Mi fantasía de servidumbre y post. humillación 3

Sigue la aventura de Iñaki a través de la sumisión a su mujer. Aquí comienza su nueva y curiosa relación con ella.

Mi fantasía de servidumbre y posterior humillación

(3ª Parte)

Capítulo 8

"La luz al final del túnel"

No quería pensar qué iba a hacer con aquello que traía en la mano, pero sabía perfectamente que si lo usaba sería para mí una experiencia dolorosa, y creo que ya tenía bastante dolor, aunque fuese de huevos, esa noche. La vi dirigirse con decidido paso hacia mi mujer, allí estaba, era larga, delgada, negra y parecía fabricada en goma con tiras de cuero también negras, toda una señora fusta, como la que veía en muchos de los vídeos de internet, para lógicamente ser usada en mi trasero. Nunca me había pasado por la cabeza que la usarían conmigo alguna vez, y lo peor es que dada mi condición, no iba a poder negarme a nada aquella noche.

-Mira cariño, mira qué regalito nos ha hecho la buena de Herminia –la hija puta de la cubana, pensé para mis adentros- Con esto vamos a ver si de una vez por todas podemos convencernos de tu actitud sumisa y ver si efectivamente te hace valedor de salvar la semana. Veremos

Acto seguido, Herminia como no, me ordenó que me levantase, que me iba a desabrochar el pantalón. Yo me moría de vergüenza, ya que iba a enseñarle el culo a otro tío, y bueno a Herminia, aunque eso me importaba menos. Me levanté como pude, con mis manos prisioneras por las esposas y tirado por la cadena que sujetaba mi esposa esta vez. Herminia comenzó a desabrochar el botón del pantalón y a quitarme el cinturón de los vaqueros, después me los bajó hasta la altura de los talones, dejando mis bóxer blancos al descubierto y también mi enorme erección, que resultó indiferente a Herminia pero que a mi mujer comenzó a hacerle gracia.

-Vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí, jejeje, una pollita tiesa queriendo salir. Pues no se preocupe señora pollita, que ahora la sacamos de los calzoncillos –Se burlaba mi mujer señalando mi erección.

Yo estaba en pie con los pantalones bajados, mostrando mi trasero a Herminia y a su novio, mi mujer delante sujetando la cadena de mi collarín; ahora Herminia se aproximaba desde atrás y me bajaba los bóxer hasta abajo. Mi polla erecta quedó al descubierto de frente de mi mujer, toda gorda y caliente, a punto de reventar, y yo sin poder hacer nada para evitarlo.

-Vamos a ver chicos, ¿alguien quiere ver una pollita tiesa? –Dijo mi mujer mientras me giraba 180 grados para situarme de frente con Herminia y su novio. Y allí estaba yo, soportando las burlas y carcajadas de ambos, buenos de los tres, diciéndome cosas como que la tenía pequeña aún estando totalmente empalmado, o que era muy delgada, incluso Herminia se atrevió a insinuar que su novio, la tenía bastante más grande y que no comprendía cómo Natalia podía satisfacer sus deseos sexuales con tamaña ridiculez de miembro. Me puso de una mala ostia increíble, pero ya no podía hacer nada, las cartas estaban tan echadas como el tequila que corría por mis venas.

-Bueno chicos, dejemos los comentarios ya, que es hora de divertirnos –Estaba hablando de mi trasero y la fusta, mi mujer que aún seguía completamente desnuda se iba a divertir con mi culo y delante de esos dos.

-Siiii –Al unísono la parejita de novios –Habrá que ir a otro lugar, para estar más cómodos, me parece –Tuvo la cortesía Herminia.

Al momento ya estaba cediendo la correa que sostenía mi mujer a Herminia y haciéndome poner en cuatro patas previa liberación de mis esposas, en dirección a lo que parecía mi dormitorio, sí, definitivamente íbamos al dormitorio.

-Apresúrate cariño, no querrás que tu esposa pille un constipado ¿verdad? –la insistencia de mi mujer hizo que Herminia tirara aún más fuerte de la correa, estrangulando mi ya de por sí apretado cuello.

Llegamos a la habitación y Herminia me colocó frente a la cama a un metro y medio más o menos, a la misma altura del colchón, a cuatro patas como estaba, mientras sostenía ella misma la correa de mi collar desde atrás. Mi mujer en ese momento le cedió el látigo a ella, cosa que me esperaba, no sé por qué, y luego Adrián, para mi infortunio, se tumbó de un salto en mi cama y boca arriba, dejando las piernas fuera y apoyando su cabeza plácidamente sobre el almohadón de plumas que le regalé a Natalia el mes pasado. Me comenzaba a entrar picazón y mi polla empezó a desinflarse, sobre todo al observar como mi mujer se iba acercando a la posición de Adrián, para situarse de rodillas frente a él, en el suelo y a una altura ideal para coincidir con su entrepierna. En ese instante Herminia se me acercó al oído y me susurró.

-Observa Iñaki, mira lo caliente que está tu mujer y lo caliente que se está poniendo Adri. Creo que es hora de dejarles hacer ¿no te parece?

Cuando quise contestar me tiró de la cadena hacia atrás, me hizo un gesto de tranquilidad y como pudo me volvió a colocar la mordaza, esta vez sin media dentro. La cinta adhesiva esta vez me la apretó más fuerte, ya no podía emitir palabras, al menos inteligibles.

-No te sulfures corazón, no va a pasar nada que no desees. Y esto lo deseaaass.

Sus palabras sonaron tan convincentes como ciertas, no sé por qué pero mi polla comenzó a crecer.

Mi mujer comenzó a bajar la cremallera del pantalón de Adrián, y cuando le iba a meter mano para sacársela, me dirigió una mirada de felicidad. En el mismo momento que sentía una quemazón en mi nalga izquierda. Herminia había comenzado su ronda de latigazos.

-Mmmmmm –balbuceé como pude, al tiempo que mi respiración se entrecortaba entre espasmos de dolor y excitación al mismo tiempo.

-¿Has visto cariño? ¡Menuda polla! –me decía mi mujer en mi cara.

Acababa de sacársela y era evidentemente una polla más grande que la mía, y no solamente grande, además más gorda. Mi mujer comenzó a meneársela con la mano, poco a poco y subiendo en intensidad, al momento ya estaba introduciéndosela en su boquita que salivaba por una polla así. Yo mientras seguía a merced de Herminia recibiendo un latigazo tras otro, a intervalos no excesivamente largos, mientras me tiraba de la cadena. La humillación comenzaba a ser inaguantable, y sabía que en cualquier momento podría levantarme de allí usando mi ventaja de estar ahora con las manos libres, el caso es que había algo que me lo impedía, fruto del alcohol, el deseo y mi más que evidente erección. No sabía cómo iba a terminar todo aquello, pero me lo estaba pasando bien, o eso pensaba hasta que una vez más Herminia me volvió a susurrar algo.

-¿Sabes una cosa?, Adrián realmente no es mi novio. De hecho es un puto que contrató tu mujer para humillarte, ¿acaso iba a dejar a mi novio que se la chupara tu mujer? Jejeje, y espera, que me parece que te tiene preparada otra sorpresa corazón. Realmente me produces náuseas, ver cómo te ponen así los cuernos…y tú encima disfrutando –esto último lo dijo mirando mi polla toda tiesa –Pero vamos, que si es lo que te gusta, por mí encantada –Y con esto último me arreó un latigazo fortísimo desde abajo y entre ambas nalgas, alcanzando mis testículos. Después me cogió la cabeza con ambas manos y me forzó a mirar a mi mujer mientras seguía chupándosela salvajemente a aquél puto -¿Te gusta, te gusta eh? ¿Te gusta ver como tu mujer se la mama a ese cabrón? ¿Te gustaría ver cómo se corre en su boquita, y como se traga toda su leche? ¿Eso te pone a cien?

Iba a reaccionar violentamente, pero una vez más Herminia agarrando con fuerza el collar tiró hacia atrás con extrema violencia –No, no te voy a dejar que los pares, porque sabes que en el fondo es lo que quieres, así que demuéstrale respeto a tu mujer y ve hasta sus pies, lámeselos y suplícale que se trague la corrida de Adrián –Me soltó la cinta adhesiva que daba vueltas sobre mi cabeza aprisionando mi boca y me arreó una patada para situarme junto a los pies de mi mujer que sin hacer caso a lo que sucedía con nosotros dos, seguía su labor de succión tan apasionadamente.

-¡Lo ves perro!, ¿Ves como en el fondo eres un cornudo de mierda? Ahora te toca a ti, ¡Vamos! ¡Límpiale los pies a tu mujer, que aún huelen a orina!

Saqué mi lengua y comencé a degustar la base de los pies de mi mujer, que al notar mi lengua en sus plantas, dirigió desde arriba una mirada pícara hacia mí.

-¿No escuchaste, perro? –Herminia me sacudió con el látigo nuevamente –Suplícale a tu mujer, vamos, queremos oírlo de tu boca, ¡ahora perro!

-Natalia, por favor, trágate su corrida –acerté a pronunciar turbiamente desde mi estado de excitación.

-¿Acaso crees que eso le bastará, perro? Demuéstrale más sumisión y obediencia. Que lo tenga claro –Otra vez Herminia dando consejos al unísono con otro latigazo sobre mi dolorido y enrojecido culo.

-Por favor Ama, desearía que se corriera dentro de tu boca y te lo tragases todo, te lo suplico

-Mucho mejor, veo que aprendes rápido.

Entonces mi mujer dejó de succionar para ponerse en pie frente a mí.

-¿Acaso debe un AMA, recibir deseos de su cornudo? Si tanto te gusta que se corra, tranquilo que se correrá, pero será en tu boca, no en la mía ¿lo entendiste cornudín? –me espetó sin compasión a la vez que me cogía por la garganta y me dirigía hacia la polla de Adrián a punto de estallar.

-Traga cornudo, saborea la leche que te ofrece tu mujer –orgullosa Natalia.

Adrián comenzó a expulsar con mucha fuerza el semen sobre mi cara, acertando al momento de lleno en mi mantenida boca abierta, gracias a las manos de mi mujer. El sabor salado y repulsivo del semen hizo que vomitara allí mismo, sobre el suelo y los zapatos de Adrián, cosa que disgustó a mi mujer y a Herminia, la cual tras ver mi reacción me soltó una vez más un latigazo, esta vez sobre la espalda, haciéndome retorcer de dolor sobre el suelo del dormitorio, mientras mi mujer me arreaba una bofetada en el rostro gritando como una posesa.

-Pero… ¿Cómo se te ocurre desperdiciar así el regalo de tu AMA? ¿Acaso quieres humillarme, mamarracho?

Dicho esto, se alejó con viento fresco del dormitorio, dejando a Herminia y a Adrián al mando de la situación.

-Te has portado muy mal perrito. Ahora vas a tener que demostrar que eres digno siervo para tu mujer, de otra forma ella ya no querrá saber nada más de ti y es posible que hasta te abandone ¿entendiste?

Yo no pude contestar nada, todavía seguía tumbado en penoso estado en el suelo, con el semen por toda mi cara y un rastro de vómito que manchaba a partes iguales el suelo y los zapatos de Adrián.

-Ahora vas a tener que limpiar toda esta porquería. Más te vale dejarle bien limpios los zapatos a Adrián y reluciente este suelo, o ya sabes qué pasará.

No necesitaba más, como pude me levanté de rodillas y comencé a lamer los zapatos de Adrián, el caldo de vómito era una mezcla de semen, olor a orina, tequila y no sé qué líquidos más, pero todo era muy amarillento. El caso es que poco a poco fui limpiando todo con mi lengua, hasta caer desmayado a los pies de Herminia, a la que había perdido de vista mientras intentaba dejar todo reluciente.

De aquella noche no recuerdo más. Los rayos del Sol me sorprendieron tumbado en mi cama, con una aroma dulce a café y bollos calientes.

Capítulo 9

"Formato MPEG"

-Hola amor, ¿qué tal la resaca?

Todavía me sentía mareado, con un dolor de cabeza insoportable, tenía el culo y la espalda doloridos, y encima un muy mal sabor de boca. Reaccioné con lentitud, pero allí estaba ella. Era mi mujer, con camisón transparente de seda rosa, sin sujetador y sin braguitas. Se le marcaban bien los dos pitones.

-He pensado que era mejor que durmieras hoy en la cama, para descansar de lo de anoche. Supongo que luego te darás una buena ducha, y habrá que lavar estas sábanas y comprar otro colchón –Noté cierto malestar en su forma de decirlo todo. Como si le molestase yo, concretamente.

-Caaa…cariño, yoo

Zas!, me arreó un bofetón.

-Desde ahora cuando te dirijas a mí, lo harás como "Ama" o "Señora" ¿queda claro esclavo?

Eso acabó de despertarme, no fue un sueño, no, fue muyyy real todo lo de anoche.

-Sí Ama –tuve que decirle para evitar otra "sorpresa".

-Está bien. De todas formas, y por si acaso, no pienses en esto como algo temporal. Ambos sabemos que es tu deseo, tu fantasía, y yo solamente puedo hacer una cosa, satisfacerla, porque cuando nos casamos prometí amarte sobre todas las cosas, para lo bueno, lo malo, la salud, la enfermedad y hacerte el hombre más dichoso y feliz del mundo, y ya sabemos que la forma de hacerte feliz es que me obedezcas. Si así eres feliz, así seré yo también feliz. De hecho no sé por qué he estado tanto tiempo sin este lujo que me brindas.

No pude esperar, la cosa definitivamente se me iba un poco de las manos.

-Espera...Mmm…Ama, ¿esto para siempre? ¿Y si me canso, o no me apetece? ¿Entonces qué? No puedes obligarme todo el tiempo…para un rato, como ayer…pues sí, pero… ¿24 horas?

Natalia me lo dejó claro con su respuesta.

-¿Pero qué te has creído? ¿Acaso crees que puedes ponerme la miel en los labios y no esperar que quiera comer todo el tarro? Quiero tenerte de esclavo porque es lo que quieres tú también. Y tranquilo, que sí será para siempre. Ya lo previne todo ayer. No vas a poder negarte ahora.

Se fue directamente al cajón de la mesita y sacó lo que parecía un DVD. Lo puso en el equipo multimedia que tenemos en la habitación y puso el play. Se sentó a mi lado en la cama y comenzó la reproducción.

Allí estaba yo, era lo que pasó a última hora, lo grabó la muy jodida. Aparecía yo lamiendo los zapatos de Adrián, chupando la asquerosidad de mi vómito. Por lo visto mientras yo hacía todo eso, Herminia cámara en mano grabó todo.

-Oh, y no solamente está eso, c o r n u d í n. Hay una secuencia donde apareces tragándote la corrida del bueno de Adri, jajaja. Tengo un buen montaje donde sales solamente tú y ese maromo del tres. Supongo que en el trabajo les hará gracia verte así ¿no te parece?

Me quedé blanco.

-Y no te preocupes, ese DVD es para ponértelo y que te pajees a gusto, ahí no salgo yo, jajaja, el original y una copia de seguridad ya están en internet, una sola muestra tuya de falta de respeto y sumisión conmigo y ya sabes dónde irá. Tengo los correos de todos tus compañeros de trabajo. Me gustaría ver la cara que iban a poner al verlos.

Me tenía pillado por los mismos huevos. Sin quererlo mi fantasía se iba a convertir en mi presidio. Un sudor frío recorrió mi espinazo y comencé a palpitar al borde de un ataque nervioso. Mi mujer que vio como reaccioné, me acercó la mano a los huevos y me los estrujó.

-Ahora, éstos, son míos, y si no quieres quedarte sin ellos, más te vale obedecer, jajajaja. Creo que vas a ser un buen esclavo y cornudo cariño mío. Lo de caliente que me pongo sólo de pensarlo, jajaja.

Quería ir corriendo a la ducha para despertar rápidamente de aquella pesadilla, a base de agua fría de cojones, como los que tenía mi mujer, o mejor dicho mi ama, desde ahora, en sus manos.

Después de que Natalia me dejara ir a ducharme, me tranquilicé. El agua caliente al final ayudó un poco también. Seguía en un estado extraño, de querer que fuera verdad sin serlo o todo lo contrario, estaba hecho un lío. Aunque ya estaba allí mi mujer para resolver eso.

Capítulo 10

"La maestra"

-Espero que ahora que estás fresco y hueles mejor, comprendas bien lo que te van a explicar. Todo lo que te tiene que decir Herminia es lo que tendrás que acatar, sin excepciones de ningún tipo ¿comprendido? –me agarró del cuello y tiró para arriba de mí.

-Pero antes desnúdate del todo, que tu pollita sea la que te delate, jajaja.

Yo no sabía que Herminia seguía en casa, por lo visto había dormido aquí esta noche, en cambio del maromo ni señal, cosa que en cierto modo me medio tranquilizó, y me iba a venir muy bien por lo que me esperaba.

-Pasa querida –dijo mi mujer asomándose al pasillo.

Allí estaba Herminia, sólo que esta vez parecía otra mujer. Estaba imponente, como en mis fantasías, me quedé empanado. Vestía con botas negras y altas y pronunciado tacón. Un látex negro embutía todo su cuerpo hasta el cuello, perfilando unas piernas, caderas, culo y pechos hasta ahora nunca vistos así por mí en ella. Llevaba un collar con tachuelas y su melena larga y negra describía ondas a la sumisión que ofrecía procelosa frente a una ventana entreabierta. En la mano llevaba algo así como una cartulina con algo escrito. Comenzó ella:

-Hola esclavo. Porque así te llamaré y te llamará tu dueña desde ahora y siempre. Y porque así lo deseas, mmm –No dejaba de mirarme el rabo, que ya estaba del todo inflado.

-Ahora ponte de rodillas y presta atención –Se puso seria Herminia.

Me puse de rodillas con las manos tocando el suelo, mientras mi mujer se ponía al lado de Herminia y las dos frente a mí.

-Estas serán las normas que regirán tu relación de esclavitud y fiel servidumbre con tu mujer, a la que desde hoy mismo llamarás Ama, tanto en casa como en la calle, si ella tiene el gusto de así exigírtelo. Ten en cuenta que son un borrador muy simple. Se podrían perfeccionar con el tiempo y siempre que quiera tu Ama:

1- Tu Ama, lo es y lo será ahora y para siempre, puesto que es una relación de esclavitud total hasta la muerte de ella o la tuya.

2- Respetarás y obedecerás fielmente cualquier deseo de tu Ama, sea en el ámbito doméstico o en el privado.

3- Tu Ama con el fin de sentirte de su propiedad, te tatuará "Esclavo de Natalia" en la nalga derecha, y te regalará un anillo de sumisión que llevarás siempre puesto, en todo momento.

4- Se te podrán añadir complementos tales como correas para el cuello, piercings, anillos, u otros elementos que se considere oportunos para la ocasión y por cualquier parte del cuerpo.

5- Podrás ser atado, amordazado, esposado, inmovilizado, embutido o suspendido mediante fuerte bondage, así como encerrado en jaulas o habitaciones.

6- Como esclavo, tus labores serán las de servir en todo momento los caprichos y deseos domésticos y sexuales de tu Ama. De esta forma en casa serás tú quien haga las tareas del hogar y proporcionarás satisfacción sexual a tu Ama, siempre que te lo exija.

7- Como cornudo, tus funciones serán las de aumentar tu rango de humillación con el paso de los años, permitiendo y consintiendo sin muestras de desaprobación el que tu Ama sea follada por otros machos, incluso en tu propia casa. Cosa que hará siempre que le apetezca a ella y delante de tus narices. Teniendo tú, como esclavo y cornudo que servir la cena, comida, desayuno o merienda a tu Ama y al que te hace cornudo antes de la puesta de cuernos. Tu Ama se reserva el derecho de humillarte de la manera que le apetezca mientras realiza el acto sexual con un verdadero macho. Deberás limpiar cualquier rastro de semen del que te hace cornudo, si se ensuciara algo durante el acto, y siempre con la lengua, o a requerimiento de tu Ama.

8- Los días que le apetezca a tu Ama, te podrá usar como retrete, incluso ser el retrete de sus machos y/o invitados a casa. Eres el esclavo de tu Ama y de quien ella considere que lo seas.

9- Usarás un cinturón de castidad permanentemente, y solamente se te quitará un día a la semana, el Domingo, y el tiempo justo para o bien permitirte una masturbación o ser usado sexualmente por tu Ama, la cual lógicamente podrá follarte ese día de la semana, pero solamente ese y no otro. No obstante y si ella quiere, podrá quitarte el cinturón de castidad cualquier otro día por motivos especiales o mantenértelo indefinidamente hasta que ella decida, si es que te portases mal, por ejemplo.

10- Podrás sufrir todo tipo de tratos vejatorios y humillantes, así como castigos en caso de portarte mal; en tal caso se podría optar por bofetadas, cachetadas, latigazos, derramamiento de cera caliente sobre el cuerpo, patadas, penetraciones anales o recurrir a técnicas exóticas, de las que en todo caso se haría cargo Herminia, a quien debes el mismo respeto y sumisión que tu Ama, y que servirá de maestra en tu acomodación de esclavo los primeros meses.

11- La vestimenta que uses, será la que tu Ama decida en todo momento y según la ocasión, teniendo en todo caso que permanecer completamente desnudo siempre que estés en casa a solas con tu Ama.

12- Las posturas de sumisión que deberás seguir son las de situar las manos por detrás de la espalda, tocando las palmas de las manos, guardando la compostura. De rodillas siempre que aparezca tu Ama por la puerta de entrada a casa y preparado para besarle los zapatos, botas o zapatillas que porte, estén limpias o sucias. Agachando la cabeza cada vez que traiga algún invitado a casa y si fuera algún amante, estarás obligado a besarle a él también los zapatos, y agradecerle en el momento de recibirlo por la puerta de entrada el hecho de usar a tu Ama para que te haga cornudo.

13- Como último punto, el hecho de que todas estas normas, son aceptadas por ti, en calidad de esclavo de Natalia, tu mujer, tu Ama, la cual promete humillarte todos los días y cada vez más, proporcionándote placer cuando a ella le apetezca, castigándote si lo mereces y obligándote a presenciar tu deseo solemne de ser cornudo con quien a ella le apetezca.

Disposición Adicional:

Tu Ama es tu princesa, tu Diosa, tu dueña, tu señora, y hará contigo y con tu cuerpo lo que sea preciso para mantener estas normas al corriente.

-Bueno esclavo, ya has escuchado, ahora ya sabes que esto rige desde hoy mismo. De momento yo también seré un Ama para ti, mientras alecciono a tu mujer sobre cómo humillarte. Ahora vamos a pasar al salón, que te tenemos que preparar convenientemente, ya están aquí el tatuador y la anestesista.

Todavía estaba digiriendo todo lo que me había soltado la muy puta, cuando escuché lo de la anestesista. Pero… ¿Qué coño iban a hacerme ahora? Comencé a asustarme seriamente.

Mi mujer me puso el collar de la noche anterior y tiró de mí con la cadena, yo la seguía a cuatro patas completamente desnudo en dirección al salón.

Capítulo 11

"Esclavo de Natalia"

Al llegar al salón enseguida me percaté que habían colocado una mesa camilla blanca sanitaria en medio de éste. Allí en pie a los lados de la camilla, se encontraban un hombre de mediana edad, con los brazos cubiertos por tatuajes y con la cara llena de piercings y anillos por todos lados. Al otro extremo, una mujer, más bien de mi edad y la de mi mujer, unos 30 diría yo, vestida como una enfermera y llevando una aguja en una de sus manos.

-Sube a la camilla y ponte boca abajo, esclavo –me dijo imperativa mi mujer.

-Bien, primero comenzaremos con el tatuaje en el culete, jajaja –se rieron todos, menos yo, lógicamente.

-¿No sería mejor atarlo? ¿Por si se mueve o algo? –preguntó Herminia.

-Bueno, lo que queráis, a mí eso me da lo mismo, soy un profesional y puedo trabajar hasta con los culos más inquietos…mmm –se apresuró el tatuador mirando mis nalgas.

-No hará falta –dijo la anestesista –se le ve muy predispuesto –mientras tocaba dulcemente mi orejita derecha bajo la atenta mirada de Herminia y mi mujer.

-Está bien, pues empecemos.

La anestesista me puso una loción alcohólica para desinfectar la zona y poco después ya estaban haciéndome el tatuaje, mediante unas agujas especiales con tinta. Al rato ya lo tenía acabado y protegido mediante unas vendas especiales.

-Perfecto, ahora solamente nos queda el piercing escrotal –se adelantó mi mujer.

Me quedé helado, no sabía que me iba a poner un piercing en los huevos. ¿Por eso la anestesista? Me tuve que dar la vuelta y todos pudieron observar como mi polla se había puesto fláccida completamente, y ahora presentaba un aspecto ciertamente ridículo, por lo que la anestesista no pudo dejar de emitir unas breves carcajadas, que se contagiaron a todos los presentes.

-Tranquilo cariño, esto no dolerá, te voy a aplicar una crema especial que insensibilizará la zona para poder anillarte el escroto –me dijo cálidamente la anestesista.

Por lo visto no era un piercing como tal sino un aro. Antes de ponérmelo lo pude observar en las emplastecidas manos de la anestesista. Un aro bastante pequeño de color oro, seguramente sería oro, supuse. Lo que me asustó fue cuando vi sacar lo que parecía un soplete. Diosss, iban a soldar el aro para dejarlo perpetuo allí. Al final no llegó la sangre al río.

Ciertamente no noté nada de dolor, ni al estirarme el escroto ni al acercarme el soplete, y la velada acabó con un aro perpetuo en mis cojones y un tatuaje que decía: Esclavo de Natalia, en mi nalga derecha.

-Ya estás listo esclavo –y mi mujer me besó en la mejilla izquierda, alejándose sonriendo mientras despedía en el dintel de la puerta a los profesionales de tan inesperada velada

Continuará