Mi fantasía de servidumbre y posterior humillación

Este relato trata sobre las fantasías de un hombre casado, las cuales llega a realizar con la colaboración de su mujer y una criada inmigrante. ILUSTRADO. 1ª Parte (a la espera de escribir la 2ª...)

Mi fantasía de servidumbre y posterior humillación

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Prólogo

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Me gusta pasear por las tardes cerca de los acantilados de Getxo hasta un faro cercano. El viento sopla siempre bravo en esa zona, algo que los regatistas saben aprovechar muy bien.

No era una tarde especialmente provechosa aquella, el día salió muy bueno y al calor veraniego se le sumó una extraña quietud, apenas corría cerca de los acantilados una ligera brisa, tan ligera que no podía ni mecer la melena de mi mujer. Allí de frente, los dos juntos, estábamos contemplando un postrero ocaso. Objetivamente hablando, comenzaba para mí una nueva vida al lado de mi esposa, mi fiel compañera, la madre de mis futuros hijos, mi amante perfecta, la razón de mi razón de ser, por supuesto, mi señora y mi dueña.

Un despertar comprometido

Esta historia comienza como muchas otras, solamente que yo no estaba preparado aquella mañana para lo que iba a acontecer.

Siempre me ha atraído mi mujer por dos cosas; su poderosa mirada y su genio. Era realmente difícil llevarle la contraria muchas veces. Igual resulta extraño que no hiperbolice nada relacionado con su aspecto físico, pero es que no es nada fuera de lo común. Morenita, pelo largo, algo bajita, bastante más que yo, culete respingón pero abultado, sin demasiado pecho, más bien poco pecho, como de una adolescente, y eso que ya tiene sus 32 añazos, uno menos que yo. Es delgada en general, igual poca cosa para muchos hombres, no para mí, por supuesto. En fin, una chica corriente, se podría decir.

Bueno, aquella mañana, como decía, no fue una mañana más, Natalia, así se llama mi mujer, me sorprendió en la cama, tocándome por debajo de las sábanas. Yo creía que estaba aún dormida, al fin y al cabo la noche había sido movidita y llegamos tarde a casa, creía que estaría exhausta de tanta fiesta nocturna por los pubs de la zona. Además que era muy pronto, las 8 y algo de la mañana. Yo rojo de vergüenza tuve que inventarme una historia, que si no estaba haciendo eso que decía, que si patatín, que si patatán…pero no la pude convencer. Por lo visto lo que más le molestaba era que la hacía sentir desplazada, nada más lejos de la realidad, porque yo la quería mucho entonces, como ahora.

La explicación real era penosamente para mí un poco más comprometida.

Yo frecuentaba páginas de internet de alto contenido adulto, concretamente webs extranjeras sobre temas de dominación, feminización, castidad, sado y cosas por el estilo. De siempre me habían interesado esos temas, pero la vergüenza me impedía ser sincero con mi mujer. De hecho siempre había sido cauto con ese tema, borrando los historiales de navegación, cifrando mi correo personal y en general asegurando la confidencialidad de los datos delicados. Lo que no podía tener a buen recaudo era mi miembro, que actuando bajo el enorme poder imaginativo que tengo, descargó aquella mañana toda su furia bajo las delicadas sábanas de mi cama de matrimonio. Me pasó por la cabeza la idea de estar arrodillado frente a una mujer de altivo porte y ceñida ropa de látex. Quise ponerle nombre, Natalia, pero no podía llegar a imaginármela así vestida. El final de mi fantasía desembocaba en un mar de humillaciones verbales y latigazos, teniendo que lamer cuero de botas negras. Una eyaculación comprometida, como el despertar de mi esposa.

Natalia toma la iniciativa

Después de aquella humillante escena de alcoba, mi mujer se enfadó bastante conmigo, llegando la cosa a tal extremo que le dio por insultarme y llorar al mismo tiempo, algo natural en ella, primero se enoja y luego se arrepiente. El caso es que pensó que ya no me atraía sexualmente como antes y como esa idea le rondaba la cabeza constantemente, al final tomó una medida drástica con el tema. Me lo dijo claramente, o le contaba qué era lo que necesitaba o me dejaba. Ella era muy orgullosa y no iba a permitir ser segundo plato, aunque fuera una infidelidad fantasiosa.

Yo no pude reaccionar en ese momento, tenía que pensar algo rápido, no podía decirle a las claras mis fantasías, era muy vergonzoso, pero tampoco podía no decirlo, eso podría poner en peligro mi matrimonio. Al final se me ocurrió un plan genial que resolvería el problema.

Pensé que sería bueno que ella misma descubriese mi lado oculto, pero de forma que no me obligara a tener que decirle cara a cara lo que quería. Así, lo que hice fue dejar miguitas de pan para que ella siguiese el camino hasta mis fantasías. Mi esposa no tardó mucho en averiguar mi secreto…aquí comienza mi relato, que lo disfruten.

**Capítulo 1

"Cuanto más desnudo está el amor, menos frío tiene"**

Natalia llevaba varias semanas sin descansar bien, al igual que yo. Su forma de mirarme en la cama me hacía comprender que la cosa no iba bien para ninguno de los dos. Ella se sentía preocupada por mis recurrentes fantasías sexuales, que yo no podía ni sabía explicarle, no estaba siendo sincero con ella y eso nos atormentaba a ambos en nuestra relación.

De esta forma llegué a la conclusión que tenía que pasar a la acción. Puse en marcha un plan infalible:

"Consistía en descargar vídeos porno concretos que expresasen mis fantasías más excitantes, colocarlos en una carpeta sin contraseña en el ordenador de casa y esperar que mi esposa los viese".

El plan era de una sencillez genial, pero eso no aseguraba el total éxito, ya que nada podría impedir que ella me recriminase por los vídeos y comenzara una discusión que ambos no queríamos. Es por ello que agregué a la carpeta de vídeos un texto Word con mis pensamientos ocultos. Rezaba lo siguiente:

"A mi esposa la quiero mucho, pero soy de un tímido tal que no sabría explicarle mis fantasías sexuales. Tampoco sé si las entendería.

Me gustaría ser dominado por una mujer, que ella tome las riendas, que tenga yo que obedecerla en todo y me limite el sexo a su antojo. Mi mayor ilusión sería la de convertirme en su siervo, y que ella pueda hacerme lo que se le antoje. Ella sería mi ama eterna, yo solamente su esclavo. Ojalá existiera un mundo donde poder llevar a cabo estas fantasías que tengo.

Me imagino a mí mismo con mi querida Natalia vestida de cuero, con botas de tacón y yo a sus pies a cuatro patas teniendo que lamerle las suelas, además ella no me dejaría eyacular porque me lo tendría prohibido, eso hay que ganárselo primero, y antes seguramente tendría que obedecerla en todo, hasta me gustaría poder servirle en casa como criada. También me excita poder verla en tanguita y sujetador o haciendo un striptease para mí, mientras permanezco atado y amordazado o incluso encerrado en una jaula para perros, solamente mirando y sin poder tocarme, eso me pone a cien, y que mientras se desnude ella me insulte y me diga que la podré ver pero que su cuerpo no será nunca del todo mío, o que ella se va a correr esa noche y a mí no me dejará más que mirar, dejándome frustrado y excitado por un tiempo.

A veces mis pensamientos van más allá y me imagino llevando un cinturón de castidad cuya llave tiene mi esposa, o a veces incluso compartida con alguna amiga o familiar, qué locura, pero es que eso me excita tanto

Una vez después de ver una película, me vi a mí mismo en una escena en la que aparecía una mujer sencilla con su marido a sus pies, bebiendo un poco de orina de ella, al principio daba asco, pero me excité igualmente. Cómo fantasear con mi esposa en esa situación, qué humillación más grande, pero es lo que me llega al alma. Ojalá hubiese alguna manera de hacer que mi mujer se comportara así conmigo, ese sería el día más feliz de mi vida. No obstante me moriría de vergüenza si ella supiera todo esto o si me abandonara por ello. Solamente es una fantasía sexual, que ojalá se cumpla alguna vez en esta u otra vida.

¡Ay! Si llegara un día a casa y sin más palabras me ordenase cualquier cosa de esas, yo la obedecería sin rechistar…"

El archivo de Word tenía que llevar un nombre sugerente, así que sencillamente lo dejé como "Mis fantasías sexuales".

Lógicamente para que todo fuese totalmente creíble, tuve que dejar la carpeta en un lugar un poco escondido de mis archivos, pero sabiendo que tarde o temprano daría con ella, porque Natalia además de coger el ordenador todas las tardes, le gustaba mirar dentro de mis carpetas personales, yo tenía un seguimiento del registro de sus movimientos diarios y no fallaba nunca, siempre me cotilleaba, eso era un punto a mi favor.

Al apagar el ordenador con la carpeta sin encriptar en mis documentos, me recorrió una fría sensación de escalofrío por todo el cuerpo, mi pene se endureció y comencé a excitarme y a fantasear con lo que podría pasar desde ese mismo momento. Recordé lo que en su día dijo una vez Julio César, "Alea jacta est", y me fui al baño a masturbarme.

**Capítulo 2

"Hace falta saber obedecer para saber mandar"**

Lo que nunca pude esperar de Natalia es que tardara tanto en encontrar la dichosa carpeta. Pero cuidado, todo tuvo su explicación

Un mes estuve esperando ansioso el momento, un largo mes lleno de discusiones, lloros y lamentos de mi mujer. Incluso llegó a pensar que le ponía los cuernos con otra y que lo que hacía que me masturbara eran pensamientos con la supuesta querida. Los celos y la impotencia contenida de Natalia iban a dejar extrañamente paso a una actitud relajada, de miradas de asombro y silencios, muchos y tensos silencios. Tenía toda la pinta de que ya sabía algo…y vaya si lo sabía.

Una noche como otra cualquiera, al meternos en la cama para ir a dormir (ya hacía tiempo que solamente follábamos los Sábados, y era Jueves), Natalia me sonrió pícara y se puso encima de mí. Con su camisón transparente y en braguitas como iba, la verdad es que me ponía a tono enseguida. Me pilló por sorpresa y no pude evitar que al abalanzarse sobre mí, me pusiese una rodilla estratégicamente entre mis piernas, con firmeza y sin miramientos. No podía en ese momento percatarme del dolor físico, que tampoco era demasiado, porque yo estaba embobado en su rostro, lascivo, penetrante y con mirada amenazadora.

-¿Sabes cariño? Estoy pensando que si tanto te gusta pajearte a solas y sin mi colaboración, a lo mejor también eres capaz de follarme sin follar conmigo.

-¿Qué quieres decir?

-Pues que no vas a follarme hasta que yo lo diga, a ver lo que aguantas, listo. Y si antes de querer yo hacerlo contigo tú me lo pides suplicando por no poder aguantarte, como castigo tendrás que hacer una semana el trabajo de casa. Puedes pajearte a tu antojo, pero no me la meterás cariño, jejeje.

-Pero… ¿en serio? ¿Esa es tu forma de castigarme por hacerme unas pajillas en la cama? ¿Hacer las labores de casa y no poder follarte? ¡No me jodas!

-Exacto, tú lo has dicho, no te voy a joder, de hecho creo que si te pones tonto ni dejaré que te pajees, por lo menos en esta cama ¿entendiste?

En ese momento me presionó su rodilla en los testículos y casi logra hacerme gritar, la muy cabrona. Nunca la había visto con tan mala leche, pero me excitaba, vaya sí me excitaba.

-De ahora en adelante seré yo quien decida el sexo en este matrimonio, cuanto y cuando, ¿entendido cariño?, y más te vale seguir mis consejos y procurar no hacerte pajillas por casa o ya sabes lo que pasará.

-¡Pero eso no está bien! No puedes dejarme a pan y agua. Los sábados toca, ya sabes que siempre toca tema ahí.

Entonces metió su mano por dentro de mi pijama y me agarró la polla con firmeza, comenzó a subir y bajar lentamente su mano; me estaba haciendo una paja deliciosa.

-¿Te gusta verdad? Te gusta como tu mujercita hace eso con tu pollita ¿eh? Te encanta sentir mi mano ahí subiendo, bajando y presionando, cada vez más y más rápido, ¿verdad? -Yo ya estaba a punto de disparar mi arsenal y solamente podía asentir con leves gemidos de placer, y cuando estaba cerca del orgasmo, la muy puta va y se para en seco. –pues no, cariño; tu cosita solamente la controlo yo, porque es mía, para mi disfrute y goce, y además ahora no me apetece, así que te jodes y a dormir, y que no te vea meneándotela otra vez.

Así me dejó aquella noche, con un calentón del copón. Pero eso sí, la experiencia además de ponerme cachondo y caliente como una tostadora, me dejó constancia del cambio en su actitud, lo que la delató, para mi total satisfacción.

Capítulo 3

"La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho"

Un día más y habría tenido que ir a por putas, o eso pensé. Natalia no me dejaba follármela, y lo peor de todo es que a ella no le importaba no hacerlo, dejándome totalmente desesperado, y encima ahora no podía hacerme pajas ni en mi propia cama. Maldita sea -pensé-. Cada vez que la veía para irse a dormir, con sus camisones transparentes, sus pezones de puntita que traía, y hasta se pintaba los labios para ir a la cama, la muy jodida me quería poner cachondo, y vaya sí lo consiguió, tanto que una noche ya no pude más y pasó lo que tenía que pasar

-Natalia no puedo más, tenemos que hacerlo aquí y ahora.

-Qué poquito me has durado cariño, jajaja. Pero recuerda que un trato es un trato y…-en ese momento me abalancé sobre ella, como tigre salvaje sobre su presa-

-¡A callar mala zorra!, lo que tenga que hacer ya se hará, ahora tengo que follarte, ¿vale? A un hombre no se le puede tener así tanto tiempo, joder.

La agarré con fuerza y ella no pudo más que dejarse hacer, aunque tenía una cara muy sonriente, como de triunfo. Yo en ese momento no podía pensar en mañana, ni en nada que no fuera abrirla de patas y metérsela hasta el fondo de su peludito coño, y es que ella nunca se depilaba esa zona, al menos no demasiado, solamente se lo arreglaba un poco y ya está. Una embestida brutal al comienzo logró que la penetrase rápidamente y sin complicaciones, la muy puta estaba además muy mojada, me pareció en ese momento que ella estaba hasta más cachonda que yo, pero cómo fingía la cabrona. Las tías pueden fingir muy bien, a ellas no se les tiene que levantar nada ahí abajo, joderr. Acabé demasiado pronto, de las ganas me corrí enseguida dentro de ella, pero ella gozó mucho, se lo noté cuando cruzó los dedos de sus manos, típico en ella al llegar al orgasmo, aunque quién sabe si no me estaba engañando otra vez

-¡Buaaa!, cariño qué ganas tenía, de verdad, si hubieras aguantado un poco más, hubieras ganado tú, jajaja.

-Pero que…cabrona, así que estabas más caliente que yo. Pues finges demasiado bien, claro que has tenido un orgasmo de verdad ¿o no, Natalia?

-Sí cariño, la verdad es que aunque corto, ha sido muy intenso. ¿A qué ha sido mejor que mil pajas de esas con las que fantaseas?

-Sí, joder, claro, de toda la vida, pero eso siempre ha sido así, lo que pasa….es que

-No digas nada…jajaja, ¿sabes cariño? Cuando nos casamos prometí amarte siempre y apoyarte en todo, es por ello que quiero hacerte muy feliz, y si para ello me tengo que sacrificar, pues me sacrificaré, jajaja; por cierto, mañana te toca una semana de tareas domésticas, ya sabes

En ese momento no supe qué decir, estaba extenuado, cansado, y la dejé hablando de lo que tendría que hacer y bla, bla, bla, mientras el sueño comenzaba a invadirme, y cerré los ojos. Buen trabajo -pensé- pero mañana me espera más.

Capítulo 4

"Si eres mujer: trabaja y esfuérzate para no depender de un hombre. Si eres hombre: aprende a cocinar, lavar, planchar, etc., ya que las mujeres no son esclavas"

No fue un día para recordar. La verdad es que Natalia se tomó muy en serio su castigo para conmigo, por no poder aguantar más que ella sin follar.

-Bueno, amor, hoy Lunes comienza tu castigo. Yo siempre hago las cosas en esta casa, plancho, lavo, friego, barro, cocino, compro…pero estos siete días lo vas a hacer tú todo. Además no quiero quejas y te tiene que salir todo bien, de lo contrario te tirarás otra semana más con lo mismo, y por supuesto si te pillo haciéndote alguna paja, lo mismo, otra semana. Esto va muy en serio, además si no estoy contenta con tu trabajo en casa, no podrás volver a follarme hasta que lo hagas todo correctamente.

Su tono enérgico y autoritario me puso alerta, no hablaba en broma, no, la cosa iba muy en serio, y yo ya notaba una leve hinchazón en los bajos.

-Pero, yo no sé cocinar, y menos como haces tú, ¿cómo piensas que voy a preparar esas comidas que haces?

-Jeje, cariño no te preocupes que está todo pensado, todo, todo. -Algo me decía que iba a haber alguna sorpresa inesperada- Como ya sabes, mi trabajo no me permite estar en casa por las mañanas, igual que el tuyo, claro, pero ya hablé con tu jefe para que te diera esta semana libre; bueno, libre, una semana de vacaciones, ya solamente te quedan 3, jajaja. Mientras no esté yo en casa se va a ocupar de ti una auténtica criada, una que contraté el mismo día que hablé con tu jefe, ¿sabes? Ahora hay buena oferta de inmigrantes para labores domésticas, la crisis, ya sabes…así que he podido contratar barato para toda la semana a una chica colombiana, creo que es. No debería tardar en llegar.

-Pero espera, ¿en serio? –no daba crédito a lo que oía, y no era por lo de la criada, sino por lo de quitarme parte de mis vacaciones a su antojo solamente para hacerme pagar este castigo. Eso si me enojó en serio, la fantasía sexual y tal estaba muy bien, pero mis vacaciones eran sagradas, joder.

-¡A callar!, esta semana vas a ser el criado en esta casa, intenta comprender que solamente tienes voz para nuestra intimidad, pero ahora cuando venga la chacha deberás aprender a comportarte.

-¿Por qué? Si la chacha esa solamente me va a ayudar, yo no tengo que darle explicaciones, esta es mi casa.

-Creo que no lo has captado, te explicaré cariñito. No la he contratado como sustituta a tu incompetencia como amo de casa, no, la he contratado como tu jefa. Deberás obedecer en todo lo que te diga sin rechistar, ella se va a encargar de vigilar las tareas que haces en casa mientras yo esté trabajando, y lo que no sepas hacer te lo explicará, pero serás tú el que lo haga ¿claro ahora?, jejeje. Y otra cosa, ni se te ocurra llevarle la contraria, le he dicho que esto es una apuesta entre tú y yo y que cualquier trampa que hagas sea inmediatamente reportada, no podrás ni levantarle la voz ni cuestionar su autoridad en esta casa, de lo contrario ya sabes...además ella, mientras tú hagas tareas del hogar es como si fuese la dueña de la casa si no estoy yo, incluso le dije que podría traer a su novio, en tal caso tú deberías comportarte con respeto hacia él, y si hace falta les traes cafés o les preparas cualquier cosa que te manden, vas a ser un amo de casa y un criado esta semana. No es negociable porque te quedarías sin follarme muuuucho tiempo, jajaja.

O la cosa se me iba de las manos o aquí pasaba algo gordo, el caso es que Natalia imponía respeto y obediencia, y yo cada vez me encontraba más excitado, no pude disimular mucho tiempo mientras ella seguía dándome instrucciones.

-Vaya... ¡Cariño! pero qué veo. Si te has puesto cachondo ¿eh? ¿Qué tienes ahí debajo escondido? Jajaja.

En ese momento llamaron a la puerta; seguramente sería la chacha, Dios, que por lo menos estuviese buena

-Hola señora, ya estoy aquí, puntual.

Oh, Dios mío. Aquello fue demasiado para mí. En mis fantasías siempre imaginaba tarde o temprano algún trío con mi mujer con alguna jovencita, pero esto superaba con creces todo. No solamente era jovencita, además era preciosa y su cuerpo sencillamente de medidas de modelo. No parecía en nada la típica chacha, casi se podría decir que si hubiese contratado a una puta, seguro que sería más fea y mal hecha que esta colombiana. Tremenda. Morenaza con piel oscura y un pelo negro impresionante que le llegaba a la altura del culo. Ojos marrones intensos y casi achinados, unos labios sonrosados muy pronunciados y con lápiz de labio con efecto brillo, de esos modernos, carita de niña buena pero rostro serio. Sus pechitos no parecían gran cosa, pero su culo era espectacular. Con la minifalda que llevaba puesta se le resaltaba mucho. Diría que tendría unos 18 o 19 años; debía llevar una vida muy dura en su país y por eso estaba aquí en España haciendo de lo que fuese para ganar dinero.

-Hola Herminia, pasa que te presento a mi marido, a él lo puedes llamar como quieras, no importa, aunque se llama Iñaki.

-Ok, señora, como desee.

-Tú tranquila bonita, ya sabes lo que te dije, él está para obedecerte en todo, solamente que haga las tareas domésticas y lo que le mandes. Me tengo que marchar a trabajar, si hay algún problema me llamas al móvil.

Natalia se despidió así de rápidamente y al cruzar el umbral de la puerta me dirigió una mirada de complicidad y me regaló un beso en el aire. Fue cerrarse la puerta y ya tenía mi primer rapapolvo de Herminia.

-¿Hola? ¿Se puede saber qué haces embobado dando besos al aire? Aquí ya no está tu mujercita, ahora soy yo la dueña de la casa. Lo primero que vas a hacer es fregar los platos de la cena de anoche. Y con rapidez, que hoy el día te tiene que dar para todo. Mientras, yo me quedaré por aquí sentada viendo un rato la tele, pero cuidado, luego me pasaré por la cocina y quiero ver todo bien fregado ¿ok?

Me fui cabizbajo a la cocina, pero mirando de reojo su esbelta figura y su precioso trasero. Después de un cuarto de hora fregando cacharros, Herminia se presentó en la cocina detrás de mí.

-Vaya. Quién lo diría, todo un hombretón de chacho, jajaja, la verdad es que tienes una mujer que no te la mereces, yo ya te habría dado puerta. Menudo marica estás hecho.

Iba a girarme a contestarle, pero se adelantó ella.

-Ni se te ocurra dirigirme la mirada. Tú sigue fregando, que un criado calla y obedece; por cierto, luego cuando acabes, quiero que sigamos en la cocina, te voy a enseñar a preparar la comida que tu mujer me dijo que preparases para ella. Más te vale prestar atención a los pasos, no me gustaría tener que repetir ninguno ¿entendió el criado? Jajaja.

Sin girarme asentí sumisamente con la cabeza, la impotencia y excitación eran una.

Después de los platos, vasos, cazuelas, cubiertos…tocaba preparar la comida, esta vez solamente iba a ver y escuchar. Herminia se colocó un delantal de cocina e hizo que me pusiese yo otro, mi mujer siempre tenía varios, a mí me tocó el rosita con flores y abejas, a ella uno más monótono sin dibujos. Mientras me iba explicando los ingredientes y el tiempo de cocción, así como las medidas de cada cosa yo no podía dejar de observarla. Es que era tan guapa…era tan jovencita y me daba tanto morbo la situación…pero tenía que ser fuerte, no podía estropear todo, tampoco era cuestión de pasarme de criado todo el tiempo y menos si no me iba a poder follar a mi propia mujer, así que tenía que hacerlo bien. Herminia se giró para ver si la seguía y en un acto o bien de torpeza o de provocación, dejó que se le cayera al suelo un botecito con miel, llegando a salpicarle sus zapatos y parte de la falda, así como la pierna derecha, a mí también me tocó algo, me puso perdido de miel todo el camal derecho del pantalón.

-¡Mierda! Lo siento Iñaki, ha sido un despiste -no creí que se fuese a disculpar y encima me lo dijo en tono meloso, casi seductor- ¿A qué esperas? Recógelo inmediatamente del suelo, no querrás que tu mujer vea al volver este destrozo ¿no? -Ahí se le acabó la dulzura-.

-Sí, señorita...Ejem...Bueno la puedo llamar señorita ¿no?

-¿Pero tú qué te has creído mamarracho? A mí no me puedes llamar de nada, que no sea Ama, Señora o Dueña. Cada uno en su sitio. Ahora por listillo lo vas a recoger con la lengua, y es más, me vas a tener que limpiar los restos de miel de mis zapatos también a lametones, ¿ok?, ya tardas perro.

Me empujó con sus manos apoyándolas en mi cabeza hacia abajo y tuve que ceder, su presión me hizo bajar rápidamente hasta la altura de sus zapatos, que comencé a lamer con vigor. Se entremezclaba el dulce de la miel con el intenso olor del áspero cuero, tuve que acabarlo rápidamente porque seguía sujetándome la cabeza con sus manos y ahora me la subía hasta la altura de su pierna.

-La pierna también, que hay unas gotitas por ahí.

Desde aquella perspectiva, no pude resistirme y miré un poco hacia arriba, al ir en minifalda por fuerza le iba a ver las bragas, pero para mi sorpresa no llevaba, o al menos yo no las vi. Lo malo fue que ella se percató de mi fugaz mirada.

-Maldito perro. ¿Acaso intentas verme el coño? Se lo voy a decir a tu mujercita, verás cómo se pone.

-No por favor, haré lo que me pidas, pero no le digas nada.

-Jajaja. No necesito callarme nada para que hagas lo que te pida, Natalia me dejó bien claro que tú estás aquí para obedecerme, mmm, de todas formas, esto me lo callaré, aunque te voy a pedir algo a cambio, y esto no entraba en el trato con tu mujer, pero bueno, así estamos en paz, ¿vas a obedecerme en lo siguiente?

-Sí, Ama.

-Veo que aprendes rápido, jajaja. Pues bien, si tanto te gusta mirarme por debajo de la falda, puedes seguir haciéndolo, pero no apartes tu cabeza de ahí abajo y abre bien la boquita perrito, que ya viene.

Todavía estaba incrédulo ante lo de poder verle el conejito a esa linda colombiana, por lo que ni me di cuenta de lo que significaba lo demás.

Cuando estaba abriendo mi boca mirando por su entrepierna, comenzó a descender un líquido amarillento y muy oloroso hacia mi cara. La muy cerda estaba orinando sobre mi rostro. Estaba dándome de lleno en los ojos, los tuve que cerrar y cuando iba a apartar la cara por la molestia, me dio una bofetada en la misma.

-Ni se te ocurra, perro. Y abre bien la boca, no quieras que derrame mi néctar sobre el suelo de tu cocina, cada gota que caiga vas a tener que lamerla directamente ¿entendiste?, a beber, jajaja.

Comenzó a reírse mientras yo ingería como podía, la verdad es que estaba asqueroso aquello, y lo peor es que estaba cayendo mucho al suelo, y luego me tocaría limpiarlo. Cuando acabó ya no podía beber más, empezaban a darme arcadas y temí vomitar. Ella sin mostrar condescendencia hacia mi lamentable estado, todo mojado de su orina, comenzó a desnudarse allí mismo. Ahora sí le pude ver bien el conejito, y los pechitos. Era preciosa, no me equivoqué en mi pronóstico.

-Escucha perro, ahora que he acabado, quiero que antes que otra cosa me dejes el coño bien limpito, me quedan muchas gotitas ahí arriba, y luego ya podrás seguir con el suelo, que lo has puesto todo perdido. No esperes otro regalo más como este de tu Ama, al menos no por hoy, ya que tienes que preparar la comida todavía, barrer la casa y limpiar el polvo. ¡Venga! Que no tengo todo el día, puerco. Déjame el coño bien limpito, y no te recrees mucho, este conejito colombiano tiene dueño, pero ya te presentaré a mi novio otro día, jajaja.

La muy cabrona me estaba poniendo más cachondo aún, y encima de tener que limpiarla de su meado, me restregaba en la cara que no podría follármela, que eso era cosa de su novio, Dios, con lo buena que estaba y lo cachondo que me había puesto, aquello era insoportable, me moría por pajearme allí mismo, pero no podía, si se lo decía a Natalia estaría bien jodido yo.

Tuve que lamerle el precioso coño. Tenía unos cuantos pelos oscuros por toda la zona y aferrados a ellos multitud de gotitas de su meado. Lentamente fui acariciando con mi lengua toda la zona de los labios mayores y poco a poco me introduje hasta la zona clitoriana y los labios menores. Me pareció oírla gemir un poco, pero al mirar hacia arriba, recibí otra bofetada, esta vez más fuerte y sonora.

-¿Te he dicho que me mires a la cara, puerco? A ver si aprendemos a obedecer. De ahora en adelante más te vale portarte bien. ¿Sabes? Nunca creí que un trabajo en este país fuese tan bueno como el que me ha dado tu esposa. Me paga por humillarte, por mandarte, y ahora te meo y pego en la misma cara y encima me lo agradeces, porque me lo agradeces ¿no?

-Sí, Ama, te lo agradezco.

-Y ¿qué se dice? ¿No se dice, gracias Ama? ¿Podría volver a pegarme más fuerte esta vez?

Me iba a volver a dar, la muy puta me iba a golpear, pero esta vez estaba por lo menos avisado.

-Sí, Ama, ¿me puede golpear otra vez y más fuerte?

-Por supuesto, perrito -en ese momento levantó su pierna derecha un poco y me arreó una patada en las costillas que todavía me está doliendo. Me volvió a pillar, la muy cabrona. Era guapa sí, jovencita, mucho, pero una hija de la gran puta. Y la tenía que obedecer

Capítulo 5

"La belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora"

Vaya semanita me esperaba, y menuda semanita pasé…pero no es digno ni para mí ni para Herminia. Las situaciones comprometidas que pasamos deben quedarse ahí. Lo pasé bien, sí, pero solamente fue un juego, al que más tarde para mi pesar se le uniría una tercera persona; permitirme relatarles al menos este pedacito de mi historia, ya que supuso el comienzo de algo más complicado que enterrado en mi interior encontró la forma de salir a la superficie.

Aquella mañana desperté con una desquiciante sequedad en los labios, tenía que humedecerlos como fuese y me levanté presto a la cocina a por agua. Descalzo y medio a oscuras, todavía no había amanecido del todo, tropecé con lo que me pareció un taburete, el fuerte impacto despertó a mi mujer que comenzó a gritar que qué eran aquellos ruidos a esas horas, los Sábados no acostumbrábamos a levantarnos pronto. El caso es que encendí la luz de la cocina y ya con visibilidad total pude encontrar efectivamente mi taburete tirado en el suelo y la nevera, que abrí para buscar alguna botella de agua mineral que llevarme a la boca. Con las prisas por saciar la sed, derramé bastante líquido por mi desnudo pecho y conseguí un precioso charco casi circular, o por lo menos eso me pareció a mí, hasta que mi mujer despeinada y con cara de enfadada apareció tras de mí y miró perpleja la curiosa e inocente escena.

-Es que no se te puede dejar a solas. Mira lo que has hecho. Bueno, por lo menos ya sabemos quién lo va a fregar, jajaja. Sabes cariño. Se me ocurre que esta vez no uses fregona, casi mejor acaba de saciar tu sed y lo secas con la lengua ¿no te parece?

No podía decirle que no, todavía me quedaba ese día y el siguiente de criado, además era mi culpa, además después de lamer líquidos más corrosivos que simple agua, aquello era una recompensa. Mientras mi mujer miraba desde lo alto, yo restregaba mi lengua por el frío suelo de la cocina, intentando eliminar cualquier rastro de agua del mismo

Continuará en próximas entregas