Mi fantasía (II)
Relato sobre una fantasía a cumplir, escrito para alguien especial. Se recomienda leer la primera parte
Cuando salías por la puerta te giraste un momento para mirarme con súplica, y yo te respondí con una sonrisa, tus súplicas siempre me han resultado indiferentes, pero ahora mucho más, iba a llevar mi fantasía hasta el final y mejor aún, te iba a llevar a ti hasta tú limite.
-Te enseñaré la casa- Me dijo Susan agarrándome la mano y tirando de ella.
Me llevó por toda la casa, primero me enseñó los jardines, pude ver que había varios sumisos con el mismo atuendo que yo te había puesto a ti, solo que ellos ya llevaban su jaula, a ti te la pondrían más tarde. Paseaban sueltos, a cuatro patas, haciendo sus necesidades por el jardín, como les habían explicado y pronto harían contigo.
Después fuimos al comedor, allí tendría lugar el evento la noche siguiente, así que lo estaban preparando, había muchas cosas de por medio, pero se podía intuir que cuando todo estuviese recogido quedaría muy bonito para la ocasión.
Finalmente, me acompañó hasta la que sería mi habitación esos dos días, era enorme, tenía una cama de tamaño King-size, un tocador, un balcón enorme también desde donde se podía ver todo el jardín y además, un diván con una mesilla al lado con una especie de pantalla, en ese momento no entendí muy bien para que era aquello, aunque lo descubriría pronto. Además, tenía baño privado, con una bañera, la cual cuando la vi solo pude imaginarnos a los dos allí metidos.
Girándome a Susan, le pregunté dónde estaba el resto de la gente y me dijo que en esta ocasión, todo iba a ser anónimo así que nosotras no nos cruzaríamos unas con otras.
-Además, he pensado que te gustaría tener a alguien para que te ayude, había pensado en
Lis, ya la conoces, es mi primera sumisa y sé que siempre te gustó.
-Preferiría que fuera mi perrito quien lo hiciera la verdad. Ya me conoce, sabe mis manías y mis gustos.
-Ya conoces las normas, ningún contacto directo con ellos hasta después del evento.
La verdad, mi cara fue un poco de decepción, aunque a ti no te lo reconociera nunca en voz alta, me hubiese gustado despedirme mejor de ti, pero entonces aquel fin de semana habría perdido toda su gracia. Pero cuando vi entrar por la puerta a Lis tú te esfumaste de mi cabeza hasta cierto punto. Era mucho más guapa de lo que la recordaba, estaría cerca del metro setenta, unas curvas bien marcadas por todo su cuerpo, unas tetas que seguro que Susan debía disfrutar torturando, sus labios carnosos y rojos incitaban a la perversión, con sus ojos verdes, una delicia para cualquiera.
-Veo que ya no te importa tanto que tu perro no esté aquí para ti-Me dijo Susan con cierto tono condescendiente.- En un rato te traerán las maletas a la habitación. Lis te explicará mientras la dinámica de estos dos días y yo te veo mañana.
Lis agachó la cabeza delante de su Ama y sonriéndome se arrodilló delante de mí.
-Sé que no es lo que esperaba Señora, pero espero estar a la altura, sé que es una gran amiga de mi Ama.
-Estoy segura que estarás más que a la altura- le dije mientras le rozaba la mejilla.
-Póngase cómoda- me dijo señalando el diván.
Me descalcé y me tumbé en el diván, una vez acomodada ella se acercó a la pantalla que había justo al lado y dándole a un botón la encendió. Y la imagen se dividió en dos.
-Aquí podrá ver siempre a su sumiso, este es el establo, si no lo ve es que salió al jardín, y como se habrá dado cuenta, puede verlo desde el balcón.- Cada vez estaba más asombrada, lo tenían todo pensado.- Por otro lado, las comidas se realizarán en las habitaciones, puede salir y entrar cuando quiera por supuesto, pero si se cruza con alguna otra persona no podrá interactuar con ella, como ya le dijo mi Ama, en esta ocasión es completamente anónimo.
Por un lado estaba totalmente asombrada, ya sabía que había mucha organización en este tipo de eventos, pero nunca llegué a imaginar que sería hasta ese punto. Pero me excitaba tanto aquella situación, saber lo que te iba a pasar, que estabas atemorizado por la incertidumbre y aun así ahí estabas por mí. Y por otro lado estaba Lis, era imposible no imaginarla torturada, atada a una cruz y haciendo con ella todo lo que desease, porque sabía que como tú, tampoco se resistiría, en algún momento hablaría con mi amiga para que me la prestara unos días, pero no sería ese fin de semana, este era nuestro.
-Si sale al balcón podrá verlo Señora, van ponerle la jaula.-Me dijo ella aun arrodillada y sacándome de mis pensamientos.
Me levanté y ella me siguió hasta el balcón, era mucho más amplio de lo que parecía desde dentro de la habitación, además tenía una mesa con dos sillas, me acomodé en una de ellas, y gracias a que la barandilla no era especialmente alta podía ver todo el jardín sin dificultad.
En ese momento te vi aparecer tirado de la cadena por la misma chica a la que te había entregado un rato antes, ibas mirando hacia todos lados, tu cara era de terror, solo llevabas allí una hora y ya estabas asustado, no sabías donde te había metido y además no sabías
donde estaba yo. Pero justo en ese momento, cuando tu cabeza y giraba hacia todos lados quizá buscando por donde poder irte, me viste allí sentada y tu expresión cambió, se relajó, y me sonreíste, yo seguí sería, incluso te aparté la mirada, quería hacerte pasarlo mal. Aun así pude ver que aún seguías excitado, no sé dónde te habrían tenido ese rato, pero tu erección no había bajado, por lo que había sido imposible ponerte la jaula de castidad, en seguida ambos descubriríamos los métodos que empleaban para poder hacerlo.
La chica colocó el extremo de la cadena en un poste y te debió indicar que te levantaras, porque casi diste un salto del suelo para hacerlo, tu mirada no se apartaba de mi balcón, y ahora sí, yo no era capaz de apartar la mirada de ti. Te dejó ahí de pie, bajo el sol, y se alejó unos minutos, al regresar traía en la mano el final de una manguera, giró su cabeza y asintió hacia un punto que no lograba ver, pero al instante un chorro de agua a presión salía de la manguera y se proyectaba contra tu cuerpo, empezó en el pecho y fue bajando, la presión del agua debía ser fuerte ya que tú empezaste a gritar, pero aun así ella no paró de lanzarte agua, llegó hasta tu pene y en ese momento intentaste taparte con las manos, y mi mirada fue feroz desde el balcón, en ese momento tú apartaste las manos, no sé si porque la chica te dijo algo o por mi mirada, aunque personalmente prefiero pensar que fue por lo segundo. Poco a poco tu erección bajó, y la chica volvió a girar la cabeza hacia el mismo punto que antes y el agua se cortó. Alguien se acercó a ella y le entregó lo que yo suponía que era la jaula de castidad, desde lejos me resultaba difícil distinguirlo, pero al ver que se acercaba a ti y estuvo jugueteando con tu pene lo confirmé.
Después de esto, se giró hacia el balcón, y alzando la mano me mostró lo que debía ser la llave de tu jaula, asentí, suponiendo que era lo que esperaba que hiciera. Una vez acabados, volvió a coger la cadena, te ordenó que volvieras a cuatro patas y tirando de ella te guio hasta tu siguiente destino.
Entonces Lis, me habló y me hizo recordar que seguía ahí, me dijo que volviese a entrar dentro, y así podría verte en la pantalla, ya que te llevaban al establo.
Volví a tumbarme en el diván y pude ver como entrabas, me fijé en que no parecía que hubiese humedad en tu cuerpo, así que debía haberte dado una toalla para secarte antes de entrar. La chica te quitó la cadena del collar, te señaló una esquina y vi cómo te sentabas allí sin saber muy bien que más hacer. Otra chica se acercó a ti con dos cuencos, uno pude ver que contenía líquido y el otro estaba vacío, imaginé que ahí te pondrían la comida, y el líquido debía ser agua. La chica volvió a salir de la imagen igual que había entrado, sin ninguna interacción contigo. Y pude ver cómo te quedabas allí sin saber qué hacer, que decir… Podía notar como tú pene intentaba tener una erección y la jaula se lo impedía, debía resultarte doloroso, ya que tu cara iba tornándose poco a poco cada vez con más dolor.
En ese momento llamaron a la puerta y pasó la chica a la que te había entregado antes de despedirnos, traía mis maletas y la llave que me había enseñado antes desde lejos. Me la entregó y la colgué de mi cuello con la cadena que traía. No dijo nada, cuando me la hubo entregado y dejado la maleta, salió como una exhalación.
-Voy a sacar su ropa de la maleta y la colgaré en el armario, si quiere antes puedo traerle algo de beber para que se relaje.- Me ofreció Lis
-No quiero nada para beber, pero sí quiero que lleves algo a mi perro antes de deshacer la maleta.
Y levantándome del diván fui a la maleta la abrí y saqué una mantita, no era especialmente
grande, pero lo suficiente para que te cubriese, cogí un bote de perfume de mi neceser y la rocié con él. Se la entregué a Lis y la mandé que fuese a dártela. Mientras ella salía por la puerta, yo volví al diván, me acomodé y a los 5 minutos pude ver como entraba en tu parte del establo, te decía unas palabras y te entregaba la manta. Primero tu cara fue de extrañeza, pero luego acercaste la manta a tu nariz, oliste mi perfume y tu rostro cambió a uno completamente alegre, debiste recordar las palabras que te había dicho antes.
De tus labios salió un gracias Mi Ama que no pude oír pero que tampoco me hizo falta que tus ojos hablaban por sí solos.
Continuará...
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