Mi hermana Carolina 2
Sigue la historia con mi hermana carolina
Después de aquella noche, mi hermana se convirtió en mi objeto de deseo. Deseaba volver a verla. Yo me había empezado a masturbar unos años antes. Lo hacía en el baño y no con mucha frecuencia, y si pensaba en algo era en alguna chica de mi clase o de un año más que yo. En chicas más mayores nunca me había fijado. Pero eso cambió desde aquella noche que mi hermana aplastó mi polla con su culo.
A la mañana siguiente me desperté pensando en Carolina, con la polla dura. Tenía ganas de volver a verla. Fui al baño y me volví a masturbar recordando mi primer contacto con ella. Cuando Carolina se levantó me pregunté cómo había tenido aquella chica en casa todo el verano y años anteriores y no haberle prestado atención. Llevaba puesto un camisón que solía utilizar para dormir o para estar por casa en verano. Era blanco, de algodón, con unos dibujos sobre el pecho, de tirantes anchos y le llegaba hasta medio muslo.
Os describiré como lucía mi hermana. Su pelo lucía despeinado y en su rostro no había signos de sueño ni cansancio. Lucía alegre. Su cuello suave, sus hombros desnudos, el escote del camisón no llegaba a dejar ver nada de su pecho, pero la piel por encima de su pecho me llamaba. La tela dejaba entrever sus pechos, pequeños, redondos. Aunque no es que se pudiesen ver claramente, se transparentaban ligeramente. Su vientre era totalmente plano por entonces. Sus caderas formaban una figura preciosa, y aunque el camisón no era extremadamente ajustado, era lo justo para marcar sus curvas. Por detrás, el espectáCULO era aún mayor. Su hermoso culo empujaba la tela del camisón, levantándolo ligeramente por detrás. Al terminar el camisón podía ver sus piernas, que lucían una piel blanca, suave y tersa, la propia de una chica de 18 años. Y al final sus pies, pequeños, bonitos, que devolvían mis ilusiones al suelo, recordando que aquel cuerpo que tenía delante de mí era el de mi hermana. Aquel cuerpo hermoso era a la vez mi principal deseo y el más prohibido.
Volví al baño y con la imagen de mi hermana como nunca la había mirado y el recuerdo de sentir su cuerpo sobre el mío la noche anterior, volví a disfrutar hasta descargar.
Quería volver a tocar a mi hermana, pero no sabía cómo hacerlo. Necesitaba dejar de pensar en ella por un momento, así que me decidí a salir un rato en búsqueda de mis amigos y alejarme por momentos de la fuente de perversión en el que se estaba convirtiendo mi propia hermana.
Durante días mi rutina era masturbarme diariamente varias veces al día pensando en mi hermana y mis ojos escudriñabana su cuerpo cada vez que tenía oportunidad. A menudo también me sentía culpable por sentir deseos por mi propia hermana. Pero otra parte de mí seguía pensando en volver a tener algún tipo de contacto con ello. También pensaba que el verano se iba terminando. Ya no podría verla con tan poca ropa, y lo que menos me gustaba es que ella debía cambiarse de ciudad para ir a la universidad. Así que los días pasaban y las oportunidades de volver a sentir su cuerpo iban disminuyendo. A veces me preguntaba si ella notaba que la miraba de forma distinta, si quería que la mirase así o no, si ella se había sentado sobre mí a propósito o no, si había sentido mi dureza o no... Fuese de la forma que fuese, mi hermana estaba constantemente en mi cabeza.
Me gustaría que me comentáseis y si alguna chica se vio en esta situación que me hable.