Mi hermana Alexandra

Dos hermanos hèrfanos de madre inician una relación fraternal muy especial.

Mi Hermana Alexandra.

Hola me llamo Andrés, tengo 24 años, lo que a continuación les cuento ocurrió cuando tenía 16 y mi hermana Alexandra 21.

Mi padre nos cuidó solo desde que murió mi madre cuando éramos pequeños; realmente fue un padre maravilloso, nunca nos faltó amor, ni cuidados; nos daba mimos, nos protegía, nos llevaba a la cama a dormir y cuando no teníamos sueño nos narraba cuentos, nos hacía masajitos –no dudo que lo hacía con la ternura de un padre a sus hijos-. Así transcurrió nuestra infancia, se que mi padre tuvo algunas novias, pero con ninguna llegó a nada serio por lo que nos mantuvimos los tres solos.

Recuerdo la noche en que mi hermana se despertó dando gritos, mi padre acudió inmediatamente a su habitación y la encontró llorando con los calzones en la mano manchado de sangre al igual que su cama, era su primera menstruación, él la consoló y le explicó que era algo normal y que no debería sentir pena ni vergüenza por lo ocurrido, luego le limpió y le ayudó a mudarse de ropa; antes había visto a mi hermana desnuda y a mi padre ayudándole a vestirse, pero aquella vez esa imagen me turbó por completo la mente, no comprendía que mi hermana había dejado de ser una niña. De allí en adelante solo la vi desnuda un par de veces, puesto que se había vuelto más pudorosa y se encerraba en su habitación –cosa que no hacía antes-.

Mi padre nunca había llegado a casa en copas, pero en aquella ocasión había logrado un bono especial en el trabajo y lo celebraron hasta embriagar a mi padre; cuando llegó a casa nos sorprendimos, lo ayudamos a subir a su dormitorio, lo echamos en la cama, él se quedó dormido de inmediato. Alexandra me pidió que la ayudara a desvestirlo, le quitamos la camisa, los zapatos, los calcetines, pero cuando quitábamos los pantalones éstos arrastraron los calzoncillos dejando al descubierto su imponente verga y sus grandiosos huevos -los había visto cuando era niño, pues nos bañamos juntos algunas veces, pero no reparé particularmente en él- yo miraba con cierto asombro, noté que Alexandra también los observaba, pero inmediatamente interrumpió:

qué, nunca se lo habías visto? –dijo con cierta picardía en la mirada.

Si –dije y callé-

Te parece grande?

Bueno..eh...si

Lo que pasa es que el tuyo es pequeño por que aún eres un crío.

Alexandra le agarró el miembro y los huevos y dijo algo entre dientes que no alcancé a entender, terminó de acomodarle la ropa y lo cubrió.

eh! A la cama que mañana debes levantarte temprano –dijo Alexandra, que en esos tiempos ella estaba tomando las riendas de la casa, ya que era la mayor y mi padre había adquirido muchos compromisos en el trabajo.

Me fui a la cama con la imagen de aquella gran verga y la manera como Alexandra la tomó entre sus manos, imaginaba mis cosas de lo que había murmurado, recordé la noche de su primera menstruación siendo tocada en sus partes íntimas por mi padre, estaba completamente excitado; me disponía a hacerme una paja cuando sentí que alguien abría la puerta de mi habitación, era Alexandra, inmediatamente cerré los ojos y simulé estar dormido, alcancé a verla con su camisoncito de dormir casi transparente, me excité aún más.

cuando aprenderás a dormir decentemente –dijo, al tiempo que acomodaba mis almohadas y las sábanas, sentí un escalofrío cuando levantó la sábana, pues estaba en pelotas.

Vaya –exclamó- ya no eres tan crío, me agarró la verga, la meneó y volvió a murmurar algo que no entendí, sentía que iba a explotar; pero en ese instante se oyó un golpe en la habitación de mi padre, inmediatamente me soltó y me cubrió, aparentemente había golpeado la lámpara o algo sin importancia.

Yo esperaba que regresase Alexandra, pero no lo hizo, me hice una de las pajas más grandes de mi vida hasta entonces.

Los días siguientes no podía controlar mi inquietud. Recién reparé en mi hermana que realmente estaba hecha un bombón, no era tan alta, su piel canela recién bronceada, delgada con el vientre liso, no tenía grandes tetas pero se notaban redonditas y erguidas, tenía un culito respingado que se menaba suavemente con su andar, batí mi record de pajas imaginándomela desnuda; no perdía oportunidad para verla al salir del baño, en su ropa de dormir. Sentía envidia y hasta celos cuando veía a mi padre abrazarla y besarla, cuando ponía sus manos en su pequeña cintura, siempre había hecho eso, pero ahora me parecía que había cierta lascivia en su forma de verla y tocarla –supongo que eran los celos que me hacían verlo de esa manera-

Cuando yo me acercaba a Alexandra a molestarla como cuando éramos niños, ella simplemente me largaba, no dejaba que la tocara; creo que se daba cuenta que en realidad lo que quería era meterle mano.

Una noche que veíamos la tele, me acerqué hacia ella y puse mi brazo alrededor de su cuello, esperaba que me largase como siempre, pero en lugar de eso retiró mi brazo y me invitó a echarme en sus muslos, lo que me sorprendió; empezó a acariciar mi cabeza y mis hombros, siguió bajando por mi pecho y se detuvo en mi abdomen muy cerca del pubis - yo estaba mudo, no sabía que decir ni hacer-

has crecido mucho hermanito, ya es tiempo de que asumas más responsabilidades.

Ya viene el discurso de madre sustituta –dije-

Shhh...-dijo suavemente y siguió acariciándome- he notado como me miras, también he visto algunas manchas en tus sábanas –yo palidecí- Creo que es tiempo de que tengas una novia.

Ya tengo! –dije, cosa que no era verdad, tenía algunas amigas pero nada más-

Te conozco y se cuando mientes.

Yo pegué mi rostro hacia su vientre, noté que sus pezones se endurecían.

tú también has crecido mucho, estás muy linda –le dije.

Alexandra me presionó suavemente hacia su vientre, respiraba más profundamente, su mano ahora en mi espalda me presionaba fuertemente; de pronto me soltó y se incorporó bruscamente y se fue hacia su habitación. Luego de un rato alcancé a oír que sollozaba, me acerqué hacia su puerta que estaba entreabierta, la vi echada de lado, creí que lloraba así que decidí entrar; cuando la vi tenía el rostro desencajado y sudoroso, noté que tenía una mano entre las piernas – llevaba puestos unos pantaloncitos cortos de una tela delgada y una camiseta sin mangas.

Cuando me vio se echó de espaldas en la cama con la mirada fija hacia mi miembro, que en ese momento hacía un gran bulto en mis pantalones, también cortos. Se puso de rodillas sobre la cama y empezó a desnudarse, se quitó la camiseta, no llevaba brassiere, sus tetas eran más grandes de lo que creía, redondas muy erguidas –como apuntando al frente, ligeramente arriba- se quitó suavemente los pantaloncitos quedándose en bragas –llevaba una braguita negra pequeña, que resaltaba su bien formada figura. Era una diosa!!!

Ella me miraba profundamente a los ojos como queriendo devorarme; yo seguía parado, mirándola embobado, había quedado paralizado.

ahora me tienes aquí como me querías –dijo-

si –dije casi sin voz-

quítate la ropa –casi ordenó-

Me quité la ropa, tenía la verga empalmada, la noté más grande que otras veces y permanecí parado frente a ella. Alexandra se acercó, me dio un suave beso en los labios, quise corresponderle pero ella me detuvo; siguió besándome suavemente por el cuello, el pecho, bajó a mi abdomen, luego tomó mi miembro entre sus manos y le hizo una suave paja, que fue suficiente para que disparase un gran borbotón de semen que le cayó en la cara y cuello –me sentí muy apenado-. Ella sin mostrar asombro ni enojo, se limpiaba suavemente con sus dedos llevando cada gota de semen a su boca.

uhmmm....más delicioso que la última vez.

Cuando dijo eso me quedé intrigado. Luego ella procedió a lamerme los huevos –ufff que placer-, lamió la base de mi verga, que estaba nuevamente al palo – lo hacía como una experta, aunque era la primera vez que alguien me lo hacía- estuve a punto de venirme nuevamente, ella lo notó y se detuvo.

ahora te toca a ti.

Diciendo eso se echó sobre la cama y me invitó a servirme de ese cuerpo que hacía tiempo me traía loco, que ahora lo tenía para mi, para disfrutarlo. Le agarré torpemente las tetas.

  • hazlo con suavidad –dijo- rózalo suavemente con tus labios, bésame los pezones con delicadeza –ella guiaba, yo obedecía- que tu lengua juegue con mi pezón...ahhh..uhhhmm...-gemía-

Seguí con la otra teta como con la primera.

ahora succiónalo con fuerza, abre la boca, que entre toda mi teta...ahhh...ahhh...uhhhmm...

Luego bajé con mi lengua sobre su abdomen, besé suavemente su ombligo –sentí una contractura de su torso- luego bajé hacia sus muslos, le quité lentamente las braguitas que aun llevaba puestas, ella separó sus piernas; por primera vez admiré su conchita no tenía una gran mata de vellos, pero aun así se los había depilado haciendo un pequeño triángulo, sus labios rosados brillaban por los jugos que empezaban a brotar; me acerque hacia su conchita sentí un olor suave que aumentó mi excitación, empecé a besarle el pubis y a lamerle toda la concha, ella me detuvo y señaló el clítoris, me dijo que jugara con él como lo había hecho con el pezón. Así lo hice, era como un diminuto pene, cuando empecé ella tuvo un fuerte espasmo, apretó mi cabeza con sus piernas, la cantidad de sus fluidos aumentaron, los mismos que yo bebía con placer.

ahhh...ahhh...uhhhmm... sigue, cómeme, ahhh...chúpalo, uhhhmm... méteme la lengua....me vengo...me vengoooo....aaahhh...

Luego quedó flácida, creía que se había desmayado, cuando súbitamente se puso de pie, -la puerta! –era mi padre que llegaba del trabajo. Tomé mi ropa y corrí hacia el baño, Alexandra se quedó en su habitación.

En el baño tuve que conformarme con mi novia de siempre –mi mano- para terminar lo que no pude con mi hermana.

Continuará...

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