Mi gran experiencia anal.

Esto que les relato sucedió en mi adolescencia, soy Paul, era un chico delgado, menudito, no demasiado alto, rubio, con el pelo largo como se usaba en aquella época, que a veces me confundían con una chica, que me ponía colérico cada vez que sucedía, muy blanco de piel, que me afectaba el sol, debiendo usar protectores.

MI gran  experiencia anal.

Esto que les relato sucedió en mi adolescencia, soy Paul, era un chico delgado, menudito, no demasiado alto, rubio, con el pelo largo como se usaba en aquella época, que a veces me confundían con una chica, que me ponía colérico cada vez que sucedía,  muy blanco de piel, que me afectaba el sol, debiendo usar protectores.

Mi padre administraba un campo, así que durante las vacaciones de verano, lo pasaba en ese lugar, año tras año, concurría a ese lugar, donde en ese tiempo conocí a Fermín, el hijo del capataz, un par de años mayor, algo más alto y más morrudo.

El trabajaba por la mañana, así que por la tarde salíamos a  andar por el campo, donde fui aprendiendo cosas que no se conocen demasiado en la ciudad, si bien era bastante inocente en lo que respeta al sexo, mi nuevo amigo, me fue explicando y mostrando cosas referentes a ello.

La primera fue cuando un potrillo se monta a una yegua, un espectáculo inolvidable, los relinchos, la montada pero lo más espectacular la larga  verga del macho.

También descubrí a los perros reproduciéndose, y así, con otros animales que había en la granja,  pero en ese tiempo, me sucedió algo inesperado, un día me sentía bastante alterado, sin conocer el motivo, cuando instintivamente me toco la verga, y con unos pocos movimientos terminé largando mi lechita.

Al día siguiente con algo de vergüenza le relaté a mi amigo lo sucedido, diciéndome:

“Que bien, ya vas a poder, follarte a alguien o pajearte” Riéndonos de  la ocurrencia.

Un día me contó que hacia un tiempo, había tenido sexo con las ovejas, pero que ya no criaban mas, así que era difícil encontrarlas, pero lo más sorprendente fue, cuando me relato de la hija de un puestero que tenía relaciones con sus perros, por supuesto que no le creía, invitándome un día a espiarla.

A pesar de parecerme algo aberrante lo que practicaban, no puedo negar que me produzco algo de excitación. Días después, me invitó a ir al lugar que habitualmente concurría esta chica con su perro, que a pesar de habernos quedado bastante tiempo, no apareció.

A pesar de no estar muy interesado, Fermín insistió nuevamente, que concurrimos si tener éxito, y así lo reiteramos días después, aunque ante mi gran sorpresa, surgió con su perro, era una chica de 22 años o más, algo gorda,  no demasiado atractiva, con voluminosas tetas. Desde el lugar que estábamos, no era demasiado fácil ver, además teníamos que evitar ser descubiertos, permaneciendo agazapados y en total silencio.

Permanecíamos acostados, observándola, detrás de unos pajonales, cuando se sacó el vestido, carente de ropa interior, mientras acariciaba la perro, un animal grande de pelo negro, que le saltaba bastante  como sabiendo que iba a ocurrir.

El simple hecho de verla desnuda, estaba totalmente estimulado tocándomela cada tanto, por supuesto que mi amigo estaba en una situación similar.

Intentaba no perder detalle de ese morboso espectáculo, cuando se colocó en cuatro, viendo sus apetecibles cavidades, que después de varios intentos el perro la montó, algo que no podía creer que fuese posible, viendo las tetas de ella zarandearse ante los impetuosos bombeos que el perro le propinaba, oyendo las exclamaciones de la chica sumado a los jadeos del animal, donde había un deseo mutuo en ese coito zoo.

No pasó demasiado  tiempo, cuando la chica se levantó acaricio al perro se colocó el vestido yéndose, llenos de satisfacción supongo.

Fermín, se había bajado los pantalones, exhibiendo su atractiva  verga, sacudiéndola para aplacar su excitación, invitándome a hacer lo mismo, que con algo de recaudo, copie su  actitud. A partir de ese momento fue que me abrí mas, llegando a masturbarnos en conjunto y hasta ofrecernos para hacérsela al otro, entrando en un campo, que a pesar de tomar mis reservas, iba accediendo.

Esto se fue desarrollando en pocos días, hasta llegué a pensar en mamársela, me encantaba tocar su sexo al igual que él el mío, aunque había como una especie de cautela por ambas partes. Comenzamos a bañarnos desnudos,  observando nuestros cuerpos, y hasta sentir una excitación al ver nuestras vergas erectas.

Que si bien llegábamos a tocarlas y hasta masturbarlas, no pasaba de ahí, a pesar de sentir deseos de mamársela, pero dudaba si sería algo adecuado,

No tengo dudas que había algo de temor, en nuestro comportamiento, posiblemente Fermín pensaría, “como me voy a coger al .hijo del administrador, siendo mi padre el capataz”. El hecho que nos manteníamos algo temerosos a dar un paso más, a pesar que interiormente debíamos de pensar que estábamos en el punto de inflexión.

Pero de alguna manera, creo que fui quien dio el pequeño paso, cuando un día de bastante calor, había traído una crema para las quemaduras de sol, que mi madre insistía en ponerme. Después de bañarnos en la laguna, nos echamos a tomar sol, que rápidamente comenzó a afectar mi blanca piel, pidiéndole a Fermín que me pasase  el protector solar, algo que aceptó, comenzando por mi espalda hasta llegar a la cintura, supongo que por respeto. Diciéndole:

“Puedes pasarlo por el culo, que también es delicado” Que sin volver a insistir su mano acariciaba mis glúteos, algo que comenzó a fascinarme, su delicadeza, rozando cada centímetro de mi blanca piel, separando mis glúteos, rozando levemente mi ano, tocando esa parte privada, donde comencé a sentir una motivación.

Cada vez que su dedo incursionaba in mi esfínter, un leve suspiro acompañaba ese instante, me encantaba ese contacto, levantando levemente mi culo, mientras separaba mis piernas, pareciendo agitarse nuestra respiración.

Cuando se acostó sobre mi percibiendo su cuerpo desnudo, fundamentalmente su verga erecta, apoyarse entre mis glúteos, mientras mi silencio parecía indicar, la aceptación a sus intenciones, cuando besó mi cuello, percibiendo su dedo en mi orificio, donde la presencia de su dedo, hizo que se fuese incrustando  poco a poco.

Manteniéndome estático, percibiendo como su yema, friccionaba parte de mi membrana rectal, hasta sentir la totalidad de su dedo cobijarse en mi interior. Suponía cual sería el paso siguiente, un nuevo beso en mi cuello dio por entendido que sucedería, porque la punta de su glande estaba obturando mi salida fecal.

Donde un leve empujón permitió la entrada de la cabeza de su miembro, a partir de ese instante, ya era suyo, tomándome de la cintura, de una manera algo brusca,  un nuevo empellón, hizo introducir una buena parte de su tronco, exhalando un grito de dolor, que ante el furor de ese encuentro, Fermín no tomó demasiado reparos, donde otro fuerte envión, sintiendo que mis órganos se comprimían hacia arriba.

Hasta que sentí su verga, totalmente inmersa en mi cavidad rectal, abrazándome en un acto de “amor”, aunque supongo mas bien, de supremacía sobre mi cuerpo. Diciéndome:

“Me encantas, tienes un rico culito, suponía que tarde o temprano lo            tendría ” No sé si me agrado o no, sus palabras, pero lo estaba disfrutando, a pesar que jamás habría pasado por mi mente algo similar.

Cuando en un bombeo alocado, fue dilatando mi conducto, haciéndome gemir, hasta que sorpresivamente eyaculó en mi interior.

Apartir de aquella primera vez, tardé casi una semana en reiterarlo con Fermín, había intentado recapacitar por lo sucedido, que si bien me agradó, no quería convertirme en un homosexual, aun me gustaban las chicas.

En nuestro segundo encuentro, traté de impedirlo, aunque muy hábilmente, me fue induciendo, que con algunas caricias, unos besos que terminé aceptando, dejando que me desnudase, volcándome en la hierba, para volver a sentir su verga, vejar mi ya desvirgado culo.

Debí reconocer, que me atraía, me encantaba ser follado por él, al punto de que esa tarde  lo hicimos dos veces, reiterándolo casi todos los días.

En uno de nos encuentro apareció un amigo, de Fermín, algo mayor, gordito, con cara algo inocentona, con pocas luces, pero bastante agradable.

A pesar que no lo percibí la primera vez, me dio la sensación, que mi amigo quería hacerlo participar a José, así se llamaba, por la forma de tocarme, tanto uno como su amigo, pero algo más recatado. Eso sucedió 2 o 3 veces, no hubo intensiones violentas, pero percibía esa atmosfera cargada de cierta sexualidad.

Una tarde mientras estábamos en la orilla de la laguna, Fermín inicio cierto juegos previos, que no tardé en aceptar, rápidamente desaparecieron nuestras prendas para que nuestros cuerpos desnudos, entrasen en contacto.

Adoraba mamar su verga, me atraía, me subyugaba, lamia sus testículos, hasta ponerla a full, para luego insertarla en mi cauce, sabiendo enardecerme rápidamente, hasta que me tiraba boca abajo, montándome súbitamente, para disfrutar esa excitante penetración, que con suma delicadeza, iba introduciéndose hasta el fondo, gesticulando gemidos de placer.

Cuando repentinamente desde los arbustos que nos cobijaban, aparece José, observando “nuestro encuentro ”, intentando levantarme algo asustado y abochornado, pero Fermín me detuvo en mi intento, diciéndome que no me preocupase, cuando José, con una voz consternada dice:

“No, no quiero hacer nada, solo mirar, les molesta?”

A pesar de habernos descubierto en una situación vergonzosa, me pareció cómica la situación, y una inocencia por su parte, en que solo deseaba observarnos.

No dije nada, mientras que Fermín, retomo el bombeo, transportándome a un nuevo estado de embelesamiento, cuando veo que nuestro nuevo amigo, se había quitado sus pantalones, para masturbarse, quedándome asombrado por el grosor y tamaño de su verga, que sumado al bombeo de  Fermín, eyaculé rápidamente  contra la hierba.

Cuando instantes después el chorro de José, hizo de que me impactase nuevamente. Ya esta atardeciendo, José se sacó su camisa, y permanecimos desnudos los tres, mientras hablábamos, Fermín intento reiniciar una nueva relación, viendo que José parecía interesado en también.

Me resistí a seguir,  realmente estaba bastante dubitativo, pero a pesar de mis rechazos, Fermín insistía, hasta que me enoje, y no por mi manera de reaccionar, sino por ser el hijo del administrador, todo quedó en la nada.

Volvieron a producirse situaciones similares, con la presencia de José, oponiéndome a tener sexo, no me desagradaba su presencia a pesar de ser un chico no demasiado inteligente, pero era bueno, me respetaba por ser el hijo del mandamás, a pesar que su padre no trabajaba para el mío.

Pero una tarde bastante calurosa, fuimos a la laguna a bañarnos, rato después llegó José, para acompañarnos en el agua, al salir todos desnudos del agua nos volcamos en la hierba. Fermín comenzó a acariciarme, que lo rechacé de inmediato, pero su insistencia, hizo que fuese cediendo, mientras José observaba sin llegar a intervenir.

Le erección de nuestros miembros, comenzó a evidenciar nuestro estado, hasta José comenzó a tener esa reacción, que por supuesto no dejaba de observar, además hacia casi una semana, que no recuerdo el motivo, habíamos carecido de sexo.

Mientras que Fermín, iniciaba una serie de juegos previos, José, apenas tocó mi brazo, contacto que no rechace, aunque no hice nada para que comenzase a participar, fui dejando las cosas al libre albedrio.

Por supuesto que al ver que no era rechazado, fue incrementando sus caricias, tocando mi cara, verga, el culo, integrándose en ese cumulo de caricias, que me iban alborotando.

El contacto se fue haciendo más intenso, hasta quedar entre ambos, mientras uno besaba mi boca, el otro mordisqueaba mi cuello, acariciando mis glúteos percibiendo un miembro erecto listo a ocultarse en mi interior.

Al volcarme boca arriba sobre la hierba, ambos se abalanzaron sobre mí, chupando mis tetillas, mi miembro, boca, hasta transportarme a un estado de enardecimiento incontrolable.

Hasta que canotié el miembro de José, donde mi mano apenas pudo abarcar mucho  menos de la mitad de su extensión, en donde mi entrega fue haciéndose cada vez más evidente,  cuando me hacen arrodillar, besando, lamiendo, e introduciendo sus miembros en mi boca, aunque con bastante dificultad la de nuestro gordito.

Rápidamente me fueron transportando a un estado de total embelesamiento, besando mis partes, succionando mis tetillas, y hasta chupar mi miembro, obturando con el dedo mi orificio, sin buscarlo, me estaba convirtiendo en su hembra, dejándome llevar, a sabiendas en que se convertiría.

Así todo se fue incrementando, hasta quedar en cuatro, para que Fermín comenzase a penetrarme, mientras José intentaba meter su verga en mi boca, no podía creer en lo que estaba sucediendo, pero me encantaba esa situación, donde estos chiquillos, hacían uso de mis cavidades.

Apenas Fermín terminó de follarme, sin pérdida de tiempo, intercambiaron posiciones, pero al sentir el glande de José intentar enterrar, una molestia me hizo gritar, se detuvo un rato, para volver a pretender, donde volví a quejarme, ya en la tercera vez intenté abortar ese coito, aunque esta vez mi “autoridad”, no fue acatada, cuando de una manera bastante autoritaria  José me dice:

“Quédate quieto mi putita, que aunque esté toda la tarde te la voy a meter te          guste o no”

No solo me extraño su reacción, sino que me asusté bastante, además Fermín no tuvo intenciones de ayudarme o hacer finalizar el acto. Mientras José me tenía tomado de la cintura, empujando para introducir su “tarugo”, que a pesar mis sollozos proseguía con su intento. Me sentía solo y desolado, en ese momento, pero unas caricias de Fermín en mi espalda, parecieron consolarme un poco, cuando me dice, besando mi cuello:

“Se que te va terminando gustando, amor”, Si bien me agradó lo que me decía, no estaba totalmente seguro, que llegase a agradarme. Cuando sorpresivamente la quitó de mi ano, para escupir sobre mi abertura, volviendo a proseguir en su despiadada tentativa.

Había quedado, inmóvil, por miedo o no sé que, llorisqueando como un niño asustado, mientras sus manos acariciaban mis glúteos,  cuando nuevamente su glande se hacía presente en mi abertura, en donde un empujón hizo introducirme su cabeza, diciendo:

“Parece que ya quiere entrar”

En el momento que otro fuerte empellón, hizo desplazarlo, ante mi  exclamación de dolencia, hasta que después de dos o tres intentos mas, la sentí totalmente depositada en mi conducto rectal, al sentir su pelvis pegada a mi culo.

Acariciaba mi cuerpo, en un acto como de dominación, percibiendo las palpitaciones de su verga, alterando mi delicada membrana, cuando Fermín volvió a integrarse a nosotros, besando mi boca, hasta depositar su miembro en mi boca. Sentía como ese voluminoso tronco, se iba apropiando de mi interior, permaneciendo sin moverse, disfrutando la  vaina que lo cobijaba.

Eso me fue apaciguando, comenzando a disfrutar de esa encarnizada penetración, donde los cuerpos se iban integrando, en esa triple comunión, comenzando José a moverse de una manera lenta, sintiendo el roce de su verga, sobre la membrana de mi conducto.

Progresivamente sus movimientos se fueron acrecentando, exhalando una serie de gemidos, ante cada uno de esos empellones, hasta sentir su pelvis golpear mis glúteos, entrando con mayor facilidad ante la dilatación de mis órganos.

Cuando imprevistamente lo quita, me pone de espalda, elevando mis piernas para introducirlo nuevamente, donde su bombeo hace mover mi miembro de una manera alocada, mientras su rostro denota esa expresión como de satisfacción, deleitándose con mi carne.

Sus flujos no tardaron en fluir en mi interior, y a pesar del momento de dolencias, mi excitación se había acrecentado, comenzando a masturbarme mientras continúo bombeando, hasta que pude eyacular.

Después de eso me introduje en la laguna intentando aplacar la molestia que me había ocasionado, estuve un rato, hasta que pareció aplacar mi dolor. Al salir del agua se acercó José algo compungido, comentándome:

“Disculpa por lo que te hice, pero es como una fuerza interna que me hace            despertar todos mis impulsos, me desespero sin llegar a controlarme” que en su escueto léxico, esto fue lo que me quiso decir.

Le comente que estaba bien, que no se preocupase, aunque reconozco, que si bien me dio miedo, esa forma salvaje, impulsiva y descontrolada terminó excitándome bastante.

Me hicieron lugar entre ellos, mientras nos desnudos cuerpos, se contactaban, mi cabeza estaba apoyada, sobre el muslo de José, casi mi cara rozando su gorda verga, algo que me llevó a besarla con devoción, motivándolos a reanudar un nuevo coito, deteniéndolos en su intento, aclarando que tenía una gran molestia en mi ano. No hubo insistencia, vistiéndonos y juntando nuestras cosas en silencio, regresando a nuestros correspondientes casas.]

Durante el trayecto, algo confundido, pensaba si me había agradado o no, posiblemente de haber actuado de otra forma me sentiría distinto, pero no tenia deseos de repetirlo.

Dos días después vino Fermín a verme, a pesar de no querer salir con él, terminó convenciéndome y no solo eso sino que José, se acopló a nuestra amistad..