Mi gran sueño - 5
Ingrid da a luz
MI GRAN SUEÑO – 5
Antes de enviar a Diana a su destino, mande que la tiñeran de rubia, ya que en el sitio destinado para ella las rubias tenían más aceptación.
Estela como estaba con el tratamiento preoperatorio, y no tenía que estar forzosamente en la casa madre, fue la encargada de entregarla personalmente y dar las instrucciones de lo que tenía que hacer. Al teñirle el pelo se aprovecho para dormirla, salió de la casa madre como una zombi, caminando por su propio pie pero no sabía lo que hacía,
la metimos en el avión de la empresa y salió directa a su destino.
Al llegar se había despertado, Estela le pregunto cómo se llamaba, para comprobar su estado de consciencia, respondiendo que Diana, y que le gustaban las fiestas y bailar, Estela pensó para sus adentros:
¬ Pues a partir de ahora si que vas a bailar y estarás todos los días de fiesta, pero no la que te gusta.
La llevaron a una casa en un barrio sorbido de un pueblo en el interior de la costa africana, con puerto de mar donde hacían escala muchos barcos de carga.
Al entregársela a la jefa del burdel le dijo.
¬ Esta chica tiene que “trabajar” todos los días y solo podrá descansar cuando no tenga clientes la casa, en ese caso tendrá que hacer las labores más bajas y ser tu esclava, no tendrá descanso por los días de menstruación, pues puede menstruar, el cliente podrá hacer con ella lo que quiera, puede hacerlo por delante, por detrás y con la boca, puede satisfacer a tres al mismo tiempo, al cabo del mes mandas un informe de su comportamiento a la casa madre.
La mujer acepto todas las ordenes y esbozo una sonrisa de satisfacción, la iba a hacer saber lo que es estar las 24 horas del día con las piernas abiertas.
Durante los dos días que Estela permaneció fuera trasladando a Diana, yo seguía con el tratamiento de mi embarazo, me hicieron unas ecografías, pero no me enseñaron los resultados, solo me dijeron que la criatura estaba bien, así me mantenían intrigada si seria niño o niña.
Un día tuve la curiosidad de medirme el contorno de mi tripa y me asuste, media 1,63, parecía una embarazada de dibujos animados, fui al médico asustada y me dijo que no me preocupase, ya que muchas mujeres creen que su hijo será muy grande y después pesa lo normas entre 3,30 y 4 kg, lo que abulta mucho es el liquido amniótico que puede ser muy abundante, me tranquilizo.
El régimen de comidas era sano, me controlaban la sal, acido úrico, hierro, en fin todos aquellos análisis de control de embarazo que daban normales, cuando caminaba por los pasillos de la casa era como un globo de feria con piernas, los pechos me habían crecido tanto que tuve que cambiar a una copa mayor, me pesaban les daba crema todos los días para evitar las estrías, al igual que a mi tripa, por la noche al dormir me era incomoda la postura ya que por el peso no podía moverme con agilidad en la cama, me veía al espejo desnuda y encontraba relejado en él a una Ingrid fea y gorda, a veces me ponía a llorar por estar así, pero entonces pensaba en mi hijo que tenia dentro y esas lagrimas se convertían en lagrimas de felicidad. Entraba en el 9º mes de embarazo el médico me indico el día que salía de cuentas, que podía ser bien antes o después.
Por tal motivo le pedí a Chu que esos últimos días Estela y Jennifer durmiesen en mi habitación por si la hora del acontecimiento me venía por la noche, ellas me ayudarían y me darían fuerzas en esos momentos. No puso pega ninguna. Las tres dormíamos en una misma habitación, antes de acostarnos, charlábamos de cómo me encontraba, que sentía, si estaba nerviosa, que quería niño o niña bueno todas esas conversaciones que hacen las mamás primerizas y las que quieren ser mamás, si quería que me durmiesen y me hiciesen una cesárea o parir con la epidural, yo les dije que prefería la epidural, que la cesárea
solamente en caso necesario si hubiese problemas, quería sentir el dolor de una madre al parir, saber lo que se siente.
Una noche me encontraba incomoda, sentía algo extraño, me toque la barriga y algo dentro de mi me decía que estaba próxima la hora, cuando me levante y fui a hacer pis, note que de la vagina salía un liquido medio verdoso, había roto aguas, el parto era inminente, avise a Estela y Jennifer, y enseguida me llevaron a una de las salas de la clínica, estaban más nerviosas que yo.
El médico me reconoció y me dijo que si había roto aguas pero de momento no había dilatación, y que tardaría un buen rato, me dejo en la cama con reposo absoluto, esperando a ver si me venía alguna contracción, las horas fueron pasando y después del medio día comencé a notar las contracciones, me revisaron y las palabras del médico “Aun esta verde”.
Estela y Jennifer no se separaron de mí, cronometrando el tiempo entre contracción y contracción, vino una enfermera y me puso un gotero para ayudarme a dilatar.
Los dolores de las dilataciones eran cada vez más fuertes, Estela y Jennifer me cogían de las manos como si fuesen mi suegra y mi marido, dándome ánimos , yo chillaba cada vez más fuerte, hasta que no pude mas y pedí la epidural, pero ya era tarde para ponérmela, tenía que parir sin ella como a principios del siglo XX, me llevaron al paritorio y en la mesa de partos, con las piernas abiertas de par en par y hacia arriba, me dijo el médico, “Cuando te lo diga empuja” yo no entendí que quería decir con empujar, que empujaba, el me dijo” Como cuando quieres defecar y no te sale”, con ello hacia moverse los músculos pélvicos que empujaban el feto, cuando me venía una contracción, me decía, “Empuja” y yo a empujar, así varias veces hasta que me dijo, ya le veo la cabeza pronto lo tendrás en tus brazos, y una vez mas, “Empuja” venga la ultima “Empuja” y me dijo, ya tengo la cabeza ya esta y poco mas, y enseguida me entro un alivio, ya era mamá, cortaron el cordón umbilical y lo limpiaron desatacaron la nariz y la boca y comenzó a llorar, pero en eso el médico me dice, “Sigue empujando, que tenemos otro” creí que me moría, no se si de miedo o de gozo, “GEMELOS”.
Tras unos pocos empujones llego el segundo, los mismos cuidados tanto para los niños como para mi, me limpiaron, me dieron unos puntos después de expulsar la placenta.
Estaba agotada, Estela y Jennifer estaban llorando de alegría, yo pedía verlos y la enfermera me dijo, los estamos pesando y ahora te los doy, el primero, 3,800 y el segundo 3,400. Así tenia la barriga tan grande, dije y se echaron a reír, el médico sabia que venían dos pero no me dijo nada para no asustarme, ya que era un embarazo de alto riesgo por mi situación.
En eso se acercaron dos enfermeras, cada una tenia a uno, y me dijeron:
¬Ingrid este es tu hijo, el primer niño en el mundo de una mujer trasplantada
Y la otra me dice:
¬ Y esta es la primera niña de mujer trasplantada,
Tenía la parejita, los abrace uno en cada brazo, los miraba, le preguntaba al médico si estaban bien, si tenían todos los dedos, el doctor me dijo:
En un principio están bien, como comprenderás tenemos que hacerles una pruebas medicas para mayor seguridad, pero no te preocupes que dentro de un rato estarán contigo en la habitación.
Se los llevaron a una sala de reconocimiento, y los auscultaron, pediatras, hematólogos todo el equipo médico que me habían atendido.
Me trasladaron a la habitación, cuando llegue a ella, estaba llena de ramos de flores, de todo tipo, con las felicitaciones de Chu, el equipo médico y el personal de la casa madre, una muy especial de Flor y de Fátima, que pasaron después a visitarme.
Llame a Estela, y le dije:
¬Querida, están bien nuestros hijos, son guapos?
Ella me contesto:
¬Son tan guapos como su mamá, yo también seré mamá y serán guapos, gracias por la lección que me acabas de dar, ya se un poco mas lo que significa ser Madre.
A las dos horas del parto y después de las visitas del personal, apareció Chu, cuando lo vi me puse a llorar, dándole las gracias por todo lo que había hecho por mí, el cariño de padre que me había dado y sus consejos, y cogiéndome de la mano me dijo:
¬Mi pequeña Ingrid, todo esto lo conseguiste tu, cambiando tu manera de ser, siendo más consciente de las cosas de la vida, son tus hijos y quiérelos como madre, pero no te olvides del otro, que algún día tendrá que saberlo, para mi estos son mis nietos, cuídalos con amor.
Al marchar me quede dormida, no se cuanto tiempo, pero estaba muy cansada y feliz.
Había pasado 24 horas desde el nacimiento de mis hijos, la noche la pase mas descansada pero sin moverme mucho por los puntos que me habían dado, me trajeron el desayuno, y cuando
Lo termine, vinieron dos enfermeras con sendas cunas y me dijeron:
¬Tu ya desayunaste, ahora le toca a tus hijos,
Y sin más me desnudaron los pechos que estaban duros y me dolían y me pusieron uno en cada teta, los críos instintivamente buscaron el pezón, me enseñaron como tenía que hacer, con la mano opuesta al brazo que lo sostenía tenía que poner con los dedos índice y corazón alrededor del pezón, apretándolo un poco para que la nariz del niño quedase libre y pudiese respirar, primero fue el niño en un pecho y cuando termino de mamar pusieron a la niña en el otro.
La enfermera me dijo:
Lo que están mamando no es leche, todavía es Calostro, una secreción de las mamas recién paridas, antes de que la leche le suba, tendrás unas decimas de fiebre con la subida de la leche.
Tenían hambre, ya que mamaban con ganas, sentí un alivio en los pechos cuando terminaron de mamar, no los tenía tan duros, me enseñaron a lavarlos y me pusieron una crema en los pezones para evitar las estrías y mastitis
Los recogieron y los pusieron en sus brazos para que soltaran el aire que habían tragado al mamar, las enfermeras se asustaron cuando ambos soltaron unos buenos eructos, habían quedado satisfechos.
Cada tres horas la misma operación de darles el pecho, a los dos días me sacaron leche de los pecho para analizar, y me dijeron que era de gran calidad, dentro de los cánones de la lactancia materna, es decir que tenía muy BUENA LECHE. Al tercer dia ya me hicieron levantar y caminar un poco por los pasillos, me pusieron una faja post parto, para reagrupar todo el vientre dilatado durante el embarazo y a su estado natural, con ello no me quedaría una tripa colgando y recuperaría pronto mi antigua figura, me puse un sujetador de lactancia que no hacía falta que me lo quitase para darles el pecho, ya que la parte superior de las copas era desmontable, para facilitar sacar el pecho que siempre estaría sostenido por la parte inferior.
Me costa andar por los puntos, pero no me dolían pues cuando caminaba, siempre me dirigía al nido donde estaban mis hijos, allí sentada, les hablaba y les acariciaba eran los casas mas importantes de mi vida