Mi hermana ciega 7. epílogo.
... este es el final de la relación incestuosa con mi hermano e incluyo algunos consejos para las lectoras, porque creo que muchas de vosotras habéis mantenido alguna relación similar a la nuestra...
Tras la amenaza que hice a mi hermano, sí, esa de que si esta noche se le ocurriese irse con Silvia, se olvidase de su hermana, o sea de mí, mi advertencia le sentó como una patada en los huevos, fue algo parecido al banderín de salida en una carrera de motos y justo ahí empezó nuestra agria discusión.
¿Cómo te atreves a amenazarme, Lena? – rugió mirándome con desprecio – siempre cuidé de ti, apenas eras una niña cuando yo salía del Instituto corriendo para jugar con la mocosa que me esperaba para colgarse a mi espalda como una mochila, estirándome del pelo, feliz por ...
Sí, feliz por estar con mi hermano, feliz por sentirme protegida, querida y mimada – interrumpí su alegato – Lo que desconoces es que algo cambió en esa mocosa de doce años a la que tú preparabas el bocata de pan y chocolate. Esa niña descubrió que tus mimos eran más dulces que el chocolate, que cuando te esperaba sentada en el escalón de entrada a casa mirando nerviosa la esquina por la que aparecías cada tarde, el corazoncito daba saltos de alegría cuando te veía corriendo hacia mí. ¡Sí, Fran, no me mires así!. Me enamoré de mi hermano a los doce años y ... hasta hoy.
-¡Ya estás otra vez con tus fantasías, Lena!, tiendes a confundir el cariño con el amor, el amor con la pasión y ésta con el sexo – exclamó realmente enfadado – También yo sentía un gran cariño por la niña que me esperaba cada tarde, aunque era un cariño puro e inocente; adoraba tus risas y tus juegos infantiles, pero bien sabes que tu cambio se produjo a los quince cuando los dos metimos la pata e iniciamos un relación insana.
Si lo que pretendía mi hermano era hacerme daño, os puedo asegurar que lo consiguió. Las lágrimas corrían por mis mejillas goteando sobre mis pechos, sí, esos pechos que siempre fueron su golosina y que él lamía con tanta ternura durante tantos años ...
-Nuestra relación nunca fue insana, fue el fruto de nuestro amor y no precisamente fraternal – tragué mis lágrimas a la vez que los mocos – pasó lo que era natural que pasase entre dos hermanos que se alimentaban de caricias. ¡Y no metimos la pata!, no te atormentes, Fran, porque solo Dios sabe el trabajo que me costó que entrases en mí, que dejases de mirarme como a tu niña, que aceptases que era una mujer que ansiaba el cuerpo de mi hermano, que me hicieses tuya ... para siempre.
En realidad, ya no sabía qué más podía decir para que mi hermano retornase a mí porque cada minuto que pasaba lo veía alejarse más y eso no estaba dispuesta a admitirlo. Lucharía contra el mundo si era necesario, pero lo necesitaba hundido en mí, dándome su amor, sí, el carnal y el otro, ¡todo!. Sin él mi vida está vacía. Mi hermano permanecía callado, pendiente de mis palabras.
-Fran, cariño, si lo que te molesta es que sea puta, pues mira, dejo el trabajo y nos largamos a cualquier sitio – lo abracé susurrando en su oreja – dónde nadie nos conozca, como una pareja más, me dejas embarazada y nos dedicamos a cuidar de los niños. No me abandones, amor de mi vida. Moriría sin ti.
-¿Cómo voy a dejarte, Lena?. Tú formas parte de mi vida, eres la única por la que merece la pena vivirla, pero aún así, seguimos siendo hermanos y lo que hacemos es incesto ...
- Sí Fran, somos hermanos, pero de padres distintos con lo que nuestro primer apellido también lo es: el tuyo es Torres y el mío López. Nadie nos relacionará, así que desde ya eres mi marido, además mira mi dedo, la alianza que me entregaste sigue ahí y seguirá por los siglos de los siglos. – mi vientre se juntó al suyo y devoré sus labios abriendo camino a mi lengua que se emparejó con la suya. Me empujó sobre el colchón y quedé abierta de piernas a la espera de mi hermano quién de inmediato apoyó el querido glande entre los labios que encerraban mi vagina.
¡Aaaayyyy! – chillé cuando la polla se deslizaba – Joder, Fran, tendrás que sacar el tampón que aún sigue ahí, pero hazlo con los dientes así aprovechas el paseo – yo reía feliz por sentir la lengua de mi hermano lamer cada centímetro de mi cuerpo y sus dientes mordisqueando los duros pezones, pero justo ahí empezó el lío, pues el temblor sacudió mi cuerpo y empujando su cabeza con las manos la arrastré hacia el ombligo, yo empujaba y él se resistía porque quería morder el vello del pubis y se entretuvo un ratito con mis ingles. Él quería jugar, pero yo estaba desesperada, necesitaba sentir su lengua en mi horizonte oscuro, llenar su boca con los frutos que le ofrecían mi vagina y – ¡al fin! – la lengua separó mis pliegues y con los dientes arrastró hacia fuera el jodido tampón; escuché algo así como “ flop ” y los frutos vaginales con los correspondientes jugos saltaron sobre su cara al tiempo que encharcaban mis muslos chorreando hasta el colchón. No pude evitar mearme de la risa, bueno... mearme no, es un modo de hablar, claro, aunque algún chorrito sí se me escapó.
-¡Joder, Lena, para ya de reír!, no tiene gracia, coño – farfullaba con la cara como un cristo – has explotado en mi puta cara y para colmo te has meao – yo pateaba muerta de risa, porque ver la cara de mi hermano adobada con esa mezcla de zumos era un espectáculo circense; tanto pateé que, entonces sí me oriné con un chorro que dejó su cara limpia de polvo y paja, reluciente.
Me abracé a su cuello muy dolida por mi descuido, aunque no arrepentida porque a fin de cuentas él era mi hermano, mi marido, mi amante y siempre, siempre, siempre lo compartíamos todo, así que, ¿por qué tenía que arrepentirme de compartir con él mi íntima meada incestuosa? ¿no era ésta una prueba más de mi amor desmedido, de mi entrega absoluta, de mi total rendición? Pues hoy va a enterarse mi hombre de lo que su mujer es capaz de hacer para mantenerlo a mi lado, para llenarlo de críos que pataleen cómo hace su mamá. Decidida a todo lo empujé sobre la cama, abrí bien las piernas y me monté sobre su cara para que acabase de limpiar mi mojado coño – que seguía derramando líquidos, que no veas – su lengua entró directamente hasta el fondo succionando litros de la mezcla que a él tanto le gustaba, mientras se relamía en mi clítoris yo estiré el cuerpo, dejé caer sobre el suyo mi piel desnuda - con tetas incluidas, claro – y, para mi sorpresa, mi boca aterrizó justo sobre su polla que se alojó en mi garganta.
Sé lo que estáis pensando, queridas lectoras, que dado que la polla de mi hermano estaba en mi boca me devolvería la meada ahogándome con su chorro tal como yo lo estaba ahogando con mi batido de sangre y flujos. ¡Pues, no!, otra vez os equivocáis, es cierto que me atraganté, pero lo hice con los chorros de leche que fluyeron contra mi campanilla que se puso contenta, doblando como las campanas de las iglesias los días de fiesta. Por que, vamos a ver ¿cuántas de vosotras no ha tenido algún rollito caliente con vuestro hermano, el primo, papá o tío?, la que no haya pasado por eso, que levante la mano y no la creeré porque os estoy imaginando y veo dibujada en vuestra cara la sonrisa y el recuerdo del último verano en Benidorm, cuando te bañabas en la playa con tu primo y jugando te bajó la braguita del biquini y pasó lo que pasó. O cuándo tu hermana riñó con el novio de turno y se acostó en tu cama llorando, susurrando sus desdichas y tú la consolabas de tal modo que acabásteis desnudas, descubriendo las delicias del amor lésbico. Y si no, pregúntale a tu novio por qué cuando habla de su tía Felisa o su hermana Puri, sí las pechugonas, el pantalón se le hincha a la altura de la entrepierna y aunque él lo niegue has visto con tus propios ojos en las fiestas familiares los roces accidentales que le dan a tu novio con culos y tetas. Sobre todo la tía Felisa que, como ya es cuarentona, su marido hace años que no la folla como Dios manda y eso que tiene un culo firme y bien dispuesto a tragar lo que sea, de ahí los restregones con tu novio. En cuánto a tu cuñada la Puri, a ella sí la folla su novio casi diariamente porque siempre está necesitada, pero aquel día que entró al baño y descubrió a su hermano – o sea, tu novio – cascándosela en la ducha, se quedó de piedra y puso los ojos en blanco horrorizada por el tamaño de la polla de su hermano y la comparó de inmediato con la de su novio. Y conste que no quiero alarmarte, chiquilla, pero ándate con ojo porque presiento que ambas se han follado a tu novio y si no lo han hecho ya lo harán en cuánto tú te descuides. Pues entonces ¿porqué os escandalizáis cuándo os relato el rollo con mi hermano a quién amo más que a mi propia vida? soy una chica tan ardorosa cómo podáis serlo cualquiera de vosotras, con la diferencia de que yo lo reconozco y no me escondo. Así que os aconsejo que folléis a destajo con vuestros seres más queridos, porque la vida es corta y revolcarse en familia es maravilloso; eso sí, tomad precauciones no se de el caso que tengáis un hijo que a la vez sea hermano, primo, sobrino o vete tú a saber. Lo importante y delicioso es que todo quede en familia.