Mi gordo profesor de inglés (5)
Aún siento todo el peso de mi teacher sobre mí. Sus 162 kilos, como él mismo confesó tener, me aprisionó contra el colchón.
MI GORDO PROFESOR DE INGLÉS (parte V)
Sonó el teléfono.
-"Hola? ... Sí, cómo le va señora? ... Sí, aún está aquí ... Es que hoy teníamos pruebas de evaluación ... Cómo, no se lo dijo? ... Sí, posiblemente ... No, por supuesto ... No se preocupe, que viene aprendiendo a pasos agigantados ... No, pero el mérito es todo de él ... Bueno, muchas gracias ... Sí, sí, supongo que como una hora más ... Quiere hablar con él? ... Bueno, como desee. Que siga bien ... No, no fue molestia, no se preocupe ... Del mismo modo."
Colgó.
Se dio vuelta, aún estábamos en la cama y me dijo que era mi madre la que había llamado, preocupada porque eran las 8 de la noche y yo aún no había llegado a casa.
Ni cuenta nos habíamos dado de lo tarde que se había hecho.
Me preguntó si me quería quedar un rato más, y sin esperar respuesta se metió mi miembro erecto en la boca.
En ésta última hora, había experimentado cosas nuevas, y reiterado otras que ya había probado antes. Aún siento todo el peso de mi teacher sobre mí. Sus 162 kilos, como él mismo confesó tener, me aprisionó contra el colchón. Sus movimientos frenéticos, de izquierda a derecha, y de arriba abajo, no dejaban de excitarme. No hay más exacta definición para la palabra "franela" que la experiencia vivida en esa oportunidad.
Fui lamido desde la cabeza hasta el dedo pulgar del pie. Ahí aprendí otra expresión en inglés: "Im licking you from head to toe". No dejó un milímetro de mi cuerpo sin recorrer con su lengua. Ninguno, con la excepción de mi agujero anal. Me hubiera gustado sentirlo allí, pero se lo salteó, y siguió su recorrido.
Cuando llegó a mis pies, le pedí que me dejara hacerle lo mismo. Aunque ya de antemano pensaba no cumplir exactamente.
Accedió.
Se acostó boca arriba con las piernas bien abiertas.
Comencé con su cabeza, frente, párpados, mejillas, lóbulos de las orejas y nariz.
Boca ... labios...
Mmmm qué rico!
Cuello, hombro, axila, brazo, muñeca, mano, dedos. Me detuve un momento saboreando su grueso pulgar. Volví a la unión de su brazo con su pecho.
Recorrí con mi lengua esas hermosas tetas, las gigantes aureolas oscuras, esos deliciosas pezones duros, y bajé muy despacio hasta su ombligo. Lamí dentro de él. Seguí cuesta abajo. Un par de rollos riquísimos, hasta alcanzar su único vello corporal con la excepción de sus axilas y su cabello. Debajo de esos pocos pendejos, su pene escondido.
También me detuve allí.
Lamí e intenté introducir mi lengua dentro, hasta que comenzó a endurecerse. Apenas la cabecita rosadita y extremadamente gruesa apareció, la chupé. Y continué mi viaje hacia el sur.
Lamí sus testículos. Los llené de saliva, y se los sequé con la misma lengua.
Bajé hasta la unión de sus dos piernas, y juro por Dios que hoy conozco una expresión, no muy conocida entonces, que me hubiera tentado a decir antes de seguir cuesta abajo: "Ill be back".
Continué mi travesía desde su gordo muslo, pasando por su gruesa pierna y pantorrilla, hasta su tobillo. Finalmente llegué a sus dedos. Eso me provocó una inyección de excitación aún mayor. También allí lamí y chupé su pulgar.
Ahora hice el camino inverso, pero desde su otra pierna, como para que no se pusiera celosa.
Ascendí lamiendo hasta donde prometí volver, y no me resistí.
En lugar de subir, descendí por la unión de las nalgas. No podía seguir en esa posición, y sin decir palabra, él se incorporó, giró y se puso boca abajo, abriendo de par en par sus piernas. Todo para mi, again!
Creí estar en un sueño, y temía despertar.
La excitación era descomunal.
Lamí desesperadamente, mientras escalaba esa línea que tuve que abrir con mis dos manos para poder acceder a lo más profundo.
Finalmente apareció.
El apretado y delicioso agujero.
A esto me refería cuando pensaba que no iba a cumplir con hacerle lo mismo que él me había hecho exactamente.
De repente, él se puso de rodillas, levantando aún más el culo, y diciéndome que le había encantado la otra vez cuando se lo lamí.
"Go ahead" concluyó.
Le toque el culito con la lengua. El cual apretó como si de un reflejo se hubiera tratado. Acto seguido, él mismo se ayudó con ambas manos, tomándose las nalgas y abriéndoselas de par en par.
Insistí con mi lengua y esta vez no hubo resistencia. Lamí lo que desde entonces considero una de las parte más ricas de un obeso. Lubriqué lo más que pude con saliva, e intenté introducir mi lengua. Al tercer intento, y luego de que él se abriera aún más ayudado con sus propias manos y levantara un poco más su propio culo, sentí que lentamente mi lengua se hundía en ese agujerito virgen. Escuché que emitía unos sonidos de dolor. Le pregunté si quería que continuara.
"Yes, please" fue la respuesta.
Saqué la lengua, y la volví a introducir. Repetí la operación tres o cuatro veces. Y en cada nueva embestida, se metía un poquito más adentro.
Le pregunté, siempre en inglés, si le gustaba, y respondió afirmativamente, lo que me invitaba a continuar.
Logré introducir toda la lengua que pude sacar de mi boca. Rocé con mis labios su ano. Jugué con mi lengua dentro de él.
No tenía ni una sola experiencia anterior, y ni siquiera había escuchado palabra alguna acerca de lo que estaba haciendo en este momento. Sólo me dejé llevar por mi instinto, por mi excitación; por lo que realmente quería hacer en ese preciso instante. Lo único que tenía siempre presente era que haría todo lo que se me ocurriera pero evitando lastimarlo.
De ninguna manera.
Pero al ver que empezaba a gemir y comenzaban los jadeos de excitación que ya conocía muy bien, me incentivaba a continuar con lo que mi imaginación me dictaba.
Continué sacando despacito la lengua, y volviendo a introducirla. Una y otra vez. Y ante sus susurros primero:"Yes, yes" y sus súplicas después: "please, dont stop". El ritmo se volvió cada vez más intenso y frenético.
A esta altura, él ya se movía con un vaivén que sumados a mis movimientos de mete y saca, la sensación era como si le estuviera haciendo el amor con la lengua.
Después de un largo rato, acerqué mis labios, lo besé, e intenté con un dedo.
Me lo humedecí con saliva, y apreté. Desapareció dentro de él.
Lo saqué. Me lo chupé, agregué más lubricante natural, y sumé otro dedo a la expedición. Ambos se hundieron dentro de él.
Realmente temía lastimarlo con lo que no intenté añadir un tercero.
Jugué dentro de él mientras se retorcía de placer. Al mismo tiempo me acerqué con la boca a sus testículos que colgaban por debajo y por detrás. Chupé sin sacar los dedos de su agujero, y fui por su miembro.
Ya lo tenía muy húmedo y en total erección.
Me lo metí en la boca succionando, mientras mis dedos seguían moviéndose en sus entrañas.
Esta vez su explosión me sorprendió. Fue casi sin previo aviso. Así, él boca abajo, y yo por detrás. Estuve a punto de ahogarme cuando me llenó la boca con su sabroso semen, el que tragué una y otra vez, hasta la última gota.
Exhausto estaba yo, cuando él giró, me atrapó entre sus piernas, me agarró con sus brazos, y con una mirada maligna me dijo:"My turn".
Sonó el teléfono.
Luego de la conversación con mi madre, me puse muy nervioso.
El tiempo había literalmente volado.
Otra nueva fantasía se me cruzó en la mente mientras mi teacher ahora me estaba chupando los testículos:
Me encantaría quedarme a dormir una noche entera con él, aunque más no sea estar juntos, abrazaditos, besándonos, acariciándonos, lamiéndonos.
Eso sí sería llegar demasiado lejos.
Cómo lo podría lograr?. Qué excusa podría dar en mi casa?. Cómo me podría quedar a dormir en la casa de un profesor de inglés particular sin que en mi casa se sospechara que aquí estaba ocurriendo algo extraño?
Me resultaba inverosímil cualquier motivo.
El teacher me dijo que me relajara, que aún teníamos una hora más, y que luego él me iba a acompañar hasta mi casa.
Me volvió a lamer todo el cuerpo
Esta vez fui yo el que se dio vueltas hasta quedar boca abajo.
Se acercó a mis nalgas y me las besó.
Me preguntó si quería que me lamiera el agujero, y le respondí poniéndome de rodillas y levantando la cola.
Su lengua húmeda y gruesa, rozó mi culito. Lo lamió reiteradas veces, y se retiró.
"Im not going to hurt you" me dijo. Me dio vuelta, y me agarró el miembro con la mano. Yo estaba duro como una roca. Me la sacudió un instante y me la volvió a chupar.
Sin retirarla de su boca, me tiró de los testículos como para dejarme toda la cabeza al descubierto. Mi pene tomó una dimensión aún mayor, y él se lo llevó más profundo todavía, como si fuera a tragársela literalmente.
Pensé que lo estaba lastimando, y me dijo que no, que quería darme el mayor placer al eyacular.
Empezó a masturbarme con la boca. Aún no me soltaba los testículos.
Estaba a punto de explotar en cualquier momento, chocando reiteradamente contra su garganta.
De repente, se detuvo.
"Suck me" me dijo, señalándome su propio miembro.
Me sorprendió, pero obedecí.
Apenas metí su gordo pene en mi boca, y comencé a chupar, me dijo, esta vez en español para estar seguro que le fuera a entender correctamente: "Por favor, NO te lo tragues esta vez". Y dicho esto, eyaculó.
Sí, lo hizo de nuevo. Y sólo habían pasado menos de diez minutos de la vez anterior.
Atónito, volví a obedecer, no tragué, desconociendo qué iba a suceder.
Tomó mi pene, me masturbó y como sabiendo el momento exacto que iba a eyacular, se lo metió en la boca en el preciso instante que exploté y se la llené del blanco líquido.
Con su boca llena, se acercó a la mía. Juntó sus labios con los míos, y adiviné lo que se proponía.
Mezclamos nuestros propios líquidos. Hasta que fuimos tragando de a poco. Debo aclarar que a mi me causó un poco de náuseas, no porque no me haya gustado porque fue terriblemente erótico, sino porque hay cosas que no puedo hacer después de eyacular.
Antes, lo que sea, después no.
Igual lo disfruté como una nueva experiencia.
Volvimos a jugar con nuestras lenguas, relamiéndonos y chupándonos mutuamente, hasta hacer desaparecer todo rastro de lo que hasta un momento antes llevábamos dentro de nuestras bocas.
Usé su cepillo de dientes y su crema dental sabor menta para quitar todo sabor extraño de mi boca. El hizo lo mismo.
Me acompañó todo el trayecto hasta mi casa.
Al llegar frente a mi domicilio, le señalé la ventana de mi dormitorio.
Nos despedimos con un apretón de manos.
Cálido.
Húmedo.
Repleto de la energía que ya me era muy familiar.
Entré a mi casa, me vi vuelta para verlo apenas un segundo más antes que se cerrara la puerta.
"Hola, ya llegué" grité corriendo hacia mi dormitorio; levanté un poco la persiana.
El seguía allí parado, fijó la vista en dirección hacia donde yo estaba, levantó la mano en señal de saludo y su voluminosa figura desapareció entre las sombras.
Si alguno se siente identificado con este relato real, o si algún gordote como los que a mi me gustan quiere entrar en contacto conmigo, por favor no dejen de escribirme a zesna@lycos.com