Mi hermana ciega 4. el regalo para mi hermano

... mi propio hermano me estaba entregando a los tíos que esperaban ahí dentro para que se hinchasen a follarme, mientras él iba a acomodarse en el sofá tan tranquilo

Fran me acompañó con su moto al hotel donde debía reunirme con Marlon, el señor importante que alquilaba mi cuerpo serrano por unas horas: mi primer cliente como chica scort. El viaje en moto fue todo un espectáculo sobre todo para los mirones pues yo agarraba con un brazo la cintura de mi hermano hundiendo mis tetas en su espalda al tanto que con el otro brazo intentaba sujetar la corta falda que se subía a mi barbilla. Riendo los dos ante el hotel, él me recompuso la coleta del pelo que estaba enmarañada por el casco mientras yo estiraba la falda del vestido aunque sin resultado alguno, no había forma de que llegara a las rodillas con lo que mis muslos quedaban al aire.

  • ¿ Estoy bien, Fran? – pregunté con un mohín ensayando la sonrisa de zorrita.

-¡ Estás buenísima, Lena! – abrazó mi cintura al tiempo que me palmeaba el culo.

-¡ Fran, ni se te ocurra volver a tocarme el culo! – me colgué de su cuello fingiendo enfado – conoces la reacción de mi cuerpo cuando me tocas aunque lo hagas levemente, ¡mira, ya estoy mojada, idiota!.

-¡ Vale tía! – exclamó divertido – me voy a casa a esperarte y cuando se hinchen de follarte me das un toque y te recojo en la moto.

Miré con cara de fastidio cómo se alejaba con la moto, mi propio hermano me estaba entregando a los comensales que esperaban ahí dentro para que se hinchasen a follarme, mientras él iba a acomodarse en el sofá tan tranquilo… bueno, tranquilo no. Esta misma mañana despertamos tarde aunque seguimos ronroneando en la cama haciéndonos cosquillas, dándonos bocaditos, jugando … pero el juego terminó como siempre, con su cabeza entre mis muslos mordiendo los labios que yo los abrí con manos temblorosas esperando su lengua que no tardó en entrar lamiendo todos los rincones chupando los jugos que manaban incesantes del fondo del … “¿de dónde salían los jugos?, ¿del alma?, ¿del vientre? o simplemente del coño encendido?”, pensé sumamente preocupada; bueno de donde sea que fluyesen, el caso es que tuve un orgasmo bestial, de los que solía provocarme mi hermano. Nos duchamos, juntos por supuesto, tomamos café en la cocina y ahí empezó la discusión con sus recomendaciones; que si debes mantenerte tranquila, que si debes escurrirlos con ra- pidez, que si el culito era solo suyo … y todas las tonterías que se le ocurrió.

-¡ Para ya Fran! – salté harta de tantos consejos – Yo solo conozco un modo de follar, el que tú me has enseñado, entregándome por completo … y te recuerdo que estoy a prueba, así que te aseguro que va a quedar satisfecho el tal Marlon o los que sean. ¿Crees que van a follarme los seis? – lo miré abriendo mucho los ojos.

  • Si no lo hacen hoy, seguro que querrán hacerlo otro día. Hay que ser ciego para no ver los encantos de mi mujer – enfatizó – pero lo de entregarte por completo, olvídalo, tu cuerpo es mío y tu culo prometiste que sería solo para mí.

Sonriendo pensando en él y con andares provocativos sobre mis sandalias verdes de tacón alto entré al comedor e inmediatamente vi una gran mesa redonda con seis trajeados hombres y cinco chicas, todos riendo y hablando a la vez. Se acercó un señor con frac pero yo señalando la mesa me dirigí allí a la vez que uno de los hombres con el pañuelo rojo en el bolsillo se alzaba y separaba la silla junto a él.

  • Muy amable, Marlon - siseé sentándome y agitando mi coleta rubia.

  • Un placer, Lena – me miraba con cara de sorpresa, bueno de sorpresa y algo más; como solían mirarme los tíos.

Se había instalado un denso silencio en la mesa, todos me miraban quizá esperando mi saludo.

  • Soy Lena - abrí las manos con la sonrisa propia de una mujer de mundo, habituada a las comidas de lujo – y estoy encantada de compartir con vosotros este suculento almuerzo – señalé las fuentes con todo tipo de delicatessen y se me hizo la boca agua.

-Tú misma te has presentado, Lena – habló Marlon y señaló al resto de los comensales - Frank, Bab, Matt, Vivi, Henry, Lauren, John, Lola, Manu y … ¡Pepa! - exclamó riendo la chica sentada a mi izquierda.

Los camareros comenzaron a servir los entrantes de las fuentes que estaban en la mesa en nuestros delicados platos de porcelana fina. Apenas terminaron de servir me lancé al plato engullendo las delicias, estaba hambrienta y mis tripas rugían.

-Observo que tienes buen apetito, Lena. – Marlon me miraba divertido mientras sorbía de una copa de vino sin tocar los alimentos del plato.

-Apetito, no. Tengo hambre – lo miré mientras masticaba – es que solo tomé café y un par de galletas en el desayuno – mentí como una bellaca –¿tú no comes, Marlon?.

-Me reservo para el segundo plato, ya sabes… – se dio unas palmadas en la tripa – a mi edad hay que empezar a cuidarse. Giró la cabeza hacia la chica sentada a su derecha quién le decía algo.

-Lena, no te había visto nunca por aquí. – susurró Pepa en mi oído izquierdo.

-Es que soy nueva, Pepa. Hoy es mi estreno – respondí con el mismo tono de voz

-¡Jo, chica!, pareces una veterana con esa desenvoltura, claro, a ti te pagará muy bien la bruja de Virgi.

  • No puedo quejarme me paga 800 pavos. Siempre que el cliente quede satisfecho, claro.

-¡No me lo puedo creer!. Mira, nena, yo cobro 1.500 y algunas de estas zorras cobran 2.000. No te dejes explotar, cielo, que somos nosotras las que ponemos el coño o el culo, según convenga.

Los camareros retiraron los platos y continuaron sirviendo el resto del almuerzo aunque yo estaba desganada tras descubrir el abuso de madam Virgin que me hacía despatarrarme por la mitad de lo que pagaba a otras scorts. “¡Vale! 800 son más que nada, pero le voy a demostrar que puedo ser tan puta como las demás; que estoy más buena y follo mejor que cualquiera de su rebaño” – pensé totalmente convencida.

Tras el almuerzo me colgué del brazo de Marlon dispuesta a complacerlo, a darle cualquier cosa que él exigiese para eso había alquilado mi cuerpo entero por las tres horas siguientes. Quería demostrarme a mí misma que era capaz de ganarme la vida honradamente, cubrir mis necesidades y las de mi hermano. El ascensor nos fue distribuyendo a las seis parejas por las habitaciones hasta llegar a la nuestra que era elegante y con un lecho de tamaño kilométrico. Sin titubeo alguno me quité el vestido, las bragas y las sandalias, me tumbé de un salto en el centro de la cama mirando al techo y con las piernas abiertas de par en par. A pesar de mi convencimiento mi pecho se agitaba, estaba muy nerviosa pues, aparte de mi hermano, él iba a ser el primer hombre con derecho a destrozar cualquier parte de mi cuerpo que se le antojase ¡cualquiera!, ya está bien de ñoñerías, soy una puta cara y tengo que demostrarlo….

  • ¡Caray, Lena!, cualquiera diría que tienes prisa – él se había quitado la camisa y me miraba riendo con los brazos en jarras – tenemos más de dos horas por delante – terminó de desnudarse y lo observé mientras colgaba la ropa. La verdad es que era un cuarentón en muy buena forma con un cuerpo bien cuidado con pectorales macizos sin michelines ni barriga, con una herramienta entre las piernas que colgaba de forma inquietante, aunque algo más corta que la de Fran el grosor era aterrador, en fin, un tipazo guapo. Se tumbó a mi lado, apoyando la cabeza sobre la palma de la mano de su brazo doblado.

Sentí un escalofrío cuando los dedos de su mano libre pellizcaron el pezón de mi pecho izquierdo. De inmediato me giré a él, mirando fijamente sus ojos. Seguía con mi puñetera manía de ponerme a cien ante cualquier caricia y él acariciaba mis tetas con dulzura y delicadeza, mis pezones aumentaron de tamaño al instante.

-Marlon, hazme lo que te apetezca pero no tardes, por favor – susurré al tiempo que doblaba mi pierna apoyándola sobre su cadera – me estás poniendo como una locomotora de esas que echan humo por la chimenea….

Sus labios se lanzaron a los míos entreabiertos hundiendo su lengua en mi boca, respondí a su beso pero mi lengua estaba quietecita, en reposo, esa intimidad de intercambio de salivas estaba reservada en exclusiva para mi hermano aunque cuando noté su ansiedad se acabó el reposo y las dos lenguas danzaron a su antojo contentas y encantadas de conocerse. Nos revolcábamos sobre la inmensa cama entre ardientes besos, caricias e incluso mordiscos unas veces yo arriba y las más debajo de su musculoso pecho que aplastaban mis tetas, hasta que agotados de mordernos, en especial mis pezones que parecían bellotas de lo duros que estaban, se puso de rodillas entre mis muslos y suavemente deslizó su gordo capullo entre los labios del sur, yo di mi habitual grito a la vez que sufría la intensa convulsión que anunciaba un violento orgasmo prematuro pues ni siquiera el glande había empezado a entrar, solo lo frotaba por la inflamada raja, arriba, abajo, izquierda, derecha, abriendo el camino que conducía a la desbocada vagina que ya regaban los líquidos con burbujas que manaban de la botella de champán que, por lo visto, yo guardaba en el útero y que se descorchaba automáticamente cada vez que olía polla.

Marlon tenía la cara roja como la grana, caliente a tope y cuando empezó a deslizar la polla por la encharcada vagina, noté como una llamarada que abrasaba mis paredes vaginales haciendo hervir los líquidos a la vez que explotaban las burbujas. Yo relinchaba como una yegua al notar esa cosa tan gorda que llenaba a lo ancho mi coño, él paraba a medio camino deleitándose con mi estremecido cuerpo y profundos suspiros, pero de pronto sin previo aviso pegó un arreón y me la clavó hasta el fondo; empezó con un mete saca frenético y violento a la vez que yo alzaba la pelvis balanceándome para que entrase más adentro; mi cuerpo era una pura e interminable convulsión aullando como una zorra, corriéndome sin pausa y cuando sentí sus chorros de leche inundando mi intimidad rugimos los dos, él en mi cuello y yo en su pelo que estiraba con mis manos a la vez que mis tobillos pataleaban en su cintura. Hicimos una forzada pausa para tomar oxígeno sin movernos de la exquisita posición en la que estábamos: él hundido en mí y yo despatarrada, aún notaba las palpitaciones de la polla en el fondo del coño.

-¿Estás bien, nena? – musitó entrecortado en la comisura de mis labios

-Estoy súper bien, nene. Hacía más de seis horas que no me corría y mi cuerpo pedía a gritos las vitaminas que tú me has dado, Marlon – respondí jadeando - ¡ya ves, mi hermano me tiene tan malacostumbrada qué ….! ¡uy, perdón! quise decir mi hom…mi …marido; es que estoy tan excitada que ya no sé ni lo que digo …..

  • ¡ A ver, guapita!, ¿quieres decir que esta misma mañana ya te han follado?.

-¡Sí, joder! No entiendo de qué te extrañas, para nosotros es como nuestro desayuno.

  • ¿ Vosotros?, a ver si te explicas, niña ¿ con quien tomas tu primer desayuno: tu hombre, tu marido o tu hermano?; porque Virgi dijo que eres novata.

-Te prometo que lo soy, Marlon. Aparte de él nadie había entrado en mí – suspiré fuerte – Es una larga historia y difícil de entender. Mi marido y mi hermano son la misma persona, el único hombre de mi vida, al que me entrego cada día desde los quince años, el que es dueño de……

-¡Vale, Vale, Lena! no es necesario que cuentes más, aunque sería bonito conocer vuestra relación. Es evidente lo enamorada que estás de tu hermano, debe ser un buen tipo.

-Gracias, Marlon, por tu comprensión. – de un salto me lancé a su flácida polla introduciéndola en la boca, lamiendo con glotonería el capullo que creció al instante llenándola hasta casi impedirme respirar. Con sus fuertes brazos dio la vuelta a mi cuerpo, de tal modo que a la vez que yo seguía chupando él lamía mi vulva acariciando el clítoris con la lengua, en un perfecto 69. Ambos nos embriagamos con ese nuevo sabor. Él era el primer hombre que bebía los jugos y lamía mi coñito primerizo en mi nuevo oficio de scort que, por cierto, me pareció un gran regalo de la vida puesto que además de hacer lo que más me complacía, follar, me pagaban por ello; mientras que yo tragaba el grueso pollón del primer cliente con la sensación placentera de una lengua nueva, un nuevo cuerpo para destrozarme, unos besos que sabían distintos … todo eso me hizo reflexionar: es evidente que la polla de Fran es más larga, que golpea con más intensidad el cuello uterino, pero también lo es que la de Marlon es mucho más gruesa y que cuando me la mete tengo la sensación de que mi vagina va a explotar mientras presiona hasta el límite las paredes vaginales. No pude evitar ver reflejada en mi mente la imagen de las dos pollas hundidas a la vez en mi coño … ¡todo llegará!

-Cielo, son más de las seis – dije tras mirar la hora, medio atragantada por la leche que corría por mi garganta, llenando mi boca y escurriendo por el mentón – llevamos casi tres horas follando. Es la hora de la despedida.

  • Se me ha hecho tan corto… – farfulló mientras seguía lamiendo el jugoso coño, sacó la cabeza de entre mis piernas – aún nos queda tiempo para tu culito.

-¡Has pagado por lo que has recibido! – exclamé al tiempo que descabalgaba – convinimos que me alquilabas por tres o cuatro horas y llegué puntual al almuerzo, así que si son las seis y cuarto, tú mismo puedes contar. Además el culito no va incluido en el trato, por ahí solo entrará mi hermano … es mi regalo de cumpleaños …