Mi gran secreto
Aquel día no iba a ocurrir nada, pero....
Llevo casado 12 años, y aunque mi vida sexual no es mala, deja mucho que desear. Me gusta vivir intensamente el sexo, digamos que soy muy activo y no lo considero como un vicio ni como una necesidad, pero me gusta disfrutar de el.
Hacía tiempo que no me masturbaba tan a menudo, quizás tres veces por semana y practicaba solo una vez sexo con mi esposa en ese periodo de tiempo. La realidad es que cada vez iba a peor, ella no tenía ganas, falta de apetito sexual, cansancio, en fin tantas cosas.....
De adolescente se comenten muchas locuras, o no, lo cierto es que en esa época había un chico en mi barrio al cual le gustaba andar con otros chicos y de todos era bien sabido. No faltaron ocasiones para encuentros a escondidas con él, incluso recuerdo más de una vez que me invitaba a su casa a merendar y después en su cuarto él terminaba masturbándome. Hubo ocasiones en que dentro de la habitación llegamos a ser cuatro chicos. Así que yo tenía alguna experiencia en el asunto.
Fue hace unos dos años, aburrido en casa, me conecté como otras veces a un chat de mi ciudad, hablaba y me entretenía un rato hasta que me hartaba o no conseguía arrancar el aburrimiento.
Me decidí a ponerme un nick para ver si me entraban algún hombre, tipo “biscasado” y no tardaron en llegarme algunos privados, y los iba contestando.
Algunos solo por morbo, otros querían sexo real, en fin, infinidad de opiniones. Respondí a otro chico también casado, que resultó estar muy cerca de donde vivía yo.
No tenía experiencia con otros chicos y eso me gustó. Solo me pedía discreción, conocernos como amigos, sin ningún tipo de compromiso. Dudé más de lo esperado.
No tenía nada que perder si era cierto lo que me decía, pero por otro lado, pensándolo fríamente:
Como sé si es verdad todo lo que me cuenta, y si no resulta ser quien dice.
Puse una serie de condiciones, la primera que nos deberíamos de ver en un sitio donde hubiera mucha gente, pasar inadvertidos, la segunda que pasase lo que pasase, solo nos conoceríamos ese día y charlaríamos, vernos en persona y físicamente. Por supuesto iríamos los dos solos, sin terceras personas a la hora acordada y en el sitio exacto. Nada de unos metros más allá, para ver quien es.
Como digo todo normal, me pareció gente discreta y según sus palabras legal.
Nos dimos el número de teléfono y solo nos llamaríamos si aquel día acordado no podíamos acudir a la cita, al menos, dos horas antes.
Le pareció buena idea y ahí dejamos las cosas.
Debo admitir que estuve muy nervioso durante todo el día pensando cosas, quedamos en un gran centro comercial, justo en el comienzo de la escalera mecánica que lleva a la segunda planta. Desde allí se ve un gran reloj digital que esta colgado en una columna central del edificio. A las siete en punto los dos nos dirigiríamos allí, al comienzo de la escalera. El me preguntaría: ¿Perdone tiene hora? Y yo debía decirle: Mire ahora mismo son las siete en punto. Por supuesto debería de preguntarle a un tipo que llevara el reloj no puesto en la muñeca, sino en la mano.
Yo saqué el reloj de mi bolsillo cuando justo el reloj marco las siete en punto y me dirigí a la escalera tranquilamente. Al llegar hice visible el reloj y me giré discretamente para que los que venían atrás pudieran ver mi reloj en la mano, de repente alguien delante mía preguntó: Perdone, tiene hora? Y yo contesté, justo ahora son las siete. El vino hacia mi un poco. Al llegar al final de la escalera me atreví a saludarle. Estrechamos nuestras manos y noté que la suya estaba temblando y sudorosa.
Nos presentamos y decidimos irnos a una cafetería. Allí estuvimos charlando un buen rato.
El era un tipo similar a mi, no muy alto de ojos marrones, tenía el pelo corto y venía afeitado. Me dijo que tenia 36 años, uno menos que yo.
También estaba algo nervioso, pero menos que él.
Le indiqué que no pasaba nada por conocernos, solo como amigos, si no estaba dispuesto a nada o no estaba seguro, allí aquel día no había ocurrido nada, ni siquiera nos habíamos visto.
Era la primera vez que hacía algo así, quedar con otro hombre, con fines sexuales, una cita con otro chico, y en realidad yo también.
Bien, entonces que te parece, si quieres podemos quedar otro día mientras decides y si no pues nada, solo me mandas un mensaje con lo que tu decidas. Está bien, eso haremos.
Se fue normalizando y no estaba tan nervioso, seguíamos hablando y nos calmábamos mutuamente.
Al final antes de despedirnos creo que la cosa estaba muy bien. Nuestro nerviosismo desapareció.
Teníamos los dos el coche en el parking subterráneo del centro comercial. Mientras caminábamos él me preguntó que sensación tenía de su persona, le respondí que grata, contestó lo mismo sobre mi.
Entonces si me decido solo tengo que ponerte un mensaje, me dijo. Si, le contesté, este será el mismo punto de encuentro si tu quieres, con lo que el estuvo de acuerdo. Solo me pones día y hora y nos vemos otra vez. Siempre por las tardes.
Y si no, pues aquí no ha pasado nada, no te preocupes, no nos conocemos de nada.
Su coche estaba ahí, delante. Bueno, me dijo, hasta la próxima. Vale, adiós le contesté. Cuidate.
Mi coche estaba unos tres pasillos más adelante, lo que me hizo suponer que, como su coche estaba más cerca de la puerta había llegado con bastante adelanto o quizás tuvo suerte.
No sé, iba pensando muchas cosas cuando caminaba hacia mi coche, ya estaba cerca y la impresión que llevaba de mi nuevo amigo había sido muy buena.
De pronto oí mi nombre, me giré y observé que venía con prisa, no sabía que había pasado, quizás necesitaba mi ayuda.
Mira ya sé que me dijiste que pasara lo pasara hoy solo nos conoceríamos y no pasaría nada más, pero es que si te vas así hoy, quizás no vuelva a verte.
Mi coche estaba delante de mi. Estaba sacando la llave de mi bolsillo.
Ya estás en tu coche.
Si, es este.
Podemos sentarnos y hablar.
Joder, que mal rollo, pensé. Que quieres decirme.
Tengo que hablar contigo.
Pulsé el mando y se abrieron las puertas, entra, le dije. Abrí mi puerta y me senté, él hizo lo mismo.
Mira, me gustaría tener sexo con otro hombre, pero entiende que soy casado, tengo mujer y un hijo, y si todo esto se supiera por alguna razón destrozaría mi vida, no sé si realmente quiero hacerlo.
No hay problema, le dije, cuando te vallas no volverás a verme, entiende que yo estoy en la misma posición que tu. Mujer y dos hijos. No me haría ningún bien que nada de lo que pienso o hiciera alguna vez se supiera.
Se quedó callado, mirándome. Es verdad estamos igual, me dijo. Tu realmente quieres hacerlo?
Sí, le contesté, me gustaría hacerlo al menos una vez.
Está bien, ya me he decidido por mi no hay problema, confío en ti.
Bien, de acuerdo, entonces confiemos uno en el otro y no habrá ningún problema.
Quiero ver como es la polla de otro hombre, me dijo. Me quedé sorprendido.
Ahora, por favor, quiero ver como es.
Aquí? Le dije.
Es solo un momento.
Aquí no es nada discreto. Nos podrían ver.
Vamos a la planta de abajo, hay menos coches y menos tráfico.
Le miré, asentí con la cabeza y puse en marcha el motor dirigiéndome hasta la bocana que conducía a la segunda planta, donde había muchos menos coches. Ve hacia el fondo. Había un sitio en el cual no llegaba muy bien la luz, no se ni como me dí cuenta, estaba muy nervioso.
Logré acertar a colocar bien el coche y apagué las luces y el motor.
Déjame ver como es.
Si.
Bajé la cremallera de mi pantalón y la saqué.
Mejor quita el botón de tu pantalón.
Lo hice bajándolo un poco al igual me mi boxer y mi polla quedo al descubierto.
No hizo nada, solo miraba por un momento.
Puedo cogerla, quiero hacerlo.
Adelante.
Consiguió que tuviera una gran erección, me la puso bastante dura con sus movimientos arriba y abajo.
Es muy grande, la mía es más pequeña.
Seguía con el movimiento, nadie pasaba por allí, luces a lo lejos pero por allí no se acercaba nadie.
Enseñame la tuya, quiero verla también.
Soltó mi polla y se dedico a quedarse como yo estaba. Bajo su pantalón y sus slip hasta la rodilla, como yo.
Que te parece?
Bien, le dije. Puedo yo??
Si, adelante.
Estuvimos unos minutos allí con los pantalones hasta la rodilla meneando nuestras pollas, la verdad es que no la tenía tan pequeña como decía.
Quiero que te corras, me dijo. Quiero hacer que te corras, podrás?
Hazlo, sigue más fuerte.
Logré acomodar el asiento y echar un poco el respaldo hacia atrás, facilitándole la labor. No tardé en descargar en un pañuelo que saqué de la guantera toda mi leche que llevaban mis huevos.
Siguió haciéndolo hasta que sacó la última gota.
Ahora me correré yo, mira como lo hago.
Déjame que te lo haga yo.
Asintió, llevo el asiento atrás y le di un pañuelo. Comencé a subir y bajar mi mano por su polla, no tan pequeña y gorda, tenía los ojos cerrados y de pronto una gran borbotón de leche salió de su capullo, también le saqué hasta la última gota. Cogí otro pañuelo de papel y lo limpié un poco, también alguna gota que había salido disparada. Su corrida fue mayor que la mía.
Nos quedamos sentados en nuestros asientos unos segundos y volvió a coger mi polla ya semierecta, tomó una posición un poco ortodoxa y acertó a empezar una suave mamada, yo intenté colaborar en lo que pude y disfruté de aquella mamada hasta que consiguió hacer que se pusiera de nuevo muy dura.
Estuvo unos segundos más así.
Me ha gustado mucho.
A mi también , le respondí.
Tenemos que hacerlo otra vez, más tranquilos y en otro lugar más discreto. Tienes mi número de teléfono, así que me llamas y quedamos.
Me parece bien, este fin de semana es ideal, tu podrías? El sábado mejor.
Si, lo intentaré, me llamas el viernes a cualquier hora y quedamos para el sábado.
Hecho.
Mientras hablábamos de nuestra próxima cita cada uno iba colocando bien su ropa y su asiento, cuando terminó, abrió su puerta para marcharse,
Espera, te llevo hasta tu coche.
No, no hace falta, me voy caminando, quiero fumar mientras camino.
Está bien, como quieras.
Me llamarás?
Si, lo haré el viernes como te he dicho, aunque si quieres lo puedes hacer tu, en fin, ya estamos en contacto.
Se despidió y caminando encendió un cigarro y se marchó.
Estuvo realmente bien aquel “primer” encuentro con otro chico. Me gustó mucho el poder haberlo hecho.
La siguiente cita sería el sábado, pero es un relato para otra ocasión.