Ella abrió un poco más su pierna invitándome a pasar. Entendí que lo que estaba yo palpando, era la maravillosa entrada de su vagina, y por lo tanto me detuve de inmediato.

No quise meter el dedo. No me pareció correcto que Emma perdiera su virginidad con un simple dedo, ella merecía algo mejor que eso en ese memorable momento. Así, que ya sin pensarlo mucho, y para el bien de mi querida hermana, me incorporé y me dispuse a ponerme en la posición necesaria para sustituir mi flaco dedo por mi hinchado pene.

Apoyé primero una rodilla entre sus piernas, luego desplace suavemente la pierna que ella aún tenía recta, ella cooperó discretamente con esto. Y luego pasé mi segunda rodilla entre sus hermosas piernas. Con mis brazos apoyados sobre la cama en cada uno de sus costados terminé por estar completamente sobre de ella, pero medio incorporado.

La visión que tenía de ella desde mi nueva perspectiva era impactante, podía ver a mi hermana desnuda y con las piernas abiertas, y sus dos grandes pechos, expuestos y desparramados frente a mi en forma natural y seductora. Nunca me imaginé poder estar en esa posición sobre mi querida Emma.

Ajusté un poco mi posición para colocar a mi duro y grueso pene en contacto con sus suaves labios vaginales. No necesité ni sostenerlo con una mano de lo erecto que estaba.

No sabía bien qué hacer, nunca había estado antes sobre una mujer desnuda, y mucho menos había intentado penetrar a una. Mi hermosa y dispuesta hermana, sin saberlo, le estaba dando la oportunidad a su propio y feo hermano menor de experimentar con su increíble cuerpo por primera vez. Y yo ya no estaba dispuesto a desaprovechar esta gran oportunidad.

Y entonces empecé a empujar hacia adelante a mi pene. Al principio, no estaba seguro de estar presionando exactamente en el lugar correcto de su hermosa anatomía. Pero el instinto me guió y pronto pude sentir como la sensible punta de mi erecto pene se empezaba a hundir lentamente en una misteriosa y deliciosa hendidura, suave, calentita y húmeda.

Mi hermana hizo unos extraños, pero agradables ruidos cuando sintió como la estrecha entrada a su virginal vagina fue abierta y traspasada por primera vez en su vida. Yo también estaba usando por primera vez a mi hinchado pene para penetrar a una mujer. Y lo que estaba yo sintiendo era incomparable e indescriptible.

En cuanto sentí que mi glande ya estaba adentro, empecé a moverme instintivamente hacia adelante y hacia atrás repentinamente, metiendo un poco más a mi pene en cada movimiento. Mientras que al mismo tiempo, lamía, chupaba y hasta mordía con locura los redondos pechos que estaban frente a mí.

El placer recorrió todo mi cuerpo como un rayo que subía por mi espina dorsal hasta la base de mi cerebro. Mi pene se iba metiendo y perdiendo poco a poco en las ajustadas profundidades de mi hermana. Y yo no sabía que Emma fuera capaz de sujetar con su cuerpo a un miembro viril de esa forma tan fuerte y deliciosa.

Y era obvio que ella también estaba disfrutando mucho tener en el interior de su vagina y por primera vez, al duro pene de un hombre, ya que emitió un apagado pero intenso gemido cuando lo terminé de meter hasta el fondo.

No parecía estar importando en ese momento, que el inquieto pene que la estaba penetrando no fuera el del musculoso Jorge, sino el de su inexperto y enclenque hermano menor del que ella siempre se burlaba. Ella no tenía forma de notar el cambio de planes porque no tenía una experiencia previa contra que comparar, porque ella era tan novata como yo ese mismo día.

No podía creer lo que me estaba pasando, yo estaba montando y disfrutando a una de las mujeres más guapas y populares de la colonia. Muchos hubieran querido estar justo en mi lugar ese día. Incluyendo al buen Jorge que seguía esperando pacientemente afuera de mi casa.

La estrecha y húmeda vagina de mi hermana palpitaba de placer mientras yo empezaba a perder el control al subir de ritmo. Era como si su joven cuerpo me pidiera ir más duro y que terminará dándole todo lo que yo tenía.

Y así pasó, no pude contenerme mucho más tiempo. Mi pene empezó a eyacular mientras yo sentía un incontrolable y novedoso impulso por dejarlo hasta el fondo de ella durante el intenso orgasmo que estaba yo sintiendo.

No supe de mi por unos segundos. Me abandoné al placer y aflojé el cuerpo, dejándome caer completamente sobre la suave anatomía de Emma mientras me recuperaba.

Cuando volví en mí, yo seguía mi cara recargada sobre uno de sus pechos y con mi pene aun dentro de ella. Lo saqué y me levanté. Me vestí y le eché a Emma encima una bata que estaba por ahí para tapar su hermoso cuerpo.

Luego bajé las escaleras y fui con Jorge que me seguía esperando en el mismo sitio que en que yo lo había dejado.

Salí de casa y le dije que lamentablemente no me había atrevido a darle las pastillas, que era algo demasiado fuerte y que me había arrepentido en mis planes. Después de una breve plática él se alejó con notoria tristeza de la casa.

Entonces regresé rápidamente al interior de la casa, cerré la puerta y subí con Emma. Entré al cuarto y le pregunté:

-¿Cómo te fue?

-Ay hermano, fue increíble, desátame por favor.

Le quité la venda y luego le solté las manos de las cuerdas con la que estaba atada a la cama.

-¿Entonces te trató bien?

-Si, no me dolió. ¿Dónde está él?

-Se acaba de ir.

Entonces ella se levantó de inmediato sujetando la bata que tenía sobrepuesta con una mano y se asomó por la ventana, a lo lejos se podía ver a Jorge alejándose de la casa. Al levantarse, la falda bajó a su posición normal, pero la bata dejó al descubierto uno de los suculentos pechos de Emma.

-Tú no mires hermanito.- Dijo mientras se tapaba el seno al ver que me le había quedado viendo. -Estas no son para ti, hoy fueron del guapo Jorge.

-¿Lo disfrutaste entonces?

-Mucho, fue riquísimo sentir a Jorge dentro de mí. Hasta el fondo, tan duro y grande. Y pude percibir que él también lo disfrutó muchísimo. Estoy segura que nunca había estado con una mujer como yo. No te ofendas, pero tu no creo que entiendas sobre esto, pero creeme si te digo que él sí supo exactamente qué hacer conmigo.

-Pues que bueno, me alegra por ti. ¿Entonces supo manejar la moto sin tener que comprarla?

-Si claro, todo un experto conductor. Estoy tan feliz, que no me molestaría repetir esta experiencia.

-Ah, pues cuenta conmigo para ayudarte nuevamente.

-Si gracias, ahora salte por favor, que me tengo que vestir, y no puedo hacerlo con mi hermano pequeño en mi cuarto.

Yo me agaché para recoger el diminuto calzón que estaba en el piso, se lo di en la mano sonriendo y me salí de su cuarto. Ella recibió la prenda poniendo cara de enojo. Luego, sujetando la desacomodada bata contra sus pechos, caminó hacía la puerta, y la cerró de un golpe poco cortés.

Emma podía ser muy irritante cuando se lo proponía, pero ese día yo le estaba tan agradecido, que pude haberle perdonado lo que fuera. Lo único que estaba en mi mente, era la increíble y deliciosa forma en que ella había accedido a devorar por completo a mi endurecido pene.

Gracias Emma.