Mi hermana

Dicen que me parezco a ella.

Mi hermana.

Tengo una hermana, Marta, que es dos años mayor que yo.

Es muy guapa, con mucho estilo y siempre está rodeada de chicos guapos.

Sinceramente, la envidio.

Mucha gente me dice que me parezco a ella pero no acabo de creérmelo.

El sábado pasado descubrí uno de sus secretos.

El fin de semana lo estaba pasando en casa de mi amiga Carla. Mis padres se iban a un congreso médico que empezaba el lunes y así aprovechaban para visitar a unos amigos. Como mi hermana va a su bola, prefería estar en casa de Carla.

Ambas vivimos en la misma urbanización pero los chalet están bastante alejados.

A las cuatro de la tarde se torcieron todos los planes. Habían hospitalizado a un tío suyo que vive en otra ciudad y tenían que ir a verlo al hospital. De camino, me dejaron en mi casa.

El verano está siendo caluroso y me apetecía una ducha.

Como estaba sola, me desvestí y me fui desnuda al cuarto de baño que hay en la misma planta.

Al acabar se me ocurrió entretenerme probándome ropa de mi hermana. Se que no le hace gracia pero como no estaba…

Ella tiene su habitación en el ático. Hace unos años lo remodelaron mis padres y colocaron una cama de matrimonio muy grande y un gran armario que cubría una de las paredes, con puertas de celosía que le daban un ambiente rústico a juego con las vigas del techo.

Es tan grande que también tiene un sofá y una especie de despacho. Lo que no tiene es baño.

Me gusta estar desnuda en casa. Cuando estoy sola, aprovecho para ello. No sé si soy nudista o viciosa, pero me gusta.

Subí a su habitación, desnuda, y abrí uno de los huecos del armario.

Mientras rebuscaba entre sus ropas, escuché ruido en la planta baja.

Agudicé el oído para confirmar que no eran imaginaciones mías.

Se me heló la sangre. Escuchaba pasos subiendo por la escalera. Oí carcajadas que me parecieron de mi hermana. Sonaban otras risas. Más graves, eran de chico. Al menos dos.

-¡Y yo en pelotas! ¿Qué hago? - pensé.

Ahora con tranquilidad pienso que igual me habría dado tiempo a ponerme alguna ropa de Marta, pero en ese momento sólo pensé en desaparecer. No me imagino lo que diría Marta si me ve con su ropa y habiéndola pillado llevando amigos a su habitación cuando no había nadie.

Lo único que se me ocurrió fue esconderme en el armario. En un lateral había un hueco sin estantes donde sólo guardaba cajas de zapatos apiladas. Sabía que allí cabía y no me verían.

Cerré las puertas justo a tiempo de ver como entraba Marta seguida de tres chicos.

Eran jóvenes, guapos. Mi hermana siempre ha sabido rodearse de lo mejor.

A través de los agujeros de la celosía podía ver toda la habitación.

Marta se tiró sobre la cama y a continuación se giró quedando boca arriba.

-¿No pretenderéis que trabaje habiendo tres tíos a mi lado? – Dijo entre risas.

Uno de ellos saltó sobre la cama a su lado, quedando de rodillas, y le desabrochó el pantalón. Le costó muy poco quitárselos. Marta facilitó el trabajo levantando el culo.

Llevaba un bonito tanga blanco. Muy ajustado. Había abierto las piernas y se le marcaba la forma del coño, un poquito abultado con una notable hendidura vertical en el centro.

Me dio la sensación de que hacía rato que estaba mentalizada. Se apreciaba una mancha de humedad en el centro del tanga. Imagine que ya le habrían sobado antes la entrepierna.

Los otros dos chicos se colocaron uno a cada lado de la cama y se estaban quitando la ropa. A uno le veía totalmente de frente. El otro estaba de espaldas,  aunque en la maniobra se giró y también pude verle completamente.

-¡Dios! ¡Qué cuerpos! – pensé. Estaban muy bien hechos- No sé de donde los saca mi hermana.

Hasta las pollas eran bonitas y fíjate que yo había visto porno a escondidas. Iban depilados hasta la exageración, como recién salidos de un casting porno.

Mientras los dos se desnudaban, el otro hacía lo mismo con Marta. Cómo no, también estaba depilada hasta el extremo.

Marta reía. Aquello le resultaba divertido aunque creo que estaba muy caliente.

Los chicos desnudos se arrodillaron sobre la cama a ambos lados de Marta. Desde mi posición podía apreciar la dotación de uno de ellos. Su polla caía sin tensión pero su grosor denunciaba cierta excitación. El glande asomaba ligeramente como gritando “¡Cómeme!”

Como si Marta hubiera escuchado aquella orden, vi cómo le cogía con una mano por detrás de los testículos. Aquel miembro pareció cobrar vida y a la vez que se puso horizontal, emergió el glande escondido.

Marta era muy hábil. En unos instantes consiguió que aquello pareciera a punto de explotar.

A continuación se la metió en la boca y comenzó a lamer con su lengua y después a succionar apretando los labios. Jugaba con el aparato relamiendo por todas partes.

Con la otra mano hizo lo mismo al chico que yo veía de espaldas y a la vez abrió las piernas descaradamente en una clara invitación al tercer chico que estaba a sus pies y que también se había quitado la ropa.

Mi hermana estaba bastante cachonda. Al abrirse de piernas observé que su coño no era una simple raja. Estaba ligeramente abierto y se apreciaban los pliegues de sus labios.

El tercero se inclinó metiendo la cabeza entre sus piernas y perdí de vista la zona. Le comía el coño y la cara de Marta lo decía todo. Había cerrado los ojos y succionaba con mayor energía la polla que mantenía en su boca.

Tragué saliva porque tenía una extraña sensación entre las piernas. Me llevé una mano a la zona y descubrí que estaba mojada. La escena me había afectado y estaba excitada.

No me atrevía a tocarme por temor a hacer algún ruido y que me descubrieran pero el cuerpo me pedía que alguien me follara con fuerza.

El chico al que le comía la polla, hizo un movimiento extraño empujando con ella hacia Marta. Durante varios segundos vibró su cuerpo. Era evidente que se estaba corriendo en la boca de Marta.

Me sorprendió que Marta no abriera la boca y siguiera succionando. Debió de tragárselo todo.

Dejó la polla del chico que quedó a la vista moviéndose bruscamente arriba y abajo,  y se pasó a hacer lo mismo con la del otro mientras el chico que estaba a sus pies proseguía con el trabajo entre sus piernas.

Por el movimiento del segundo chico imaginé que se corría también en la boca de Marta.

Tras unos segundos de descanso, Marta se levantó y cogiendo al tercero le llevó a sentarse en la cama, con la espalda ligeramente inclinada hacia atrás y apoyada en la almohada.

Marta se colocó sobre él, en cuclillas, dándole la espalda y a la altura de su polla.

Los otros chicos se sentaron en el sofá, relajados, descansando y contemplando la acción.

Con las rodillas muy separadas podía ver su coño abierto, los labios menores enmarcando la entrada a su interior. Se movía desplazando el cuerpo como buscando algo de lo que alimentarse. Se encontró con el capullo del chico y vi como se dejaba caer para que le entrara profundamente.

Llevó el cuerpo hacia atrás y apoyó lo brazos en la almohada. El miembro del chico entraba y salía sin abandonar el interior. Me encandilaba su grosor y la dureza que mantenía. Me gustaba la forma que mantenía el conjunto de ambos sexos. El de mi hermana abierto como una flor y el del chico en medio como un cilindro…-Me estoy yendo de la olla – pensé.

Marta gemía rítmicamente mientras se movía adelante y atrás. El chico levantó ambas manos y la cogió de las tetas apretando y desplazándolas. La soltaba durante unos instantes y volvía a jugar con ellas.

Me llamó la atención lo que sobresalían sus pezones. Nunca se los había visto así de puntiagudos.

Me entró la curiosidad y palpé los míos. ¿Será verdad que me parezco tanto a mi hermana? Los tenía a explotar

Marta empezó a gemir de un modo exagerado sin dejar su moverse rítmicamente. Por el temblor de sus piernas intuí que estaba en pleno éxtasis corriéndose.

Se dejó caer hacia atrás, sobre el pecho del chico.

La polla de este salió de su interior. Palpitó y pude ver como salía algo de semen.

Mi hermana tenía convulsiones y reía como una boba. Chorreaba el semen que el chico había descargado dentro de ella.

Por fin se normalizó.

-Me voy a dar una ducha. ¿Quién me acompaña? – dijo con una sonrisa.

Los tres se levantaron como un rayo.

-No cabemos los cuatro- añadió- A ti ya te he follado, así que tú te quedas – dijo dirigiéndose al que acababa de tirarse y dejando claras sus intenciones.

Salió de habitación con los otros dos mientras el tercero se tumbaba en la cama.

Esperé armada de paciencia. Intenté ponerme más cómoda. Hice un movimiento descuidado y una caja cayó haciendo un ruido seco. Permanecí inmóvil y en tensión vigilando al chico que continuaba sobre la cama.

Le vi levantarse mirando hacia el hueco donde yo estaba. Se acercó lentamente y abrió las dos hojas del armario.

Su cara era de sorpresa. No creo que esperara encontrar dentro a una chica desnuda.

Sonreí con timidez. Era absurdo dar explicaciones. Me llevé un dedo a la boca haciéndole un gesto de guardar silencio.

Conociendo a mi hermana imaginé que si se enteraba que había visto todo desde el armario, me mata.

Pasada la sorpresa inicial, el chico estiró su mano abierta ofreciéndomela para salir.

La cogí y me deje ayudar. Una vez fuera tiró de mí hacia la cama. Ofrecí resistencia, pero el chico me miró con una sonrisa malvada.

Comprendí que tenía que comprar su silencio.

Volvió a tirar de mí, aunque esta vez con la otra mano sobre una de mis nalgas y apretando estas. Subí a la cama y me quedé a cuatro patas.

Algo de tranquilidad me daba que el chico acababa de descargarse con Marta. Supuse que no podría hacer mucho más que manosearme.

El chico no perdió el tiempo. Se colocó tras de mí y con un movimiento certero metió su miembro en mi interior hasta hacer tope. No encontró casi resistencia. El espectáculo previo me había dejado dilatada y con muchas ganas.

Murmuré algún insulto pero la situación y mi excitación me aconsejaban no levantar la voz.

Me sorprendió la capacidad del chico. Su polla parecía tener toda la potencia.

Entraba y salía. La paseaba por mi clítoris con habilidad y - no sé cómo - intuía que yo me iba a correr y me dejaba descansar hasta recuperarme. Era una tortura. Yo quería acabar y largarme. Sólo faltaba que apareciera mi hermana.

Por fin el tío dejó de jugar conmigo y empezó a penetrarme rítmicamente.

Llegó mi orgasmo acompañado de una inesperada corrida del chico.

Se tumbó en la cama con su miembro apuntando al techo y todavía palpitando.

Le hice un gesto de silencio llevándome un dedo en vertical sobre los labios.

Con la otra mano entre mis piernas para evitar que goteara, salí de la habitación para buscar refugio en la mía.

Bajé con precaución las escaleras, temiendo encontrarme con Marta.

Solo escuché sus gemidos en el baño.

Me tocó aguantar escondida hasta que acabaron y se fueron los cuatro. Espero que el chico sepa estar callado.

Y no me importaría parecerme a mi hermana.