Mi gran Amiga 2

Dicen que las segundas partes no superan nunca a la primera, espero este no sea el caso...( ilustrado )

Mi gran Amiga 2

Dicen que las segundas y posteriores partes no son nunca mejores que la primera, espero que este no sea el caso...

Todo ocurre en mi casa, en mi habitación. Esta se ha convertido en un lugar en el que dos personas hemos estado dando rienda suelta a nuestros más profundos deseos y fantasías.

Después de mucho tiempo sin vernos mi Amiga y yo nos citamos en un café para ponernos al día en relación a todo lo que nos había ocurrido después de la última vez juntas. Hablamos de muchas cosas hasta que finalmente decidimos vernos lo más pronto que se pudiera. Como ya nos conocíamos no tuve problemas para decirle que esta vez quería que nos viéramos en mi casa a lo que ella accedió gustosa.

Llegó el día acordado y para relajarnos estuvimos conversando un rato mientras le enseñaba la casa.

-Bueno, ¿te parece que pasemos a mi habitación para alistarnos?-Le dije después de un rato mirándola con reflejadas ansias.

-¡Claro! Estaba a la espera de que me lo pidieras-Me dijo dirigiéndose a la habitación a la vez que me guiñaba un ojo. Como iba detrás de ella no pude evitar deleitarme con su andar y el movimiento de sus caderas.

Al entrar en la habitación ella comenzó a sacar de su mochila todos los accesorios de maquillaje. La ropa que decidí prestarle estaba sobre la cama, unas prendas que para mí son las más excitantes que he comprado. Ambas nos desnudamos y comenzamos a vestirnos cada quien por su lado. Conforme lo hacíamos nuestra emoción y excitación iba aumentando.

Cuando estuvimos listas ella se maquilló y yo tuve que esperar mi turno. Afortunadamente no tardó mucho y entonces me alisté para que ella me maquillara. Yo no cabía de la emoción, esperaba que ella terminara lo más rápido posible, deseaba ver mi imagen frente al espejo. Pero tenerla allí, frente a mí, maquillándome, igual me causaba una excitación enorme, su cuerpo, su aroma, sus ropas.

-¡Lista!-Me dijo después de algunos minutos que se me hicieron eternos, mientras me miraba embelesada fue retirándose hacia atrás.

-Espero te guste como te he dejado-Dijo de nuevo.

Dude en levantarme. Y en una extraña mezcla de incertidumbre y emoción comencé a hacerlo lentamente, mi corazón se aceleró y decidí darle más suspenso al momento cerrando mis ojos. Finalmente, estando ya frente al espejo, abrí los ojos y la imagen que miré me cautivó.

Yo estaba ataviada con un minivestido gris, pantaleta azul, liguero y medias de red en color negro; mis zapatos me levantaban 10 centímetros del suelo. La peluca y los senos postizos hicieron el resto.

-¿Te gusta cómo te ves?- Preguntó ella alegremente.

-¡Por supuesto, claro que me encanta!-Le dije mientras ladeaba cabeza y cuerpo para buscar la mejor pose.

-¡Muchas gracias!-Dije nuevamente.

Ella se acercó a mí y nos fundimos en un abrazo tierno y lleno de agradecimiento. Nos separamos y ambas nos regalamos una sonrisa amplia y sincera.

-Bueno, ¡entonces comencemos!-Me dijo ella invitándome a tomar un lugar en la habitación para comenzar con la sesión de fotos.

-¡Serás la reina de esta noche!-Dijo con emoción.

Y entonces comenzamos con las fotos, yo a modelar y ella a dirigirme para tomarlas. Claro que hice uso de mi experiencia para hacer de esta sesión algo ameno y poco cansado. Yo siempre quise tener fotos en poses que definitivamente requerían de ayuda y ésta era la oportunidad para ello.

Yo miraba el brillo de sus ojos devorando mi figura, mirando mi entrepierna. En ese momento yo solo estaba concentrada en las fotos y mi pene estaba completamente flácido. Igual le devolvía la mirada, haciéndole notar mi deseo por terminar rápido la sesión para dedicarme a ella.

-¡Oh, qué linda!-Exclamaba ella cuando mi pose era sensual o muy sugerente. Lo hacía con tal espontaneidad que ya sabía yo que su excitación se estaba volviendo incontrolable. Sin embargo yo continuaba concentrada en las fotos, alargando el momento de hacernos el amor.

Con cada foto que tomaba le pedía que me dejara mirarla para saber si ésta merecía quedarse o ser borrada de la cámara. Afortunadamente todas las que tomamos no tuvieron problema y satisfecha con la cantidad de las mismas le dije que así estaba bien. Francamente hubiera querido más fotos pero el deseo de sentirla nuevamente como la última vez se impuso.

Dejó la cámara a un lado, sobre la cama, y presurosas nos acercamos para fundirnos en un beso largo y prolongado. Mordí sus labios, devoré su boca. Sentía sus manos recorrer mis caderas al tiempo que yo hacía lo mismo. La calidez de su cuerpo, el aroma del mismo y su respiración agitada me enardecieron de tal manera que comencé a amasar sus nalgas acercándola con brusquedad, mi pene logró acomodarse en su entrepierna y moví mis caderas hacia el frente para restregarlo sobre su sexo.

Después de un rato en esa posición me separé de ella y la abracé de nuevo, sin dudarlo posó sus manos en mis nalgas y también las amasó con suavidad. Las abría de tal forma que la pantaleta se incrustó entre ellas. No esperé y me volteé dándole la espalda. Pegué mi cuerpo al de ella y me abrazó hacia el frente. Luego bajó sus manos y acariciaba mis caderas, luego mi entrepierna. Yo estaba tan excitada que decidí romper el abrazo para subirme a la cama, me puse en cuatro y me empiné de forma que todo mi trasero quedó frente a ella. Comenzó a brindarle caricias a mis nalgas y dejé escapar gemidos de placer.

Después de un rato me incorporé para soltar uno de los broches frontales de la pantaleta, me empiné de nuevo y mi trasero quedo al descubierto. Sin dudarlo se acercó a él y metiendo su rostro entre mis nalgas comenzó a darle lengua a mi ano. Su caricia era deliciosa, paseaba su lengua de arriba a abajo, se ayudaba con las manos para abrir mis nalgas y poder llegar más profundo.

De repente, sin esperarlo, sentí algo frío tocando mi ano. Ella estaba empujando, tratando de introducir la punta de un consolador. Deje que siguiera intentándolo pero francamente hacia falta mayor lubricación.

Adivinando mis pensamientos acercó el consolador a la punta de mi pene, tomó éste con su mano libre y lo exprimió de manera que el líquido seminal acumulado bañó la punta del juguete. Acto seguido lo llevó hacia el ano y comenzó a empujarlo lentamente; la punta por fin se abrió paso y comenzó a desplazarse a través del orificio. Me relajé lo más que pude y le pedí con voz entrecortada que lo hiciera lento y conforme yo le indicara con la intención de irme acostumbrando al grosor del juguete.

La sensación de mi ano invadido era indescriptible, sentía lo frío del juguete, sentía las protuberancias que simulaban las venas de un pene, éstas me daban una cosquilla leve y excitante.

¡Al fin! El juguete había logrado incrustarse hasta la base del mismo; me quede quieta disfrutando la invasión y acostumbrándome al grosor del juguete. Le pedí que me ayudara y me fui retirando poco a poco bajando de la cama. Cuidaba que el juguete no saliera; cuando hube bajado me desensarté del mismo y me acosté de espaldas en la cama subiendo las piernas. Entonces yo misma comencé a penetrarme nuevamente hasta que el juguete desapareció de nuevo dentro de mí. ¡Era la sensación más excitante!. Ella tomó más fotos para hacer inolvidable el momento.

Me mantuve jugando un buen rato, dándome placer a mi manera, ella solo tomaba fotos y me miraba disfrutando también.

Finalmente decidí que ya era hora de que ella disfrutara también, no me sentía egoísta ya que la intención de hacer así las cosas era que ella se excitara también lo más que se pudiera ya que tenía reservada una sorpresa para ella.

Saqué el juguete de mi ano y me incorporé. Cuando lo hice le pedí que se acercara y después de devorar nuevamente su boca, le pedí que subiera a la cama y que me mostrara su culo. No esperé la invitación y me incliné a llenar de besos ambas nalgas, las recorrí con mis manos y las estruje con fuerza. Como ella se había puesto una tanga, metí mis dedos entre sus nalgas para sacarla y hacerla a un lado; su ano quedó descubierto y sin pensarlo acerqué mi lengua y comencé a recorrer toda la hendidura de sus nalgas tal y como ella lo había hecho conmigo. Cuando la lengua pasaba por el ano me ayudaba con las manos para abrir sus nalgas, igual traté de llegar a lo más profundo del mismo.

El juguete yacía cercano a nosotras, lo tomé y le puse un condón que ya tenía listo para ese momento. Como éste era lubricado acerqué la punta del juguete al ano y el lubricante más mi saliva permitieron que se abriera paso sin problemas cuando comencé a empujarlo suavemente.

Ambas dejamos escapar un gemido placentero cuando el juguete desapareció por completo en el ano, había llegado hasta la base del mismo. El momento de la sorpresa se estaba acercando así que me dediqué a meter y sacar el juguete esperando excitarla aún más de lo que ya estaba.

-¡Te quiero a ti!-Me dijo al fin entre gemidos y respiración agitada.

-¡Y me tendrás Amiga, te lo aseguro!-Le dije mientras dejaba de mover el juguete. Ambas nos quedamos quietas y enseguida me acomodé de forma que mi pene quedó a la entrada de su vagina. Ella sintió el miembro y me ayudó colocando su sexo de manera que la comencé a penetrar lentamente sin sacar el juguete.

-¡Ah qué sensación tan rica!-Me decía conforme la iba penetrando. Acerqué y preparé la cámara para también hacer este momento inolvidable.

Qué momento el que ambas estábamos viviendo. Mi pene llegó hasta el fondo de su sexo y el juguete también continuaba en su posición. Deje a un lado la cámara y comencé a bombear el sexo de mi Amiga a la vez que el juguete era empujado en su ano por mi vientre.

La habitación se lleno de nuestro gemidos, nuestro cuerpos comenzaron a sudar, las arremetidas se volvieron frenéticas y se avecinaba el éxtasis.

-¡Amiga, eres fabulosa!- dije con voz entrecortada.

Ella tan solo gemía concentrada en su placer. Empujaba con fuerza sus caderas hacia atrás, como buscando que ambos miembros pudieran penetrarla un poco más.

Decidí dejar definitivamente la cámara a un lado concentrándome en llegar al éxtasis junto con ella. Embestía con fuerza provocando en ella gritos placenteros, los cuerpos sudaban más y más, me aferré a sus caderas.

-¡Ya Amiga, ya estoy lista!- Me dijo casi sollozante.

-¡Igual yo Preciosa! ¡Estoy lista para inundarte!-Dije con voz entrecortada.

Y ambas nos dejamos ir. Sentía los espasmos de su sexo y mi pene disparaba una gran cantidad de semen. Todo el placer acumulado inundó su vagina. También sentía cómo su ano empujaba el juguete tratando de sacarlo, cosa que no permití.

Finalmente, después de estar acariciando sus caderas y sus nalgas, comencé a retirarme poco a poco. Ambos invasores, pene y juguete, fueron apareciendo poco a poco. Mientras eso ocurría pude olfatear el aroma del éxtasis de su vagina.

Ambas nos acomodamos en la cama y así, sin quitarnos prenda alguna, nos quedamos dormidas una junto a la otra.

Las palabras sobran.

Desde entonces hemos tenido una serie de encuentros tan excitantes como este, y en todos ellos hay una gran variedad de fotos y videos. Espero que ustedes con sus lecturas y sus comentarios me den el ánimo necesario para relatarles lo que ha ocurrido en cada uno de esos encuentros. Es obvio que no es necesariamente lo mismo.