Mi hermana Dareen
Como en el siglo XXII aún se siguen manteniendo ciertas costumbres... y ciertos sabores...
Desde que tenía nueve años no había vuelto a ver a mi hermana Dareen, mis padres, por aquel entonces, decidieron separarse y mientras mi madre se llevaba a mi hermana a otra estación espacial yo me quedé con mi padre en el planeta.
Diez años después mi madre tuvo que marcharse a un largo viaje interestelar a causa de trabajo y fue cuando, al tener que quedarse mi hermana al cuidado de nuestro padre, me di cuenta de que había crecido bastante bien.
Sus rojizos ojos no desentonaban en absoluto con su oscuro pelo largo, su piel, que recordaba blanquecina, había tomado un tono más moreno y, lo que más me sorprendió, tenía unas curvas bastante apetecibles.
No fue hasta tres o cuatro días después de su llegada cuando empecé a pensar seriamente en tirármela, y, en muy poco tiempo se me presentó la excusa perfecta. Mi padre solía trabajar de noche, con lo que cada vez que eso pasaba nos veíamos obligados a quedarnos solos mi hermana y yo, que aprovechaba esos momentos para salir con mis amigos. Mi hermana, en cambio, los utilizaba para llevar chicos a la casa aunque eso nunca lo descubrí hasta esa noche.
En esa ocasión yo regresé a casa antes de lo esperado. Al principio sólo me percaté de la botella de cerveza tirada por el suelo aunque rápidamente mi vista se desvío hacia un rincón cercano, rincón en el que K129, nuestro robot de la limpieza doméstica, estaba totalmente destrozado a causa de un extraño golpe. Algunas risas procedentes del cuarto de mi hermana me hicieron sospechar la causa de tan extraño accidente robótico.
Decidí quedarme en mi cuarto y hacer como si nada hubiera pasado, dejando a mi hermanita se divirtiera por el momento mientras elaboraba mi plan que puse en práctica a la noche siguiente.
Mi padre se marchó a trabajar tras comprobar que todo en la casa estaba en orden, mi hermana, tras despedirlo con pocas ganas, se dirigió al salón sin cruzar ni una mirada conmigo al cruzarse en mi camino.
Decidí esperar veinte minutos por si mi padre volvía o si alguno de los amiguitos de Dareen lo hacía también y fue entonces, tras comprobar que nadie iba a importunarnos, cuando empecé a poner en práctica la teoría.
Me acerqué sin que ella dejara de observar atentamente la pantalla que se elevaba a pocos metros sobre el aire, en la tele un joven presentador anunciaba los premios que había obtenido el ganador de un estúpido concurso.
De espaldas a la compuerta electrónica y echada bocabajo en el sofá, mi hermana no dejaba de prestar atención a la exorbitante cifra mientras mantenía sus piernas elevadas y las movía de un lado a otro.
Mis zapatos hicieron un ruido sordo al pisar la suave alfombra del salón, Dareen echó un rápido vistazo al visitante antes de volver al concurso.
¿Qué coño quieres ahora?
Es curioso que K129 se haya estropeado tan pronto.
Alcancé una de mis manos hasta el redondeado trasero y lo acaricié suavemente. Mi hermana se revolvió sorprendida en el sillón, pero antes de que tuviera tiempo a tomar la palabra decidí hacerlo yo.
- Si no quieres que le diga a papá lo que sueles hacer cuando se marcha por la noche será mejor que no protestes.
Volvió a mirarme, esta vez con sus enormes ojos abiertos como platos al saberse descubierta y tras un breve tartamudeo finalmente pudo concebir una frase completa.
No serás capaz.
Eso depende de ti.
Volví a alcanzar mi mano hacia sus nalgas relativamente protegidas por la tela sintética color gris, esta vez no se revolvió y se limitó a observarme sin variar su cara de sorpresa.
Aproveché ese momento para subir lentamente la ceñida camiseta hasta dejar descubierto todo su delicado vientre moreno, apartando mi mano de su trasero empecé a acariciarlo, finalmente su cara empezó a tomar otra forma, esta vez de miedo ante lo que iba a pasarle.
- Estás demasiado buena, hermanita.
Llevé mi mano directamente hacia su pequeño ombligo y empecé a rozar con mis dedos su contorno.
- Realmente preciosa.
Besé varias y rápidas veces su barriguita, parándome solo en su bello ombligo. Tras exhalar un largo suspiro mi hermana apagó el televisor y tras sentarse me miró con sus ojazos y tomó la palabra sorprendentemente.
- ¿Qué garantía tengo?
Esta vez fui yo el que esbozó una mueca de estupefacción.
- Estoy segura de que podemos llegar a un trato, hermanito.
Su mano se deslizó por toda mi entrepierna mientras esbozaba una sonrisa cargada de picaresca que hizo que estuviera obligada a palpar algo más duro que antes. La zorra estaba intentando calentarme.
Apoyándose con ambos brazos en el sofá se irguió y acercando su boca a la mía empezó a besarme, entreabrí mis labios y dejé que su lengua se enredara con la mía a placer.
Dejó de besarme y tras separarse comprobé como parte de sus labios estaban mojados en saliva. Dareen se relamió y pareció saborear nuestras salivas antes de terminar de levantarse.
El sillón que hasta hacía unos segundos había ocupado se deslizó como si fuera una alfombra por el suelo dejando un espacio libre. Mi hermana ni siquiera pareció percatarse de algo que desde hacía décadas era normal en cualquier casa.
- Los concursos me dan bastante hambre, ¿a ti no?
Volvió a besarme, esta vez durante unos interminables segundos. Supongo que mis ojos estaban iluminados de felicidad porque ella no dejó de mirármelos mientras volvía su sonrisa juguetona.
Bastante hambre.
Bien, te prepararé algo, ¿estarás en tu cuarto?
Cabeceé afirmativamente y mientras Dareen se marchaba contoneando sensualmente sus caderas me dirigí corriendo hasta mi habitáculo separado del resto de la casa por una fina lámina metálica que ahorraba bastante espacio frente a otra clase de tabiques.
Me desvestí totalmente dejando mi ropa doblada sobre el banquito del escritorio/ordenador y tras darle a una serie de botones a mi lugar de estudio se oyó una señal afirmativa, decidí esperarla tendido en mi cama directamente sobre el plástico que la cubría por lo que al principio noté una sensación fría que fue calmándose poco a poco a causa de mi calor corporal.
Esperé durante unos minutos con la compuerta electrónica en apertura automática mientras se colaba a través del tabique el repiqueteo y los pitidos procedentes de los robots de la cocina. Finalmente dejaron de oírse y dieron paso a otro ruido, este procedente de un carrito mecánico en el que solía cenar mi padre antes de marcharse a trabajar.
La compuerta de mi habitación se abrió dejando paso a mi hermana, con un gran delantal de cocina, que empujaba el carrito cubierto por un mantel. Dareen me miró de arriba abajo manteniendo su mirada a propósito durante más tiempo en mi miembro semierecto, sonrió y contoneando sus caderas se acercó a un costado de mi cama con el carrito.
Fue al darse la vuelta para destaparlo cuando me percaté que el delantal era lo único que llevaba puesto, su culito respingón se movía al son de sus caderas.
Sin volverse empezó a revolver algunos botes sobre el carro con lo que parecía gesto ausente.
- Me encanta el chocolate con leche, ¿sabes querido hermano?
Se volteó dejando que la parte baja del delantal volara por el aire dejándome ver durante unos segundos sus suaves rodillas, en su mano sostenía un amplio bote de sirope de chocolate.
- Aunque nunca lo he probado con tu leche.
Colocando su mano sobre mi pecho me obligó a tenderme en horizontal sobre el lecho con lo que mi visión se limitó básicamente al techo.
Noté un leve roce de su mano en mis genitales que hizo que mi pene se erigiera un poco más.
Mi hermana empezó a reírse y mientras lo hacía empezó a echar el sirope por mi verga y a untarlo con las manos lo que hizo que mi pene terminara de levantarse mostrando toda su extensión.
Intenté incorporarme un poco para tener una mejor visión del trabajo pero su mano limpia volvió a empujarme sobre el colchón.
- Déjame cocinar a mí, además, no quiero que papá se entere de las cosas malas que hago cuando él se marcha.
Su faz apareció nítidamente en mi campo de visión y ambos volvimos a fundirnos en un beso mientras su mano seguía extendiendo el chocolate por mi pene. Mientras me besaba alargó uno de sus delicados brazos y colocó uno de las almohadas sobre mi cabeza, con la finalidad de darme una mejor visión de la receta.
Dareen volvió a separarse de mis labios y también de masajear mi verga
Mi polla, al igual que su mano derecha, estaba totalmente bañada de negro y chorreaba por toda mi entrepierna hasta el plástico del colchón.
De improviso lanzó un lengüetazo a la punta de mi glande y tras una breve degustación empezó a hablar con una gota de chocolate cayendo lentamente desde los labios.
- Le falta más leche.
Me lanzó una mirada fugaz antes de inclinarse y meter toda la cabeza del pene en su boca y empezar a succionar el chocolate. Su lengua recorrió una y otra vez la forma redondeada hasta acabar seguramente con todo rastro de chocolate en esa zona. Tras un leve murmullo de gozo mi hermana empezó a chupar arriba y abajo el tronco de mi polla, produciendo un sonido parecido al chapoteo. Su mano derecha empezó a acariciar mis huevos lentamente, arrastrando hasta el pene los restos de chocolate. Sus murmullos empezaron a sonar más fuertes pero siempre amortiguados por mi falo y en pocos segundos mis propios sonidos de placer sobrepasaban totalmente los de ella mientras mis ojos permanecían semicerrados observando el techo de mi habitación.
Al fin mi pene empezó a disparar su fluido directamente a la boca de la cocinera, que, tras un sobresalto inicial, no dejó de succionar su creación gastronómica hasta que empezó a ablandarse, con una última pasada de lengua dejó que mi pene cayera flácido.
Al reincorporarse pude comprobar como el contorno de sus labios y sus comisuras estaban manchados de chocolate, pero, a primera vista, no había ningún rastro de mi semen en toda su cara.
- ¿Haces esto a todos tus amiguitos, Dareen?
Se limitó a sonreír y a observarme de arriba abajo como si fuera un bicho al que estuviera estudiando.
- Espero que eso cierre tu enorme bocaza durante el tiempo que me hospede aquí.
No contesté y pareció que ella tampoco esperaba respuesta alguna, se levantó de mi cama y tras observar su mano derecha manchada totalmente por el masaje de chocolate no volvió a mirarme.
- Voy a limpiarme todo esto, por cierto, he probado chocolates más apetitosos que éste, que no se te suba a las nubes.
No esperó nada más, con su mano izquierda abrió la compuerta y giró en dirección al cuarto de baño dejándome tendido en mi cama, al observar mis genitales comprobé que habían adquirido un tono mucho más moreno debido a la suciedad del chocolate, al parecer, no succionaba tan bien como pensaba.
Me levanté de un salto y tras acercarme a mi escritorio pulsé una serie de teclas, un minidisco salió de una abertura y sujetándolo entre mis dedos lo observé a contraluz, esperaba a que se hubiera grabado todo en mi habitación para mis futuros deleites, sonriendo coloqué el disco junto con otros tantos que poseía de anteriores labores de espionaje.
Volví a observar mi entrepierna, estaba totalmente pringosa y hecha un asco, no me quedaba más remedio que darme una buena ducha si quería ponerme mi ropa sin ensuciarla, con un grave suspiro salí de mi habitación y me dirigí al cuarto de baño.
Mi mano se quedó a escasos centímetros del botón de apertura, a través de la compuerta se podían oír nítidamente los gemidos de Dareen, tras unos largos segundos de shock decidí pulsar el botón, no había usado el código de seguridad para cerrarla, la puerta se abrió sin que su ocupante se diera cuenta de nada.
El delantal descansaba pulcramente doblado sobre el fregadero, a mano de la ocupante del inodoro. Dareen permanecía sentada sobre él, con su cabeza totalmente gacha y con los chocolateados dedos de su mano derecha entrando y saliendo de su coñito mientras gemía a pleno pulmón.
Su raja, totalmente desprovista de vello y reflejando la excitación que seguramente recorría todo su cuerpo, había tomado un color oscuro a causa del chocolate y sus pezones rosados estaban totalmente rígidos, mi polla hizo un amago de erección pero al poco tiempo volvió a su forma original.
Me acerqué con pasos silenciosos hacia el inodoro, me arrodillé frente a ella y coloqué mis manos sobre sus rodillas de golpe. Dio un respingo y su primera reacción fue la de levantarse hasta que me vio arrodillado, me miró sorprendida.
- Deja que también yo pruebe el sirope.
Hundí mi cara en su entrepierna y empecé a lamer todo rastro de chocolate que veía a mi paso, mi hermana no protestó y se limitó a seguir gimiendo mientras mi lengua penetraba en sus entrañas y empezaba a sentir el dulce sabor de su néctar combinado.
Su mano derecha me obligó a retirar mi cabeza y volvió a hacer su propio trabajo, esta vez más rápido que antes. Sujeté la mano con fuerza y tras sacarla del agujero empecé chupar los dedos que hasta hace un momento habían servido para untar más cacao en su concha con gran avidez degustando nuevamente su néctar.
Los ojos de mi hermana centelleaban de placer cuando llevé mi boca nuevamente a su lugar sagrado y finalmente descargó un río que iba mezclado con el poco chocolate que le quedaba.
Me reincorporé y ambos nos fundimos en un beso en el que se mezclaban más sabores además del cacao.
Sin apartar su mirada vidriosa de mi, Dareen se levantó y se metió en la ducha colocando una mano sobre la mampara para que no se cerrara a su paso. Rápidamente me introduje en la ducha y mientras el agua se llevaba todo rastro de suciedad nos abrazamos. Su voz fatigada penetró más allá de mi cerebro.
- Mientras cocinaba he estropeado la nevera, ¿qué podría hacer para que papá no se enterara?
Mi dedo índice recorrió suavemente la hendidura de su redondeado trasero varias veces.
- Se me ocurren muchas cosas para cerrar mi enorme bocaza.