Mi hermana Ana (3)

El hermano le cuenta a su hermana de que manera violó a su madre.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

Mi hermana Ana (3)

Madre violada por su hijo

Quedé impresionado con la revelación de mi hermanita y para retribuir su sinceridad le conté mi historia con nuestra madre .

La revelación de Ana había aumentado mi deseo por ella. Evidentemente esa noche iba a ser inolvidable para los dos. Pero antes era necesario que ella supiera de que manera me había convertido en amante de mi madre.

Puse una mano en un muslo de mi hermana y empecé a acariciarla, hasta llegar a su entrepierna, la que estaba húmeda de deseo, tal vez por el relato que me había hecho. Me propuse aumentar la temperatura de su vulva con la historia de la violación de mi madre.

Mira, Ana, yo también tengo algo que confesarte. Yo he hecho el amor con mi madre. Y al igual que tu estuve varios años en ello. Me da la impresión que todo esto sucedió en la misma época de lo tuyo con papá.

Todo empezó durante unas vacaciones que empezamos mamá y yo solamente. Ustedes acostumbraban a llegar después, por una u otra causa. Ahora sé la verdadera razón del retraso que tenían para unirse a nosotros.

Bueno, hacía tiempo que le tenía ganas a mi madre. Ya sabes, en esa época tenía un hermoso cuerpo y yo la había visto más de alguna vez cuando se cambiaba ropa, por lo que podrás imaginar que me sentía completamente deslumbrado por esos lindos senos, esas piernas esculturales, esas nalgas de diosa y esa boca roja, carnosa, que invitaba al amor.

Acostumbraba a buscar las pantaletas que ella dejaba para lavar y me las pasaba por la verga, haciéndome pajas pensando en ella. O se las olía para impregnarme con el olor de su sexo. Y cuando en las noches hacía el amor con papá, yo los espiaba para imaginarla como gozaba sintiendo una verga dentro suyo. El problema es que sus sesiones de sexo con papá se fueron espaciando, producto de su relación contigo, pero eso no lo sabíamos.

Pero ese mismo abandono de papá hizo que mami empezara a buscar consuelo en la soledad de su pieza, lo que me dificultaba el espiarla, ya que ella siempre buscaba las horas en que estaba sola en casa para "aliviarse" con su mano. Es que mami es una mujer ardiente, que necesita del sexo. Y la abstinencia a la que la sometía papi tenía que suplirla de alguna manera y la única que tenía a mano era precisamente su mano.

Pero me di cuenta de estas prácticas cuando empecé a encontrar tus pantaletas manchadas con sus líquidos. Y una tarde que llegué temprano a casa casi la pillo en plena faena, por lo que no me quedó dudas de sus actividades solitarias.

Si mami se masturbaba a solas era porque necesitaba sexo, el sexo que papi le estaba negando, ya que en las noches era difícil escucharlos hacer el amor, a pesar de los ruegos de ella. Y si a mami le faltaba sexo, ahí estaba yo para proporcionárselo.

Ya en la playa, al tercer día de estar espiándola para sorprenderla en sus actividades solitarias, finalmente mi espera tuvo éxito.

El asunto es que esa noche sorprendí a mamá masturbándose en su pieza. Cuando escuché ruidos extraños en su pieza, con quejidos y suspiros de ella que denotaban a las claras que estaba gozando a solas, entré de improviso y la encontré tirada en la cama, de espalda, con las piernas abiertas y una mano metida entre ella, masajeándose la vulva con dos dedos y los ojos cerrados. La encontré justo en el momento en que estaba acabando. Me quedé paralizado al principio, pero no me retiré sino que seguí viendo como se acariciaba a si misma en busca del éxtasis. A esa edad, cerca de los 20, uno siempre anda dispuesto para el sex, por lo que me acerqué lentamente a la cama, con mi verga en la mano, viendo como mi madre acababa desesperadamente, con los ojos cerrados, la boca apretada y moviendo sus dedos a una velocidad increible. Cuando se calmó y abrió los ojos, me vio parado a su lado, con mi verga enorme en la mano y el deseo pintado en mi rostro. Quedó paralizada por la sorpresa e intentó cubrirse, pero me abalancé sobre ella y abriéndole las piernas con mis rodillas le metí mi instrumento completamente. Ella se movía debajo, pidiéndome que no, que la dejara, pero yo seguí violándola mi entras chupaba sus senos. Finalmente acabé y me retiré de su cuerpo.

Mi madre lloraba desconsoladamente, reprochándome cómo pude haberle hecho eso. Yo a su lado seguía viendo su cuerpo desnudo que aún no atinaba a cubrir y nuevamente sentí fluir la sangre a mi cabeza. Mi instrumento una vez mas tomó proporciones de combate y sentí que tenía que volver a poseerla, que ese cuerpo sería mío completamente esa noche, pues no habría otra oportunidad, ya que tenía la excusa de haberla sorprendido masturbándose y ello había motivado mi reacción insana. De alguna manera ella era responsable de lo que estaba sucediendo. Y la violación reciente era muy poco para satisfacer mi calentura por mi madre. Necesitaba poseerla nuevamente, que su cuerpo se rindiera y participara conmigo en el incesto, para lo cual tenía que excitarla y creía que lo podría hacer considerando el estado de abandono en que la tenía mi padre. No me sería difícil despertar en ella la hembra insatisfecha.

"Madre, lo siento, pero te lo voy a hacer nuevamente"

"No, por favor, no"

Me subí otra vez entre sus piernas, las abrí con algo más de delicadeza esta vez y puse mi verga a la entrada de la vulva materna. Lentamente empecé a empujar mi ariete en la entrada de la gruta de mamá y sentí como mi instrumento se hundía lentamente, paulatinamente pero inexorablemente entre las carnes de ella. Me aferré a sus senos y empecé a besarlos, a chuparlos, delicadamente, mientras metía y sacaba mi verga, aferrado a las nalgas turgentes que siempre me atrajeron.

Al cabo de un rato los gritos y reclamos de mamá fueron disminuyendo y sentí que unos leves movimientos de su cuerpo acompañaban a los míos. Parecía que mi madre se estaba rindiendo finalmente.

"Mamita rica, eres rica"

Y seguía metiendo y sacando mi barra de su interior, besando sus senos.

"Rica, siiiii, mamiiiiiiii"

Aferraba sus nalgas entre mis manos y asi me ayudaba en los movimientos de mete y saca, esperando la rendición total de ella.

"Mamiiiiiii, asiiiiiiiii"

Mi madre se abrazó a mi y empezó a empujar también, secundando mis movimientos.

"Rica, mamiiiiiiiiiiii"

"Hijitoooooo"

Finalmente se había rendido. Ahora sería mía totalmente.

"Toma, toma, mamiiiiiii, goza"

"Si, mijitoooooooo, rico"

Y los dos acabamos al mismo tiempo, juntando nuestras espermas. Y quedamos abrazados en la cama, yo sobre ella y con mi verga aun en su vulva.

La besé largamente, metiendo mi lengua en su boca y ella respondió de la misma manera. Sentí renacer el deseo y sin sacar la verga de su sexo empezamos nuevamente a follar, ahora los dos con desesperación, entregados completamente a satisfacer el deseo tanto tiempo insatisfecho: el mío por mi madre y el de ella por un esposo que no la atendía como deseaba.

Me aferré de sus nalgas para cabalgarla mejor, mientras ella ponía sus piernas sobre mi espalda y reanudamos nuestros movimientos de mete y saca, ahora ambos liberados de toda traba, completamente entregados al placer.

"Rica, siiiiiii, rica"

"Dale, mijito, dale, más"

"Toma, mami, tomaaa"

"Más, mijito, massssssss"

Cuando nos llegó el orgasmo a los dos, fue como una corriente de placer que nos unió definitivamente. Nuestros cuerpos cimbraban producto del éxtasis al que habíamos llegado. Fue una acaba increíble la que tuvimos los dos.

Sin darle tiempo a pensar, la di vuelta, la hice ponerse en cuatro pies y nuevamente se la metí, esta vez por entre los cachetes de sus nalgas, "a lo perrito". Ella movía su cuerpo para chocarlo con el mío, de manera que con cada embestida mía mi cuerpo chocaba contra sus nalgas. Era una sensación indescriptible. Me aferré de sus senos y seguí follandola.

"Eres rica, mami"

"Y tu, mijito, también"

"¿Te gusta como te folla tu hijo?"

"Eres rico, mi amor"

"¿Te gusta la polla de tu hijo?"

"Si, mijito. Es exquisita"

"Y a mi me gusta tu conchita, mami"

"Es tuya mijito"

Acabé en su interior, inundándola de mi leche.

Mi madre estaba falta de atenciones por parte de papá, el que estaba dedicado completamente a atenderte, hermanita. Por eso no me fue difícil abatir su resistencia. El asunto es que esa noche nos amanecimos haciendo el amor. Y continuamos en ello sin que ni tu ni papi se dieran cuenta

Y asi fue que nos hicimos amantes durante varios años, hasta cuando partí de casa.