Mi hermana ciega 1. rendición
He de preguntar al doctor acerca de mi embarazo soltó mi hermana con tono firme ⎯ algo raro me ocurre - dijo ella poniendo las manos sobre el vientre incluso siento las pataditas del niño aquí .
La siesta de aquella tarde nos arrastró a tal estado de excitación que salían llamas de nuestros cuerpos revueltos. Ver a mi hermana ciega con la cabeza enterrada entre los muslos de mamá hundiendo la lengua entre los carnosos labios vaginales de esta, al tiempo que Julia agarraba el cabello de Lena empujando su cabeza con la pretensión de que la lengua alcanzase la más oscura profundidad de su gruta, hicieron que mis titubeos iniciales se transformaran en un intenso deseo de follarlas: a mi madre y a mi hermana invidente.
Lo cierto es que no sabía por donde empezar, mamá tenía los labios entreabiertos por los gemidos y los gritos mientras que Lena arrodillada entre las piernas de su madre, lucía el culo joven en pompa invitando a recibir cualquier cosa que llenase la vagina o el, aún virgen, ano. Lo único que tenía claro es que esta tarde iba a reventarlas a las dos, así que, me situé apoyando mi hinchado glande en el esfínter de Lena acariciando el agujerito con el capullo cubierto de babas por mi salivazo.
- ¡ Por ahí no, Fran! – chilló Lena apretando el culo.
- ¿Por qué? - me quejé
- Porque ese va a ser el regalo por mi cumpleaños. – declaró apartando su cara mojada por los jugos de mamá.
Refunfuñando deslicé la polla apuntando a los pliegues que escondían la hermosa flor que, solo yo, regaba cada día. El cuerpo de Lena estaba en pleno desarrollo, tanto por el correr del tiempo como por mis esfuerzos nocturnos en hacerla mujer, sus suaves curvas la habían transformado en una tentadora gacela. Sus fértiles caderas se apoyaban sobre un culito firme y redondo que culminaban en unos muslos que … se abrían con suma facilidad a mis frecuentes embestidas.
Con el prepucio separé los rosados labios vaginales de mi hermana y de un brioso empujón se la clavé hasta la matriz o más allá.
-¡ Jo-der, Fran! – se quejó tras el aullido previo – no seas tan bruto. Sabes que me gusta que me la metas suave aunque después me destroces, como haces siempre.
-Hijo, debes ser cuidadoso con tu hermana - completó mamá –, que aún sigue siendo una niña y está muy tierna.
-Pues la niña bien que te está comiendo el bollo, mamá – respondí mosqueado sin extraer el miembro de la cueva de Lena – y por tus gemidos y temblores parece que estás disfutando de tu hija.
Las caderas de Lena empezaron a tomar la iniciativa intentando encajar el tronco que llenaba por completo su estrecha vagina, apretaba las paredes del coñito frotando la barra que lo atravesaba al tiempo que el culito iniciaba movimientos circulares. Sus jadeos y temblores me avisaban sin necesidad de palabras de cual debía ser nuestro siguiente movimiento ¡era tal la complicidad entre mi hermana y yo!.... comencé el habitual baile que danzábamos cada noche, saqué la polla lentamente hasta la punta para luego volver a ensartarla con violencia. Con ese mete saca suave y violento a la vez, los gritos desesperados y las convulsiones de la hembra no tardaron en llegar, se retorcía como una serpiente de cascabel a la vez que inundaba mi polla con cremosos flujos producto de sus repetidos orgasmos. La experiencia sexual con mi hermana habián hecho de mí un depredador implacable y sabía lo que ella esperaba: que aguantase hasta destrozar su tierna vagina, hasta que derramase en el útero los chorros de leche, aunque ella los definía como el néctar de la vida. Así que, aguanté follándola implacable durante cerca de una hora, ella variando de postura, unas veces montándome a mí para después dejándose caer, sin sacarla, sobre la sábana colocándose debajo abrazando mi cuello, con sus tobillos en mi cintura, abierta de par en par. Ella jadeaba, rota por los múltiples y explosivos orgasmos que le había regalado en la última hora, fundió sus labios con los míos y nuestras lenguas se enredaron en un apasionado beso rendidos los dos a nuestro amor.
Mi cuerpo se envaró, sentía el aliento de mi hermana en mi boca, su total entrega. Su rendición. Exploté en su intimidad bañando la profundidad del adorado coñito con mis chorros de caliente crema, a la vez que ella mordía mis labios convulsionándose por un nuevo e infinito orgasmo. Ambos quedamos exahustos, pero permanecimos abrazados, agarrados uno al otro suspirando juntos.
-No la saques, hermanito - balbució Lena con sus labios en la comisura de los míos - te quiero así siempre, hundido en mí, dándome tu calor, llenando mi vida con ese amor con que me embriagas cada día. ¡ Te amo tanto ! que ya no puedo imaginar mi vida sin ti. – sus ojos nublados se empañaban asomando unas incipientes lágrimas. Besé sus ojos ciegos sorbiendo con los labios cada una de las lágrimas de mi hermana, rendida entre mis brazos.
-¡Venga chicos! – exclamó mamá que permanecía arrodillada junto a nosotros, testigo mudo del amor incestuoso de sus hijos – al final me vais a hacer llorar a mí; jamás pude imaginar vuestra absoluta entrega, os veía follar cada noche pero siempre creí que eran inocentes juegos entre cariñosos hermanos. Hoy he descubierto vuestro verdadero sentimiento ¿cómo vamos a arreglar esto? – chilló poniendo los ojos en blanco.
-No hay nada que arreglar, Julia. – verbalizó Lena girando la cabeza hacia el lugar del que procedía la voz de mamá – Fran es mi hombre y yo su mujer; me importa un bledo lo que los demás puedan pensar, muy al contrario, estaré orgullosa de pasear abrazada a mi hermano por las calles de Madrid, comiéndonos a besos. -¿Verdad Fran? – esperó mi respuesta apoyando su frente en la mía.
-Hemos de escuchar a mamá, aprender de su experiencia – Fran seguía amarrado a su hermana pero la mirada la desvió a los oscuros pezones que se herguían orgullosos sobre las redondas tetas de la madre. Los instintos más primarios lo invadieron y lanzándose abruptamento sobre el cuerpo de Julia la despatarró sobre la sábana entre la mirada sorprendida de mamá y la cara de fastidio de Lena.
-¡Qué haces, hijo mío! – exclamó mamá alarmada, abriendo más las piernas y clavando los dedos en la espalda del atrevido hijo.
Te voy a devolver parte de lo que tú me diste siendo niño, mamá - la miraba fijamente a los ojos mientras acomodaba el duro capullo entre los febriles labios mayores, que golosos se abrieron tragando la imprudente invasión del hijo.
…este no …es modo de devolver…el cariño, hijo… - Julia jadeaba al sentir la polla de él incrustada en el cérvix retorciéndose rotundamente en el ansioso coño, castigando cualquier parte de la vagina en la que había habitado su niño. Cuando notó los suaves mordiscos que él daba en sus tiesos pezones, empezó a gritar presa del delirante orgasmo que la atropelló. – dame más, hijo mío. No pares. Devora las mamas de tu madre. ¡Rómpeme la matriz! – mamá imploraba al tiempo que sus convulsiones crecían hasta que sintió los chorros de leche del hijo ahogando los gritos que se convirtieron en alaridos por el nuevo orgasmo que acabó por destruir su resistencia.
-Has disfrutado como una loba ¿verdad madre? – inquirió él satisfecho por el polvo que acababa de darle a su mamá.
-No sé, hijo - balbucía esta apretando los músculos vaginales reteniendo la polla que seguía incrustada en el fondo del coño – ha sido tan súbito, tan…inapropiado que casi ni me he enterado, ¡me has cogido descuidada!, conste. ¡Debes respetar más a tu madre! …
-¿Más todavía, mamá?. Solo pretendía devolver el alimento que me dabas de niño cuando chupaba tus pezones sorbiendo la leche de tus mamas – tragó saliva – con la única diferencia que te la he devuelto en forma de leche de tubo alojada en el cuello uterino.
-No seas tacaño, hijo – Julia apoyó los tobillos en la cintura del hijo, abriendo los muslos aún más – calcula los litros de leche que me tienes que regalar para que quedemos en paz.
El móvil de Fran comenzó a sonar. Era una llamada entrante de un número desconocido, sin siquiera apartarse de entre las piernas de Julia que seguía agarrada a su cuerpo optó por responder. Escuchó con atención la voz que se explicaba durante varios minutoas al otro lado de la línea.
-Es una llamada del servicio de oftalmología del hospital - dijo tras colgar a la vez que sacaba la polla del coño de su madre con un sonido así como – flop – Mañana a las diez he de llevarte a revisión – miró a su hermana que seguía enfadada por la desatención de Fran - Es extraño, teníamos cita para dentro de dos semanas, pero bien, allí estaremos los dos.
-Os acompañaré – afirmó mamá.
-Tú, Julia te vas al trabajo – concluyó Lena con aire de enfado – me acompaña mi hermano, como siempre ha hecho. Además he de hacerle unas preguntas al doctor.
-¿Preguntas de qué? – preguntó Fran – Tú estarás calladita; de las preguntas me ocupo yo porque si empiezas a enrollarte se nos hacen las tres.
-He de preguntar al doctor acerca de mi embarazo – soltó Lena con tono firme. Madre e hijo se quedaron de piedra, con la boca abierta por la declaración de la chica aunque Fran empezó a contar con los dedos.
-¡Está loca, Lena!. Apenas hace dos semanas que te bajó la regla, ¡lo sabré yo! que te estuve cambiando los tampones los tres días. – chilló Fran.
-Pues algo raro me ocurre - dijo ella poniendo las manos sobre el vientre – incluso siento las pataditas del niño aquí – apretó las manos en la barriga.
-¡Vale, cielo! Se lo comentaremos al médico, no se de el caso qué…., pero lo haré yo como el que no quiere la cosa, de modo trivial, sin darle importancia…..