Mi gran semana erótica con un artista

Desde hacía unos meses, no probaba el sexo con ningún hombre. Había sido muy discreto en todos mis encuentros homosexuales, había echado un polvazo con un cubano... Pero todos esos encuentros habían sido sexo duro, podían haber hecho vídeos porno con las cosas que había hecho. Es por eso que, en cierto modo, me apetecía mantener relaciones sexuales esporádicas en las que pudiera hablar con esa persona. No una relación, pero algo interesante. Lo que conseguí fue algo mejor que una relación sexual esporádica.

Desde hacía unos meses, no probaba el sexo con ningún hombre. Había sido muy discreto en todos mis encuentros homosexuales, había echado un polvazo con un cubano... Pero todos esos encuentros habían sido sexo duro, podían haber hecho vídeos porno con las cosas que había hecho. Es por eso que, en cierto modo, me apetecía mantener relaciones sexuales esporádicas en las que pudiera hablar con esa persona. No una relación, pero algo interesante. Lo que conseguí fue algo mejor que una relación sexual esporádica.

Mi grupo de amig@s y yo solemos movernos en lugares muy bohemios, llenos de pintores, escritores, filósofos. Uno de mis amigos fue invitado a la inauguración de la exposición de un famoso artista de la ciudad. Es escritor, fotógrafo, pintor y declarado homosexual. Finalmente fuimos a esa inauguración. Los cuadros y fotos eran muy interesantes, había desde retratos, hasta desnudos masculinos y femeninos, pasando por cuadros abstractos. Este artista estuvo hablando con nosotros durante buena parte de la exposición por eso nos invitó a su casa, donde daba una fiesta después de la inauguración. Nosotros fuimos allí, nos relacionamos con mucha gente importante. En un momento dado, fui a mostrarle mi admiración por él. Había leído un par de libros y su pintura me maravillaba. Estuvimos mucho rato hablando de arte, de música... Era una conversación muy agradable, y puedo decir que era un tipo del que se aprendía. En un momento dado me dijo que estaba trabajando en una nueva colección en su casa de la playa, donde se iba al día siguiente, y me dijo que si quería pasar allí unos días viendo cómo trabajaba. En principio le dije que no sabía si iba a poder ir, cuestión de discreción ya que, al oír la invitación mis amigos, se echaron a reír, sabiendo lo que esa invitación conllevaba. Ellos no tienen ni idea de mis aventuras sexuales gays esporádicas. Sin embargo, intercambiamos teléfonos, yo consciente de que la semana siguiente tenía vacaciones en el trabajo, y nadie más lo sabía. Finalmente le dije que si me animaba le llamaba. De camino mis amigos vacilaban con el tema, me decían que "este hombre te ha elegido para ser su musa" y cosas así. Yo me reía, todos bromeamos. Sin embargo, dos días después lo llamé y quedé con él para ir a su casa. Me dijo que me podía quedar allí todo el tiempo que quisiera, así que cogí un vuelo de ida y vuelta para mi semana de vacaciones. Por supuesto, a mis amigos les dije que tenía un viaje de negocios, algo muy común en mi trabajo.

Dicho y hecho. Me planté un domingo por la tarde-noche. Llegué a su casa, estaba trabajando. Me enseñó por encima lo que estaba haciendo. Todo eran desnudos, de jóvenes e incluso de él, que había hecho a partir de fotografías. La verdad es que sabía que estaba allí para tener sexo con él, pero hasta ese momento no lo había pensado demasiado. Me invitó a cenar a un restaurante y comenzó a hablarme de la inspiración de su obra.

-Esta nueva colección está basada en una aventura con dos hombres que tuve hace dos meses-. Comentó.

-¿Te marcaste un trío? Pregunté.

-Fue algo más. Fue un mes de sexo en el que hicimos de todo. No teníamos por qué follar siempre juntos, podíamos follar sólo dos. A veces uno dormía mientras los otros dos, en la misma cama, follaban descontroladamente. Otras veces, simplemente nos masturbábamos, cada uno a su rollo o todos juntos. Pero fue un mes muy intenso. Apenas salíamos a la calle, sólo disfrutabamos de nuestros cuerpos.

-Madre mía...- Dije yo.

La verdad es que estaba muy excitado. No era una persona muy atractiva físicamente, pero su forma de ser, el ver cómo disfrutaba del sexo, de la vida, me excitaba, y no me quería ir de allí sin probar las mieles de una relación erótica y sexual con él que, no me cabía duda, podía llegar a ser muy intensa.

Tras la cena, llegamos a casa. Nos tomamos un par de copas. Yo esperaba que se insinuara, que intentara algo conmigo. No quería ser yo quien tomara la iniciativa. Aunque estuviera bastante claro lo que hacía allí, siempre te queda alguna que otra duda. Yo empecé a estar muy cansado del viaje, de la semana de trabajo así que forcé la situación un poco.

-Bueno, creo que me voy a ir a dormir-. Comenté, esperando que él me invitara a quedarme.

-Muy bien, supongo que estarás cansado. Te enseñaré tu habitación-. Contestó.

Eso me descolocó, pensaba que insitiría, que me diría que durmiera con él o algo por el estilo. Era una persona que había tenido una relación sexual a tres bandas durante un mes. Teniendo en cuenta de que yo no era homosexual declarado, esperaba un poco más de iniciativa. Sin embargo, no sucedió. Me enseño la habitación, una enorme. Era la principal, pensaba que me estaba invitando a dormir con él. Pero en seguida me dijo que el dormía en una cama grande que tiene en el estudio, porque se quería quedar trabajando. Me despedí de él hasta mañana. Esa noche, se me había escapado vivo. Estaba muy caliente. No me podía creer que no hubiéramos follado. Esa noche me masturbé un par de veces, dado el grado de excitación que tenía. Dormí completamente desnudo y sin arroparme demasiado, con la puerta entreabierta, por si el pasaba, que me viera desnudo... Pero no pasó. Se oían ruidos que venían desde el estudio, no salió de allí en toda la noche. Yo, finalmente, me quedé dormido.

A la mañana siguiente me desperté casi a medio día. No me enteré si me había visto desnudo, aunque lo dudaba bastante; me habría despertado, pensé. En cualquier caso, decidí tomar la iniciativa. Bajé en calzoncillos, fui a la cocina, me preparé un café y fui a su estudio. Estaba pintando un cuadro en el que salía el con sus dos amantes besándose y haciéndose felaciones. Le di los buenos días y le pregunté si había dormido. Me dijo que apenas un par de horas, pero que no estaba cansado porque el día anterior durmió hasta las 5 de la tarde. Comentaba que tenía un desfase horario de sueño. Yo enseguida hice un comentario sobre el cuadro.

-Imagen atrevida ¿no?. Pregunté

-Jeje, provocativa diría yo... Ya te dije que fue un mes muy intenso.

-¿Y eran realmente así de atractivos, o has retocado algo? Pregunté.

Sacó dos fotos y me los enseñó. Eran exactamente como los pintaba. Eran muy atractivos y así lo dije.

-Sí que son atractivos, si. No me hubiese importado estar yo también con ellos un mes jeje.

El sonrío, pero no hizo más comentarios. Sin embargo, yo insistí con el tema.

-Lo que yo no saldría tan bien en los cuadros.

-¿Por qué no?- Preguntó.

-Hombre, no tengo el cuerpo de esos dos.

-Tu tienes un buen cuerpo. Quedarías muy bien...

Ahí lo empecé a ver más claro. Así que forcé la situación.

-Hombre, un desnudo no me importaría hacer. ¿Sería posible?

-Claro, ahora mismo si quieres.

-Y ¿cómo lo hacemos?

-Yo te veo como un joven saliendo del agua, con un albornoz tumbado en una cama-. Dijo.

-Oye, pues si quieres lo hacemos. Me pongo un albornoz y a ver que tal queda, si no nos gusta lo tiramos y ya está.

-Pues coge el albornoz y túmbate en la cama mientras yo cambio el lienzo.

Fui al baño, me quité los calzoncillos, mi pene estaba muy erecto, así que esperé un poco para que no se me notara. Se me bajó un poco, me puse el albornoz y fui al estudio. Me tumbé en la cama. Me pidió que me retirara un poco el albornoz. Ya estaba delante de él, enseñándole mi cuerpo desnudo. El empezó a pintar. En un momento, comenzó a dar vueltas alrededor de la cama,  en un momento, oigo como coge una cámara y me hace una foto. Seguidamente, cogió un espejo que había en la habitación y lo puso detrás mío.

-Tienes un culo precioso. Tiene que salir en el cuadro.- Dijo. Eso me puso muy caliente, y comencé a empalmarme. Comencé a hablar para no darle importancia.

-¿Te gusta?

-Es el culo más perfecto que he visto nunca. Tiene la belleza de la forma femenina y el músculo de la forma masculina.

-¿En serio? Pregunté.

El vino con la cámara y me lo enseñó.

-Es precioso. Dijo mientras se puso detrás de mi y siguió mirándolo. Ahí lo vi claro...

-Puedes tocarlo si quieres... Dije

De pronto noté como se sentaba detrás de mí puso la mano sobre mis nalgas y comenzaba a acariciarlas. Seguidamente noté como uno de sus dedos se fue hacia mi ano y comenzó a acariciarlo. Yo gemí un poco mientras comencé a empalmarme.

-Por lo que veo te gusta-. Dijo, mientras comenzaba a meter poco a poco su dedo en mi ano.

-Claro, como no me va a gustar...-Dije

Su dedo cada vez estaba más dentro de mi ano, y yo empecé a acariciarle su paquete por encima del pantalón. El comenzó a menearme también mi pene. Yo intenté desabrocharle el pantalón, pero lo hizo el mientras comenzaba a besarme. Nos besábamos mientras su dedo estaba ya dentro de mi ano. El, por su parte, ya se había desprendido de su camiseta y tenía los pantalones por los tobillos. Se los quitó del todo y yo le quité sus calzoncillo. Tenía una polla completamente depilada, no era muy grande, pero sí gorda. Tendría unos 15 centímetros. Yo se la empecé a menear, él la mía mientras nos besábamos. Se tumbó encima mío y comenzó a meterme dos dedos por el culo. Yo seguiá meneándole la polla mientras el me besaba por el cuello y la oreja. Empezó a bajar por mi cuerpo con su lengua. Me la chupó un poco mientras seguía con los dedos en el culo metiéndolos y sacándolos. Los sacó y bajó hasta el ano. Me abrió de piernas y me lo empezó a chupar, pero muy poco rato. Volvió a subir y me besó.

-Quiero penetrarte-. Me dijo al oído.

-Hazlo por favor.- Respondí.

Me abrí de piernas mientras le seguía tocando su verga, el mientras, comenzó a humedecer un dedo y a meterlo en mi ano poco a poco. Después metió otro dedo. Poco después lo sacó, me besó y empecé a sentir como introducía poco a poco su polla en mi culo. No costó nada, llegó hasta el fondo, la dejó unos segundos y empezó a dar ritmo. Yo cruzaba mis piernas sobre su espalda y trasero, mientras le acariciaba suavemente sus hombros. Cada vez el fue más rápido, yo gemía de placer, le veía la cara, tenía los ojos cerrados, estabamos muy calientes. Nos pusimos de lado para cansarnos menos, pero sin que me sacara la polla del culo. Mis gemidos cada vez eran más fuertes, el también jadeaba de placer. Me preguntaba si me gustaba, yo le decía que por su puesto. En un momento, me la sacó, me puso en una postura muy extraña, como boca abajo pero con el culo ladeado y se subió encima embistiéndome cada vez más fuerte. Así estuvo unos minutos hasta que empecé a notar contracciones. Pronto noté como se corría dentro de mí, sin que yo me opusiera, mientras cerraba los ojos de placer. Después de eso, la dejó dentro unos pocos segundos, la sacó y se tumbó al lado mío.

-¿Tu no te has corrido mi niño?- Preguntó.

-No, pero no te preocupes.

-No me preocupo, ya te termino yo...

Cogió mi miembro y empezó a pajearme para que me corriera. La verdad es que sabía como masturbar a un hombre. Pasados un par de minutos, al ver que no me corría, decidió acariciarme el ano hasta introducir un dedo para ver si así terminaba. En efecto es lo que pasó. Me corrí como un toro sobre mi pecho. El me extendió la leche por todo mi cuerpo y nos quedamos tumbados, relajados sobre la cama mirándonos.

-Vaya polvo-. Dije.

-¿Te ha gustado?. Preguntó

-Por supuesto, me ha encantado.

-¿Mucho entonces?

-A ver, no ha sido el mejor de mi vida, pero ha estado muy bien- Comenté

Estuvimos un buen rato, tras el polvo, comentando nuestras experiencias sexuales. Yo le conté lo de mi profesor y lo de Rolando el cubano. Le explicaba que os dos habían sido polvos salvajes y que por eso habían sido una pasada. Él por su parte, me hablaba de sus experiencias con los dos amigos de su colección de pintura. Decía que él normalmente había sido pasivo, pero que actuaba en función del cuerpo del otro y que mi culo era para aprovecharlo al máximo. Ya digo que estaba obsesionado con él, excentricidades de artista, pensé. La verdad es que hablar de sexo no hacía más que excitarnos. Pronto me volvió la empalmada. En un momento de la conversación, me dijo que él era capaz de encontrar el Punto G de un hombre, así que probó conmigo. Me metió un dedo y empezó a moverlo por todo mi ano. Efectivamente, encontró mi punto G, y estoy seguro que si no le digo que pare podía haberme corrido sin ni siquiera tocarme el pene. Después, yo se lo metí a él. Era la primera vez que metía el dedo en el culo a un tío. Comencé a moverlo de arriba a abajo, de izquierda a derecha, mientras él gemía y se masturbaba. Al ver eso, le dije que yo le masturbaba a él y él a mi. Así, nos volvimos a correr. Estuvimos un poco tiempo más en la cama, holgazaneando, pero se nos habían hecho casi las cuatro de la tarde y decidimos preparar algo de comer. Le dije que me encargaba yo y que lo llevaba a la cama.

Así pues me fui a la cocina, totalmente en pelotas y comencé a cocinar unos huevos y unas hamburguesas. Al cocinar, el aceite me estaba saltando, así que me puse un delantal. No me di cuenta, pero ese delantal me cubría la parte delantera de mi cuerpo, pero no la trasera, así que dejaba ver mis nalgas por toda la casa. Eso hizo que él se pusiera super excitado. No lo hice queriendo, pero cuando me vio aparecer con la comida en el estudio estuvimos apunto de aplazarla, porque quería follarme antes de comer. Sin embargo, estuvimos comiendo, comentando sobre cuadros, sobre cine, música... Cuando terminamos, la cosa no se sostuvo. Me levanté para llevar la comida a la cocina, pero él me agarró por detrás y me empezó a acariciar las nalgas. Dejé los platos encima de la mesa, porque sabía lo que tocaba.

-No te vayas, que estás muy sexy así-. Dijo.

-¿A sí? ¿Y qué quieres que hagamos?

Estaba claro lo que quería. Empezamos a besarnos, un beso que duró poco, porque enseguida me puso a cuatro patas sobre la cama, me acarició mi trasero desde las nalgas hasta el agujero y empezó a lamerlo. Después se puso de rodillas y comenzó a embestirme. Lo hizo con ganas, porque esta vez me dolió algo más. Me la sacó, se tumbó en la cama y me pidió que lo cabalgara de espaldas. Eso es lo que hice, me abrí de piernas y empecé a subir y bajar sobre su polla. Esta vez, no sólo gemía yo en voz alta, sino que él también pegaba gritos de placer. Estuvimos en esa postura varios minutos, yo le pedía que terminara, que me estaba cansando. El me hacía cabalgar más rápido para terminar, pero esa tarde nos habíamos corrido ya dos veces y ya costaba un poco más de la cuenta. Así que me la sacó y comenzó a machacarsela hasta que, pasados unos 3 minutos se corrió sobre mi espalda. Corrida que yo noté como me bajaba hasta mi trasero. Después, noté como me la extendía por la espalda con la mano, como si fuera crema solar. Me quité el delantal lo tiré al suelo y empecé a pajearme, pero fue imposible correrme. Después de ese polvo, fui a llevar los platos a la cocina. Cuando volví, el estaba dormido en la cama. Me tumbé un rato con él, a ver si me dormía, pero había dormido mucho esa noche, así que me levanté y comencé a dar vueltas por la casa, mirando sus cuadros, leyendo sus libros...

Ya eran las 8, me asomé y vi que ya estaba medio despierto. Llevé algo de picar para reponer fuerzas y volvimos a echar otro polvo. Me puse encima de él, le besé, me humedecí un poco el ano y me metí su polla en su culo. Comencé a subir y a bajar sobre su pene, cabalgándole cada vez más fuerte hasta mientras el me agarraba las nalgas con fuerza.

-Azótame las nalgas.- Le pedí.

Así lo dizo. Me pegaba tímidos azotes mientras yo lo cabalgaba cada vez más rápido. Los dos gemíamos de placer.

-Córrete sobre mí- Me pidió

Yo cabalgaba a una velocidad impresionante, cada vez estaba más cachondo, así que le hice caso y comencé a meneármela. Él comenzó a tener contracciones y pronto se corrió dentro de mí. Un minuto más tarde me corría sobre su abdomen. Sin sacarla, me tumbé sobre él, notando la corrida que había dejado que también se pegaba a mi cuerpo. Poco a poco, su polla fue saliendo de mi culo, al tiempo que se le pasaba la erección. Después de unos minutos así, yo me quedé dormido. Noté que el se levantaba y comenzaba a pintar. No sé a qué hora se metió en la cama. Pero yo estaba exhausto de follar durante todo el día. Se puede decir que este segundo día allí es el resumen perfecto de la semana. Nos despertábamos, echábamos un polvo, comíamos, echábamos un polvo, leíamos, me pintaba, echábamos un polvo. De hecho, el primer recuerdo que tengo a la mañana siguiente de ese primer día, es notar cómo me acariciaba el agujero del ano hasta introducir un dedo.

-Buenos días- Me dijo mientras yo abría un ojo.

-Buenos días- Respondí.

Nos besámos y comencé a acariciarle su miembro. Me puso de lado, me levantó un poco la pierna y me penetró. Notaba su aliento en mi oreja. Cada vez empezó a embestirme con más velocidad mientras me tocaba el pene y me pajeaba. Poco tardé en correrme sobre la cama. El tardó un poco más. Me follaba rapidísimo, como si fuera una metralleta, la sacó y se corrió también sobre mis nalgas.

Así fueron los días, como digo, aquella semana erótica. Apenas salíamos de casa, apenas nos duchamos 3 veces, olíamos a sexo. La casa olía a sexo. Sólo follábamos. También hablábamos, pero casi todo era antes y después del sexo. Había días en los que ni siquiera dormíamos en la misma habitación. Echábamos un polvo en su habitación, yo me quedaba dormido y él se iba a pintar y dormir en el estudio. A veces yo me masturbaba sólo, mirando cómo pintaba. Él me confesó que se masturbó solo mientras veía como dormía. Una semana intensa que culminó con un día, el último que pasé allí espectacular. Le pedí, nada más levantarnos, follar en todos los lados de la casa, incluso follar en la playa. Así lo hicimos, nos fuimos en pelotas a la playa, ya que su casa estaba a pie de playa, y apenas pasaba nadie por allí, y echamos un polvo sobre la arena. Luego en la cocina, en el baño, en su habitación, en el estudio, en el sofá del salón... Un día intenso en el que sólo recuerdo que nos corrimos 3 veces. Eso sí, me penetró de todas las formas posibles.

Una semana erótica, lo más erótico que he hecho en mi vida. No fueron polvos espectaculares como con Rolando, pero fueron muchos, en muchos sitios, de muchas formas. Polvos que hacen que me excite al recordarlos, que están en mis pensamientos cada vez que me masturbo. Una semana que difícilmente podré olvidar, y que me encantaría repetir otra vez, tal vez con él, tal vez con otra persona...