Mi gran dilema

Eran las 12 de la noche y yo aun no conciliaba sueño, me sentía sola, triste y hasta molesta. Definitivamente lo ocurrido por la mañana me estaba afectando.

Eran las 12 de la noche y yo aun no conciliaba sueño, me sentía sola, triste y hasta molesta. Definitivamente lo ocurrido por la mañana me estaba afectando pero ¿Por qué? ¿Cómo podía ser? Me di la vuelta y procure dormir, después de todo era viernes por la noche y el sábado tenia clases a las siete. Después de unas vueltas más en la cama Morfeo logro finalmente visitar mi lecho.

Que descuidada soy, mi nombre es Miranda, 22 años de edad y estudio ciencias de la computación. Este dilema tan obscuro comienza una fría mañana de invierno, hace 3 años. Estaba en mi primer año de la universidad y me sentía realizada, todo era como un sueño. La gente entrando y saliendo, las clases, los ambientes, en fin, todo. Es en este trajín que conocí a quien ahora es mi mejor amiga y confidente, Daniela. Compartimos todo y nada, una hermosa amistad en verdad, fue gracias a ella, de hecho, que me metí en este embrollo; por hacerle caso. Verán, si bien no me considero una mujer despampanante, más de uno me ha ya mencionado que mi sinuosa figura no pasa desapercibida. Bajo esta premisa es precisamente que Daniela me presento a Andrés, hay Dios…. Andrés, ¿qué puedo decir de él? Hermoso, precioso, bien plantado, en fin, físicamente, un sueño de hombre. También es necesario resaltar que no es para nada tonto, de hecho, es una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida, si no el más inteligente. En resumen podríamos decir que, a excepción de un pequeño detalle, es perfecto. Este pequeño detalle, sin embargo, no puede ser obviado, es excesivamente narcisista. Increíble en verdad a que niveles puede llegar el amor propio de una persona, en especial cuando este amor no es más que egocentrismo en su máxima expresión.

Me he esforzado mucho para mantener las curvas que hoy ostento, entre las dos horas diarias de spinning, las dietas estrictas y ocasionales salidas a la montaña en bicicleta he logrado que mis largas piernas tomen buena consistencia y mis amplias caderas contrasten con mi reducida cintura, pero no siempre fue así, de hecho en mis primeros años de preparatoria era una muchacha algo rellenita, si bien esto aumentaba el tamaño de ciertos "atributos" fue siempre una limitante para mi autoestima y también, como no decirlo, para mis relaciones amorosas. A decir verdad solo había tenido un novio antes de Andrés, Javier, algo mayor que yo y desde muy temprana edad el mejor amigo de mi primo Adrian quien a su vez era mi mejor amigo desde la infancia, solían pasar los días y las noches de feriados en casa de mi tía haciendo de las suyas, fue así como lo conocí, y precisamente ahí que aquella historia se convirtió en el momento que marcaria mi vida, aquel momento en que mi primo, mi mejor amigo de la infancia, sería el mismo individuo que se lleve mi virginidad y al mismo tiempo mi inocencia.

-Mmmm, sigue así y harás que grite Adrian.

-Atrévete y tu tía llegara corriendo, ¿qué crees que le dirá a tu madre?

-Ya cállate y quita tus manos de mis pechos. Te dije que no.

-Eso lo dices por la boca pero tu cuerpo dice otra cosa.

Y era cierto, la excitación no me dejaba pensar, después de todo habíamos estado morreándonos durante toda la tarde ya. Estábamos parados, me tenía contra la pared de su cuarto yo me abrazaba de su cuello y aun algunas lagrimas corrían por mis mejillas. Nos habíamos quedado a dormir en su casa por el fin de semana, desde el viernes por la tarde y nos la pasamos jugando juegos de mesa y algunas otras cosas, para ese entonces Javier y yo habíamos sido "novios" ya por un par de meses y nada más ni nada menos por insistencia de quien ahora no dejaba de acariciar mis pechos. Por azares del destino Javier había, por así decirlo, "recibido una mejor oferta" y naturalmente eso ocasiono que ese mismo domingo por la mañana, minutos antes de retirarse a su propia casa pero no antes de haber pasado todo el fin de semana "jugando" a los novios conmigo y divirtiéndose con su mejor amigo, decida el terminar nuestro noviazgo y por ende su amistad con Adrian. Sobra decir que yo me sentía fatal y que mi querido Adrian estaba desilusionado de su amigo, fue entonces que mi cariñoso primo se ofreció a "consolarme" y vaya que lo estaba logrando.

-No digas esas cosas.

-Jajaja más bien parece que te agrada que las diga, o al menos a tu cuerpo parece agradarle, mira nada más como te estás frotando contra mi pierna.

Me había ya abandonado al calor de la situación, mis piernas abiertas, una a cada lado de su pierna izquierda, mi húmeda intimidad cubierta solo por mis braguitas frotándose contra su áspero pantalón. Mi completa inexperiencia parecía ser aplacada por el calor que emanaba desde lo más profundo de mí ser.

-Ya basta, quita tus manos de ahí….

-En verdad son grandes, me agradan mucho ¿cómo pudo dejarlas ese imbécil?

-¡Que ya! déjalas….

-Yo se que te agrada….

Su mano derecha paseaba libremente de izquierda a derecha por sobre mis pechos sin encontrar en mí ni la más mínima oposición mientras mi desmesurada calentura lograba que me pierda en un vaivén de caderas sobre su pierna sin darme cuenta que me encontraba ya sin blusa y los pechos rebalsando la tela de mi tristemente conservador sujetador. Todo era irreal, las sensaciones que experimentaba en ese entonces no eran más que manos recorriendo mi cuerpo y aun así lo único que atinaba a hacer era pegarme a la pared mientras mi inocencia me dejaba a su merced y emitía un leve gemido con un dejo de placer.

-Zorra –me increpó.

-No lo soy… -alcancé a mascullar en medio de mis gemidos.

-Si lo eres, nada mas mira como te entregas, eres una verdadera zorra –replico mientras la calentura no me permitía más que seguir gimiendo.

Una increíble sensación me invadió al escuchar esas palabras, mi primer orgasmo, mi coño pareció estallar de la calentura, no pude evitar soltar un gemido que término ahogándose cuando, para aplacarlo, mordí su brazo.

-Te corriste zorrita, jajaja –me dijo con una sonrisa burlona mientras disfrutaba su victoria.

Aun no estoy segura si fueron solo sus palabras o el saber muy dentro de mí que eran verdad. Después de ese primer orgasmo todo lo guió él, me quito el brasier y me comió los senos ya no tenía fuerzas para resistirme. Las piernas me temblaban y tuve que colgarme de su cuello para no caer al piso, nos recostamos en su cama y Adrian empezó un suave masaje en mis piernas mientras devoraba mis pechos, la falda que llevaba estaba por sobre mis caderas y mis fluidos no paraban de impregnar mis bragas. Casi instintivamente empecé a desvestirlo, rápidamente le quite la camisa y los pantalones, fue entonces que note su rigidez, debo admitir que por un instante quede paralizada, pero la calentura pudo más que la sorpresa, aquello era impresionante, sentir por primera vez su falo por debajo de la tela, la cual por cierto prácticamente arranqué para poder tener más cerca aquel pedazo de carne que me tenía tan encandilada. Sentí sus manos recorrer mis muslos mas aceleradamente mientras el volvía a besar mis pechos. Paró de golpe y arranco frenéticamente mis bragas, sentí la tela desgarrarse y su lengua recorrer mi vulva, una vez se recreo con mi anatomía externa decidió inundar lo más profundo de mi ser y a su vez mis flujos inundaban su boca, el los bebía como agua de un manantial. Era verdad, a él realmente le gustaban mis pechos pues jamás los dejo desatendidos, ni por un instante, ya para ese entonces y dada la atención de su boca en mi intimidad, eran sus manos que les brindaban tiernas caricias. Sentí como su lengua entraba y salía, como si quisiera cogerme con una ternura que despertaba en mí placeres hasta entonces desconocidos.

-Ghhh –un gemido ahogado se dejo oír mientras me corría nuevamente llenándole la cara con mis fluidos.

-Eres toda una putita –se deleito al sentir su cara impregnada –Ahora sabrás realmente quien eres, y a que sabes.

Sin más me lleno la boca con un húmedo beso, húmedo de mi misma, disfrute entonces por primera vez del sabor de mi propio coño, entre en un estado de trance. Prácticamente no me di cuenta cuando me quito las bragas, solo recuerdo su enorme falo en la entrada de mi intimidad y luego el dolor, un dulce dolor que me hizo retorcer ahí mismo, un dolor intenso que pronto se convertiría en placer. Aun no terminaba de asimilarlo, solo sabía que lo que sea que fuera aquello, era lo más maravilloso que había experimentado en mi vida. Adrian desenfrenado y sin saber que yo era virgen se había apoderado de mi sexo de una sola estocada, un rayo de electricidad recorrió mi espalda y me partió en dos, hoy me doy cuenta que me había corrido nuevamente. Es cierto, mi inexperiencia total hiso de mi una presa extremadamente fácil, hoy recuerdo aquella vez y no puedo contener la risa, vaya, yo correrme de manera tan insignificante, recuerdo haberme corrido dos veces más mientras él bombeaba hasta que finalmente acabó.

-Ahora sabrás a que sabe la leche de hombre –dijo sin recato mientras yo gemía como poseída.

-Toma zorra trágatelo todo –gruño mientras paró para violentamente abrir mi boca y clavar aquel insaciable falo en lo más profundo de mi garganta, insaciable falo que escupía ese elixir blanco, aquella deliciosa leche salada que desde entonces yo amaría más que a mi propia vida.

Huy ¿pero qué paso? Jejeje al parecer pase de una historia a otra, aun que relacionadas ambas. En fin, ya saben cómo comenzó todo, espero pronto estar contándoles lo que me mantenía sin poder dormir aquella noche y quizás también algo más.