Mi fantasía hecha realidad (2)

La orgía que estaba por venirse después de ese encuentro en el tren me hacía erizarme de lujuria...

Cuando mis invitados y yo salimos de aquella estación de tren, nos presentamos. El hombre de baja estatura se llamaba Raúl, el que me venía dando por detrás era Armando y el que se entendió con mis pezones era Gerardo. Yo me presenté con el nombre de Linda, después de todo, a quién le importaba el nombre y mi hermoso cuerpo le hacía honor al nombre.

Abordamos un taxi para llegar más rápido a nuestro destino y terminar lo que habíamos comenzado dentro de aquel tren. Aún dentro de aquel taxi no dejaba de recibir manoseos a mis hermosas piernas y roces a mis pezones. Una hembra como yo no se encuentra todos los días por la calle ni tampoco todos los días elijo a tres completos desconocidos para hacer el amor y producirme múltiples orgasmos. A veces el introducirme el dedo o alguna gorda zanahoria a mi rajita no es tan divertido como el que me ensarte un verdadero y delicioso pene y estos tres tipos me habían demostrados que estaban dispuestos a cumplir. Como al único que había besado era a Gerardo, le ofrecí nuevamente mis ardientes y jugosos labios para que me entretuviera en lo que arribábamos a nuestro destino.

Al llegar, tuve suerte de que mis vecinas no estuvieran al tanto, finalmente no me importaban sus comentarios, pero no me hubiera gustado que me interrumpieran cuando estuviera disfrutando de tan delicioso triple sexo (y si tenía suerte con mi vecina, sería un cuadro completo). Nos metimos al elevador y Armando lo detuvo de pronto, me tiró del brazo y me volteó bruscamente, alzó mi falda y comenzó a frotar mi culito nuevamente, me confesó que no había probado nalgas tan redondas y sabrosas como las mías y que sus besos también me calentarían como los de Gerardo. Lo separé delicadamente y le dije que ya faltaba muy poco para que probaran todas las mieles de mi exquisito cuerpo. Dejé que me diera un beso en mis nalguitas y continué la marcha al elevador, parando en el piso de mi vecinita, rogando a Dios que estuviera disponible y quisiera participar en la fiesta que había comenzado a armar dentro de aquel vagón de tren y quería terminar en mi cama. Elena abrió la puerta y le saltaron los ojos al verme vestida así, quizá se percató de mi olor sexual y me invitó a pasar a su apartamento, le platiqué que mi idea de hecho era invitarla a mi cama con algunas compañías y no tardé mucho para convencerla, me pidió que me fuera adelantando, nos alcanzaría en unos momentos más.

Por fin abrí la puerta de mi apartamento, mis invitados se introdujeron y al cerrar la puerta se lanzaron nuevamente sobre mi con sus ardientes caricias, Gerardo arrancó de golpe mi falta y Raúl mi blusa, por lo que quedé desnuda frente a ellos, tuvieron que abrir sus cremalleras para que no explotara su pene dentro del pantalón. Mi exquisito cuerpo los hacía vibrar y les hacía hervir la sangre, les indiqué el camino a mi recámara y les pedí que me esperaran allí, no sin antes pedirles que prepararan algunos tragos para continuar en calor. Yo me dirigí hacia mi closet de donde saqué únicamente una bata transparente color negro que dejaba ver mis redondas y ricas tetas ya con su pezón bien parado, decidí ponerme otras braguitas negras porque era delicioso que me las arrancaran, estas dejaban ver bien mi redondo culo y tapaba mi conchita nada más, me volví a perfumar y así me dirigí a la recámara donde los tres chicos ya estaban desnudos y puestos para comenzar el acto sexual que me crispaba los vellos de todo mi cuerpo.

Definitivamente yo podría vivir únicamente de sexo y vivir para el sexo. Lo había descubierto desde que era pequeña, pues me subía a una silla y me movía sensualmente, el roce de la silla con mi vulvita era delicioso, sentía un extraño y rico cosquilleo por mi cuerpo. Cuando mis tetitas comenzaron a crecer me las acariciaba y allí estaba nuevamente esa deliciosa sensación. En una ocasión mi abuela me sorprendió tocándome y me hizo creer que lo que hacía era malo y me castigó; pero no dejé de hacerlo porque adoraba lo que sentía. El sexo era para mí. Fue hasta los 13 años que tuve mi primera experiencia sexual, un chico de secundaria de nombre Andrés. Eran vísperas de Día de Muertos y el grupo se entretenía colocando la ofrenda para participar en el concurso que cada año se organizaba, iba en el turno vespertino y ya para las 7 de la noche estaba oscuro. La clase se encontraba ocupada preparando todo para la colocación de la ofrenda, Andrés me invitó a platicar fuera del salón y con engaños me llevó hasta el cuartito donde el conserje guardaba sus artículos de aseo, estaba oscuro y cuando entramos atrancó la puerta con una escoba, yo me senté en una alfombra y Andrés junto a mi, él comenzó a besarme y tímidamente a acariciar mi pierna, éramos inexpertos los dos, pero yo inmediatamente comencé a sentir ese cosquilleo como cuando niña y me dejé llevar, me tumbé en la alfombra y él se subió en mí, tomó mi mano y la puso en su pene ya erecto, me di cuenta que Andrés tenía una exquisita arma y comencé a gemir porque lo empezaba a frotar en mi vulvita que por primera vez lanzaba chorritos de leche. Me preguntó si me gustaba y le dije que sí, me preguntó si quería que siguiera y le dije que sí. Me levantó la falda y comenzó a bajarme mis braguitas, yo sólo levanté las piernas y él ya tuvo toda la facilidad para quitármelas, mi conchita ya estaba lista para ser estrenada, él comenzó a desabotonar mi blusa y yo me dejé, mi sostén nos estorbaba y bruscamente lo bajó, dejando al descubierto mis tetas que ya se enfilaban a ser redonditas, grandes y jugosas, comenzó a tocarlas, luego a pellizcarlas y al final a mamarlas, era riquísimo lo que sentía, él se quitó la camisa y pude acariciar su espalda desnuda. Era fantástico lo que vendría. Me cogería el niño de mis sueños forrada en ese uniforme de colegiala que aún dejaba ver mi inocencia.

Andrés abrió su cremallera y dejó salir su pene bien erecto, yo abrí mis muslos y allí estaba mi jugosa y velludita rajita. Primero jugueteó un poco y de repente de un movimiento muy atinado me penetró y yo gemí de dolor y luego de placer, pues me gustaba mucho lo que hacía, comenzó a mover la cadera a la vez que no dejaba de mamar mis tetas "¡qué rico!" era lo único que pensaba en ese momento. Cuando me pidió cambiar de posición, él se recostó en la alfombra y yo me monté a él abriendo mis piernas y colocando mis rodillas en su cadera, mi rajita nuevamente buscó su exquisito pene y así subía y bajaba sintiendo el placer de todos los dioses en su mero apogeo, él me daba algunas nalgadas y me excitaba aún más. Finalmente me puso en cuatro, mis nalgas quedaron a su disposición y comenzó a acariciarlas y besarlas, bruscamente las separó y mi hoyito quedó a su total vista, lo insertó de tal manera que también dolió, pero mi culo poco a poco se fue acostumbrando a su verga porque ya entraba y salía sin ningún problema, sus velludos huevos golpeaban mis nalgas cada vez que me daba todo su placer al mismo tiempo, con su mano tocaba mi conchita y en ocasiones subía hasta tocar mis tetas quienes colgaban y se deslizaban al ritmo que me movía para sentir ese tronco en mi hoyo. Ambos gemíamos de placer. Fue delicioso sentir su leche dentro de mi culo, pues para haber sido la primera vez nos habíamos comportado como unos animales expertos. Desde ese día frecuentábamos a menudo el cuartito del conserje y allí aprendí mucho acerca de lo que ahora es para mi algo muy natural: el sexo.

Al ingresar a preparatoria, encontré a un grupo de amigas que después de varios comentarios, nos dimos cuenta que adorábamos el sexo, intercambiábamos sugerencias y cuando teníamos oportunidad, nos metíamos al baño y nos encerrábamos dentro. Ya allí, nos quitábamos la blusa y el sostén y frente al espejo nos mojábamos los pezones para pararlos, nos frotábamos riquísimo las tetas y hacíamos apuestas para ver quién las tenía más ricas y mordisqueables, era de suponer que yo siempre ganaba, pues mis tetas son tan perfectas que hasta en una ocasión a una amiguita le dio por chupármelas, pero en ese momento yo me asusté y la separé de mis pezones. No hubo más intentos, pero me quedó la duda de que pudo haber hecho maravillas con esos labios y esos dientes perfectos que tenía.

Nuestra suerte terminó cuando el Director nos sorprendió en pleno desnudez de nuestros torsos, sus ojos se posaron en mis bien dotados melones y chupó sus labios imaginando besarlos. Yo ya tenía 18 años y mi cuerpo ya era todo un monumento, ese día portábamos pants para la clase de Educación Física, el mío se ajustaba muy bien a mi delicioso culito y el hombre no tardó en parar su verga deseosa de penetrarme. Con el susto porque nuestro Director nos había sorprendido, mis amigas alcanzaron a correr; pero yo quedé paralizada. Lo fue más cuando el tipo cerró el baño y me pidió guardar silencio, se acercó lentamente hacia mí y me rodeo la cintura, mis senos comenzaron a rozar su camisa y también pude apreciar cómo sus pezones se marcaron más a través de ella. Me ericé de placer y mis pezones inmediatamente reaccionaron, sus manos comenzaron a bajar a mis nalgas y comenzó a frotarlas por arriba de mi pantalón ajustadito, notó que yo llevaba puestas una tanga que se insertaban en mi culito y eso terminó por parar su verga que ya explotaba en su pantalón, acercó sus labios a mis mejillas y pudo sentir mi rostro perfumado, sentí como su sangre hervía y fue entonces cuando comenzó a mover su cadera lujuriosamente en mi vulvita, yo lancé un gemidito de placer pero no separé mis manos del lavamanos. Fue entonces cuando no resistió y sus manos fueron directamente a mis senos desnudos, comenzó a frotarlos suavemente y yo repegada al lavamanos, con el movimiento mi espalda se fue un poco hacia atrás y entonces mis melones subieron y lucieron más aún. El hombre no resistió más y se llevó mi pezón derecho a sus labios, sentía primero sus labios succionar con delicadeza y luego lo mordisqueaba, su mano izquierda se entretenía con mi otro seno acariciándolo y pellizcándolo. Yo sentía placer por el hecho de estarlo haciendo con la autoridad del colegio y esto me comenzó a excitar más. De pronto él se separo y me miró con ojos de terror, me dijo "¿pero qué estoy haciendo? esto no está bien" yo me voltee hacia el espejo comencé a acariciar mis hermosos senos sensualmente, y le dije "si somos discretos, no hay por qué evitar el placer, ¿no crees?" abrí la llave del agua fría y comencé a empaparlos con mis manos mientras no dejaba de frotármelos. Al decir verdad, el viejo nunca me agradó, no es agraciado físicamente; pero a quién le importaba esto cuando podría proporcionarme placer de hombre maduro; además, por mis "favores" podría obtener privilegios a cambio. El tipo de volvió a abalanzar sobre mi y mis nalgas rozaron su tronco ya bien erecto, comenzó a repasar mi desnuda espalda con su lengua y sentí un placer infinito, mi conchita ya se estaba preparando para lo que vendría.

De repente sonó la campana indicando el término de una clase para comenzar otra, teníamos 10 minutos para ese cambio y muchas niñas aprovechaban para ir al tocador. El Director se volvió a separar de mi cuerpo ya con la sangre hirviendo y me ordenó arreglarme rápidamente y acudir a su oficina tan pronto iniciara la próxima clase. Él salió corriendo de allí para que nadie sospechara de nuestro encuentro y como yo ya estaba mojadita y bastante excitada, después de acomodar mi uniforme escolar decidí ir por un refresco a la cafetería y dirigirme a la oficina de nuestro Director, después de todo, una buena sesión de sexo entre clases podría ayudar a concentrarme.

Recorrí los pasillos lentamente moviendo mi delicioso culo en un vaivén excitante, el olor a sexo comenzó a atraer a chicos lujuriosos que no dejaban de lanzarme miradas libidinosas a mi paso y desnudándome en su imaginación; pero el Director ya me esperaba en su oficina y yo "debía" obedecer la instrucción que me había dado minutos atrás. Cuando estuve frente a su puerta, toqué e inmediatamente recibí un "adelante" como respuesta, él ya estaba allí sentado atrás de su escritorio y yo inocentemente entré y le sonreí. Me invitó a sentarme en el sillón que está justo al lado de su exquisita mesa de juntas que era grande como la de los caballeros de la mesa redonda. Él estaba al teléfono y se mostraba ansioso por colgar, mientras tanto, yo me entretenía con la pajilla de mi refresco a la que primero comencé a chupar maliciosamente y luego a morder. El tipo bajó su mano y no estoy segura, pero me pareció que se estaba pajeando, porque no quitaba la mirada de mis labios juguetones.

Por fin terminó la llamada y su mirada se clavó en todo mi ser, pude sentir cómo me desnudaba con la vista y esa lujuria que se encendía dentro de su mente, se levantó de su silla y caminó hacia mi, me tomó de la mano y me levantó del sillón en el que yo estaba sentada, yo le ofrecí mis carnosos y frescos labios y en un santiamén sentí su lengua hasta mi garganta, el tipo besaba bien pero yo creo que era su calentura lo que hacía que quisiera penetrar todos los hoyitos de mi cuerpo a donde cupiera algo. Sus manos se posaron primero en mi cintura y poco a poco fueron bajando a mis nalgas, comenzó a frotarlas y a pellizcarlas, yo creo que nunca había sentido un culito tan sabroso. Inmediatamente sentí su verga encendida y me pidió que mis manos jugaran un poco, colocó mi mano en ella y yo comencé a agitarla "Bájame la cremallera y sácalo" me pidió y yo así lo hice, su pene erecto brincó a la vista y piadosamente me sugirió que lo introdujera a mi sensual boca. Yo ya estaba empapada por el cachondeo que ya habíamos tenido momentos atrás y el pensar que iba a tener ese tronco del Director en mi boca me hizo suponer que podría ser dueña de la situación, pues podría tenerlo a mis pies en lo que quisiera, incluso obtener un 10 en la clase de Física que nunca fue mi fuerte.

Mis labios comenzaron a chupársela y ayudada de mi mano le di tremendo gusto al viejo, quien gemía de placer y se limitaba a decir "me gusta, así preciosa, así" con mi mano libre me empecé a tocar mi conchita y comencé a darme placer yo solita. De un movimiento me levantó muy lento, nuevamente buscó mis labios llenos de su leche y su lengua se insertó hasta mi garganta. Después de unos segundos separó su boca y nuestras miradas se cruzaron, me dijo "estás hecha una ricura mamacita" y yo sonreí. Sus ojos ardían de lujuria y de un movimiento brusco me volteó, quedé de espaldas a él pero justo enfrente de su mesa de sala de juntas, me tomó de la nuca y me dobló para que mi torso descansara sobre la mesa y mis nalgas quedaran justo a la altura de su verga, permanecíamos de pie, con sus manos acariciaba mi culito y explotando bajó mi pantalón hasta mis rodillas y mis nalgas quedaron desnudas ante sus ojos "¡pero qué sabrosa estás mamacita!" separó mis piernas y encontró mi tanga bien incrustada en mi rajita, subió su manos por debajo de mi blusa y encontró mis deliciosos senos pegados a la mesa, mi respiración se agitaba porque ya quería tener todo ese tronco adentro de mi. Frotó mis pezones y me decía "ricura, eres toda una hembra, ¿te la meto mamacita?" yo le deje que sí y sus manos comenzaron a bajar mis bragas lentamente hasta llegar a mis rodillas por encima de mi pants, mi vulva ya estaba empapada y más que lista para recibir a ese invitado travieso; sin embargo, cuando más deseaba que lo metiera, bajó su cabeza y comenzó a lamerme el culo, sus manos acariciaban mis muslos y subían nuevamente hasta mi espalda, me dijo "voltéate", me incorporé y me volteé, mi conchita desnuda quedó justo frente a sus ojos, me senté en la mesa y abrí las piernas, empezó a chupármela delicioso y yo gemía de placer, mis manos comenzaron a jugar con mis pezones y la sangre ya me hervía por meterme esa verga

Nuevamente mis añoranzas se vieron interrumpidas cuando se escuchó que llamaban a mi puerta, observé por la mirilla y allí estaba Elena mi hermosa vecina, abrí la puerta y la recibí con un beso en los labios, sonriendo la invité a pasar. Vestía un delicioso traje de enfermera que se ajustaba perfectamente a su riquísimo cuerpo. "Y bien, ¿en dónde están nuestros invitados?" me preguntó, la tomé de la mano y la conduje hasta la habitación donde ya nos esperaban los machos para comenzar esta tremenda orgía que era otra de mis fantasías sexuales.

"Les presento a Elena" dije en cuanto entramos a la habitación y los chicos recorrieron sus curvas con lujuria. El tener enfrente dos deliciosos cuerpos como los nuestros los hacía enloquecer. Cerré la puerta y tomé a Elena de la mano, caminando unos pasos para acercarnos a nuestros invitados, me paré justo delante de ella y comencé a besarla, ella me correspondió deliciosamente y sus manos se fueron directamente a mis nalgas, las acariciaba sabrosamente. Gerardo encendió la música y Elena y yo comenzamos a movernos al ritmo de la música mientras no despegábamos nuestros labios y nuestra manos acariciaban lo que encontraban a su paso. Yo apreté sus nalgas y muy, muy lentamente empecé a levantar su faldita, nuestros invitados suspiraron y lanzaron un gemido de placer pues se percataron que no traía ropa interior ya que su redondito culo quedó al descubierto. "Así perritas, acaríciense y dense placer, caliéntenos" dijo Armando mientras no dejaban de jalarse la verga al ver nuestros sensuales movimientos. Yo me separé un poco de Elena y le di la espalda, sus manos buscaron mis tetas y la acariciaba por encima de mi transparente camisón, alcé las manos hasta llegar a su cabello y empecé a bajar y a subir al ritmo de la excitante música, de un movimiento muy certero Elena arrancó mi camisón y únicamente quedé con mis ricas braguitas, siguió frotando mis tetas y con sus dedos empezó a pellizcar mis pezones que ya parecían jugosas uvas. No podía sentir mejor placer que sus suaves manos en mis desnudos senos y mi rico culo rozando su cadera. Ahora yo de un movimiento perfecto me fui a su espalda y mis manos buscaron el cierre de su lindo uniforme de enfermera. Sin dejar de movernos lujuriosamente, comencé a bajarlo lentamente y ahora sus tetas iban quedando al descubierto, lo bajé a la altura de su ombligo porque ya estaba su velludita vagina al descubierto, mi mano derecha bajó a acariciar su chochito y nuevamente subió para ayudar a sus tetas a quedar al descubierto. Yo ya me la había cogido con ese uniforme porque le quedaba muy justito y no era necesario que se lo quitara todo para gozarla, su semidesnudez invitaba a buscar nuevas posiciones.

Los chicos comenzaron a sacar leche de su tronco pero no dejaban de agitársela, pues mi amiga y yo les estábamos cumpliendo seguramente una de sus fantasías. Lanzaban gemidos de placer, sus miradas eran de calentura y dejaban descargar toda su lujuria en nosotras.

Elena y yo continuamos bailando y acariciándonos, muy lentamente me dirigió a mi cama y me tumbó en ella, los chicos la rodeaban y estaban ansiosos por participar. Elena besó mis labios, luego mi cuello y sensualmente fue bajando, primero a mis senos, mordió mis pezones, bajó a mi ombligo y alcanzó mis braguitas. Con sus experimentadas manos empezó a bajarlas y mi vagina con escaso vello empezó a quedar al descubierto, su lengua se insertó en mi clítoris y me empezó a proporcionar de delicioso placer. Mi boca estaba libre y la abrí moviendo mi lengua para invitar a alguno de los chicos a que la besara. Gerardo pareció entender el mensaje y se tumbó en la cama también besándome fogosamente su mano se topó con mi seno derecho y empezó a amasarlo deliciosamente, mi pezón se entregaba a sus dedos expertos. Armando no quiso quedarse atrás y se llevó mi pezón izquierdo a sus labios. Primero lo besaba, luego lo mordisqueaba y finalmente succionaba fuertemente intentado obtener alimento quizá, pero era una sensación deliciosa la que estaba sintiendo. Levanté un poco la mirada y ví allí a Raúl extasiándose con lo que estaba presenciando; pues yo estaba siendo cogida por una mujer y dos hombres, pero me faltaba aquel pequeñito para completar aquél cuadro que había imaginado en el tren.

Como Raúl fue el último en alcanzar algo de mi delicioso cuerpo, separé a los chicos de mí y me incorporé en mi cama, mi exquisito cuerpo desnudo fue admirado por todos. Miré a Raúl, le estiré mi mano y lo invité a subirse a la cama, para ser honesta, tenía la verga más grande que la de Armando y Gerardo. Yo abrí mis piernas y allí estaba mi conchita mojada ya de mi leche, sin más se la ofrecí "Ven cariño, métemela toda" de un pasó brincó a cayó entre mis piernas, su verga se insertó atinadamente en mi hoyito y yo grité de placer, parecía que yo fornicaba con un chiquillo porque sus pequeñitas manos acariciaban mis muslos. Elena se acomodó en cuatro a mi lado de cama y volvió a buscar mis labios, yo se los ofrecí y fundimos nuestras lenguas. Sus nalgas desnudas invitaron a Gerardo a que buscara su hoyito y no tardó en alcanzarla, empezó a amasarle el culo y de un movimiento le insertó el tronco a Elena, ella se separó de mis labios para gritar de placer y quedaron a mi vista sus hermosos senos que colgaban y se mecían al ritmo que se la encajaban entonces Armando aprovechó el momento para ser dueño de mis jugosas tetas. Las tocaba, las besaba, las mordía, las juntaba, las separaba, me decía "qué ricas las tienes mamacita, espérate a que yo te inserte la verga y sentirás a un verdadero macho". Era delicioso lo que estaba sucediendo dentro de aquel cuarto.

Minutos después, sugerí cambiar de posición. Llevé a Armando a una silla y le ofrecí mi espalda desnuda, comencé a bailar eróticamente y mi redondito culo le paraba el pito hasta el cielo, sus manos recorrían mis bien torneados muslos y no logrando contenerse me jaló hacía él metiéndome toda su verga a mi hoyito, yo volví a gritar de placer y me movía cadenciosamente; pero mi conchita se sentía sola y fue entonces cuando invité a Gerardo a que la llenara con su tronco. Mis dos hoyos quedaron bien asegurados entonces y yo me derretía entre esos dos hombres que sabían perfectamente para qué servían esas partes de mi cuerpo, mi cadera se movía lujuriosamente. Elena se acercó llevando a Raúl de la mano y cada uno se adueñó de una de mis tetas. Las empezaron a mamar riquísimo y yo sólo me dejaba llevar por esas sensaciones que recorrían todo mi escultural cuerpo.

Pude percatarme que mi vecino estaba grabando todo con su cámara; al tiempo que no dejaba de pajearse. Él nunca había presenciado algo así y yo le estaba dando ese gusto. Mi cuerpo estaba siendo profanado por 4 individuos y yo me sentía divina. Mi rajita, mi culo, mis tetas eran objeto de placer, de mi placer porque yo soy una adicta al sexo, para eso nací y para eso lo gozo.

Ximena.dartagnan@yahoo.com.mx

Continuará.