Mi gran fantasía
Como conocí a una mujer en una discoteca y la gran sorpresa que me llevé.
Mi nombre es Oscar y a continuación les voy a relatar una de mis fantasías más ardientes y que me gustaría llevar a cabo.
Tengo 23 años y soy completamente heterosexual pero de un tiempo a esta parte me vengo interesando por las mujeres dotadas con algo más. Yo soy bastante sumiso en el sentido que me gusta que sea la mujer la que lleva la iniciativa.
Un día tras conocer a una mujer en una discoteca y tras sentirnos fuertemente atraídos el uno por el otro, acabé en su casa dispuesto a pasar una noche de placer sin límite. Ella era una mujer de unos 33 años, con una melena rubia y rizada que brillaba deslumbrante, unas curvas de vértigo enfundadas en un vestido rojo ceñido. Tenía unos pechos que parecía se iban a salir del citado vestido y un culito respingón muy apetitoso.
Una vez en su apartamento me invitó a un whisky con hielo y nos sentamos en unos sofás de cuero que había en una salita grande con televisión y muy bien decorada, con muebles de madera de ébano. Estuvimos dialogando un poco hasta que nos fuimos acercando poco a poco y ella comenzó a decirme cosas calientes al oído a la vez que me besaba el cuello y me mordisqueaba el lóbulo de la oreja. Yo me empezaba a excitar bastante y ella lo notó, puesto que a estas alturas de la noche ya había empezado a subir su mano por la pierna y tenía entre sus manos mi miembro oculto tras el pantalón.
Dejamos las copas sobre la mesa y nos empezamos a sobar y besar sin parar. Cruzamos nuestras lenguas con pasión, recorriendo cada recodo de nuestras respectivas bocas. Lucía (ese era su nombre) tenía un aliento rico con aroma a menta, provocado posiblemente por una pastilla de chicle o un enjuague bucal que le daba un sabor muy agradable a sus besos. Para entonces mis manos estaban sobre sus pechos y las suyas me habían sacado el miembro del pantalón y me masturbaban suavemente.
Seguidamente ella me ordenó que me tumbase y arrancándome los pantalones, me dejó prácticamente desnudo de la parte de abajo, dejando al descubierto mi verga erecta de 18 cm. Así colocado comenzó a hacerme una mamada que me llevó a la gloria y a correrme sin avisar sobre su cara. Me quedé de maravilla, relajado y Lucía se fue a limpiar la cara. Cuando regresó, se había cambiado de ropa y venía con un conjunto de ropa interior negro formado por un corsé que resaltaba su figura esbelta, un tanga y unas medias negras sujetas por ligueros y unos zapatos de tacón de aguja impresionantes (adoro ese tipo de zapatos) Se dirigió hacia mí y me dijo al oído: "Ahora me tienes que hacer disfrutar tú a mí, pero lo haremos más divertido. Sólo tienes que dejarte llevar"
Sacó una venda negra y me tapó los ojos. Me ordenó que me pusiese de rodillas y una vez en esa situación, me colocó un collar y me llevó como un perrito a cuatro patas hasta otra habitación. Allí me ordenó que fuera lamiendo poco a poco los zapatos de mi ama. Me ató las manos a la espalda con un pañuelo de seda diciendo que así sería más divertido y que fuera subiendo poco a poco. Yo lamía esas piernas completamente entregado a la que en aquellos momentos era mi señora, hasta que al llegar a la entrepierna... ¡¡SORPRESA!!
Allí no encontré lo que yo esperaba. Lucía era un transexual y allí me esperaba un miembro erecto de 20 cm. Era brutal. Yo intenté apartarme, pero ella estuvo rápida y tirando del collar me metió su polla en mi boca mientras me decía: "No te vayas que ahora me toca a mí y te va a gustar" A la vez que me agarraba de la nuca y empujaba con movimientos de mete-saca. Yo al principio me resistía y tenía hasta arcadas, debido a que ella empujaba hasta el fondo. Pero a medida que pasaba el tiempo me iba relajando y acabé mamándosela con gusto, succionando y saboreando sus flujos, sin que ella me tuviera que forzar. Ya era como su putita y así me lo hacía sentir ella con sus palabras: "No te pares, zorrita mía. A partir de ahora serás Vanessa"¡Era increíble! Estaba siendo dominado a placer por un transexual, le estaba mamando la polla y encima me trataba como a una zorra llamada Vanessa. Pero lo peor de todo era que me empezaba a gustar. Me dejé llevar por completo y fue entonces cuando tirando de la correa me dijo: "Ven conmigo Vanessa que te voy a hacer una mujer de verdad"
Me colocó sobre un sofá con el culo en pompa y sin muchos preámbulos, me untó el agujero con crema y me empezó a introducir primero un dedo y luego dos para dilatar el ano. Después se colocó detrás, me dijo que me relajara y yo noté como colocaba la punta de su miembro sobre la entrada de mi pequeño y virgen agujerito. Comenzó a hacer presión y a medida que se iba introduciendo la cabeza del pene, yo pensaba que me partía en dos y no pude evitar gritar de dolor. No paró hasta que lo introdujo entero y una vez dentro comenzó un pequeño movimiento de bombeo, que a medida que pasaba el tiempo era más fuerte y profundo. El dolor se fue tornando en placer y Lucía cada vez gozaba más dándome por el culo.
Cuando mi ano ya estaba completamente adaptado al tamaño de semejante miembro, ella lo sacó de golpe y acercándolo a mi cara, se corrió sobre mi boca, tragando yo parte de su leche.
Acabamos exhaustos, pero tan satisfechos que nos quedamos dormidos enseguida. Yo estaba un poco dolorido pero ella me dijo que era normal, que era un miembro muy grande para haber sido la primera vez.
Pasé tres días más en casa de Lucía. A la mañana siguiente, Lucía me llevó a su tocador y tras depilarme por completo, me maquilló, me puso una peluca y me prestó parte de su ropa. Llevaba yo un tanga blanco, unos ligueros y un sujetador que rellenó con unos postizos que usaba ella cuando no tenía pecho. Me colocó unos pantys blancos y unos zapatos con un tacón de vértigo y después me puso una minifalda que dejaba al descubierto parte del liguero y un top de color negro. Me susurró al oído: "hoy vas a ser Vanessa de verdad, pasarás el día así vestida y viviremos como dos lesbianas que disfrutan del sexo."
Al mirarme en el espejo no me reconocía y la verdad es que estaba claro que era su putita. Y barata además, porque me había vestido como tal. Nos pasamos el día follando por todas las esquinas de la casa y esta vez sin ataduras, porque me dejé llevar y no hacía falta que me obligase a nada porque yo mismo me prestaba a todo, incluso la tumbé sobre la mesa y después de chapársela un rato, me ensarté yo mismo su pene en mi culito y cabalgué hasta tenerla toda dentro. Gozamos mucho.
Los otros dos días tienen mucha historia y ya os contaré en otro relato. Sólo un pequeño adelanto:
El día siguiente me obligó a salir como una prostituta, a un bar donde estuvimos tomando algo de noche. Eso sí, llevando dentro de mi culito unas bolas chinas que vibraban a cada paso que daba y que me hicieron correrme varias veces de gusto (las llevé durante todo el día, salvo cuando las sacaba para meter su polla) y un collar con su nombre, para dejar claro que era sólo suya.
El último día fue la gran fiesta, porque invitó a varias amigas y me compartió con todas. Hice de criada durante todo el día y encima de esclava sexual.
Pero bueno ya os contaré.
Espero que os haya gustado. Si alguien quiere mandar sus comentarios o sugerencias o si hay alguna travesti o transexual que me quiera ayudar a hacer realidad mi fantasía o simplemente quiera pasar un rato agradable que escriba a: gatitafiel17@yahoo.es