Mi guardián
Como soy secuestrada y dominada por un desconocido...
Salía de la universidad, la maestría tenia un horario nocturno que me obligaba a parquear mi vehiculo a una gran distancia considerando la cantidad de estudiantes que a esa hora asistían. Me dirigía hacia mi carro, debía cruzar la calle si quería llegar al estacionamiento.
Los carros cruzaban la avenida como todos los días, algunos rápidamente, otros cediendo el paso a uno que otro estudiante. Cuando por fin consigo me dejen pasar, trato de llegar lo más rápido posible a mi carro.
Abro la puerta y me acomodo en el asiento cerrando automáticamente después la puerta. Cuando intento encenderlo, siento un movimiento extraño, no alcanzo a voltear, alguien me toma por la boca desde atrás agarrando con fuerza también mi brazo izquierdo. En mi boca tengo un paño con un olor peculiar, desconocido por mí. Por mi mente pasan miles de pensamientos, situaciones similares sobre las que habia leido y escuchado de mujeres dormidas para ser secuestradas, ahora yo iba ser una mas. Tarde algunos 30 segundos para quedar en un estado de total inconsciencia.
Escucho un ruido, una cadena que esta siendo arrastrada. Quiero abrir los ojos, pero me duelen, trato de hacerlo despacio. Tomo consciencia de mis sentidos, mi boca esta reseca, hay un olor peculiar como a incienso de canela. Mi cuerpo reposa aparentemente sobre un colchón forrado de una tela suave de algodón. Mis manos, las siento atadas hacia arriba, me doy cuenta que mis pies están sueltos.
Entonces cruza por mi mente ¿Donde estoy? No puedo emitir ningún sonido, estoy como adormecida. Me muevo para tratar de desentumecerme. Comienzo a halar mis manos, aparentemente estoy atada con esposas.
¡¡Maldición!! Alcanzo a decir, mientras sigo moviendo con mas intensidad mis manos, escucho el golpe seco que provocan las esposas, aparentemente es una cama de metal. Se escucha el ruido de mis movimientos, hacen un eco en la aparente habitación en penumbras en que me encuentro.
Luego escucho unos pasos, se abre una puerta, alguien se acerca a mí y se detiene a mi lado. Me quedo inmóvil, estoy asustada. Solo se escuchan mi respiración y el de la persona, de repente el grito de una mujer rompe aquel silencio, un grito que indicaba que iba a ser lastimada si no es que lo estaba siendo.
Espero la reacción del cuerpo que esta parado junto a mí. Siento una mano enguantada que acaricia mi rostro, cuando llega a mis pómulos me doy cuenta que estoy vendada, no puedo ver quien me esta acariciando. Suelto un leve suspiro mientras mi cuerpo empieza a temblar. Siento como se aleja aquel individuo y cierra la puerta tras si, dejándome sola nuevamente por un tiempo que me pareció eterno.
Aparentemente me quede dormida porque ahora abro mis ojos y puedo apreciar la habitación en la que me encuentro. Unos rayos de luz desde unas ventanas alumbran secciones del cuarto. Las paredes están tapizadas de rayas y flores rojas, hay una minúscula mesa con su silla, un armario antiguo y finalmente la cama donde me encuentro, sostenida por una base de metal que sobresale tanto en la cabecera como a mis pies.
Miro hacia arriba, alcanzo a ver unos objetos extraños, unos ganchos, había al menos cinco de ellos por todo el techo.
Ya no estoy atada, logró levantarme pero despacio de la cama. Me dirijo hacia la mesa y veo una nota: "Hoy te toca baño, mantente despierta" es todo lo que indicaba la nota.
A estas alturas imagino que debo tener ya dos días desaparecida, -¿Qué estará pensando mi familia, mi novio, mis amigas? Seguro todos preocupados.
Dejo la nota en la mesa y me dirijo hacia la pequeña ventana que queda justo frente a la cama. Veo un inmenso matorral y en el horizonte solo se ven montañas y árboles, aparentemente estaba en un lugar aislado, nadie me encontraría.
La puerta se abre tras de mi, esta vez si alcanzo a ver una persona, por su aspecto parece que es un hombre, vestido de negro completamente con un pasamontañas que cubría todo su rostro excepto sus ojos y sus manos cubiertas por guantes negros. Las pisadas de sus botas tipo militar sobre el suelo de madera hacían toda aquella situación aun mas tétrica.
Me quedo paralizada, esperando cual será su reacción, solo atino a mirar hacia la ventana nuevamente. Siento sus manos rodear mi cuello, mi cuerpo se tensa. Sus manos se vuelven delicadas, acaricia mis cabellos, siento su aliento en mi nuca, no puedo evitar estremecerme. Su mano derecha se dirige a mi cintura, la posa suavemente, masajeando mi cadera y parte de mi espalda baja. Me hace girar hacia él y me encuentro con sus ojos, totalmente negros, penetrantes, me hipnotizan.
Cortando aquel magnetismo, me hala por un brazo y me indica con señas que salga de la habitación.
Escucho risas, como de hombres, quizás dos o tres. Voy caminando por un pasillo en penumbras con él detrás de mí, marcando cada paso con sus pisadas. Las risas se escuchan cada vez mas cerca mientras nos acercamos a una habitación. Entonces ahí me encuentro con cuatro hombres sentados en diferentes butacas, todos con el mismo aspecto de mi guardián, vestidos en negro. Pararon de reír cuando entré en la habitación, no me imagino por que.
Aquel lugar era mucho mas claro, los rayos del sol entraban con más facilidad y las luces le daban un aspecto más natural, como si no existiera peligro o por que preocuparse. Dirijo mi mirada hacia otra puerta, escucho chorros de agua cayendo. El hombre me empuja hacia ella y una vez entro, cierra la puerta tras de mi con llave. Me encuentro de frente con cuatro muchachas desnudas, todas diferentes pero hermosas, sus rostros se muestran asustados o enojados, algunas tenian marcas en las piernas. Me atrevo a preguntar entonces:
-¿Qué es todo esto? ¿Quiénes son ustedes?
-Se ve que eres nueva.- Contesto una de las que se mostraban enojadas.
-Debes hacer todo lo que te pidan, sino te castigan.-Dijo otra mas menudita con voz asustada.
Una de ellas me pasa una nota y me señala que debo leerla. Trato de que mis neuronas capten el mensaje: "Báñate con todo lo que encuentres, colócate aceite en el cuerpo y espera a que busque por ti", la nota no estaba firmada.
Toda la situación me parecía absurda, les dije que no haría nada, que no entendía, que quería salir de aquel lugar. Se escuchó la puerta abrirse, entró uno de ellos, me halo de un brazo poniéndome de frente y me soltó una bofetada que me hizo caer en el suelo.
-Pórtate bien perrita, si no quieres que maltrate ese lindo cuerpecito que tienes.
Su voz era ronca, firme, me era familiar. Me puse de pie, desafiante.
-¿Quién eres? ¿Qué quieres? Le pregunte de manera impetuosa.
Me soltó otra bofetada, esta vez caí de bruces. El hombre me tomo por los cabellos hasta ponerme de pie. Me arranco la ropa que traía puesta (un vestido de algodón) dejándome en mis interiores. Escuché que alguien corría hacia nosotros y se abrió la puerta estrepitosamente.
-Espera- Le dice mi guardián al hombre que me había golpeado.-Déjame hacerlo yo, y llévate a las chicas-
El otro lo miro enojado y soltándome de los cabellos se dirigió a las otras muchachas que pegaban chillidos de miedo mientras les decía que se apuraran, que eran unas putas.
Una vez salieron todas, mi guardián cerró la puerta nuevamente con llave.
El sabe que tengo miedo, que estoy confundida, acaricia mi mejilla hinchada por el bofetón y me hace un gesto de que entre en la ducha. Sus ojos nuevamente me hipnotizan, iba a entrar cuando me detuvo por la cintura, dirigió sus manos a mi sostén, lo desabrocho desde atrás, rodándolo por mis hombros y dejándolo caer en el suelo.
Luego se puso de rodillas frente a mí y deslizo mi tanga hasta el suelo delicadamente mientras me miraba fijo a los ojos. Noto que me sentía expuesta, avergonzada. Se puso de pie y con un empujoncito entendí que debía entrar en la ducha.
Entre y trate con calma de enjabonarme con los gels que había allí. El se quedaba mirándome de arriba abajo mientras yo por vergüenza miraba hacia el suelo continuando mi tarea.
Puse mi rostro debajo del agua para calmar un poco la tensión en mis mejillas. Con los ojos cerrados, sentí que cerraban el grifo inesperadamente. Abrí los ojos, y ví su mano enguantada, me tomó por la cintura, y me dió una toalla para que me secara.
Su mirada se perdia en mis pechos, mi cintura, mi sexo. Cuando termine de secarme, retiró rápidamente la toalla de mis manos. Me tomó nuevamente del brazo, abrió la puerta y salimos de aquel cuarto de baño.
Ya no se escuchaba las risas, solo el mismo ruido de las cadenas que la otra vez alcance a oír.
Recorrimos rápidamente el pasillo hasta llegar nuevamente a la habitación con la cama.
Me quede de pie, estática, a la expectativa. Se dirigió al armario, saco varios objetos que me parecían extraños pero que ligeramente podía identificar: una venda para los ojos, una crema, un ¿Látigo?
Empecé a asustarme, él lo noto. Rápidamente vendo mis ojos, luego tomo mis brazos y los coloco hacia delante, atando mis manos nuevamente con esposas. Subió mis brazos y escuche una cadena ser arrastrada en el suelo, la envolvió por la abertura que dejaban mis brazos y la encajo en el techo, de tal forma que sentía como debía elevarme un poco mas con los pies para tener equilibrio.
Ato mis pies con grilletes que en otro momento no había percibido, aparentemente con cadenas también. Luego embadurno mi cuerpo delicadamente con crema, mis piernas, mi culo, mi espalda, luego mis dos pechos amasándolos y pellizcando los pezones y finalmente mi cuello. Escucho como se retira, luego un silencio, de nuevo solo se escucha nuestras respiraciones.
Soltó el primer latigazo en mi culo, sentí aquella piel sensible latiendo, las gotitas de sangre rodando por mis muslos. Luego otro latigazo, esta vez en mi espalda, la punta rozo uno de mis pechos, pegue un grito audible y me tambalee. A ese le siguieron 5 latigazos mas, cada uno recorriendo mis piernas, mi espalda, hasta llegar a la nuca. El sonido era tan penetrante, que sentía mis oídos aturdidos cada vez que me golpeaba. Ya no aguantaba, me dejaba caer, solo las cadenas lograban sostenerme, me sentía desmayar.
Mi guardián no hablaba, solo respiraba agitadamente. Se acerco por detrás y sentí su lengua recorrer las heridas de mi espalda mientras amasaba nuevamente mis pechos. Me lastimaba con cada lenguetazo a lo que yo emitía un gemido de dolor, escuche como bajó la bragueta de su pantalón, luego sentí su verga erecta a la altura de mi sexo. Trate de apartarme, pero la manera en que estaba atada me lo impedía. Sentí unos dedos, esta vez sin guantes, hurgar en mi vulva, buscando mi clítoris, acariciando mis labios, me imaginaba lo que iba a ocurrir.
-Por favor no lo hagas- Alcance a suplicar. El ya había introducido uno de sus dedos dentro de mi raja mientras lamía las heridas de mi nuca, no pude evitar estremecerme. Lo hacia de una manera tan delicada que pude notar como empezaba a excitarme.
El no tardo en darse cuenta e inicio un rítmico entra y saca con uno, luego con dos dedos. Para ese momento estaba más que húmeda, mis fluidos se mezclaban con las gotas de sangre de las heridas. Se acomodo detrás de mí y me penetro bruscamente, como no esperaba.
Mientras me penetraba, me sostenía de la cintura para que no me cansara. Una vez la tenia ensartada toda en mi raja no pude evitar comenzar a gemir, me gustaba como lo hacia. Escuchaba sus gemidos cada vez más audibles, lamía y chupaba mi cuello, mis hombros, trataba de inclinarme hacia atrás para amasar mis pechos. Nuestros gemidos se escuchaban claramente, traspasaban las paredes. Mi cuerpo se sostenía con el suyo, me dolían las muñecas y los tobillos del esfuerzo que debía hacer para mantener aquella posición. Entonces sentía que me iba a correr, de una manera indescriptible, todo mi cuerpo se tensaba, esperando aquel estallido, y sucedió cuando por fin mi guardián por primera vez me dirigió la palabra:
-Eres una buena perra, siempre lo supe, eres mía, no lo olvides.
Me corri tan intensamente que no pude evitar gritar, luego se corrió él dentro de mi, diciéndome todo tipo de obscenidades al oído, que extrañamente yo disfrutaba.
Una vez terminado, escuche como respiraba agitadamente, se separo de mí, soltó mis brazos y mis pies de las cadenas y me coloco boca abajo en la cama. Soltó mi venda y movió mi rostro en dirección hacia donde él estaba. Tenía la verga erecta todavía, estaba llena de nuestros fluidos y un poco de mi sangre. La acerco a mi rostro y me ordeno que se la chupara.
-Quiero que la dejes limpia mi esclava.
No pude evitar admirar aquella verga, me era tan familiar. Temiendo una nueva zurra me dedique a chupársela, primero desde la punta hasta llegar a la base. Sostenía mi mentón con su mano mientras arremetía en mi boca, soltando gemidos salvajes.
-Me corro perra, abre bien la boca, quiero que te la tragues toda.
Sentí como su esperma caliente llegaba al fondo de mi garganta. Tuve que esforzarme para tragarla, pues la posición lo hacia mucho mas incomodo para mi. El, finalmente la saco de mi boca y la paso por mis mejillas y mi mentón.
-Has sido una buena perra, mañana te castigare mas fuerte y te va gustar.
Estaba tan cansada que solo alcance a sentir cuando soltó mis muñecas y los grilletes de mis tobillos antes de quedarme completamente adormecida.
Continuara.