Mi gran amigo Fran

La acuciante crisis obliga a Loli y a su marido a que ésta se acueste por dinero con su amigo el millonario, aunque al final ese no era el fin principal...

Las pocas relaciones que pueden darse entre el sexo y una crisis económica las he tenido muy presentes en estas últimas semanas. La falta de liquidez hace que tu cabeza esté más pendiente de llegar a fin de mes que de tu entorno familiar y por su puesto que de tus relaciones sexuales, ya se sabe que cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana. Mi nombre es Paco y llevo casi un año en paro, soy técnico en bioquímica pero no encuentro nada ni en mi sector ni en ningún otro. Mi mujer, Loli, esta en el paro desde hace más de dos años, es limpiadora y gracias algún extra llegamos a duras penas a fin de mes, bueno a mediados de mes.

Mi historia se remonta tan solo al mes pasado, recibí una llamada desde Estados Unidos, se trataba de mi amigo Fran, un amigo de la infancia y que estudio conmigo, ahora está trabajando para una importante empresa Americana y gana un sueldo impresionante.

Por motivos laborales iba a pasar unos días en España y decidió llamarme para vernos, hacía mas de cinco años que no le veía y no dudé en ofrecerle el cuarto de invitados de mi hogar, pese a no tener recursos soy un hombre integro y por mucho dinero que el tuviese, un amigo mío no se paga un hotel teniendo yo una cama.

Quedé con el un miércoles por la tarde en el aeropuerto para recogerle y cuando le vi llegar no daba crédito, aquel chavalito delgadito y con gafas, se había convertido en un apuesto hombre de negocios, trajeado, musculoso y de tez dorada por las playas de a saber que estado de su nuevo país.

Nos fundimos en un abrazo y después de charlotear en la terminal nos dirigimos a mi coche, de camino a este y a casa le puse al día de todo lo que sabía de la gente, de mi lamentable estado de cuentas y de muchas cosas más, incluido mi declive sexual. Entre hermanos no hay secretos y el me replicaba lo bien que le iba todo, me insistió que debía ir a un hotel para no importunar pero yo fui más insistente y finalmente pasó los días en mi casa.

Cuando entramos, Loli andaba haciendo un poco de limpieza general, cuando se vieron ambos se deshicieron en halagos el uno al otro, que si que bien te sientan las Américas, que cada día estas mas bella…. Lo tome como una cortesía simplemente y pese a estar pendiente el resto de los días, no observé entre ellos nada más que la gran amistad que nos profesábamos. La vestimenta de mi esposa aquella tarde la achaqué a simple confianza, estaba desarreglada pero a la vez muy provocativa, llevaba una camiseta blanca, mía, que le quedaba enorme y le llegaba a medio muslo ocultando un pantaloncillo corto que el invitado supongo que tenía que imaginar si estaba o no, por lo larga que le quedaba la camiseta. Sus pechos de la talla cien bailaban descontrolados por su interior y aunque ella siempre usa sujetador, imaginé que estaba más cómoda para limpiar de esa guisa. Su pelo recién lavado se rizaba mientras se secaba al aire y parecía tener una sonrisa permanente en la cara, pero como digo en un principio no le dí mayor importancia a esos detalles.

Los días pasaban, Fran se marchaba por la mañana y regresaba tarde de hacer lo que estuviese haciendo, cuando volvía, a escondidas me daba cincuenta o sesenta euros que yo hubiese rechazado en otra situación pero perdiendo dignidad a cambio de pasar el bache los aceptaba agradecido.

Ambos éramos conscientes de que el domingo cogía el vuelo y apenas nos estamos viendo, ni disfrutando el uno del otro y así se lo hice saber, el me contestó que el sábado por la noche saldríamos a cenar, por su puesto pagaba él. Loli se enteró por mí y estaba ilusionadísima por salir de cena, ya que hacía más de un año que no nos permitíamos un triste detalle.

Cuando llegó el sábado Fran se retrasaba en exceso y tuve que llamarle, me dijo que estaba aún trabajando y que no tardaría pero que en los lugares donde iba a reservar ya no quedaba. A la hora y poco se presentó en casa con una señora cargada de bolsas y un señor vestido de camarero.

-Disculpar por el retraso pero me he tomado la molestia de traer aquí el restaurante.- Dijo con gran clase mientras le entregaba a mi mujer una bolas de una importante firma de ropa.

Yo me había quedado helado y sin decir palabra observaba como mi amigo estaba regalándole a mi mujer un vestido carísimo y unos zapatos, a la vez que le decía:

-Señora póngase bien guapa que comienza la cena en una media hora.

Nosotros nos sentamos en el sofá a esperar a que Loli saliese arreglada, mientras el tipo vestido de pingüino preparaba la mesa y la señora de la permanente recién hecha se buscaba la vida en mi cocina.

A los veinte minutos Loli se presentó en el salón con un precioso traje rojo en dos partes, la de arriba un palabra de honor y la falda larga hasta los tobillos, dejando ver unos zapatos rojo putón de enorme tacón. Todo aquel conjunto la convertían en una mujer alta y estilizada, pese a ser bajita y algo regordeta.

La cena se alargó casi hasta la una de la madrugada y después tomamos asiento, yo me senté en ni sillón y ellos dos en el tres plazas, estuvimos riéndonos y distendidos mientras el señor camarero del catering seguía sirviéndonos copas.

Para entonces yo había intuido las intenciones de Fran por que son cosas que solo un hombre ve venir de otro y más de un amigo al que conoces a la perfección, la posición de ambos en el tresillo, girados y conversando, casi dándome la espalda me sacaban de cualquier tipo de duda.

Fran consiguió llevar la conversación a su terreno, yo me dí cuenta que no había sido buena idea contarle lo de mi falta de recursos económicos y sobre todo que llevábamos mas de un mes apenas sin rozarnos y más de tres sin echar un buen polvo.

Loli defendía a capa y espada que la dignidad de una mujer no se compra con dinero, mientras que Fran defendía lo contrario y yo, que estaba como en una nube, algo tocado por el alcohol, ponía cara de resignación al escucharlos, como si estuviese seguro de lo que Fran defendía y convencido de que solo le faltaba sacar algunos billetes de su maletín de cuero para tener a mi mujer entre sus piernas.

Hasta que ocurrió lo que se veía venir, Fran sacó un billete de cincuenta euros y lo colocó sobre la mesa diciéndole a mi esposa:

Por esto me masturbas.

No.- replicó tajante ella mientras se reía y me miraba. Pero Fran comenzó cogió su mano izquierda y comenzó a soltar billetes hasta que a Loli le cambió la cara.

Ella cambió su gesto, ya no se reía, me miraba con ojos mezclados entre rabia, por que Fran tenía razón y hasta ella tenía precio, perplejidad por verme inerte en el sofá observando el panorama y excitación por que de decir que sí, iba ser la primera vez que se vendiera a un hombre.

Fran soltó su último billete y el montante era muy elevado, levantó su casi metro ochenta y colocándose frente a mi mujer se abrió la bragueta del pantalón diciendo:

Si lo quieres ya sabes.

Ella volvió a mirarme y yo no me inmuté, mostrándole con tal gesto que hiciese lo que estimase conveniente.

Loli soltó el dinero sobre el apoya brazos mientras parecía contarlo por encima, estiró su mano derecha y después de tomar aire, bajó despacito el calzón de mi amigo. Primero asomaron unos pelillos púbicos hasta que un nabo de considerables dimensiones saltó en estado de semierección acariciando una de sus mejillas. No recordaba que Fran siempre calzó más que nadie desde chiquitito, pero aquello me refrescó la memoria. Mi esposa, mujer de pequeñas manos, agarró el trasto de nuestro huésped con su derecha y mirando hacia otro lado comenzó a subir y a bajar la piel de tan considerable herramienta, mientras notaba que engordaba en su palmar, además de endurecerse como una roca cada caricia.

A los pocos minutos Fran agarró la carita de Loli y la giró mostrándole la zambomba que estaba tocando mientras le pedía un poquito de concentración. Para entonces Loli pese a parecer fría, estaba ya chorreandito, la conozco como que es mi mujer. Aquellos casi veintitantos centímetros se erguían erectos entre sus manitas y con el paso de los minutos mi mujercita parecía perder por momentos el control de la situación, la desgana se iba convirtiendo en ansias poco a poco. Fran daba a sabiendas pequeños empujoncitos que hacían rozar su rosado glande con los labios de mi esposa y ella apartaba la cabeza, jamás me ha felado el miembro y estaba seguro de que terminaría tragándose aquel pollón, por dinero o por placer.

Fran se colocó un poco girado y mientras ella seguía entretenida con su trasto, el deslizó su mano por debajo de la falda,- ¡Eh, si esta perrilla va sin bragas, además esto no es un chochito, es una charca!

Aquello me sorprendió incluso a mí, parecía estar algo predispuesta a lo que iba a ocurrir.

Ves como no puede ser.- decía Fran mientras daba pequeños golpes en su cara, dándole un perfil algo violento a la situación, que ayudó a que Loli perdiera los papeles de manera definitiva y realizando un gran esfuerzo abrió su boquita de piñón hasta tragarse aquella verga. Chupaba y me miraba con cara de resignación, para no hacerla sentir excesivamente culpable, me bajé los pantalones y mostré mi excitación a los presentes mientras comencé a sobármela. Eso pareció excitar un poco más a Loli y desinhibirla casi por completo mostrándome una mujer que no conocía, supongo que la mujer que es realmente fuera del encorsetado traje de mujer fiel y ama de casa complaciente tan solo a su marido.

A partir de ese momento la velada se tornó muy lasciva, hasta puntos insospechados. Loli comenzó a succionar de aquella manguera mientras se levantó la falda y dejó a su violador que acariciase su sexo arregladito para la ocasión para sorpresa de Fran y mío. Resulto que ella se dejó llevar al terreno que a nuestro invitado le convenía y no al revés.

Nunca había visto a mi mujer chupar un nabo y la verdad parecía bastante profesional en esas lides, haciendo hincapié en la base del glande y bajaba por la estaca cubierta de venas hasta la base del pene y los colonazos, dando buena cuenta de ello. Fran que es más duro cogió de la cabellera rizada a Loli y sin mediar palabra le introdujo casi más de medio nabo en su boquita y sin para comenzó a follarle la cara. ¡ Tantas veces he soñado yo con eso!. Ella se retorcía mientras se pajeaba como una loca y el sin esperar más se corrió bien dentro del su gaznate, mientras mi mujercita daba arcadas de placer por tener tan dentro aquella herramienta y se corría cerrando bien sus pierna y atrapando su mano entre ellas, mientras se abrazaba al cuerpo de su amante.

Colocó su carita sobre las ingles de Fran mientras retomaba el aire y casi sin bajar su empalmada, mi amigo dio un trago a su copa y de un tirón se deshizo del palabra de honor dejando al aire sus enormes brevas de talla cien y copa c, que desafiaban la ley de la gravedad. Fran repasó sus pezones con la copa helada y aquello tomó unas dimensiones escandalosas que jamás había visto en seis años que llevaba con ella. Loli se había olvidado de mí y mi presencia había dejado de ser un estorbo, estaba concentrada en lo que tenía entre manos.

Parecía que mi amigo conectara de otra forma con ella y la verdad es que la tenía a su merced, la cogió como una muñequita de juguete u terminó de desnudarla por completo, ella retozaba por el tresillo rozándose como una gatilla contra él.

Colocó sobre su enorme verga un condón que tenía escondido en mi mesilla y que había llegado a sus manos de dos formas, o me lo había hurtado o se lo había dado Loli. El caso es que la subió a horcajadas sobre él y la fue penetrando lentamente. Mi mujer casi con los ojos vueltos me miraba loca de placer y aquello hizo reventar por primera vez mis huevos y terminé descargando sobre mi camisa.

Estuvieron cabalgando cerca de media hora y Loli, que estaba sudando como si viniese de correr, no paraba de tener un orgasmo tras otro, entre jadeos y gritos, mientras su melena morena y rizada volaba al viento, en definitiva, desbocada como nunca.

Yo volví a empalmarme casi al momento y Fran volvió a irse, esta vez dentro de ella y a la vez, entre jadeos y gritos de los cuales los vecinos se enteraron de sobra de que ese día mi mujer si que estaba disfrutando de verdad.

Aquello parecía no acabar nunca, ese muchacho estaba de nuevo empalmado e iba a rematar la faena, cogió a mi mujer en volandas y la situó sobre mí, frente a frente y dejando su trasero regordete y respingón a su merced. Loli comenzó a besarme y con el rabillo del ojo observaba a Fran entre la melena de mi esposa, con una mano bebía de su copa y con la otra, acariciaba el esfínter de Loli que no parecía estar receptiva a lo que quería hacer Fran. Muerto de curiosidad a largue mi mano y toque la de mi amigo que había con seguido introducir casi dos dedos en el culo de mi esposa. Hice un intento de clavársela por su coño pero ella se separó sin dejar de besarme, era como si aquella noche fuese solo para ellos.

Su follador había conseguido dilatar su esfínter como jamás podía haberlo imaginado y la obligó a separarse los cachetes de su orondo culo respingón, mi mujer apoyó su cabeza contra mi frente como único punto de apoyo y yo que estaba debajo pude ver la cara de dolor que ponía mientras Fran la penetraba sin ningún tiento. A los pocos minutos de protestar comenzó a besarme y a jadear, aquello que le estaba haciendo había pasado de dolerle a encantarle y así estuvo mas de diez minutos, gritando de dolor y placer a escasos milímetros de mi boca, allí estaba mi esposa siendo enculada y disfrutando de ello sobre mí. Sobre el hombre que llevaba años intentando el sexo anal sin obtener resultados y que descubría como su amigo era capaz en unas horas de follarle todos los agujeros y además hacerla gozar como nunca yo lo había conseguido, sin duda era fruto del morbo que todo esto le producía a Loli.

Finalmente Fran sacó su enorme verga del trasero de mi mujer y ella se giró como una actriz porno, sacó su lengua y se dispuso a recibir la tercera oleada de semen en su boca. Mi amigo se corrió en poca cantidad pero fue directamente al estomago de mi agradecida mujer, que se había corrido como una salvaje sobre mis piernas por enésima vez.

Ella quedó derrotada sobre el tresillo, yo sin mediar palabra me corrí sobre sus pechos y me marché a dormir y Fran terminó su copa, despidió al servicio, que ya había recogido todo, les pagó y también se fue a la cama. A la mañana siguiente Loli seguía dormida en la misma posición y Fran se había marchado, sobre el brazo del sofá se veía el sucio dinero….