Mi gran secreto
Aunque mi pareja y yo disfrutamos de una relación abierta y nos contamos todo y consentimos nuestras infidelidades, hubo una relación que me marcó mucho más de lo que nunca pensé y decidí que fuese mi secreto y prolongarla en el tiempo
Mi pareja Juanma y yo teníamos una relación totalmente abierta, de hecho practicábamos intercambios de pareja, participábamos en fiestas swingers e incluso aprobábamos el tener de vez en cuando relaciones con otras personas. Por mi trabajo tenía que viajar frecuentemente y aunque en mi política personal no entraba acostarme con nadie de mi empresa sí que alguna que otra vez había encontrado a alguien en mis viajes y me había acostado con él, Juanma también de vez en cuando conocía a alguien y tenía un encuentro casual, después nos contábamos nuestras experiencias, nos excitábamos con ellas y acabábamos teniendo una noche de sexo espectacular.
Sin embargo algo cambió en mi último viaje, viajé con un compañero del trabajo, Raúl y dadas las circunstancias que ya conté en una historia anterior, rompí mi norma personal de no acostarme con nadie del trabajo. El hecho es que Raúl resultó ser un amante espectacular, me marcó mucho. En el viaje de vuelta hablamos los dos, acordamos que había sido algo puntual y que cada uno seguiríamos con nuestras vidas, yo con mi pareja, él buscando pareja pues estaba solo y en el trabajo simplemente compañerismo.
Esta situación que siempre había sido fácilmente llevada por mí no sé por qué en esta ocasión era muy distinto, decidí no contarle nada a mi pareja, sentí la necesidad de guardarme ese secreto, disfrutaba de tener algo que me pertenecía en forma de secreto íntimo. Sin embargo me estaba atormentando.
Hasta antes del viaje Raúl en la empresa había pasado prácticamente inadvertido para mí, trabajábamos en distintos departamentos y no teníamos prácticamente relación, apenas nos habíamos visto hasta entonces, sin embargo desde el viaje y ante los buenos resultados que obtuvimos nuestra jefa nos encargó muchos más proyectos juntos. Era muy fácil trabajar con él, me sentía realmente cómoda sin embargo cada vez que estaba cerca de mí mi deseo de sentirlo dentro de mí crecía y crecía, estaba deseando que tuviésemos que hacer algún viaje juntos de nuevo por desgracia no había noticias de nada de ello de momento y tenía que poner toda la fuerza de voluntad de mi parte para no abalanzarme hacia él. Mi obsesión llega aún más lejos, hasta donde nunca pensé que podría llegar, aunque Juanma también era un gran amante y me hacía disfrutar increíblemente del sexo, también estábamos muy compenetrados sin embargo estando con él a veces cerraba los ojos e imaginaba que era Raúl quien me estaba penetrando.
Finalmente decidí que si este iba a ser mi secreto no había razón para que el secreto fuese aún más grande, así que decidí trazar un plan que esperaba que saliese bien.
Mi plan consistí en que todos los miércoles Juanma tenía noches de partidos de fútbol con sus amigos, se solía ir por la tarde y entre el partido, post partido y demás no volvía hasta tarde. Yo esos días los dedicaba para mí, por la tarde iba al gimnasio como todos los días y después lo dedicaba a actividades que para mí eran gratificantes o me relajaban, así que decidí desde entonces los miércoles los dedicaría a Raúl, él sería mi amante secreto, pasaría la tarde disfrutando con él y volvería a casa a dormir antes de que volviese Juanma. Sobre el papel yo veía que era un gran plan, pero no sabía si Raúl aceptaría mis condiciones de tenerme solamente un ratito a la semana y luego saber que no iba a ser suya.
Llegó el miércoles por fin, me vestí para ir al gimnasio, con mis mallas negras, un top también negro y una sudadera, pues aún la temperatura era algo fresca. Como todos los miércoles me marchaba de casa antes que Juanma, estaba alegre y risueña pensando en mi plan, Juanma me comentó que qué es lo que me pasaba que nunca me había visto tan entusiasmada por ir al gimnasio. Yo le dije que simplemente me sentía feliz, le di un beso en la boca para despedirnos y Juanma me despidió con una cariñosa palmada en mi culo.
Ya montada en mi coche marqué el número de Raúl, descolgó el teléfono sorprendido:
- Hola Sandra, qué raro que me llames.
- Sí, verás, es que… necesito tu ayuda. Tengo que presentar unos informes y necesitaría que los vieses antes de presentarlo.
- Claro, eso está hecho. Dámelos mañana y los miro.
- No, no, tendría que ser ahora.
- ¿Ahora?
- Sí, tengo que presentarlos mañana a primera hora. Dime tu dirección y si puedes me paso ahora mismo y lo vemos.
- Claro, claro…. Sin problema. Te mando ubicación.
- Gracias, mil besos. Te debo una.
Estaba contenta, mi primera fase del plan había funcionado, ya iba para su casa. Quedaba lo más difícil, exponerle la situación a Raúl, pero ya imaginaba sus manos recorriendo mi cuerpo y sus labios saboreándome.
Llame a su casa, abrió la puerta y me invitó a entrar. Su casa era bastante bonita, decorada minimalista y moderna, todo muy recogido y era un ambiente agradable y acogedor, me senté en el sofá directamente. Empezó a hablar Raúl:
- Vaya Sandra, que deportiva vienes, ¿no?
- Sí, iba para el gimnasio, pero ha habido un ligero cambio de planes. Se me ocurrió llamarte de repente, si no me hubiese arreglado un poco más.
- No te preocupes, vienes muy guapa. Y dime, ¿en qué puedo ayudarte?
- Vengo a hacerte una propuesta.
- ¿Una propuesta?
- Sí, es que… te deseo.
- Pero…. Pero… ¿no me dijiste que lo nuestro fue una cosa puntual? Que tenías pareja y demás.
- Sí, y la tengo.
- Pero si tú aceptas me encantaría que fueses mi amante todos los miércoles.
- ¿Cómo que los miércoles?
- Sí, verás yo soy feliz con Juanma, pero te deseo a ti. Deseo que seas mi secreto con él y las tardes de los miércoles me las dedico a mí y él a sus cosas, me gustaría pasarlas contigo. Siempre y cuando a ti no te importe.
- Tú me vuelves loco Sandra, mejor un ratito a la semana contigo que nada.
Yo recibí la noticia con agrado, me senté sobre él, rodeé su cuello con mis brazos y comencé a besarlo. Me quité mi sudadera pues en sus brazos ya sentía calor. Sus manos en mi cintura me atraían hacia él, su tacto que tanto había deseado por fin lo sentía en mí, ahora sus manos se deslizaron hacia mi top que enseguida me fue quitado quedando libres mis pechos que cayeron presa de sus labios, yo movía suavemente mis caderas, y entre mis finas mallas notaba como su miembro iba creciendo dentro de sus pantalones, le quité su camiseta y mis manos comenzaron a acariciar su pecho. Puso sus manos en mis nalgas y se levantó del sofá, quedamos los dos de pie uno frente al otro, mientras sus manos acariciaban mis costados su boca saboreaba mi cuello, me encantaba y me estremecía de placer, fue agachándose mientras su boca recorría todo mi cuerpo, mis pechos, mi vientre, finalmente acabó de rodillas delante de mí y con un rápido movimiento bajó mis mallas y mis braguitas a la vez. Cogiéndome fuerte por las caderas hundió su boca en mi coñito, su lengua recorría mis labios en todo su recorrido, entraba y salía con velocidad, yo suspiraba de gusto mientras con mis manos acariciaba su pelo. Con mi coñito ya bien húmedo se puso de pie, bajó sus pantalones, dejando fuera su enorme miembro, me atrajo fuerte hacia sí para besarme, el sabor salado de mi coñito en su boca me volvía loca, y el sentir su polla que estaba al cien por cien estrechada contra mi cuerpo más aún, me liberé de su boca para implorarla que me follase, que deseaba tenerlo dentro de mí. Él me cogió en sus brazos, me llevó hacia su habitación y me echó sobre su cama. Me indicó para que me pusiese a cuatro patas al borde de su cama, obedecí obediente. Estaba ansiosa por sentirlo dentro de mí, pero lo que noté fue primero su lengua saboreando de nuevo mi coñito, mientras dos dedos se habrían camino, me gustaba y suspiraba gustosa, finalmente con una mano en mi cadera y otra guiando su polla comenzó a penetrarme, cuando estuvo toda dentro me agarró fuertemente con las dos manos y comenzó a marcar un ritmo acelerado, me encantaba, sentía como me llenaba y respondía con fuertes jadeos de placer, de pronto frenaba el ritmo, despacito, mientras una mano recorría mi espalda acariciándola y la otra acariciaba suavemente mi coñito por delante, provocándome otro placer más suave y que yo acompañaba moviendo mi cadera para facilitar que penetrara más adentro. Estaba disfrutando de lo lindo. Sin dejar de penetrarme me levantó hacia atrás, mi cabeza hacia atrás buscaba con mi boca la suya, lo besaba desesperadamente mientras una mano me agarraba firmemente por mis pechos y la otra seguía acariciando mi coñito, así noté como un calor salía en forma de líquido de mi coñito gracias a que hizo que me corriese por primera vez suavemente. Ahora Raúl me empujó hacia adelante, haciendo que quedase totalmente tumbada boca abajo, Raúl sobre mí me embestía ahora con rapidez, ésta posición en particular me hacía sentir una gran intensidad, cada embestida me elevaba más y más, no para de repetirle que siguiera, y más y más y no tardé mucho en estallar de placer, Raúl se dio cuenta de cómo temblaban mi espalda y mis piernas se excitó enormemente y sacando su polla de mi interior derramó toda su leche sobre mí. Se tumbó a mi lado, yo me acurruqué bajo su brazo y le di las gracias, quedamos así los dos un ratito en silencio.
Enseguida recuperé un poquito las fuerzas, agarré su polla y comencé a acariciarla suavemente, le dije que haría que cada miércoles fuese mágico, que mereciese la pena. Su respuesta fue hundir su lengua en mi boca mientras acariciaba mi cuerpo. Bajé con mi boca hacia su polla, aún tenía algún restito de semen que no me importó recoger con mi lengua y tragármelo, comencé a lamerla y tragármela lo mejor que sabía, quería que cara miércoles con él fuese especial, disfrutar del tiempo que durase ésta nuestra aventura, él agarró mi culito y me fue llevando hacia él, así quedamos en un rico sesenta y nueve, mientras él me comía con maestría mi coñito yo intentaba hacer lo mismo con su polla. De nuevo estábamos los dos al cien por cien, deseaba de nuevo sentirlo dentro de mí. Fui bajando poquito a poco hasta que mi coñito quedó de nuevo presentado frente a su gran miembro, lo fui acomodando delicadamente y comencé a cabalgarlo de espaldas a él, sus manos acariciaban la parte baja de mi espalda, yo por mi parte cerraba los ojos, guiándome por mis instintos, cabalgando delicadamente arriba y abajo con mis manos apoyadas entre sus rodillas. Raúl se incorporó, quedando su pecho contra mi espalda, yo me restregaba contra él mientras subía y bajaba, sus manos acariciaban mis pechos. Sus besos en mi cuello me volvían loca, yo estaba disfrutando. Me dijo al oído que quería ver mi cara mientras lo follaba. Él se tumbó de nuevo y yo complaciente me di la vuelta, comencé de nuevo a cabalgarlo, ahora con mis manos apoyadas en su pecho, adelante y atrás, adelante y atrás, disfrutando de todo el recorrido de su polla en mí, de nuevo él se levantó, sus manos rodeaban mi cintura, mis manos sobre sus hombros me ayudaban a subir y bajar con mayor velocidad, nuestras frentes apoyadas la una en la otra hacían que nuestros jadeos se alimentasen el uno al otro. Raúl entre jadeos intentaba decirme que se iba a correr, yo lo agarré fuerte y sonriendo le dije que tenía mis precauciones y aceleré el ritmo, no tardé mucho en sentir como Raúl me agarraba fuerte por la cintura atrayéndome hacia él y sintiendo como estallaba dentro de mí, yo seguía subiendo y bajando, ahora con delicadeza, agarrada a su cuello y disfrutando de su cara de placer, no tardé mucho en sentir también un placer que recorrió mi espalda haciéndome sentir plena y satisfecha. Raúl cayó tendido de espaldas y yo quedé sobre él, así estuvimos los dos buena parta de la tarde, sintiéndonos el uno al otro.
Quedamos los dos un rato charlando animadamente, yo le decía que no dejase de buscar una buena chica en su vida, pero que mientras no la encontrase yo estaría ahí cada miércoles para revivir tardes mágicas como esta. Finalmente entre risas y besos la tarde pasó sin darnos cuenta, yo tuve que saltar corriendo y darme una ducha rápida. Nos despedimos apresuradamente, acordando vernos el próximo día en nuestro trabajo, en el que ambos disfrutaríamos al vernos recordando nuestro secreto. Me marché corriendo.
Llegué a casa aún un rato ante que Juanma. En cuanto entró con la puerta lo recibí con un cálido beso y abrazo como solía hacer siempre. Él me contó como siempre su tarde de partido y me preguntó que qué tal mi tarde, yo sonriendo dije que muy bien, tranquila, nada en particular.
Era tarde y ambos nos fuimos a la cama, afortunadamente los días de partido venía bastante cansado pues no sé si hubiese podido resistir otro envite después de la gran tarde con Raúl, aunque seguro que habría hecho un esfuerzo. No obstante quedé dormida abrazada a él, contenta y feliz por mi vida y por mi nuevo secreto que guardaba celosamente.